ARTÍCULOS
Sistemas de cultivo alternativos desarrollados por productores en el sudeste de la provincia de Buenos Aires
Salembier, C.1; Elverdin, J.2; Meynard, J.M.3
1INRA, Sciences pour l’Action et le Développement, UE0411 Domaine Expérimental Alénya Roussillon, Mas Blanc, 66200 Alénya, Francia.
Correo electrónico: chloe.salembier@supagro.inra.fr
2INTA, Estación Experimental Agropecuaria Balcarce, Laboratorio AGRITERRIS. Casilla de correo 276, Balcarce, Argentina (7620).
Correo electrónico : elverdin.julio@inta.gob.ar
3INRA, Sciences pour l’Action et le Développement, UMR SAD-APT, 16, rue Claude Bernard 75231 Paris Cedex, France. Correo electrónico: meynard@grignon.inra.fr
Recibido 27 de marzo de 2015
Aceptado 16 de julio de 2015
Publicado online 21 de octubre de 2015
RESUMEN
El proceso de expansión de la soja (denominado sojización) en la pampa argentina ha tenido como consecuencia la especialización de numerosas explotaciones agrícolas en el cultivo de soja. Sin embargo, muchos actores del sector agrícola cuestionan la sustentabilidad de los sistemas especializados en ese cultivo. Aun así, cabe preguntarse si las afirmaciones que se hacen sobre la sojización consideran la diversidad de los sistemas de cultivo practicados en las explotaciones agrícolas pampeanas. Este artículo presenta los resultados de un trabajo que se realizó con el fin de identificar y analizar sistemas de cultivo alternativos desarrollados por productores en el partido de Balcarce. El trabajo se dividió en cuatro etapas: (i) caracterización de un sistema predominante basado en el cultivo de soja en la zona de estudio, (ii) identificación de productores que practican sistemas de cultivo alternativos, (iii) descripción y análisis de los distintos sistemas, (iv) evaluación agroambiental y económica de esos sistemas. Se identificaron sistemas alternativos en el partido de Balcarce con prácticas agrícolas distintas de las del sistema predominante. Los sistemas alternativos son caracterizados por rotaciones largas y diversificadas, la combinación de siembra directa y labranza mínima, el uso limitado de plaguicidas, etc. La evaluación reveló que dichos sistemas podían tener mejores resultados agroambientales que el sistema predominante, lo cual nos permitió identificar algunas líneas y preguntas para futuras investigaciones agronómicas.
Palabras clave: Innovaciones del terreno; Evaluación multicriterio; Partido de Balcarce; Sistema de cultivo; Sojización; Sustentabilidad agrícola.
ABSTRACT
The cropping systems of the Argentine Pampas are characterized by the predominance of the soybean crop in the rotation, including in some cases, soybean monoculture. This rose concerns about the sustainability of the production practices. These considerations, however, may neglect the actual diversity of the cropping systems practiced in the Pampas. This article identifies and analyzes alternative cropping systems developed by farmers of the Balcarce County. The research has four main parts: (i) characterization of a predominant system based on the soybean crop, (ii) identification of farmers that undertake alternative cropping systems, (iii) description and analysis of the different systems, and (iv) agro-environmental and economic assessment of these systems. Alternative cropping systems with practices contrasting with those typical of the most common system were identified. The alternative systems exhibit longer and more diverse crop rotations, the combination, in the rotation, of direct seeding and minimum tillage, limited use of pesticides, etc. The assessment revealed that alternative cropping systems could have better agro-environmental results than the most common system based on the soybean crop. These findings allowed the identification of future agronomic research lines.
Keywords: On-field innovations; Multicriteria assessment; Balcarce County; Cropping system; Soybeanization; Farming sustainability.
INTRODUCCIÓN
El fenómeno conocido actualmente como «sojización
de las pampas» consiste en un aumento constante, iniciado
en los años noventa, de la superficie destinada cada
primavera-verano a la producción de soja en el conjunto de
las zonas de cultivo. La sojización generalmente se describe
como un proceso de uniformización de las prácticas
agrícolas en un territorio determinado. La hegemonía de la
soja en el territorio de La Pampa no es casual. El cultivo
de soja ofrece muchas ventajas a los productores, tanto
desde el punto de vista agronómico como económico u organizativo.
En las Pampas, el cultivo forma parte de un paquete
tecnológico (soja RR + siembra directa + glifosato);
su plasticidad permite cultivarla en entornos edafológicos
y climáticos muy diversos (terrenos inclinados, de baja capacidad
para la producción agrícola) (Andrade y Sadras,
2002), con una presencia casi nula de malezas en el inicio
de su inserción durante su ciclo (uso del glifosato) y una
reducción de las problemas de erosión y evaporación del
suelo, debido a la siembra directa (Castilla, 2013). El paquete
tecnológico es muy sencillo de utilizar y permite ahorrar
tiempo. La soja actualmente se exporta a un mercado
internacional en plena expansión y representa una forma
de cultivo poco arriesgada, tanto a nivel comercial como de
producción (INTA, 2011). Esas ventajas han originado que,
desde los años noventa, numerosas explotaciones hayan
ido especializándose en ese cultivo, que se ha convertido
en el cultivo principal de las rotaciones y suele sembrarse
cada año en las mismas parcelas agrícolas (INTA, 2011).
Desde hace varios años, asociaciones (p. ej., la Asociación
Argentina de Productores en Siembra Directa
-Aapresid-), investigadores, asesores agrícolas e incluso
productores ponen en duda la sustentabilidad (tanto desde
el punto de vista medioambiental como social) de los sistemas
de cultivo especializados en la soja. A partir de los
años noventa, la expansión del cultivo de soja y la simplificación
de las labores agrícolas provocaron un incremento
de los flujos migratorios hacia las ciudades (proceso iniciado
a principios del siglo xx) contribuyendo también a la
pérdida de conocimientos propios de la agricultura tradicional
local (Hernández, 2009; Hernández, 2007; Albaladejo,
2011, Chaxel et al., 2011).
La expansión del monocultivo, o
cuasi-monocultivos de soja, ha dado lugar a una homogeneización
del paisaje con efectos negativos para la diversidad
de la fauna local y los servicios ecosistémicos ligados
a la biodiversidad (Benton et al., 2003; Carreño y Viglizzo,
2010). Además contribuyó a aumentar el riesgo de desarrollo
de plagas y enfermedades en todo el territorio. La
simplificación de las prácticas agrícolas lleva asociado el
uso repetido del glifosato, que generó la tolerancia de algunas
malezas a este herbicida (como, por ejemplo, Amaranthus
sp., Avena fatua L., Lolium sp. o incluso Sorghum
halepense. Vila-Aiub, M. M. et al., 2008), lo cual provoca
que el productor tenga que recurrir a la utilización de herbicidas
adicionales (Caviglia et al., 2004). La expansión de
los campos de cereales y plantas oleaginosas en áreas
seminaturales, asociada a técnicas de cultivo con un uso
intensivo de insumos, aumenta las emisiones de gases de
efecto invernadero (Carreño et al., 2010) y contribuye a la
contaminación de las aguas subterráneas (Aparicio et al.,
2008). En lo que respecta al suelo, los residuos de soja
no aportan suficiente cantidad de carbono orgánico. Hay
estudios que demuestran que, a medio plazo, en el caso
del monocultivo o de los sistemas basados esencialmente
en la soja, el nivel de humus en el suelo disminuye, aun en
sistemas de siembra directa (Studdert y Echeverria, 2000;
Studdert et al., 2009; Zazo et al., 2011).
Sin embargo, es necesario preguntarse si las afirmaciones
que se hacen sobre la sojización pasan por alto la diversidad
de los sistemas de cultivo (SC) desarrollados en las explotaciones
agrícolas pampeanas. El trabajo que se presenta en
este artículo se basa en la hipótesis de que existen, en las
Pampas, productores que han desarrollado métodos de producción
que tienen mejor comportamiento ambiental, que el
del sistema predominante. El objetivo de la investigación es
identificar, describir y evaluar, a partir de criterios económicos,
agronómicos y medioambientales, los sistemas de cultivo
alternativos desarrollados por los productores.
MATERIALES Y MÉTODOS
Características de la zona de estudio
El trabajo de investigación se llevó a cabo entre 2012 y
2013 en el partido de Balcarce, situado en el sudeste de la
provincia de Buenos Aires. Ese distrito se caracteriza por
presentar actividades agrícolas diversificadas. Actualmente
se observan explotaciones de policultivo, explotaciones
mixtas, o especializadas en la papa. Sin embargo, desde
hace dos décadas, en el partido de Balcarce, siguiendo la
tendencia nacional, la soja ha ido ganando protagonismo
año tras año en el conjunto de las superficies de cultivo,
siendo del 4,7% de la superficie sembrada en la campaña
1992/1993, 13,5% en 2002/2003, llegando al 53% en
2012/2013 (SIIA, 2015).
Metodología de identificación, caracterización y evaluación
de sistemas de cultivo alternativos desarrollados
por productores
La metodología utilizada en este trabajo se basó en 4
etapas (figura 1): (1) caracterización del sistema de cultivo
basado en soja (llamado «sistema de cultivo predominante
» o SC0); (2) identificación de productores que utilizan
sistemas de cultivo alternativos; (3) caracterización de
los sistemas de cultivo y de su estrategia agronómica; (4)
evaluación de los sistemas de cultivo alternativos a partir
de criterios económico, agronómicos y medioambientales,
comparándolos con el sistema de cultivo predominante.
Figura 1. Esquema recapitulativo de las etapas del trabajo.
- Etapa 1: a través de entrevistas semidirigidas, tres asesores,
un contratista, dos productores y dos investigadores
describieron en los mismos términos el sistema
de cultivo que, según ellos, ocupa la mayor parte de la
superficie agrícola del partido de Balcarce. Ese sistema
de cultivo se basa en rotaciones de dos años con siembra
de soja cada año en la misma parcela agrícola. Este
sistema de cultivo se utilizó después como «referencia»
para identificar sistemas de cultivo alternativos.
- Etapa 2: a través de asesores agrícolas (privados, así
como del INTA y del CREA), investigadores del INTA y
agricultores, se identificaron productores que se consideraban
apropiados para realizar el estudio (21 explotaciones).
- Etapa 3: una vez identificados los productores, se realizó
la descripción (mediante entrevistas semidirigidas)
de los sistemas de cultivo «alternativos»: desde la rotación
de cultivos a las prácticas de cultivo por especie.
Las entrevistas se centraron en (i) la lista de prácticas
de los sistemas de cultivo y (ii) los factores que motivaron
a los productores a aplicar dichas prácticas (¿qué
tipo de rotación de cultivos realizan?; ¿qué técnicas
emplean para cada cultivo?; ¿por qué motivo utilizan
esas prácticas?). Los sistemas de cultivo alternativos se
agruparon por tipos en función de su estrategia agronómica
(lazo entre prácticas agrícolas y motivaciones). La
elaboración de un Análisis de Componentes Principales
(ACP) a partir de las prácticas más representativas de
las estrategias agronómicas de los sistemas permitió
confirmar estadísticamente las agrupaciones.
- Etapa 4: el objetivo de la evaluación fue comparar los
resultados de los sistemas alternativos entre sí y con
el sistema de cultivo predominante. Los indicadores
escogidos para realizar el trabajo (tabla 1) se corresponden
con los criterios que utilizaron los productores
encuestados para evaluar sus prácticas (criterios presentados
cuando explicaban sus motivaciones) y con
otros criterios de evaluación complementarios para
determinar la sustentabilidad agroambiental de los sistemas
de cultivo.
Tabla 1. Lista de los indicadores utilizados para evaluar los sistemas de cultivo, descripciones de su significado
y modalidades de cálculo e interpretación.
RESULTADOS
Descripción de la estrategia agronómica del sistema
predominante y de los sistemas de cultivo alternativos
desarrollados por productores
El sistema de cultivo predominante, que los distintos participantes
encuestados en el partido de Balcarce describieron
entre 2012 y 2013, se caracteriza por una rotación de
una duración de dos años con tres cultivos distintos: soja
de ciclo largo durante el primer año (de noviembre a mayo),
un cereal en el segundo año (trigo y, recientemente mayor
participación de cebada; en función de los precios del mercado)
y soja de segunda (de finales de diciembre-principios
de enero a mayo-junio).
Todas las investigaciones coinciden al constatar que la
estrategia agronómica de este sistema se basa en el objetivo
de conseguir una rentabilidad económica elevada a
corto plazo. Esto se consigue (i) utilizando un capital mínimo
(destinado principalmente al alquiler de las tierras, las
prestaciones de servicios de contratistas o encargados de
campo y los insumos) y (ii) previniendo cualquier riesgo
que exponga la producción mediante la utilización sistemática
de insumos químicos para obtener una productividad
satisfactoria. Además, los dos productores encuestados
señalaron que también buscan optimizar el uso del suelo
(limitar los períodos de barbecho con soja de segunda).
A diferencia de los del sistema predominante, los productores
que ponen en práctica los veintidós sistemas de
cultivo alternativos identificados señalaron que gestionan
su actividad productiva con una visión de negocio a medio
y largo plazo (principalmente, porque cultivan sus propias tierras). A la hora de explicar las motivaciones que los han
conducido a poner en práctica dichos sistemas de cultivo
alternativos, los productores mencionaron otros criterios
además de la rentabilidad económica a corto plazo (figura
2). Esos criterios específicos hacen referencia a rendimientos
económicos y agroambientales.
La tabla 2 presenta las principales características agronómicas
de los veintidós sistemas de cultivo alternativos. Se clasificaron
en cinco tipos en función de la estrategia agronómica
(similitudes entre los sistemas utilizados y criterios de evaluación
mencionados por los productores). Por otro lado, la tabla
3 reúne las principales rotaciones de cultivo identificadas.
El tipo 1 (SC del 1 al 3) engloba sistemas de cultivo similares
al sistema predominante, con rotaciones más diversificadas
(de 3 años de media), pero utilizan insumos (plaguicidas
y fertilizantes) de manera intensiva. La siembra
directa y la aplicación sistemática de plaguicidas permiten
ganar tiempo y simplificar las labores, ya que se considera
que las observaciones de campo requieren demasiado
tiempo. En dos de las tres parcelas del tipo 1 se riega regularmente
el maíz y la soja.
El tipo 2 (SC del 4 al 9) se caracteriza por rotaciones
largas y diversificadas (4 años de media), con una incorporación
ocasional de colza, girasol, maíz, trigo o cebada. La
soja se siembra con menos frecuencia que en el sistema
predominante y el tipo 1. Los productores afirman que los
motivos por los que diversifican las rotaciones son:
La disminución de los riesgos sanitarios en las parcelas y
reducción del uso de plaguicidas. Se refieren sobre todo a
las malezas. Por ese motivo intentan alternar distintos principios
activos. Para ellos, es muy importante no contribuir
al desarrollo de poblaciones tolerantes al glifosato.
El mantenimiento de la fertilidad de los suelos a medio
plazo mediante el cultivo de cereales (trigo, cebada y
maíz), cuyos residuos orgánicos tienen una relación C/N
elevada y permiten conservar los niveles de humus.
La diversificación de las especies o las variedades, así
como de las vías de comercialización, con el fin de repartir
los riesgos (ligados al mercado o a la producción).
La distribución de las cargas de trabajo entre varias especies
durante el año. Algunos intentan escalonar las fechas
de siembra de la soja de segunda para disminuir los
riesgos climáticos y la siembran después de la colza, el
trigo y la cebada.
Todos los sistemas de cultivo del tipo 2 son utilizados
por propietarios que asumen la gestión de la actividad productiva
y dan mucha importancia al hecho de mantener la
fertilidad del suelo a medio plazo.
Los tipos 3 (SC del 10 al 15) y 5 (SC del 19 al 22) son
practicados en explotaciones mixtas (agricultura y ganadería)
por productores que se ocupan de la actividad productiva.
En el tipo 3 las rotaciones son cortas (de 2 a 3 años)
y la soja de segunda es sustituida por un verdeo (raigrás o avena). Los animales consumen directamente el verdeo o
se cosecha para conservarlo. Los verdeos no requieren un
uso elevado de insumos ni demasiado tiempo de trabajo.
Por eso, los productores lo consideran una producción complementaria,
como en el caso de la soja de segunda, ya que
puede compensar una mala cosecha del cultivo anterior.
Por otro lado, algunos integran el verdeo como una manera
de tener una cubierta vegetal permanente en las parcelas
(mantenimiento de la estructura del suelo y reducción de la
erosión). Esos sistemas de cultivo (tipo 3) utilizan algunas
técnicas, poco comunes ni conocidas: (i) labranza mínima
en determinados años para descompactar el suelo pisoteado
por los animales durante el pastoreo del verdeo (p. ej.:
arado, rastra de discos), (ii) control mecánico de malezas
o incluso, en el caso de un productor, (iii) pasar una henificadora
para voltear la cubierta vegetal y favorecer la eliminación
de algunas plagas (p. ej., el bicho bolita, la babosa,
semilla de malezas), que los pájaros comen. La integración
de esos cultivos en la rotación, junto con las observaciones
recurrentes realizadas por los productores y la labranza
ocasional, permite reducir el uso de plaguicidas (que se utilizan
más como curativos que preventivos).
Tabla 2. Principales características de los veintidós sistemas de cultivo alternativos, agrupados en cinco grandes tipos. Se consideraron
las características siguientes: duración de la rotación; número de cultivos sembrados en un período de cinco años (cultivos principales
y secundarios); número de especies utilizadas en la rotación en un período de cinco años; frecuencia de soja en la rotación; promedio
de aplicaciones de glifosato al año; promedio de aplicaciones de plaguicidas al año (herbicidas no incluidos); promedio de aplicaciones
de nitrógeno sobre el cereal (trigo o maíz); labranza ocasional (1: siembra directa utilizada en todas las especies; 2: labranza mínima
ocasional; 3: labranza ocasional); frecuencia de verdeos, papa y colza en la rotación.
Tabla 3. Rotaciones identificadas en los distintos tipos de sistemas de cultivo. Descripción de las rotaciones: entre corchetes ([…]) se indican
(i) la especie principal cultivada en un año determinado; (ii) la especie principal y una especie secundaria ([… + …]), y (iii) distintas especies
que pueden sustituirse entre sí ([… o …]). S: soja. T: trigo. C: cebada. Co: colza. G: girasol. SII: soja de segunda. M: maíz (granos, dulce o
para producir semillas). RG: raigrás. A: avena. So: sorgo. P: pradera. Pa: papa. RA: rebrote del cultivo anterior (usado como forraje).
En el tipo 4 (SC del 16 al 18), la rotación es más extensa y se diversifica utilizando maíz, trigo, cebada, colza, avena, además de recurrir al cultivo periódico (cada cinco años) de la papa. La tierra se remueve antes y después de cultivar la papa. El propietario alquila las tierras a una tercera persona por un período de un año. El papero se ocupa de todo el proceso: desde la plantación hasta la cosecha. Esta opción ofrece a los productores una renta anual fija, así como un cultivo suplementario para diversificar las rotaciones, lo cual reduce la aparición de plagas y enfermedades en los cultivos. Como el nivel de fertilizantes empleados en el cultivo de la papa es muy elevado, y con el fin de reducir el riesgo de una mala valorización del saldo de nitrógeno, algunos productores dividen el terreno dedicado a la papa para sembrar especies distintas al año siguiente. Debido al uso de labranzas y la prolongación de la rotación, la utilización del glifosato se reduce, pero las exigencias de la papa hacen que la media de los fitosanitarios (fungicidas e insecticidas) utilizados en la rotación siga siendo elevada. En el tipo 5 (SC del 19 al 22), la rotación de grandes cultivos es relativamente diversificada (cereales y oleaginosas) y se interrumpe periódicamente para incorporar praderas plurianuales durante un período de 2 a 5 años. Según los productores, estas praderas (cultivos de gramíneas y leguminosas) tienen el doble propósito de (i) proporcionar forrajes al ganado durante todo el año y (ii) conservar la fertilidad (química, física y biológica) del suelo gracias a los aportes orgánicos de la pradera y a su función de cubierta vegetal que evita la erosión del suelo. La utilización puntual de la labranza (roturar la pastura para implantar después cultivos anuales), la diversidad de especies y la introducción de praderas plurianuales contribuyen a reducir el uso de plaguicidas (uso nulo algunos años). A través del análisis de componentes principales (ACP) (figura 3) pudimos confirmar las similitudes entre los sistemas de cultivo que se habían agrupado por tipos. El eje CP1 separa los sistemas según la duración y la diversificación de las rotaciones, el uso de glifosato y el empleo de la labranza reducida; el eje CP2 distingue los sistemas en función del uso de plaguicidas (herbicidas no incluidos) y la incorporación de la papa o de los verdeos en las rotaciones.
Figura 2. Criterios de evaluación mencionados por los productores que desarrollan el sistema predominante (curva negra) y por los productores
que desarollan los sistemas de cultivo alternativos (cruva gris).
Figura 3. Observaciones proyectadas sobre el plano de los distintos tipos de sistemas de cultivo. Representación de los resultados del
Análisis de Componentes Principales (ACP).
Resultados de la evaluación de los sistemas de cultivo alternativos y del sistema predominante
La tabla 4 ilustra los resultados de la evaluación multicriterio por tipo de sistemas de cultivo. No se han incluido los indicadores de volatilización de NH₃, emisiones de N₂O, lixiviación de NO₃ y consumo energético ya que los resultados son bastante similares y relativamente bajos.
Tabla 4. Resultados de los indicadores por tipo de sistemas de cultivo. Para seis indicadores, se aplicaron medias (Med.) y desviaciones
estándar (∂), mientras que el indicador cualitativo «tolerancia» se expresó en porcentajes de notas iguales a 1 y 3. RI: retorno de la inversión.
VAB: valor agregado bruto de cultivos extensivos (expresado en cientos de $). Máx. uso del suelo: optimización del uso del suelo.
COS: Indicador de carbono orgánico. IFT: indicador de frecuencia de tratamientos. Número de sistemas de cultivo por tipo: 3 SC (tipo 1);
6 SC (tipo 2); 6 SC (tipo 3); 3 SC (tipo 4); 4 SC (tipo 5).
Evaluación económica
Los resultados del VAB y del RI son sensibles a las variaciones
de rendimiento. Los datos utilizados para realizar
los cálculos no proceden de mediciones precisas, sino que
se han obtenido a partir de estimaciones de medias proporcionadas
por los productores. Además, las medias se han
elaborado a partir de muestras pequeñas. Por ese motivo, el
análisis de la evaluación económica que proponemos a continuación
presenta únicamente las tendencias generales.
El tipo 1 tiene el VAB más alto, mientras que los demás
sistemas han conseguido resultados de VAB similares. Eso
se debe a los elevados rendimientos del tipo 1, que han
resultado favorecidos por la irrigación de algunos cultivos
(maíz y soja de segunda en algunos casos). Los otros tipos
alcanzaron resultados económicos similares de distintas
maneras: (i) el sistema predominante se caracteriza por
el uso del suelo más intensivo (optimización del uso del
suelo) y cada año introduce la soja en la rotación, en un
contexto de plena expansión del mercado de la soja (precios
de venta elevados); (ii) los tipos 2, 3 y 5, que utilizan
rotaciones largas y diversificadas, requieren de media un
consumo de insumos más bajo; (iii) el tipo 4 recurre al cultivo
de la papa (cada cinco años se integra en la rotación),
que proporciona una renta anual fija y elevada (debido al
alquiler de la tierra), y aporta nitrógeno al suelo para el cultivo
siguiente (trigo, maíz o girasol).
En lo que respecta al rendimiento de la inversión, los tipos
3 y 5 han conseguido los mejores resultados, seguidos
muy de cerca por el sistema predominante (SC0). El tipo
1 ha tenido el peor resultado. El tipo 3 incluye cada dos o
tres años el cultivo de forrajes en la rotación que es poco
dependiente de insumos (nivel bajo o nulo de plaguicidas
y fertilizantes). En cuanto a los cultivos anuales del tipo 5
(sin incluir los años de praderas), es posible que la diversificación
de cultivos y el uso de praderas aumenten la regulación
biótica y la fertilidad del suelo, de ahí que los cultivos
de la rotación no necesiten un uso elevado de insumos
(plaguicidas y fertilizantes). Por el contrario, el resultado
del tipo 1 está ligado a un nivel elevado de utilización de insumos en las parcelas agrícolas (plaguicidas y fertilizantes).
El SC0 tiene un RI bastante elevado, puesto que la
soja se cultiva cada año en las parcelas y es menos dependiente
de insumos (sobre todo, en cuanto a fertilizantes)
que la mayoría de los cultivos de diversificación.
Si se exceptúa el tipo 4, que presenta una ventaja adicional,
ya que cada cinco años percibe una renta procedente
del alquiler de las tierras a un papero, los tipos 2, 3, y 5
presentan el nivel de riesgo más bajo. Eso demuestra que
la diversificación de cultivos (cereales, oleaginosas y forraje)
contribuye a disminuir el riesgo (tanto desde el punto
de vista comercial como a nivel de la producción). Algunos
productores, con el fin de limitar los riesgos y al mismo
tiempo optimizar el uso del suelo, diversifican los cultivos
antecesores y las fechas de siembra de soja de segunda
(antecesores en los tipos 2, 3 y 4: colza, trigo y cebada).
Al contrario de lo que se suele afirmar (INTA, 2011), el sistema
predominante no parece el de menor riesgo. La soja
de segunda (introducida cada dos años en la rotación para
optimizar el uso del suelo, en el SC0 y el Tipo 1) es un cultivo con riesgo. Esto se debe a que se siembra tarde, después
de un cereal (cosecha de diciembre a principios de enero)
y su rendimiento puede verse fuertemente afectado por las
condiciones de humedad en el suelo y la caída de heladas
a principios de otoño (finales de marzo). Aun así, la soja de
segunda representa un costo reducido (generalmente no se
fertiliza y solo requiere tres aplicaciones de glifosato durante
el ciclo), de ahí que se considere un «plus» que se obtiene
después de sembrar un cereal, por su facilidad de manejo.
Evaluación agroambiental
Los resultados obtenidos muestran que el indicador de
carbono orgánico (COS) es más elevado en los sistemas de cultivo alternativos que en el sistema predominante.
Debido a la diversificación de especies o a la inclusión de
praderas plurianuales en la rotación, los productores consiguen
que los niveles de COS se mantengan elevados a
mediano y largo plazo. En cambio, como indica el resultado
de COS del SC0, no parece que cultivar soja cada año en
la misma parcela (cultivo con un nivel bajo de C/N) aporte
el carbono orgánico necesario para mantener un nivel
elevado, a pesar de la siembra directa. Entre los sistemas
diversificados, el tipo 4 ha obtenido el resultado más bajo,
debido principalmente a la utilización de la labranza de manera
ocasional para sembrar y cosechar la papa.
El sistema predominante y el tipo 1 tienen el IFT más
elevado, seguidos muy de cerca por los sistemas de tipo
4. Todos ellos presentan una fuerte dependencia de insumos:
en el caso del sistema predominante y del tipo 1, las
estrategias de protección de cultivos se basan, sobre todo,
en la aplicación sistemática de insumos para obtener rendimientos
elevados; el tipo 4, en cambio, requiere un uso
intensivo de plaguicidas en el cultivo de papa, lo cual explica
en gran parte el elevado IFT. Los tipos 2, 3 y 5 tienen una
menor dependencia de insumos debido a la combinación de
distintas prácticas agrícolas de los productores: (i) labranza
reducida para controlar malezas, (ii) aumento del potencial
de regulación biótica gracias a la diversificación de especies
y (iii) observaciones de campo para recurrir a las aplicaciones
preventivas. Excepto en el caso del tipo 3 (poca dependencia
de insumos en el cultivo secundario de forrajes), la
presión medioambiental de los plaguicidas es tanto mayor
cuanto mayor es el número de cultivos que se siembran en
un período de cinco años (optimización del uso del suelo).
En el sistema predominante y el tipo 1, los productores
destacan la presencia de malezas tolerantes al glifosato y
el empleo de otros ingredientes activos para controlarlas
en los cultivos de soja. Tal y como se indica en la figura 4,
que muestra el conjunto de sistemas de cultivo estudiados,
la aparición de malezas tolerantes aumenta con el incremento
del uso de la soja en la rotación y el número de
aplicaciones de glifosato.
Figura 4. Relación entre la frecuencia de la soja en la rotación, el promedio anual de aplicaciones de glifosato y la presencia de malezas
tolerantes (notas del 1 al 3). Se ha ajustado una recta de regresión lineal: y=3,7768x + 0,5286.
La figura 5 muestra la relación entre el indicador de uso de pesticidas (IFT) y el indicador de riesgo. Salvo en el caso del tipo 4 (el cultivo de papa hace que el IFT aumente a la vez que disminuye el riesgo), podemos observar que, en general, los sistemas con menos dependencia de plaguicidas parecen tener un nivel de riesgo más bajo (tipos 2, 3 y 5). Los resultados demuestran que la estrategia que consiste en aplicar plaguicidas de manera preventiva, con el objetivo de evitar la aparición de plagas o enfermedades en rotaciones de duración corta de sistemas especializados en la soja (sistema predominante y tipo 1), no constituye el mejor medio para limitar los riesgos económicos.
Figura 5. Relación entre el resultado del indicador de uso de pesticidas (IFT) y el resultado del indicador de riesgo. La recta de regresión
lineal no tiene en cuenta los puntos del tipo 4 (véase texto): y=0,4624x + 43,293.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Este estudio nos ha permitido identificar en el partido de
Balcarce sistemas de cultivo con prácticas agrícolas distintas
de las del sistema predominante. Hemos encontrado
sistemas alternativos en todo tipo de explotaciones, independiente
de los tamaños (de 30 hectáreas hasta 10000
hectáreas, sumando tierras propias y alquiladas). Los sistemas
estudiados presentan una mayor diversificación que el
sistema predominante, lo cual permite reducir de forma global
los riesgos sanitarios gracias al potencial de regulación
biótica (Altieri, 1995; Wezel et al., 2013). De los resultados
obtenidos se desprende que existen sistemas de cultivo con
un mejor rendimiento medioambiental que el sistema predominante
y que dichos sistemas, cuya dependencia de insumos
es reducida gracias a la diversificación, dan resultados
que consideran satisfactorios los productores que los utilizan.
De hecho, al contrario de lo que se tiende a afirmar en
la literatura (INTA, 2011), los sistemas alternativos resultan
menos riesgosos que el sistema predominante.
Estos «métodos de producción» originales podrían servir
de fuente de inspiración para desarrollar sistemas de cultivo
sustentables en la región de estudio:
Diversificación de cultivos, asociada a un cambio en el
modelo de aplicación de insumos. Los resultados demuestran
que se podría aplicar en cultivos extensivos y que podría
limitar la propagación de malezas tolerantes (tipo 2).
La integración de cultivos de forrajes o praderas plurianuales
en las rotaciones no está en consonancia con la tendencia
actual hacia la especialización de las explotaciones,
ni tampoco con la mayoría de las prácticas agrícolas de las
explotaciones que combinan la agricultura y la ganadería,
donde algunas parcelas se dedican a la ganadería y otras
a la producción de cultivos comerciales. Algunos estudios
destacan el interés agronómico de asociar praderas y cultivos
extensivos para mantener el nivel de fertilidad del suelo
elevado (Zazo et al., 2011; Studdert et al., 1997), y así lo
indican los resultados de COS para los tipos 3 y 5.
Pruebas sobre el uso ocasional de la labranza mínima
por parte de algunos productores, en una región donde
parece que la siembra directa se haya prácticamente generalizado.
La idea es conservar las ventajas de la práctica
habitual de la siembra directa y recurrir de vez en cuando
a la labranza mínima a fin de incorporar los residuos de los
cultivos (con miras a limitar los inóculos de la superficie y la
aparición de babosas y bichos bolitas) o para descompactar
el suelo y favorecer el arraigo de los cultivos.
Para concluir, este trabajo ha permitido avanzar en la
elaboración de una metodología con el objetivo de consolidar
referencias sobre sistemas de cultivo alternativos desarrollados
por productores. Las situaciones analizadas han
ofrecido la posibilidad de descubrir nuevas combinaciones
de prácticas agrícolas que parecen prometedoras para el
diseño de sistemas de cultivo sustentables. Más que aportar
soluciones operativas, que ni el tamaño de la muestra ni
la falta de mediciones permiten validar, un trabajo de estas
características ofrece la posibilidad de identificar cuestiones
en las que sería importante ahondar para preparar el cambio
de los sistemas existentes hacia una mayor sustentabilidad.
¿Con qué frecuencia se debería recurrir a la labranza mínima
para conservar las ventajas de un sistema con siembra
directa? ¿Cuál es el impacto real de una henificadora en la
eliminación de plagas por los pájaros? ¿Qué potencial de regulación
biótica y disminución de pesticidas tiene la diversificación
de especies (en la rotación, en la superficie de la explotación)?
Esas cuestiones merecerían ser estudiadas para
(i) desarrollar mecanismos de observación y de medición en
los campos de los productores y (ii) realizar experimentos.
El INTA ha llevado a cabo otros trabajos que describen y
evalúan sistemas de cultivo alternativos desarrollados por
productores en la pampa (Zazo et al., 2011; Iermano y Sarandon,
2011; Krüger et al., 2009; De Prada et al., 2013).
Este trabajo proporciona algunos resultados complementarios,
pero sobre todo ofrece bloques metodológicos para
profundizar y repetir este tipo de estudios con el fin de identificar
prácticas alternativas que puedan servir de base a
trabajos de investigación agronómica.
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo se realizó en el marco del Programa Internacional Agriterris (Argentina, Francia, Brasil), que ha sido financiado por la Agencia Francesa de Investigación (projet Interra) y el INRA (Departamento SAD). Ha contado con el apoyo del INTA (Balcarce). Queremos expresar nuestro agradecimiento a todas las colegas del INTA (especialmente a F. Andrade, M. Mosciaro y G. Studdert), del INRA (en particular a C. Albaladejo, S. Chaxel y P. Gasselin) y de AACREA (en particular a J. Gonzales-Montaner y N. Tagle), así como a todos los productores, contratistas y asesores que participaron en las entrevistas.
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