El rol de las redes de laboratorios en la vigilancia de las enfermedades infecciosas
Modelos internacionales desarrollados hace más de 50 años en respuesta a la propagación mundial
de enfermedades infecciosas, como las pandemias de gripe, demostraron la importancia de la organización
en redes y su eficiencia, tanto a la hora de detectar situaciones de riesgo para la salud pública,
como de mejorar el conocimiento de las características con que se presentan las enfermedades infecciosas
y su impacto en la población (1).
En 1948, la Organización Mundial de la Salud organizó y financió el World Influenza Center en el
National Institute for Medical Research, en Londres, que fue el primer centro nacional de influenza con
el propósito de estudiar la epidemiología de la gripe. Este fue el punto de partida de una red global de
vigilancia de influenza, la Global Influenza Surveillance Network (GISN), que actualmente cuenta con
122 laboratorios o Centros Nacionales de Influenza (CNI) y que cumple con una gama de funciones muy
extensa, entre las que se encuentran la recolección de datos epidemiológicos y virológicos, las recomendaciones
anuales de la composición de las vacunas y la vigilancia de las situaciones de riesgo.
Otras redes internacionales y regionales fueron desarrollándose posteriormente ante situaciones
específicas. En años recientes comenzó a aumentar el alerta en relación con las enfermedades emergentes
y reemergentes: se identificaron muchos nuevos patógenos y varias enfermedades que se consideraban
controladas, como el cólera, el dengue y la tuberculosis, se reinstalaron como problemas de
salud pública en América.
En 1998, la Oficina Panamericana de la Salud identificó prioridades en la región y decidió instalar
redes subregionales de laboratorios (Región Amazónica y Cono Sur), capaces de obtener resultados
confiables de alta calidad sobre las nuevas enfermedades infecciosas encontradas en la región. El
establecimiento de una red funcional de laboratorios en el Cono Sur estuvo dirigido, en sus inicios, a
vigilar la resistencia a los antimicrobianos, especialmente frente a la tuberculosis, el síndrome urémico
hemolítico, la influenza y el síndrome pulmonar por hantavirus, usando protocolos uniformes.
El consenso general marcaba la necesidad de integrar los laboratorios y las unidades de epidemiología,
así como la de aumentar la capacidad diagnóstica reforzando las investigaciones tendientes a desarrollar
nuevas técnicas, capaces de detectar el agente etiológico en los casos que quedaban sin diagnosticar.
Al mismo tiempo, la cooperación y la organización internacional permitieron la erradicación de la
poliomielitis en América, y la actual vigilancia de los casos de parálisis fláccida otorga un rol preponderante
a los laboratorios regionales en el estudio de los virus aislados, con su correspondiente tipificación
y diagnóstico diferencial respecto del virus vacunal. Una batalla similar se libra actualmente en un programa
tendiente a eliminar el sarampión.
La transferencia del conocimiento desde los laboratorios con mejor capacidad de detección y respuesta
hacia los de otros países (en muchos de los cuales no se había detectado aún determinado
agente causal, pero en los que era esperable su aparición) generó relaciones sólidas de cooperación,
que persistieron y son hoy la base de las acciones de contención y respuesta.
La experiencia a nivel nacional se da como parte de la misión y las funciones de los Institutos y
Centros Nacionales que integran la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud "Dr.
Carlos G. Malbrán", sede de los Laboratorios Nacionales de Referencia (LNR). Existen actualmente 27
Redes de Laboratorios que cubren una extensa gama de patógenos, entre los que se incluyen numerosos
virus, bacterias, parásitos y hongos, artrópodos, ponzoñas, etc (2).
¿Cuáles son los atributos de una Red Nacional de Laboratorios? Una Red tiene distintos niveles de
complejidad. En primer lugar, existe un LNR cuyas variadas responsabilidades comprenden la capacitación, la elaboración de manuales con protocolos de uso común, la realización de estudios de caracterización
de los agentes infecciosos mediante técnicas moleculares o de una complejidad inaccesible para
el laboratorio clínico y la realización de controles de calidad externos. También es el responsable de
mantener una comunicación permanente con los otros niveles y hacia fuera de la Red, recolectando y
comunicando la información generada por el conjunto para su utilización por el sistema de salud. También
debe coordinar actividades con Centros Internacionales. Los laboratorios que la conforman deben
trabajar según los protocolos aprobados, enviar las muestras clínicas o los aislamientos convenidos al
LNR para que éste, a su vez, pueda completar los estudios de caracterización del microorganismo. Se
les solicita también la información obtenida al realizar el diagnóstico microbiológico sobre las muestras
clínicas. La disponibilidad de información es una actividad sostenida que se basa en la comunicación en
tiempo y forma por parte de los laboratorios, que son el pilar del sistema. Esto implica un trabajo suplementario
para el ya recargado laboratorio clínico, el cual sólo puede mantener su continuidad si el LNR
realimenta el interés de los colaboradores con la devolución de los datos generados en ese nivel, y se
suma al imprescindible reconocimiento por parte de directivos hospitalarios y autoridades de salud locales,
provinciales y nacionales.
La participación voluntaria en la Red requiere de un compromiso personal que es fácilmente alimentado
por la motivación generada en el trabajo colaborativo, al establecer la igualdad de oportunidades
de diagnóstico, independientemente de la localización geográfica de los pacientes, y la posibilidad de
detectar y diagnosticar un brote cuando los recursos locales fueron agotados y se conoce al referente
nacional que puede cooperar en la resolución del problema. Los datos generados por las Redes de
Laboratorios permiten construir corredores endémicos, conocer incidencias, distribución geográfica y
estacional de los agentes infecciosos; también, tomar decisiones en cuanto a programas de vacunación
(hepatitis A y B, rotavirus, papiloma) o prevención. Y, por último, permiten determinar conductas médicas
acordes con la información epidemiológica disponible.
La información generada se distribuye mediante informes electrónicos periódicos o boletines impresos
para su utilización a nivel local y nacional, pero gran parte se muestra en páginas de Internet de uso
público (3, 4), consultadas habitualmente por los profesionales o sus Asociaciones. También se comunican
datos a la OMS y a sus laboratorios de referencia.
En Argentina hay cientos de laboratorios de diagnóstico microbiológico que deben resolver día a día
casos de infecciones esperables de acuerdo con la epidemiología del país. Ese profesional debe estar
alerta y capacitado para detectar eventos inusitados, muchas veces de presentación banal, pero de
consecuencias impredecibles. La posibilidad de disponer de una consulta referencial y de acceder a los
últimos avances disponibles para su trabajo diario le facilitan la tarea y lo reaseguran en su desempeño
profesional responsable.
Vilma L. Savy
Departamento de Virología
INEI-ANLIS "Dr. Carlos G. Malbrán"
E-mail: vsavy@anlis.gov.ar
1. Kittler ME, Gavinio P, Lavanchy D. Influenza and the work of the World Health Organization. Vaccine, 2002, 20: S5-S14.
2. www.anlis.gov.ar, Centro Nacional Redes de Laboratorios, Manuales, Tomo I.