ARTÍCULOS
Playas de bolsillo en Mar chiquita provincia de Buenos Aires
Germán R. Bértola1, Alejandra Merlotto1, Luis Cortizo2 y Federico I. Isla1
1CONICET (Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras) e Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario (UNMdP), email: gbertola@mdp.edu.ar
2CIC, Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario (UNMdP) CC 722 - (7600) Mar del Plata, Argentina
RESUMEN
La costa norte de General Pueyrredon y sur de Mar Chiquita (Buenos Aires) está constituida por playas de bolsillo, desarrolladas entre cabos rocosos o entre espigones. Su dinámica mayormente erosiva está condicionada a fenómenos naturales episódicos (tormentas sudestadas) y a acciones antrópicas derivadas del drenaje de excesos hídricos o las alteraciones estacionales que hacen los concesionarios de balnearios. En los últimos años estas playas han sido objeto de desbalances originados por sucesivas obstrucciones de la deriva litoral originadas por campos de espigones y la reciente construcción de escolleras, requeridas para el tendido del emisario cloacal de Mar del Plata. Los efectos de la erosión exceden los sectores urbanizados al punto que se han estimado retrocesos de las escarpas de médano superiores a 1 m/año al norte de Mar Chiquita. Con el objeto de analizar los impactos (naturales y antrópicos) en relación a la dinámica de estas playas de bolsillo, se ejecutaron perfiles en 6 playas del litoral durante los intervalos 2004-2005 y 2009-2011. De la comparación de fotografías aéreas e imágenes modernas se pudo reconocer la magnitud de la erosión costera según los intervalos 1957-1987 y 1987- 2000. Los espigones han logrado disminuir efectos erosivos hacia el sur de Santa Clara, pero se han incrementado hacia el norte. Los perfiles permitieron evaluar la magnitud de las variaciones estacionales en cada playa, y los balances negativos dominantes para las de Santa Clara, Camet Norte y Parque Mar Chiquita. Los relevamientos con sonar de barrido lateral de 2009 confirmaron la distribución de formas erosivas en Camet y dorsales de arena al norte de Mar Chiquita. Este tipo de monitoreo de los sectores intermareales y submareales resultan necesarios al momento de decidir técnicas de preservación o alimentación artificial de playas.
Palabras clave: Erosión; Acantilados; Playas; Deriva litoral.
ABSTRACT
Pocket beaches in Mar Chiquita, Buenos Aires province. The northern coast of General Pueyrredon and south of Mar Chiquita (Buenos Aires, Argentina) are pocket beaches, developed between rocky capes or among breakwaters. Its dynamics is determined mainly erosive episodic natural phenomena (sudestadas) and human actions resulting from drainage of excess water or seasonal alterations that make Spa dealers. In recent years, these beaches have been successive imbalances caused by obstruction of the littoral drift fields caused by the recent construction of jetties and breakwaters, required for laying sewage outfall of Mar del Plata City. The effects of erosion exceed urbanized areas to the extent that setbacks were estimated dune scarps greater than 1 m / year north of Mar Chiquita. In order to delimit impacts, we made profiles in 6 beaches of this coast during the intervals 2004-2005 and 2009-2011. A comparison of aerial photographs and modern images could recognize the extent of coastal erosion at the intervals 1957-1987 and 1987-2000. The breakwaters have reduced erosive effects to the south of Santa Clara, but have increased to the north. The profiles have been able to assess the magnitude of seasonal variations on each beach, and the dominant negative balances for Santa Clara, Camet Norte and Parque Mar Chiquita. The surveys with sidescan sonar in 2009, confirmed the distribution of erosive forms in Camet and sand ridges north of Mar Chiquita. This type of monitoring of intertidal and subtidal areas are necessary when deciding techniques of preservation or beach nourishment.
Keywords: Erosion; Cliffs; Beaches; Littoral drift.
Introducción
Las costas del mundo están sufriendo problemas
de erosión, derivados de causas
naturales pero agravadas por efectos inducidos
por el hombre. En muchos casos,
los ritmos de erosión se han incrementado
como consecuencia de obras de defensa
sobredimensionadas o mal planificadas
(Pranzini y Farell 2006; León y Tavares
Correa 2006; Farinnaccio et al. 2009; Castro et al. 2011; Mohanty et al. 2012).
La erosión costera es un fenómeno natural
que se manifiesta como un problema ambiental
de gran importancia debido a las implicancias
socio-económicas que genera en el
sudeste de la provincia de Buenos Aires. Específicamente,
en las costas del área de estudio,
el partido de Mar Chiquita, existen dos
morfologías evidentes con diferente vulnerabilidad
a la erosión. Al norte de la boca de
la laguna costera se extienden playas bajas,
arenosas, con grandes campos de médanos
(Fig. 1). En cambio hacia el sur, se desarrollan
playas de bolsillo ubicadas entre acantilados
compuestos por limos y sedimentos
eólicos (Schnack y Gardenal 1979).
Figura 1: mapa de localización de las playas y muestreos relevados.
Las playas de Mar Chiquita y Mar de Cobo
eran originalmente abiertas. Las obras de
defensa (espigones, escolleras, pedraplenes, rip raps) practicados en los últimos años,
han originado playas de bolsillo adosadas a
los acantilados. Estos últimos aumentan sus
alturas hacia el sur y su conformación es relativamente
moderna, ya que se han formado
con posterioridad a la fluctuación holocena
del nivel del mar (Fasano et al. 1982).
La costa entre Mar del Plata y Mar Chiquita
se caracteriza por acantilados labrados
en limos entoscados que poseen alturas
aproximadas de 8 m en Camet, 6 m en
Santa Clara, 3 m en Camet Norte y apenas
1 m en Mar de Cobo (Fig. 1). Entre estos
acantilados existen acumulaciones arenosas
que se hacen más extensas hacia el norte.
Las playas arenosas bonaerenses fueron caracterizadas
granulométrica y mineralógicamente
con reconocimiento de variaciones
texturales transversales (desde médanos
a la playa frontal) y a lo largo de la costa
(Teruggi 1959; Spalletti y Mazzoni 1979).
Por efecto de atrición de la deriva litoral,
la granulometría disminuye de sur a norte
(Isla et al. 1998). Al mismo tiempo, existe
un incremento en el tamaño de grano y del
desvío estándar hacia el mar. Ciertas anormalidades
texturales de carácter local fueron
explicadas posteriormente por efectos
de canibalización de barreras o lagunas costeras
(Isla 1997b). Longitudinalmente, todos
los ambientes tenían arenas semejantes,
con una disminución de sus diámetros de
sur a norte y un aumento en su selección
(Isla 1997b). En cuanto a la mineralogía,
los cambios regionales eran más notables
sobre todo en lo referente a minerales pesados
Spalletti y Mazzoni, 1979; Schnack
et al. 1982; Fasano et al. 1982) realizaron
análisis evolutivos y estratigráficos de la
región al norte de Mar Chiquita, encontrando
una sucesión de espigas que hacia el
sur cerraron una gran bahía y la colmaron,
hasta dejar actualmente una laguna costera.
Violante y Parker (1992) describieron detalladamente
la estratigrafía de la zona entre
Villa Gesell y el Faro Querandí. Su análisis
evolutivo idealiza un paleocabo en Villa
Gesell causante de una antigua divergencia de las corrientes litorales hacia el sur y hacia
el norte, actualmente no operativa.
Si bien se han realizado trabajos detallados en
el este bonaerense vinculando la erosión costera
con las actividades humanas y problemas
ambientales asociados (Dadón et al. 2002;
Isla y Villar 1992; Isla et al. 1998; Juárez e Isla
1999; Marcomini y López 1997), sus consecuencias
socio-económicas han sido escasamente
estudiadas. Los trabajos al respecto
han evaluado aspectos como la depreciación
en el valor de la tierra por la reducción de playas
(Juárez et al. 2001) o el deterioro causado
por las tormentas (Isla 1995).
A partir del avance de las ciudades sobre estas
áreas y del desarrollo de las actividades
económicas, ya sean industriales, portuarias
y/o turísticas, los recursos costeros son
sometidos a una explotación continua. A
medida que los cambios en el medio natural
se van produciendo, se ve limitada su
capacidad de respuesta alterándose el equilibrio
preexistente. Las acciones del hombre
que provocan procesos erosivos son
numerosas y entre ellas se ha considerado a
la urbanización y la excesiva fijación de médanos
frontales (Bertoncello 1992; Isla et
al. 1998; Juárez e Isla 1999), la extracción
de arena (Schnack et al. 1983; Isla y Fasano
1987) y la construcción de defensas costeras
(Isla 2006). Asimismo, se han identificado
a las tormentas sudestadas como
uno de los principales factores naturales de
erosión (Isla 1990). Históricamente se ha
registrado en el partido de Mar Chiquita
un retroceso de la línea de costa de hasta 5
m/año (Isla et al. 1997a; Merlotto y Bértola,
2009). Hacia el sur en el Partido de
General Pueyrredon, durante el siglo XX la
tasa de erosión costera fue de 1 a 6 m/año
para los acantilados al norte del casco urbano
de Mar del Plata y de 0,2 a 5 m/año para
la zona acantilada del sur (Schnack et al. 1983). De acuerdo a mediciones recientes,
estas tasas están, en general, aumentando.
Sólo disminuyen en sectores donde se han
practicado obras perpendiculares a la deriva
litoral (Merlotto y Bértola 2009).
El presente trabajo constituye una actualización
de los ritmos de retroceso de los
acantilados y de las modificaciones de las
playas. Se destaca que los resultados no se
limitan a la comparación de un perfil de
verano con uno de invierno en una playa
única que representaría a toda una región.
Por el contrario, los trabajos comprenden
repetidos perfiles durante varios años en
varias playas. De este modo, los trabajos
dan una idea acabada de los procesos naturales
que tienen lugar, su significado respecto
a la costa en tratamiento y reconociendo
eventuales trabajos de remoción de arena
que se realizan con relación a la temporada
estival. Además, se estudió el impacto de
dos escolleras construidas recientemente en
la dinámica litoral del sector de costa considerada.
Caracteristicas generales de la región
El sector posee una orientación 30ºN, con
una pendiente de playa de entre 4 y 11%. El
promedio de altura de rompiente de las olas
es de 0,7 m (max. 1,4 m) y su período de 6
a 10 s (Bértola 2006). El régimen de mareas
es mixto semidiurno con amplitudes promedio
de 0,91 m (SHN, 2011). Entre Mar
Chiquita y Santa Clara fueron calculados
valores de transporte litoral que no superan
los 25.000 m3/año, mientras que entre Santa
Clara del Mar y Mar del Plata los valores
llegarían hasta 200.000 m3/año (Ministerio
de Transporte, Obras Públicas y Obras
Sanitarias del Gobierno de los Países Bajos
1997). Dentro del esquema de migración
hacia el norte, Fasano et al. (1982) y Bértola
y Pastorino (1998) mencionan inversiones
estacionales hacia el sur, principalmente en
verano. Los vientos más frecuentes son del
N a 12 km/h y los más intensos son del SE,
S y SO (NOAA, 2011). La velocidad de las
corrientes litorales son del SO a NE a 0,30
a 0,50 m/s y el poder de ola es de 4,2 Kw/m
(Lanfredi et al. 1992).
Con relación al transporte de arenas por acción
del oleaje, Kokot (2010) observó para
Punta Médanos (Fig. 1), que durante los
últimos 6.000 años existió (sólo con estabilidad
hidrodinámica y climática) una componente
neta de olas desde el sur y sudeste,
lo que representaría movimientos hacia el
norte y noreste a lo largo de la playa. Con
relación al proyecto de puerto de aguas profundas
de Punta Médanos, Peña y Lanfredi
(1988) y Lanfredi et al. (1992) realizaron
estudios de alturas, períodos y potencia de
olas, corrientes litorales y perfiles de playa,
importantes parámetros para cualquier
obra de ingeniería en la costa. Basándose en
observaciones visuales y datos de olígrafo,
se evaluó el transporte de sedimentos hacia
el norte que puede variar entre 400.000 y
700.000 m3/año (Framiñan 1987), en tanto
que en la zona de trabajo no supera los
200.000 m3/año (Caviglia et al, 1992). Isla
(1997b) y Bértola et al. (1999) evaluaron
las variaciones morfológicas de las playas de
Mar Azul, Mar de las Pampas y Villa Gesell
(al norte de Mar Chiquita) y de Mar
del Plata (al sur del Partido objeto de estudio).
Mediante una metodología similar
a la aquí empleada, observaron concordancia
en cuanto a la presencia de alteraciones
antrópicas (extracciones y movimientos de
arena), con abruptos cambios naturales en
el volumen y perfil de las playas, así como
la manifiesta alteración de los perfiles por
acción de las tormentas. Las tormentas, que
ocasionan olas rompiente de más de 1,5 m
de altura, usualmente causan escarpas de
berma y segregaciones de minerales pesados
en casi todas las playas del sudeste bonaerense
(Del Río y Schnack 1985).
Entre Mar Chiquita y Punta Médanos se
extiende un campo de dorsales de arena
submareales o "sand ridges" conformados
por arenas finas, con una orientación de
20° a 45° con respecto a la costa, y conectados
a ella en su sección septentrional (Parker et al. 1978). La distancia entre crestas es
de 4 km con alturas de 5 a 7 m; poseen
longitudes de 9 a 30 km y los senos son
de 2 km de anchura. La pendiente de sus
flancos es de aproximadamente 0,0034°.
Su dinámica registra movimientos hacia el
norte y este del orden de 22 cm/km2. Estos
bancos se forman por flujos helicoidales
independientes, cuya arena provendría del
excedente en el transporte por deriva litoral
y del aporte eólico. La incidencia de tormentas
originaría concentración de olas en
determinados sectores y divergencia de energía
en otros, tal cual como sucede en los
Outer Banks de Carolina del Norte (Inman
y Dolan 1989).
Metodología
Se midieron los ritmos de retroceso de
acantilados (Camet a Mar de Cobo) y del
pie del médano litoral (Mar de Cobo a la Estancia Mar Chiquita) a través de fotografías
aéreas antiguas (1957), fotografías
obtenidas del satélite espía Corona KH4
(1965), y fotografías áreas modernas o imágenes
de satélites de resolución espacial superior
a los 10 m.
Las tareas de campo consistieron en la ejecución
de relevamientos topográficos en
las playas cada cuatro meses. Cada relevamiento
consistió en la realización de un
perfil transversal a la línea de costa, referidos
a un punto fijo georreferenciado y
hasta una cota de -0,5 m. Para los balances
sedimentarios se calcularon las diferencias
volumétricas entre perfiles de diferentes
relevamientos considerando la longitud
del perfil menor, según métodos convencionales
(Bértola 2001). Los balances
sedimentarios son exclusivamente para
los límites en que se tomaron los desniveles
y por el largo de la playa. De la superposición
de lo relevado, se obtuvieron
balances netos de erosión-acumulación en
m3. Las playas se describen de sur a norte,
en el sentido de la deriva litoral.
Los mapas topográficos no permiten describir
detalladamente cambios significativos
en las pendientes de las playas. Por
ello se recurrió a los perfiles, que son de
mayor utilidad para distinguir crestas de
berma, dorsales y barras, o inclusive reconocer
morfología de la playa. Para obtener la
pendiente local en cada perfil se empleó la
diferencia entre la cota mayor y la menor,
dividido por la longitud del perfil, obteniéndose
un valor de pendiente que integra la
playa distal y la frontal. Por otro lado, se
obtuvo el valor de la pendiente de la playa
frontal, midiendo la diferencia de cota entre
el último punto medido y la berma de
mareas, dividido por la distancia entre ellos.
En el análisis de los balances de playa, se
tomó en consideración los promedios de
altura y período de ola de los 4 días anteriores
al relevamiento (Cuadro 1), así como
los datos de altura de ola (Fig. 3). Esta información
indicó que los relevamientos no
estuvieron afectados por oleaje significativo.
La comparación entre valores reales y
los tomados por el windgurú, poseen una
correlación de hasta un 70% (Verón 2011).
Cuadro 1: balances sedimentarios de las playas relevadas (m3) y otros parámetros medidos.
Figura 3: variaciones de altura de ola (m) y relevamientos (en líneas verticales). Fuente: http://www.windguru.cz/es/index.php?sc=3640 (NOAA, 2011).
De cada perfil se obtuvieron muestras de
sedimento superficial (3 cm de profundidad)
de las áreas de médano, playa distal
y playa frontal, subambientes elegidos
por ofrecer información de importancia
dinámica. El muestreo de la playa distal da
idea del efecto de los aportes eólicos en la
playa, así como del alcance que tienen los
sobrelavados, ya que es común la existencia
de bermas de tormentas. El muestreo
de la playa frontal ofrece información sobre
la energía de las olas y controla la pendiente
del frente de playa. En laboratorio, los
sedimentos fueron cuarteados, tamizados
cada 0,5 Phi y sus parámetros estadísticos
(Folk y Ward 1957) fueron comparados
mediante el software GRADISTAT (Blott
y Pye 2001). Atendiendo la falta de información
existente, al norte de la boca de la
albufera de Mar Chiquita, se realizó un
muestreo cada 2 km de los mismos ambientes
(29/3/2011).
El efecto de las tormentas se analizó a través
de fotografías y reconocimientos de campo
con posterioridad a estos eventos, procurándose
establecer los cambios episódicos y las
recuperaciones posteriores. Como muchos
de los balnearios sufren movimientos de arena ejecutados por los concesionarios, se
evitaron los relevamientos entre diciembre
y febrero.
Para el mapeo de las formas del fondo se
utilizó un sonar de barrido lateral marca
Klein (422S) con transductor (modelo
350A), cable de 100 m y un registrador
EPC (mod.1898), montado sobre un
malacate en una lancha guardacostas de la
Prefectura Naval Argentina. Se trabajó con
un ancho de barrido de 150 m a cada lado
del pescado. Para el muestreo de muestras
superficiales de fondo se contó con una
draga tipo Snapper. A través de un GPS
(Ensign Trimble) se registraron las posiciones.
Las campañas fueron el 22 de octubre
del 2009 y el 12 de noviembre de 1985.
Para la ubicación de los distintos bancos
de arena y su relación entre la profundidad
en que se encuentran y el estado de marea,
se utilizaron los datos de la marea real del
mareógrafo del puerto Mar del Plata. Los
datos granulométricos fueron graficados en
un Sistema de Información Geográfico en
formato vector.
Resultados
a) Ritmos de erosión de acantilados: Las obras de defensa practicadas mediante obstrucción de la deriva litoral han logrado disminuir los ritmos de retroceso de acantilados en General Pueyrredon y sur de Mar Chiquita (Fig. 2). No obstante al norte de la boca de la albufera, los ritmos de erosión de la escarpa de médano se han incrementado.
Figura 2: rangos de erosión en los partidos de Mar Chiquita y General Pueyrredón.
b) Balances sedimentarios
Playa La Manada: 37°52'56.40"S;
57°31'2.94"O.
Esta playa con forma semicircular en planta,
está emplazada entre cabos rocosos. A
partir del año 2009, disminuyeron los
aportes por deriva en esta playa debido a
la construcción de dos escolleras (de 120
y 290 m) para la disposición del emisario
submarino de Mar del Plata (Fig. 4). Sobre
la línea de pleamar se construyó en 1998
un pedraplén a efectos de proteger el acantilado.
La pleamar la cubre por completo
diariamente, por lo que su perfil es recto
y su pendiente abrupta (14%). Hasta el
presente ha arrojado balances positivos
(Cuadro 1). Los meses de primavera fueron
erosivos. Inmediatamente al norte, se
construyó en el año 2008 un rip rap para
la protección del acantilado que alcanza los
6,2 m de altura.
Figura 4: a) valores de tamaño medio de grano (media) de las playas relevadas a través del tiempo en unidades
Phi. Las fotografías indican temporalmente la construcción de dos espigones 5 km al sur de la playa La Manada;
b) valores del desvío estándar de las playas relevadas.
Barrio Playa Dorada: 37°52'15.05"S; 57°30'54.18"O. Esta playa está emplazada entre cabos rocosos y tiene una superficie semicircular. Junto al acantilado (de 4 m) se localiza un balneario que anualmente alisa el perfil de la playa para uso turístico y que en su base ha colocado piedras para su protección. Presenta pendientes abruptas (9%) y hasta el presente, ha arrojado balances positivos. Sus variaciones no se correlacionan con los fenómenos estacionales.
Santa Clara del Mar: 37°50'50.45"S; 57°30'16.74"O. Está emplazada entre un cabo rocoso y un campo de espigones (construido en 1983). Posee forma rectangular en planta y por su berma discurre normalmente el arroyo Santa Elena el cual sirve de desagüe de excesos hídricos. La playa presenta una escarpa de erosión que ha alcanzado hasta 1,5 m. Hasta el presente ha arrojado balances negativos. Los meses de primavera fueron los más erosivos. La pendiente de la berma es de 6%. Los perfiles fueron muy irregulares con el área con mayor variabilidad emplazada entre los 15 y 50 m. Inmediatamente al sur del perfil, hay acantilados de 3,5 m.
Camet Norte: 37°49'43.37"S; 57°29'32.26"O Está emplazada entre un cabo rocoso y un espigón (construido en 1983). Hasta el presente ha arrojado balances negativos y sus variaciones no coinciden con fenómenos estacionales. La berma ha permanecido estable a lo largo de los relevamientos y es la playa de mayor ancho entre las estudiadas. El área con mayor variabilidad está emplazada entre los 40 y 70 m. Su pendiente es de 3,7% y posee una morfología regular. Se emplaza al pie de un acantilado de más de 3 m, por lo que no hay médanos y su relieve hace que el 100% del perfil pertenezca a la playa frontal, ya que diariamente el agua llega al pie del acantilado.
Mar de Cobo: 37°46'38.12"S; 57°26'56.54"O Esta playa está emplazada entre espigones (construidos en 1991). Hasta el presente ha arrojado balances positivos. Pero a fines del 2010 hubo una importante erosión que dejó abruptas escarpas y descubrió parte del acantilado que está por debajo del médano. Esta importante erosión fue rápidamiente recuperada a mediados del 2011. Las variaciones no coinciden con la estaciones. Su perfil es cóncavo y el área con mayor variabilidad está emplazada entre los 40 a 70 m. Su pendiente es del 8%. Posee un médano degradado desarrollado sobre el acantilado, que varió entre 2,3 a 5,3 m de altura mientras duró el presente estudio.
Parque Mar Chiquita: 37°44'52.71"S; 57°25'15.86"O Esta playa está limitada por 2 espigones emplazados en 1991. Desde mayo del 2010 el espigón del sur fue extraído y con sus rocas se realizó un pedraplén entre la playa distal y el médano. Su perfil es cóncavo y el área con mayor variabilidad está emplazada entre los 30 y 60 m. Hasta el presente ha arrojado balances negativos, excepto durante el 2010. Los meses de primavera y verano fueron los más erosivos. Su pendiente es de 4%. Su longitud supera los 75 m. En su inicio posee un médano sumamente degradado de casi 6 m de altura, donde muchas propiedades han construido accesos, patios y quinchos. Un 90% del perfil está ocupado por la playa frontal, dejando muy pocos metros de playa libre para el uso recreativo. Entre los perfiles se aprecia una importante variabilidad en relación con sus longitudes a lo largo de los años de relevamiento, indicando una compleja dinámica, sobre todo, en las playas entre espigones. Se han dado casos en que una playa de perfil corto y reflectivo daba saldos aparentemente erosivos en los sectores supralitorales debido a procesos de erosión de su berma, aunque con abundante acumulación en los sectores sublitorales. En general son playas reflectivas en el sur y pasan a intermedias hacia el norte. El balance promedio a lo largo de los años de relevamiento muestra acumulación en el sur del área estudiada y erosión hacia el norte. Si bien han existido varios episodios tormentosos de magnitud, el del 24/02/2010 y los de fines del 2010 (con una serie de 4 tormentas seguidas) causaron seria erosión en 5 de las 6 playas analizadas. En general las playas del sur, si bien poseen balances positivos, después de las tormentas poseen una recuperación más lenta debido a un escaso aporte por deriva. Las playas del norte poseen una recuperación más rápida post-tormenta.
c) Granulometría de playas
Playa Distal: las mayores granulometrías se registraron en Playa Dorada y Santa Clara del Mar, en tanto que las más finas en Mar Chiquita y Camet Norte. La distribución a lo largo del tiempo indica una mayor variabilidad granulométrica durante los primeros relevamientos, para posteriormente al año 2011, irse uniformizando en arenas medianas. En relación con el desvío estándar, las muestras peor seleccionadas han sido las de Playa Dorada, Mar de Cobo y Santa Clara. La mejor selección es la de Camet Norte. A lo largo del tiempo las muestras han mantenido su selección constante hasta el 2011, con un aumento de variabilidad. La selección siempre fue buena a media. La asimetría tuvo un comportamiento muy variable a lo largo de los relevamientos, para uniformizarse en los muestreos del 2011. La más positiva fue la de Mar Chiquita. Playa Frontal: las granulometrías mayores fueron las de Santa Clara del Mar y las arenas más finas son las de Mar Chiquita.
Lo mismo que en las muestras de playa distal la variabilidad entre granos, que fue constante hasta el 2010, comenzó a aumentar a partir de dicho año. En relación al desvío estándar, la playa de La Manada y Santa Clara del Mar son las que tuvieron sus arenas peor seleccionadas, en tanto que Mar Chiquita tuvo la mejor selección. La playa La Manada ha tenido las mayores variabilidades, así como la de Santa Clara del Mar. Esta última ha pasado en el año 2011 a una selección muy pobre. La asimetría fue simétrica a negativa. Si bien se ha observado una marcada variabilidad, los muestreos de fin del 2010 y principios del 2011 mostraron una asimetría menos variable entre las playas relevadas.
Parámetros estadísticos en el médano de Mar de Cobo: La muestra del médano de Mar de Cobo aumentó su granulometría de arena fina en el 2009 a arena mediana en 2010. El desvío estándar pasó de bueno a moderadamente seleccionado, y la muestra pasó de ser simétrica, a poseer una asimetría positiva.
Parámetros estadísticos en muestras al norte de la Boca de la albúfera de Mar Chiquita (Fig. 5): los valores de media varían, en los tres subambientes muestreados, de arena fina a mediana. Las arenas de la playa distal fueron las más gruesas. De sur a norte los tres subambientes van aumentando el tamaño granulométrico, así como su desvío estándar que en general es moderadamente bien seleccionado. La asimetría fue simétrica (playa distal) a negativa (playa frontal). Las arenas recolectadas cerca de la boca de la albufera de Mar Chiquita poseyeron granulometrías más finas que las más alejadas, un desvío estándar menor y una asimetría con sesgo de material fino. La playa frontal comienza siendo más fina que la arena de la playa distal y del médano cerca de la albufera, y pasa finalmente a ser el subambiente más grueso en el muestreo más alejado de la misma.
Figura 5: parámetros granulométricos de las playas al Norte de la boca de la albufera de Mar Chiquita (29/3/2011).
Pendientes Regionales Espacialmente, se aprecian mayores pendientes en las playas del sur que en las del norte y en general, hay un aumento de la pendiente de todas las playas en el tiempo. Esto no se corresponde con las pendientes de la cara de playa, que si bien poseen variaciones, a lo largo del tiempo se han mantenido constantes en todos los relevamientos.
Mapeo y muestreo de la playa infralitoral El relevamiento de octubre de 2009 con sonar de barrido lateral logró un mapa complementario de las formas de fondo relevadas en 1985 y 1996 (Isla y Aliotta 1999). Se confirmó la presencia de fajas de arena y sustratos rocosos en las vecindades de Camet (Fig. 6). Se pudo distinguir la presencia de fajas con óndulas en los senos desde Santa Clara al norte de Camet Norte. Hacia el norte y este de la boca de Mar Chiquita se confirmo la presencia de dorsales de arena, en cuyos senos se registraron fajas con óndulas o campos de óndulas. En esa oportunidad se obtuvieron muestras a profundidades entre 8 y 11 m.
Figura 6: relevamientos de fondo comparados entre 1985 y 2009.
Las muestras obtenidas en Camet, Mar
Chiquita y CELPA fueron arenas medianas
de selección moderada, mientras que las
obtenidas frente a Santa Clara fueron arenas
finas pobremente seleccionadas. Frente
al sector de Camet -donde se está construyendo
el emisario submarino- y a 7,8 m de
profundidad, se muestreó una arena muy
gruesa de pobre selección. Estos datos fueron
a aumentar la base de datos georreferenciada
de todos los análisis efectuados por el
IGCC en la zona. No es posible reconocer
tendencias en la distribución granulométrica.
En muchos casos las granulometrías
finas se dan en los topes de las formas de
fondo (dorsales y fajas) y las granulometrías
gruesas abundan hacia los senos o laderas
de las formas mayores.
A lo largo de esta costa, la batimetría cambia significativamente en el paralelo 38°S.
Hacia el norte, las isobatas están espaciadas
equidistantemente entre sí, son paralelas a
la costa y el relieve mar afuera posee una
pendiente de 0,109%. Al sur de esa latitud
hasta los 20 m de profundidad responden
a las características de la zona norte, pero
a partir de los 30 m se disponen oblicuas a
la línea de costa y el relieve tiene una pendiente
de 0,218%. Esto induce notables
cambios en la dirección de las crestas de ola
(Bértola et al. 1999).
Discusión
Esta transición de acantilados a barreras
arenosas es común en costas templadas
dominadas por deriva litoral. La costa dorada
de Australia (Gold Coast) se caracteriza
por escarpas de dunas pleistocenas
cuya erosión alimenta espigas hacia el norte
(Chapman 1981). Del mismo modo, la
erosión de la costa de Delaware alimenta la
espiga del Cabo Henlopen (Kraft y Allen
1976). Esto también ocurre en la transición
entre High Island y Sabine Pass, Texas
(Park y Edge 2011). En algunos sectores,
viejos cordones litorales truncados dan testimonio
de estos efectos de canibalización
que ocurrieron durante el Holoceno tardío
(Martin y Suguio 1992; Isla 1997b; Isla y
Bujalesky 2000)
El método empleado hasta el presente para
analizar los balances sedimentarios de playas,
ha demostrado su eficiencia para su caracterización
morfológica. Se han observado
casos en los que una playa de perfil corto
y reflectivo dio saldos aparentemente erosivos
en los sectores supralitorales (erosión
en la berma), aunque con abundante acumulación
en los sectores sublitorales, resultando
por lo tanto, en balances estables.
Las playas de bolsillo -o entre espigonestienen
movimientos hidrodinámicos en
celdas con marcada diferencia entre perfiles
de relevamientos sucesivos e inclusive
con transporte neto de sedimentos en sentido
contrario a lo esperado en la literatura
(Bértola y Pastorino 1998). Hubo períodos
durante los cuales en relativamente poco
tiempo se manifestaron importantes variaciones
en las pendientes, generadas por
circulación compartimentada.
La distribución granulométrica cerca de
la desembocadura de la albufera de Mar
Chiquita evidencia fuertemente la mezcla
de poblaciones en los sedimentos de la
playa frontal. En cambio hacia el norte, los
sedimentos son más homogéneos.
Durante climas normales, con olas de gran
longitud de onda y baja pendiente, se produce
transporte hacia la playa (onshore). En
estos casos las olas producen agradación,
una barra amplia, un perfil suavizado y
una pendiente abrupta en la cara de playa,
no distinguiéndose barras a lo largo de la
costa. Pero luego de tormentas, asociadas
con olas de corta longitud (sudestadas), se
incrementa la acción erosiva del oleaje y se
produce un importante ascenso en el nivel
medio del mar por ondas de tormenta (Isla
1995). Las olas de tormenta originan un
transporte hacia el mar (offshore), provocando
erosión de la playa emergida y una
barra de arena submareal. Las olas posteriores
a la tormenta, movilizan esa barra de
arena hacia el continente y finalmente las
mismas terminan emergiendo en la cara de
playa (Bértola 2006). En la costa estudiada,
la presencia de barras se ha observado en
las playas más abiertas del norte. Las playas
del sur, por la presencia de los espigones y
su forma semicircular no poseen barras tan
evidentes, ya que las mismas migran rápidamente
en el sentido de la deriva y así el
aporte a la playa frontal (y posteriormente
a la distal) es limitado.
En relación a los ciclos -estacionales y tormentas-,
estas playas pueden tener cambios
estacionales o no estacionales al mismo
tiempo que pueden estar en equilibrio o
no (Dubois 1988). Puede haber costas en
equilibrio aparente en las que un efecto
episódico puede provocar desequilibrios
en determinado balance anual (Morton
1979).
Si bien no se ha verificado en todas las zonas,
los balances sedimentarios indican pérdida de arena generalizada en casi todas las
playas (en mayores o menores volúmenes).
Generalmente invierno y primavera han
sido erosivos y el período verano/otoño no
evidenció tendencias netas dominantes. Se
observa que la influencia de los ciclos estacionales
en los balances sedimentarios es
menos importante en los balances parciales
que el efecto de las tormentas, con un
mayor movimiento de material durante
esos períodos episódicos. Estas drásticas
variaciones de volumen se incrementan
cuando se superponen tormentas seguidas.
Al norte de Mar Chiquita los efectos
localizados de las sudestadas son atribuidos
a la refracción de los bancos alineados. En
Pinamar, estas tormentas pueden modificar
los fondos hasta profundidades de 8 m (Isla
1995). También se observó que los efectos
de tormentas combinadas en lapsos cortos
son más efectivos que grandes tormentas
aisladas, ya que la primera tormenta tiene
un efecto desestabilizador sobre el fondo y
sin que medie el lapso suficiente para acomodarse
el perfil de la playa submarina,
la segunda tormenta tiene garantizados
mayores efectos erosivos (Lee et al. 1998;
Schnack et al. 1998).
El rango más notable en la zona norte es
la presencia de dorsales arenosas que actúan
sustancialmente sobre las olas de largo
período, modificando el ángulo de incidencia
sobre las playas. Esto produce efectos
locales y marcada asimetría en planta de
las playas, asimetría que es eliminada en los
sectores balnearios con el emparejamiento
de la arena por topadoras en la primavera.
Distintos modelos se han propuesto sobre
el origen de las dorsales de arena. Queda
claro que están vinculados a regímenes
micro-mesomareales con dominio de las
arenas sobre los fangos en costas no progradantes
(Hayes y Nairn 2004). Algunos
autores norteamericanos los vinculan a antiguas
barreras medanosas retrabajadas por
el aumento del nivel del mar (Stubblefield et al. 1984). Otros los han vinculado directamente
al retroceso de la línea costera
(Swift et al. 1973 y 1984; Kokot 1997). Todos
concluyen con que el mantenimiento
o crecimiento de las dorsales de arena se
deben a las tormentas. Más recientemente,
se han propuesto modelos evolutivos para
explicar aquellos sistemas donde se preservan
las facies de barrera (estadío inicial de
evolución) y aquellos que han perdido sus
núcleos de barrera (Snedden y Dalrymple
1999). Respecto a la eventual explotación
de las dorsales de arena para repoblar playas,
el Servicio Geológico de Maryland
ha realizado un detallado análisis de los
campos de dorsales a explotar así como la
metodología para monitorear la extracción
(Conkwright y Gast 1995). De todos modos,
se han establecido algunos reparos a la
extracción indiscriminada de estas arenas
apuntando a la alteración de la dinámica,
física y sedimentaria (Hayes y Nairn 2004)
así como los efectos sobre las comunidades
biológicas. Si bien los trabajos de refulado
desde la plataforma se vienen desarrollando
hace años, se han comenzado a analizar
los efectos físicos y biológicos en el fondo
(Byrnes et al. 2004; Nairn et al. 2004).
Por
ejemplo, en el sector dragado al SE de la
Isle of Wight, la macrofauna bentónica se
recuperó en un 70-80% en los primeros
100 días, y completamente en 175 días
(Newell et al. 2004). Otro de los efectos
que se deben analizar apunta a las consecuencias
del repoblamiento en la dinámica
de olas y en la magnitud del transporte litoral
(Kelley et al. 2004).
En relación a los espigones, cada tipo de
costa requiere necesariamente estrategias
particulares de defensa (Louisse y Van der
Meulen 1991). Las obras de defensa de
Florida (USA) se implementaron teniendo
en cuenta preferentemente el grado de desarrollo
costero que la magnitud de la erosión
que las justifiquen (Esteves y Finkl 1998).
Los primeros espigones y defensas costeras
en Mar del Plata se realizaron sin considerar
los impactos que su construcción podría
generar en el sistema litoral (Lagrange
1993). El más obvio impacto de los espigones
es que aumentan la densidad de las corrientes rips, y por lo tanto el transporte hacia
el mar (Short 1992). Los espigones originaron
incremento de la erosión en Santa
Clara del Mar y Mar Chiquita (Schnack et
al. 1983). Los manuales del CERC (1984) y del CETN (1990) consideran que los
mismos interrumpen la dinámica entre las
playas y las barras submareales, aumentan
la pendiente de la playa frontal y generan
corrientes de retorno que erosionan la playa
sumergida. Muchas veces la suma de varios
espigones cortos produce mayor movilidad
del sedimento que la presencia de uno de
gran longitud. Si bien logran acumular arena
en la playa emergida, erosionan los sectores
sumergidos y aumentan la pendiente de la
playa. Los balances de las playas entre espigones
indican que poseen una dinámica
menor, es decir el intercambio acumulación/
erosión es menor que las playas abiertas.
Esto se ha podido comprobar comparando
las playas de La Manada y Playa Dorada,
con las de Camet Norte y Mar Chiquita. Las
playas del sur poseen cabos rocosos naturales
y arrojaron acumulación o casi equilibrio, en
tanto que las playas entre espigones (o entre
cabos y espigón), ubicadas al norte, tuvieron
balances erosivos. Junto a los espigones se
pudo constatar la presencia de corrientes rip tanto en las observaciones de campo (Mac-
Mahan et al. 2005) como en los modelados
matemáticos (Poort 2007).
En todas las playas turísticas con infraestructura
balnearia hay alteraciones morfológicas
inducidas por los concesionarios. Generalmente
se produce un acarreo mecánico de
arena desde la playa distal (inclusive del médano)
hacia la playa frontal. Esta actividad es
efectuada a fines de la primavera y provoca
el enrasado de ambas crestas de berma (de
tormenta o de mareas). En algunas playas
existen diferencias de hasta 1 m en las cotas
entre relevamientos, variaciones cuyos orígenes
hay que atribuirlos a efectos eólicos,
sobrelavados y alteraciones antrópicas. En
algunos casos, como la playa de Mar Chiquita
o Playa Dorada, fue difícil establecer las
condiciones de borde de los perfiles, ya que
el espaldón natural es sistemáticamente enrasado
y su zona distal ha sufrido alteraciones
de morfología provocadas por los concesionarios
de balnearios.
Los cambios climáticos inciden también en
la frecuencia con que las tormentas inundan
áreas bajas. El diseño de localidades costeras
no ha tenido en cuenta estos cambios y puede
tener impactos serios en el futuro (Titus et al. 1987). El efecto de las tormentas también
se ejerce sobre las playas al pie de acantilados
y producen una erosión vertical significativa
en las paredes. De esta forma se facilita
el derrumbe del material y se contribuye al
retroceso de la línea de costa. La ampliación
de la ruta 11 obligó a establecer drenajes hacia
zonas de playa en Camet que impactarán
en caso de lluvias copiosas frecuentes y una
pérdida de la capacidad estética en algunas
playas. En Santa Clara del Mar, en el sector
de desembocadura del arroyo Santa Elena, la
magnitud de la playa depende de las variaciones
de la descarga del arroyo.
Conclusiones
Si bien los ritmos de erosión han disminuido
en los últimos 20 años con la construcción
de campos de espigones, la erosión se
ha extendido hacia áreas que antes no la
tenían por causas naturales (Estancia Mar
Chiquita).
Las playas al norte de Mar de Cobo poseen
barras frecuentes y con continuidad lateral,
en tanto que las playas del sur no tuvieron
barras, mientras duró el estudio.
Las playas mantenidas artificialmente (entre
espigones) resultan más estables (menos
dinámica) aunque se recuperan con mayor
dificultad. Están limitadas al transporte
litoral (deriva) y a la recuperación natural a
través de barras migrando onshore.
Los campos de espigones entre Camet
y Santa Clara del Mar han aumentado el
transporte offshore. De ese modo los sectores
sumergidos están dominados por afloramientos
rocosos (tosca) o delgadas y poco
espesas fajas de arena.
La presencia de dorsales de arena al norte
de Mar Chiquita son ideales como áreas de
préstamo para la alimentación de playas que
requieran cualquier tamaño granulométrico.
Agradecimientos
Los autores agradecen al Cart. Marcelo Farenga, al Lic. Matías Taglioretti y José Bedmar por la colaboración en los relevamientos y al PIP-1318 CONICET que financió este estudio. Daniel Martínez y alumnos de la FCEN participaron de la campaña marina. La Prefectura Naval de Mar del Plata colaboró desinteresadamente en estas actividades. Susana Serra fue la responsable de los trabajos de laboratorio.
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Recibido: 8 de agosto, 2012
Aceptado: 23 de abril, 2013