Apuntes para la historia del Servicio de Neurocirugia del Hospital Pirovano
Horacio M. Plot
Correspondencia: hplot@ciudad.com.ar
Recibido: julio 2007;
aceptado: octubre 2007
La investigación psicológica demuestra con certeza que esta capacidad es tributaria
del ejercicio. Precisamente porque somos capaces de apreciar sin esfuerzo la
armonía de nuestra música en cuanto tales y porque al oírla tenemos inmediatamente
una impresión de belleza, es por lo que nos cuesta creer que el estudio y la
cultura han de dirigir su comprensión. Y, sin embargo, es asi. Sólo un largo
aprendizaje nos permite captar la música que, sin embargo, nos trasmite inmediatamente
su armonia y su belleza.
Konrad Lorenz, etólogo,
Premio Nobel de Medicina.
Todos los Servicios de Neurocirugía tienen su historia.
Algunas se han escrito (ej., Instituto Costa Buero1-3,
Instituto de Neurología de Montevideo4), Instituto de
Neurocirugía de Santiago. De Chile5, pero la mayoría no.
Para los que vivimos gran parte de nuestra vida en el
Pirovano, su existencia tuvo y tiene una gran importancia,
por eso creemos que vale la pena aportar los elementos
que nuestra memoria nos permita.
Indudablemente la creación del Servicio se debió al
empuje y personalidad arrolladora del Dr. Julio Ghersi,
uno de los prohombres de la especialidad en nuestro
país, factotum y fundador de la Asociación Argentina de
Neurocirugía, del Colegio Argentino de Neurocirujanos,
de la Sociedad de Neurocirugía de la Provincia de
Buenos Aires, de la Sociedad Argentina de Neurociencias
y del Capitulo de la especialidad en la AMA, hoy
Sociedad Argentina de Neurocirugía.
Ghersi se había formado en el Hospital de Clínicas,
discípulo del Prof. Dr. Manuel Balado, del cual Ghersi
siempre habló con profundo respeto y cariño, diciendo
públicamente en cada oportunidad que tenia, que todos
los médicos del Pirovano pertenecíamos a la escuela de
Balado6-9.
Después de la muerte de Balado, por disidencias con
otros condiscípulos, decide buscar nuevos horizontes y
es nombrado Jefe de Neurocirugía del Instituto de
Cirugía de la Provincia de Buenos Aires, más conocido
como Instituto de Haedo, donde permanece varios
años. Pero mientras tanto, su inquietud y capacidad de
trabajo lo llevan a ser consultor y a operar en otros
Hospitales, como el Municipal de Vicente López y el
Servicio de cirugía del Hospital Pirovano, cuya jefatura
ejercía el Dr. Caeiro. Esto último le valió el cargo de
Consultor de Neurocirugía en el Pirovano.
Esto cifró un gran prestigio para Ghersi en el Hospital,
y algún tiempo después, cuando creyó terminado
su ciclo en Haedo, enterado de que Max Delcasse, quien
fuera el dueño de "La Casa del Angel", (famosa mansión
del Belgrano tradicional, sede de fastuosas fiestas y
sitio obligado para los duelos frecuentes en épocas
anteriores), en uno de sus actos de beneficencia y
mecenazgo había donado un terreno y una suma de
dinero para la creación de un Instituto Municipal de
Neurocirugía, tramitó ante las autoridades capitalinas
la concreción de esa obra. No llegó a ser así, pues el
terreno quedó como un anexo frente al Pirovano, pero sí
consiguió que en la esquina de Monroe y Roque Pérez,
en el 1º y 2º piso arriba de la Guardia, se construyeran
las instalaciones para el Servicio de Neurocirugía, con
4 salas de internación, quirófano propio de gran amplitud,
anexo a una avanzada sala de Neurorradiología,
laboratorio de electroencefalografía de 16 canales, despachos,
oficinas, consultorios, etc. Ghersi creó la Fundación
Delcasse, con la que consiguió fondos para el
desarrollo del Servicio. Los deudos de Delcasse también
aportaron para la continuidad de la obra.
Ghersi asumió la Jefatura del nuevo Servicio el 9 de
agosto de 1963, llevando a sus discípulos Alcides Pomina,
Julio Sardagna y Gustaffson como sus médicos de
planta. A ellos se agregaron al Servicio los neuropsiquiatras
Iza y Aliotto, como aporte a la clínica neurológica.
Fueron junto al del Hospital de Niños, los primeros
Servicios en tener Residencia de Neurocirugía, siendo
así que en 1964 se incorporaron por ese sistema los
Dres. Hugo Fabricante, Ciro Stier y Jorge Murguiarte,
en 1965 los Dres. Gregorio Sorin, Oscar Stella y Rodolfo
Borracer, en 1966 Alberto Tedone y Horacio Jaacks
Ballester. Posteriormente, lo hacen los Dres. Carlos
Delponti, Alfredo Blasi, Jorge Furst, Neubaum, Benitez
Sosa. También estuvo un lapso el Dr. Almeida, becario
de Ecuador.
En 1966, en el único concurso unificado para toda
la Municipalidad (se concursaron 30 cargos), Abraham
Salzman y yo nos incorporamos como médicos de
planta en la categoría Asistentes.
Era para esa época una institución con características
muy particulares. La rutina era el llamado "round"
o recorrida de Sala que Ghersi dirigía meticulosamente
tres veces por semana. Los demás días lo encargaba a
su Jefe de Clínica (cargo rotativo, no fijo) y al Jefe de
Residentes con su grupo.
Reunión social en casa del Dr. Ghersi (sentado la centro). Parados, de izq. a der.: Saint Martin, Costales, Stella, Plot, Sorin y Bonacer.
El quirófano, amplio es sus dimensiones, llevaba la
impronta de Ghersi: la enorme mesa de instrumentación,
ubicada por encima del paciente, con su bandeja
giratoria para tener a mano los instrumentos en los
distintos tiempos quirúrgicos. La instrumentadora y
Jefa de Quirófano era María Luisa Calmels, mujer del
Dr. Ghersi con mucho carácter y autoridad.
Se operaba dos o tres veces por semana. Los horarios
no exist ían. Se comenzaba a la hora que quería
Ghersi y se terminaba a la tarde o a la noche, de acuerdo
a la complejidad del caso. Incluso frecuentemente se
operaba los sábados por la tarde, aprovechando los
cursos prolongados teoricoprácticos que dirigía Ghersi.
Un punto a destacar, muy discutido por cierto, era
que el Servicio prescindía de los anestesistas. Se efectuaba
la llamada anestesia por prehibernación: con el
paciente premedicado desde el día anterior con barbitúricos
(Seconal o Embutal) 2 cápsulas, que se reforzaban
con 3 más a las 7 hs. El enfermo llegaba dopado al
quirófano, siempre se lo operaba en decúbito lateral
(incluso las columnas), no se lo intubaba pero se le
colocaba un tubo de Mayo y una mascarilla de oxígeno.
La clave farmacol ógica de la anestesia era un cóctel
lítico que Ghersi llamaba "carga" y que se administraba
a intervalos regulares para mantener sedado al paciente.
Se aplicaban tres o cuatro cargas término medio por
operación. Cada carga constaba de una ampolla de
Ampliactil, una de Fenergan y una de Demerol en 20
cm3 de solución fisiológica. Un residente estaba a cargo
de la anestesia y de controlar los parámetros del
enfermo. Lo llamativo es que con esta anestesia se
operaban tumores de fosa posterior, de línea media del
cerebro, aneurismas, malformaciones arteriovenosas
de cualquier complejidad. Esta técnica anestésica, con
la que se operaron alrededor de mil pacientes, no era
original de Ghersi, pues él la copió y adaptó de lo que
había visto realizar en el Servicio de Töennis, en
Alemania, donde hizo una pasantía de observación.
Era un maestro en la cirug ía de las malformaciones
vasculares. Con sus características personalísimas,
fabricaba los clips dentro del quirófano a partir de un
hilo de plata que compraba en las joyerías, y que
cortaba y modelaba en el momento.
Otro rasgo distintivo eran las instalaciones de Neurorradiolog ía:
un enorme aparato AOT biplano, de
excelente intensidad y definición, donde se podían
hacer angiografías seriadas rápidas, tomando aproximadamente
3 o 4 placas por segundo, ideales en el
estudio de las MAV durante 4 a 12 segundos para
observar todos los tiempos angiográficos. Luego Ghersi,
en el pasillo de aproximadamente 7 metros que iba del
quirófano a Radiología, había hecho colocar un negatoscopio
continuo a lo largo de una de sus paredes. Se
colocaban las placas en su orden cronológico y las
estudiábamos con detenimiento y detalladamente para
planear la estrategia operatoria.
Pero Ghersi deseaba proteger a los m édicos y técnicos
de las radiaciones. Por eso, además del delantal plomado
de uso rutinario, invento el "batiscafo", una casilla móvil
sobre ruedas, con puerta trasera, desde donde el operador
efectuaba las inyecciones para la arteriografía. Para
ello el batiscafo tenia una ventanita delantera con vidrio
plomado y dos o tres orificios por donde pasaban las
tubuladuras, que eran tubuladuras de suero, largas,
con llaves de tres vías que se conectaban a la aguja de
punción y otra tubuladura que goteaba permanentemente
suero fisiológico para mantener la aguja limpia
de coágulos. También en vez de agujas metálicas usábamos
a veces las Brannulas, predecesoras del actual
Abbocath. Pero dado que la presión de la sangre es
normalmente superior al goteo del suero, Ghersi aprovechó
el uso de la fuerza de gravedad. Hizo perforar un
orificio en el techo, conectando la sala de Radiología con
una piecita en la terraza donde estaba la bomba de alto
vacío que hacía de aspirador central en el quirófano. Allí
se colocaban los frascos de solución fisiológica que
entonces sí con una altura de 3 o 4 metros, vencía la
tensión arterial y mantenía limpia y permeable la aguja
insertada en la carótida.
Pero tambi én Ghersi fue pionero en los abordajes
endovasculares. Él efectuaba, y nos enseñaba a todos,
a cateterizar la humeral o la femoral para hacer angiografías
selectivas de los vasos cerebrales. Se hacía con
catéteres finos de polietileno (que se usaban para
cateterismos venosos continuos), y jeringas de 50 cm3
con anillas para poder inyectar a presión y a contracorriente
el medio de contraste yodado. Pensemos que no
existían los modernos catéteres ni los medios actuales,
¡estábamos a fines de la década del 60!
También contábamos con uno de los primeros videograbadores
de radiología que observamos. Allí se registraban
y grababan los estudios dinámicos como las
mielografías que no llevaban la técnica del AOT.
El gabinete de electroencefalografia de 16 canales
estaba al otro lado del quir ófano, pudiendo en los
casos necesarios realizar la electrocorticografía intraoperatoria.
En esos años no había neurocirujanos de guardia,
los que la efectuaban eran los residentes que se rotaban
diariamente y eventualmente pedían apoyo a los médicos
de planta.
Estimulaba la investigaci ón y, así con el agregado
del Dr. Emilio Haas, distinguido inmunólogo, los residentes
Stella y Borracer efectuaron un trabajo sobre
gatos, que les valió el Premio de la AANC.
La disciplina era la regla; m ás de una vez Ghersi nos
reunía en su despacho, en la sala de reuniones o en la
propia habitación de los residentes, para darnos lo que
llamaba un "lavado de cabeza" o sea un llamado de
atención.
Ghersi era inflexible en la realizaci ón de las autopsias.
Había habilitado una pieza (la que ahora es
despacho del Jefe de Unidad), en la cual el Residente de
Guardia debía extraer el encéfalo del paciente fallecido
acondicionado para su preservación. Durante años se
guardaron estas piezas, que incluso sirvieron para
prácticas anatómicas y microquirúrgicas. Tan estricto
era Ghersi en la indicación de las autopsias que incluso
se la hizo efectuar a su hermana que falleció en el
Servicio de un tumor cerebral maligno.
Pero Ghersi tambi én quería estar siempre en los
últimos adelantos. Consiguió un microscopio quirúrgico
Carl Zeiss con doble visor y pese a que no era el ideal
por la distancia focal y el volumen del aparato, realizó
las primeras operaciones microneuroquirúrgicas, insistiéndonos
que el que no supiera utilizarlo iba a
perder la oportunidad de progresar en la especialidad.
No estaba equivocado.
La neurocirugía estereotáctica era realizada por
Ghersi con el aparato de Guiot, habiendo aprendido la
técnica en Francia. Sin embargo, aceptó la propuesta
de incorporarse al Servicio ad honorem del Dr. Chescotta,
quien había aprendido la subespecialidad en Suecia
con Leksell y contaba con el aparataje. El Dr. Stella
se convirtió en su discípulo y llegaron a practicar
estereotaxias de altísimo nivel.
Ghersi ten ía múltiples actividades extrahospitalarias,
societarias, académicas, docentes, que complementaban
y daban lustre al Pirovano. En la Cátedra era
Profesor Adjunto de Neurocirugía y en 1970, ante el
retiro del Prof. Dickmann, se presentó a concurso de
oppsición para Profesor Titular ganándolo frente a
profesionales de la talla de Carrea, Martino, Amezua,
etc. En marzo de 1971 asumió el cargo de Profesor
Titular y debió renunciar al Pirovano para hacerse cargo
del Instituto Costa Buero.
En el Servicio del Hospital Pirovano se produjo un
brusco punto de inflexión. No fue fácil reemplazar una
figura como Ghersi, autoridad sin discusión y de un
empuje inigualable.
El Servicio del Pirovano era y es una entidad de
referencia y derivación de la Capital Federal y de todo el
país. Es uno de los Servicios de Neurocirugía de Urgencia
que más trabaja por Guardia en la Capital Federal,
pero además, ha recibido regularmente derivaciones de
Formosa, Entre Ríos, La Pampa, Río Negro, etc.
Al irse Ghersi del Pirovano con destino a la C átedra,
indicó a la Dirección que deseaba que quede yo interinamente
a cargo del Servicio, lo que fueaceptado por las
autoridades pero creó una crisis en el grupo humano
remanente, muchos de lo cuales no pueden aceptar que
quede a cargo alguien que no pertenecía a la escuela de
Ghersi. Se va del Servicio el Dr. Sardagna, para radicarse
en Junín, ciudad a la que ya concurría habitualmente.
Gustaffson y Pomina ya se habían ido un tiempo
antes. Así desapareció la camada de médicos de planta
que acompañó al Jefe cuando se creó el Servicio.
No me fue fácil como nuevo jefe, imponer mi autoridad,
que era permanentemente cuestionada y discutida.
Por otro lado, mi experiencia y la de los restantes médicos
era relativa, dado que Ghersi siempre había absorbido
todas la cirugías de alta complejidad, cediendo sólo
algunas a Pomina y Sardagna, quienes ya no estaban.
Por eso, debieron encararse las técnicas más complejas,
para poder estar a la altura del nivel que requería el
Servicio y enfrentar la responsabilidad enorme de reemplazar
la figura del antiguo y prestigioso jefe.
Lo primero que hice fue pedir a Anestesiología su
apoyo e integración, la que se concretó con dos turnos
fijos por semana más las urgencias. Ello fue aceptado
por el grupo, que vio aliviada su responsabilidad en el
tema de las anestesias. Pero la prehibernacion no
desapareció del todo, pues se siguió aplicando muchas
veces en neurorradiología, donde no conseguíamos
turnos anestesiológicos.
En 1973 se incorporó al Departamento de Urgencia
la figura del neurocirujano de Guardia activa. También
en los Hospitales. Rawson, Alvear. Argerich y de Niños.
Se llamó a concurso y se cubrieron las vacantes. Es de
destacar, que la incorporación de los neurocirujanos a
la Guardia activa representó una verdadera revolución
en la atención neuroquirúrgica de urgencia. El concepto
sólo existía previamente en el Instituto Costa Buero
(sede de la Cátedra) y el Hospital de Ezeiza (por ser
satélite al Aeropuerto Internacional).
Pese a las dificultades, el Servicio se mantuvo. En los
a ños sucesivos se llegó a duplicar el número de operaciones,
se dictaron cursos de actualización para graduados,
con el objeto de unificar criterios, y poco a poco
se fue adquiriendo experiencia en intervenciones de
alta complejidad.
Pero la tensi ón interna entre los profesionales no
desapareció. Se retiraron del Servicio los Dres. Stier,
quien emigró a Israel y Murguiarte, que se radicó en la
ciudad de Azul.
El quiebre institucional que signific ó la toma del
poder por el Proceso Militar en 1976 tuvo también su
repercusión en el Servicio. Quedé cesante por orden del
Gobierno, por una denuncia anónima que me vinculaba
a ideas indeseables para las autoridades. También fue
cesanteado el Dr. Sorin.
Con marchas y contramarchas, fui repuesto en mi
cargo dos meses despu és, no así Sorin (quien volvería
con el regreso de la democracia). Como consecuencia de
la crisis renunció a la Municipalidad el Dr. Fabricante.
En 1978 se llamó a Concurso Abierto dentro de la
Municipalidad para cubrir el cargo de Jefe de División.
Se presentaron una docena de postulantes externos de
alta jerarquía, pero fui elegido por el Jurado como Jefe
Titular.
El Dr. Ghersi recibiendo una plaqueta de manos de su sucesor, Horacio Plot.
El mismo a ño el Dr. Jorge Ignacio Saez Riveras,
quien revistaba en el Hospital Alvear, pasó al Pirovano
con el nombramiento de Jefe de Unidad de Internación
por Decreto de las Autoridades de la Secretaria de Salud
Pública. Era también Jefe de Neurocirugía en el Policlínico
Bancario y del Servicio Penitenciario Federal.
Dado que ese año se jugaba el Campeonato Mundial
de Fútbol, cuya sede capitalina sería el estadio de River
Plate, las autoridades decidieron que nuestro Servicio
debía ser remodelado para atender las urgencias que el
evento mundial requiriera. Por ese motivo hubo un cierre
temporario del Servicio, quedando sólo tres médicos de
planta: Saez, Salzman y yo. Nuestra sede pasó a ser un
consultorio externo, internábamos donde podíamos y
operábamos esporádicamente en Cirugía general.
Pero hubo un cambio, pues el Servicio del Fernández
pasó a ser el elegido para el Mundial y la remodelación
del Pirovano quedó suspendida.
Un año después hubo un cambio que marcó otro
gran punto de inflexión en el Servicio de Pirovano. El Dr.
Perino, Jefe titular del Servicio del Alvear, pasó al
Hospital Fernández y el resto de los médicos del Alvear
pasaron al Pirovano (Zingman, Zadorecki, Gruarín,
Koatz, Favale y Paredes).
En esa época de intensa movilidad interhospitalaria,
el Instituto de Cirugía Infantil encabezado por el Prof.
Rosasco, pasó al Hospital de Niños y el Servicio de
Neurocirugía se ubicó en sus instalaciones, un gran
pabellón que hoy ocupa la Unidad Coronaria. Seguíamos
operando en Cirugía General y poco a poco fuimos
retomando el ritmo y nivel de intervenciones que habíamos
perdido con el receso.
En 1980 se termin ó la remodelación del antiguo
Servicio y volvimos a ocupar el 1º y 2º piso arriba de la
Guardia. Volvió el Dr. Tedone, con gran experiencia
como médico legista.
Traspaso del Trépano de Oro: Dres. Malach, Plot, Alexenicer, Ara, Gruarín y Fernández.
La instalación de Neurorradiología se había deteriorado
con los escombros de la construcción y la reemplazaron
con un viejo y básico aparato de Rayos. La
electroencefalografía ya había sido cedida a la Unidad
de Neurología.
Pero seguimos operando en nuestro propio quir ófano,
ahora remodelado y con modernos aparatos. Lentamente,
recuperamos los niveles anteriores llegando a
realizar unas 200 cirugías programadas anuales.
El cuerpo médico se mantenía actualizado, participando
en las actividades societarias, dictando cursos
de pre y postgrado, concurriendo a todos los Congresos
y de esa manera incorporando las nuevas técnicas
cuando el aparataje a nuestro alcance lo permitía.
Fue el comienzo de la transformaci ón técnica hacia
la microcirugía. Para eso algunos fuimos a efectuar
cursos ad hoc y además creamos un laboratorio de
entrenamiento en Microcirugía, donde se aprendieron y
practicaron las técnicas y se dictaron una veintena de
cursos de técnicas microquirúrgicas. El encargado del
laboratorio fue el Dr. Jorge Paredes, quien le dio un gran
impulso interno y externo, con un pequeño bioterio
adjunto para completar los entrenamientos básicos y
avanzados. Varias veces se hicieron cursos conjuntos
con la Cátedra de Técnica Quirúrgica de la Facultad de
Veterinaria (a cargo del Prof. Pistani). Los residentes
debían realizar obligatoriamente los cursos y colaborar
con el laboratorio. Una característica estricta, impuesta
por mí, fue el respeto a los animales de bioterio para
evitarles sufrimientos innecesarios.
En 1981-2 incorporamos como Jefe de Residentes
al Dr. Alfredo Monti, ex residente del Italiano, quien
aport ó sus conocimientos y nuevas técnicas. Del 82 al
84 siguió como Instructor de Residentes.
La Residencia de Neurocirugía en nuestro Servicio
adquirió progresivamente una tónica que fue característica:
la educación en escalera y la intensa práctica quirúrgica
hizo que nuestros jóvenes médicos terminen la
residencia con un entrenamiento práctico que los habilitaba
a ejercer la especialidad al terminar la misma. Un
ejemplo de esto es que la mayoría de los Jefes de Residentes rindieron de inmediato el riguroso examen teórico
práctico para ingresar al Colegio Argentino de Neurocirujanos.
Esto demuestra la excelencia de su formación y
explica el prestigio de la misma, que hizo que por muchos
años fuera una de las primeras Residencias en ser elegidas
en los concursos unificados del Conareme.
Me impuse como pr áctica corriente, ayudar personalmente
a cada Jefe de Residentes en sus primeras operaciones
de aneurismas, tanto por la responsabilidad ante
el paciente como por la tranquilidad del cirujano; también
supervisaba personalmente todas las operaciones
complejas que efectuaban los residentes.
La cordialidad entre los residentes era manifiesta.
Es una anécdota digna de destacar la famosa "guerra de
los grafittis", especie de contrapunto gráfico en las
paredes del dormitorio donde competían en gracia e
ingenio los Dres. D'Andrea y Picard.
La docencia de pregrado siguió en el Pirovano luego
de la ida de Ghersi a la Cátedra como Profesor Titular.
Me hice cargo primero como Docente Libre y luego
Autorizado al terminar la Carrera Docente. Se continuó
ininterrumpidamente hasta la fecha, el dictado de la
materia para los alumnos de la UDH Pirovano.
También se dictaron unos cincuenta cursos para
Graduados, teóricos y también prácticos (los de Microcirugía).
La actividad societaria también estuvo presente,
dado que fui Presidente de las Sociedades de Neurocirugía
de la Pcia de Buenos Aires, del Capítulo de la AMA,
de la Sociedad de Neurociencias y de la Asociación
Argentina de Neurocirugía. Concomitantemente, organicé
los Congresos locales y Nacionales (2000), contando
siempre con la colaboración de la mayoría de los
médicos y residentes del Servicio.
El Dr. Salzman se había ido al Hospital Ramos Mejía
al ganar el concurso de Jefe de Unidad. Se incorporó el
Dr. Gustavo Porras al Servicio, primero como médico de
guardia y luego de planta.
En el año 2000 gané por Concurso en la Facultad, el
cargo de Profesor Adjunto de la especialidad.
Se publicaron más de un centenar de trabajos que se
presentaron en congresos o en revistas de la especialidad.
La culminación de estos trabajos fueron los dos
CDRom sobre tumores craneoencefálicos que se publicaron
con mi dirección, la coordinación de Steinsleger
y Tardivo y la colaboración escrita de todos los médicos
del Servicio.
En 1991 se jubil ó el Dr. Saez Riveras. Se efectuó un
concurso para reemplazarlo como Jefe de Unidad de
Internación y lo ganó el Dr. Eugenio Zadorecki, quien
permaneció en el cargo hasta su jubilación en 2006.
En el 2005 me había jubilado. reemplazándome
transitoriamente Zadorecki.
Nuevo punto de inflexión.
En el 2006 se realizó el concurso para Jefe de
División y lo ganó y asumió como nuevo Jefe de Servicio
el Dr. Juan Franco Gruarín, quien había sido Jefe en el
Hospital Churruca y en el Pirovano, médico de planta,
neurocirujano de Guardia y Jefe de Unidad de Día. Con
abundantes antecedentes, imprimió inmediatamente
al Servicio su sello personal, interviniendo personalmente
en casi todos los casos quirúrgicos y ganando a
poco de asumir la Jefatura el cargo de Profesor Adjunto
de Neurocirugía en la Facultad de Medicina.
En el 2007, se concursó el cargo vacante de Jefe de
Unidad de Internación, que actualmente se encuentra
en tramite, compitiendo por el mismo los Dres. Steinsleger
y Solé.
En la actualidad, además del Jefe, se destacan los
Dres. Steinsleger en cirugía endoscópica, el Dr. Solé
por sus trabajos de anatomía microquirúrgica y cirugía
neurovascular, el Dr. Tardivo en tumores y cirugía
de raquis, lo mismo que el Dr. Jungberg, quien
además se ha interesado en sistema nervioso periférico.
Y así el ciclo de la vida institucional continúa.
Médicos de Planta y Residentes. De izq. a der.: Dres. Teodone, D'Andrea, Villanustre, Zadorecki, Requejo, Plot, Poggi, Mendiondo, Menon, Picard, Favale y Martínez.
1. Basso A. Historia de la primera Catedra de Neurocirugia de la Universidad de Bs. As. Rev Arg de Neurocir 2004; 18(S1): 19-21.
2. Pardal C. El Instituto de Neurocirugía Costa Buero. Rev Arg de Neurocir 2004; 18 (S1): 27-31.
3. Turjanski L. Historia de la Neurocirugia Argentina. Rev Arg Neurocir 2004; 18(S1): 1-18.
4. Arana Iniguez R; Clase inaugural. Anales del Instituto de Neurologia. Tomo XIII 1958-59. Montevideo, Uruguay.
5. Asenjo A, Valladares H, Villavicencio C, Contreras M, Fierro J. Instituto de Neurocirugía e Investigaciones Cerebrales de Santiago de Chile. Neurocirugía, Vol. IX, 1953.
6. Furst JE. Una semblanza del Prof. Julio A. Ghersi. Rev Arg de Neurocir 2004; 18(S1): 36-9.
7. Ghersi JA. Clase inaugural, pág.109-133, en PERINO F. Homenaje a la Catedra de Neurocirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en su 40º aniversario. Ed. del autor, Bs. As. 1977.
8. Plot HM. Homenaje a la memoria del Prof. Ghersi. Rev Arg de Neurocir 1997; 11: 107-8.
9. Plot H. Homenaje al Prof. Julio Ghersi. En el programa precongreso Neuropinamar 98.