COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS
Martín Zubiria; Nietzsche. Mundo amado, amada eternidad. Comentario a los cantos y discursos del Zaratustra; Buenos Aires; Ediciones del Signo; 2009; 216 pp.
Virginia Cano
Universidad de Buenos Aires
Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas
¿Cómo leer el Zaratustra de
Nietzsche? Éste parece ser el interrogante
que atraviesa los más de
ochenta apartados en los que Zubiria
comenta, uno a uno, los discursos
y cantos del clásico texto nietzscheano.
Así, el autor nos ofrece un
abanico de textos que prologan las
distintas piezas de Así habló Zaratustra,
a la vez que bosquejan una
lectura unificada de la novela que
tiene a Zaratustra por protagonista.
Los comentarios entretejen reflexiones
generales sobre la filosofía
nietzscheana (como aquella que
señala en el antagonismo con el
crucificado como una de las cuestiones
centrarles del pensamiento
de Nietzsche. "El canto de danza"),
precisiones sobre algunas traducciones
claves (como la que Zubiria
entablase con el canónico traductor
del texto en cuestión, A. S. Pascual,
en "De las mil metas y de la meta única"), así como distinciones entre
lo contenido en las Escrituras
Sagradas y las atribuciones nietzscheanas
(a propósito de las cuales
se señala con especial hincapié el
desatino del filósofo en identificar
el motor de la muerte de Jesús con
la compasión, y no con un acto de
obediencia como lo revela la "filosofía
de la Edad Media". "De los
compasivos"). A estos polifónicos
comentarios se suman una "Introducción" y un "Colofón" a cargo
del autor, así como un "Anejo" de
H. Boeder, "La unidad y la barrera
del pensamiento nietzscheano" que
oficia, en gran medida, de encuadre
teórico para la multiplicidad de
entradas que nos proporciona Zubiria.
Comencemos entonces por el
final, donde Boeder sienta las coordenadas
generales que permiten
aunar la pluralidad de comentarios
y registros, que ofician de velos a la
lectura de Así habló Zaratustra.
Allí, en el "Anejo" que prologa
retrospectivamente los prefacios de
Zubiria, se destacan dos intenciones
hermenéuticas que signan las
lecturas de los cantos y discursos
zaratustreanos. En primer lugar, se
mienta el objetivo global de esclarecer
la "tectónica" del pensamiento
nietzscheano en términos de una "impronta mundanal" que orienta
su "explicación-de-sentido" hacia "el otro ser del hombre", el que se
halla en el "tiempo venidero".
Muchos de los desarrollos de conceptos
filosóficos que Zubiria explicita
en el Zaratustra, especialmente
aquel que refiere a la auto-superación
de sí y el superhombre, se
explicitan en términos de una
razón apocalíptica que se proyecta
a un futuro por venir. En segundo
lugar, Boeder señala que "si lo sabido
del mensaje neotestamentario
posee un presente propio y no el de
una actualización, entonces la tarea
de un pensar 'logo-tectónico" es, por de pronto, ésta: remover la desfiguración
necesaria del mismo en
el pensar de los efímeros" (p. 207).
Zubiria se ocupa de deslindar las
desfiguraciones que Nietzsche operase,
en tanto representante de la
Modernidad en sentido singular
[Moderne], en la Sabiduría del Nuevo
Testamento. Muchas reflexiones
se aplican a distinguir el "Saber-Cristiano" de lo declarado por
Nietzsche, la forma específica que
la teología luterana imprimiese en
la filosofía zaratustreana ("Del
amor al prójimo"), y las importantes
diferencias de éste respecto al
budismo ("De los predicadores de
la muerte"). Incluso el señalamiento
de cercanías y distancias de las
prédicas del zoroastro con la sabiduría
neotestamentaria ("En las
islas afortunadas"), parece apuntar
a remover esa "violencia desfiguradora" contra la que advirtiese Boeder.
De este modo, Zubiria desarrolla
una minuciosa y erudita explicitación
del pensamiento nietzscheano
en el marco más amplio de la
Modernidad, entendida en sentido
singular, en términos de la especificación
del pensar apocalíptico
como "destinado a preparar el advenimiento
del ´superhombre', del
cual Zarastustra es el pregonero" ("Introducción", p. 18). Así, "fijando
la atención no sólo en aquellos
aspectos que uno podría considerar 'filosóficos', sino ante todo en la
relación excluyente en que se sitúan
frente a la palabra de la Revelación
Cristiana" (pp. 15-16), Zubiria
entreteje los vectores de un
pensamiento apocalíptico que sitúa
a Nietzsche junto a Marx y Heidegger
(en tanto todos limitan el presente
finito a partir de "lo que no
debe ser" -el pasado- y de "lo que
debe ser" -el futuro), a la vez que
traduce dicha lógica apocalíptica a
la proyección de un sí mismo que
debe superar el presente (los valores
y hombres habidos históricamente
hasta hoy) en pos de lo por
venir, i.e., el superhombre. El "aguardar esperanzado" propio de
la razón apocalíptica se encarna en
la mundanal prédica zaratustreana
que pregona el superhombre. Éste último, en tanto "hombre nuevo",
mienta el "[…]'más allá' del hombre
habido hasta ahora, [y] lo 'supera'" (p. 23). La primacía del
tiempo futuro que desplaza todo
crear definitivo, encuentra su reverso
en la historicidad del hombre
que "ha sabido diferenciarse respecto
de sí". El hombre debe autosuperarse
por el camino de una
continua diferenciación de sí, tendiendo
un puente con lo que por
venir.
En este punto, cabe señalar un
objetivo adicional que subyace a
los comentarios del Zaratustra y
que el propio Zubiria explicita en
su "Introducción": el intento de
desarrollar la tectónica del pensamiento
nietzscheano en términos
de una comprensión global, que
sitúa al pensador en lo que Boeder
denominase "Modernidad" y que
se caracteriza por su razón apocalíptica,
busca, a su vez, apartarse de
la interpretación heideggeriana de
Nietzsche así como de la lectura que la posmodernidad hiciese del
filósofo. Zubiria se ubica a sí mismo
en coordenadas dispares respecto
de aquella heideggeriana inscripción
de la filosofía nietzscheana
en la historia del ser, así como de
aquellas posmodernas en las que, a
su juicio, "aquel aguardar anhelante
y esperanzador" propio de la
razón apocalíptica moderna, y especificado
en la afirmación del
superhombre, se ha apagado ("De
la virtud dadivosa"). Si bien es
claro el modo en que la razón apocalíptica
re-escribe el pensamiento
nietzscheano en la modernidad
(acercándolo a la filosofía de Heidegger
a partir de la primacía del
tiempo futuro, a la vez que lo aleja
de la clave ontoteológica), la inscripción
del credo mundanal de
Zaratustra en el horizonte de lo por
venir, de un "aguardar anhelante y
esperanzador" que anuncia el advenimiento
del superhombre como
motor de la historia y la historicidad
del hombre, no parece estar
tan distante de la posmodernidad
de la que Zubiria sostiene distanciarse.
Si el superhombre es el
lugar donde "late el advenimiento
no ya de un dios, sino de un hombre
proyectado por un hombre", de "un hombre nuevo", y nuevo
puede entenderse "en el sentido de
lo que introduce una diferencia
fundamental respecto de la totalidad
de lo ya hecho" (p. 45); esta
esperanzadora apertura hacia el
futuro parece acercarse, y no tanto
apartarse, de la interpretación derrideana
del Übermensch. Según ésta, el futuro que es este hombre
por venir, el über-mensch, es también
la causa y origen del hombre,
i.e., del hombre habido hasta ahora
y respecto del cual ha de ser pensado "lo nuevo" como diferencia. Si
Foucault es el nombre propio que
aparece bajo la rotulación "posmodernidad",
estimamos que el argelino
podría caer en esta misma clasificación,
en especial si atendemos
a la común raigambre postestructuralista,
o incluso a la ausencia, que
estimamos deliberada y justificada
en el intento de apartarse de la posmodernidad,
de ambos en el aparato
crítico que compendia la bibliografía
del texto de Zubiria. Y aún
así, si el superhombre anuncia un
futuro que delimita el presente, a
partir del cual es posible pensar
mundanalmente cualquier camino
de diferenciación, este "hombre
nuevo" parece ser aquel que, según
dijera Derrida, se anuncia, el que "está por venir", y en tanto tal, "pone en cuestión" e interpela al
hombre del presente. ¿O ocaso la
superación de sí que ordena el apocalíptico
pensamiento nietzscheano
no es también la afirmación del
futuro como causa y origen diferido
del presente; el privilegio del
futuro en pos de la superación de
lo presente, y de la presencia?