CONSENSO DE TRATAMIENTO
Consenso para el tratamiento de las metástasis cerebrales
Alejandra T. Rabadán, Blanca Diez, Ana María Martínez, Julio Antico, Patricia Saidón, Silvia Christiansen, Galeno Rojas
Capítulo de Neuro-Oncología, Sociedad Argentina de Cancerología, Asociación Médica Argentina & Capítulo de Tumores, Asociación Argentina de Neurocirugía. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Correspondencia: alejandra.rabadan@hospitalitaliano.org.ar
Recibido: septiembre 2006;
aceptado: noviembre 2006
(Este artículo, publicado previamente en la Revista de la Sociedad Argentina de Cancerología 34: 86-126, 2006, ha sido adaptado a las normas de publicación de la Revista Argentina de Neurocirugía)
RESUMEN
El avance en la terapia oncológica ha hecho del tratamiento de las metástasis cerebrales un factor primordial en el tiempo de sobrevida
y la calidad de vida de los pacientes con cáncer. A pesar de que existen numerosas publicaciones sobre el tema, no existe todavía un
consenso sobre la mejor estrategia terapéutica, probablemente por la heterogeneidad de la población en términos de estado funcional,
tipo de neoplasia, control sistémico de la enfermedad y número y localización de las lesiones en el sistema nervioso central. Nuestro
objetivo es presentar recomendaciones generales basadas en un análisis racional para guiar el manejo práctico de las metástasis
cerebrales. Con este propósito, un equipo multidisciplinario integrado por neurocirujanos, neurooncólogos, neuropatólogos, radioterapeutas
y neurólogos fue convocado para conducir una búsqueda minuciosa en las publicaciones en inglés y español a través del PubMed
(1980-2006) coincidiendo con el comienzo del empleo de la resonancia magnética en la práctica médica. Se seleccionaron revisiones y
artículos originales con un n = o > a 20. También se incluyeron capítulos de libros escritos por expertos conocidos. La evaluación de la
literatura así como la experiencia de los autores permitió el desarrollo del "Consenso para el Tratamiento de las Metástasis Cerebrales".
Finalmente los autores esperan que el presente trabajo contribuya a un abordaje multidisciplinario para el manejo de las metástasis
cerebrales con recomendaciones simples y prácticas y probablemente estimule nuevos desarrollos en este campo.
Palabras clave: Cirugía; Metástasis cerebrales; Quimioterapia; Radioterapia.
ABSTRACT
The advances in oncological therapies has made brain metastases
treatment a major factor influencing the survival time
and the quality of life patients with cancer. Although there are
numerous publications on the issue, there is no consensus
about the best treatment strategy. This is probably due to
population heterogeneity in terms of functional status, type of
neoplasia, control of the systemic disease, and the number
and localization of the lesions in the central nervous system.
Our objective is to present general recommendations based on
a rational analysis in order to guide the practical management
of brain metastases. With this purpose, a multidisciplinary
team composed by neurosurgeons, neurooncologists, neuropathologist,
radiotherapist and neurologists were brought
together to conduct a thorough search in english and spanish
publications through PubMed (1980-2006). The starting period
was set at the beginning of the use of magnetic resonance in
medical practice. Reviews and original articles with n= or >20
were selected. Also, book chapters of renowned authors in the
different consulted areas were included. The assessment of
the literature, in addition to the experience of the authors
allowed the development of the "Consensus for the Treatment
of Brain Metastases". Finally, the authors expect that the
present work will contribute to the multidisciplinary approach
in the management of brain metastases with simple and
practical recommendations, and probably stimulating future
developments in this field.
Key words: Cerebral metastasis; Chemotherapy; Radiotherapy; Surgery.
1. GENERALIDADES
Los estudios de autopsias han demostrado que
alrededor del 25% al 40% de los pacientes que tienen
cáncer presentan enfermedad metastásica cerebral1,2.
Los sitios de tumores primarios de origen más frecuentes
son pulmón, mama, melanoma, gastrointestinal,
riñón y tiroides.
La localización es en los hemisferios cerebrales en
casi el 80% de los casos, 15% en el cerebelo y 5% en el
tronco cerebral. Generalmente se ubican en la zona de
transición entre la sustancia gris y la sustancia blanca,
superficialmente. En cuanto al número pueden ser únicas o múltiples y se reserva el término de metástasis (MTS) solitaria para los casos en los que no se encuentra
ninguna otra lesión neoplásica fuera del sistema nervioso
central (SNC)3.
Los síntomas más frecuentes son: cefaleas 40-50%,
crisis convulsivas 15-25%, déficit neurológico focal
40% y trastornos neurocognitivos 65%4. Las MTS también
pueden ser asintomáticas y descubiertas en el
control del paciente con enfermedad neoplásica5.
Las MTS pueden ser sincrónicas con el diagnóstico
del tumor de origen o metacrónicas. El tiempo de
aparición o de progresión respecto del diagnóstico del
tumor primario no afecta el pronóstico de la enfermedad metastásica cerebral y, por ende, no es un factor que
tenga influencia en la toma de decisiones terapéuticas.
Con respecto al diagnóstico, el advenimiento de la
tomografía axial computada (TAC) contrastada hizo
pensar que las MTS eran únicas en el 50% de los
tumores sólidos al momento del diagnóstico6. Pero los
estudios de resonancia magnética (RM) con gadolinio
refieren que se encuentran lesiones únicas en menos
del 33% de los casos. Tal diferencia en la sensibilidad
entre ambos estudios es un indicador de lo inadecuado
de la TAC para determinar el número de MTS o para
detectar las muy pequeñas. Por lo tanto, la RM ha
marcado un hito en el diagnóstico de las MTS cerebrales
por su alto índice de especificidad y sensibilidad, y es en
el momento actual el método de elección para la detección
de estas lesiones. Permite definir sus características
morfológicas, el número de las mismas, localización,
relación con áreas elocuentes, efecto de masa,
grado de edema perilesional, y/o hidrocefalia7,8. La RM
con espectroscopia o la tomografía por emisión de
positrones (TEP) se reservan para lesiones de características
atípicas en las imágenes o con una forma de
presentación clínica inusual, al igual que en algunos
casos con antecedentes de tratamiento radiante en los
que la radionecrosis debería descartarse.
La sobrevida de un paciente con enfermedad metastásica
cerebral está ligada a las posibilidades terapéuticas.
Sin tratamiento la sobrevida es de alrededor de 4
semanas, con corticoides se extiende a 8 semanas, con
radioterapia se logran sobrevidas de entre 3 y 6 meses, con terapia multimodal se logran medianas de sobrevida
de hasta 16,4 meses con status neurológico satisfactorio
y mejor calidad de vida3,9-16. El tratamiento agresivo,
consistente en terapia multimodal de las MTS
cerebrales, ha demostrado claramente que mejora el
status neurológico y el tiempo de sobrevida1,12,17-20.
2. FUNDAMENTACIÓN DE LA REALIZACIÓN DEL CONSENSO
Con los avances en la terapia sistémica para el
cáncer, el tratamiento de las MTS cerebrales ha pasado
a ser el mayor determinante de la sobrevida de los
pacientes así como también de la calidad de la misma.
Aunque se han publicado numerosos trabajos sobre el
tema no existe consenso sobre la mejor estrategia de
tratamiento y los motivos son la gran heterogenicidad
de la población en términos del status funcional, tipo de
neoplasia, estado del control de la enfermedad sistémica
y la multiplicidad en número y localización de las
lesiones metastásicas. Nuestro objetivo es poder aportar
recomendaciones generales que sirvan para guiar la
práctica, basándonos en un análisis racional.
Para ello se convocó a especialistas en los diferentes
aspectos relativos al tratamiento de las MTS cerebrales,
quienes analizaron la bibliografía obtenida mediante la
búsqueda exhaustiva de las publicaciones aparecidas en
PubMed desde 1980 a julio 2006 (el periodo se fijó en el
inicio de la aplicación de la RM en la práctica médica
asistencial); en idioma español e inglés; se seleccionaron
artículos de revisión y artículos originales con n ≥ 20.
También se incluyeron algunos capítulos de libros de
autores reconocidos de las especialidades consultadas.
Con la revisión bibliográfica más los aportes de la propia
experiencia de los autores se elaboró este "Consenso
para el Tratamiento de las Metástasis Cerebrales".
Finalmente, este trabajo realizado en forma multidisciplinaria
pretende contribuir al tratamiento de las
MTS cerebrales mediante lineamientos prácticos y sencillos,
al mismo tiempo que seguramente estimulará el
desarrollo de futuros emprendimientos.
3. TRATAMIENTO SINTOMÁTICO
El primer paso cuando se ha diagnosticado un tumor cerebral presuntamente metastático es aliviar o prevenir los síntomas y complicaciones que puedan devenir del mismo hasta que se haya iniciado el tratamiento.
3.1. Uso de corticoides
El tratamiento habitual es el uso de corticoides para el manejo del edema cerebral vasogénico secundario a la disrupción de la barrera hematoencefálica (BHE) que puede agravar los síntomas o aún ser responsable de ellos. La administración de dexametasona 16 mg/día es habitual, aunque dosis menores pueden ser efectivas y en casos muy severos pueden administrarse 32 mg/día, siempre acompañado de protección gástrica. Las dosis son variables y se ajustan a la respuesta terapéutica que produce muy rápidamente un efecto beneficioso sobre los síntomas (entre 24-72 hs del inicio del fármaco) en aproximadamente el 75% de los pacientes21. La corticoterapia se mantiene con la menor dosis útil para evitar los numerosos efectos adversos para el enfermo hasta finalizar la terapéutica22. Luego de la cirugía en general pueden discontinuarse en forma progresiva. En caso de radiocirugía, en ocasiones el edema puede persistir más tiempo y el requerimiento de corticoides puede prolongarse23. Rara vez puede presentarse un paciente con severa hipertensión endocraneana y riesgo vital, que requiera el uso de diurético osmótico como el manitol u otras medidas de rescate para su manejo24.
3.2. Uso de anticonvulsivantes
La epilepsia es una condición neurológica caracterizada
por la recurrencia de crisis no provocadas. Una
crisis epiléptica es un episodio estereotipado súbito que
produce cambio en la actividad motora, sensación,
comportamiento, emoción, memoria, o conciencia debido
a una descarga electroclínica anormal en el cerebro.
La epilepsia se diagnostica cuando existe recurrencia
de las crisis, es decir cuando existen por lo menos más
de dos episodios de crisis no provocadas.
La epilepsia no es una condición uniforme, sino que
comprende diferentes tipos de crisis y síndromes epilépticos.
La severidad depende del tipo de síndrome que
presente el paciente. Las crisis pueden ser generalizadas
o parciales. El tipo de crisis en las epilepsias
parciales depende del área epileptógena comprometida
en la descarga. La etiología de las crisis es variada
pudiendo corresponder a tumores de SNC, MTS cerebrales,
enfermedades cerebrovasculares, malformaciones
del desarrollo cortical, patología perinatal, infecciones
del SNC, traumatismos craneoencefálicos, esclerosis
del hipocampo entre otras. En las MTS cerebrales,
el 20% de los pacientes debutan con una crisis convulsiva
como síntoma inicial.
En el inicio del tratamiento de un paciente con
epilepsia se recomienda que los pacientes, a fin de
disminuir la toxicidad potencial, comiencen el tratamiento
con una sola droga antiepiléptica (monoterapia)
Si el tratamiento inicial es ineficaz, se puede cambiar
por otra droga como monoterapia. La monoterapia se
inicia a dosis graduales hasta obtener el control de las
crisis o hasta la aparición de eventos adversos inaceptables.
Alrededor de un 30% de los pacientes continúa
teniendo crisis con monoterapia. En estos pacientes
que no responden, se utiliza la terapia adjunta con dos
o más drogas (politerapia). Los cambios de una droga a
otra deben realizarse con precaución, con un lento
descenso de la primera droga conjuntamente a la
incorporación paulatina de la segunda, (la segunda
droga debe haber alcanzado niveles terapéuticos útiles
antes de comenzar el descenso de la primera)25,26.
El tratamiento debe iniciarse con la droga de primera
línea recomendada para el tratamiento del tipo de crisis
del paciente. La evidencia de cual de las drogas actualmente
disponibles se debe utilizar en primera línea proviene
de los estudios clínicos randomizados y controlados.
Las MTS cerebrales provocan crisis de inicio parcial,
cuya sintomatología dependerá del sitio del cerebro en
que se origine la lesión.
En las epilepsias parciales se han realizado numerosos
estudios clínicos randomizados y controlados para
detectar equivalencia con las drogas antiepilépticas
clásicas (carbamacepina, fenitoína, ácido valproico y
fenobarbital) y sus resultados han sido presentados en
el metaanálisis de la revisión sistemática de Cochrane.
El metanálisis de estudios que comparan carbamacepina
y ácido valproico no muestra diferencias significativas
para falla en el tiempo de tratamiento (riesgo
relativo RR 1-00, 95% IC 0,79-1,26) y una ventaja
significativa para la carbamacepina para el tiempo de
remisión a los 12 meses (RR 0,82, 95% CI 0,67-1) y el
tiempo a la primera crisis (RR 1,22, 95% IC 1,04-1,44)27.
El metanálisis de estudios que comparan carbamacepina
y fenobarbital no muestra diferencias significativas
para ninguna de las dos drogas. Sin embargo el
fenobarbital produce mayor número de abandonos de
tratamiento debidos a toxicidad28.
El metanálisis de estudios que comparan carbamacepina
y fenitoína no muestran diferencias significativas
para ninguna de las dos drogas, pero la fenitoína
muestra mayor cantidad de abandonos debidas presumiblemente
a toxicidad de la droga.
El metanálisis de estudios que comparan fenobarbital
y fenitoína muestra que el fenobarbital presenta
mayor cantidad de abandonos. No se evidencias diferencias
significativas al tiempo de remisión a los 12
meses y al tiempo a la primera crisis.
Con estos datos, carbamacepina es actualmente entre
las drogas clásicas, la droga de primera línea para el
tratamiento de crisis parciales.
La decisión de comenzar con una de las nuevas
drogas antiepilépticas aprobadas para ser usadas en
monoterapia en pacientes con epilepsia parcial29,30, se
debe efectuar en caso de que existan contraindicaciones
para el uso de las drogas de primera línea, o existen
interacciones farmacológicas que limitan el uso de dicha
droga, o existe pobre tolerabilidad a la misma25,26.
Si el paciente falla a la primera línea de tratamiento
es posible probar otra droga en monoterapia. En principio
la segunda droga se adiciona a la primera hasta
alcanzar niveles terapéuticos útiles y, paulatinamente,
se va retirando la primera droga que recibiera el paciente.
La falta de respuesta a una primera droga antiepiléptica
reduce en forma considerable la posibilidad de
responder a las drogas subsiguientes.
En el manejo de los enfermos que no responden a las
drogas en monoterapia se debe utilizar politerapia25,26.
Podría definirse a un enfermo como refractario cuando
el enfermo no ha logrado obtener un buen control de sus
crisis luego del uso de al menos 2 drogas antiepilépticas
por el término de 2 años, o al menos cuando se han
llegado a niveles plasmáticos útiles de las 2 drogas
utilizadas en monoterapia. Para la combinación de
fármacos es conveniente utilizar una droga basal y a
esta adicionarle otra droga. En general esta droga
adicionada es conveniente que sea de las "nuevas",
debido al menor índice de interacciones y eventos
adversos observados con estas medicaciones. Las drogas
nuevas que pueden adicionarse a las clásicas para
el tratamiento de pacientes refractarios al tratamiento
son topiramato31-36, lamotrigina37-43, levetiracetam44-
47, pregabalina48-50, oxcarbacepina51, gabapentin52-55,
tiagabina56-57 y zonisamida58. El felbamato59,60 y vigabatrina61-
66 deben utilizarse solo ante pacientes que
hayan fracasado a todas las drogas anteriores, debido
a su potencial toxicidad hematológica y hepática para el
felbamato y ocular para la vigabatrina
3.3. Profilaxis anticonvulsivante
En el caso de las MTS cerebrales, el uso empírico de
profilaxis anticonvulsivante es controversial dado que
los resultados de estudios retrospectivos y randomizados
no demostrarían que las drogas antiepilépticas
reduzcan significativamente el riesgo de padecer una
crisis cuando son utilizadas profilácticamente. Teniendo
en cuenta los resultados de estos estudios y el
potencial de toxicidad e interacciones medicamentosas
que presentan estas drogas (por ejemplo, debido a la
capacidad inductora de los microsomas hepáticos disminuyen
la eficacia de los corticoides y de los agentes
quimioterápicos), resulta necesario dilucidar si deben o
no ser usados como profilaxis para el desarrollo de
convulsiones en pacientes con MTS cerebrales.
En una búsqueda sistemática de metanálisis y
ensayos clínicos controlados randomizados publicados
entre 1980 y 2006, en sujetos adultos mayores de 18
años, que cuenten con un n superior a 20 en Medline,
Embase, Current Contents y Colaboración Cochrane.
Si bien se encontraron 109 artículos referidos a la
profilaxis de las drogas antiepilépticas, sólo 5 estudios
clínicos67-71 cumplían los criterios de randomización y
control con un tamaño de la muestra superior a 20
pacientes. En los 5 estudios se incorporaron en total
403 pacientes con una neoplasia cerebral primaria o
secundaria diagnosticada por TAC o RM de cerebro.
Además se encontraron 2 revisiones sistemáticas72,73.
A cada artículo seleccionado que cumpliera con los
criterios de inclusión le fue asignado un nivel de evidencia
IA73 o IB67-71; para la evaluación de eficacia de los
ensayos clínicos controlados se utilizó la escala metodológica
validada de Jadad74, recibiendo 3 puntos67,70,71,73 o 5 puntos69. Se describen además los valores de la
reducción del riesgo absoluto (RRA) para tener una crisis
y el número necesario de pacientes por tratar para
prevenir una crisis (NNT), se grafican los Odds ratio y
NNT en una tabla. Se realizó además un análisis de chi
cuadrado para cada uno de los grupos, utilizando el test
de Fisher en los casos correspondientes.
Tres de los estudios incluyeron pacientes que habían
sufrido resección total o parcial de su enfermedad68,70,71.
Los anticonvulsivantes estudiados incluyeron
fenobarbital, fenitoína y ácido valproico.
No hay diferencia estadísticamente significativa entre
tratar o no tratar con anticonvulsivantes a estos
pacientes en relación al posterior desarrollo de crisis,
con una tendencia a favor del grupo sin tratamiento. En
general no hubo una disminución significativa tampoco en el análisis por subgrupo de tipo tumoral ni tampoco
en los diferentes antiepilépticos usados.
No se describe que haya algún variable clínica o de
laboratorio que sea significativa para predecir la ocurrencia
de una primera convulsión.
En un estudio67 con 100 pacientes con tumores
cerebrales de reciente diagnóstico se randomizó a dos
grupos de tratamiento: Grupo A con drogas antiepilépticas
y Grupo B sin drogas antiepilépticas. De los 100
pacientes, el 60% presentaban MTS cerebrales y un 40%
presentaban un tumor primario de SNC. Se realizó un
seguimiento de 6 meses. El 26% de los pacientes presentó crisis, 11 en el grupo A y 15 en el grupo B. No hubo
diferencias significativas en las tasas de sobrevida libre de
crisis a los 3 meses. Para establecer diferencias significativas
entre grupos el poder necesario es de 900 pacientes.
Un metanálisis efectuado por Sirven et al.73 analizó los estudios controlados randomizados entre 1996 y
2004. El autor revisó 474 artículos publicados, de los
cuales 17 cumplieron criterios de randomización y control
con placebo y 5 los siguientes criterios de inclusión:
pacientes con tumores de la serie glial, MTS cerebrales y
meningiomas sin historia previa de crisis o epilepsia. Se
analizaron en total 403 pacientes adultos de los cuales
156 tenían MTS cerebral. Los pacientes se randomizaron
a droga antiepiléptica o placebo. En los estudios revisados
la droga utilizada fue fenitoína, fenobarbital o ácido
valproico. Tres de los estudios involucraron pacientes
que sufrieron resección quirúrgica parcial o total en el
momento de la administración del anticonvulsivante.
Las concentraciones séricas fueron monitorizadas en
todos los estudios. Cuatro estudios no mostraron beneficio
estadísticamente significativo. Se confirmó la falta
de beneficio con tratamiento de una semana (OR 0,91; IC
95% 0,45-1,83). Se confirmó además la falta de beneficio
a los seis meses (OR 1,01; IC 95% 0,51-1,98). Analizando
solo al grupo de MTS tampoco se encontró beneficio (OR
2,50; IC 95% 0,25-24,72). Se hallaron leves diferencias
en 3 de los estudios usados que sufrieron resección
quirúrgica o resección parcial de su enfermedad.
En los diferentes estudios con análisis de OR, RRA
y NNT67-71 se observó que se necesitan tratar más de 60
pacientes para prevenir una crisis en un paciente con
MTS cerebral y la reducción del riesgo absoluto en
realidad fue muy baja (0,016). En el análisis de chi
cuadrado para cada uno de los grupos otra vez la
diferencia no fue estadísticamente significativa y tampoco
lo fue en el grupo total de pacientes (p= 0,67).
En conclusión, a la luz de los resultados actuales no
existe evidencia que la terapia de profilaxis anticonvulsivante
disminuya la incidencia de convulsiones en
pacientes con MTS cerebrales y sin antecedentes de
convulsiones (evidencia clase IA), por lo cuál los pacientes
con MTS cerebrales sin el antecedente de convulsión
no deben recibir tratamiento con anticonvulsivantes
(recomendación grado A).
4. CLASIFICACIÓN
El conocimiento de los factores pronósticos es de suma
utilidad para determinar la selección de los pacientes
que se pueden beneficiar con terapia. En este sentido la
clasificación de Recursive Partitioning Analysis (RPA) de
la Radiation Therapy Oncology Group (RTOG), ha permitido
conformar 3 grupos pronósticos de acuerdo a la
sobrevida global en los pacientes tratados con radioterapia75-78. Toman en cuenta el índice de Karnofsky
(KPS) 70, la edad 65 años, enfermedad primaria controlada,
número de MTS y presencia de MTS extracraneales.
Nosotros además del KPS, hemos añadido el score
de ASA (clasificación de riesgo anestésico para la cirugía
de la American Society of Anesthesiologists), como factor
pronóstico para estimar comorbilidades y estado de
salud previo a la cirugía y también consideramos que el
valor de KPS 60 sería un límite adecuado11.
También existen otras consideraciones importantes
a la hora de la toma de decisiones terapéuticas que no
están presentes en la clasificación RPA. Por ejemplo, si
el KPS es dependiente del déficit neurológico y puede ser
rápidamente corregido con algún tratamiento, el tipo de
tumor primario, su radiosensibilidad y/o quimiosensibilidad,
efectos adversos de los tratamientos y si se trata
de MTS recurrente o de nueva siembra.
En el caso de MTS múltiples, no hay acuerdo en un
número determinado de lesiones para decidir la conducta
terapéutica. Creemos que no resulta práctico limitarse
a un número exacto de MTS, por lo que consideramos un
número variable entre un mínimo de 3 y un máximo de
5 lesiones, y la decisión de considerar 3, 4 o 5 lesiones
dependerá de las localizaciones y tamaño y tipo de tumor
de origen. Por ejemplo, las lesiones metastásicas de
algunas enfermedades neoplásicas como el cáncer pulmonar
de células pequeñas, tumores germinales, mieloma
múltiple, leucemias o linfomas son tratados habitualmente
mediante quimioterapia y/o radioterapia, y
en estos casos las terapias locales como cirugía o radiocirugía
no son la recomendación.
Excepción hecha de estas situaciones, la clasificación
que elaboramos para la toma de decisiones es la
siguiente:
• Clase 1a: MTS única, KPS>60
• Clase 1b: MTS única, KPS<60
• Clase 2: MTS múltiples (hasta 3-5) sin MTS extracerebrales
• Clase 3: MTS múltiples (+3-5 o con invasión leptomeníngea)
sin MTS extracerebrales
• Clase 4: MTS cerebrales + MTS extracerebrales
5. CONFIRMACIÓN HISTOPATOLÓGICA
La confirmación histopatológica es un tópico crucial
debido a que cuando los pacientes presentan una o más
lesiones cerebrales y un cáncer sistémico conocido, las
lesiones cerebrales no siempre son MTS. La incidencia
de lesiones no metastásicas como abscesos cerebrales,
tumores primarios, granulomas, o hemorragias es del 5
a 11%14,79,80.
La obtención de material para el examen histopatológico
puede realizarse a través de cirugía resectiva o
de biopsia estereotáctica, y se elige realizar una única
técnica para evitar la duplicación innecesaria de procedimientos.
La cirugía de resección es el método preferido porque resuelve simultáneamente el diagnóstico
y el tratamiento en un solo procedimiento. La
biopsia estereotáxica se reserva para aquellos casos
que no son pasibles de cirugía resectiva como: lesiones
no accesibles, mal estado general, severas comorbilidades,
MTS cerebrales múltiples de tumor primario
desconocido.
En síntesis, en el caso de lesión única resecable sin
tumor primario conocido y sin MTS extracraneales, la
recomendación es cirugía resectiva. En caso de situación
igual a la anterior, pero con lesión única no resecable, la
recomendación es obtener material mediante una biopsia
estereotáctica. Si las lesiones cerebrales son múltiples,
no hay tumor primario detectable o historia de
cáncer y no hay lesiones extracraneales accesibles se
procede a la biopsia estereotáctica o a la cirugía de la más
accesible; pero si hay lesiones MTS extracraneales el
diagnóstico se realizará a través de la biopsia de la lesión
extraneural más accesible y de menor riesgo a los fines
de evitar la biopsia o cirugía cerebral.
La excepción para realizar procedimientos invasivos
diagnósticos serían las situaciones muy claras como
tumor primario conocido, clínica compatible con la
evolución neoplásica, y lesiones múltiples de tumores
primarios como melanoma o cáncer de pulmón.
Las MTS tienden a ser lesiones nodulares bien
circunscriptas y generalmente sólidas. Histológicamente
así como ultraestructuralmente y su inmunofenotipo,
usualmente son similares al tumor primario
del cual se originan.
Se puede ver proliferación vascular dentro y adyacente
al tumor, ocasionalmente asociada a la formación
de estructuras glomeruloides. La necrosis tumoral es
frecuente y puede ser muy extensa, siendo en estos
casos sólo reconocible el tejido tumoral en la periferia de
la lesión o alrededor de los vasos sanguíneos. Algunas
lesiones pueden tener un componente quístico debido
a necrosis, depósitos de queratina degenerados de
carcinomas de células escamosas; o una extensa secreción
mucinosa en los adenocarcinomas; o hemorragias
en las de melanoma, cáncer renal, carcinoma broncogénico
o en el coriocarcinoma. Con excepción de las MTS
de tumores anaplásicos de pequeñas células y algunos
melanomas, las MTS parenquimatosas tienen bordes
bien definidos histológicamente con el tejido nervioso
adyacente. La infiltración difusa de las leptomeninges
puede ocurrir sola o acompañar a la MTS parenquimatosa.
Este tipo de infiltración está más frecuentemente
asociada a leucemias, linfomas, cáncer de mama, melanomas,
cáncer de pulmón y carcinomas de origen en
el tracto gastrointestinal81,82.
Aunque las MTS son tumores fácilmente reconocibles
en el examen histopatológico, en ocasiones puede
ser necesario recurrir a la inmunohistoquímica y aún a
la microscopía electrónica para diagnosticar a las lesiones
pobremente diferenciadas. El caso de la MTS única
con primario desconocido representa un problema en el
cual el análisis histológico puede contribuir casi en el
70% de los casos para orientar el origen del tumor
primario. Por ejemplo, la positividad para citoqueratina
7 y para factor-1-transcripción-tiroidea (TTF-1) sugieren
origen pulmonar; positividad para citoqueratina 20
y negatividad para citoqueratina 7 apunta a cáncer
colorrectal; positividad para vimentina y proteína S100
y negatividad para citoqueratinas sugiere melanoma; y
positividad para citoqueratina 7 y CA15-3 con negatividad
de TTF-1, CA 125, y CA 19-9 es sugerente de cáncer
de mama14,83. Otros anticuerpos como PSA identifican
al cáncer de próstata y tanto el Melan A como el HMB45
al melanoma cutáneo84.
6. TRATAMIENTOS ESPECÍFICOS
6.1. Cirugía
Los objetivos de la cirugía son la confirmación del
diagnóstico y el alivio rápido de los síntomas. Es un
procedimiento de baja morbilidad, que provee buenos
resultados y que produce una recuperación neurológica
muy veloz al resolver el efecto de masa y el edema
cerebral, permitiendo discontinuar los corticoides3,14,18,85-89.
Los factores a considerar para la indicación quirúrgica
incluyen: estado del paciente (edad, KPS y comorbilidades),
número de MTS, y ausencia de MTS
extracraneales.
En los pacientes con MTS cerebral única, el KPS es
fundamental para la toma de decisiones terapéuticas,
por lo que es muy importante identificar si dicho status
puede ser corregido con la resección de la metástasis
cerebral o si el KPS es dependiente de la enfermedad
neoplásica sistémica. Los pacientes con MTS única,
KPS alto, que son independientes a pesar del déficit y
que no tienen MTS extracraneales son generalmente los
mejores candidatos para la cirugía5,10,78,90-92.
Los tumores grandes, accesibles, y con efecto de
masa son de resorte quirúrgico. También la cirugía es
el tratamiento apropiado para el tumor pequeño que
cursa con gran edema perilesional, o cuando presenta
necrosis lo que los hace poco respondedores a los
tratamientos radiantes3,91. Cuando la lesión asienta en
la fosa posterior, el tratamiento preferido también es la
cirugía resectiva porque la radioterapia puede aumentar
el edema y complicar la situación92,93. Menos frecuente
es la indicación por hidrocefalia obstructiva5,90.
Algunos pacientes que recibieron tratamientos previos
con radioterapia o radiocirugía, y que tuvieron fracaso
en el control de la/las MTS o sufrieron radionecrosis
sintomática son candidatos para la cirugía sin mayores
problemas5,79,94. Los tumores pequeños, accesibles y
que tienen escaso edema perilesional pueden ser tratados
indistintamente con cirugía o con radiocirugía. Los
tumores pequeños <3 cm profundamente localizados se
benefician de radiocirugía, pero no así los profundos de
mayor tamaño que tienen un riesgo aumentado de radio
toxicidad10,18,95-98.
En los pacientes con MTS cerebrales múltiples, la
causa de muerte suele ser la progresión de la enfermedad
neurológica99. Por este motivo, cuando hay lesiones
múltiples pero sin MTS extracraneales, los pacientes con buen status funcional podrían beneficiarse de
cirugía, radiocirugía, o de la combinación de ambos
métodos para alivio rápido de la lesión más sintomática
con cirugía y control de las restantes con radiocirugía o
radioterapia, aunque no hay publicaciones con nivel de
evidencia adecuado sobre este tema y no todos los
autores coinciden86,99-101. Si se decide cirugía, la condición
ideal es que las resecciones se realicen en un solo
tiempo quirúrgico5,102-107.
La técnica moderna de la cirugía de las MTS está bien reglada. La incisión cutánea preferida es lineal
porque favorece la rápida cicatrización en pacientes
bajo tratamiento con corticoides o inmunosupresión,
y que recibirán radioterapia postoperatoria precoz.
Cuando las lesiones asientan en o cerca de áreas
elocuentes, la RM funcional y/o la tractografía preoperatorias
contribuyen en la planificación. Las cirugías
son guiadas mediante ultrasonido, estereotaxia o neuronavegación,
y/o con neurofisiología intraoperatoria,
lo que permite realizar procedimientos mínimamente
invasivos, precisos, seguros y altamente efectivos3,108,109.
El abordaje puede ser transcortical o transulcal
dependiendo del volumen y localización de la
lesión. El tipo de resección tumoral preferida es "en
block", salvo que un tamaño voluminoso de la lesión lo
haga contraproducente. Las MTS tienden a desplazar
más que a infiltrar el tejido cerebral, pero dado que se
pueden encontrar células metastásicas a algunos mm
del borde lesional, especialmente en los cánceres de
pulmón y en los melanomas malignos, lo ideal es
resecar 5 mm alrededor de la lesión siempre que no se
esté en área elocuente. Al finalizar la resección, el
cierre dural debe ser hermético5.
Con respecto al tiempo de sobrevida, Bindal et al.
encontraron que los pacientes tratados con cirugía
tenían sobrevidas más largas que con radiocirugía,
16,4 meses versus 7,5 meses9. También se ha reportado
que la cirugía tuvo un mejor control local del tumor
y que menos frecuentemente en estos casos la causa de
muerte dependió del sistema nervioso 9,91,103,110. Al
presente, estudios retrospectivos sugieren que ambos
métodos son efectivos en términos de sobrevida e
independencia funcional, pero no hay estudios con
evidencia clase I comparando cirugía y radiocirugía18,96,98,103,111-115. Esperamos que el estudio fase III
EORTC 22952, randomizado y prospectivo pueda ayudar
a clarificar los roles de ambas terapias113.
La probabilidad de recurrencia local de las MTS
cerebrales tratadas mediante cirugía seguida de radioterapia
es baja, mientras que otros métodos como la
radiocirugía o la radioterapia cuando se realizan solas
presentan casi el doble de posibilidades de recurrencia
local9,14,91,116. La comparación entre cirugía seguida de
radioterapia versus radioterapia como único tratamiento,
demostró claramente la ventaja del tratamiento
combinado con buen nivel de evidencia en dos estudios
independientes, prospectivos y randomizados, y aunque
algunos centros se estén cuestionando la necesidad
de radioterapia postoperatoria de rutina para los pacientes
con MTS cerebral única tratada y enfermedad
controlada, no hay evidencia que avale esta última
conducta en la actualidad13,14.
6.2. Radiocirugía
La radiocirugía estereotáctica es en la actualidad,
ampliamente conocida y utilizada para el tratamiento de
las MTS cerebrales. Mediante el uso de múltiples finos
haces de radiación bien colimados, es capaz de destruir
pequeñas lesiones intracraneales independientemente
de su ubicación y con una precisión submilimétrica.
Debido a que las MTS son lesiones extracerebrales, la
radiocirugía permite entregar a las mismas, una dosis
biológicamente efectiva y que por su gran gradiente de
dosis, la radiación que recibe el cerebro adyacente es
mínima y por lo tanto mínima su afectación.
Las ventajas de esta técnica sobre la cirugía convencional
están fundamentadas en su posibilidad de acceder
a áreas quirúrgicamente inaccesibles ya sea por la
profundidad de su localización o por la elocuencia de sus
estructuras, por ser menos invasiva, no hay incisión
alguna pues sólo requiere la fijación del marco localizador
al cráneo que se realiza con anestesia local y una leve
sedación, por su breve estadía hospitalaria, en la mayoría
de los centros del mundo se realiza en forma ambulatoria,
por su posibilidad de tratar más de una lesión en
un solo tiempo y por ser económica, demostrado esto en
el análisis de costo-efectividad realizado por la salud
pública de Francia. Por otro lado la radiocirugía promueve
el control de tipos tumorales radiorresistentes como
son las MTS de melanoma, riñón y colon, donde la
radioterapia fraccionada tiene menos efecto.
Con respecto a su efectividad, existen numerosas
publicaciones que demuestran un control tumoral local
entre el 85% y el 95%, dependiendo de su tamaño y tipo
tumoral primario9,14,21,98,111,117-119.
Una revisión en 21 trabajos publicados, demostró que
la sobrevida mediana obtenida con la radiocirugía sobre
1700 casos de MTS tratados con esta técnica fue de 9,6
meses y el porcentaje de control tumoral del 85%21.
Por contrapartida debemos tener en cuenta las
desventajas de la radiocirugía respecto a la cirugía y
que son: su limitación a tratar volúmenes superiores
a 12 cm3, su falta de corroboración histológica, considerando
que hasta un 11% de pacientes oncológicos
tienen otro tipo de lesiones como tumores primarios o
abscesos14,80,119 y por no tener un efecto inmediato,
considerando el tiempo medio de respuesta de 20 días
para aliviar un síntoma compresivo o reducir la presión
intracraneana.
El hecho de su bajo riesgo y facilidad de realización
sugieren a la radiocirugía como alternativa a la cirugía
en MTS cerebrales de pequeño volumen, no obstante
existen, en la actualidad, grandes controversias al
respecto, quizás fundamentadas en la falta de estudios
prospectivos randomizados que comparen los resultados
de ambos tratamientos. Si bien existen numerosos
estudios retrospectivos9,111,117, que han intentado evaluar
la eficacia de estas modalidades las conclusiones
obtenidas no son concluyentes como para resolver dichas controversias. Hasta tanto estas controversias
se hayan resuelto sería mejor considerar a la cirugía y
la radiocirugía como modalidades complementarias
más que competitivas, tomando en cuenta que la radiocirugía
es capaz de controlar pequeñas lesiones situadas
en áreas críticas o en la profundidad del cerebro con
la mínima morbilidad y que la cirugía puede actuar
rápidamente para revertir síntomas producidos por
lesiones de mayor tamaño.
En referencia a la radiocirugía podríamos considerarla
típicamente recomendada en las siguientes situaciones:
lesiones solitarias quirúrgicamente inaccesibles;
lesiones múltiples; en pacientes que carezcan de condiciones
para una cirugía sea esto por lo avanzado de su
enfermedad como por patologías concurrentes; o como
forma de manejo multimodal, en caso de lesiones múltiples
donde una de ellas sea de gran volumen y requiera
cirugía, para el tratamiento del resto, de menor tamaño.
También hay que tener presente que el tratamiento
de las MTS cerebrales es siempre paliativo dirigido a una
complicación de una enfermedad maligna diseminada y
que la reducción de tiempos de tratamiento y su dependencia
eleva en estos pacientes su calidad de vida.
6.3. Radioterapia
El tratamiento más reconocido de la enfermedad
metastásica cerebral es la radioterapia, con una respuesta
al tratamiento entre el 50% y 75%, pero con una
sobrevida media de 9 a 18 semanas luego de la radioterapia,
especialmente en pacientes con MTS múltiples22,111,120-123.
El tratamiento estándar con radioterapia es
cráneo total (RCT) 30 Gy en 10 fracciones diarias de 3
Gy124 o 37.5 Gy en 15 fracciones de 2.5 Gy por día
(RTOG 9508)100. El RTOG evaluó en 3 estudios randomizados
distintos esquemas de fraccionamiento que
varían desde 20 Gy en una semana a 40 Gy en 4
semanas. La mejoría de la función neurológica fue
similar en todos (50%) y la duración de la mejoría fue de
10 a 12 semanas125 . Esto fue comprobado en otro
estudio del RTOG comparando fraccionamientos acelerados
(54.4 Gy en 2 fracciones diarias de 1.6 Gy ) con el
convencional de 30 Gy en 10 días de 3 Gy122,127 .
Esquemas rápidos de 15 Gy en 2 fracciones o 10 Gy en
una fracción han llevado a riesgo de herniación, corta
duración de la mejoría, recaídas tempranas y escasas
respuestas125.
Estudios realizados en Memorial Sloan-Kettering
Cancer Center indican que las MTS de cáncer de mama
o pulmón son más radiosensibles y se comprueba por
clínica y TAC, a diferencia de las MTS de melanoma,
renal o colon. Esto podría avalar el tratamiento localizado
en estas últimas, con radioterapia externa conformacional,
radioterapia estereotáctica hipofraccionada
o radiocirugía dependiendo del volumen de tratamiento127.
Sin embargo, esta respuesta no necesariamente
se correlaciona siempre con el control local, y lesiones
radiorresistentes pueden tener mejor control local que
las lesiones radiosensibles. Somoza et al. informaron de
32 MTS de melanoma en 23 pacientes tratados con
radiocirugía, con control local en 31 de 32 MTS (97%) a
pesar de una tasa de respuesta en imagen de 13 de 32
(41%)128. Flickinger et al. informaron que la histología
de mama es factor predictivo de sobrevida (p=0,0002),
dado que las pacientes con cáncer de mama tienen una
sobrevida de 18 meses en comparación con la sobrevida
de 12 meses de otras histologías129.
Nieder et al. realizaron el análisis por imágenes de la
respuesta a la RCT administrando 30 Gy en 10 fracciones
en 108 pacientes con 336 lesiones medibles. La tasa
de respuesta global fue de 59%, por lesión (respuesta
completa 24%, respuesta parcial 35%). Según el tipo
histológico la respuesta completa fue de 37% para
carcinoma de células pequeñas, 35% para cáncer de
mama, 25% para cáncer de células escamosas, 14%
para adenocarcinoma no de mama, 0% para carcinoma
de células renales y 0% para melanoma. Mejoraba la
tasa de respuesta completa cuando se asociaba a
pequeños volúmenes y ausencia de necrosis. Se observó remisión completa en 39% de las MTS, 15% de
respuesta si la necrosis era menor al 50% y 11% si la
necrosis es de 50% o mayor. La respuesta completa era
inversamente relacionada al volumen, 52% para lesiones
de 0.5 ml o menores al 52% hasta 0% para lesiones
iguales o mayores a 10 ml130,131.
Los efectos adversos inmediatos producidos por la
radioterapia craneal son alopecia, dermitis, fatiga y en
algunos casos ototoxicidad. A largo plazo, luego de los
6-12 meses de finalizado el tratamiento, la toxicidad
puede ser ataxia, demencia, incontinencia esfinteriana
y trastornos cognitivos132. Algunos prefieren esquemas
con tiempos más prolongados de administración, 3 o 4
semanas, con reducción de la dosis por fracción para
pacientes de mejor pronóstico, pero esto aún no ha sido
validado por estudios prospectivos randomizados.
En relación a radioterapia y cirugía como forma
de tratamiento existen 2 estudios randomizados que
comparan cirugía y RCT versus RCT sola13,14,75. En el
grupo de Patchell et al. la recurrencia fue del 20% para
cirugía más RCT y del 52% para RCT sola (p < 0,02), con
un tiempo medio de recurrencia de 59 semanas para el
tratamiento combinado y de 21 semanas para el de RCT
sola (p < 0,0001)14. La duración media de la independencia
funcional, definida como KPS mayor o igual a 70,
fue de 38 semanas para el tratamiento combinado y de
8 semanas para RCT sola (p < 0,005)122. Noordijk et al.
hallaron que la sobrevida media de pacientes con
enfermedad extracraneal controlada fue de 12 meses
para el tratamiento combinado y 7 meses para el de RCT
sola (p=0,02)13. El tratamiento combinado no fue significativamente
beneficioso en pacientes con enfermedad
extracraneal activa o edad mayor a 60 años (sobrevida
media 5 meses en ambos grupos).
Se sabe que la RCT luego de la cirugía disminuye la
tasa de recaída tanto en el lecho quirúrgico y también
en el resto del cerebro15. Otro estudio randomizado fue
el de Patchell et al. en el que 95 pacientes fueron
operados y luego fueron observados o recibieron RCT
(50.4 Gy in 28 fracciones); el brazo que recibió RCT tenía una significativa disminución de la recaída14. Algunos
centros en los pacientes de buen pronóstico (RPA clase
I), no indican RCT luego de la cirugía y realizan un
estrecho seguimiento del paciente con la finalidad de
detectar recurrencias precoces (cada 2 a 3 meses). Pero
se debe considerar que la RCT ha demostrado claramente
reducir el riesgo de recurrencia local luego de la
resección quirúrgica.
Con respecto a radioterapia y radiocirugía, se
publicaron tres estudios randomizados100,120,133 y 7
retrospectivos111,112,133-138, que compararon pacientes
tratados con RCT sola vs. RCT más radiocirugía. Los
tres estudios randomizados incorporaron pacientes
con ≤ 3 nuevas MTS y ≤ a 4 cm y demostraron mejoría
en el control local cuando los pacientes recibían radiocirugía
como boost a la RCT, comparado con RCT sola
(82%-92% vs 0%-71%). Ninguno demostró mejoría significativa
en la sobrevida global en los 2 brazos del
estudio. Sin embargo pacientes con MTS presentan una
mejora en la sobrevida cuando se agregaba la radiocirugía
como boost.
El primero en realizar uno de estos estudios randomizados
con RCT con y sin radiocirugía como boost fue
Kondziolka et al.120. Los criterios de inclusión utilizados
fueron KPS mayor o igual a 70, 2 a 4 metástasis de 2,5
cm o menores. La RCT consistió en 30 Gy en 12
fracciones; y la radiocirugía fue realizada dentro del
mes anterior o posterior a la RCT a una dosis de 16 Gy.
Se ingresaron 27 pacientes y los 2 brazos fueron bien
balanceados con respecto a la edad, KPS y presencia de
enfermedad extracraneal. El brazo con radiocirugía
tuvo una significativa mejoría en el control local de la
enfermedad (media, 36 vs 6 meses; p=0.0005) y también
en el tiempo de recaída de alguna de las MTS
(media, 34 vs 5 meses; p= .002). Sin embargo no se
encontraron diferencias en la sobrevida global y algunos
pacientes que recayeron luego de RCT fueron
rescatados con radiocirugía.
En 1996, el RTOG activa un estudio fase III de RCT
con y sin radiocirugía como boost (RTOG 9508)100.
Reclutaron 333 pacientes con 1 a 3 metástasis recientemente
diagnosticadas. Las MTS únicas debían
ser consideradas irresecables (localización profunda
o zona elocuente de la corteza). Los criterios de
exclusión fueron MTS en tronco cerebral, quiasma óptico, RPA clase III y pacientes que habían recibido
tratamiento sistémico el mes anterior a ser ingresados.
La dosis de RCT fue de 37,5 Gy en 15 fracciones
de 2,5 Gy diarios y la dosis de radiocirugía se realizó en base al tamaño tumoral de acuerdo a los criterios
de toxicidad obtenidos del RTOG 9005, ≤2 cm (24 Gy);
2,1-3 cm (18 Gy); 3,1-4 cm (15 Gy). No se observó mejora de la sobrevida en las MTS múltiples. Un
análisis univariado demostró una significativa ventaja
en el grupo de RCT más radiocirugía en los siguientes
pacientes: aquéllos con MTS única (sobrevida
media, 6,5 vs 4.9 meses; p=0,039), pacientes con
tamaños tumorales < a 2 cm (sobrevida media, 6,5 vs
5,3 meses; p=0,045) y pacientes con RPA clase I
(sobrevida media, 11,6 vs 9,6 meses; p=0,45). Los
pacientes tratados con radiocirugía tendían a estabilizar
o mejorar el KPS a lo largo de 6 meses (3% vs
27%; p=0,03). El análisis multivariado demostró que
la radiocirugía mejora la sobrevida solamente en
pacientes con MTS únicas (p<0,0001) o RPA clase I
(p<0,0001). El riesgo de recurrencia local fue 43%
mayor en el brazo sin radiocirugía. Los pacientes que
recibieron solamente radiocirugía tenían mejora del
KPS y disminuían la ingesta de corticoides, sin embargo
no se vieron diferencias cuando se evaluó el
status mental. El autor concluye que la RCT más
radiocirugía mejora el KPS de pacientes con 1 a 3
metástasis y la sobrevida en pacientes con metástasis únicas.
Recientemente se publicaron las conclusiones del
primer estudio japonés randomizado controlado de
132 pacientes portadores de 1 a 4 MTS cerebrales,
cada una <3 cm de diámetro, ingresados en 11 hospitales
de Japón entre octubre de 1999 y diciembre de
2003, donde 65 pacientes recibieron RCT más radiocirugía
y 67 pacientes radiocirugía sola139. La dosis de
RCT elegida fue de 30 Gy en 10 fracciones y la dosis de
radiocirugía fue prescripta en el margen tumoral; las
MTS menores a 2 cm fueron tratados con dosis de 22
Gy a 25 Gy y en las de diámetro mayor a 2 cm las dosis
de tratamiento fueron de 18 Gy a 20 Gy; la dosis de
radiocirugía fue reducida un 30% cuando fue combinada
con RCT, debido a que la dosis óptima de esta
combinación aún no ha sido bien determinada por
estudios randomizados prospectivos fase I de escalamiento
de dosis. El tiempo medio de sobrevida y la tasa
actuarial de sobrevida a un año fue de 7.5 meses y
38,5% (IC95%, 26,7% - 50,3%) en el grupo de RCT más
radiocirugía y de 8 meses y 28,4% (IC 95%, 17,6% -
39.2%) para la radiocirugía sola (p=0,42). La recurrencia
tumoral a 12 meses fue 46.8% en el brazo con RCT
con radiocirugía y 76.4% para el brazo de radiocirugía
sola (p<0,001). Los tratamientos de rescate fueron
menos frecuentemente requeridos en el grupo de RCT
más radiocirugía (n=10) que en el grupo de radiocirugía
sola (n=29) (p<0,00.1). La mortalidad debido a
causas neurológicas fue del 22.8% en los pacientes
que realizaron RCT más radiocirugía, y del 19,3% en
los tratados con radiocirugía sola (p=0,64). Los autores
concluyen que la radiocirugía sola sin RCT se
asocia a un aumento del riesgo de recurrencia, pero el
uso de RCT más radiocirugía no mejora la sobrevida en
pacientes con 1 a 4 MTS, los tratamientos de rescate
con RCT son frecuentemente requeridos cuando no se
usó RCT de inicio.
Se encuentra también en curso un estudio randomizado
de cirugía o radiocirugía con o sin RCT, y creemos
que este estudio aportará más datos con respecto al rol
de la RCT como adyuvancia (http://groups.eortc.be/
radio/Protocols/22952_26001.htm.)113.
Lindvall et al.140 publicaron su experiencia con 77
pacientes tratados con la combinación de RCT y radioterapia
estereotáctica conformacional hipofraccionada
(RCH) versus RCH sola, siendo ésta una alternativa
apropiada para pacientes con MTS mayores a 10 cm3.
La dosis de RCT fue de 30 Gy y la dosis media
estereotáctica fue de 17 Gy en 1 a 3 fracciones,
mientras que la dosis y fraccionamiento utilizados en
los casos tratados con RCH fue de 40 Gy en 5 fracciones.
El 25% de los pacientes que realizaron RCH sola
desarrollaron nuevas MTS distantes del área irradiada,
el control local fue del 100% en el tratamiento
combinado y 84% en el tratamiento estereotáctico
sólo.
El riesgo de nuevas MTS cerebrales luego de la RCT
es de aproximadamente el 22%-73%, pero el porcentaje
de pacientes reirrradiados es menor de 3-10%. Las
recurrencias pueden ser tratadas con radiocirugía,
cirugía o radioterapia estereotáxica con fraccionamiento
estándar o hipofraccionada; pero lo que se recomienda
es realizar una cuidadosa selección de los pacientes,
los cuales deberían ser clase I141,142.
Un tema de interés creciente es el de la radioterapia
y los radiosensibilizadores. Los radiosensibilizadores
son agentes farmacológicos que atenúan la toxicidad
producida por la RCT cuando se administran
junto con ella. Motexafin gadolinium (MGd) es un
mediador redox que actúa selectivamente sobre las
células tumorales disminuyendo el consumo local de
oxígeno. Metha et al. comunicaron la sobrevida y seguimiento
neurológico de un estudio randomizado de 401
pacientes que realizaron RCT con o sin MGd. No se
observaron diferencias significativas en la sobrevida
media (5,2 meses en el brazo con el radiosensibilizador
comparado con 4,9 meses en el brazo control), pero el
deterioro neurológico fue disminuido4.
Otro estudio randomizado fase III se realiza con
efaproxiral RSR13 que es un modificador alostérico de
la hemoglobina y disminuye la afinidad del oxígeno por
la hemoglobina, aumentado la concentración de oxígeno
en los tejidos. Los pacientes realizaron RCT 30 Gy en
10 fracciones con suplemento de oxígeno con o sin
RSR13. Los pacientes con RSR13 experimentaron mejoría
de la sobrevida con respecto a los del grupo control
(5,3 meses vs. 4,5 meses). Entre pacientes con cáncer
de mama la sobrevida con RSR13 fue de 8,7 meses y de
4,6 en el brazo control. Aún no se puede determinar la
utilidad de estos radiosensibilizadores en el tratamiento
de los pacientes con MTS en SNC, pero los resultados
preliminares son alentadores143,144.
6.4. Quimioterapia
El papel de la quimioterapia en el tratamiento de los
pacientes con MTS cerebrales no está claramente definido.
En el momento actual la quimioterapia se usa
muy poco en el manejo de pacientes no incluidos en
protocolos de investigación. La excepción a esto son los
tumores muy quimiosensibles como el carcinoma de
células pequeñas de pulmón, los tumores germinales y
las neoplasias linfoides. Las MTS de carcinoma de
pulmón a células no pequeñas y de cáncer de mama son
menos quimiosensibles81.
Tradicionalmente se ha asumido que la BHE previene
que los agentes quimioterapéuticos ingresen al SNC.
Sin embargo existe evidencia de que la BHE se interrumpe
parcialmente en las MTS cerebrales145. Este
hecho sugiere que otros factores pueden contribuir a los
resultados poco alentadores del uso de quimioterapia:
resistencia intrínseca de muchos de los tumores que
metastatizan en cerebro, el uso de drogas que atraviesan
la BHE en lugar de usar agentes conocidos como
efectivos en la enfermedad primaria y la tendencia de
las MTS cerebrales a desarrollarse después que los
agentes quimioterapéuticos han fallado en el control de
la enfermedad sistémica145,146. La interrupción de la
BHE se observa claramente en las TAC y RM de cerebro
como edema y captación de contraste, aún en lesiones
de pocos milímetros. Algunos estudios han demostrado
que la penetración de agentes con limitada habilidad de
cruzar la BHE intacta no difiere de la penetración en
MTS extraneurales147,148.
Además algunos estudios clínicos demuestran respuestas
objetivas a la quimioterapia sistémica similares
para las MTS cerebrales y las MTS sistémicas. Para
tipos tumorales específicos y varios regímenes terapéuticos
la respuesta observada de las MTS cerebrales es la
siguiente: cáncer de pulmón de células no pequeñas
(27% a 45%), cáncer de pulmón de células pequeñas
(21% a 40%), cáncer de mama (47% a 55%), y melanoma
(12%). La mediana de sobrevida fue: cáncer de pulmón
de células no pequeñas (7 a 8 meses), cáncer de pulmón
de células no pequeñas (3 a 6 meses), cáncer de mama
(6 a 13 meses), y melanoma (4,5 meses)149-152. Los
escasos estudios fase III comparando quimioterapia
sola vs. la combinación de quimioterapia y RCT no son
conclusivos y no existen estudios comparando quimioterapia
sola vs. RCT152-154. Aunque, como dijimos anteriormente,
el papel de la quimioterapia en el tratamiento
de las MTS cerebrales aun es un tema controvertido
una nueva generación de drogas antineoplásicas muestra
alguna promesa155.
6.4.1. Temozolamide. Varios estudios fase II sugieren que la temozolamida como agente único tiene una actividad moderada en pacientes con MTS cerebrales recaídas o progresadas156-160. La eficacia de esta droga más RCT en forma concomitante en pacientes con diagnóstico reciente de MTS cerebrales se evaluó en 4 estudios fase II. El más importante en número incluyó 123 pacientes, 108 con cáncer de pulmón a células no pequeñas. Los pacientes fueron randomizados para recibir temozolamida (75 mg/m2/d) + RCT (10 fracciones de 3 Gy cada una) o RCT sola161,162. Además los pacientes asignados al tratamiento concomitante continuaron luego de un mes de finalizada la radioterapia con temozolamida (200 mg/m2 día 1 a 5 cada 4 semanas por 6 ciclos. El grupo que recibió el tratamiento combinado presentó una respuesta mayor que los que recibieron radioterapia sola (50% vs. 31%; (p=0,028). Los pacientes menores de 60 años y con un KPS mayor a 90 fueron los que más se beneficiaron (p=0,003). No hubo diferencia en la sobrevida (4,93 vs. 7,87 meses; p =0,179)163,164.
6.4.2. Topotecan. La potencial actividad antitumoral del topotecan en pacientes con MTS cerebrales de carcinoma de pulmón a pequeñas células se ha investigado en varios estudios. En un estudio multicéntrico fase II se utilizó topotecan en 30 pacientes pretratados con carcinoma de plumón a pequeñas células que recayeron con MTS cerebrales sintomáticas; 14 habían recibido una línea de tratamiento y 16 dos o más líneas; 8 habían recibido también RCT (7 profiláctico). Veinticuatro pacientes presentaban MTS sistémicas concomitantes. Las MTS cerebrales respondieron en el 33% de los pacientes (3 RC y 7 RP). Cuatro de los pacientes respondedores habían recibido RCT. La respuesta sistémica fue del 29% (7/24). La mediana a la progresión de 3,1 meses (0,25-14,2 meses) y la mediana de sobrevida de 3.6 meses (0.25-14.2+ meses)165.
6.4.3. Gefitinib. El gefitinib es un inhibidor del receptor asociado a la tirosin kinasa del factor de crecimiento epidérmico. Es activo por vía oral. Un estudio fase II incluyó 27 pacientes con cáncer de pulmón a células no pequeñas. La dosis utilizada fue de 250 mg día. Veinte pacientes (74%) habían recibido platino en primera línea y 11 (41%) RCT. Para veinte pacientes evaluables la respuesta sistémica fue del 30% (6 RP). Con respecto a las MTS cerebrales dos pacientes obtuvieron respuesta (uno completa) Ambos pacientes habían recibido RCT166.
En conclusión
1) La BHE está interrumpida en los pacientes con
imágenes en RM que captan contraste y por lo tanto ésta
no limita el uso de quimioterapia.
2) La respuesta de estas MTS cerebrales a la quimioterapia
será similar a la respuesta del tumor primario.
3) El tratamiento quimioterápico inmediato (1ra
línea) en lugar de la radioterapia para las MTS cerebrales
debería basarse por lo tanto no en la premisa de si
la droga penetra la BHE sino en la quimiosensibilidad
de la lesión primaria.
4) La quimioterapia en primera línea para MTS
cerebrales debería considerarse en pacientes con:
a. Tumores primarios quimiosensibles.
b. MTS cerebrales clínicamente asintomáticas o con
signos y síntomas neurológicos mínimos y en los cuales
hay indicación de quimioterapia sistémica por MTS en
otras localizaciones no cerebrales.
c. MTS cerebrales recaídos a la radioterapia y excelente
estado funcional.
5) Las drogas anticonvulsivantes pueden alterar
significativamente la farmacocinética de los agentes
quimioterapéuticos. Este hecho debe siempre tenerse
en cuenta en la elección de los fármacos anticonvulsivantes
a usar cuando el paciente requiera citostáticos
que se metabolicen a través del citocromo P450. Los
anticonvulsivantes no deben usarse en forma profiláctica
en pacientes que no han tenido convulsiones
previamente. La excepción podrían ser lo pacientes con
MTS de melanoma que se localizan frecuentemente en
la sustancia gris y aquellos que presentan concomitantemente
enfermedad leptomeníngea.
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