PEDIATRÍA PRÁCTICA Y SANITARIA
Encuesta de nutrición de la niñez del norte argentino: Proyecto encuNa Parte II: El estado nutricional y el contexto familiar y social
Dr. Raúl Mercer*, Lic. Andrés Bolzán*, Lic. Violeta Ruiz*, Lic. Josette Brawerman*, Lic. Jutta Marx**, Lic. Gerardo Adrogué*, Lic. Noelia Carioli* y Lic. Cristina Cordero*
* Equipo Técnico del
Proyecto encuNa.
** Cruz Roja Alemana.
Correspondencia: Dr. Andrés G. Bolzán, abolzan@telpin.com.ar
Aclaración de intereses: Con el apoyo de la Oficina Europea de Ayuda Humanitaria (ECHO) de la Unión Europea.
RESUMEN
Introducción. Debido a la crisis social que afectó a
la Argentina durante los años 2001 y 2002, la
Deutsches Rotes Kreuz y su contraparte, la Cruz
Roja Argentina, con el apoyo de la European
Commission of Humanitarian Office (ECHO), propusieron
la necesidad de evaluar el estado nutricional
y las condiciones de vida de la niñez pobre
del norte argentino.
Objetivo. Identificar el estado nutricional de los
niños entre 6 meses y 6 años pertenecientes a hogares
bajo la línea de pobreza de las nueve provincias
argentinas del norte, de acuerdo con varias dimensiones
socioeconómicas.
Población, material y métodos. Estudio transversal y
retrospectivo de hogares bajo la línea de pobreza
con al menos un niño en edad entre 6 meses y 6
años. Se calculó una muestra estratificada, probabilística
y multietápica (N= 3.630). Se estimaron las
relaciones de peso/edad, talla/edad y peso/talla
según sexo. Las comparaciones se efectuaron según
el estándar internacional de la OMS.
Resultados. En términos generales, el déficit nutricional
se corresponde con los detrimentos de las
condiciones socioeconómicas, con la única excepción
del acceso a programas nutricionales y monetarios.
El indicador más afectado fue la relación
talla/edad, que reflejó un proceso de acortamiento
o desnutrición crónica en estos niños. La adecuación
peso/talla y el índice de masa corporal mostraron
ausencia de emaciación como problema nutricional
prevalente y por el contrario, cierta tendencia
al sobrepeso en algunos grupos.
Conclusiones. El componente presentado aquí demuestra
que existen gradientes socioeconómicos
en los problemas nutricionales de la población pobre.
Este hecho es de por sí relevante a la hora de
considerar las diferentes respuestas y estrategias
de programas que deben desarrollarse de acuerdo
con la realidad local.
Palabras clave: Niñez; Antropometría nutricional; Pobreza; Norte argentino.
SUMMARY
Introduction. Due to the social crisis that affected
Argentina during 2001 and 2002, the German Red
Cross and its Argentinean counterpart, with the
support of the European Commission of Humanitarian
Office (ECHO), proposed the need to evaluate
the nutritional status and life conditions of the
children population in poverty of the Northern
Argentinean provinces.
Objective. To identify the nutritional status of children
between 6 months and 6 years of age that
belonged to poor households of the nine Northern
Argentinean provinces, according to several socioeconomic
dimensions.
Population, material and methods. This is a cross sectional
study of households under the line of poverty
with at least one child aged 6 months to 6 years. A
probabilistic, stratified and multistage approach
was used as a sampling procedure (N= 3,630 surveys).
Weight/age indicators, as well as height/age
and weight/height ratios were estimated by age
and sex. The comparisons were done using national
and international reference standards.
Results. In general, the deficit in the nutritional
status corresponded to deficiencies in the social
dimensions with the only exception of access to
nutritional programs. The most affected indicator
was height for age, reflecting a process of stunting
in the population. The adequateness of weight/
height showed biases to the left, meaning the absence
of wasting as a prevalent nutritional problem
and the trend of certain groups to the increased risk
of overweight and obesity.
Conclusions. The component of this project presented
here shows existing socioeconomic gradients
of nutritional problems among the population
under study. Although all the children are poor, not
all of them are similarly affected. It is important to
consider this fact when considering differential responses
and strategies according to the local reality.
Key words: Childhood; Nutritional anthropometry; Poverty; Argentinean North.
INTRODUCCIÓN
La crisis que estalló a finales del año
2001 en Argentina, profundizada durante
el 2002 impactó en todos los parámetros
económicos, políticos e institucionales del
país, en particular, sobre aspectos clave
relacionados con la salud y las condiciones
de vida de la población. En las provincias
del norte, este impacto fue aún mayor:
históricamente esta región acumula
mayores desventajas y, por lo tanto, los indicadores son aún más desfavorables.
Para replantear el sentido de la ayuda
humanitaria -u otro tipo de ayuda- de modo
acorde con las necesidades de la sociedad
argentina, es importante lograr un diagnóstico
sistemático, objetivo y metodológicamente
correcto. El conocimiento de la magnitud
y tipo de problemas nutricionales característicos
de la niñez del norte argentino
obliga al desarrollo de un nuevo paradigma.
Este nuevo paradigma implica iniciar un
corrimiento desde un plano asistencial/coyuntural
orientado a la supervivencia, hacia
una perspectiva de promoción del desarrollo
humano y comunitario, que contribuya a crear
capacidades en las comunidades y en las familias
para mejorar sus condiciones de vida.
El censo del 20011,2 señala que, mientras
que las nueve provincias del norte estudiadas
representan el 20% de la población del
país, aportan solamente el 10% del producto
bruto geográfico. Como hemos señalado, en
octubre de 2002 los niveles de pobreza superaron
en varias de ellas el 70%.
El objetivo del estudio ha sido contribuir
a la identificación y mejor caracterización de
los grupos de población con mayor vulnerabilidad
sociosanitaria y nutricional de los
hogares más pobres, con niños menores de 6
años, en nueve provincias del norte argentino
(Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán,
Catamarca, Formosa, Chaco, Misiones
y Corrientes). En la presente comunicación
se muestra el efecto de algunas características
del contexto social sobre los indicadores
antropométricos para evaluar el estado nutricional.
Se exponen brevemente, además,
los resultados obtenidos en una aproximación
a otro aspecto del problema alimentario/
nutricional: el hambre. Básicamente relaciona
la información obtenida sobre los perfiles
nutricionales (expresados a partir de la evaluación
antropométrica) con la información
provista por el análisis del contexto social y
familiar en el que la población infantil actualmente
vive y convive.
La información relevada sobre las características
sociodemográficas de los hogares y
las personas tuvo por objeto contextualizar
la situación nutricional de los hogares en
situación de pobreza de las provincias del
norte argentino, lo que significa que el sesgo
intencional en el muestreo estuvo signado
por esa característica.
POBLACIÓN, MATERIAL Y MÉTODOS
La metodología general y antropométrica
se describió en la Parte I de la comunicación.
Para llevar adelante la investigación sociodemográfica
se desarrollaron un cuestionario
y cinco manuales para las distintas
etapas del trabajo de campo y el procesamiento.
El cuestionario diseñado consta de
un filtro, cuatro módulos para caracterizar a
los hogares (condiciones socioambientales,
de la vivienda, prestaciones, seguridad alimentaria)
y tres módulos para caracterizar a las personas (educación, trabajo y situación
nutricional de los menores de 6 años). En
total se realizaron 3.646 entrevistas a hogares
pobres con niños de entre 6 meses y 6 años de
edad en el norte argentino. La información
recogida a través de la encuesta fue supervisada,
editada y codificada. Posteriormente
se procedió a la carga de los datos en soporte
digital con el paquete estadístico SPSS y datos
antropométricos con Epi Info 2002 y SPSS.
La metodología antropométrica se describió en la Parte I de esta comunicación.
Para sintetizar las condiciones de vida de
los hogares se construyó un conjunto de variables
mediante la combinación de carencias:
a) clima educativo del hogar, b) deficiencia de
las condiciones socioambientales, c) deficiencia
de la infraestructura social básica, d) deficiencias
en las condiciones de vivienda y e)
deficiencias de servicios básicos en ellas. Además-y como forma novedosa en nuestro
medio de caracterizar el problema nutricional-,
se estudió la percepción de hambre, así como el acceso a programas alimentarios y
monetarios. La presente comunicación muestra
el resultado del estado nutricional de las
poblaciones infantiles de acuerdo con esos
siete factores. 1) Percepción de hambre: La
metodología utilizada se basó en los desarrollos
del Servicio de Investigación Económica3 del Departamento de Agricultura de los Estados
Unidos para medir inseguridad alimentaria
y hambre en países en los que, como en los
Estados Unidos, no existen problemas de disponibilidad
de alimentos, sino de acceso de
algunos sectores de su población. En términos
operacionales, esta conceptualización se traduce
en la construcción de un índice basado
en un conjunto de preguntas que procuran
captar cuatro tipos de situaciones a nivel del
hogar referidas temporalmente a los 12 meses
anteriores a la encuesta4,5 2) Deficiencias de la
infraestructura social básica: combina la falta
de transporte público, teléfono o ambos o su
presencia a más de tres cuadras de la vivienda
donde habita la familia; la falta de jardín de
infantes, escuela primaria, centro de salud o
lugar de esparcimiento o presencia a más de
cinco cuadras. Como punto de corte para el
análisis se tomó la inadecuación en tres de
estos seis servicios o más. 3) Deficiencias de
las condiciones socioambientales: combina la
falta de tendido de red cloacal al frente del lote
donde se ubica la vivienda, ubicación de la
vivienda a menos de 300 metros de un basural,
ubicación de la vivienda en zona
inundable, ubicación de la vivienda en villa
de emergencia o asentamiento precario, servicio
de recolección de basura menos de dos
veces por semana, falta de tendido de agua de
red pública al frente del lote donde se ubica la
vivienda. 4) Deficiencias en condiciones de la
vivienda: caracteriza los hogares que viven en
casillas, piezas de inquilinato o ranchos, en
una vivienda propia con terreno no propio, en
una vivienda ocupada de hecho, en una vivienda con piso de ladrillo suelto o tierra o con
hacinamiento. 5) Clima educativo del hogar:
se construye a partir de promediar en cada
hogar el número de años de escolaridad del
jefe de hogar y su cónyuge. En consecuencia,
se trata de una variable numérica continua, la
cual se traduce a una escala ordinal a partir de
una recategorización que se realiza sobre la
base de los criterios utilizados habitualmente
por la CEPAL:6 Muy bajo: hasta 5 años de
escolarización. Bajo: más de 5 años y hasta 9
años. Medio: más de 9 años, hasta 12 años.
Alto: más de 12 años de escolarización. 6)
Deficiencia en las condiciones básicas de las
viviendas: Se consideraron los hogares que
habitan en viviendas sin conexión de agua en
su interior, que carecen de baño, que teniéndolo
carecen de inodoro con descarga de agua,
sin desagüe a red pública o cámara séptica y
pozo ciego o que carecen de un ambiente
separado para cocinar. Se tomó como punto
de corte la existencia de dos de estas carencias
o más. Se realizó un ANOVA factorial considerando
la distribución de los indicadores
antropométricos como variable dependiente
y las dimensiones sociales como factores al
nivel de confianza del 95%. Las distribuciones
en puntaje z se calcularon mediante el programa
Nutstat de Epi Info 2003 y analizaron
mediante el SPSS 7.5. El relevamiento de campo
se realizó entre los meses de setiembre y
noviembre de 2003.
RESULTADOS
Las Figuras 1 a 7 muestran la distribución de los indicadores antropométricos expresados en puntaje Z de acuerdo con cada factor social considerado, mientras que las Tablas 1 y 2 indican su distribución porcentual según cada provincia.
FIGURA 1. Distribución de indicadores antropométricos en niños entre 6
meses y 6 años de edad según la dimensión "percepción de hambre" en
las provincias del noroeste y noreste argentinos, 2003 (n= 4.835),
puntaje z
FIGURA 2. Distribución de indicadores antropométricos en niños entre 6
meses y 6 años de edad según la dimensión "clima educativo del hogar" en las provincias del noroeste y noreste argentinos, 2003 (n= 4.835),
puntaje z
FIGURA 3. Distribución de indicadores antropométricos en niños entre
6 meses y 6 años de edad según la dimensión "deficiencia de las
condiciones socioambientales" en las provincias del noroeste y noreste
argentinos, 2003 (n= 4.835), puntaje z
FIGURA 4. Distribución de indicadores antropométricos en niños
entre 6 meses y 6 años de edad según la dimensión "deficiencia de
la infraestructura social básica" en las provincias del noroeste y
noreste argentinos, 2003 (n= 4.835), puntaje z
FIGURA 5. Distribución de indicadores antropométricos en niños entre 6
meses y 6 años de edad según la dimensión "acceso a programas
alimentarios y monetarios" en las provincias del noroeste y noreste
argentinos, 2003 (n= 4.835), puntaje z
FIGURA 6. Distribución de indicadores antropométricos en niños entre 6
meses y 6 años de edad según la dimensión "deficiencias en los
servicios básicos" en las provincias del noroeste y noreste argentinos,
2003 (n= 4.835), puntaje z
FIGURA 7. Distribución de indicadores antropométricos en niños entre
6 meses y 6 años de edad según la dimensión "deficiencia en las
condiciones de la vivienda" en las provincias del noroeste y noreste
argentinos, 2003 (n= 4.835), puntaje z
TABLA 1. Distribución porcentual de dimensiones sociales por provincia
(n= 3.122 hogares, 19.355 personas)
TABLA 2. Distribución porcentual de dimensiones sociales por provincia
(n= 3.122 hogares, 19.355 personas)
Clima educativo del hogar: Esta variable es
enriquecedora para el análisis de las condiciones
de vida de las familias en tanto da
cuenta, por un lado, del tipo de credenciales
educativas con que cuentan al momento de
intentar su inserción en el sistema productivo
u otras situaciones cotidianas y, por otro
lado, el clima educativo es expresión de la
historia social de las familias. Es un indicador
de las condiciones que inciden en el
desarrollo de los niños, sobre todo en su
primera infancia. El 84,4% de los hogares
estudiados presentaba un clima educativo
bajo o muy bajo. La situación por provincia
presentó las mismas variaciones que en los
demás indicadores analizados: desde Catamarca
con un 78,3% hasta Santiago del Estero
con el 91,3% de los hogares con clima
educativo bajo o muy bajo. El analfabetismo
(población de 10 y más años que no sabe leer
ni escribir) para el conjunto de las nueve
provincias fue de 5,2%. Aunque no muy
elevado, duplica la tasa nacional (del 2,6%
para todo el país), lo que es esperable si se
tiene en cuenta que la mayoría de las provincias
incluidas en el estudio son las que presentan
peores situaciones desde el punto de
vista educativo, en particular la exclusión
del sistema. Un dato relevante es que esta
tasa se eleva al 6,2% en las localidades de
menos de 50.000 habitantes, mientras que
baja al 4% en las de más de 100.000.
Condiciones sociambientales: Las características
del hábitat que rodea los hogares
encuestados mostraron que un 22,3% vivía
en zonas de villa de emergencia, porcentaje
que se elevó casi al 30% en las ciudades más
grandes y 23,8% vivían en áreas inundables.
El 31,3% tenía a menos de 300 metros de su
casa un basural, porcentaje que aumentó al
41,1% entre los hogares residentes en las
ciudades más grandes. Por otra parte, asociado
con lo que se acaba de mencionar, el
20,3% de los hogares no contaba con un
sistema de recolección de residuos domiciliarios
al menos dos veces por semana. El
análisis mostró que los hogares del NOA estaban más afectados en las condiciones de
hábitat -en términos de la proporción de
hogares que viven en villas de emergencia y
de cercanía de basurales- que los de las provincias
del NEA. Así, mientras en Chaco, la
proporción de hogares en villas de emergencia
fue de 8,4%, en Tucumán ascendió al
55,8%. Los datos variaron desde un 5,6% de
hogares situados en zonas inundables en
Misiones a un 41,9% en la misma situación en
Formosa. El 93,5% de los hogares tenía acceso
a agua de red pública (es decir, las conexiones
llegan a la cuadra de vivienda)
aunque, como se verá más adelante, el problema
consiste más bien en la disponibilidad
de agua corriente dentro de la vivienda. Casi
las dos terceras partes de los hogares estaban
ubicados en zonas que carecían de sistema
de cloacas, situación que se acentuó en Santiago
del Estero, Chaco, Formosa y Misiones,
donde este problema afectó a más del 80% de
los hogares pobres. En cambio, la energía
eléctrica tuvo un alcance importante (sólo el
2,6% con inexistencia de red en la zona) y el
14,5% sin alumbrado público en el área donde
se encuentra ubicada la vivienda en la que
habitaba. Además, es oportuno señalar que
el 86% de los hogares carecía de acceso a
conexión de gas natural.
Acceso a la infraestructura social básica
Entre el 45 y 60% de los hogares contaba
con transporte público y accedía a un teléfono
público a menos de 3 cuadras de sus viviendas;
tenía a menos de 5 cuadras un jardín de
infantes o una escuela primaria y existía en la
zona un centro de salud y algún lugar de
esparcimiento, en general un espacio abierto
donde jugar al fútbol. Si se consideran hasta
15 cuadras de distancia del hogar, la existencia
de estos servicios alcanzó a más del 80% en
todas las provincias. También era cercana al
80% la proporción de hogares con acceso a
escuelas secundarias, farmacia y algún destacamento
policial en un radio de 20 cuadras de
su vivienda. Mientras que en el caso de los
hospitales públicos, esta cifra bajó al 45%. Las
variaciones entre provincias o regiones no
fueron muy significativas.
Características de las viviendas: Entre el 14 y
el 17% de los hogares consistió en casillas,
ranchos y piezas de inquilinato, el piso de la
vivienda era de ladrillo suelto o tierra o bien
eran propietarios de viviendas ubicadas en
terrenos que no son propios. Sin embargo, el
indicador más alarmante fue que un 49,3%
vivía en condiciones de hacinamiento, cifra
que superó el 50% en las localidades más
grandes. Por otra parte, casi una cuarta parte
(23,1%) carecía de un espacio separado para
cocinar, hecho que cobró particular relevancia
si se considera que más del 45% de los
hogares no tenían conexión interna de agua
en la vivienda. Si bien casi todos tenían baño,
casi la mitad (47%) carecía de inodoro con
descarga de agua y una proporción similar
(49,5%) tampoco accedía a desagüe a la red
pública o a cámara séptica y pozo ciego. Las
provincias más afectadas fueron Santiago
del Estero y Misiones.
Servicios básicos de la vivienda
En cuanto al equipamiento básico, el 30,7%
carecía de heladera y casi el 40% no tenía
ventilador. Recordemos que estas provincias
son las más calurosas del país. En el
norte los inviernos son muy cortos y aun en
esa estación la temperatura durante el día
puede ser elevada. Finalmente, se debe mencionar
las condiciones de aislamiento relativo
que padecían estos hogares: sólo el 15%
tenía teléfono y la bicicleta representaba el único medio de transporte individual con
cierta difusión (61% de los hogares disponía
al menos de una).
Acceso a programas
monetarios y alimentarios
En el último año, en más de la mitad de los
hogares algún miembro tuvo acceso a alguna
ayuda monetaria proveniente, fundamentalmente
(más del 90% de los casos), de algún
programa social o de familiares o personas
en relación con la familia. Alrededor del 52%
de los hogares manifestó haber recibido asistencia
alimentaria, en la forma de bolsones o
cajas o concurriendo a un comedor infantil o
comunitario, pero en menos de la mitad de
los casos su acceso había sido irregular. La
asistencia alimentaria provenía, como en el
caso de las prestaciones monetarias, de manera
mayoritaria (casi el 75%) de programas
sociales gubernamentales en cualquiera de
sus formas. Si a esto se suma la ayuda recibida
a través de ONG e iglesias, que en muchos
casos administran fondos de origen nacional
o provincial, el porcentaje de ayuda brindada
por los organismos gubernamentales aumenta
a poco más del 80%. Llama la atención
la concurrencia irregular, al menos en el último
año, a comedores infantiles o comunitarios,
una de las formas más difundidas de
ayuda alimentaria. Sólo en el 14% de los
hogares algún miembro utilizó este tipo de
ayuda social en forma permanente (diaria) y
un 7% más asistió a estas instituciones en
forma esporádica. En consecuencia, si se consideran
los dos tipos de prestaciones más
importantes, un cuarto de los hogares quedaron
excluidos de ambos, mientras que un
tercio, por el contrario, accedió a ellos. No se
ha evidenciado el acceso a otro tipo de ayudas,
como vestimenta, materiales de construcción,
colchones, insumos para huerta y
granja, etc. En cambio, cerca del 65% accedió
a medicamentos en forma gratuita cuando le
fueron recetados.
La percepción de hambre en los hogares: La
mayoría de los hogares se clasificaron en las
dos categorías de hambre: moderada o grave,
lo que significa que algún miembro adulto o
niño ha experimentado hambre y se informaron
conductas de modificación/reducción de
la ingesta por falta de recursos. Sólo un 31%
quedó excluido de esta situación. Cabe señalar que es igual o mayor la preocupación y la manifestación de ansiedad ante la percepción
de que los niños no comen lo suficiente o lo
adecuado, que la preocupación por el presupuesto
alimentario del hogar en general.
Conductalmente se ha tendido a proteger
más a los niños que a los adultos.
Antropometría nutricional: Las Figuras 1 a 7 y la Tabla 3 muestran las distribuciones de
los indicadores antropométricos en relación
con las dimensiones sociales. En términos
generales, las deficiencias expresadas en las
variables sociales se reflejan en el crecimiento
lineal y ponderal de los niños. La excepción
ha sido el acceso a programas alimentarios
y monetarios que aisladamente no evidenció efecto significativo sobre los indicadores
antropométricos.
TABLA 3. Proporción de talla/edad, peso/edad y peso/talla por debajo del
percentilo 10 del estándar de referencia (OMS) según provincia
CONCLUSIONES
El 42% de los hogares era a la vez indigente
y con NBI, lo que implica no sólo que sus
ingresos no les permitían satisfacer sus necesidades
alimentarias mínimas sino que también
sufrían muchas otras carencias vinculadas
al hábitat.
En todas las provincias, las familias sufrían
múltiples carencias en el medio donde vivían.
Se destaca particularmente la ausencia de acceso
a red cloacal y problemas en la disposición
sanitaria de los residuos. Por otra parte, si se
compara con los parámetros habituales de distancia
a servicios sociales esenciales para el
bienestar de niños y adultos, alrededor de la
mitad de los hogares no contaba con fácil
acceso a alguno de estos servicios.
La baja escolarización de adolescentes y
jóvenes y el muy bajo nivel educativo de los
padres de niños pequeños comprometían las
posibilidades de inclusión laboral. Además
implicaban condiciones adversas para el adecuado
crecimiento y desarrollo de los niños
en su primera infancia.
Los programas y prestaciones sociales
(sean monetarias o alimentarias) se orientan
hacia los grupos más necesitados. Sin embargo,
no fueron suficientes para incluir a
muchos hogares indigentes o con NBI.
El hábitat, estudiado a través de diferentes
dimensiones sociales, ejerció fuerte efecto
sobre los indicadores antropométricos.
DISCUSIÓN
Ya hemos señalado en la Parte I del presente
estudio que el déficit de talla es la
variable antropométrica más afectada de todas
las analizadas. Este hecho señala que,
pese a la agudización de las carencias alimenticias
que sufrieron los hogares durante
la crisis, esas carencias no se tradujeron, a
nivel poblacional, en problemas de desnutrición
aguda.
El déficit de talla de los niños es a la vez
producto, al menos, de dos variables. Por un
lado, la ocurrencia de experiencias desfavorables
en las etapas tempranas de la vida y, en
muchos casos, de otras padecidas en etapas
previas (prenatal, así como durante las experiencias
vitales transferidas desde los padres y
abuelos) y a la vez, es la expresión de un
deterioro histórico en las condiciones de vida
de las familias.7-9 No debe sorprender entonces
su elevada prevalencia en la población que nos
ocupa: la función primaria de socialización
que opera en el seno de la familia establece un
vínculo entre la cultura del grupo y los niños,
donde se configura un entorno que actúa sobre
el crecimiento y el estado nutricional infantil.10 Ese proceso ocupa un extenso período de la
vida y tiene una importante capacidad
modeladora sobre aspectos biológicos básicos
relacionados con el estado nutricional.11 A modo
de ejemplo, el análisis de variables como el
nivel educativo materno, el perfil de ocupación
paterno, el tamaño de la familia, el acceso a
saneamiento ambiental, muestra que el problema
de la malnutrición sólo puede enfocarse adecuadamente considerando el contexto familiar
y medioambiental donde el niño crece y
se desarrolla.12,13
Como es esperable, la mayoría de estos
hogares que, por los procedimientos muestrales
están por debajo de la línea de pobreza,
tienen las necesidades básicas insatisfechas,
cualquiera sea el punto de corte considerado
(alrededor del 52% en el primer caso
y del 60% en el segundo). Las provincias
presentan un rango de variación de alrededor
del 20%. Más allá de las necesidades
insatisfechas consideradas en el índice, se
recabó la opinión de los entrevistados acerca
de su percepción sobre las necesidades para
mejorar las condiciones de vida de sus familias.
Las demandas más frecuentes (53%) se
centraron en el acceso al trabajo o al mejoramiento
de las condiciones laborales, sobre
todo en relación con la estabilidad; seguidas
por cuestiones relativas al mejoramiento de
la vivienda (38%) o al acceso a una vivienda
digna (20%), mientras que la demanda por
alimentos sólo se manifestó en un 16% de los
entrevistados.
Es sabido que las características del medio
pueden colaborar o dificultar sus ya complicadas
condiciones de sobrevivencia, en
particular la situación de la salud y sus posibilidades
de satisfacer las necesidades de
educación, movilidad, esparcimiento y seguridad,
entre otras. Se han considerado dos
puntos: por una parte las condiciones ambientales
de la zona de residencia y por la
otra, el acceso (en términos de distancia) a
infraestructura social básica. El hacinamiento
y las condiciones sanitarias de la vivienda
-disponibilidad de agua, disposición de
excretas- afectan a la población y exponen a
adultos y niños a riesgos para su salud.
En el país, el 18% de la población mayor
de 14 años tiene escolaridad primaria incompleta
y 33%, en cambio, alcanzó a completar
el nivel secundario o más. En nuestro universo,
la situación se invierte: 28% con primaria
incompleta y 19% con al menos secundaria
completa.14
Las cifras son elocuentes. Salta, Tucumán,
Santiago del Estero, Misiones, Chaco
son las provincias más afectadas, Jujuy y
Catamarca las mejor situadas y no puede
dejar de señalarse que la situación empeora
en las localidades más pequeñas.
Otro modo de expresar el problema es
tomando los años de escolaridad: casi las tres
cuartas partes de los hogares están a cargo de
jefes con menos de 10 años de escolaridad (es
decir con primaria completa) y nuevamente
los hogares de Santiago del Estero se encuentran
en la peor situación relativa y los de
Catamarca, en la mejor.
La breve indagación sobre algunos aspectos
de la condición de actividad y la situación
ocupacional de la población de 14 y más años
confirma lo esperable en el actual contexto
económico argentino y, particularmente, en
los sectores carenciados de las provincias
más pobres del país.
La asistencia alimentaria proviene, como
en el caso de las prestaciones monetarias, de
manera mayoritaria (casi el 75%) de programas
sociales gubernamentales en cualquiera
de sus formas. Si a esto se suma la ayuda
recibida a través de ONG e iglesias, que en
muchos casos administran fondos de origen
nacional o provincial, el porcentaje de ayuda
brindada por los organismos gubernamentales
aumenta a poco más del 80%.
Llama la atención la concurrencia irregular,
al menos en el último año, a comedores
infantiles o comunitarios, una de las formas
más difundidas de ayuda alimentaria. Sólo
en el 14% de los hogares algún miembro
utilizó este tipo de ayuda social en forma
permanente (diaria) y un 7% más asistió a
estas instituciones en forma esporádica. Es
posible suponer que como consecuencia de
la crisis, muchos comedores tuvieron dificultades
para funcionar regularmente. En
consecuencia, si se consideran los dos tipos
de prestaciones más importantes, un cuarto
de los hogares han quedado excluidos de
ambos tipos, mientras que un tercio, por el
contrario, accede a ellos.
Por otra parte, al analizar la situación de
vulnerabilidad de los hogares según reciban
o no prestaciones, se puede apreciar que la
ayuda social llega a las familias más necesitadas,
lo que estaría hablando de una adecuada
focalización del gasto social: entre los
hogares que tuvieron acceso a prestaciones
(se trate de prestaciones monetarias o
alimentarias), dos tercios presentaban NBI y
sólo no las presentaba el tercio restante. Una
distribución similar se da respecto de los
hogares según sean o no indigentes.
Sin embargo, es importante el peso relativo
de estos grupos entre quienes no tuvieron acceso a ayuda alguna (algo menos de la
mitad del total de los hogares si se considera
cada tipo de prestación por separado). Por lo
tanto, el problema parece ser más bien de
cobertura de los programas implementados.
La ayuda social no alcanzó para paliar, en
alguna medida, las necesidades más inmediatas
de muchos hogares muy pobres.
Los estudios recientes del estado nutricional
en esas regiones muestran que el problema
nutricional es, en todo caso, de índole
de acortamiento y no de emaciación, tanto en
poblaciones generales como en grupos indígenas.
15-17 Esto reafirma una vez más la hipótesis
de que los problemas que sufren esas
poblaciones no pueden modificarse -porque
en el pasado así lo ha demostrado- la simple
entrega de alimentos.
Las variaciones en el estado nutricional
observadas mediante mediciones de diferentes
dimensiones corporales son el producto,
en gran parte, de la capacidad de respuesta
frente a los condicionantes del entorno.18
Los grupos de niños pertenecientes a hogares
con mejor clima educativo, infraestructura
social adecuada, vivienda sin deficiencias
básicas, condiciones del ambiente social
sustentables, han mostrado un estado nutricional
dentro de lo normal pese a pertenecer a
hogares en condiciones de pobreza. Este hecho
tiene íntima relación con la crianza que
reciben los niños, en quienes las condiciones
de saneamiento (servicios básicos), el espacio
vital (vivienda, condiciones socioambientales),
la posibilidad de redes de recreación,
educación y promoción (infraestructura social),
cuidados (clima educativo) permiten
visualizar hogares capaces de generar salud,
aún en situaciones desfavorables.
La percepción de hambre mostró una
fuerte asociación con la deficiencia de talla
y peso de los niños. La contribución del
presente estudio, al relacionar aspectos subjetivos
de parte de los adultos y la gravedad
del estado nutricional de sus hijos, confiere
una dimensión poco conocida (por lo menos
en nuestro medio) sobre el comportamiento
de esas variables.19
No resulta casual que las provincias con
mayores tasas de desnutrición crónica sean
aquellas que presentan las peores situaciones
en relación con las dimensiones sociales
consideradas. Los estudios econométricos
muestran en forma constante los beneficios
de la inversión educativa sobre las capacidades
de aprendizaje y sobre las expectativas
de desarrollo ulterior (Pollitt, 1988). Sería
importante destacar que la "cobertura" del
sistema educativo tiene significado relativo,
ya que el impacto de la educación está dado
por la permanencia en el sistema educativo.
Es de esta manera como se va construyendo
el clima educativo del hogar.
El mayor conocimiento de la magnitud y
el tipo de problemas nutricionales característicos
de la niñez del norte argentino obliga
al desarrollo de un nuevo paradigma que
atienda las diferentes dimensiones y posibles
campos de acción.
Los problemas nutricionales caracterizados
en el presente estudio no son resorte
exclusivo de la asistencia alimentaria. Por el
contrario, el alimento per se y las políticas
históricamente implementadas que acompañaron
a los programas alimentarios han
sido ineficaces para revertir el efecto de los
determinantes y factores causales. El mejoramiento
de las condiciones del hábitat puede
generar mayores beneficios en términos de
salud que atacar la problemática instalada
desde una concepción sintomática.
De la misma manera, no existe un solo
sector de la sociedad civil capaz de revertir
en forma aislada cada uno de los problemas
caracterizados en el presente estudio. El desarrollo
de nuevas modalidades asociativas
(a través de la intersectorialidad, la cooperación
entre sectores gubernamentales y no
gubernamentales, el direccionamiento racional
de la cooperación internacional, entre
otros) es imprescindible al momento de enfrentar
la problemática presentada.
Sobre la base de estos lineamientos generales
es que recomendamos priorizar, en la
orientación de las acciones, los siguientes
aspectos:
1. El fortalecimiento de las actividades reconocidas
para el cuidado y desarrollo saludable:
acceso a programas de salud sexual
y reproductiva, participación de la pareja
acompañando las diferentes etapas del
proceso reproductivo, promoción de la
lactancia materna y una transición alimentaria
culturalmente apropiada, promoción
del desarrollo psicosocial, desarrollo
de acciones preventivas y de promoción
de la salud en cada una de las
etapas del crecimiento y desarrollo.
2. El mejoramiento de las condiciones sanitarias
que rodean a la vivienda proveyendo
insumos para la construcción de
instalaciones sanitarias y la conexión intradomiciliaria
del agua (teniendo en
cuenta que muchos disponen de agua
corriente en sus terrenos pero deben acarrearla,
con los riesgos que ello implica,
hasta el lugar donde cocinan y se higienizan),
así como para el tratamiento local
de la basura. Todo esto requiere simultáneamente
de campañas de sensibilización
y de actividades de capacitación de
la población que le permitan involucrarse
y hacer sustentables las mejoras que se
emprendan.
3. La promoción de la formación profesional
de jóvenes y adultos de modo de aumentar
sus oportunidades de inclusión
laboral y social, además del fortalecimiento
de políticas de retención de los jóvenes
dentro del sistema educativo.
4. Desalentar el trabajo infantil a través de
acciones múltiples que incluyan campañas
de sensibilización de los adultos y de
capacitación de los padres acerca de la
problemática y sus consecuencias sobre
los niños.
5. El desarrollo de emprendimientos productivos
locales de toda índole que tomen
en consideración las capacidades, las pautas
culturales y la decisión de los destinatarios
de los proyectos. Estos proyectos,
además de proveer insumos y capacitación,
promoverán hábitos saludables para
el cuidado de los niños.
6. La organización y participación de la comunidad
en torno a la identificación de
sus principales problemas y la formulación
de propuestas de solución y la obtención
oportuna de recursos. Ello significa
promover el desarrollo de capacidades de
formulación, programación, gestión y
evaluación de proyectos, así como para
peticionar ante los poderes públicos.
7. La articulación entre organizaciones del
sector público, de la sociedad civil, del
sector empresarial y de la cooperación internacional
para hacer más eficiente el uso
de los recursos y más efectivas las acciones
que apunten a problemáticas como el trabajo
infantil, la deserción escolar, el analfabetismo,
temáticas en torno a las que existen
programas y acciones fragmentadas.
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