ESTUDIOS CLÍNICOS
Evolución de las complicaciones neurológicas en la cirugía de deformidades vertebrales en la infancia
Miguel A. Godoy, Carlos A. Tello, Ida A. Francheri, Mariano Noel, Eduardo Galaretto, Rodrigo Remondino y Ernesto S. Bersusky
Servicio de Patología Espinal, Hospital Nacional de Pediatría SAMIC "Prof. Dr. Juan P. Garrahan", Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Recibido el 4-8-2014.
Aceptado
luego
de la evaluación el 4-9-2014.
Correspondencia: Dr. Miguel A. Godoy miguel_0303072@hotmail.com
Resumen
Introducción:
Se llevó a cabo un estudio retrospectivo
descriptivo con el propósito de evaluar cómo evolucionaron
los pacientes que sufrieron trastornos neurológicos a
causa de una cirugía de las cifoescoliosis en la infancia.
Materiales y Métodos: Se evaluó a 9 pacientes sin alteraciones
neurológicas previas, que presentaron complicaciones
neurológicas luego de un procedimiento quirúrgico
por escoliosis o cifosis, operados en nuestra institución,
durante un período de 10 años.
Resultados: Las etiologías de las deformidades fueron:
4 escoliosis idiopáticas, 2 escoliosis congénitas, una secundaria
a neurofibromatosis de tipo 1, una cifosis idiopática
y una poslaminectomía por miofibrosarcomatosis.
Cinco pacientes tuvieron episodios neurofisiológicos intraquirúrgicos.
Todos requirieron, al menos, una segunda
intervención quirúrgica para solucionar su patología de
base. La lesión neurológica fue: lesión radicular (un caso)
y lesión del cordón medular (8 casos); 6 sufrieron una
lesión medular completa (75%) que se manifestó como
una paresia bilateral y 2 (25%), una lesión medular incompleta
con monoparesia, sólo 2 quedaron con vejiga
neurogénica.
Conclusión: La detección temprana de una complicación
neurológica, su diagnóstico etiológico y la resolución quirúrgica
mejoran la evolución neurológica del paciente, y
evitan la secuela o disminuyen su gravedad.
Palabras clave: Deformidad espina; Complicaciones neurológicas; Cirugía.
Nivel de Evidencia: IV
Abstract
Outcome of neurological complications in spinal deformity surgery in children
Background: A retrospective descriptive study was performed
to assess the outcome of neurological complications
due to kyphosis or scoliosis surgery in children.
Methods: Nine patients who suffered neurological complication
during kyphosis and/or scoliosis deformity surgery
operated on our institution from May 2003 to June
2013 were evaluated.
Results: Etiologies observed were: 4 idiopathic scolioses,
2 congenital scolioses, one associated with neurofibromatosis
type 1, one idiopathic kyphosis and one myofibrosarcomatosis
post-laminectomy surgery. Five patients
presented intraoperative neurological changes. All patients
needed at least a second surgical intervention to solve
the spine deformity. The topographic classification of the
neurological injury was: radicular injury (one patient);
spinal cord injury (8 patients), 6 presented complete spinal
injury (75%) which manifested with bilateral paresis
and 2 patients (25%) suffered an incomplete spinal injury
with monoparesis, only 2 stayed with neurogenic bladder.
Conclusion: Early detection of a neurological complication,
its etiological diagnosis and surgical resolution improve
neurological outcome, avoiding or reducing its sequel.
Key words: Spinal deformities; Neurological complications; Surgery.
Level of Evidence: IV
Introducción
Las complicaciones neurológicas en la cirugía de las
deformidades vertebrales son infrecuentes, pero cuando
ocurren pueden volverse cuadros devastadores para el paciente y el equipo médico. Se pueden presentar durante
las maniobras de abordaje, instrumentación y corrección.
Pueden ser provocadas por lesión traumática directa, por
hematomas intrarraquídeos o por mecanismos indirectos
de elongación que supongan isquemia del tejido neural.
A su vez, las lesiones pueden ser radiculares o medulares
con distintas repercusiones obvias. En la cirugía moderna
de estas deformidades, se cuenta con la monitorización
neurológica permanente a través de los potenciales
evocados somatosensitivos (PESS), potenciales evocados
motores (PEM) y electromiografía, lo que permite conocer
al momento las eventuales alteraciones en la conducción
nerviosa. Durante las cirugías de la cifoescoliosis,
se producen, con frecuencia, alteraciones de la monitorización
neurofisiológica, que debidas a causas variadas,
muchas veces, y según su intensidad y duración, no provocan
secuelas neurológicas. Otras veces, son de mayor
intensidad y duración, y es preciso tomar medidas anestésicas
y quirúrgicas que normalizan la situación y tampoco
evidencian secuelas posoperatorias. Sin embargo, aunque
en forma infrecuente, el paciente no recupera trazados y
latencias normales durante la cirugía y despierta con lesiones
neurológicas variadas. En otras ocasiones, puede
no presentar avisos durante la cirugía y aparecen los fenómenos
neurológicos en el posoperatorio inmediato o tardío.
Las lesiones resultantes son variadas, no es siempre
sencillo adjudicar la fisiopatología y, por ende, producen
distinta clínica, desde monoparesias hasta paraplejías en
el período agudo. Según nuestro conocimiento, no existen
muchas comunicaciones que demuestren cuál ha sido la
evolución en el tiempo de estas consecuencias neurológicas:
si han mejorado y en cuánto tiempo.
El objetivo de este trabajo es evaluar cuáles fueron las
evoluciones de los pacientes que sufrieron trastornos neurológicos
secundarios a la cirugía de las cifoescoliosis en
la infancia.
Materiales y Métodos
Se realizó un estudio retrospectivo descriptivo de los pacientes que presentaron complicaciones neurológicas luego de un procedimiento quirúrgico por escoliosis o cifosis, operados en nuestra institución, durante un período de 10 años (entre mayo de 2003 y junio de 2013).
Criterios de inclusión
Se incluyeron todos los pacientes que, luego de haber sido
sometidos a una cirugía por escoliosis o cifosis de cualquier
etiología, presentaron alguna complicación neurológica de índole
radicular, de la médula espinal o de la cola de caballo, cuyo
examen neurológico preoperatorio fue considerado normal.
Criterios de exclusión
Se excluyeron los pacientes que tenían algún déficit neurológico
en el examen clínico preoperatorio, o sufrían alguna secuela neurológica como consecuencia de su patología de base
(mielomeningocele, lipomeningocele) o aquellos con riesgo
aumentado de sufrir alguna lesión neurológica durante el acto
quirúrgico, a causa de una patología intramedular (siringomielia)
o malformación raquimedular (diastematomielia) sin signos
neurológicos.
Nueve pacientes cumplían los requisitos y fueron evaluados.
Los datos clínicos se obtuvieron de la revisión de las historias
clínicas y de los estudios por imágenes. Se analizaron las características
demográficas (sexo y edad), la etiología de la deformidad,
se midió el valor angular en las radiografías con el
método de Cobb (preoperatorio, posquirúrgico y porcentaje de
corrección), el tipo de cirugía (abordaje, osteotomías, duración
de la cirugía y sangrado), el estado neurológico (prequirúrgico,
posquirúrgico inmediato y secuela a largo plazo), la presencia
de episodios neurológicos intraquirúrgicos, las maniobras y los
procedimientos efectuados durante la cirugía tras la aparición
del episodio neurofisiológico y la necesidad de someterlo a una
reintervención quirúrgica.
El estudio y la monitorización neurofisiológicos tanto en la
cirugía como después de ella estuvieron a cargo del Servicio
de Neurología mediante PESS hasta 2005 y, de allí en adelante,
mediante PESS y PEM.
La gravedad de la secuela neurológica se evaluó y estadificó
según la Escala del Medical Research Council, la cual gradúa la
fuerza muscular en una escala de 0 a 5 puntos. También se utilizó
la Escala de Lesión Medular de Frankel y la de la American
Spinal Injury Association (ASIA).
Resultados
Durante el período de 10 años, 9 pacientes cumplieron
con los criterios de inclusión: 7 niñas (78%) y 2 varones
(22%), con una media de la edad de 12.5 años (rango de 8
a 17). El tiempo promedio de seguimiento fue de 4.3 años
(rango de 6 meses a 10.5 años).
La etiología de las deformidades fue escoliosis idiopática
(4; 44,4%), escoliosis congénita (2; 22,2%), neurofibromatosis
de tipo 1 (1; 11%), cifosis idiopática (1; 11%)
y poslaminectomía por miofibrosarcomatosis (1; 11%).
Cabe aclarar que este último paciente, con diagnóstico de
miofibrosarcomatosis a nivel torácico, fue operado a los 2
años de vida por el Servicio de Neurocirugía del Hospital,
donde se realizó laminectomía T4-T9 con resección de la
masa tumoral extradural; como secuela de la intervención,
el paciente desarrolló una escoliosis poslaminectomía. Se
decide incluirlo en este trabajo, porque permaneció sin
síntomas neurológicos y con evaluación neurofisiológica
sin alteraciones (PESS basales prequirúrgicos normales)
hasta el momento de la cirugía de la deformidad (a los 8
años de edad) cuando sufrió la complicación neurológica.
El valor angular preoperatorio fue de 70,5º (rango de
45º a 96º) y el valor posquirúrgico, de 42º (rango de 17º
a 90º), con un porcentaje de corrección del 41,5% (rango
del 9,8 al 73%).
Se realizó como único procedimiento artrodesis posterior
instrumentada en 7 pacientes (77,7%), mientras que,
en los dos restantes (22,3%), se efectuaron dobles abordajes.
Uno de ellos consistió en un primer tiempo con una
toracotomía convencional y, luego, un segundo tiempo
diferido con artrodesis posterior instrumentada, mientras
que, en el otro paciente, se realizó en el mismo día una
toracotomía posterior y, luego, una artrodesis posterior
instrumentada. Por las características de estructuración y
rigidez de las curvas, 5 pacientes (55,5%) requirieron osteotomías,
las cuales fueron osteotomía de Ponte (4 casos)
y una vertebrectomía en el caso restante. En 4 pacientes,
no se realizó ningún procedimiento de liberación (44,5%).
El tiempo promedio de cirugía fue de 5 horas (rango de
2 a 8). La pérdida sanguínea promedio fue 1900 ml (rango
de 400 a 3500 ml) (Tabla 1).
Tabla 1. Información y radiográfica de los pacientes con complicaciones neurológicas prequirúrgicas y posquirúrgicas
En la valoración neurológica preoperatoria, 8 pacientes fueron categorizados como clínicamente normales; el paciente restante tenía como antecedente patológico el diagnóstico de parálisis braquial obstétrica global izquierda, con PESS de miembros inferiores normales. Como esta lesión previa no tiene ningún tipo de relación con la cirugía de columna vertebral a la que fue sometido, se consideró apropiado incluirlo en el trabajo. Todos fueron controlados durante el acto quirúrgico con monitorización neurofisiológica continua. Dos pacientes (22,3%) fueron sometidos a PESS y 7 (77,7%), a PEM y PESS. Cinco (55,5%) sufrieron episodios neurofisiológicos intraquirúrgicos y no se constató ningún tipo de alteración en los potenciales de 4 pacientes (44,5%). Es importante recalcar que, de estos pacientes sin episodios neurofisiológicos, en dos, solo se utilizaron PESS (pacientes 3 y 5) y, en los otros, PESS y PEM. El paciente 6 presentó una clínica neurológica radicular a los 43 días de la cirugía, por tomografía computarizada se confirmó una incorrecta posición de tornillos pediculares T12, L1 y L4 derechos, que motivó su revisión quirúrgica. El paciente 8 tuvo clínica neurológica a los 6 días de la cirugía, que se adjudicó a remanente óseo del cuerpo L1, diagnosticada por tomografía computarizada; fue sometido a laminectomía T12-L2 y resección del muro posterior derecho del cuerpo de L1. Se realizaron maniobras intraquirúrgicas en 4 (80%) de los 5 pacientes con episodios neurofisiológicos: medidas para elevar la tensión arterial y transfusiones de glóbulos rojos (2 casos), reducir el peso de la tracción intraquirúrgica y reducir la corrección de la curva (un caso), prueba del despertar (Stagnara wake-up test) (3 pacientes), retiro de barras (un paciente) y suspensión de la cirugía (2 pacientes). En el paciente 4 (20%), no se realizaron procedimientos ni maniobras intraquirúrgicos una vez constatada la caída de potenciales evocados, los cuales retornaron a valores basales luego de 10 minutos; una vez finalizada la cirugía, se comprueba la ausencia de movilidad activa de los miembros inferiores y alteración en reflejos (Tabla 2).
Tabla 2. Maniobras intraquirúrgicas
La lesión neurológica se manifestó clínicamente de la siguiente manera: en 3 pacientes (33,3%), se comprobó la presencia de déficit neurológico durante la evaluación clínica en el posoperatorio inmediato luego de extubarlo; en 2 pacientes (22,3%), durante las 24 h posquirúrgicas; en un paciente (11,1%), se detectó a las 48 h poscirugía; en otro (11,1%), a los 6 días de la cirugía; en otro (11,1%), a los 19 días y, en otro (11,1%), a los 35 días de la operación; en este último caso, se constató lesión neurológica, de tipo radicular, durante el control al mes de la cirugía. Siete pacientes (77,7%) fueron sometidos a resonancia magnética en el momento del diagnóstico de la lesión neurológica. En 4 de ellos, el estudio se interpretó como normal, en 2 pacientes, se informó isquemia medular y, en uno, estenosis del canal medular T6-T7. Se solicitó tomografía computarizada para 2 pacientes (22,3%), en la que se constataba invasión del canal medular por resto óseo a nivel L1 (un caso) y la incorrecta posición de tornillos pediculares T12, L1 y L4 derechos (un caso). La clasificación topográfica de la lesión neurológica fue: lesión radicular (1; 11,1%), lesiones del cordón medular (8; 88,8%) y ninguna lesión de la cola de caballo. La lesión del cordón medular no pudo ser interpretada como ningún síndrome de compresión medular específico. Los 9 pacientes con complicaciones neurológicas luego de la cirugía de escoliosis requirieron nuevas intervenciones posteriores, 8 en nuestro centro y uno decidió continuar su atención médica en otro centro de salud (paciente 7). El tiempo promedio hasta la cirugía de revisión fue de 11 días (rango de 1 a 43), pero 5 pacientes (55,5%) requirieron más de un procedimiento quirúrgico para tratar eficazmente la patología de base, en un lapso que varió de 38 días luego del primer procedimiento a 3 años y 2 meses después de la primera cirugía. Coincide que los pacientes que tuvieron mayor tiempo de espera hasta el acto quirúrgico definitivo son los 3 pacientes (33,3%) que sufrieron otras complicaciones asociadas a los procedimientos quirúrgicos: 2 infecciones profundas, una fístula de líquido cefalorraquídeo y 2 seudoartrosis que requirieron tratamiento quirúrgico (Tabla 3).
Tabla 3. Necesidad de reoperar
Por último, se evaluó la evolución neurológica de los pacientes que sufrieron déficit secundario a la intervención quirúrgica inicial. El paciente con la lesión radicular quedó completamente asintomático luego de la cirugía de revisión y la extracción de los tornillos pediculares en posición incorrecta. De los 8 pacientes con lesión del cordón medular, 6 sufrieron una lesión medular completa (75%) que clínicamente se manifestó como una paresia bilateral y 2 pacientes (25%), una lesión medular incompleta manifestada como monoparesia (Tabla 4); todos mejoraron clínicamente respecto a su cuadro neurológico inicial y el tiempo transcurrido hasta la mejoría clínica de la lesión neurológica tras la cirugía de revisión difirió según el paciente (entre 4 días y 1 ½ año).
Tabla 4. Evolución del estado neurológico
Además, 4 pacientes (44,4%) presentaron alteraciones
en los esfínteres, en el posoperatorio inmediato; de ellos,
2 pacientes recuperaron el control en el posoperatorio alejado y es en estos pacientes donde se constata la discrepancia
entre la Escala de Frankel y la de ASIA.
La gravedad del compromiso neurológico secuelar se
clasificó según la Escala del Medical Research Council;
3 pacientes (37,5%) obtuvieron 2 puntos; uno (12,5%)
con 3 puntos y 4 (50%) con 4 puntos. Según la Escala de
Frankel, 4 pacientes eran Frankel C (44,4%); 4 pacientes,
Frankel D (44,4%) y uno Frankel E (11,1%). Con la Escala
ASIA, se constataron 2 pacientes ASIA B (22,2%); 3
pacientes ASIA C (33,3%); 3 pacientes ASIA D (33,3%)
y uno ASIA E (11,1%) (Tabla 4). Ninguno perdió su capacidad
de deambular aun con algún tipo de ortesis y ayuda
externa.
Discusión
Aunque las complicaciones neurológicas tienen una prevalencia
inferior al 1% del total de cirugías de escoliosis,1 siguen siendo la complicación más temida tanto para los
pacientes como para sus padres.2 Ciertas condiciones del
paciente elevan ese riesgo,1 como la cifosis, la escoliosis
congénita,3 curvas de gran valor angular,4,5 déficit neurológico
preexistente o déficit neurológico adquirido durante
la tracción esquelética. Los procedimientos de colocar al
paciente en tracción esquelética, las osteotomías,3 el tipo
de instrumentación,6-8 el empleo de un abordaje combinado
anterior y posterior9-11 o corregir la curva más allá de
lo obtenido con la tracción o del bending preoperatorio
también incrementan el riesgo.7
La lesión neurológica se puede producir durante el abordaje
quirúrgico,12 por traumatismo directo durante la instrumentación,
7,9 por compresión directa a causa de hematoma
epidural o algún resto óseo; asimismo, puede sobrevenir
por lesión indirecta durante las maniobras de corrección y
de compresión-distracción que tensan los elementos vasculares,
por isquemia,13 por hipotensión,14 hemorragia15,16 o
hipotermia.17 En nuestra serie de complicaciones, 7 (77,7%) de 9
pacientes presentaban alguno de estos factores prequirúrgicos
o se les realizó algún procedimiento técnicoquirúrgico
que acarreaba mayor riesgo neurológico. Solo
2 pacientes (22,3%) tenían escoliosis idiopáticas, de bajo
valor angular, que no requirieron osteotomías, solamente
con abordaje posterior y, sin embargo, uno padeció una
complicación medular durante la colocación del tornillo
pedicular T11 izquierdo con caída de PEM que obligó a
suspender la cirugía, y el otro paciente tuvo una lesión
radicular que requirió revisión y recolocación de los tornillos
T12, L1 y L4 derechos.
La neuromonitorización ha ido evolucionando desde que
fue empleada, por primera vez, por Vauzelle y Stagnara, en
1972;18 posteriormente, en 1977, con Nash,19 surgieron los
PESS en la columna dorsal, hasta que el empleo de PEM
junto con PEES y la monitorización electromiográfica
hicieron que la sensibilidad y la especificidad de la monitorización
sean casi óptimas,20 aportando información
en tiempo real, la cual permite al cirujano implementar
medidas de corrección para prevenir una posible secuela
neurológica.21,22 Dada la sensibilidad de la neuromonitorización
y su influencia en los agentes anestésicos,23,24 la
hipotermia, la hipotensión arterial25 o el sangrado,23 se ha
estipulado que una alarma neurofisiológica debe considerarse
como significativa a nivel medular cuando la amplitud
de los PESS cae por debajo del 50% y por debajo
del 75% en los PEM.26 Pero, a pesar de la evolución de la
monitorización intraoperatoria y de su efectividad en la
columna torácica, su rendimiento es menor a nivel lumbar
a la hora de detectar lesiones radiculares.2,27,28
En nuestra serie, 5 pacientes (55,5%) tuvieron alarmas
neurofisiológicas que requirieron alguna intervención por
parte del equipo de cirujanos; en los 4 pacientes restantes
(44,5%), no se registró ningún episodio neurofisiológico
durante la cirugía; en 2 de ellos (22,3%), los más antiguos
de la serie, solo se realizaron PESS; mientras que, en los
otros pacientes, pese a contar con PESS y PEM, no hubo
episodios registrados, uno presentó una lesión radicular
y el otro comenzó con clínica neurológica a los 6 días de
la cirugía.
Una vez constatado el episodio neurofisiológico significativo,
se debe descartar toda posible causa de falsos
positivos,26 si, a pesar de ellos, la alteración persiste, se
debe evaluar la administración de corticoides,29-31 realizar
la prueba del despertar, buscar la presencia de hematomas,
hueso25 o partes blandas que generen compresión
medular,12 analizar disminuir la corrección de la curva o
fijación in situ32 y, eventualmente, retirar parte del implante
o todo y hasta suspender la cirugía y diferirla en un
segundo tiempo quirúrgico. Cabe destacar que el empleo
de corticoides, en sus diferentes protocolos, siempre ha
sido polémico, tanto desde el punto de vista de su posible
beneficio, como de sus complicaciones e incluso de su implicancia
legal; y como no está validada su administración
a menores de 14 años, esta debe ser evaluada en cada caso
en particular.
Si luego de finalizada la cirugía, la movilidad de los
miembros inferiores es nula, asimétrica o si se evidencia
algún compromiso neurológico, se recomienda la revisión
quirúrgica12 en busca de la posible causa. Es allí donde los
estudios complementarios como tomografía computarizada
o resonancia magnética pueden tener algún lugar a la
hora de tomar una conducta quirúrgica; la descompresión
temprana31,33 y el retiro parcial o completo del implante1,18 deben evaluarse en cada caso en particular, ya que no garantiza
la recuperación neurológica3,31 y puede comprometer
la estabilidad de la columna vertebral.25,32
En nuestro estudio, 5 pacientes tuvieron episodios neurofisiológicos
significativos, con maniobras intraquirúrgicas
variadas (Tabla 2). Independientemente del momento
del diagnóstico del cuadro neurológico, creemos que es
útil el empleo de métodos complementarios que orienten
a la posible etiología de la lesión neurológica; 7 pacientes
(77,7%) fueron sometidos a resonancia magnética, que
fue útil para confirmar isquemia medular principalmente
y, a 2 pacientes (22,3%), se les realizó una tomografía
computarizada decisiva a la hora de evaluar la posición de
tornillos y la compresión por fragmentos óseos. Todos los
pacientes que sufrieron alguna complicación neurológica
requirieron, al menos, una cirugía más a posteriori, ya
sea para exploración, descompresión y retiro de implante,
o para completar la cirugía previamente interrumpida y
recolocar el implante retirado (Tabla 3).
Cuando la lesión neurológica está instalada, lo importante
es poder establecer el pronóstico de la lesión. MacEwen1 fue el primero en comunicar un índice de complicaciones
neurológicas del 0,72% en cirugía de escoliosis, con un
55% de lesiones completas y un 45% de lesiones medulares
incompletas; un tercio de los pacientes no recuperó la
función motora, un tercio mejoró parcialmente y un tercio
se recuperó completamente;34 el autor concluyó en que
los pacientes con lesión incompleta tenían un mejor pronóstico
y era mejor si se retiraba el implante dentro de
las 3 h de diagnosticar la lesión. En los pacientes con lesión
medular traumática, la recuperación motora depende
esencialmente del nivel y del grado de la lesión, y no del
mecanismo de la lesión ni de su tratamiento.31 El factor
pronóstico más relevante para la recuperación funcional
en pacientes con lesión medular es el estado neurológico
en el momento de la primera evaluación.35 En pacientes
con ASIA A (lesión completa), si la misma escala neurológica
persiste a las 72 h, el 80% queda con ese déficit. 36 Los pacientes ASIA B a las 72 h, por lo general,
muestran una recuperación motora a ASIA C o incluso D,
y la recuperación de la marcha es aproximadamente del
33%. Los pacientes ASIA C tienen el mejor pronóstico
para caminar (75%). Los pacientes ASIA D tienen un muy
buen pronóstico de caminar al año de la lesión. Tanto para
lesiones completas como incompletas la mayor recuperación
ocurre dentro de los primeros 6-9 meses, luego de
ese período, la tasa de recuperación cae rápidamente hasta
los 18 meses de la lesión.36 Aunque hay pruebas de que
la terapia física administrada incluso mucho después de la
lesión puede tener efectos positivos, la terapia temprana
tiene el potencial de acelerar la recuperación. El grado
de recuperación depende de un gran número de factores,
como la localización de la lesión, la gravedad y el cuidado
inmediato y a largo plazo.37
En nuestros pacientes, hubo una lesión radicular y 8
medulares, es una debilidad del trabajo no poder contar
con un diagnóstico neurológico sindrómico y una correcta
estatificación mediante una única escala de evaluación
neurológica que unifique el seguimiento y la evaluación
de los pacientes; sin embargo, existe una descripción completa
de la clínica del paciente en el momento de diagnosticar
la lesión neurológica que permite realizar un análisis
y una evaluación retrospectivos de cada paciente en particular.
Todos mejoraron clínicamente, un paciente quedó
asintomático, todos conservan la capacidad de deambular
y solo 2 persisten con continencia urinaria (Tabla 4).
Por último, también, se deben tener en cuenta otras complicaciones,
además de las neurológicas, que influyeron
en la evolución de los pacientes (2 infecciones profundas,
una fístula de líquido cefalorraquídeo y 2 seudoartrosis)
hasta su tratamiento quirúrgico definitivo. Como dificultades
y limitaciones, sabemos que el número de casos es
escaso y que, sobre todo en los pacientes operados más
recientemente, el seguimiento es corto, pero con un mínimo
de 6 meses que permite sacar conclusiones respecto a
la evolución neurológica. No obstante, también debemos
decir que no hemos encontrado en la bibliografía estudios
centrados específicamente en las complicaciones neurológicas,
no enfocados en la evaluación estadística, sino
en su detección, el manejo una vez diagnosticada y en
su evolución en el tiempo, por lo que creemos que es un
punto donde es necesario seguir investigando para poder
protocolizar medidas terapéuticas destinadas a mejorar el
pronóstico de estas lesiones.
Conclusión
La detección temprana de una complicación neurológica en las cirugías de escoliosis durante el intraoperatorio o posoperatorio, su diagnóstico etiológico y su resolución quirúrgica mejoran la evolución neurológica del paciente, evitan la secuela o disminuyen su gravedad, conservando la posibilidad de deambular e independencia de los pacientes.
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