ARTÍCULOS ORIGINALES
La vestimenta del médico pediatra en el consultorio hospitalario
Dres. Alfredo M. Eymann*, Clarisa Maxit*, Nicolás Cacchiarelli*, Eduardo Imach* y Carlos Wahren*
* Consultorios Externos del Departamento de Pediatría del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Correspondencia: Dr. Alfredo Eymann. alfredoeymann@hospitalitaliano.org.ar
Aclaración de intereses: No existió apoyo económico para la realización de este trabajo.
RESUMEN
Objetivo. Evaluar la preferencia de las familias por
la vestimenta del pediatra en la consulta ambulatoria
en un hospital de la comunidad.
Población, material y métodos. Se seleccionó a las
familias que concurrieron a los consultorios externos
para control en salud o consulta de demanda
espontánea, durante cinco días hábiles consecutivos,
de 9 a 20 h. Se excluyeron aquellos que consultaron
en alguna especialidad pediátrica.
A cada familia se le mostró una serie de cinco fotos
de un médico en la misma posición y actitud, pero
con diferente vestimenta. Junto con esto se les realizó una encuesta de ocho preguntas, llevada a cabo por
un estudiante avanzado de la carrera de medicina.
Se utilizaron dos series de fotografías, una de un
hombre y otra de una mujer, con cambios de vestimenta
equivalentes (ambo de guardia, ropa formal
con guardapolvo y sin él, ropa informal con guardapolvo
y sin él). La aleatorización de la serie de
fotografías masculinas o femeninas se determinó por el número de admisión.
En las encuestas se preguntó qué médico pediatra
elegirían, tanto las familias como los niños mayores
de 6 años, en forma independiente. También se
preguntó qué médico no elegirían y si la vestimenta
del pediatra les parecería un factor importante en
su elección.
Para el análisis de los datos, se confeccionó una base
de datos con el programa stata 6.0.
Resultados. Se efectuaron 355 encuestas, el 49,5% de
las familias recibió la serie de fotografías femeninas,
mientras que el 50,5% restante, la serie masculina.
El 82% de los padres eligió una vestimenta que se
identifica con la atención de la salud (ambo o guardapolvo),
al igual que el 79% de los niños.
En la elección del pediatra, el 50% de los padres
refirieron que la vestimenta era muy importante o
moderadamente importante, mientras que el 50%
restante opinó que era poco o nada importante. El
88% de los niños contestó que no elegiría a un
pediatra que no usara guardapolvo. El 59% de los
padres manifestó que la vestimenta elegida se asemejaba
a la de su pediatra, mientras que el 41%
prefirió una vestimenta diferente.
Conclusión. Los adultos acompañantes y los niños
mayores de 6 años prefirieron a los pediatras que
utilizaban un atuendo identificado con la atención
en salud; asimismo, no eligieron a los pediatras que
estaban vestidos con ropa de calle.
Palabras clave: Guardapolvo; Consultorio hospitalario; Relación médico-paciente.
SUMMARY
Objective. To assess preferences of families attending
to an outpatient setting at a community hospital
about pediatricians attire.
Population, material and methods. Families attending
an outpatient facility for well-child visits or spontaneous
demand during five consecutive days, from 9
am to 8 pm, were selected. Those who consulted a
pediatric subspecialty were excluded.
A series of five photographs with a doctor in the
same attitude, but with different clothing was
shown. A questionnaire with eight items was administered
by an advanced medical student.
Two series of photographs were used, one of male
doctors and other of female doctors with equivalent
changes of clothing (white lab coat, formal clothing
with and without white coat, informal clothing with
and without white coat). The randomization of the
series of male or female photographs was determined
by admission number.
The questionnaire asked families and children older
than 6 years which pediatrician they would choose.
They were also asked which paediatrician they
would not choose, and if the pediatrician's attire
was an important issue for their selection. Stata 6.0
program was used for data analysis.
Results. 355 questionnaires were completed (49.5%)
of the families received the female photograph series
and the remaining 50.5%, the male series.
82% of parents chose an attire related with health
care (white lab coat or jackets) as did 79% of the
children.
Considering the election of the pediatrician, 50% of
parents considered that the attire was very or moderately
important, while the remaining 50% told
that it was of little or no importance at all. Eighty
eight per cent of the children answered that they
would not choose a paediatrician that did not use a
white coat. Fifty nine percent of the parents stated
that the chosen attire was similar to the one their
pediatrician used, while 41% preferred a different
attire.
Conclusion. Parents and children older than 6 years
preferred pediatricians using an attire related to
health care and they did not choose pediatricians
dressed with street clothes.
Key words: White coat; Outpatient clinic; Patient-physician relationship.
INTRODUCCIÓN
La relación médico-paciente-familia es,
indudablemente, compleja. Su desarrollo
y fortalecimiento es el que permite establecer
la confianza necesaria para que muchas acciones médicas sean eficaces. La
calidad de la atención mejora si aumenta la
adherencia a las recomendaciones médicas y
la satisfacción de los pacientes.
La comunicación entre el médico y el niño
y sus familias constituye uno de los cuatro
elementos fundamentales de la competencia
clínica junto al conocimiento, la capacidad
de resolver problemas y de efectuar un adecuado
examen físico.1
Cuando los pacientes tienen la posibilidad
de elegir a sus médicos sustentan esta
decisión en variados elementos, tales como
la capacitación, la cercanía geográfica, la
disponibilidad de consultar en la emergencia,
condicionamientos socioeconómicos de
acceder a diferentes opciones y, en gran
medida, en su capacidad de comunicar. Indudablemente,
es difícil cuantificar el tono
al hablar, la intensidad del apretón de manos
y la capacidad de escuchar. Se ha determinado
que la vestimenta del médico es un
elemento importante en la percepción de su
competencia2 y constituye un aspecto que
interviene en la comunicación no verbal con
los pacientes.
El uso de guardapolvo por parte del médico
transmite un claro mensaje denotativo (componente
objetivo); se encuentra muy arraigado
en nuestra sociedad cómo se visten los
médicos a través de imágenes construidas por
fotos, películas, series televisivas, etc. A la
vez, es más difícil valorar el efecto connotativo
(componente subjetivo) que transmite una
persona vestida con guardapolvo, ya que esto
está influido por las experiencias personales
de cada uno. Ambos constituyen dos modos
fundamentales y complementarios de la significación
que se le da al mensaje transmitido
con esta manera de vestirse.3,4
Existen variadas referencias bibliográficas
en distintas partes del mundo, que relatan
la preferencia de los pacientes por las
vestimentas formales y en las que identifican
al médico como efector de salud por el uso de
guardapolvo o ambo.5,6
No se ha determinado si la vestimenta
influye en la elección del pediatra en el ámbito
ambulatorio en nuestro país.
OBJETIVO
El objetivo planteado fue evaluar la preferencia de las familias por la vestimenta del pediatra en la consulta ambulatoria de un hospital de la comunidad.
POBLACIÓN, MATERIAL Y MÉTODOS
Se realizó un estudio de corte transversal,
descriptivo y analítico.
Población: Todos los pacientes que concurren
a los Consultorios Externos de Pediatría
del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Se efectuó una encuesta a todas las familias
que concurrieron a los Consultorios Externos
de Pediatría para consultas programadas
o por demanda espontánea para clínica
pediátrica.
Se recolectó la muestra en la sala de espera
durante 5 días de semana hábiles, consecutivos,
de 9 a 20 h, antes de que tuvieran la
consulta con el médico, durante el mes de
agosto de 1999. Se excluyeron las familias
que consultaron para alguna especialidad
pediátrica.
A cada adulto acompañante y a los niños
mayores de 6 años se les mostró una serie de
cinco fotografías de un médico en la misma
posición y actitud pero con diferente vestimenta
(ropa formal con guardapolvo y sin él,
ropa informal con guardapolvo y sin él y
ambo de guardia) (Figura 1).
FIGURA 1. Vestimenta evaluada
Se utilizaron dos series de fotografías,
una de hombre y otra de mujer, y la aleatorización
de la serie de fotografías masculinas o
femeninas se determinó por el número de
admisión par o impar del paciente. Se le
entregó a cada paciente la serie de cinco
fotografías en cartones individuales, siempre
en un orden aleatorio.
Asimismo, se realizó una encuesta de
ocho preguntas a cada adulto acompañante
y a los niños mayores de 6 años en forma
independiente, a quienes se preguntó cuál
médico elegirían para atenderse, cuál no
elegirían, si la vestimenta les parecía un
elemento importante en la elección del pediatra
y si su pediatra de cabecera se parecía
al que habían seleccionado.
Dos estudiantes avanzados de la carrera
de medicina realizaron las encuestas.
Se realizó el análisis estadístico de los
datos con el programa estadístico stata
6.0. Se utilizaron medidas de distribución
y la prueba de X2 como medida de asociación.
El valor de corte de p se determinó en 0,05.
RESULTADOS
Durante el período estudiado consultaron
386 pacientes para clínica pediátrica; 31
pacientes ingresaron a la consulta sin detenerse
en la sala de espera o se rehusaron a
contestar la encuesta. Se entregaron 355 juegos
de fotografías, 176 femeninos y 179 masculinos.
Todos los adultos acompañantes tenían
sus necesidades básicas satisfechas y el
85% había completado estudios secundarios
o universitarios.
La distribución de edad de los adultos
acompañantes tenía una mediana de 35 años,
con un rango de 17 a 65 años. La distribución
de edad del total de los niños tenía una
mediana de 4 años y un rango de 1 mes a 16
años.
Ciento treinta y dos niños mayores de 6 años completaron la encuesta, la mediana de
edad fue de 9 años, rango de 6 a 16 años.
La madre completó la encuesta en el 89%
de los casos, el padre en el 8% y otros adultos
acompañantes en el 3% restante.
El 54,5% de los adultos acompañantes
eligió las fotografías de los médicos vestidos
con guardapolvo (con ropa formal e informal)
y el 82% eligió las fotos de los médicos
identificados con la atención de la salud
(ambo de guardia, ropa formal e informal
con guardapolvo) (Figura 2).
FIGURA 2. Preferencia de los adultos acompañantes
Asimismo, el 77% no eligió a un médico
que no estuviera con vestimenta identificada
con la atención en salud. Solo el 9% no eligió un médico que vistiera guardapolvo. El
atuendo menos elegido (53%) fue el informal
sin guardapolvo (Figura 2).
Al 60,6% de los niños mayores de 6 años
le gustaron los médicos vestidos con guardapolvo
y al 79% le gustaron más aquellos
identificados con la atención de la salud (Figura
3). Asimismo, al 88% no le gustaron los
médicos que no están con vestimenta identificada
con la atención en salud. Sólo al 16%
no le gustaron los médicos que visten guardapolvo
(Figura 3).
FIGURA 3. Preferencia de los niños mayores de 6 años
Ante la pregunta de si la vestimenta les parecía importante en la elección del pediatra, sólo el 12,8% de los adultos respondió como muy importante (Figura 4). Este grupo de adultos eligió, en forma estadísticamente significativa (p <0,05), más al médico vestido con ropa formal y guardapolvo (41%) que los grupos en los cuales la vestimenta se consideró moderadamente importante (30%), poco importante (15%) o nada importante (24%).
FIGURA 4. Importancia de la vestimenta
En el grupo al que la vestimenta no le
parecía nada importante, el 59% elegiría a un
médico vestido con guardapolvo; del grupo
al que la vestimenta le pareció muy importante,
sólo el 44% elegiría a un médico vestido
con guardapolvo (p < 0,05).
La vestimenta elegida por los adultos se
asemejó en el 60% de los casos, a la que usaba
su pediatra de cabecera. Este grupo prefirió al médico que usa guardapolvo en el 70% de
los casos y el ambo de guardia en el 12%; en
contraposición, el grupo cuya elección no se
asemejaba a la que usaba su pediatra, eligió al médico con guardapolvo sólo en el 33% de
las ocasiones y el uso de ambo de guardia, en
el 49% (p <0,05).
No existieron diferencias significativas
entre la importancia que se otorga a la vestimenta
en la elección del médico y la semejanza
de la ropa elegida con la que utiliza efectivamente
su pediatra.
No existieron diferencias significativas
en la elección de los adultos según su nivel de
instrucción y tampoco entre adultos mayores
y menores de 35 años.
CONCLUSIONES
Los adultos acompañantes y los niños
mayores de 6 años prefirieron a los pediatras
que utilizaban un atuendo identificado con
la atención de la salud. Asimismo, no eligieron
a los pediatras que estaban vestidos con
ropa de calle.
Los adultos que consideraron que la vestimenta
era muy importante, eligieron en
forma significativa con mayor frecuencia el
atuendo formal y el guardapolvo con respecto
a los grupos para quienes la vestimenta
era menos importante.
Los adultos que consideraron que la vestimenta
era nada importante eligieron los
atuendos con guardapolvo en forma significativa
respecto al grupo que la consideraba
muy importante.
DISCUSIÓN
El modo de vestirse refleja una cualidad
que está influida por circunstancias temporales,
sociales, culturales y personales.
Los médicos no son ajenos a estas influencias
y su manera de vestir responde a estos
condicionantes.
La vestimenta del médico es un claro
componente de la comunicación no verbal
en la relación médico-paciente.
El uso de guardapolvo ha sido objeto de
estudio de las ciencias médicas desde diferentes
enfoques; se ha descrito como portador de
flora microbiana y en tal sentido, potencial
fuente de infección7 y hasta se ha determinado
que el contenido de sus bolsillos y su peso
disminuyen en la medida en que la edad y la
experiencia del médico avanzan.8,9
Se ha asociado el uso de guardapolvo con
aumento de la tensión entre el médico y el
paciente y se ha descrito claramente el síndrome
del guardapolvo blanco y su relación
con la hipertensión arterial en pacientes adultos
y niños.10
El uso del guardapolvo por parte del
médico ha generado controversias. Periódicamente,
los médicos han reflexionado acerca
de si el uso de un atuendo que los identifique
como agentes de salud favorece su
vínculo con los pacientes. Por otra parte, se
asoció al uso de vestimenta formal y guardapolvo,
atributos relacionados con la competencia
profesional.
Probablemente sea beneficioso que los
niños puedan identificar que pueden ser examinados
por adultos vestidos con un determinado
atuendo en un determinado contexto
con autorización de sus padres.
En nuestro estudio, tanto los padres como
los niños mayores de 6 años prefieren ser
atendidos por pediatras que se identifican
con la atención de la salud (padres 82% y
niños 79%). Estos hallazgos son congruentes
con los descritos por el trabajo de Matsui y
col., en el cual los padres prefieren el uso del
guardapolvo en un 66% y los niños de entre
4 a 8 años en el 69%.11
Gonzalez del Rey y col. describen que los
padres de pacientes también prefieren en
forma significativa la vestimenta con guardapolvo,
pero, a diferencia de nuestro trabajo,
notan una preferencia por el uso de
ropa formal. Estas muestras se obtuvieron
en el ámbito de una sala de espera de
emergencias pediátricas.12
En nuestro estudio, el 77% de los adultos
acompañantes y el 88% de los niños no eligieron
a aquellos médicos que no estuvieran
identificados con la atención de la salud (guardapolvo
o ambo), estas tendencias también
se valoraron en los trabajos de Raichur y col.
y Gonzalez Rey y col.13
El 55% no elegiría un médico que utilizara
un atuendo informal, independientemente
del uso de guardapolvo, contra sólo el 30%
que no elegiría el atuendo formal. Estos datos
son congruentes con los trabajos de Marino
y col., quienes describen que los niños
asocian el atuendo informal a atributos negativos
en mayor medida que sus padres.14
En nuestro estudio, sólo el 12,8% de los
padres consideraron la vestimenta como un
factor muy importante a la hora de elegir un
pediatra; estos resultados contrastan con los
de Barret y col., donde el 70% de los padres
y niños creían que la vestimenta era importante.
Por otra parte, el 75% de los adultos
encuestados por Menahem y col. y el 43% del
estudio de Neistein y col. consideraron que
la vestimenta no influye al elegir médico.15-17
Sólo los adultos a los que la vestimenta les
parecía muy importante prefirieron en forma
significativa el uso de ropa formal y
guardapolvo en relación con los grupos que
consideraban la ropa menos importante.
Estos datos podrían ser relevantes en la
organización de sistemas de atención en los
que los pacientes no conocen previamente al
médico, como servicios de demanda espontánea,
para que se tenga en cuenta la expectativa
de los pacientes y de esa manera ayudar
a fortalecer el vínculo médico-paciente.
Si bien estos resultados son muy elocuentes
a favor del uso del guardapolvo, habría
que contextualizar que el estudio fue realizado
en un ambiente institucional y en un grupo
determinado de pacientes. No incluye los
consultorios de práctica privada donde los
médicos solemos atender sin guardapolvo.
Los modelos médicos utilizados en las
fotografías representan a profesionales jóvenes,
este dato debe tenerse en cuenta en
relación con la validez externa del estudio.
Seguramente los pacientes se encuentran
más satisfechos cuando son atendidos por
un médico cuya apariencia es como ellos
esperan que sea.
Agradecimiento. Se agradece la colaboración técnica de la Licenciada Julieta Tomasini.
1. Alves de Lima A. Habilidades de comunicación. PRONAP 2002; 1:11-36.
2. Gjerdinjen DK, Simpson DE, Titus SL. Patients´and physicians´attitudes regarding the physician´s professional appearance. Arch Intern Med 1987; 147(7):1209-12.
3. Quiraud Pierre. La semiología. México: Siglo XXI, 1972:36-53.
4. Zecchetto, et al. Seis semiólogos en busca del lector. Buenos Aires: Ediciones Ciccus, 1999:97-99.
5. Kriss JP. On white coats and other matters. N Engl J Med 1975; 292(19):1024-1025.
6. Dunn JJ, Lee TH, Percelay JM. Patients and house officers attitudes on physician attire and etiquette. JAMA 1987; 257(1):65-68.
7. Derek W, Nye K, Hollis P. Microbial flora on doctors´ white coats. BMJ 1991; 303:1602-4.
8. Gordon P, Kcohane S, Herd R. White coat effects. BMJ 1995; 311:1704.
9. Lynn L, Bellini L. Portable knowledge: A look inside coat pockets. Ann Intern Med 1999; 130:247- 250.
10. Sorof JM, Poffenbarger T, Franco K, Portman R. Evaluation of white coat hypertension in children: importance of the definitions of normal ambulatory blood pressure and the severity of casual hypertension. Am J Hypertens 2001; 14(9 Pt 1):855- 60.
11. Matsui D, Cho M, Rieder MJ. Physicians' attire as perceived by young children and their parents: the myth of the coat syndrome. Pediatr Emerg Care 1998;14(3):198-201.
12. Gonzalez Del Rey JA, Paul RI. Preferences of parents for pediatric emergency physicians' attire. Pediatr Emerg Care 1995;11(6):361-364.
13. Raichur DV, Deshpande RV, Chandragouda DK. Attire and appearance of pediatrician: parents/ guardians opinion. Indian J Pediatr 2001; 68(5):413- 416.
14. Marino RV, Rosenfeld W, Narula P. Impact of pediatricians' attire on children and parents. J Dev Behav Pediatr 1991;12(2):98-101.
15. Barret TG, Booth IW. Sartorial eloquence: does it exist in the pediatrician patient relationship? BMJ 1994; 309:1710-2.
16. Menahem S, Shvartzman P. Is our appearance important to our patients? Fam Pract 1998;15(5):391- 397.
17. Neistein LS, Stewart D, Gordon N. Effects of physician dress style on patient-physician relationship. J Adolesc Health Care 1985; 6(6):456-9.