ARTÍCULOS
ESMA, hora cero: las noticias sobre la Escuela de Mecánica de la Armada en la prensa de la transición1
Claudia Feld
CONICET - IDES
Resumen: La ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) fue uno de los centros clandestinos de tortura y desaparición más activos de la última dictadura militar argentina (1976-1983): se estima que unos 5.000 desaparecidos fueron detenidos allí. A partir de la década de 1990, la ESMA se transformó en un lugar «emblemático» del recuerdo y su imagen suele ser presentada como condensación de todas las atrocidades del terrorismo de Estado. Este trabajo se propone interrogar esta centralidad de la ESMA y reconstruir el proceso de su «emblematización». El artículo analiza las representaciones de la ESMA en la prensa argentina durante los primeros meses de la apertura democrática (entre enero y mayo de 1984). Estas representaciones, conocidas como «show del horror» por su lenguaje macabro y sensacionalista, ofrecen pistas claras para emprender una reflexión sobre el primer proceso de calificación operado sobre ese lugar antes del advenimiento de los principales relatos «fundadores» de la transición democrática: el informe de la comisión de la CONADEP y el juicio a los ex comandantes.
Palabras clave: Argentina; Desaparecidos; Memoria; Lugares; Representaciones; Prensa; Medios de comunicación.
Abstract: The Escuela de Mecánica de la Armada (Navy School of Mechanics) was one of the most active clandestine centers of torture and disappearance during the last military dictatorship in Argentina (1976-1983). It is estimated that 5,000 people were detained at the ESMA. Since the 1990s, the ESMA has become an «emblematic» site of memory and its image usually represents all the atrocities caused by state terrorism. The aim of this work is to analyze the centrality achieved by the ESMA and to reconstruct the process of its «emblematization». The article follows the representations of the ESMA constructed by the Argentine press during the first months of the democratic restoration (January to May, 1984). Such representations, known as «the show of horror» due to its gruesome and sensationalist language, provide useful clues to think on the initial process of «qualification» of the ESMA before the consolidation of the main foundational narratives of the Argentine democratic transition -the CONADEP report and the trial of the military Junta.
Key Words: Argentina; Desaparecidos; Memory; Places; Representations; Press; Media.
Entre los múltiples canales que sirven para
transmitir la memoria social, los lugares y las marcas territoriales cumplen un
rol fundamental. No sólo tienen la función de evocar pasados y anudar sentidos,
sino también de representar historias y activar luchas memoriales y políticas
(Jelin y Langland, 2003). En
la
Argentina
, los predios y edificios que funcionaron como
centros clandestinos de detención durante la última dictadura militar
(1976-1983) se han investido, con el tiempo, de un valor simbólico singular,
que proviene tanto de acciones concretas (instalación de marcas, creación de
museos, luchas en torno a su construcción) emprendidas por grupos específicos y
por diversos organismos del Estado, como de relatos y testimonios que buscan
narrar lo que allí ocurrió. Esta carga simbólica procede también del sitio
mismo, de su contundente materialidad que parece desafiar la voluntad represiva
de borrar las huellas y hacer desaparecer los cuerpos. Aun cuando en muchos de
ellos se han suprimido las marcas que los comprometen con su pasado, los ex
centros clandestinos son la cara material y visible de un crimen que se quiso
mantener invisible. De allí su importancia como prueba. De allí su capacidad
para transformarse en símbolos del horror. Entre esos sitios con alta carga simbólica,
la Escuela
de
Mecánica de
la Armada
(ESMA) tiene en la actualidad un lugar fundamental. Erigida en la ciudad de
Buenos Aires sobre
la Avenida
del Libertador -en una zona de gran circulación y, por lo tanto, de importante
visibilidad-,
la ESMA
comprende varios edificios en un terreno de
Con los años,
la ESMA
fue evocada y
representada en múltiples producciones memoriales: libros, testimonios,
conmemoraciones, films, programas de televisión, etcétera. Su imagen llegó a
convertirse en un símbolo de la represión, y a ser presentada -a partir de la
década de 1990- como un "icono emblemático" que, por sí solo, hacía
referencia al conjunto de los actos criminales ejecutados por la dictadura,
hubieran sido o no cometidos en ese lugar6.
En 2004, el predio de
la ESMA
fue restituido a
la Ciudad
de Buenos Aires con
el objetivo de crear allí un "museo de la memoria" que recuerde el
terrorismo de Estado de los años '70 y '80, sus antecedentes y sus
consecuencias hasta la actualidad7. Este museo
todavía se encuentra en proceso de construcción, y su realización ha desatado
una serie de conflictos ligados a diversos desafíos memoriales: ¿qué historia
debería contarse?, ¿cómo relatarla y mostrarla?, ¿a quiénes dirigir esa
historia?, ¿cuáles son los actores legítimos para decidir y producir su
"contenido"?, entre otras cuestiones.
Más allá de estas controversias en torno a la
construcción del museo, lo cierto es que
la ESMA
ocupa en la actualidad un lugar central en
las representaciones y relatos sobre la dictadura y la desaparición de
personas. No sólo es un lugar físico que convoca marchas, actos y
conmemoraciones; no sólo es el sitio elegido para instalar -a través del museo-
un relato global sobre el terrorismo de estado; no sólo es el lugar
institucional alrededor del cual se anudan fuertes conflictos (políticos y
memoriales) acerca de qué recordar y de quiénes tienen legitimidad para decidir
sobre esto. También se ha convertido -y es lo que nos interesa subrayar- en un
tópico central de las representaciones y discursos mediáticos que se refieren a
la desaparición de personas y a la represión dictatorial. En los medios de
comunicación, opera como metonimia para hablar del sistema de cautiverio
clandestino, tortura y desaparición. Sirve como advertencia para que
"nunca más" vuelvan a cometerse crímenes como los perpetrados por la
dictadura. Se ha convertido en "nombre propio" del horror y en
referencia obligada para apelar al deber de memoria.
Su historia -aunque poco investigada hasta
ahora8- ha pasado a tener una carga moral que
resulta tanto universalizable (lo que se dice de
la ESMA
pareciera extenderse a
cualquier otro centro clandestino del país) como carente de fisuras: si bien
los detalles de lo ocurrido allí se multiplican a través del relato de
testigos, cuando los medios se refieren a esta historia la simplifican, omiten
sus complejidades, sus tensiones y sus matices. De algún modo, se confirma para
este caso lo que se advierte en relación a otros campos de concentración y
exterminio erigidos en diferentes contextos geográficos e históricos: en la
medida en que un sitio se transforma en símbolo del horror, muchos aspectos de
su historia quedan simplificados9.
La investigación que estamos desarrollando se
propone interrogar esa centralidad adquirida por
la ESMA
y desnaturalizar su
condición de símbolo (especialmente en lo que concierne a las representaciones
mediáticas), tratando de reconstruir el proceso -necesariamente complejo,
plural y abierto- de "emblematización", primero, y de
"museificación", después, de
la ESMA. Como
una instancia inicial para abordar
esta problemática, hemos emprendido la tarea de realizar una historia de las
representaciones mediáticas de
la
ESMA
-específicamente, prensa, cine y televisión-, desde la
dictadura militar hasta la actualidad.
Este artículo presenta un primer paso en este
abordaje, que consiste en analizar un momento específico de la historia de las
representaciones mediáticas sobre
la
ESMA
: el que se sitúa en los primeros meses de la apertura
democrática, entre enero y mayo de 1984. Este fue el momento en que los medios
masivos de comunicación empezaron a difundir noticias acerca de los crímenes
cometidos por los militares. Las desapariciones, denunciadas durante muchos
años por los familiares de desaparecidos y por los organismos de derechos
humanos, pero negadas de manera categórica por el poder militar, se volvían
entonces objeto de la información mediática.
Como otros "íconos emblemáticos" de
la dictadura,
la ESMA
en tanto símbolo se fue construyendo y configurando a través de una
superposición de distintas capas: relatos y representaciones, conflictos y
luchas memoriales que se sucedieron a lo largo de los años, cambiando en parte,
y en parte permaneciendo. Nuestra preocupación se centra, por ahora, en
examinar esa primera capa memorial conformada por los relatos iniciales de la
prensa. Sin ignorar los elementos complejos que intervienen en la
estructuración misma de cualquier relato sobre el pasado dictatorial, y sin
ignorar tampoco las singularidades propias de los ámbitos en los cuales esos
relatos se elaboran, nos limitamos a observar un material preciso: los diarios
de 1984. ¿Qué decían esos diarios acerca de
la ESMA
?, ¿qué características le asignaban a ese
centro clandestino?, ¿cuánta importancia se le daba en comparación con otros
temas vinculados a la represión?
La ESMA
durante la dictadura: entre el silencio y la visibilidad
Los centros clandestinos de detención fueron
concebidos, por el poder militar, como lugares apartados de la visibilidad
pública. Esto ocurría aun cuando algunos de ellos estaban ubicados en zonas muy
transitadas de las grandes ciudades. En todos los casos, los detenidos no
aparecían en los registros oficiales; se aplicaban tormentos y apremios
ilegales que no eran reconocidos por las Fuerzas Armadas y de seguridad; se
encubría la identidad de los verdugos, que operaban con alias y nombres falsos;
se ocultaban los cuerpos de las personas asesinadas.
Sin embargo, no todas las acciones de la
represión clandestina eran invisibles para la sociedad. Justamente, el terror
se diseminaba a través de un sistema que combinaba ocultación y visibilidad. Si
los secuestros eran "visibles" (muchas veces se hacían en lugares
públicos y en presencia de testigos), se ocultaba lo que sucedía después con
las víctimas. La aparición de algunos cadáveres sin identificación y con signos
de haber sido brutalmente torturados permitía suponer que los secuestrados eran
sometidos a algo verdaderamente horroroso. El poder militar buscaba que la
sociedad viera esa invisibilización10.
En ese contexto, el papel que tuvieron la mayor
parte de los medios masivos de comunicación argentinos fue funcional a la
dictadura. Cuando los diarios informaban sobre el hallazgo de cuerpos sin
identificación explicaban estas "apariciones" con la versión oficial
de los hechos, diciendo que se trataba de "muertos en
enfrentamientos"11. El poder militar fraguaba
estos "enfrentamientos" para dar muestras palpables de lo que la
dictadura denominaba "lucha contra la subversión".
En este marco de desinformación y
"discreción",
la ESMA
cobró una visibilidad particular. A través de los rumores que corrían entre las
personas que habían sido secuestradas y luego liberadas, los militantes
perseguidos por la dictadura obtuvieron informaciones acerca de torturas de un
"sadismo sin límites" y de asesinatos que se cometían en
la ESMA
: "entre los
militantes políticos el papel jugado por
la ESMA
en la represión fue conocido, aunque fuera
de modo fragmentario, desde el primer año del gobierno militar" (Lorenz,
2006)12.
Sin embargo, la información que generó la mayor
visibilidad de
la ESMA
durante la dictadura se produjo fuera de
la Argentina
y circuló
públicamente en medios internacionales. Provenía de sobrevivientes que habían
partido al exilio y daban su testimonio ante organizaciones de derechos
humanos. Entre los testimonios más importantes figuran el de Horacio Domingo
Maggio (fugado de
la ESMA
en marzo de 1978), que testimonió ante
la CADHU
de Madrid en abril de 1978; el de Jaime Dri
(fugado de
la ESMA
en julio de 1978), que dio su testimonio en una conferencia de prensa realizada
en Francia, en la sede del partido socialista, en septiembre de 1978; y el de
las prisioneras liberadas Sara Solarz de Osatinsky, Ana María Martí y Alicia
Milia de Pirles, que testimoniaron ante
la Asamblea Nacional
de Francia en octubre de 197913. Este último
episodio fue el que le dio más "publicidad", en un nivel
internacional, a la existencia del centro clandestino de
la ESMA. El
testimonio dio a
conocer "la magnitud del asesinato de los desaparecidos, ya que las
testigos afirmaban que por
la
ESMA
habían pasado 4.726 personas de las que quedaban vivas
menos de cien" (Crenzel, 2006). Las testimoniantes no sólo detallaban las
torturas y los asesinatos, sino que también mencionaban casos de desapariciones
que habían adquirido repercusión internacional e involucraban a oficiales de
la ESMA
como Alfredo Astiz14; en particular, la desaparición de las monjas francesas
Alice Domon y Léonie Duquet, y la desaparición de la joven sueca Dagmar
Hagelin. Otra sobreviviente de
la
ESMA
, Susana Burgos, testimonió en Suecia sobre este último
caso en diciembre de 197915.
Si bien los medios de comunicación argentinos
no publicaban estas informaciones, la presión internacional era lo
suficientemente fuerte como para que los militares crearan permanentemente
campañas de desmentida. Por ejemplo, en la revista Gente del 12 de octubre de
1978 (p. 4 y 5), la conferencia de Dri fue difundida a través de una carta de
un lector argentino titulada "Carta abierta a François Miterrand". El
texto ocupaba dos páginas y mostraba las fotos de todos los participantes en la
conferencia, con el escudo socialista atrás. El copete marcaba claramente el
tenor de la información que se incluía: "A raíz de la presencia de dos
terroristas de la banda montoneros en una conferencia de prensa en el partido
socialista francés". En la nota no se menciona el centro clandestino de
detención de
la ESMA
ni ninguna de las informaciones dadas en la conferencia de prensa, solamente se
habla de la "trayectoria" de los testigos presentándolos como
terroristas16.
Por todo esto, de un modo fragmentario, a
través de rumores, de contra-campañas, de informaciones
"subterráneas" (Pollak, 1993), al finalizar la dictadura la sociedad
podía saber, a grandes rasgos, que
la
ESMA
había funcionado como centro clandestino de detención.
El "show del horror"
Durante los primeros meses de 1984 los
diarios argentinos publicaron una gran cantidad de noticias cuyos títulos
incluían las letras "NN", que abreviaban la expresión latina nomen
nescio (sin nombre) y se utilizaban para referirse a cadáveres hallados en
fosas comunes o en tumbas sin identificación. En 1983, en pleno derrumbe del
gobierno militar, algunos juzgados hicieron lugar a pedidos de familiares de
desaparecidos para exhumar cadáveres "NN" e identificarlos, en la
presunción de que pertenecían a personas desaparecidas. Fue así como, después
de la asunción del presidente constitucional Raúl Alfonsín en diciembre de
1983, estas denuncias y trámites de identificación empezaron a ocupar espacio
en los medios masivos de comunicación. De esta manera, durante los primeros
meses de la apertura democrática y en el marco del "destape"
mediático17 desatado en la prensa sin censuras, la
desaparición de personas irrumpió en la escena mediática a través de la figura
de los "cadáveres NN". Algunos intelectuales denominaron a estas
presentaciones mediáticas "show del horror". Lo consideraban un
"fenómeno de ribetes desinformantes" basado en información
"redundante, macabra e hiperrealista de los descubrimientos de fosas
anónimas" que producía en el público "la saturación y el horror
sostenido" (Landi y González Bombal, 1995: 156).
Más allá del tenor macabro y sensacionalista de
estas noticias, importa señalar que el denominado "show del horror"
fue la primera presentación mediática de envergadura que se produjo
inmediatamente después de finalizada la dictadura. Este tipo de presentación no
duraría mucho: las acciones institucionales de investigar los crímenes y juzgar
a los responsables recurrirían a otro tipo de relato para los hechos, y a otros
formatos más austeros para presentar la información18.
En este contexto, nos interesa precisar cómo se hablaba de
la ESMA
durante el "show
del horror" y qué referencias se hicieron a lo ocurrido allí.19
Noticias sobre cadáveres NN
Entre diciembre de 1983 y mayo de 1984, los
diarios argentinos hablan de denuncias y exhumaciones en más de 40 cementerios
de todo el país, ubicados tanto en grandes ciudades como en localidades
pequeñas20. Si bien cada medio puso en juego su
propio estilo, su ideología y sus lenguajes, una revisión de los diarios y
revistas de circulación nacional de ese período nos permite observar algunas
constantes. Una es la figura del "cadáver NN" como foco de la
información y la otra es la configuración de un relato relativo a estas
exhumaciones producido en clave de "hallazgo" y
"descubrimiento"21.
Como todavía no se había realizado una investigación exhaustiva ni se habían
hecho públicos los resultados obtenidos por
la CONADEP
, la información
era fragmentaria y vaga. En las páginas de la prensa, se presentan estos
fragmentos a través de un mecanismo de adición: los diarios no informan sobre
el sistema represivo sino que añaden unas informaciones a otras, formando un
mosaico difícil de interpretar y organizar pero que da una idea aproximada de
la magnitud de la masacre. Los cementerios, la cantidad de cadáveres, las
denuncias se multiplican en los diarios sin que se vea realmente cuál es la
conexión entre estas informaciones ni de qué modo se correspondían con una
acción represiva sistemática y organizada.
En el marco de esta información fragmentaria,
el crimen de la desaparición se presenta principalmente a través de dos
momentos específicos, sobre los cuales se focalizan las noticias: el secuestro y el posible destino que
tuvieron los desaparecidos22. La información sobre
el secuestro es la que proveen los familiares de los desaparecidos: dan
testimonio de la última vez que vieron a sus seres queridos, cómo supieron que
se los habían llevado, cómo los buscaron durante años. El segundo momento
fuerte de la representación es el del hallazgo de cadáveres sin nombre que
podrían ser identificados como pertenecientes a desaparecidos. En ese marco, la
interrogación principal que se intenta desentrañar en la prensa es qué ocurrió
con los desaparecidos: la pregunta "¿dónde están?", central en la
búsqueda de los familiares y los organismos de derechos humanos, parecía a
punto de encontrar una respuesta. Por lo tanto, las noticias de los diarios
informan detalladamente sobre esos hallazgos. Sin embargo, en esos meses, la
respuesta no se produce: los hallazgos de cuerpos son masivos, pero las
identificaciones se realizan sólo de manera aislada23.
Entre esos dos momentos fuertes de la
información (el secuestro y la exhumación de los cuerpos), un enigma persiste:
el momento del cautiverio clandestino, cuyo escenario específico habían sido
los centros clandestinos de detención. La información se refiere a un solo
espacio físico: los cementerios. Sin embargo, las noticias no dan ningún
indicio para conectar la actividad de los centros clandestinos, ya denunciados
por los testigos y las organizaciones de derechos humanos, con las tumbas
anónimas encontradas en esos cementerios. La prensa señala cuáles son los
cementerios investigados, pero no dice de dónde podrían provenir los cuerpos
encontrados. Como mucho, si se marca algún origen, es el que remite a lo que
durante la dictadura decían los militares: se habla de cadáveres
"acribillados en la vía pública" (Clarín,
27/12/1983) o de personas "abatidas en enfrentamientos con fuerzas de
seguridad" (Clarín,
29/12/1983).
En ese momento preciso, no sólo
la ESMA
tiene poco lugar en las
noticias, sino que -por lo general- ningún otro centro clandestino aparece
conectado con lo hallado en las tumbas "NN". Aunque, unos meses
después,
la CONADEP
establecería que la principal escena del crimen no había sido el cementerio
sino los centros clandestinos de detención -sitios que, en adelante, se
tornarían fundamentales para la representación de la desaparición-, en aquel
momento, lo que se manifestaba como escena, como sitio material vinculado con
la desaparición, era el cementerio y la tumba anónima.
Tareas de reconocimiento de
la CONADEP
La CONADEP
entró en funciones el 4 de enero de 1984 y empezó a inspeccionar los lugares
que habían sido centros de tortura y exterminio, siguiendo los testimonios que
daban los sobrevivientes. Los diarios informan en diversas ocasiones sobre las
tareas de reconocimiento, en las que algunos miembros de
la Comisión
ingresaban a esos lugares junto con los testigos.
Aunque ocupan un lugar menor en la prensa,
estas noticias también están redactadas en clave de "hallazgo" y
"descubrimiento", del mismo modo que las informaciones vinculadas con
los cuerpos "NN". El foco está puesto en los centros clandestinos
hasta entonces desconocidos o poco conocidos, en los lugares
"ocultos" del horror. Estos son algunos titulares:
"Santa Fe: hallan una cárcel
clandestina" (Clarín
6/1/1984)
"Revelan los detalles de un campo clandestino en Salta" (Clarín, 31/1/84)
"Ubican otro centro clandestino" [en referencia a Puesto
Vasco] (Clarín,
8/2/1984)
"Reconocimientos en un centro de detención" [en referencia a
El Olimpo] (
La Nación
, 21/2/84)
"Hallaron dos nuevos centros clandestinos" [en Banfield y
Quilmes] (Clarín,
22/2/84)
"Ubicaron en Banfield y Quilmes otros dos centros ilegales de
detención" (
La Razón
, 22/2/84)
"Inspección en un campo de detención" [en referencia a
La Perla
, en Córdoba]
(Clarín, 2/3/84)
Como puede observarse, los diarios todavía
no tienen un vocabulario "normalizado" para referirse a estos
lugares: hablan de cárceles secretas, de campos de detención, de centros
ilegales, etcétera. Recién a fines de 1984, el Informe de
la CONADEP
establecería una
nomenclatura fija para hablar de estos sitios llamándolos -en todos los casos-
"centros clandestinos de detención" o CCD24.
Estos artículos no se preocupan por establecer
una jerarquía que otorgue mayor o menor importancia a alguno de esos centros
clandestinos (en relación con el tipo de crímenes que allí se cometieron o con
la cantidad de detenidos que alojaron), ni por hallar alguno que resumiría el
accionar de todos (como sucedió en los años posteriores con
la ESMA
). El foco está puesto en
describir la magnitud de las desapariciones: así como se hallaban cadáveres
"NN" en cementerios de toda
la Argentina
, a veces alejados entre sí por miles de
kilómetros, los centros clandestinos también se distribuyen en todo el país. La
información opera, de nuevo, fragmentariamente y por adición; sin embargo,
ofrece pistas para señalar algo más: que las desapariciones se produjeron de la
misma manera en todo el país y para todos los casos; o sea, que no podían
deberse a "excesos de subordinados" como sostenían los altos mandos
militares. Este carácter sistemático de la represión es lo que demostraría,
meses después,
la CONADEP
en el informe "Nunca Más"25.
En este contexto, la inspección que
la CONADEP
hizo de
la ESMA
el 9 de marzo de 198426 no es presentada en clave de
"descubrimiento". Las noticias no dan precisiones sobre lo que
ocurrió en
la ESMA
,
pero anuncian esta inspección como un "importante procedimiento" en
un lugar que se califica como "uno de los mayores centros operativos de la
lucha antisubversiva que se realizó en el país" (
La
Nación
, 10/3/84).
Juicios a los responsables
Como puede verse, en ese momento específico, los centros clandestinos no son el eje principal de la información. Tampoco lo son cuando los diarios informan sobre los procesos judiciales iniciados a los responsables de las desapariciones27. En el marco de los juicios abiertos contra altos mandos de las Fuerzas Armadas, los militares citados a declarar se defienden de las acusaciones y niegan los hechos. Por ejemplo, la nota titulada "El general Menéndez negó hoy acusaciones formuladas por dos exiliadas en Ginebra" ( La Razón , 13/2/84) difunde una declaración en la que Menéndez refuta los testimonios de dos sobrevivientes del centro clandestino La Perla. El diario cita textualmente estas palabras, sin agregar ninguna opinión a favor o en contra:
"Yo no voy a contestar públicamente estos infundios, y menos cuando se hacen desde afuera del país, con el propósito definido de cumplir una tarea de desprestigio que está pagada por la subversión internacional" ( La Razón , 13/2/84).
La mayoría de las veces, cuando se mencionan
estos juicios y a los militares procesados se hace referencia a los
desaparecidos: se nombra puntualmente a los secuestrados, pero en poquísimas
situaciones se hace referencia a los centros clandestinos. Así, cuando se habla
de militares procesados que tuvieron que ver con
la ESMA
, como Emilio Massera o
Alfredo Astiz, se los vincula con casos específicos de desaparecidos (por
ejemplo, el caso de las monjas francesas), relatando su secuestro y búsqueda, y
la responsabilidad que les cabría a los imputados. De manera general, no se
hace una mención precisa de
la
ESMA. La
preocupación, en estas noticias, es asignar una
responsabilidad específica a
la
Armada. En
este caso,
la ESMA
aparece como parte de un "todo":
el conjunto de los crímenes cometidos por
la Marina. Por
ejemplo,
según el diario Clarín, en las indagatorias a Massera se le pregunta con
respecto "al papel de
la
Armada
en la lucha antisubversiva y las responsabilidades del
arma ante las numerosas acusaciones y testimonios que se presentan respecto de
los hechos ocurridos dentro de
la
Escuela
de Mecánica de
la Armada
, cuando era su director el contralmirante
Rubén Chamorro" (Clarín,
2/3/84).
La excepción a este cuadro de situación es la
que concierne al proceso contra Rubén Chamorro. En febrero de 1984, el
contralmirante Chamorro queda detenido en
su calidad de ex-director de
la
ESMA. En
el contexto que estamos analizando, es el único
procesado en vinculación con crímenes cometidos en un centro clandestino en
particular. Sin embargo, en ninguno de los titulares que hacen referencia a la
detención de Chamorro se nombra a
la ESMA. La
causa citada no se designa con el nombre
de ese centro clandestino, sino con los nombres de detenidos y desaparecidos
que, según las denuncias, estuvieron allí28.
Lo sucedido en
la ESMA
sigue presentándose en el terreno de la vaguedad y de las conjeturas, con un
discurso que no termina de darle crédito a la palabra de los sobrevivientes: se
habla de "distintas causas por desapariciones de personas, presuntamente alojadas en
la ESMA
, cuando el ex jefe naval
era su director" (Clarín,
22/3/84. Enfatizado nuestro), o de "la causa donde se investigan los excesos en la lucha antisubversiva,
cometidos cuando [Chamorro] se
encontraba al frente de ese establecimiento" (Clarín, 14/3/84. Enfatizado nuestro).
En este punto,
la ESMA
sólo es mencionada en la
prensa porque permite designar un responsable. Esta responsabilidad o los
nombres asociados a ella son prioritarios en este discurso. Los diarios se
refieren a las acusaciones hechas contra Chamorro, principalmente provenientes
de organismos de derechos humanos y de un oficial de
la Armada
que participó en las
operaciones de la ESMA29. Pero también se publican
las desmentidas de otros oficiales, sin que el diario asuma una posición en
contrario ni descalifique tales declaraciones:
"El ex comandante de operaciones navales, vicealmirante Jorge Mendía, calificó de 'irreales y tendenciosas' las denuncias sobre detenciones ilegales y torturas que se habrían realizado en la Escuela de Mecánica de la Armada " (Clarín, 23/3/84).
Es claro que en esos momentos no había aún una "verdad oficial" establecida a la que pudieran referirse los medios de comunicación (recordemos que todavía no se había publicado el "Nunca Más" y que el juicio a los ex comandantes no se había realizado). Pero este tipo de cobertura también indica que la palabra de los sobrevivientes no había adquirido -como lo tendrá años después en las noticias de los mismos diarios- un peso y una legitimidad irrefutables30.
Habla un represor
Sin duda, en esta etapa, las mayores
precisiones y especificaciones que difunde la prensa con respecto a lo sucedido
en
la ESMA
provienen de la palabra de un represor. No hay -ni para
la ESMA
ni para ningún otro
centro clandestino- una cobertura importante de lo que cuentan los
sobrevivientes acerca de su cautiverio. Esa palabra del "testigo
ocular"31, que tendría un rol fundamental en
el informe de
la CONADEP
y en el juicio a los ex comandantes, es -en el momento que estamos analizando-
reducida al mínimo. Sólo se la refiere en la prensa cuando se habla de las
inspecciones de
la CONADEP
,
pero dándole muy poco espacio32.
En cambio, se publican las declaraciones de un
oficial de menor rango que decide romper el silencio y detallar su experiencia
como partícipe de la represión. Se trata de un ex cabo de la marina que actuó
en
la ESMA
, Raúl
Vilariño. Un largo reportaje a Vilariño aparece en el número 370 de
La Semana
, una revista de actualidad de gran
tirada, el 5 de enero de 1984. Es seguido por otros tres reportajes posteriores
que aparecen el 12 y 19 de enero, y el 2 de febrero de 1984 (números 371, 372 y
374 respectivamente)33. El primer reportaje ocupa
20 páginas de la revista, con varias fotos a página completa. El título de la
nota, "Yo secuestré, maté y vi torturar en
la Escuela
de Mecánica de
la Armada
", es elocuente
con respecto al modo en que es tratada la información: un capítulo más del
"show del horror" en el que el acento está puesto en lo macabro y
horroroso, relatado con minucia por el represor entrevistado, especialmente en
sus detalles más siniestros. El copete del reportaje da otra indicación: lo que
prevalece en la nota es el relato de las actividades del grupo de tareas 3.3.2,
es decir, aquellos oficiales y suboficiales de la marina que eran el brazo
ejecutor de la represión en
la
ESMA. Dice
el copete de la entrevista: "Por primera vez
habla un integrante de los llamados Grupos de Tareas, los que secuestraban,
torturaban y asesinaban en la guerra sucia contra la subversión". Lo que
se ve en la entrevista es un esfuerzo del periodista por averiguar quiénes
formaron parte de este grupo de tareas y a qué se dedicaban específicamente.
Dado que las acciones de los represores y sus identidades se habían ocultado
según las lógicas del esquema represivo34, las
informaciones que daba Vilariño también se presentaban en clave de
"hallazgos" y "descubrimientos".
Al mismo tiempo, a lo largo del reportaje,
Vilariño va exponiendo todas las características de
la ESMA
que detallarían después
tanto el informe de la CONADEP35 como los
testimonios vertidos en el juicio: además de las torturas y los asesinatos, se
refiere al nacimiento de niños en cautiverio, a las tareas de
"colaboración" de los detenidos, a la perversa convivencia entre
verdugos y cautivos, a los "vuelos de la muerte"36,
entre otros aspectos. Es evidente que las declaraciones de Vilariño
colaboraron, en ese momento, para darle una visibilidad singular a
la ESMA
y para dejar en claro
que ése había sido uno de los epicentros del horror. En la prensa, estas
informaciones sobre el centro clandestino se exponen a la manera de un
inventario, de un catálogo de atrocidades. Tampoco aquí se halla un relato que
logre explicar el sistema de cautiverio y asesinato instaurado en
la ESMA.
Hay
tres elementos que se privilegian en estas
declaraciones, tanto por las preguntas que formula el periodista, como por el
espacio que se les da en la nota. Se le dedica un mayor espacio a lo más
horroroso (en particular, a las descripciones de torturas37),
a lo relacionado con el destino de los desaparecidos (si se los liberaba o se
los asesinaba, qué se hacía con los cuerpos, dónde estaban enterrados), y a lo
relacionado con los militares inculpados (Vilariño da nombres de oficiales
responsables y precisa sus tareas en
la
ESMA
).
En las semanas siguientes, este último tema es
el que se va imponiendo en las noticias de los diarios que retoman las
declaraciones de Vilariño. Sobre todo, en aquellas que hablan de los ex jefes
de
la Armada
indagados por
la
Justicia. Es
necesario subrayar que, aunque Vilariño evoca
la ESMA
de manera detallada,
cuando los diarios retoman sus declaraciones no dan demasiadas informaciones
sobre ese centro clandestino. Más precisamente, la mención a
la ESMA
es incluida en la prensa
en la medida en que permite destacar la responsabilidad de
la Marina. Por
ejemplo:
".volvió a declarar ante letrados del ministerio de Defensa el ex cabo de
la Armada
, Raúl Vilariño,
quien aportó testimonios y pruebas sobre las acciones ilegales cometidas por
la Fuerza
naval durante la
lucha contra la subversión" (
La Razón
,
26/01/84). De hecho, en el reportaje de
La Semana
hay una preocupación del periodista por llevarlo a hablar de los otros crímenes
de
la Armada
que no ocurrieron en
la ESMA
;
como si el relato sobre
la ESMA
no bastara para incriminar a los responsables, como si necesitara ser
completado o complementado por otros relatos.
Periodista: "Hasta
ahora me ha contado sólo lo que sucedió en
la Escuela
de Mecánica".
Vilariño: "Entonces hablemos de muertos que no sean de
la Escuela
de Mecánica. Había
lugares de detención en Mar del Plata, en el Apostadero Naval de Mar del Plata.
Lo de Marina no todo ocurría en
la
Escuela
de Mecánica" (
La Semana
,
número 370, p. 38)
Una última característica a mencionar, con respecto a los diarios que reproducen partes del reportaje a Vilariño, es que este testimonio no se presenta como sinónimo de una verdad indiscutible, como sucederá muchos años después con las declaraciones de otros represores que actuaron en la ESMA38. La palabra de Vilariño es presentada como una "versión" más de los hechos. Aparentemente, en el marco del "show del horror", los medios de prensa le prestan atención más por las crueldades que describe que por considerarla una prueba irrefutable de lo que sucedió.
Para concluir: el lento proceso de
construcción de un símbolo
El período examinado aquí nos permite
señalar una suerte de "prehistoria" de la representación mediática de
la ESMA
, un
momento en el que todavía no se había transformado en un símbolo capaz de dar
cuenta de una manera global del terrorismo de Estado. Pero si bien las
informaciones sobre los centros clandestinos no ocupaban un gran espacio en la
prensa de ese momento, en la cobertura periodística se prestaba una mayor
atención a
la ESMA
que a los otros lugares de detención (sobre todo, debido a las declaraciones de
Vilariño). Se iniciaba un primer proceso de "calificación" del lugar
consistente en hablar de la importancia de
la ESMA
(una importancia todavía señalada de una
manera vaga y fragmentaria), de la responsabilidad de
la Marina
y de los horrores
que allí ocurrieron (horrores relatados, entre otras razones, a causa de la
lógica predominante en el "show del horror"). Al mismo tiempo, las
declaraciones negacionistas de los altos mandos de
la Marina
tendían a
"descalificar" este sitio, tratando nuevamente de invisibilizarlo.
Estas declaraciones, sin embargo, no ocuparán un lugar importante en la prensa
después del juicio de 198539.
Aun así, en el momento estudiado, esas
informaciones no parecían bastar para condensar, en un solo lugar, todas las
atrocidades de la represión ocurrida en
la Argentina. Todavía
no se hablaba -como se haría en la prensa de 2004, por ejemplo- de
la ESMA
como el centro
clandestino "más importante" instaurado por la dictadura. La
información disponible no era suficiente para establecer esa jerarquía. Más
allá de este hecho, la prensa parecía fundamentalmente preocupada por la
posibilidad de mostrar la amplitud de la represión: hallar, descubrir, visibilizar
lo que todavía se percibía como oculto. Una vez conocidas las características
de
la ESMA
, la
atención empezó a dirigirse a otros centros clandestinos que podían haber
albergado horrores similares o mayores y que permitieran demostrar la sistematicidad
de la acción represiva. Esto es lo que se advierte en los relatos
inmediatamente posteriores a este período, como los producidos por
la CONADEP
y por el juicio a
los ex comandantes.
Estas observaciones nos llevan a proponer una
serie de interrogantes para profundizar la indagación sobre el proceso de
construcción de
la ESMA
como símbolo. El primero tiene que ver con las temporalidades de la memoria. En
el complejo proceso de construcción de emblemas y símbolos que sirven para
recordar catástrofes históricas como la ocurrida en Argentina, podemos
preguntarnos si hay una etapa en que la preocupación por conocer la verdad se
impone por sobre la preocupación por recordar y hacer evocar a los otros lo
ocurrido. Y si esa búsqueda de la verdad necesita desechar, en un primer
momento, simplificaciones y condensaciones que serán después muy útiles a la
hora de construir el recuerdo. Otra manera de formular este interrogante, en
los términos de Todorov (1998), sería: ¿cuánto tiempo se necesita para que una
sociedad construya una "memoria ejemplar"?40 Y ¿cuáles son las etapas que involucra ese proceso de construcción?
Un segundo interrogante tiene que ver con los
elementos que permiten que un lugar donde se cometieron crímenes de lesa humanidad
pueda transformarse en símbolo. De los cientos de clandestinos que funcionaron
durante la dictadura en
la
Argentina
, ¿por qué
la ESMA
? Hay características del propio centro
clandestino que hacen de él una referencia ineludible a la hora de recordar y
lo dotan de una gran visibilidad: el hecho de que está ubicado en la ciudad de
Buenos Aires, la complejidad que alcanzó allí el sistema represivo, el llamado
sistema de "recuperación de detenidos", la cantidad de sobrevivientes
que dieron testimonio, la magnitud de la masacre que supera en términos
cuantitativos a la de muchos otros lugares, el paso por ese sitio de
desaparecidos emblemáticos o muy conocidos como Rodolfo Walsh, Norma Arrostito
o Azucena Villaflor. Sin embargo, esos elementos no eran los que hacían visible
a
la ESMA
en
1984. Es claro que, para comprender el proceso por el cual un lugar se
transforma en símbolo, es necesario indagar en la compleja relación entre la
historia del sitio y las expectativas y necesidades que la sociedad argentina
puso en juego, en cada momento, para forjar sus representaciones sobre ese
período del pasado41.
Un tercer interrogante se refiere al vínculo
entre el símbolo y el punto de vista elegido para narrar la historia. En la
etapa que examinamos, la narración mediática sobre
la ESMA
no asume totalmente ni
el punto de vista de los represores, ni el punto de vista de los
sobrevivientes. En realidad, navega a dos aguas de tal manera que se generan
ciertas incongruencias en una lectura hecha desde la actualidad: en las
noticias, una naturalización del lenguaje de los represores (los diarios hablan
de "lucha contra la subversión" o de "guerra sucia" en
lugar de hablar de "represión" o de "terrorismo de estado"),
convive con una visión mayormente condenatoria hacia los crímenes
dictatoriales. Por el contrario, en gran parte del discurso periodístico de hoy
observamos que, en general, se asume y se naturaliza el punto de vista de las
víctimas. Tal vez, este hecho haya sido una condición necesaria para la
construcción de
la ESMA
como símbolo. Los interrogantes que se nos presentan en este punto son: a
través de qué procesos, con la participación de qué actores y en qué contextos
históricos se consigue instalar en los medios el punto de vista de las
víctimas. Y de qué modos opera en los diversos relatos ese punto de vista, que
no es único sino múltiple, plural, colmado de diferentes sentidos
y sujeto a reinterpetaciones.
Notas
(1) Agradezco a los integrantes del grupo "Espacios, lugares, marcas territoriales de la violencia política y la represión estatal" del Núcleo de Estudios sobre Memoria del IDES por la discusión de una primera versión de este artículo. Agradezco a Antonia García Castro y a Federico Lorenz por comentarios puntuales a los borradores de este texto.
(2) El problema de la indeterminación de los daños provocados por la represión clandestina no se reduce a la cuestión del número exacto de desaparecidos, aunque las oscilaciones de las cifras subrayan la importancia simbólica de esta indeterminación. Entre otras razones, la indeterminación de la cifra es producto del sistema de "hacer desaparecer" personas y borrar las huellas de la actividad represiva. El cálculo de la cantidad de desaparecidos de la ESMA no surge, por lo tanto, de una fuente "oficial", sino de los testimonios de personas que estuvieron cautivas allí y que sobrevivieron. La cantidad de sobrevivientes tampoco es fácil de calcular, porque no todos han prestado testimonio y algunos de los que sí testimoniaron no pueden asegurar en qué lugar preciso estuvieron cautivos. Uno de los primeros testimonios, el de Ana María Martí, Alicia Milia de Pirles y Sara Solarz de Osatinsky ante la Asamblea Nacional de Francia el 12 de octubre de 1979, dice: "Por allí [la ESMA] han pasado desde el 24 de marzo de 1976 hasta marzo de 1978, 4.726 personas. De todas ellas sólo hemos quedado con vida menos de un centenar" (CADHU, 1979: 6). Diversas fuentes ligadas a los organismos de derechos humanos en Argentina repiten aproximadamente esas cifras.
(3) La CONADEP fue una comisión de notables, creada en 1984 por el presidente Raúl Alfonsín, con la misión de esclarecer los casos de desaparición ocurridos durante la dictadura. Para una historia crítica de esta Comisión y detalles sobre el informe que elaboró, ver Crenzel, 2008.
(4) Ver CONADEP, 1984: 81-84. Para una presentación detallada del funcionamiento del centro clandestino de la ESMA, consultar http://www.institutomemoria.org.ar/exccd/esma.html
(5) Para las sesiones del juicio a los ex comandantes vinculados con la ESMA, ver El Diario del Juicio, n° 9 y n° 10, Buenos Aires, Perfil, julio de 1985.
(6) Esta constatación surge de nuestra investigación sobre las representaciones televisivas del período 1995-2000. Ver Feld, 2004. Para un desarrollo de la noción de "icono emblemático", ver Matard-Bonucci, 1995: 87.
(7) Es necesario aclarar que no todo el predio estará destinado al Museo, sino solamente algunos edificios como el "Casino de Oficiales", el llamado "Cuatro Columnas", y otros que fueron designados por los testimonios como parte integrante del centro clandestino. El resto de los edificios se destinará a otras iniciativas vinculadas con la memoria y los derechos humanos, como por ejemplo el "Centro Cultural Haroldo Conti" (hoy en funcionamiento) y el Archivo de la Memoria, ambos dependientes de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Por otra parte, es necesario decir que el predio fue cedido en parte en el año 2004. La restitución completa se concretó en noviembre de 2007.
(8) A pesar de los numerosos trabajos que dan cuenta de las polémicas suscitadas por la construcción de un Museo de la Memoria en la ESMA (por ejemplo, Carnovale, 2006; Lorenz, 2006; Guglielmucci, 2007), hasta el momento no se ha publicado ninguna investigación histórica exhaustiva que reconstruya lo ocurrido en ese centro clandestino. De una manera más general, casi no se registran, hasta la fecha, trabajos históricos que reconstruyan el sistema represivo o los centros clandestinos que funcionaron durante la dictadura.
(9) Para un lúcido análisis sobre el modo en que se ponen en tensión la carga moral y la carga histórica en el caso del Museo de Auschwitz - Birkenau, ver Wieviorka, 2006.
(10) Es por esta combinación de ocultación y visibilidad que puede hablarse de la desaparición forzada como un sistema "discreto", y no secreto, de diseminación del terror (García Castro, 2002). La "discreción" (es decir, una combinación compleja entre información y secreto), hizo que las desapariciones fueran eficaces para generar terror y romper los lazos sociales. Didier Bigo (1994) y Antonia García Castro (2002) analizan en detalle esta problemática.
(11) "Las noticias sobre desaparecidos se publican a menudo bajo titulares que se refieren a 'guerrilleros abatidos', 'extremistas' que 'mueren' o 'terroristas' que 'caen', como víctimas de 'enfrentamientos'. Son nombrados como 'individuos sediciosos' o 'elementos', 'delincuentes' o 'criminales' 'subversivos' y ocasionalmente pude mencionarse un supuesto 'alias' pero casi nunca sus nombres" (Schindel, 2000: 24)
(12) Lorenz señala también que la ESMA fue mencionada por Rodolfo Walsh en su "Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar", escrita poco antes de su desaparición (Walsh, 1995: 419).
(13) La historia de Jaime Dri, de su cautiverio en la ESMA y de su fuga fue relatada por Miguel Bonasso en la novela "Recuerdo de la muerte" (Bonasso, 1984). Martí, Pirles y Osatinsky testimoniaron ante la CADHU de Madrid y ante la Asamblea Nacional de Francia en octubre de 1979. Posteriormente, repitieron su relato en otros países, incluyendo la sede de Londres de Amnesty International. Sus declaraciones se publicaron en CADHU, 1979. Agradezco a Marina Franco las precisiones sobre la conferencia de prensa de Dri y sobre las declaraciones de estas sobrevivientes.
(14) Alfredo Astiz fue teniente de fragata durante la dictadura militar y participó en los operativos de secuestro comandados desde la ESMA. En 1977, se infiltró entre el primer grupo de Madres de Plaza de Mayo y causó la desaparición de varias de ellas. También fue responsable del secuestro de las dos monjas francesas y de Dagmar Hagelin. Para una información más completa sobre Astiz, ver Goñi, 1996. El modo en que la figura de Astiz fue tratada por la prensa a lo largo del tiempo excede los alcances de este artículo, aunque es necesario aclarar que esa figura se ha transformado también en un símbolo de la represión.
(15) La declaración de Susana Burgos puede leerse en Internet: http://www.nuncamas.org/testimon/burgos.htm
(16) Agradezco a Marina Franco esta información.
(17) El llamado "destape" se produce cuando los medios, en el nuevo clima político del final de la dictadura, comienzan a hablar de aquellos temas que estaban censurados (Avellaneda, 1986). Entre ellos, no sólo la política sino todo lo que era percibido como "amoral" por los militares (el sexo, las malas palabras, lo que atacaba a la "Iglesia y la moral cristiana") empezó ser abordado por los medios de comunicación. En muchos casos, la forma de tratar estos diversos temas tuvo un mismo tono escandaloso y sensacionalista.
(18) Sobre las distintas etapas de la presentación mediática, en particular en la televisión, ver Feld, 2004. Sobre la presentación televisiva del juicio a los ex comandantes, ver Feld, 2002.
(19) Para esta parte de la investigación hemos definido un corpus que incluye las noticias publicadas en cuatro diarios nacionales (Clarín, La Nación, Crónica y La Razón) y en una revista de actualidad (La Semana), entre diciembre de 1983 y mayo de 1984.
(20) Las provincias mencionadas son: Buenos Aires, Santa Fe, Chaco, Córdoba, Santiago del Estero, Chubut, Mendoza, La Pampa, Corrientes, Tucumán, Salta, Jujuy y Entre Ríos.
(21) Algunos de los titulares de esos meses (enfatizados por nosotros) son: "Hallaron 30 NN en el cementerio de Campana" (Clarín, 3/1/84), "Gigantesca fosa común fue descubierta en el Cementerio de Morón" (Crónica, 5/1/84), "Encontraron 200 tumbas NN en una localidad del Chaco" (La Nación, 14/1/84), "Hallaron dos nuevos centros clandestinos" (Clarín, 22/2/84), "En Boulogne hallan restos de cadáveres" (La Razón, 9/1/84). Para un análisis de estas noticias y del denominado "show del horror", ver Feld, 2004.
(22) La pregunta por el "destino de los desaparecidos" cobra contenidos diferentes en los diversos momentos que recorre esta historia y en distintos escenarios. A su vez, se articula de distintos modos con consignas fuertemente ancladas en el movimiento de derechos humanos como la de "aparición con vida". Durante la dictadura, esta pregunta se manifestó principalmente como un reclamo de los familiares y los organismos de derechos humanos orientado a pedir la liberación y el reconocimiento legal de personas que se suponía que permanecían cautivas y podían estar vivas en ese momento (de hecho, en muchos casos lo estaban). En la etapa que aquí analizamos, esa pregunta parece querer decir dos cosas sensiblemente distintas: primero, si todavía hay desaparecidos con vida; segundo, dónde pueden encontrarse los cuerpos de aquellos que fueron asesinados. En etapas ulteriores y en otros escenarios (por ejemplo, en el juicio a los ex comandantes), se tratará de conocer, además, qué les sucedió a los desaparecidos entre el momento de su secuestro y el momento de su muerte. Esto es: qué sucedió durante el cautiverio y de qué forma fueron asesinados.
(23) Por motivos técnicos y políticos, las primeras identificaciones, dejadas en manos de los médicos forenses que solían colaborar con la justicia argentina, no produjeron los resultados esperados por los familiares: "El trabajo pericial arrojaba pobres resultados y se perdía la mayor parte de la evidencia que podía obtenerse de cada caso. Además, las técnicas de identificación en uso no incluían la recolección de datos con los cuales comparar la información obtenida de los restos óseos. En consecuencia, como resultado de las exhumaciones de gran cantidad de esqueletos, los jueces obtenían una colección de descripciones muy generales que carecían de interés para las investigaciones en curso." (Cohen Salama, 1992: 88). El Equipo Argentino de Antropología Forense califica hoy aquellas exhumaciones como "acientíficas". Ver: http://eaaf.typepad.com/founding_sp/
(24) Nos
referimos a los primeros momentos de la apertura democrática. En la actualidad,
existen debates acerca de cómo denominar a estos lugares y cuáles son los
criterios para que un lugar sea calificado como "centro clandestino de
detención". En la página web del Instituto Espacio por la Memoria, por ejemplo, la ESMA es calificada como
"Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio", expresión
que se abrevia con la sigla CCDTyE.
Ver: http://www.institutomemoria.org.ar/exccd/esma.html
(25) Tanto la CONADEP como el juicio a los ex comandantes demostraron que en la Argentina no hubo "excesos" con respecto a las órdenes dadas por los mandos superiores, sino que las desapariciones respondieron a un sistema planificado desde la cúpula del Estado: "De la enorme documentación recogida por nosotros se infiere que los derechos humanos fueron violados en forma orgánica y estatal por la represión de las Fuerzas Armadas. Y no violados de manera esporádica sino sistemática, de manera siempre la misma, con similares secuestros e idénticos tormentos en toda la extensión del territorio" (CONADEP, 1984: 8).
(26) Los detalles de esta inspección se hallan en CONADEP, 1984: 126. Los diarios del día siguiente dan las informaciones sobre este procedimiento basándose un comunicado de prensa emitido por la CONADEP. La noticia se centra en el reconocimiento del lugar, más que en la descripción de lo que allí ocurrió durante la dictadura: "Un comunicado difundido por la tarde por la comisión dio cuenta que las mencionadas personas ratificaron sus anteriores denuncias, reconociendo el lugar" (La Razón, 5ª edición, 10/03/84)
(27) En diciembre de 1983, pocos días después de iniciado el gobierno de Raúl Alfonsín, el Congreso electo anuló por inconstitucional la ley de "autoamnistía" de los militares. Esto, junto con otras medidas como la reforma del Código Militar, promovió una serie de juicios llevados a cabo contra los principales responsables de las violaciones a los derechos humanos. Algunos de los procesados fueron: los nueve comandantes que integraron las tres primeras juntas militares que gobernaron el país entre 1976 y 1982 (entre ellos el ex almirante Emilio Massera, que -como jefe principal de la Armada- tenía responsabilidad por los crímenes cometidos en la ESMA); el general Ramón Camps, ex-Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires; el general Carlos Suárez Mason, ex-Jefe del Primer Cuerpo del Ejército; el General Luciano Benjamín Menéndez, Comandante del Tercer Cuerpo del Ejército en Córdoba. En una primera instancia, que corresponde al período que estamos analizando, los juicios estaban a cargo de un tribunal militar, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Ver al respecto Nino, 1997.
(28) Esta observación tiene en cuenta que, actualmente, la causa seguida contra varios ex represores de la ESMA (que se habían beneficiado de la ley de Obediencia Debida, hoy anulada) suele denominarse "Mega causa ESMA". En cambio, las causas abiertas en 1984 tenían otras denominaciones.
(29) Nos referimos al ex cabo Raúl Vilariño. Ver más abajo.
(30) Los modos en que fue cambiando con los años la figura del sobreviviente y su legitimidad en tanto testigo merecerían una investigación aparte. Sólo queremos señalar que, en esos primeros momentos, la palabra de los sobrevivientes estaba -en ciertos ámbitos- cubierta por un manto de sospechas que se referían a las causas de su supervivencia.
(31) Con la noción de "testigo ocular" nos referimos, de una manera general, a los relatos de las personas que han tenido una visión directa de los hechos. "En la tradición jurídica, filosófica y epistemológica del mundo occidental, la visión directa funda y define formalmente el testimonio" (Felman, 1990: 58).
(32) Aunque la prensa casi no reproduce las declaraciones de los sobrevivientes, en los primeros momentos de la transición democrática dos libros basados en testimonios de ex detenidos de la ESMA colaboraron para darle visibilidad a este centro clandestino y para narrar los crímenes cometidos allí. Nos referimos al ya citado libro de Bonasso (1984) y al libro de Eugenio Méndez (1985).
(33) Posteriormente, las declaraciones de Vilariño fueron publicadas en forma de libro. Vilariño, Raúl (1984) Yo secuestré, maté y vi torturar en la Escuela de Mecánica de la Armada, Ed. Perfil, Buenos Aires.
(34) Este ocultamiento formaba parte del modo en que se configuró la actividad de los grupos de tareas. Por ejemplo, para el sector denominado de "operaciones" del Grupo de Tareas 3.3.2 que actuó en la ESMA (al que pertenecía Vilariño), la CONADEP dio en su informe la siguiente descripción: "Se desplazaban en automóviles no identificados como del Arma y algunos camuflados como pertenecientes a entidades estatales o privadas. Todos estos vehículos habían sido previamente robados y cambiadas sus chapas-patentes" (CONADEP, 1984: 129).
(35) Ver CONADEP, 1984: 126-143.
(36) Los
"vuelos de la muerte" fueron los operativos de eliminación de
detenidos que eran sedados y arrojados al mar desde aviones. Esa denominación
fue difundida después de
(37) En la lectura que uno puede hacer ahora de este reportaje, esto causa un especial rechazo por el lenguaje despectivo e injurioso con que Vilariño se refiere a las víctimas.
(38) Nos referimos en particular a las declaraciones del ex capitán de la Armada Adolfo Francisco Scilingo. Ver Verbitsky, 1995. Para un análisis de la presentación mediática de estas declaraciones, ver Feld, 2001.
(39) Este proceso de "calificación" y "descalificación" se desarrolla en el marco de una "lucha por la memoria" más amplia que comprende discursos, actores y acciones que exceden el problema tratado aquí. Para profundizar en las dinámicas y procesos sociales que implica la noción de "lucha por la memoria", ver Jelin, 2002.
(40) En la clasificación que realiza Tzvetan Todorov, la "memoria ejemplar" se opone a la "memoria literal". La memoria ejemplar abre el recuerdo a la analogía y la generalización, permite transformar el acontecimiento que se rememora en "modelo" para comprender nuevas situaciones, hace de él un ejemplo y saca una lección. El pasado se convierte, así, en "principio de acción para el presente" (Todorov, 1998: 31).
(41) Este proceso que involucra procesos históricos, actores, intereses, temporalidades y expectativas diferentes, es denominado por Elizabeth Jelin (2002) "trabajo de la memoria".
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