EDITORIAL
Luz incidente, luz reflejada y sensores remotos
Las Naciones Unidas han reconocido para este año
(2015) “la importancia de la luz y las tecnologías basadas
en la luz para la vida de los ciudadanos del
mundo y para el desarrollo futuro de la sociedad”.
Por ello, han considerado “que las aplicaciones de la
ciencia y la tecnología de la luz son esenciales para
los avances ya alcanzados y futuros en las esferas
de la energía, la información y las comunicaciones, la
fibra óptica y la agricultura, entre otros”.
Del total de la radiación electromagnética que llega al
tope de la atmósfera proveniente del sol, alrededor de
una cuarta parte se refleja y el resto es absorbido por
las nubes, los océanos y las masas terrestres. Parte
de la energía contenida en esa luz es utilizada por los
organismos autótrofos (casi siempre con estructuras
verdes) para transformarla en otra forma de energía: la
que se almacena en los enlaces químicos dentro de los
tejidos de dichos organismos. Este proceso es conocido
con el nombre de “fotosíntesis” y la tasa a la cual
ocurre como “Productividad Primaria” (Joules/m2/año,
calorías/m2/año, también traducibles a gramos/m2/año).
Nadie puede hoy desconocer la importancia que tiene
en el manejo de los Recursos Naturales y de los
agroecosistemas en el conocimiento de los patrones
de la productividad primaria y sus principales controles.
Estimar esta variable ha sido un gran desafío
para innumerables grupos de investigación en todo el
planeta. Sin embargo, estas mediciones son muchas
veces muy costosas tanto en tiempo como en dinero
y su nivel de representatividad, tanto espacial como
temporal, es muy bajo.
Los tejidos fotosintéticamente activos poseen características
muy particulares y únicas que les permiten
interactuar con la luz solar: absorben una alta proporción
de la energía en el espectro visible de radiación,
particularmente útil para realizar los procesos
fotoquímicos de fijación de carbono, a la vez que,
debido a características estructurales de los tejidos,
reflejan una alta proporción de que les llega en la porción
del infrarrojo cercano (800 a 1200 nanómetros).
En los últimos treinta años los “sensores remotos” montados sobre distintas plataformas, desde satélites
a instrumentos transportados por un operador en
el terreno, han permitido registrar la energía reflejada
por las distintas coberturas de la superficie terrestre
y generar información en esas bandas espectrales.
Estas últimas, al combinarse en distintos índices, conocidos
como “índices de vegetación”, han resultado
en un muy buenos predictores de la Productividad
Primaria Neta Aérea (PPNA); dando paso a nuevas
oportunidades para la estimación global y repetida de
la PPNA a niveles nunca antes estudiados.
Como hemos visto, la luz juega un rol fundamental
en los ecosistemas terrestres. Gracias a los avances
científicos en estas temáticas y al desarrollo tecnológico
de las últimas décadas, de los cuales el INTA no
ha estado ajeno, hoy podemos también utilizar la luz
para generar información a la vez detallada y representativa
de dichos sistemas. Tales capacidades son
cruciales en un momento en que tenemos que hacer
un uso racional y sustentable de los Recursos Naturales
del planeta bajo nuestra custodia.