Great landmarks of lexical renewal in spanish
Ana María Postigo de de Bedia *
* Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad
Nacional de Jujuy - Otero 262 - CP 4600 - San Salvador de Jujuy - Jujuy - Argentina.
Correo Electrónico: pbedia@imagine.com.ar
RESUMEN
En el presente trabajo se procura establecer que los grandes cambios en la historia del sistema lexical del español forman parte de construcciones discursivas surgidas de nuevas ideologías en diversos órdenes de la realidad social. La lengua, inmersa en esa realidad, ha sido, y es hoy, fiel reflejo de procesos de cambios de mentalidad, los que expresa en un estilo léxico-gramatical distinto, poniendo en juego renovadas modalidades de transacción verbal. Las transformaciones del cuerpo léxico del español acompañaron los avatares políticos y culturales del mundo occidental y cristiano. Con la llegada del conquistador español a estas tierras, se produce la primera versión de lo que hoy denominamos globalización desde el punto de vista geográfico, político-económico, étnico, lingüístico y cultural. El léxico globalizado fue resultante de una fuerza lingüística de doble cuña. La revolución industrial del siglo XIX presionó sobre el español, como sobre las demás lenguas conocidas, para unificar y mundializar designaciones de nuevos productos favoreciendo su circulación internacional. Finalmente, en el tránsito entre milenios, la mundialización cultural y el determinismo tecnológico han transformado nuestras mentalidades; nuestros códigos comunicacionales ahora requieren formas lexicales más ajustadas a nuevas dimensiones cognitivas y a otros requerimientos sociales. El abordaje a este léxico renovado supone la existencia de grupos de especialistas en innovadores dominios, poseedores de suficiente experiencia denominativa como para realizar una selección lexical útil al desarrollo de procesos de comprensión receptora y de producción discursiva difusora de los cambios de mentalidad imperantes.
Palabras Clave: Cambio; Léxico; Mentalidades.
ABSTRACT
In this paper we propose to stablish that great changes in the history of Spanish lexical system form a part of discourse structures which arose from the transformation of ideologies maintained by the several orders of social reality. Language, immersed in that reality, has been —and it is nowadays— part of processes of collective mental changes. Language manages to express those changes in a different lexical and grammatical style, setting in motion new forms of verbal transaction. Transformations of a lexical corpus of Spanish were accompanied with political and cultural changes of western christian world. The arrival of Spanish conquerors to these lands produces the first version of globalisation, as it is called today, from a phisical-geographic, ethnic, linguistic and cultural point of view. World-extended lexicon was the resultant of a double wedge linguistic force. The Industrial Revolution of XIXth century put pressure on the Spanish language, as on the other known languages, for unifying and world-wide extending names of products in order to favour its international circulation. Finally, in all these millenia, cultural internationalization and technological determinism have transformed our minds; now our communication codes need lexical forms to be more adjusted to new cognitive dimensions and another social demands. The approach to this renewed lexicon supposes the existence of groups of specialists in innovative fields, for them to have enough expertise and dominion in order to make an useful lexical selection for the command of receiver's comprehension processes and the processes of discourse production which spread changes of prevailing ways of thinking.
Key Words: Changes; Lexicon; Minds.
INTRODUCCIÓN
La relación entre lenguaje y pensamiento ha sido siempre
objeto de preocupación de numerosas disciplinas científicas, entre
ellas la antropología, la psicología y la sociología, las
que, a su vez, han volcado sus aportes al estudio de las lenguas históricas.
La natural preocupación por el conocimiento cierto de las causas y efectos
sociales de muchos fenómenos lingüísticos ha abierto frentes
hacia otros dominios del saber, particularmente hacia las ciencias humanas y
sociales, dando lugar a la conformación de campos interdisciplinarios.
El objetivo del presente trabajo es promover una reflexión acerca de
la intensificación del fenómeno de renovación léxica
del español, tal como se puede comprobar en las actuales construcciones
discursivas, sea las que se utilizan para la expresión de los avances
de las tecnologías informáticas o las que responden a los cambios
de mentalidades y prácticas sociales que se vienen sucediendo aceleradamente
desde las últimas décadas del siglo XX.
A lo largo de su existencia, la humanidad ha sufrido cambios que alteraron,
en mayor o menor medida, la visión que el hombre había construido
de su mundo y del lugar que ocupaba en él. Aquello que hasta un determinado
momento había sido válido como recurso económico, político
y cultural para el desarrollo local de cada comunidad humana, dejó de
ser funcional frente a requerimientos que la trascendían y globalizaban.
De este modo fueron surgiendo nuevas redes sociales, inusitadas en su amplitud,
aunque controladas por grupos minoritarios poseedores de ese poder sobre el
colectivo social que otorga la posesión del conocimiento científico
y de las tecnologías de punta.
Ante otras y distintas necesidades del ser social, las ideologías colectivas
se fueron transformando y, al tiempo, potenciaron respuestas de reacomodamiento
a una nueva realidad o a la realidad transformada del entorno.
Aún aceptando que los cambios hayan sido una constante en la historia
de la humanidad, no podemos dejar de reconocer que hoy estamos sumidos en la
vorágine de los cambios y que ellos constituyen el signo distintivo de
nuestro presente.
En el pasado, los cambios ocurrían con lentitud y lograban imponerse
después de derribar prejuicios individuales y la incredulidad del colectivo
social; los de nuestros días nos sorprenden por ser súbitos, intensos
e imprevistos en cualquier orden de la vida en el que se proyecten los avances
de los campos científico-tecnológico, político-económico
o socio-cultural.
El impacto de las transformaciones de nuestro entorno acarrean rápidas
transformaciones en las mentalidades individuales, conformadas siempre por la
apropiación de representaciones sociales, punto de partida de prácticas
discursivas y formaciones léxicas adecuadas a la intencionalidad comunicativa
de los hablantes, a los contextos y a las situaciones en que esas prácticas
ocurren.
TRANSFORMACIONES LÉXICAS
Entre los componentes del sistema de una lengua histórica,
es el léxico, sin dudas, el que manifiesta con mayor fuerza las relaciones
que se dan entre el hombre y su medio o mundo de su entorno, de modo que al
producirse cambios en esas relaciones, se transforman los modos de operar de
la cognición humana, la conformación de las conceptualizaciones
individuales y colectivas y las formas de expresarlas.
En presencia de tópicos comunes, en los que se adensan nuevas dimensiones
cognitivas y sociales, el elemento discursivo requiere de una formulación
distinta que, ateniéndose a determinadas reglas gramaticales, utilice
unidades denominativas apropiadas a la renovación conceptual, las que
serán palabras o frases genuinamente creadas en la lengua, o recreadas
por procesos de adopción y/o adaptación de la denominación
original en una lengua extranjera.
El hombre, como ser de cultura, se apropia de toda nueva forma de conocimiento,
lo recrea y lo socializa denominándolo y divulgándolo a través
de la comunicación.
Al léxico le cabe la misión de hacer materialmente expresa o de
exteriorizar por la palabra fónica y gráfica, el nombre de los
objetos sociales, sean éstos bienes concretos o elucubraciones conceptuales,
cuyas representaciones son elaboradas por la comunidad.
Toda innovación lingüística es síntoma de un momento
histórico en el que se han incorporado valores culturales distintos a
los ya habitualizados, distintas conceptualizaciones y representaciones de ideologías
que surgen como impulsivas del desarrollo de la sociedad.
De modo que la lengua, constantemente inmersa en esa realidad social cambiante,
es también parte de los procesos de cambio que contribuye a construir
y a los que, con asombrosa ductilidad, logra expresar en variados tipos discursivos
y en el estilo léxico-gramatical indispensable a la efectividad de la
transacción verbal.
GRANDES MOMENTOS DE TRANSFORMACIÓN LEXICAL
Los cambios trascendentes en la historia de la humanidad han
sido fruto de la transformación de las ideologías de los pueblos,
manifiestas primero como opiniones autorizadas por la expertez o el máximo
conocimiento alcanzado por uno o más individuos representativos de un
grupo social; luego aceptadas, consensuadas y compartidas por el resto del grupo
y, finalmente, por la sociedad total.
Las sucesivas ideologías encontraron siempre su expresión en géneros
discursivos y en tipologías textuales características. Las novedosas
concepciones históricas, sociales, políticas y culturales pronto
lograron una transmisión inmediata a través de formulaciones léxicas
que conllevaban los remozados valores colectivos.
Es sabido que la primera mundialización política, económica
y social sufrida por los países hispanoamericanos se produjo con la llegada
del colonizador español a estas tierras, confusamente llamadas Indias
Occidentales.
Esta primera versión de lo que hoy entendemos por mundialización
afectó los órdenes étnico, socio-político, económico,
lingüístico y cultural y trajo como consecuencia una profunda renovación
léxica provocada por una fuerza lingüística de doble cuña,
pues, por un lado, el entorno nativo hendía al español incorporándole
voces aborígenes necesarias a la designación de elementos naturales
y culturales, como pampa, sabana, chacara, entre los primeros, y cacique,
curaca, chocolate, maíz y tamal, entre los segundos; por otro, insertaba
en las lenguas nativas estructuras de habla, como asistir la tierra, tierras
de caballería, etc. y modos de nombrar la realidad de la lengua dominante,
como banda y remate, para designar ciertos accidentes geofísicos, o encomienda
y gobernación, para referirse a formas de la administración política.
La era de la revolución industrial, que transcurrió entre fines
del siglo XVIII y los del XIX, provocó otra suerte de mundialización
con la internacionalización de los productos resultantes de la industrialización
y la inventiva mecánica, las que impulsaron intercambios comerciales
en el juego de la oferta de países poseedores de la innovación
y la demanda de países extranjeros compradores.
Las reglamentaciones creadas para regular los nuevos sistemas de producción
y, a la vez, para dinamizar la circulación de los productos industrializados,
trajeron como consecuencia una homogeneización denominativa, con lo que
apareció una terminología unificada y favorable a la comercialización
internacional.
En esta época, el español incorporó a su caudal léxico
numerosos extranjerismos. Por lo común, estas formas no permanecieron
mucho tiempo en su morfología original; con bastante celeridad su pronunciación
fue adaptada a la índole fonológica del español e inmediatamente
se proyectó en una nueva grafía para la palabra incorporada (caso
de jersei, garaje, etc.).
La mayor parte de los nuevos términos procedía de Inglaterra,
cuna de la revolución industrial. Así ingresaron a la terminología
comercial y al habla general nombres específicos de la industria textil,
como dril, castellanización del inglés drill, tela de hilo
o algodón crudo con la que se hacían los trajes de los operarios
de fábricas; o tweed, paño de tejido cruzado de lana, por
lo general de dos colores, para la moda femenina y masculina.
La construcción de edificios adoptó los modelos arquitectónicos
ingleses y franceses, instalando términos como hall (vestíbulo
o recibidor) o water-closet (letrina, retrete o excusado). Otro tanto
sucedió con la terminología referida a los medios de transporte,
del tipo ferry-boat (transbordador o vapor de río) y wagon
(vagón de los ferrocarriles o carruaje de viajeros, mercancías
y equipajes).
También pasaron al español, en función de lengua receptora,
infinidad de términos que reproducían las ideologías políticas
imperantes, como proletariado, del alemán proletariat,
y este a su vez del latín proletarius, adjetivo raramente usado
hasta el siglo XIX, cuyo significado es "lo que sólo le importa
al Estado como procreador de hijos".
Además, se importaron formas léxicas simples y sintagmas lexicales
referidos a la imbricación de las redes sociales con las políticas
y económicas. Así entraron en el uso del hablante español
términos como capitalismo, liberalismo, economicismo, movimiento cooperativo
y libre comercio, entre muchos términos más.
La terminología francesa vinculada a las ciencias y técnicas mecánicas
fue bien acogida por el español, que algunas veces la mantuvo en expresiones
galicadas, del tipo máquina a vapor (machine à vapeur),
y otras la castellanizó de inmediato, como sucedió con manómetro,
dínamo, acumulador, motor eléctrico, fuerza motriz, mano de obra,
mecanización, gasolina, etc.
El tránsito entre los milenios que aún nos conturba, está
signado por la tercera globalización económica, por la mundialización
cultural y por el determinismo tecnológico que ha ido transformando los
códigos comunicacionales.
Hemos aludido al hecho de que toda transformación de mentalidades requiere
ser comunicada utilizando formas léxicas adecuadas para la fijación
de las dimensiones cognitivas y sociales más recientes. Esto supone que,
previamente, se ha desarrollado una importante producción discursiva
de carácter persuasivo con la finalidad de provocar cambios ideológicos
en quienes frecuentan esas dimensiones.
También presupone la responsabilidad de legitimar la indispensable selección
léxica reconocida por parte de especialistas autorizados en los temas
en cuestión, quienes en ocasiones acuden a estrategias y estructuras
retóricas para cooperar en los procesos de comprensión del receptor
y del emisor encargado tanto de difundir las nuevas estructuras mentales, como
de incentivar otras producciones discursivas.
La última forma de globalización léxica se encuentra hoy
en pleno proceso. Una terminología neológica ha invadido los lenguajes
de especialidad y pronto estarán en el lenguaje general términos
como macroprocesos de gestión, ofimática, gobierno electrónico,
interoperabilidad, ventanilla única, leading - cases, etc.
Así como Walter Ong (1993:128) sostiene que el texto impreso tuvo efectos
más o menos directos sobre la "mentalidad" de Occidente,
los especialistas en fenómenos mediáticos de nuestros días
discurren sobre los cambios ideológicos originados por la tecnología
de los medios de comunicación, de los que, sin dudas, podrán derivar
otras formas de organización social.
Para los analistas de las tecnologías de comunicación, la telefonía
celular constituye en nuestros días un hecho social revolucionario, pues,
al transmitir instantáneamente el mensaje de texto, ha llegado a adquirir
un importantísimo papel en la vida comunitaria y hasta en la política
mundial.
En la actualidad, amén de su poderoso alcance en la movilización
de fuerzas populares, el mensaje de texto es considerado como un valioso instrumento
de persuasión y captación de voluntades.
Como ejemplo de la potencialidad del alcance de este tipo de comunicación,
bástenos recordar la intervención de la telefonía celular
en la campaña de derrocamiento del presidente de Filipinas en el año
2001 y, en fecha más cercana todavía, la convocatoria a la protesta
colectiva del pueblo madrileño a pocas horas del atentado terrorista
el 11 de marzo de 2004.
Por su parte, muchos lingüistas se encuentran hoy dedicados al estudio
del denominado "mensaje de texto", fenómeno mediático
frecuentado por las jóvenes generaciones que cursan sus comunicaciones
mediante la telefonía celular. Esta modalidad informática comunicacional
se enmarca en lo que Ong denominó "era de oralidad secundaria"
(op. cit.: 133) y sobre la cual afirma:
"Esta nueva oralidad posee asombrosas similitudes con la antigua en cuanto a su mística de la participación, su insistencia en un sentido comunitario, su concentración en el momento presente, e incluso su empleo de fórmulas." (op. cit: 134).
En la oralidad secundaria, el proceso auditivo adquiere preeminencia
sobre el visual. En nuestros tiempos, es la forma de comunicación que
caracteriza a la tribu del pulgar o generación del pulgar, así
bautizada por utilizar únicamente el dedo pulgar para procesar un texto
escueto en el mínimo teclado de un teléfono celular.
Tal modalidad comunicativa es conscientemente informal para sus usuarios, especialmente
respecto a su organización discursiva esquemática y a la deformada
reproducción léxical que utilizan.
El emisor se vale intencionalmente de la forma incompleta de las palabras. Al
igual que su receptor, tales formas parecen ser concebidas como unidades visuales
representativas de sonidos no graficados que, sin embargo, pueden ser evocados
por el oído de los interlocutores en una imaginaria conversación
cara a cara. Por tanto, el eje de la producción textual es virtualmente
desplazado del campo de la escritura al de la oralidad. Así, el mensaje
de texto pierde la autonomía que caracteriza al discurso escrito y se
incorpora al mundo de lo no verbal y de lo icónico, como un modo de re-establecer
constantemente la relación con sus pares y mantener la identidad del
grupo.
Por su parte, la lectura de oralidad a cargo del receptor no implica en lo inmediato
su reconocimiento de las alteraciones morfofonológicas en las que incurre
el emisor en el texto. Por ejemplo, en este brevísimo texto emitido por
una adolescente cuya identificación resulta innecesaria, ya que el visor
del celular de destino determina la procedencia del mensaje:
"Holas do. stán? No se q' ls psa ti.nen mi cel., no? B.sos."
A mi pedido, el mensaje de texto fue traducido en forma completa:
"¡Hola! ¿Dónde están? No sé qué les pasa. Tienen mi celular ¿no? Besos."
A medida que por mi personal interés -claramente
vinculado a una oculta concepción normativista del español escrito-
iba indagando sobre las causas de las omisiones o alteraciones gráficas
incurridas en el texto escrito, la emisora efectuaba su justificación
desde un lugar absolutamente pragmático y ajeno a las normas de la escritura
alfabética y de la gramática. Por ejemplo, pidiéndole razón
de la pluralización de la voz interjectiva de saludo "Hola"
("Holas"), ya que pertenece a una categoría gramatical invariable
en género y número, argumentó que lo que importaba era
que el saludo fuera recibido por todos sus amigos, mujeres y varones; es decir
que en el momento de producir su mensaje de texto, presuponía la recepción
por un destinatario plural: el colectivo que utiliza el código preestablecido
por el grupo del que ambos participan.
En el resto del enunciado, lo más relevante es la supresión de
sílabas, letras finales de palabra o de vocales cualquiera sea su posición
dentro de la palabra, llegando éstas a ser reemplazadas por un punto
cuando la consonante precedente contiene su sonido, como en el caso de la palabra
de despedida "B.sos".
CONCLUSIONES
Situaciones como la expuesta se concretan cada vez con más
asiduidad frente a una comunidad de lingüistas que todavía no alcanza
a vislumbrar por qué caminos transitará la lengua en la era de
la informatización.
Dado que las palabras, signos lingüísticos representados en sonidos
y grafías, se reúnen en campos de denominación que nos
relacionan con los objetos de nuestro entorno pertenecientes a la naturaleza,
la ciencia, la técnica o a los simples modos prácticos de actuar
según nuestros saberes cotidianos, se supone la existencia de una profunda
preocupación en los especialistas de la lengua acerca de la preservación
del acervo léxico de las lenguas históricas y acerca del carácter
del contexto sociocultural en el que deberán subsistir en el futuro inmediato.
La tecnología de la palabra nos coloca ahora ante una variedad de códigos
lingüísticos de diverso carácter (privado, público,
restringido, general, etc.), cada uno caracterizado por su particular grado
de expresividad. Ante este panorama, brotan múltiples interrogantes para
los que la mayoría carecemos de respuestas claras.
En mi opinión, uno de los grandes cuestionamientos que nos acechan se
vincula en forma directa con el futuro de la escritura ortográfica. Al
respecto cabe preguntarnos: ¿Hasta qué punto la difusión
de una forma escrita informal, esquemática y conscientemente alterada
en su morfología, como es el 'mensaje de texto', se impondrá
en el uso de los comunicantes?
Por otra parte, como miembros de una cultura escritural, nos compete problematizar
acerca del futuro del espacio visual que corresponde a la palabra graficada
y a su incidencia en la actitud analítica del hablante.
Finalmente, desde mi particular concepción de la formalidad de la lengua
escrita, quedo sin avizorar todavía el modo de aproximación a
una respuesta satisfactoria sobre la siguiente pregunta: ¿En qué
grado la alteración de la palabra escrita impuesta por las recientes
modalidades de comunicación permitirá a los usuarios conservar
la interiorización de su grafía formal adquirida con la educación?
BIBLIOGRAFÍA
1. ONG, W (1993) Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica de Argentina.
2. CABRÉ, MT (1999) La terminología: Representación y Comunicación. Elementos para una teoría de base comunicativa y otros artículos. Barcelona. Institut Universitari de Lingüística Aplicada. Universidad Pompeu Fabra.
3. HAX, A (2005) Entrevista a Cees Nooteboom. Revista Ñ, 77: 25.