ARTÍCULOS
Consideraciones preliminares sobre indicadores de pericia técnica en núcleos y artefactos producidos por talla bifacial. Una aproximación experimental
Mariana Sacchi
Mariana Sacchi. Universidad de Buenos Aires (UBA). Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. 3 de Febrero 1378 (1428), Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
E mail: sacchi.mariana@gmail.com
Recibido 21 de mayo 2012.
Aceptado 23 de mayo 2013
RESUMEN
En este trabajo se presentan los resultados del análisis de material de talla lítica experimental mediante el abordaje de núcleos de lasca y artefactos producidos por talla bifacial. El objetivo de las experimentaciones desarrolladas fue explorar patrones que permitieran inferir posibles diferencias en la pericia en la talla lítica de los distintos talladores. Se presentan una serie de variables que, consideramos, permitirían explorar la habilidad de los talladores en el caso analizado.
Palabras clave: Pericia; Núcleos de lasca; Artefactos producidos por talla bifacial.
ABSTRACT
Preliminary considerations of indicators of technical expertise in the manufacture of cores and artefacts through bifacial knapping: an experimental approach. This paper presents the results of the analysis of flake cores and bifacial artifacts produced through experimental knapping. The objective of the experiments was to explore patterns which might suggest differences in skill of the different knappers. A series of variables are presented that, it is argued, indicate the relative ability of the knappers.
Keywords: Skill; Flake cores; Bifacial tools.
INTRODUCCIÓN
En este artículo se presentan los resultados obtenidos
de una serie de sesiones de experimentación
en talla lítica, que tuvieron como objetivo explorar
la identificación de marcadores de pericia técnica. Se
analizó un total de nueve núcleos de lascas producidos
por tres talladores: un experto, uno con experiencia
media-escasa y un inexperto (un total de tres núcleos
de lasca por persona). Asimismo, se analizaron artefactos
producidos por talla bifacial confeccionados por
personas sin experiencia. Los resultados de esta experimentación
fueron luego analizados mediante una serie
de variables tecnológicas (por ejemplo: ángulo de la
plataforma en núcleos, cantidad de charnelas, cantidad
de extracciones y regularidad de las aristas, simetría,
espesor en artefactos producidos por talla bifacial),
cuyos resultados permitirán explorar la posible detección
de diferencias en las habilidades de los talladores.
Los resultados obtenidos del análisis de los desechos
de talla fueron presentados en diferentes publicaciones
(Sacchi 2009a y b), así como la comparación
y evaluación de las variables propuestas en el análisis
de material arqueológico (Sacchi 2010, 2011). Cabe
destacar que, producto de estos trabajos, se pudieron
explorar una serie de variables (como por ejemplo,
espesor y ancho del talón, presencia de marcas de
impacto, tipo de terminación, entre otras) que, en
líneas generales, permitieron discutir las habilidades
técnicas de los talladores intervinientes en las experimentaciones.
En el caso de los desechos de talla,
la comparación de resultados experimentales con los
obtenidos del análisis del material arqueológico (por
ejemplo, diferencias entre el material procedente de
sitios de actividades múltiples y de actividades limitadas)
brindaron herramientas que posibilitaron la exploración
de las variables mencionadas arriba en el
material arqueológico (Sacchi 2009a y b, 2010, 2011). Estos análisis sirvieron de guía para la presentación
que se realiza a continuación.
El objetivo de este artículo es presentar los primeros
resultados obtenidos del análisis de núcleos de
lasca experimentales y artefactos producidos por talla
bifacial y explorar la utilidad de las variables propuestas
para definir la pericia técnica de los talladores.
MARCO TEÓRICO-METODOLÓGICO
Tecnología lítica: diseño, estrategias y
consecuencias materiales
Como plantea Mithen (1994: 396), toda buena
explicación en arqueología demanda una referencia
explícita a los individuos en su quehacer cotidiano.
Hay que atribuir a las personas conocimientos sobre
el mundo, capacidad de planificar y tomar decisiones,
habilidad para responder creativamente y de forma
inteligente a los retos de su entorno físico y social.
Durante la manufactura de instrumentos se seleccionan
ciertos atributos, y esta selección se produce dentro
del campo social y puede responder a necesidades
específicas. Estos atributos seleccionados, modificados
o eliminados en las distintas etapas de la vida útil de
un artefacto, tienen la potencialidad de brindar información
(Wobst 1999). Siguiendo esta idea, si tomamos
al estilo como un discurso material que extiende la
comunicación humana más allá de los límites biológicos,
al incrementar el alcance de esa comunicación
en tiempo y espacio, se puede pensar la existencia de
ciertas similitudes en el registro arqueológico en una
escala espacial amplia (como plantean Franco et al. 2005, por ejemplo) como diseños compartidos que
impliquen algún tipo de intercambio o relación entre
el o los grupos que los producían. Ahora bien, en estos
diseños, el contexto y planeamiento juegan un rol
central. Pero los contextos dependen, en la mayoría
de los casos, de la percepción humana del entorno.
Esta percepción, como todo en la vida de los grupos,
está mediada por la realidad social. Entonces, las estrategias
implementadas por los grupos resultan de las
decisiones que los individuos toman de acuerdo con
esa percepción que tienen del entorno. La tecnología,
entonces, es un fenómeno social que presenta consecuencias
materiales (Ingold 1986). Muchos autores han
hecho notar que la tecnología no es simplemente un
corpus de conocimiento bien descripto y explícitamente
formulado (Ingold 1990; Dobres y Hoffman 1994;
Dobres 1999a y b, entre otros). Es un conjunto de
gestos y conocimiento que es aprendido y expresado
por los individuos en el transcurso de sus prácticas
sociales. La tecnología es uno de los procesos sociales
por los cuales los individuos negocian y definen
sus identidades. Algunas veces, esas acciones pueden
ser explícitamente formuladas, pero la mayoría de las veces son tácitas y habituales. Más allá de esto, las
decisiones son resultado de un proceso de selección
que condiciona la respuesta elegida entre una serie de
opciones de las que se dispone para resolver un problema.
Por lo tanto, se ponen en práctica estrategias
que son -o se cree que son- las más adecuadas de
acuerdo con las condiciones que surgen del interjuego
entre los hombres y su ambiente.
Aprendices y expertos
En publicaciones anteriores (Sacchi 2009a y b,
2010, entre otras) se presentaron los lineamientos
teóricos que se relacionan con la identificación de
aprendices y expertos en el registro arqueológico.
Brevemente, podemos subrayar que distintos autores
(Finlay 1997; Politis 1998, 1999; Dobres 1999a
y b; Grimm 2000; Stout 2002, entre otros) plantean
la posibilidad de identificar a diferentes actores como
productores del registro arqueológico. En este sentido,
la tecnología lítica presenta un potencial casi único
para poder identificar e investigar su presencia. Según
Linda Grimm (2000), esta característica particular de
la tecnología lítica se debe a que, en circunstancias
normales, la piedra es un recurso relativamente fácil
de obtener y puede ser trabajado por aprendices sin
correr serios riesgos; y, debido a su durabilidad natural
y a su carácter sustractivo y secuencial, envuelve
información relevante para observar las habilidades
de talla que se preservan en el conjunto lítico que se
recupera de los sitios.
De esta manera, el énfasis del presente trabajo
estará puesto en la microescala (Dobres y Hoffman
1994; Torrence 2001), es decir, en la acción de los
individuos y de grupos particulares en la cotidianeidad
(Hocsman 2006), ya que, como se mencionó anteriormente,
el proceso de reducción de un instrumento
implica un saber cómo (know how) realizar esas
actividades. Ahora bien, este saber cómo debe ser
transmitido en algún momento para que no se pierda
dentro de la trayectoria de un grupo. Aprendizaje y
conocimiento, entonces, implican relaciones entre los
individuos y su contexto social (Lave y Wenger 1991).
La adquisición de habilidades técnicas es un proceso
que implica el aprender cómo actuar para resolver
los problemas que se plantean durante la talla, más
que una cuestión relacionada únicamente con fórmulas
motoras (Grimm 2000; Stout 2002). Como plantea
Galarce (2008), es el resultado de procesos complejos
que integran parámetros técnicos y morfológicos, por
lo que no puede basarse únicamente en la memorización
mecánica de un registro de experiencias o
formas, sino que debe haber en ella un entendimiento
de los factores involucrados en la talla lítica. En este
sentido, coincide con lo planteado por Schiffer y Skibo
(1987: 597) citado en Nami (1994), quienes afirman que la naturaleza del conocimiento tecnológico tiene
tres componentes fundamentales: las fórmulas para la
acción (récipes for action) son las reglas que subyacen
al proceso de producción, desde el aprovisionamiento
de materias primas hasta el producto terminado.
Los marcos para la enseñanza (teaching frameworks),
transmisión intergeneracional (imitación, instrucción
verbal, demostración manual, y aun, autoaprendizaje
por acierto y error). Se hace extensivo al uso de la
experiencia práctica. En los marcos de referencia se
transmiten los aspectos más intangibles del conocimiento
(saber cómo). Y el último componente es la
tecnociencia, que es el conjunto de principios que
subyacen a una operación de tecnología (Nami 1994).
Adquirir las destrezas para tallar es un proceso
complejo que demanda la interacción de diferentes
tipos de conocimiento, desde ideas que son teóricas
hasta la habilidad práctica de las acciones motoras
necesarias. Cómo sostener los instrumentos, el tipo de
percutor a utilizar, las direcciones en las que deben
golpearse los núcleos y el control de la fuerza son
cuestiones que se aprenden con la práctica, ya sea por
instrucción o copiando. Si el aprendizaje se producía
dentro del círculo más cercano, y por grupos de edad
-como se observa etnográficamente (Bodu et al. 1990;
Stout 2002)-, se esperaría un nivel técnico acorde con
distintos grupos de edad.
En cuanto a los niveles técnicos o niveles de
competencia en la talla lítica, Pigeot (1990) distingue
tres niveles, que se reflejan en la habilidad para
manufacturar hojas. Podrían dividirse en: expertos
(best technician), talladores mediocres (less talented
technicians) y aprendices/debutantes. En este último
caso, el proceso para tallar y/o formatizar los núcleos
fue realizado de manera completa, y tanto el objetivo
como los gestos técnicos necesarios para la reducción
parecen ser, en sí mismos, insuficientes para
desarrollar la tarea (Pigeot, 1990). Bodu et.al (1990)
agregan, a las destrezas identificadas por Pigeot, una
cuarta categoría, que sería la de niño. El "niño" se
distingue del aprendiz por el carácter no utilitario de
lo que hace, más cercano al juego, y aquí se observaría
menos destreza técnica que en el caso de un
aprendiz (como por ejemplo, lo planteado por Politis
1998 y 1999); sin embargo, en este tipo de sociedades
el juego es una forma de aprendizaje (James et.al 1998). Sin embargo, la categoría "aprendiz" se vuelve
poco inclusiva al enmarcarse dentro de ciertos grupos
etáreos. En otras publicaciones (Sacchi 2009b, 2010
y 2011) se planteó la posibilidad de incluir dentro de
la categoría "talladores inexpertos" a diferentes actores
que producen material lítico. Esto es, no incluiría
únicamente a los niños, sino también a adolescentes
y adultos con menores habilidades. No obstante, esta
categoría se vuelve inadecuada (como se verá más
adelante en la discusión) ya que, frente a la pérdida de habilidades, los expertos talladores pueden generar
material con mayor porcentaje de errores, por lo que
se vuelve necesario discutir el término pericia como
una parte importante de la generación de categorías.
Ahora bien, de acuerdo con las habilidades técnicas,
el control sobre el material con el que se trabaja
es una de las diferencias básicas entre aprendices y
expertos. De esta forma, los aprendices tendrían un
conocimiento más limitado de los principios básicos
de talla, es decir, les costaría mucho más que a un
experto llegar a la idea de lo que quieren tallar. Los
instrumentos producidos no serían útiles en el sentido
del uso. Una posible situación es que los filos que
produzcan estén ya embotados, no por una acción
intencional, sino por el poco control de los ángulos
de golpe. Siguiendo con esto, como se observó en
los desechos de talla experimentales, la aplicación de
fuerza excesiva generó marcas de impacto muy notorias
y talones espesos, mientras que, en el caso de las
terminaciones, las charnelas y las quebraduras eran
proporcionalmente mayores en el caso de los inexpertos
(Sacchi 2009b y 2010). Esto generaría, en el caso
de los núcleos, un abandono prematuro debido a que,
dada la poca experiencia, no podrían resolver los problemas
con los que se enfrentan. O no sabrían cómo
poner en práctica el conocimiento teórico que podrían
manejar. Estos problemas de conceptualización tienen
que ver con estrategias de reducción incompletas en
las cuales las extracciones terminan escalonadas (charnelas),
en fracturas o quebradas. También sería posible
encontrar restos de una secuencia de producción
completa realizada por un aprendiz, ya que, en este
caso, el objetivo sería practicar las distintas técnicas
y no producir un artefacto útil. Esto puede observarse
en los ejemplos propuestos por Stout (2002) para los
fabricantes de hachas en Indonesia. Específicamente,
se esperaría encontrar núcleos con plataformas aún activas
pero con un alto grado de charnelas (producidas
por diversas razones) y, en el caso de los artefactos
producidos por talla bifacial, una de las expectativas
sería que presenten espesores variables (tendiendo a
muy espesos) ya que una de las tareas más arduas al
momento de realizar un artefacto por talla bifacial es
conseguir el espesor deseado y mantener las aristas
correctamente.
En cambio, un experto puede definirse a nivel material,
desde el momento de elección de la materia
prima. En este caso, un tallador experto conoce los
tamaños apropiados de acuerdo con los objetivos de
su trabajo, puede identificar la calidad de la materia
prima obtenida, y conoce, según el tipo de trabajo a
efectuar, el tipo de percutor necesario para realizarlo.
Como plantea Nami (2006), con las herramientas
de trabajo apropiadas, conociendo la metodología
y sabiendo utilizar las posiciones y las técnicas
de prehensión, se vuelve fácil maximizar la materia prima extrayendo un buen número de lascas útiles
que servirían para producir instrumentos unifaciales
y /o bifaciales.
Siguiendo estas premisas, se plantearon una serie
de trabajos para generar material que permitiera testear
algunas de las expectativas planteadas, ya que una
manera de comprender los distintos aspectos de las tecnologías
pasadas es la experimentación (Nami 1983,
2006, 2007 y 2010a, entre otros). Como plantea Nami
(1982) "[...] la arqueología experimental [...] provee
al arqueólogo de información que, de otro modo, pasaría
inadvertida; [...]. Proporcionando también bases
objetivas de interpretación para el control de variables
y verificación de hipótesis [...]" (Nami, 1982: 4). La propuesta,
entonces, fue entrenarse en el proceso de talla
para luego comparar los núcleos de lasca y artefactos
producidos por talla bifacial confeccionados por talladores
con diferentes grados de experiencia y habilidad.
Trabajo experimental
Para realizar el trabajo experimental, se siguieron
los lineamientos planteados por Nami (2003 y 2010a)
para el seguimiento de la experimentación de talla.
Todas las etapas fueron documentadas, y el material
producido por los talladores fue separado y rotulado
de acuerdo con las etapas que correspondían. Se tomaron
las medidas iniciales y finales en los núcleos.
En el caso de los núcleos que se fracturaron durante
el proceso de manufactura o aquellos cuyo tamaño era
menor a 11 milímetros, fueron descartados para este
análisis. Asimismo, debemos destacar que el material
analizado en los desechos de talla y núcleos fue vidrio
industrial y, en el caso de los instrumentos bifaciales,
la cuarcita. Entendemos que el análisis lítico es como
un rompecabezas (Carr y Bradbury 2006), por lo que,
a partir de un conjunto instrumental, podemos plantear
diferentes cosas.
En este sentido, el trabajo experimental también lo
es, ya que a través del análisis de los sucesivos pasos
podemos pensar posibles soluciones para armar los
puzzles con los que nos encontramos. Los procesos
a través de los cuales un instrumento se realiza son
procesos altamente rutinizados -routinized- (Bleed
2006). Esto no quiere decir que en cada etapa de la
manufactura de un artefacto las elecciones del artesano
no puedan quedar plasmadas en el producto final. Pero
el aprendizaje de una tarea específica y rutinaria deja
sus rastros en el registro arqueológico (Bleed 2006).
Como plantea Nami (1994), las técnicas se inventan,
se enseñan y se aprenden de diferentes maneras.
En este sentido, Hocsman (2006) plantea diferencias
en la confección de instrumentos bifaciales entre
los cazadores recolectores del Holoceno medio/
tardío en Antofagasta de la Sierra. Basándose en las características tecnotipológicas, concluye que dentro
del conjunto recuperado en el sitio Quebrada Seca 3
(Antofagasta de la Sierra, Catamarca), hay evidencias
que "[...] son coherentes con los resultados esperables
en situaciones de aprendizaje del adelgazamiento bifacial
[...]" (Hocsman 2006: 78). Siguiendo esta idea,
Galarce (2008) realiza un análisis en conjuntos artefactuales
del centro de Chile y encuentra diferencias
en la confección de puntas de proyectil. El autor asocia
estas diferencias con distintos grados de "pericia"
para la talla (Galarce 2008). Si bien al momento del
análisis el autor no considera las actividades de mantenimiento
y reciclado que pueden haber influido en
los artefactos, la definición de pericia que realiza es
considerada de utilidad.
Ahora bien, para poder tener acceso a las competencias
que implica la práctica de talla, Stout (2002)
plantea la necesidad de utilizar modelos desarrollados
desde los estudios actualísticos. En este sentido, se
planteó un plan de experimentación para luego poder
comparar los resultados obtenidos a partir del análisis
del material experimental con los resultados obtenidos
del análisis de los conjuntos arqueológicos. Como se
mencionó anteriormente, en el caso de los desechos
de talla, esa primera aproximación (Sacchi 2009b y
2010) sirvió para guiar los pasos seguidos en los núcleos
de lasca. Lo que se evaluó durante los diferentes
momentos de trabajo fue el proceso de aprendizaje,
para lo cual, cada etapa del proceso de talla se dividió
en estadios de acuerdo con: 1) etapa del proceso de
aprendizaje, y 2) etapas de los estadios de reducción.
En artículos anteriores se presentó el plan de trabajo
experimental (Sacchi 2009a y b, 2010). Este se
desarrolló durante distintas jornadas, en las cuales, tres
talladores con diferentes grados de experiencia (experto,
experiencia media-escasa e inexperto) realizaron
prácticas de talla. En ellas se anotaron los objetivos de
cada una, los percutores utilizados, y se diferenciaron
los productos por tallador (Sacchi 2009b), siendo alguno
de ellos la extracción de formas base para la posterior
confección de raspadores y raederas; mientras
que en otra jornada se realizó la práctica únicamente
de percusión directa, y varias jornadas se dedicaron
a la extracción de formas base para la confección de
artefactos producidos por talla bifacial posteriormente.
Por lo expuesto más arriba, existen una serie de
expectativas acerca de los productos de talladores
expertos e inexpertos. Para estos últimos, en el caso
de los núcleos, una de las mayores complicaciones
es resolver los errores que se producen por el mal
manejo de la fuerza y de los ángulos en los momentos
de dar los golpes para la extracción de lascas.
En los núcleos deberíamos encontrar entonces: evidencias
de esas charnelas, núcleos que podrían ser
reactivados, por ejemplo (Bodu et al. 1990). A partir
del trabajo experimental pudo observarse, en el caso de los desechos de talla, que el material producido
por los talladores con menor grado de experiencia y
habilidad presentaba mayores porcentajes de "errores":
talones más anchos y espesos, terminaciones en charnelas,
sobrepasadas o fracturadas, marcas de impacto
evidentes en los talones, entre otras (Sacchi 2009b y
2010). Tomando los recaudos necesarios, al momento
de comparar con el material arqueológico hubo ciertas
similitudes, pero algunas de estas características fueron
dejadas de lado ya que deben ser evaluadas en
diferentes materias primas, por ejemplo, las marcas de
impacto en los talones. Otra característica que debe tenerse
en cuenta al comparar con material arqueológico
es que, en lugares con alta disponibilidad de materias
primas, la recurrencia de estos errores puede deberse a
testeos realizados en los guijarros o a materias primas
con inclusiones que hagan que al momento de tallar
se presenten ciertos problemas (Sacchi 2011).
Más allá de estas salvedades, el experto se diferencia
del inexperto desde el momento de la elección de
la materia prima. Si bien conocer las materias primas
de mejor calidad para la talla es una lección relativamente
fácil de aprender, la aparición de ciertos
problemas durante el proceso de extracción de lascas
de un núcleo (excesivas charnelas, impurezas de la
materia prima, etc.) puede resultar en el abandono de
los núcleos cuando estos aún se encuentran utilizables.
Variables de análisis
Como plantea Civalero (2006), cada artefacto que
se rescata del registro arqueológico presenta una serie
de características que pueden ser clasificables.
De acuerdo con las preguntas generadas a partir del
problema de investigación y las escalas utilizadas, se
plantearon una serie de variables para analizar, tanto
en el material arqueológico como en el experimental
(en la Tabla 1 se presentan las variables utilizadas
en los casos aquí presentados). El material lítico se
analizó siguiendo las propuestas de Aschero (1975,
1983), Aschero y Hocsman (2004) y, para el análisis
de desechos, Bellelli et al. (1985-1987) y Carballido
(2004). En este caso, se describirán las variables analizadas
en núcleos de lasca y artefactos producidos
por talla bifacial, ya que las utilizadas para desechos
fueron presentadas en otras publicaciones (Sacchi
2009a y b, 2010).
Tabla 1. Variables analizadas (tomadas de Aschero 1975,
1983). Las indicadas con * fueron ideadas para este análisis.
Núcleos de lasca
En el caso particular de los núcleos, se consideraron
las siguientes variables:
Cantidad de plataformas: se consigna la cantidad
de plataformas de extracción identificables.
Estado de la última plataforma activa: se consignan
los estados establecidos por Aschero (1975 y 1983).
Agotada, parcialmente agotada o activa.
Tipo/forma de la plataforma: se consigna la forma
de la plataforma siguiendo las categorías establecidas
por Aschero (1975, 1983).
Cantidad de charnelas: se consigna la cantidad de
charnelas presentes en los núcleos. Esta variable es importante
ya que se observa, en los trabajos de talladores
inexpertos, una tendencia al abandono prematuro
de los núcleos debido a problemas producidos durante
el proceso de talla que no se pueden resolver. Estos
problemas de conceptualización tienen que ver con
estrategias de reducción incompletas en las cuales las
extracciones terminan escalonadas (charnelas), en fracturas
o quebradas. Como se mencionó anteriormente,
un experto puede definirse desde el momento de la
elección de la materia prima. En este caso, un tallador
experto conoce los tamaños apropiados de acuerdo
con los objetivos de su trabajo, puede identificar la
calidad de la materia prima obtenida, y conoce, de
acuerdo con el tipo de trabajo que debe efectuar, el
tipo de percutor necesario para realizarlo.
Número de extracciones: el número de extracciones
se contabiliza a partir de la cantidad de bocas de
lascado observables por plataforma (Cardillo y Nuviala
2004). Resulta de interés en este trabajo debido a que
una de las expectativas en los núcleos producidos por
talladores inexpertos es el abandono prematuro de ellos
cuando aún no se encuentran agotados. Asimismo, el
número de extracciones se relacionará con el estado y
el número de charnelas presentes por núcleo, ya que
consideramos que en el material producido por talladores
con menor pericia, el número de charnelas aumentaría
y esa sería unas de las causas de abandono.
Tipo de núcleo: tomado de Aschero (1975, 1983).
Se consigna la morfología del núcleo.
Ángulo de la última plataforma: se consigna el
ángulo de la última plataforma activa. Esta medida es
informativa, ya que en el material tallado por inexpertos
se observan plataformas de percusión muy oblicuas
debido a que el ángulo elegido para el golpe no es el
adecuado (Bodu et al. 1990). Esta variable, en conjunto
con la cantidad de charnelas, informa acerca de los
errores en la talla. Asimismo, el ángulo observable en
la última plataforma activa permite determinar el estado
de la plataforma al momento del descarte. Como
se mencionó respecto de otras variables, es esperable,
en el material producto de talladores inexpertos, un
abandono prematuro de los núcleos, producto de la
falta de pericia para resolver problemas que se presentan
durante la talla. Sin embargo, en los contextos
arqueológicos no debe dejar de tenerse en cuenta la
disponibilidad de las materias primas presentes en los
sitios analizados y en las cercanías. Por ejemplo, en
contextos donde las materias primas son abundantes
podría ocurrir que, una vez satisfechas las necesidades
(es decir, obtenidas las formas base requeridas),
los núcleos pueden abandonarse cuando todavía son
potencialmente utilizables, y podrían presentan charnelas
o errores debido a la expeditividad del trabajo
realizado.
Artefactos producidos por talla bifacial
Como hemos mencionado, ciertas variables, como
la simetría, son claves en el diseño de los instrumentos
por exigencias relacionadas con la efectividad (Knetch
1997). El espesor, como plantean Aschero y Hocsman
(2004), puede ser tratado por adelgazamiento o reducción
bifacial; ese plus de trabajo puede implicar
distintas destrezas técnicas por parte de los talladores
actuantes. En este caso, las variables métricas se tornan
importantes ya que nos permiten identificar variaciones
entre artefactos similares. Aunque con precauciones,
consideramos, como plantea Galarce (2008), que a
partir del análisis de la variación en espesores y formas
en puntas de proyectil es posible identificar la "pericia
técnica" de los talladores. Uno de los puntos más
complejos del proceso de talla bifacial es el adelgazamiento
de los espesores y la conformación de aristas
que sean útiles como plataformas, por lo tanto, en los
artefactos producidos por talla bifacial por talladores
menos hábiles, la presencia de charnelas o lascados
que no sean lo suficientemente invasivos, sumado a
aristas que se encuentran melladas, serían algunas de
las expectativas.
Para esto se tomarán en cuenta las variaciones
entre los grupos de estas variables métricas en las diferentes
piezas y se compararán los resultados con
los obtenidos del análisis de material de talla bifacial
experimental y los expuestos por otros autores, relacionados
con este tema (Hocsman 2006; Galarce 2008,
entre otros). Asimismo, no deja de tenerse en cuenta
la inversión de trabajo (en el sentido utilizado por
Aschero y Hocsman 2004) aplicada en estos artefactos.
Coincidimos con los autores en que requieren un
conocimiento sumado a la experiencia en la talla y la
destreza manual (Callahan 1979; Aschero y Hocsman
2004, entre otros). De esta manera, puede observarse
cierta variabilidad tecnológica que implicaría múltiples
diseños también, que podrían ser producto de las diferentes
experiencias de talla.
Las variables analizadas fueron las siguientes:
Forma geométrica del contorno: Se consigna la forma
geométrica del contorno de acuerdo con Aschero
(1975, 1983).
Simetría: Se trata de una variable clave en el diseño
de las puntas de proyectil (Knetch 1997) y en el caso
de las piezas bifaciales en particular (Stout 2002). Esta
variable se consignó dividiendo a la pieza a partir de
una línea trazada desde el extremo distal al proximal,
no siguiendo el eje morfológico, ya que este divide a
la pieza en dos partes iguales (Aschero 1975, 1983),
sino uniendo esos dos extremos (Figura 1). Esta variable
se vuelve de suma importancia para distinguir la
pericia técnica del tallador actuante ya que, sumada
a la variable espesor, podría indicar la falta de pericia
(Galarce 2008). En el caso de los talladores menos
hábiles, se esperan piezas más espesas y menos simétricas
(Callahan 1979; Stout 2002; Hocsman 2006;
Galarce 2008, entre otros), ya que lograr el espesor
y la simetría deseada estaría relacionado con la habilidad
para la talla y con el conocimiento técnico.
Mantener la arista con la sinuosidad correcta, así como
los ángulos de las plataformas, hace que la tarea de
adelgazamiento de las piezas bifaciales se vuelva una
tarea difícil para los menos hábiles e inexpertos. La
elección de las formas base en estos casos se vuelve
de una importancia fundamental debido a que estas
deben tener el espesor y el tamaño suficiente como
para poder resolver los problemas que surjan durante
la reducción y/o adelgazamiento final. Aquí entonces
también podríamos distinguir a los talladores menos
hábiles de los expertos, ya que desde la elección de
los percutores necesarios para realizar el trabajo (Nami
1994) hasta el adelgazamiento y la simetría de la pieza
podrían diferenciar a un tallador experto de un tallador
con menor habilidad técnica o pericia (Figura 1). Se
tendrán en cuenta las etapas propuestas por Callahan
(1979) y retomadas por Kelly (1988), Nami (1983,
1986, entre otros) y otros autores para la reducción y
adelgazamiento de las piezas bifaciales.
Figura 1. Eje de simetría propuesto para bifaces. Modificado
de Callahan (1979).
Sección transversal: en el caso de esta variable, se
consigna la sección transversal según Aschero (1975,
1983). Esta variable resulta de interés debido a que la sección que se quiere lograr debe estar pensada
desde el principio del proceso de talla de un bifaz,
la sección biconvexa es difícil de lograr. La elección
de la lasca o de la forma base también es un proceso
difícil. Uno de los pasos que hace que sea más fácil
lograr la sección transversal deseada es utilizar una
lasca espesa que presente una sección cercana al producto
deseado (Callahan 1979; Nami 1984; Whitaker
1994). Para esta variable se tendrán en cuenta los
mismos recaudos que para la simetría con respecto a
los estadios de reducción de los bifaces. En las piezas
bifaciales, variables tales como sección transversal,
simetría, espesor y ángulo medido, son de suma importancia
(Callahan 1979), ya que permiten englobar
a las piezas dentro de los estadios de manufactura de
las piezas bifaciales y, al mismo tiempo, nos informan
acerca de la pericia de quienes produjeron esos bifaces.
Como se planteara en las descripciones anteriores,
mantener los ángulos correctos en las plataformas, así
como mantener la sinuosidad correcta de la arista para
reducir o adelgazar las piezas implica conocimientos
técnicos (elección del tipo de percutor a utilizar, peso
del percutor adecuado, dureza, entre otras) y destreza
para la talla.
Regularidad del borde y de la arista activa y conformación
del borde o superficie: Se consignó la regularidad
de la arista en el sentido utilizado por Aschero
(1975, 1983). En el caso de la reducción bifacial, el
lugar de ubicación de la plataforma, así como el aislamiento
(isolation) sumado al ángulo, son de suma
importancia y deben ser bien manejados por el tallador.
Como plantea Callahan (1979), si durante la
preparación de la plataforma en la reducción bifacial
la agudeza de la arista o borde es demasiada o, por
el contrario, es muy roma, el filo puede colapsar, en
el primer caso, o tener una resistencia excesiva que
derivaría en "acharnelar" ese borde sin poder extraer
la lasca de reducción deseada, en el segundo. Lo mismo
sucede con el ángulo y el lugar de la plataforma.
Solucionar los problemas causados por estos errores
implica un conocimiento técnico que, en el caso de
los talladores menos expertos, podría incidir en sus
productos finales.
Finalizada por adelgazamiento o reducción: en esta
variable se contempla si la pieza fue finalizada por
adelgazamiento o reducción bifacial. Para definir esta
variable se tuvo en cuenta el trabajo de Aschero y
Hocsman (2004). Para esto, se observó si los lascados
sobrepasaban el centro de la pieza.
En suma, las variables analizadas permitirían identificar
distintos grados de destreza técnica en el adelgazamiento
y la reducción de las piezas.
Como se destacó más arriba, en el caso de los talladores inexpertos, el trabajo de adelgazamiento y finalización de las piezas trabajadas con la técnica de talla bifacial se vuelve complejo. En estos casos la simetría se vuelve una variable crítica, así como llegar al espesor deseado. La conjunción de las variables simetría, espesor, sección transversal y regularidad de la arista (particularmente la sinuosidad), permitirían definir la pericia técnica de los talladores actuantes (Bamforth y Hicks 2008; Galarce 2008; Mc Call 2011; Reynolds 2011). En este sentido, en el caso de los artefactos producidos por talla bifacial se cruzaron las variables espesor máximo y ancho máximo ya que, de acuerdo con algunos autores (Galarce 2008), la pericia técnica podría observarse en los valores que se separan de la media. Para el caso de la simetría, se consignaron valores numéricos para poder luego cruzarla con las variables mencionadas anteriormente, siendo 1 cuando la pieza se consideró simétrica y 2 cuando era asimétrica.
RESULTADOS
La adquisición de técnicas relacionadas con la producción lítica está influenciada por una gran variedad de factores, que incluyen riesgos, el valor que se le da a la materia prima, su disponibilidad y su capacidad de ser reciclada así como una variedad de factores sociales (Ferguson 2008). En este sentido, la experimentación puede darnos las herramientas necesarias para acceder a cierto tipo de información que, como plantea Nami (2007), de otro modo pasaría inadvertida y, al mismo tiempo, nos sirve de base para la interpretación posterior y para plantear nuevas hipótesis para testear a partir del análisis de material arqueológico.
Núcleos de lasca
El conjunto experimental se compone de nueve núcleos
(tres de cada uno de los talladores). Se proveyó
a cada uno de nódulos angulares de vidrio industrial
y relativamente homogéneo, que tenían diferentes tamaños.
Los percutores utilizados fueron duros y blandos,
tanto de piedra como asta y hueso, cuyos pesos
pueden observarse en la Tabla 2.
Tabla 2. Pesos de los percutores utilizados. Las medidas están
expresadas en gramos.
Una de las expectativas con relación a los núcleos era observar una mayor cantidad de errores de talla en los productos de talladores con menor experiencia (plataformas con exceso de machacado, charnelas y quebraduras en las extracciones, entre otros) y un abandono prematuro de aquellos. Para evaluarlas, se consideraron los ángulos de las plataformas al momento de descarte, y si estas se encontraban agotadas o no. En la Tabla 3 pueden observarse los ángulos medidos de las plataformas de cada uno de los núcleos, así como su estado y tipo por tallador (el tallador 1 es el que tiene mayor experiencia, el tallador 2 presenta experiencia media; mientras que el 3 es inexperto). Se tomaron únicamente los núcleos enteros y se descartaron los fracturados, por lo que el total de la muestra se redujo a 6.
Tabla 3. Composición de la muestra de núcleos enteros por
estado de la plataforma (n = 6).
Se destacan, en el caso del tallador 1, los ángulos cercanos y superiores a 90°. En el caso de los talladores 2 y 3, los núcleos son potencialmente utilizables. Esto quiere decir que las plataformas no se encuentran agotadas y que, salvando los errores que se observan, podrían seguir siendo útiles para la extracción de lascas. En la Tabla 4 se observa la razón entre la cantidad de charnelas y la cantidad de extracciones (bocas de lascado) que se observan en la última plataforma activa para cada uno de los talladores. Llaman la atención los valores de los talladores 2 y 3, cercanos a 1; mientras que, en el caso del tallador 1 los valores se alejan. Esta medida, a la que se llamará eficiencia, nos permite diferenciar a los talladores por su pericia técnica; es decir, por su eficiencia para la talla lítica. Entonces, los valores más cercanos a 1 estarían identificando una técnica menos eficiente, mientras que los más alejados serían más eficientes. Sin embargo, cabe aclarar que, para el análisis del material arqueológico, deberán tenerse en cuenta variables como las características de las materias primas utilizadas, la ubicación de las fuentes de estas, etc. En este sentido, como se mencionara en los acápites anteriores, en lugares con disponibilidad de materia prima, podría suceder que se trabajara de forma más expeditiva, por lo que deben tenerse en cuenta las características específicas de cada conjunto.
Tabla 4. Razón entre cantidad de charnelas y
extracciones por plataforma de percusión.
Análisis de bifaces experimentales
El conjunto experimental se compone de cinco bifaces
producidos por talladores sin experiencia previa
en la talla lítica. La materia prima sobre la que fueron
confeccionados es ortocuarcita de la formación Sierras
Bayas. Para la realización de los bifaces se partió de
lascas angulares espesas y lascas primarias obtenidas
de jornadas anteriores de talla y, en algunos casos,
proporcionadas por talladores con más experiencia.
Los tamaños iniciales pueden observarse en la Tabla
5. El objetivo de estas jornadas de talla fue obtener
artefactos producidos por talla bifacial o bifaces en
un sentido estricto.
Tabla 5. Tamaños absolutos iniciales. Las medidas están
expresadas en milímetros. Exp.: experimental.
Como se mencionara anteriormente, una de las variables que se consideró como clave es la simetría, esta variable fue cruzada con el espesor. En la Tabla 6 pueden observarse los valores de las variables mencionadas. Se destaca que los bifaces analizados se encuentran en los primeros estadios de formatización y que muchas de las características observadas coinciden con las expuestas por Callahan (1979) y retomadas por Nami (1983, 1986 y 2003, entre otros) para la reducción y posterior adelgazamiento bifacial. Los artefactos analizados se encuentran en los estadios 2 y 3 (Callahan 1979); es decir, se encuentran en las primeras etapas de adelgazamiento. Asimismo, en las figuras 2 y 3 se puede observar que, en el caso de la agudeza del borde de las piezas, todas presentan una característica definida por Callahan (1979): ángulos muy abruptos que presentarían excesiva resistencia, lo que causa, durante el proceso de talla, lascas muy cortas, que no permitirían adelgazar el borde. Sin embargo, como puede observarse en la Figura 2, estos presentan una cantidad importante de charnelas y melladuras en las aristas. Por otro lado, en algunos casos se observan características de la cara ventral de las formas base, lo que demostraría una impericia para eliminar los bulbos. En el material analizado, la cara ventral de las lascas no puede adelgazarse por completo y el bulbo se presenta como un escollo que no puede eliminarse. Más allá de esto, es necesario ampliar la muestra para poder inferir patrones claros sobre el trabajo de talladores con menor pericia. Otra característica que se destaca de la observación macroscópica del material es que la mayoría de los lascados de formatización no logran superar el centro de la pieza y, como se observa en la Figura 3 (foto con detalle de los bifaces y sus lascados), muchas veces se encuentran restringidos a los bordes.
Tabla 6. Relación simetría-espesor.
Ref.: RByAA: regularidad
del borde y arista activa. 2 = asimétrico, 3 arista irregular, D:
borde irregular, arista sinuosa irregular (tomados de Aschero
1975, 1983). Las medidas del espesor están expresadas en
milímetros. Exp.: experimental.
Figura 2. Fotografía del material experimental. Las fechas indican
los errores de talla observados: charnelas, melladuras de la arista,
machacados y lascados que no llegan a invadir la totalidad de la cara
de la pieza.
Figura 3. Fotografía del material experimental. Vista de
aristas y machacados.
En esos
casos, la cantidad de charnelas aumenta. Como ya se
mencionó, el trabajo no logra invadir todas las caras
y, por otro lado, no puede adelgazarse la pieza. Los
ángulos en los que se produjeron los golpes no fueron
los correctos (esto es entre 130° sensu Callahan
1979), por lo que los bordes pueden llegar a colapsar,
lo que no permite obtener las lascas necesarias para
adelgazar la pieza. Mantener la sinuosidad de la arista
se vuelve difícil y terminan mellándose y se genera
una serie de charnelas que impiden finalizar la pieza
(Figuras 2 y 3).
Por otro lado, como se observa en la Tabla 7, en los
ángulos medidos del material analizado predominan los cercanos a 80°. En esta misma tabla pueden observarse
las medidas absolutas del material analizado.
En este caso, las piezas fueron abandonadas frente a
la imposibilidad de continuar con la tarea de adelgazamiento
y, en algunos casos, por la existencia de
múltiples charnelas que no podían ser solucionadas.
Algunos de los errores que se observaron fueron plataformas
demasiado demarcadas (aristas que se exceden
en su sinuosidad) o demasiado estrechas, lo que causaría mayores errores (Callahan 1979). Como se
mencionó en el caso de los núcleos, debe tenerse en
cuenta, en el caso de los conjuntos arqueológicos, el
contexto de procedencia y las múltiples causas que
pueden hacer que una pieza de este tipo sea abandonada.
Al mismo tiempo, las piezas pueden haber
sido descartadas por fracturas durante el proceso de
manufactura o por los errores mencionados más arriba,
debido a la falta de experiencia del tallador para resolverlos.
O simplemente se las abandonó para retomarlas
en algún otro momento.
Tabla 7. Tamaños absolutos y ángulos en bifaces
experimentales. Las medidas están expresadas en milímetros
y en grados.
Ref.: sección transv.: sección transversal. F2:
Plano-convexa irregular, E2: biconvexa asimétrica irregular.
Ang. med.: ángulo medido. Exp.: experimental.
En síntesis, la experimentación realizada muestra la posibilidad de establecer, por medio del análisis de núcleos de lasca y artefactos producidos por talla bifacial, características que podrían adscribirlos a distintos niveles de habilidad técnica para la talla lítica. Esta muestra denota una tendencia que podrá evaluarse en la realización de próximas experimentaciones aumentando la muestra y la cantidad y calidad de materias primas testeadas.
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Una parte de la información que podría transmitirse a través del material lítico y que sería factible de recuperar arqueológicamente (trabajando en la pequeña escala) serían los episodios de aprendizaje de talla lítica. El proceso de reducción de un instrumento implica un saber cómo (know how) realizar esas actividades. Ahora bien, este saber cómo debe ser transmitido en algún momento para que no se pierda dentro de la trayectoria de un grupo. Aprendizaje y conocimiento, entonces, implican relaciones entre los individuos y su contexto social (Lave y Wenger 1991). Entonces, la adquisición de habilidades técnicas es un proceso que implica el aprender cómo actuar para resolver los problemas que se plantean durante la talla más que una cuestión relacionada únicamente con fórmulas motoras (Grimm 2000; Stout 2002). El acto de aprender a tallar involucra aprender a "[...] percibir las posibilidades de acción reforzadas por las relaciones entre los objetos (Lockman 2000) a través de la unión dinámica de la percepción y la acción [...]" (Stout 2002: 694). El aprendizaje ocurre, de esta forma, a través de la relación de los aprendices con la práctica de los expertos. Y es a través de ella que se genera, también, un sentimiento de comunidad. Podríamos pensar estas evidencias de aprendizaje de distintas formas de tallar, como indicadores de las redes sociales más pequeñas: esto es, la red íntima y la efectiva. En el acápite de discusión se mencionaron los resultados obtenidos para los desechos de talla. En publicaciones previas (Sacchi 2009b, 2010) se destacaron las diferencias observadas entre los talladores en la relación ancho/espesor de talones, y se pudo identificar que los talladores con menor experiencia obtuvieron talones más anchos y espesos (Figuras 4 y 5).
Figura 4. Comparación entre los distintos espesores de
talón. En el grupo de los espesores mayores a 13 mm se
consignaron los comprendidos entre 13 y 25 mm.
Figura 5. Intervalos de ancho de talón comparando a los tres
talladores. N = 233.
Otra diferencia que llamó la atención es la presencia
de marcas de impacto en los talones, variable
que muestra altos porcentajes en el material tallado
por inexpertos. Por último, es interesante el resultado
obtenido en la comparación de terminaciones, que
presenta, en el caso del tallador experto, un alto porcentaje
de terminaciones agudas; mientras que los talladores
menos hábiles tienen una mayor diversidad y
un porcentaje más alto de terminaciones en charnela
y fracturadas (Sacchi 2009b, 2010).
En el caso de los núcleos, si bien la muestra utilizada
es pequeña, de la comparación entre cantidad
de charnelas y cantidad de extracciones observables
(resultado al que se denominó eficiencia) surgieron
diferencias entre los talladores con menor experiencia
y el experto, que presentaba valores más cercanos a 0,
mientras que los primeros tenían valores más cercanos
a 1 (Tabla 4). Este resultado sugiere que el tallador más
hábil tendría una mayor eficiencia en el manejo de
los núcleos, mientras que los talladores 2 y 3, serían
menos eficientes. Otra característica que vale la pena resaltar del análisis de los núcleos experimentales es
su estado y su ángulo. Surgen diferencias entre los
talladores menos hábiles y el experto (Tabla 3). En los
talladores con menor habilidad se observa una tendencia
al abandono cuando los ángulos no superan
los 90° y las plataformas se presentan parcialmente
agotadas o activas.
Para las piezas bifaciales la muestra analizada es
pequeña. Se torna necesario ampliarla y realizar mayores
testeos, que amplíen las materias primas analizadas.
Sin embargo, se destaca una cantidad importante
de charnelas y de melladuras en las aristas. Por otro
lado, en algunos casos se observan características en
la cara ventral de las formas base, lo que demostraría
una impericia para la eliminación de los bulbos.
Asimismo, la mayoría de los lascados de formatización
no logran superar el centro de la pieza y se encuentran
restringidos a los bordes. Más allá de esto, deben
considerarse los distintos estadios en la etapa de
formatización de los bifaces, ya que en los conjuntos
arqueológicos podemos esperar encontrar bifaces en
distintas etapas de manufactura. En este caso destacamos
lo planteado por Galarce (2008) que, al analizar
conjuntos de puntas de proyectil de los sitios 226-5
y Le-2 en el centro de Chile, presta especial atención
a los atributos relacionados con la terminación de las
piezas y la simetría. Sin embargo, en este caso particular
debe prestarse atención a la vida útil de las puntas
de proyectil y a los procesos de mantención de esta,
ya que su reactivación y reciclaje incide en el grado
de simetría. Más allá de esta salvedad, es interesante
la definición de pericia técnica que brinda el autor.
Esta se encuentra relacionada con mayor variación en
cuanto a espesores de las piezas y simetría. En este
sentido, el autor puede identificar tres tipos de talladores:
los expertos, los talladores con menor pericia
y los aprendices (Galarce 2008). Por otro lado, debe
tenerse en cuenta que, como plantea Hocsman (2006),
la confección de bifaces implica destreza en la talla.
Como se mencionara en el acápite de metodología,
se decidió trabajar con la variable simetría porque
se consideraba que los talladores menos expertos no
manejarían la habilidad de visualizarla y de crear bordes
regulares (Toth y Schick 1998 en Hocsman 2006).
Anteriormente se discutió sobre las formas de hacer
que definen a un tallador experto y a un inexperto; lo
que los define también son sus habilidades motoras
y perceptivas, en el sentido de poder idear la pieza
que habrán de confeccionar (Stout 2002). Sobre esto,
los resultados obtenidos por Hocsman (2006) para
el análisis de bifaces del área de Antofagasta de la
Sierra en Catamarca presentan muchas similitudes
con el material experimental (Figuras 2 y 3): el autor
observa en los bordes presencia de machacados,
fracturas y sobreengrosamiento; así como, en las extracciones
realizadas en la cara de los bifaces, terminaciones
en charnela y quebradas y negativos de
lascado "estallados", sumados a la falta de simetría en
el plano longitudinal y a las aristas sinuosas irregulares
(Whittaker 1994; Finlay 1997; Grimm 2000; Stout
2002; Hocsman 2006, entre otros). Como se mencionó
en el acápite de resultados, los ángulos de los bordes
deberían rondar los 40 y los 60°, mientras que en los
bifaces experimentales superan ese número. Los negativos
de lascado no llegan al centro, y las plataformas
no se encuentran correctamente preparadas. Las piezas
analizadas presentan curvaturas que combinan el exceso
de convexidad, en algunos casos, como bordes
demasiado cóncavos para tallar (Figuras 2 y 3).
CONSIDERACIONES FINALES
Si entendemos al análisis lítico como un rompecabezas
(Carr y Bradbury 2006), el trabajo experimental
le aporta una parte importante ya que, a partir del
análisis paso a paso, podemos pensar posibles soluciones
para armar los rompecabezas –puzzles– con los
que nos encontramos en nuestro registro material. En
distintas publicaciones se discutió sobre el tema de las
características de los productos de talla de "aprendices"
(Pigeot 1990; Karlin y Julien 1994; Finlay 1997;
Grimm 2000, entre otros). En trabajos anteriores se
planteó la utilización del término talladores inexpertos
como sinónimo de aprendices, porque refiere a
diferentes grados de experiencia en la práctica de la
talla lítica (Sacchi 2009b, 2010). Si bien en la mayoría
de los trabajos se habla de niños, se considera que, a
partir de discutir la habilidad técnica de los talladores
intervinientes, la categoría se amplía y puede abarcar
grupos mayores y no simplemente "niños", sino que
puede abarcar tanto a "niños" como a adolescentes
y a adultos, dependiendo del grado de experiencia
que posean y también el grado de habilidad, ya que
pueden existir casos de grandes talladores que, debido
a enfermedades u otros problemas, hayan perdido sus
capacidades motoras y, por lo tanto, su habilidad para
la talla haya disminuido. Así como personas que nunca
consiguieron obtener la pericia necesaria para definirse
a nivel material como expertos. Por otra parte, esta
discusión no deja de lado la cuestión sobre la posibilidad
de identificar a distintos actores como productores
del registro arqueológico sino que la profundiza.
De acuerdo con las habilidades técnicas, una de las
diferencias esperables en el material de aprendices y
expertos sería el control sobre el material con el que se
trabaja. En el caso de los desechos de talla se esperaría
encontrar en la talla de aprendices evidencias de fuerza
excesiva en los golpes, como por ejemplo bulbos
de percusión muy espesos y marcados, lo que puede
deberse a la utilización de un percutor inadecuado para
el tipo de trabajo a realizar o a golpes muy fuertes. Otra
característica esperable en los trabajos de talladores con
poca experiencia es la inclinación de la plataforma de percusión. Se esperaría que estas fueran muy oblicuas
debido a que el ángulo elegido para el golpe no es el
más adecuado, esto, sumado al espesor de los talones,
evidenciaría poca experiencia en la práctica de talla
(Bodu et al. 1990). En este caso, se prefiere el término tallador inexperto al de aprendices, ya que no denota
una categoría etaria, y puede tratarse tanto de un niño
como de un adulto. Por otra parte, este término permite
referirse a los diferentes grados de experiencia en la
práctica de la talla lítica (Sacchi 2009b, 2010).
Como se planteó, adquirir destrezas para tallar es
un proceso complejo que demanda la interacción de
diferentes tipos de conocimiento, desde ideas que son
más bien teóricas hasta la habilidad práctica de las
acciones motoras necesarias para la talla. Cómo sostener
los instrumentos, el tipo de percutor a utilizar, las
direcciones en las que deben golpearse los núcleos y
el control de la fuerza son cuestiones que se aprenden
con la práctica, ya sea por instrucción o por imitación.
Si el aprendizaje se producía dentro del círculo
más cercano y por grupos de edad -como se observa
etnográficamente (Bodu et al. 1990; Stout 2002)-, se
esperaría un nivel técnico acorde con distintos grupos
de edad. En cuanto a los niveles técnicos o de
competencia en la talla lítica, Pigeot (1990) distingue
tres niveles, que se reflejan en la habilidad para manufacturar
hojas. Podrían dividirse en: expertos (best
technician), talladores mediocres (less talented technicians)
y aprendices/debutantes. En este último caso, el
proceso para formatizar los núcleos fue realizado de
manera completa, y tanto el objetivo como los gestos
técnicos necesarios para la reducción parecen ser, en
sí mismos, insuficientes para desarrollar la tarea (Pigeot
1990). En el caso de los núcleos experimentales analizados,
arrojaron evidencias que permiten definir, de
acuerdo con la eficiencia para la talla, talladores con
mayor y menor habilidad (Tabla 4).
Ahora bien, se destaca que los talladores 2 y 3 que,
en líneas generales, mostraron una mayor cantidad de
errores de talla que el tallador 1 (experto), presentan
valores más cercanos a 1 (Tabla 4). Estos casos representarían
lo que anteriormente llamamos talladores
mediocres siguiendo la propuesta de Pigeot (1990).
Retomando lo expuesto anteriormente, las colecciones
experimentales fueron creadas con un propósito,
el de observar evidencias de habilidades diferentes
para tallar, y las lascas producto de esas experiencias
fueron separadas y analizadas. Entonces, el origen
de los conjuntos analizados también pudo influir en
los resultados obtenidos. Los procesos posdepositacionales
en los sitios, las formas de recolección de
los materiales y, como se mencionara más arriba, el
acceso a la materia prima. Una diferencia que podría
establecerse, como plantean Stout (2002), Reynolds
(2011) y otros autores respecto del trabajo experimental,
es que en él, los talladores no tuvieron problemas de acceso a la materia prima. Stout (2002) plantea
que "debemos preguntarnos cuán selectivos fueron
los talladores y cuáles fueron las condiciones y los
problemas que tuvieron en localizar, identificar y explotar
las materias primas que deseaban" (Stout 2002:
704). Para los aprendices, o para los más inexpertos
o menos hábiles, debía volverse más difícil. Por
eso consideramos que trabajarían en materia prima
de origen local o inmediatamente disponible. En el
material analizado, la mayor recurrencia de errores
en los desechos y en núcleos sustenta esta idea. Sin
embargo, como se mencionara anteriormente, debe
tenerse en cuenta la base de recursos de los sitios
analizados, y ponerse en relación con el análisis
realizado. Materias primas de calidad media a escasa
pueden generar errores, incluso al ser talladas
por expertos; no obstante, considerar el análisis de
desechos de talla y núcleos en conjunto ayudaría a
descartar estos condicionantes. Más allá de esto, la
equifinalidad en la formación de los conjuntos siempre
debe ser tenida en cuenta ya que, en contextos
donde la materia prima es abundante, puede darse un
tratamiento expeditivo de los núcleos, y entonces ser
descartados cuando aún no se encuentran agotados.
Por otro lado, otro problema que podría aparecer
dentro del análisis de contextos arqueológicos sería
la conjunción de materias primas de baja calidad
y talladores con menor habilidad. En el caso de la
talla bifacial, la selección de la forma base es también
crítica. Seleccionar las materias primas óptimas
para la actividad a desarrollar no implica destreza
manual; sin embargo, obtener una forma base lo suficientemente
buena para realizar un artefacto por
talla bifacial implica cierta habilidad. Estas salvedades
deben tenerse en cuenta a la hora de aplicar estas
variables al material arqueológico.
Una última cuestión a tener en cuenta acerca
de las habilidades técnicas y los talladores es que
debemos considerar que la variabilidad que observamos
en los conjuntos puede deberse a habilidad
o a estilos personales diferentes, como por ejemplo
lo planteado por Weedman (2002), entre otros
autores. Entonces, cuando realizamos los análisis
de material y observamos conjuntos que se definen
como "toscos" y otros que se definen como "precisos",
¿qué estamos definiendo? Considero que aquí
el trabajo realizado en experimentación (Apel 2008;
Bamforth y Hicks 2008; Bleed 2008; entre otros)
y las observaciones etnoarqueológicas (Stout 2002;
Weedman 2002, entre otros) ayudan a entender que,
como plantea Nami, en las sociedades cazadoras
recolectoras, se puede notar que la transmisión del
conocimiento empírico por los mecanismos de información
encierra no sólo los transmitidos por la
palabra, sino también por la observación y participación
interactiva de los miembros del grupo que comparte
un paradigma tecnológico. Podemos encontrar innumerables referencias acerca de cómo las técnicas
se transmiten de mayores a menores mediante
juegos, observación y otros medios de comunicación
humana oral y gestual (Nami 1994).
Aquí es donde entra en circulación la información
en un nivel micro, o, como plantea Gamble (1993a y
b, 1998, 1999), en la red íntima. Esta red formada por
el grupo más cercano sería en la que se produciría este
tipo de intercambio, y representa la primera red de
seguridad de los individuos; en ella se obtiene la asistencia
material y emocional necesaria para el desarrollo.
Aprender y enseñar son fundamentales a la adaptación
humana, a la socialización, al cambio cultural y, en un
nivel más amplio, a la producción y reproducción de
cultura en una sociedad (Pelissier 1991).
Para finalizar, cabe destacar que en el material realizado
por talladores con ninguna o poca experiencia
de talla existían algunas recurrencias en cuanto a tipos
de talones presentes y a las marcas de impacto en las
plataformas de percusión. De esto se desprende que
una característica importante de los desechos producidos
por talladores inexpertos estaría relacionada con
el mal manejo de la fuerza, evidenciada a partir de las
marcas de los golpes y el machacamiento de los talones.
Por otro lado, se destaca que los errores de manufactura,
como por ejemplo, errores de terminación
(charnelas y quebraduras) y astillamiento de talones,
así como puntos de percusión muy marcados, pueden
deberse a la falta de experiencia del tallador (Sacchi
2009b, 2010, 2011). Sin embargo, en la muestra de
desechos analizada, los atributos asociados al bulbo
de percusión, como estrías y ondas, se encuentran
sobrerrepresentados. Esto puede deberse a las características
propias del vidrio, por lo que en una etapa
próxima se realizará un trabajo semejante con materias
primas que fueran utilizadas para tallar por parte de los
grupos humanos del pasado (Sacchi 2009b). Por otro
lado, la adquisición de estas habilidades es un proceso
que implica aprender cómo actuar para resolver los
problemas que se plantean durante la talla más que
una cuestión relacionada únicamente con fórmulas
motoras (Grimm 2000; Stout 2002). Más allá de esto,
deben realizarse otras experiencias de control para
observar los fenómenos que puedan generar resultados
similares a los observados en material arqueológico.
Ya que, "la interpretación en la arqueología experimental
involucra la búsqueda de posibilidades o más
explícitamente probabilidades y no pruebas" (Callahan
1981, en Nami 2007: 19), además de generar hipótesis
a ser contrastadas en el registro arqueológico.
Por otra parte, es necesario realizar previamente un
análisis de las evidencias arqueológicas recuperadas
en los sitios para ver qué tipo de producción se está
llevando a cabo en ellos. El contexto de hallazgo de
los desechos e instrumentos debe ser tenido en cuenta
ya que, por ejemplo, en contextos de talla bifacial,
los talones facetados serían predominantes. Teniendo
en cuenta esto, es necesario realizar este mismo análisis
en productos bifaciales para así poder establecer
posibles características de talla de aprendices en este
tipo de productos.
Por otro lado, se decidió no hablar de aprendices,
ya que el término connotaba un grupo de edad particular:
los niños. Si bien es importante reconocer a
los niños como productores y consumidores de cultura
material (Politis 1998, 1999), aquí consideramos mejor
trabajar con el concepto de talladores inexpertos y
con el de pericia técnica, que permiten definir a los
actores de acuerdo con los distintos grados de habilidad.
En este sentido, se sigue la propuesta de Pigeot
(1990), así como la definición de pericia propuesta
por Galarce (2008). Se tomó esta decisión ya que,
como se mencionara en la discusión, un eximio tallador
puede, por diferentes cuestiones, ver desmejorada
su habilidad para la talla, y producir así una mayor
cantidad de errores. Aquí el índice de eficiencia para
la talla sirvió para definir las habilidades de los tres
talladores experimentales.
En este trabajo se buscó, a partir del análisis de
un grupo de variables en núcleos de lasca y artefactos
producidos por talla bifacial, sumada a resultados
anteriores obtenidos en desechos de talla, evaluar su
pertinencia para identificar habilidades para la talla
lítica. De acuerdo con lo observado, estas variables
serían de utilidad, pero es necesario realizar nuevas
experimentaciones.
Agradecimientos
A mi directora, la Dra. Cecilia Pérez de Micou. A Teresa Civalero. Al equipo de talladores. Damián Bozzuto y Leonardo S. Paulides. A los tres evaluadores de este trabajo, cuyos comentarios enriquecieron el producto final. Este trabajo fue posible gracias a la financiación de la UBA a través de una beca de doctorado. Los proyectos marco fueron financiados por la UBA, UBACyT F 131 dirigido por la Dra. Cecilia Pérez de Micou, y la ANPCyT, PICT 06/2488, dirigido por el Lic. Carlos Aschero.
REFERENCIAS CITADAS
1. Apel, J. 2008. Knowledge, know-how and raw material. The production of late Neolithic flint daggers in Scandinavia. Journal of Archaeological Method and Theory 15: 91-111.
2. Aschero, C. A. 1975. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. Informe presentado al CONICET. MS.
3. Aschero, C. A. 1983. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos. Apéndice A y B. Cátedra de Ergología y Tecnología. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. MS.
4. Aschero, C. A. y S. Hocsman 2004. Revisando cuestiones tipológicas en torno a la clasificación de artefactos bifaciales. En Temas de arqueología. Análisis lítico, compilado por A. Acosta, D. Loponte y M. Ramos, pp. 7-26, Sociedad Argentina de Antropología-Secretaría de Cultura de la Nación- Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL)-Universidad Nacional de Luján, Buenos Aires.
5. Bamforth, D. B. y K. Hicks 2008. Production skill and paleoindian workgroup organization in the Medicine Creek drainage, South western Nebraska. Journal of Archaeological Method and Theory 15 (1): 132-153.
6. Bellelli, C. T, A. G. Guráieb y J. A. García 1985-1987 Propuesta para el análisis y procesamiento por computadora de desechos de talla líticos (DELCODesechos de Talla Líticos Computarizados). Arqueología Contemporánea 2 (1): 36-53.
7. Bleed, P. 2006 Sequences have Length and Breadth and Both Matter: Some Thoughts on Addressing Cognition with Sequence Models. Electronic Symposium "Core Reduction, Châine Opératoire, and Other Methods: The Epistemologies of Different Approaches to Lithic Analysis". 71 Annual Meeting of the Society for American Archaeology. San Juan, Puerto Rico.
8. Bleed, P. 2008. Skill Matters. Journal of Archaeological Method and Theory 15 (1): 154-166.
9. Bodu, P., C. Karlin y S. Ploux 1990 Who is who? The Magdalenian flintknappers of pincevent. En The Big Puzzle, editado por E. Cziesla, S. Eischoff, N. Arts y D. Winters, pp. 143-163. Holos, Bonn.
10. Callahan, E. 1979. The basics of biface knapping in the eastern fluted point tradition: a manual for flintknappers and lithic analysts. Archaeology of Eastern North America 7 (1): 1-180.
11. Carballido, M. 2004 Tendencias Temporales y tecnología lítica en Campo Moncada 2 (Piedra Parada, Chubut). Su evaluación a partir de los desechos de talla. En Contra viento y marea. Arqueología de Patagonia, editado por M. T. Civalero, P. M. Fernández y A. G. Guráieb, pp. 45-56. INAPL-Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires.
12. Cardillo, M. y V. Nuviala 2004 Análisis de la diversidad y distribución de núcleos en el área costera de San Julián. Implicancias para el estudio de las estrategias de producción y uso de artefactos líticos. Trabajo presentado a las Primeras Jornadas de Jóvenes Investigaciones en Ciencias Humanas, Bahía Blanca (PDF).
13. Carr, P. y A. Bradbury 2006 Learning from Lithics. Electronic Symposium "Core Reduction, Châine Opératoire, and Other Methods: The Epistemologies of Different Approaches to Lithic Analysis". 71 Annual Meeting of the Society for American Archaeology. San Juan, Puerto Rico.
14. Civalero, M. T. 2006. De roca están hechos: introducción a los análisis líticos. En El modo de hacer las cosas, editado por C. Pérez de Micou, pp. 35-65. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
15. Dobres, M-A. 1999a Of Paradigms and Ways of Seeing. En Material Meanings. Critical Approaches of Material Culture, editado por E. S. Chilton, pp. 7-23. The University of Utah Press, Salt Lake City.
16. Dobres, M-A. 1999b Technology's Links and Châines: The Processual Unfolding of Technique and Technician. En The Social Dynamics of Technology: practice, politics, and world views, editado por M. Dobres y C. Hoffman, pp. 124- 146. Smithsonian Institution Press, Washington.
17. Dobres, M. y C. Hoffman 1994 Social Agency and the dynamics of prehistoric technology. Journal of Archaeological Method and Theory 1: 211-258.
18. Ferguson, J. R. 2008. The When, Where, and how of Noveces in Craft Production. En Journal of Archaeological Method and Theory 15: 51-67.
19. Finlay, N. 1997 Kid Camping: the missing children in lithic analysis. En Invisible people and processes. Writing Gender and Childhood into European Archaeology, editado por J. Moore y E. Scott, pp. 203-212. Leicester University Press, Londres.
20. Franco, N. V., M. C. Cardillo y L. A. Borrero 2005. Una primera aproximación a la variabilidad presente en las puntas denominadas "Bird IV". Werken 6: 81-96.
21. Galarce, P. 2008. Aprendizaje y talla lítica en sociedades prehistóricas: contextos sociales y correlatos materiales. En Puentes hacia el pasado. Reflexiones teóricas en Arqueología, editado por D. Jackson, D. Salazar y A. Troncoso, pp. 93-111. Serie Monográfica N° 1 Sociedad Chilena de Arqueología, Santiago de Chile.
22. Gamble, C. 1993a Exchange, Foraging and Local Hominid Networks. En Trade and Exchange in Prehistoric Europe, editado por C. Scarre y F. Healy, pp. 35-44. Oxbow Books, Oxford.
23. Gamble, C. 1993b People on the move: interpretations of regional variation in Paleolithic Europe. En Culture transformation and interactions in Eastern Europe, editado por J. Chapman, y P. Dolukhanov, pp. 37-55. Centre for the Archaeology of Central and Eastern Europe Monograph 1. Averbury, Aldershot.
24. Gamble, C. 1998 Paleolithic Society and the Release from Proximity: A Network Approach to Intimate Relations. World Archaeology 29 (3): 426-449.
25. Gamble, C. 1999 The Paleolithic Societies of Europe. Cambridge University Press, Cambridge.
26. Grimm, L. 2000 Apprentice flintknapping. Relating material culture and social practice in the Upper Paleolithic. En Children and Material Culture, editado por J. Sofaer, pp. 153-171. Londres, Routledge.
27. Hocsman, S. 2006. Producción lítica, variabilidad y cambio en Antofagasta de la Sierra -ca. 5500-1500 AP-. Tesis Doctoral inédita. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, La Plata.
28. Ingold, T. 1986 Territoriality and tenure: the appropriation of space in hunting and gathering societies. En The appropriation of nature, editado por T. Ingold, pp. 136- 164. Manchester University Press, Manchester.
29. Gamble, C. 1990. Society, nature and the concept of technology. Archaeological Review from Cambridge 9: 5-17.
30. James, A., C. Jenks y A. Prout . 1998. Theorizing Childhood. Polity Press, Cambridge.
31. Karlin, C. y M. Julien 1994. Prehistoric Technology: a cognitive science? En The ancient Mind: Elements of cognitive archaeology, editado por C. Renfrew y E. B. W, Zubrow, pp. 152- 164. Cambridge University Press, Cambridge.
32. Kelly, R. L. 1988. The Three Sides of a Biface. American Antiquity 53: 717-734.
33. Knetch, H. 1997. The History and Development of Projectile Technology Research. En Projectile Technology, editado por H. Knetch. Plenum Press, Nueva York.
34. Lave, J. y E. Wenger 1991. Situated Learning: Legitimate Peripheral Participation, Cambridge University Press, Cambridge.
35. Mithen, S. J. 1994. Technology and society during the Middle Paleolithic. Cambridge Archaeology Journal 4: 4-31.
36. Nami, H. G. 1982 La arqueología experimental: Nota introductoria. Enfoque Antropológico 1: 1-10.
37. Nami, H. G. 1983. La experimentación aplicada a la interpretación de artefactos bifaciales: un modelo de manufactura de las puntas de proyectil de los niveles inferiores del Alero Cárdenas, provincia de Santa Cruz. Tesis de Licenciatura inédita. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
38. Nami, H. G. 1984. Algunas observaciones sobre la manufactura de las puntas de proyectil de "El Volcán". PREP Informes de Investigación 1.
39. Nami, H. G. 1986. Experimentos para el estudio de la tecnología bifacial de las ocupaciones tardías en el extremo sur de la Patagonia Continental. PREP: Informes de Investigación 5.
40. Nami, H. G. 1994. Paleoindio, cazadores recolectores y tecnología lítica en el extremo sur de Sudamérica continental. En Arqueología de cazadores recolectores. Límites, casos y aperturas, compilado por J. L. Lanata y L. A. Borrero, pp. 89-103. Programa de Estudios Prehistóricos, Buenos Aires.
41. Nami, H. G. 2003. Experimentos para explorar la secuencia de reducción Fell de la Patagonia Austral. Magallania 30: 107-138.
42. Nami, H. G. 2006 Experiments to Explore the Paleoindian flake-core technology in southern Patagonia. En Skilled Production and Social Reproduction, editado por J. Appel y K. Knutsson, pp. 69-80. SAU Stone Studies 2. Societas Archaeologica Upsaliensis, Uppsala.
43. Nami, H. G. 2007. Epistemología y consideraciones sobre arqueología y tecnología lítica experimental. Publicación realizada para el Taller de Arqueología y Tecnología lítica dictado en la Universidad de San Cristóbal de Huamanga, Ayacucho, Perú, Buenos Aires.
44. Nami, H. G. 2010. Tecnología paleoindia de Sudamérica: Nuevos experimentos y observaciones para conocer la secuencia de reducción Fell. Orígenes 9: 1-40.
45. Pelissier, C. 1991. The anthropology of teaching and learning. Annual Review of Anthropology 20: 75-95.
46. Pigeot, N. 1990. Technical and social actors. Flintknapping specialist and apprentices at Magdalenian Etiolles. Archaeological Review of Cambridge 9 (1): 126-141.
47. Politis, G. 1998. Arqueología de la infancia. Una perspectiva etnográfica. Trabajos de Prehistoria 55 (2): 5-19
48. Politis, G. 1999. La actividad infantil en la producción del registro arqueológico de cazadores recolectores. Revista do Museu de Arqueología e Etnología Suplemento 3: 263-283.
49. Reynolds, C. R. 2011. Searching for skill identifiers through experimental flintknappig and a North American Archaeological Assemblage. En Pushing the envelope: experimental directions in the archaeology of stones tools, editado por G. S. Mc Call, pp. 19-38. Nova Publishers, Nueva York.
50. Sacchi, M. 2009a Al maestro con cariño. Identificando aprendices en el registro arqueológico. En Entre pasados y presentes II. Estudios contemporáneos en Ciencias Antropológicas, editado por T. Bourlot, D. Bozzuto, C. Crespo, C. Hetch y N. Kuperzmit, pp. 155-170. INAPLFundación Azara, Buenos Aires.
51. Sacchi, M. 2009b Tallando piedras, salvando errores: análisis de desechos de talla experimentales. En Arqueología de Patagonia: una mirada desde el último confín, editado por M. Salemme, F. Santiago, M. Álvarez, E. Piana, M. Vázquez y E. Mansur, pp. 383-392. Utopías, Ushuaia.
52. Sacchi, M. 2010. Exploración de variables de análisis experimentales aplicadas a material arqueológico: identificación de marcadores de pericia técnica en la talla lítica. En Arqueología argentina en el bicentenario de la Revolución de Mayo, editado por J. R. Bárcena y H. Chiavazza, pp. 49-55. Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA), Mendoza.
53. Sacchi, M. 2011. Materias primas líticas y redes sociales en los grupos cazadores recolectores de Patagonia Centro Meridional. Tesis Doctoral Inédita. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
54. Stout, D. 2002 Skill and Cognition in Stone Tool Production. An Ethnographic Case Study from Irian Jaya. Current Anthropology 43 (5): 693-721.
55. Torrence, R. 2001 Hunter-gatherer technology: macro- and microscale approaches. En Hunter-gatherers: an interdisciplinary perspective, editado por C. Panter-Brick, R. Layton y P. Rowley-Conwy, pp. 73-98. Cambridge University Press, Cambridge.
56. Weedman, K. J. 2002 On the spur of the moment: effects of age and experience on hafted stone scraper morphology. American Antiquity 67 (4): 731-744.
57. Whittaker, J. C. 1994. Flintknapping. Making and Understanding Stone Tools. University of Texas Press, Austin.
58. Wobst, H. M. 1999. Style in Archaeology or Archaeologists in Style. En Material Meanings. Critical Approaches of Material Culture, editado por E. S. Chilton, pp. 118-131. The University of Utah Press, Salt Lake City.