RESEÑAS
Margarita M. Valdés y Miguel Ángel Fernández (compiladores), Normas, virtudes y valores epistémicos. Ensayos de epistemología contemporánea, Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM, México, 2011, 550 pp.
Este volumen compila un total de dieciocho artículos de teoría
analítica del conocimiento, publicados originalmente en inglés; los
artículos han sido traducidos cuidadosamente al español y revisados por
los editores. La selección de textos se ha hecho con muy buen criterio,
siguiendo un hilo conductor definido que permite apreciar la evolución de
la disciplina sobre la base de tres variables, que corresponden a cada una
de las partes en que se divide la obra: (i) la disputa sobre cuáles son los
valores epistémicos supremos, (ii) las elaboraciones del concepto de virtud
epistémica, y (iii) la discusión sobre el tipo de normatividad que emana
de las normas epistémicas. La introducción a cada una de las partes,
además, está bien estructurada y le brinda al lector una idea clara de lo
que puede esperar de cada uno de los trabajos.
Por supuesto, toda selección es forzosamente parcial y siempre es
complicado decidir qué dejar afuera. Sin embargo, en conjunto los textos
propuestos dan un buen panorama general de la discusión contemporánea
sobre valores y virtudes epistémicas, y (aunque en este último caso con
algunas reservas que mencionaré más adelante) sobre la normatividad
epistémica. Es claro que no todos los artículos tienen la misma
importancia histórica. Algunos han abierto camino y marcado rumbos; en
otros casos se trata más bien de reelaboraciones de problemas discutidos
por autores anteriores (digamos, discusiones generadas por el "clima de época"), y en algunos otros casos se vislumbra el intento por trazar nuevas
rutas, aunque todavía sería prematuro determinar cuál será su influencia
futura. Así pues, la compilación nos ofrece la oportunidad de poner en
diálogo textos ya clásicos (por ejemplo, de William James), con autores
centrales del mundo epistemológico contemporáneo (como Ernesto Sosa)
y, finalmente, con textos y autores más recientes que se enrolan en
diferentes tradiciones epistemológicas bien definidas.
Desde luego, el marco conceptual elegido para estructurar el
volumen es uno de los muchos posibles; otros reagrupamientos de los
mismos textos podrían haber sido igualmente naturales, lo cual por
supuesto no constituye en sí mismo una crítica. es interesante advertir
que existen ejes transversales que conectan las diferentes secciones del
volumen y establecen relaciones entre los textos más allá de los tres
motivos centrales; por ejemplo, bien podemos detectar una "sub-trama",
por así decir, relacionada con la polémica entre críticos y defensores del
evidencialismo, o entre maneras internistas o externistas de concebir la
justificación, entre otras.
En lo que sigue comento muy brevemente el contenido del volumen;
los números entre paréntesis refieren al año original de publicación de
cada uno de los trabajos.
La Parte I, como ya he mencionado, versa sobre el llamado "giro
del valor", con prólogo a cargo de Miguel Ángel Fernández; se examina
aquí, entre otras cosas, por qué son valiosos los logros epistémicos
tradicionales. Fernández por momentos ensaya críticas a los artículos que
prologa (en contraste con los otros prologuistas), lo cual no parece
concordar del todo con la naturaleza del volumen. El primer artículo, de
Duncan Pritchard ("El problema del valor del conocimiento", 2010),
traza un mapa conceptual de respuestas al problema de explicar qué hace
que el conocimiento sea epistémicamente más valioso que la mera
creencia verdadera. Ernesto Sosa ("Normatividad epistémica", 2007)
responde a esta pregunta recurriendo al concepto de "aptitud" de una
creencia, como diferente de su verdad. Mientras que Sosa preserva la
autonomía de la evaluación epistémica frente a otros tipos de evaluación,
Linda Zagzebski, en cambio, ("La búsqueda de la fuente del valor
epistémico", 2003), concibe a la evaluación epistémica como un tipo de
evaluación moral. Esto crea interesantes vínculos con otras secciones del
volumen (como la sección III), que sería interesante explorar. A
continuación Miranda Fricker ("El valor del conocimiento y la prueba del
tiempo", 2009) ofrece una discusión crítica de estrategias como las de Sosa
y Zagzebski, y propone una respuesta alternativa, aunque aún consistente
con la idea de que el conocimiento es más valioso que la mera creencia
verdadera. En cambio, Jonathan Kvanvig ("Conocimiento y
entendimiento", 2004) argumenta que los intentos tradicionales por
identificar un logro con valor epistémico superior al de la creencia
verdadera se equivocan al tener en la mira al conocimiento; debieron más
bien poner el foco en el concepto de entendimiento [understanding], que
no es simplemente un tipo de conocimiento proposicional. Catherine Z.
Elgin, finalmente, ("Del conocimiento al entendimiento", 2006) también
argumenta que debemos concentrarnos en el entendimiento y no en el
conocimiento, para así poder comprender, entre otras cosas, la manera
en que funcionan los modelos y las idealizaciones en ciencia.
La parte II, sobre epistemología de virtudes, cuenta con un prólogo
de Margarita Valdés. La sección se abre con el conocido artículo de Ernesto
Sosa ("Conocimiento y virtud intelectual", 1985), en el cual Sosa propone
su fiabilismo de las facultades cognoscitivas, como la percepción, la
memoria, la introspección o la razón intuitiva y deductiva, así como su
bien conocida distinción entre conocimiento animal y reflexivo. A
continuación John Greco ("Vicios y virtudes de la epistemología de
virtudes", 1993 - aquí los editores omitieron involuntariamente el año
original de publicación) señala ventajas y dificultades de perspectivas
como la de Sosa (también la de Plantinga), y sostiene que para que haya
conocimiento son necesarias no sólo la confiabilidad de la fuente, sino
también la responsabilidad epistémica del sujeto, lo cual para Greco nos
compromete con una posición internista sobre la justificación. Luego nos
encontramos nuevamente con Linda Zagzebski, esta vez con un texto ("La
naturaleza y los componentes de las virtudes intelectuales") construido
sobre la base de fragmentos de su libro Virtues of the Mind: An Inquiry
into the Nature of Virtue and the Ethical Foundations of Knowledge (Cambridge university Press, 1996). Zagzebski defiende una concepción
neoaristotélica de la virtud intelectual, aunque, a diferencia de Aristóteles,
piensa que no hay una distinción importante entre la virtud moral y la
intelectual, algo que ya se había podido apreciar en su ensayo incluido
en la Parte I. A continuación Lorraine Code ("Responsabilismo", 1987)
sostiene que la virtud epistémica por excelencia es la responsabilidad
epistémica; para evaluar un agente epistémico hemos de tener en cuenta
tanto el comportamiento del propio agente como el contexto, y en última
instancia, la comunidad epistémica en la que opera. Por su parte, James
a. Montmarquet ("Virtud epistémica", 1987) propone abandonar una
concepción confiabilista y buscar la virtud epistémica únicamente en el
comportamiento del sujeto, aunque dicho comportamiento no
necesariamente lo lleve a la verdad.
En la parte III se examina la normatividad de la creencia, con un prólogo a cargo de Veli Mitova. El tema de esta parte es muy amplio, y
por ende resulta la sección más ambiciosa. Aquí uno podría lamentar la
ausencia de otras líneas de trabajo notablemente influyentes sobre la
normatividad epistémica, que abrevan de uno u otro modo en la tradición
pragmatista, representadas entre otros por autores como Richard Rorty,
Robert Brandom o Michael Williams. En cualquier caso, Veli Mitova se
encarga muy exitosamente de darle unidad a los artículos elegidos, que
en una primera mirada podrían parecer bastante heterogéneos. Identifica
para ello tres grandes tipos de respuestas a la pregunta sobre cómo
concebir la normatividad epistémica: lo que denomina la respuesta
moral (debemos cumplir con las normas epistémicas como pre-condición
para ser moralmente virtuosos), la respuesta pragmática (las normas
epistémicas se conciben como una subespecie de las normas de la
racionalidad práctica), y la respuesta sui generis, según la cual las
normas epistémicas conforman un dominio normativo propio. En el
primer grupo se ubica el artículo clásico de William K. Clifford ("La ética
de la creencia", 1877). Encabeza el segundo grupo la bien conocida
respuesta de William James a Clifford ("La voluntad de creer", 1896); le
siguen Stephen Stich ("Una explicación pragmática de la evaluación
cognitiva", con fragmentos seleccionados de su libro The Fragmentation
of Reason, The MIT Press, 1990), y Hilary Kornblith ("Normatividad
epistémica", 1993). Ya en el tercer grupo encontramos el artículo de
Bernard Williams ("Decidir creer", 1973) con una propuesta sui generis sobre la normatividad; este trabajo articula además de manera
paradigmática la posición que se ha dado en llamar evidencialismo; esta
perspectiva es continuada por Nishi Sham ("Un nuevo argumento a favor
del evidencialismo", 2006) y, finalmente, por Ralph Wedgwood ("La
meta de la creencia", 2002).
Los editores han compilado la bibliografía de todos los capítulos al
final del libro, lo que resulta muy conveniente para dar una visión de
conjunto de su contenido. Como comentario final, quisiera destacar que
este volumen constituiría una excelente opción para adoptar como libro
de texto en el dictado de cursos o seminarios sobre teoría del conocimiento.
A diferencia de lo que ocurre en otras áreas de la filosofía analítica, las
traducciones a nuestro idioma de trabajos de teoría del conocimiento
ciertamente no abundan. Esta circunstancia hace que la presente
propuesta resulte particularmente valiosa. Sería más que deseable
encontrarnos con otras iniciativas de este tipo en el futuro cercano.
(Eleonora Cresto)