ARTÍCULOS
De "la Quema" al parque: notas sobre las políticas urbanas en la dictadura y la producción de pequeños consensos cotidianos en la Ciudad de Buenos Aires (1976-1983)
Natalia Cosacov1
naticosacov@yahoo.com.ar
Mariano Perelman2
mdp1980@yahoo.com.ar
Julia Ramos3
juliamariaramos@yahoo.com.ar
María Florencia Rodríguez4
mafloro@hotmail.com
Abstract:
This article analyzes the changes that have occurred between 1976 and 1983 in the
neighborhood of Villa Soldati of the City of Buenos Aires from a double register: the
public policies that impacted in the quarter and the inhabitants` social perspectives of
them. To do this, first this article reconstructs the changes produced by the application
of public policies that transformed this part of the city. The emphasis is placed on the
last military dictatorship period, especially in the closing of the waste dumper and the
urbanization of these areas. Second, this article analyzes how the district's residents lived
these transformations. Retrieving the perspectives of the people allows showing how
these urban policies were meant for the inhabitants from a micro territorial experience
and show the complexity of the building processes and experienciation of the city.
Key Words: Buenos Aires; Urban policies; White city; Green city; Micro
territorial experience.
Introducción
Durante la intendencia del Brigadier Osvaldo Cacciattore, en el marco de la última
dictadura militar (1976-1983), se llevó adelante una serie de medidas tendientes a
modificar el mapa social de la ciudad de Buenos Aires. Éstas fueron enmarcadas en un
discurso que hacía pasar la "problemática social" como una cuestión de ordenamiento
urbano y limpieza de la ciudad. Bajo la idea de que se debía "merecer la ciudad", se
produjo una reactualización de la tensión "civilización-barbarie" que atravesó la ciudad
desde su constitución. Para ello, se implementaron una serie de medidas que tuvieron
consecuencias sobre la distribución y localización espacial de la población y a las que
Oszlak (1991) ha calificado como una política de construcción de "ciudad blanca".
En este trabajo, daremos cuenta del modo en que las políticas implementadas por el
gobierno militar, que apuntaban a construir una ciudad de elite, no solo se sustentaron
a partir de la estrategia de "ciudad blanca" sino también de la de "ciudad verde". Esto
es, se desarrollaron una serie de políticas (como la construcción de parques y espacios
verdes en dónde había villas y basurales) sustentadas en un discurso sanitario ambiental. El modo en que se articularon y conjugaron ambas estrategias (la de "ciudad blanca" y la de "ciudad verde") será analizado a partir de las transformaciones ocurridas en el
barrio de Villa Soldati. Éste es un escenario privilegiado en que pueden apreciarse las
marcas territoriales de la dictadura. Allí, durante ese período, se construyeron espacios
verdes y se cerró el basural a cielo abierto conocido como la Quema. Con estas
intervenciones, se logró modificar la sociabilidad del barrio.
Al mismo tiempo, a partir de la recuperación de relatos que dan cuenta del modo
en que estas políticas impactaron en la vida cotidiana, nos interesa mostrar que estas
medidas implementadas por la dictadura fueron vividas de manera diferente por los
habitantes del barrio. Situamos este trabajo en un cruce que nos permita iluminar
un contexto micro de la vida social. Siguiendo a O´Donnell (1987: 12), es a partir
de las "texturas celulares de lo cotidiano" que "podemos trazar sus relaciones con los
grandes escenarios de la política y el Estado". Esta perspectiva, propuesta por el autor
para pensar la democracia en los niveles micro y macro, nos permite comprender los
pequeños consensos que fue generando la dictadura en la heterogénea población del
barrio para llevar adelante las intervenciones. En este marco, se analizarán las voces de
aquellos habitantes que fueron expulsados, así como las de quienes sintieron que estas
medidas impactaban favorablemente en el barrio y en su vida cotidiana; se mostrará así el modo complejo y diverso en que se vincularon vida cotidiana e intervenciones
urbanísticas durante la dictadura militar.
Este artículo se enmarca en la línea de trabajos que abordan la compleja relación
entre memoria e historia (cf. Jelin, 2002; Pollak, 2006; Franco y Levin, 2007) y pretende
aportar elementos para enriquecer los interrogantes que han ocupado la atención de
los cientistas sociales acerca del pasado reciente. Nos interesa recuperar en un espacio,
el microsocial, el modo en que agentes sociales –localizados en un tiempo-espacio
específico- recuerdan las intervenciones urbanas que se realizaron durante la dictadura
en ese territorio local. Por ello analizamos fuentes orales, basadas en memorias individuales,
que –como señalan Franco y Levin (2007)- permiten avanzar en reconstruir la
significación que esas intervenciones tuvieron y que se vinculan a la subjetividad y las
experiencias cotidianas de esos agentes. Esto nos abre a la complejidad que supone el
hecho de reconocer las diversas narrativas que se van tejiendo –y las temporalidades
que se construyen– alrededor de un acontecimiento.
Comenzaremos con una breve referencia a la historia de Villa Soldati, deteniéndonos
en el período de la última dictadura militar (1976-1983). Posteriormente nos centraremos
en el marco político-ideológico desde el cual se anclaron las medidas tomadas sobre la
ciudad de Buenos Aires, junto con las discusiones y nuevas nociones que circulaban por
esos años en el ámbito del urbanismo a nivel mundial. A partir de esa caracterización,
nos centramos en el cierre de la Quema y la creación del Cinturón Ecológico Área Metropolitana
Sociedad del Estado (CEAMSE) y de espacios verdes, hechos que ponemos
en relación con las vivencias y las diversas percepciones de los habitantes del barrio en
torno a estas políticas y al modo en que impactaron en sus condiciones de vida.
Una aproximación al barrio
El barrio de Villa Soldati está localizado en el sudeste de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Linda con el Riachuelo, Villa Riachuelo y Villa Lugano. Toda ella es
la zona más pobre de la ciudad.
Hasta 1887, la zona que hoy es el barrio de Villa Soldati formaba parte del partido
provincial San José de Flores, que bajo la intendencia del Dr. Eduardo Crespo, a través
de la ley 2.089 de 1887, fue anexado junto con el de Belgrano al territorio de la ciudad.
Gran parte de los terrenos formaban parte del "bañado del bajo Flores"5. Según
algunos historiadores barriales (Prignano, 1991; Cutolo, 1998), podría situarse el origen
del barrio hacia 1908, cuando el propietario de las tierras, José Soldati, subdividió y
vendió un lote de 12 hectáreas de su propiedad. Desde entonces y hasta bien entrada
la década de 1920, predominó la autoconstrucción de viviendas y de la infraestructura
básica barrial. Las casas se caracterizaban por estar construidas de manera precaria y
se ubicaban, predominantemente, alrededor de la estación de tren.
La Sociedad de Fomento y Edilicia José Soldati tuvo un papel importante en
relación con la provisión de equipamiento urbano. Fundada en 1912, fue la primera
asociación del barrio. En 1925, construyó casas de materiales destinadas al mercado de
alquiler, inexistente hasta entonces en la zona. Asimismo, edificó un campo deportivo
con vestuarios y quinchos (Informe CEDEM, 2003: 116). En el mismo año logró,
ante la falta de provisión del alumbrado público eléctrico por parte del Estado, que se
instalaran en las esquinas más concurridas lámparas a kerosén.
La presencia del Estado en esa zona de la ciudad comienza a darse con fuerza recién
en la década del '30 mediante la construcción de un conjunto de infraestructura
como alumbrado público, caminos y puentes. Fue también en esa década que algunos
problemas históricos, en espacial los vinculados a las inundaciones6 provocadas por los
desbordes del Riachuelo y sobre todo del Arroyo Cildáñez, comenzaron a ser tratados,
aunque parcialmente, por el Estado. Como parte de una batería de obras, en 1938 se
rectificó el Riachuelo y en la década de 1940 se realizaron cuatro proyectos de entubamiento
del Cildáñez7, que fueron llevados a cabo de manera parcial. El resultado
fue su canalización abierta y la construcción del Puente De la Ribera en su desembocadura.
Recién en 1962 se produjo el entubamiento definitivo y fue posible pensar
en pavimentar. Hasta ese entonces, al estar las calles cruzadas por el arroyo, las obras eran irrealizables. En octubre de 1970 se realizó el acto de inauguración del pavimento.
Si bien para principios de los setenta algunos de los problemas mencionados habían
sido resueltos en gran medida, uno de ellos, que impactó desfavorablemente en el
barrio y toda su zona aledaña -nos referimos a la instalación en 1936 de un vaciadero
municipal de residuos-, fue "resuelto" recién en 1977. En ese año, se estableció, través
de la Ordenanza Municipal número 24.523, el cierre del vaciadero en el barrio8.
La construcción de una Ciudad de elite: ciudad blanca, ciudad verde
El cierre del vaciadero formó parte de una política general de reestructuración
social y espacial de la ciudad. En este apartado, daremos cuenta del marco desde el
cual se diseñaron e implementaron una serie de políticas y proyectos urbanos.
Lacarrieu (2005) plantea que la dictadura "tendió a fortalecer y profundizar la dicotomía
entre centro-periferia ya instalada en representaciones y prácticas: la ciudad-centro
vinculada a la idea de progreso y utopía civilizatoria, la periferia-no centro relacionada con
la consolidación de los sectores populares" (Lacarrieu, 2005: 372). En realidad, ya desde
su constitución como Capital de la República, la ciudad de Buenos Aires fue pensada
como una ciudad de elite (cf. Gorelik, 1998). La tensión "civilización-barbarie", presente
durante todo el siglo XX, se fue resignificando a partir de la reconfiguración de
un "otro" sobre el cual se recortaba la "ciudad civilizada".
Bajo la idea de que la ciudad debía ser el lugar de residencia de la "gente decente",
la "vidriera del país" (Oszlak, 1991), las medidas adoptadas durante la dictadura
tuvieron consecuencias sobre la distribución y localización espacial de la población,
pues generaron un desplazamiento físico de los sectores populares.
Asimismo, primaron las ideas de ordenamiento del espacio y de "limpieza" de
la ciudad (Clichevsky, 1986). Las políticas implementadas en estos años tendieron
a reglamentar lo que la dictadura concebía como un desarrollo urbano "caótico" e "incontrolado" por ausencia de normativas y controles (Torres, 1993). Así, se reafirman
ciertas nociones de orden, higiene, belleza y bienestar sólo para aquellos que
son definidos como ciudadanos que merecen vivir en ella, negando y excluyendo a
los sectores populares.
Las declaraciones de quien en ese momento era el titular de la Comisión Municipal
de Vivienda, Guillermo del Cioppo, durante el gobierno del Brigadier Osvaldo
Cacciatore, condensan esta concepción: "Hay que definir una política de calidad para
los habitantes (...) en estos últimos años hemos visto integrarse a nuestra geografía a esa
población marginal de que le hablaba, de muy bajo nivel laboral. Nosotros solamente
pretendemos que vivan en nuestra ciudad quienes están preparados culturalmente
para vivir en ella (...) Concretamente: vivir en Buenos Aires no es para cualquiera
sino para el que la merezca, para el que acepte las pautas de una vida comunitaria agradable y eficiente. Debemos tener una ciudad mejor para la mejor gente (...) Se
trató el problema en forma quirúrgica y tiempo récord. Produjimos la expulsión de
las villas de emergencia (...) erradicamos en tres años y medio 100.000 villeros" (en:
Revista Competencia, marzo 1980, número 191; citado en Dossier Nº 16. Material
de la Comisión Provincial por la Memoria, s/f.).
Ahora bien, sumado a ese marco político-ideológico, las políticas de la dictadura
militar vinculadas a la ciudad encontraron también su anclaje en las discusiones y
nuevas nociones que circulaban por esos años en el ámbito del urbanismo a nivel
mundial. Lo que nos interesa proponer es que ese marco ideológico-político -que
articulaba liberalismo económico, autoritarismo político y exclusión social- encontró instancias de legitimación en algunas de las nuevas nociones que comenzaron a surgir
ante la crisis del urbanismo.
Recordemos: ya desde los años sesenta -como señala Hall (1996)- en un contexto
mundial de crisis paradigmática que afectaba a los distintos ámbitos de la vida social,
política y cultural, surgieron algunos temas esenciales que cuestionaron radicalmente
la planificación urbana tal como era entendida hasta ese momento. Se cuestionaba la
figura del "experto" y la planificación de "arriba hacia abajo", al tiempo que la pobreza
creciente mostraba que la planificación no había podido mejorar las condiciones de vida
de las ciudades. Finalmente, se vivía una desconfianza generalizada en torno a cómo
se abordaban los problemas urbanos y sociales. Dentro de ese nuevo urbanismo que
comenzaba a delinearse, también se iría incorporando la problemática ambiental como
punto central para pensar las ciudades. Como señala Novick (2003), la formación del
Club de Roma en 1968 y la aparición unos años después de su primer informe ("Los
límites del crecimiento") son expresiones de la creciente preocupación ambiental que
se registraba por esos años y que encontraría en la Conferencia de Estocolmo (1972)
el hito que consagraría la dimensión planetaria del ambientalismo.
Cierto es que la dictadura militar no retomó aquellas ideas que propugnaban
el participacionismo activo de la población como parte de un nuevo urbanismo. Al
contrario, la dictadura continuó con las tendencias principales de la modernización
desarrollista, que implicaba importantes proyectos arquitectónicos inducidos desde el
Estado. Más aún, profundizó este clivaje con la apertura a capitales extranjeros y con
la obtención de créditos de organismos internacionales para grandes proyectos. Sin
embargo, precisamente durante la gestión de Cacciatore se incorpora la problemática
ambiental -una de las nuevas nociones que comenzaban a circular- como fundamento
de distintas intervenciones urbanas. De hecho, como sostiene Clichevsky (2002), en
1978 se crea en la Municipalidad de Buenos Aires la Dirección de Ecología y Medio
Ambiente. De aquellos años es también la ley Nº 21608/77 de promoción industrial
para el interior del país, que prohibió la localización industrial en Capital Federal: se
buscaba controlar la contaminación que las industrias habían producido en las décadas
anteriores (Clichevsky, 2002: 21).
Precisamente, nos interesa resaltar ese momento en el que confluyeron la incipiente preocupación ambiental y el sesgo anti-industrialista y socialmente excluyente, con el
objetivo político de convertir la Capital Federal en una ciudad con "calidad de vida",
residencial, terciaria, preparada para aquellos que merecían vivir en ella. En este marco
deben una serie de intervenciones: la creación de la Coordinación Ecológica Área
Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE) -organismo metropolitano encargado
de la gestión de un cinturón ecológico-, la creación de nuevos "espacios verdes" junto
con los acondicionamientos de las plazas barriales y la creación de una primera zona
de protección patrimonial en el centro histórico. Como señala Novick (2003), estos
fueron temas de "nueva generación" inscriptos en una ciudad imaginada para la elite.
Novick (2003) señala que en ese contexto también se incorpora la idea de "calidad
de vida" que "implica tanto la disponibilidad de servicios como la preservación del
medio ambiente, propiciando un equilibrio de zonas para la preservación, para la
transformación y el tiempo libre" (Novick, 2003: 81).
Como hemos planteado, Oszlak (1991) hace referencia a la estrategia urbanística
del gobierno militar en términos de "ciudad blanca", que hace hincapié en el carácter
racial y excluyente de esa ciudad imaginada para la elite. Pero creemos que, al mismo
tiempo, se trató también de la construcción de una "ciudad verde", en la cual, a partir
de un discurso "sanitario-ambiental" -que abarcó proyectos como el CEAMSE y la
construcción de espacios verdes-, se legitimó esa exclusión de amplios sectores de la
población, y se logró generar consensos sobre ello.
Marcas territoriales en Villa Soldati
Una de las medidas en las que se aprecia claramente la articulación de la estrategia
de la "ciudad verde" y de la "ciudad blanca" es el cierre de la Quema y la
creación del CEAMSE.
En el año 1977, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y el Gobierno de
la Provincia de Buenos Aires crearon de manera conjunta el CEAMSE, cuyo objetivo
era resolver el problema de la disposición final de los residuos en el área metropolitana
y paralelamente ampliar la superficie de los espacios verdes9. Esto significó el cierre de
los vaciaderos a cielo abierto conocidos como "la Quema".
Ante esta medida, el barrio sufrió grandes transformaciones que fueron vividas
diferencialmente por los distintos actores entonces presentes en la zona. Para algunos
significó el fin de una marca degradante que hacía del barrio algo desolador. Así lo
describe una publicación colectiva:
"Cuando entrábamos en el año 1936 inesperadamente cayó sobre la cabeza de los sufridos vecinos algo que ni en sueños podían imaginar: una interminable hilera de carros municipales se introdujeron con su preciosa carga de inmundicia por la calle Portela hacia el interior de la quinta el Molino. (...) El relleno continuó sin prisa y sin pausa, superando al final los siete metros de altura. El panorama era desolador, deprimente, lamentable (...) La situación se agravaba los días de lluvia en que los carros y camiones no podían ingresar y entonces depositaban la basura sobre el pavimento de la Av. Roca [avenida central del barrio], obligando a la línea de colectivos 91 a suspender su recorrido hacia Lugano (...) Y por fin un 18 de octubre de 1978 la Ordenanza Municipal número 24.523 estableció de inmediato la drástica eliminación de esa viviente pesadilla. Así, y gracias al tesón de los vecinos, quedó desterrado aquel doloroso suplicio" (Nostálgicas vivencias del Barrio de Soldati, 1987: 9 y ss.)10
En el mismo sentido, otro entrevistado nos contaba: "Escuchame, vos imaginate,
para tener una idea, yo trabajaba sobre Av. Roca, a la mañana abría la puerta, aparte
del humo la bruma y la niebla y todo eso y además había moscas, eran centenares de
moscas y no es que vos hacías así [hace un gesto de espantar]: tenías que matarla sobre
vos mismo (...) fue un triunfo muy importante" (entrevista realizada a T., dirigente
barrial, agosto 2008).
Para muchas personas, la Quema fue vivida como una marca estigmatizante y
vergonzante: "Los vecinos se sentían marginados y engañados. Cuando a muchos de
nosotros se [les] preguntaba adónde vivíamos, rápidamente decíamos que en Pompeya
o en Parque Patricios. Nos daba vergüenza nombrar a Soldati" (Nostálgicas vivencias
del Barrio de Soldati, 1987: 9 y ss.).
Al mismo tiempo, para otras personas, la Quema fue su lugar de vida y de subsistencia.
Suárez (1998) plantea que en sus alrededores se fueron formando establecimientos
especializados en compra de materiales. A fines de la década del 40 y comienzos de la del'50, alrededor de los vaciaderos y de los galpones de clasificación se instalaron algunas"villas de emergencia" donde las familias subsistían de los materiales recuperados. Esto
quiere decir que existió un circuito de relaciones tanto en el interior de la Quema como
en sus adyacencias, lo cual demostraría que gran parte de la población de Soldati tenía,
al menos, algún tipo de vínculo (social y/o económico) con la basura. Familias enteras
iban durante el día a la Quema a recolectar basura. Muchos otros ranchaban, o sea vivían
en ranchos (casas) construidas sobre y con la basura (Perelman, 2008). Juan Carlos, un ciruja de 60 años que continúa viviendo en el barrio, recuerda que "estar en la quema
era como estar en mi casa, con eso te digo todo. Comíamos, juntabas las cosas, traías tu
plata, era un mundo de gente. La llamábamos la fábrica a cielo abierto". La misma idea
expresa José, quien aun hoy dice orgulloso: "Yo soy quemero".
Tanto para los quemeros -quienes les otorgaron al espacio y a las relaciones que allí se generaban una valoración positiva- como para los "vecinos" -quienes la veían como
un elemento estigmatizante- la Quema no pasó inadvertida. Constituyó para unos
y otros un espacio cargado de emociones y productor de identidades. Más aún: para
los quemeros, fue un espacio central en la reproducción cotidiana de estos sentidos.
Con la dictadura, las cosas cambiaron. La Ordenanza N° 33.581 de 1977 prohibió arrojar o mantener cualquier clase de basura, desperdicios, aguas servidas o enseres
domésticos en la vía pública, veredas, calles, terrenos baldíos o casas abandonadas.
En el artículo 6 dice:
"Prohíbese la selección, remoción, recolección, adquisición, venta, transporte, almacenaje, o manipuleo de toda clase de residuos domiciliarios que se encuentren en la vía pública, para su retiro por parte del servicio de recolección; quedan comprendidos en la presente prohibición la entrega y/o comercialización de residuos alimenticios cualquiera sea su procedencia."
Un año más tarde, se prohibió en todo el ámbito de la Capital Federal la descarga
de basura a cielo abierto (Ord. N° 34.523/78).
Con la creación del CEAMSE, los cirujas debieron comprender que la "mercadería" ya no les pertenecía, sino que era ahora propiedad de las empresas recolectoras, y que
el lugar adonde debía ser llevada era el CEAMSE. Juan Carlos recuerda que "cuando
ya estaban los militares, te agarraban (...) te llevaban, te pegaban, te tiraban al río, al
agua podrida, te cortaban el pelo con vidrio, te hacían infinidades. Como si fueras un
extremista. ¡No! Eras un ciruja". Conjuntamente con una represión explícita, una de
las habituales prácticas de los agentes estatales era la de llevar a los cirujas al predio
donde se compactarían los desechos, los formaban en fila y luego les hacían tirar "la
basura". Este era el nuevo orden de las cosas. Cuenta uno de ellos que "se hacían operativos.
MANLIBA11 hacia operativos con la policía (...) no estaban persiguiendo al
que juntaba con la mano, sino donde había vehículos, se le decomisaba la mercadería
y se le levantaba un acta" (entrevista realizada a un ciruja de 55 años que se dedica a
la actividad desde chico. Mayo 2004).
En estos relatos se pueden apreciar distintas miradas en torno a la Quema. Por un
lado, están quienes se dedicaban a la actividad del cirujeo -y para los cuales la Quema
era un elemento identitario-; por el otro, quienes sentían "vergüenza" de vivir en dicha
zona. Las diferentes trayectorias de vida de los habitantes del barrio influyeron en las tomas de posición con respecto al cierre de la Quema implementado por la dictadura.
Si para los cirujas fue la pérdida de su medio de subsistencia y lugar de vida, para
otros, en cambio, significó un mejoramiento que atribuyen al "éxito" de sus luchas y
movilizaciones. A pesar del contexto autoritario y represivo del régimen militar, un
referente político de un partido de izquierda, en ese momento parte integrante de la
comisión barrial del barrio Inmigrantes, destaca:
"Lo de la Quema fue un triunfo, nosotros tuvimos que tener una lucha muy importante. El primer corte que nosotros hicimos fue en la Av. Lacarra y Roca, en la época de la dictadura, y no es que éramos loquitos ni nada que se le parezca. Lo que pasa es que sobre Lacarra, porque todo se hizo sobre relleno sanitario, fue echándose basura y después tierra y demás. Así, la vieja calle Lacarra que era adoquinada, quedó como más de medio metro abajo del resto y los pibes, los chicos de los cirujas que pasaban de la villa 3 hasta la Quema, se encontraban con que eso estaba lleno de agua; entonces había cuises, patos. Pero lo que colmó la paciencia nuestra fue cuando del cementerio empezaron a tirar los ataúdes de metal, de zinc, sobre eso. Y los chicos de los cirujas, los pibes, se metían adentro como si fueran botes" (entrevista realizada a T., dirigente barrial. Agosto 2008).
Frente a la postura citada en el párrafo anterior, que encuentra en la acción de los vecinos el logro de haber sacado la Quema del barrio aun en un contexto de dictadura, en otras fuentes puede leerse una mirada "positiva" hacia las políticas implementadas en esos años. En un documento editado en 1987 por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, que se propone recuperar la historia del barrio, puede leerse:
"Llegó el año 1977 y (...) se crean en todos los barrios capitalinos las Juntas Representativas Vecinales. (...) La tarea principal [de la de Villa Soldati] fue hacer desaparecer el famoso vaciadero de toneladas de residuos. Y por fin un 18 de octubre de 1978 la Ordenanza Municipal número 24.523 estableció de inmediato la drástica eliminación de esa viviente pesadilla. Así, y gracias al tesón de los vecinos, quedó desterrado aquel doloroso suplicio"12.
En este mismo sentido, resulta interesante lo escrito por Ferrera en otro documento
editado recientemente por el Instituto de Estudios Históricos de la Ciudad:"... curiosamente, estos vecinos de Soldati sólo se sintieron bien tratados cuando todo el mundo era maltratado. La mayoría de ellos, reconoció la gestión del Brigadier Osvaldo
Cacciatore como la que más progresos le había aportado al barrio. Cloacas, asfaltos y
fundamentalmente el cierre y traslado del vaciadero de basura fueron vistos como la
realización de objetivos largamente anhelados" (Ferrera, s/f: 127).
Sin embargo, tal como hemos mostrado anteriormente, no todos los que vivían
en Soldati sintieron que "eran bien tratados". En todo caso, esta fue la percepción y
evaluación de un grupo de vecinos. Pero es importante no ocultar la pugna de sentidos
vinculados a la quema y a su cierre. Por otra parte, es importante remarcar que, si bien
algunos vecinos y militantes del barrio realizan una lectura por la que atribuyen a sus
reivindicaciones el logro del cierre de la Quema, resulta problemático vincular una política
de ese régimen militar, tan autoritario y excluyente, a una respuesta a demandas de
sectores populares. En este sentido, creemos más bien que debemos poner en relación
esas medidas con un conjunto de políticas que se enmarcan en la estrategia de la "ciudad
blanca" y "la ciudad verde". Así, donde había basurales, se construyeron parques bajo
el discurso de la construcción de espacios verdes y de la limpieza de la ciudad. Durante
estos años, se construyeron tres espacios verdes de grandes dimensiones en Villa Soldati,
dos de escala urbana y uno de escala regional. Se trata del Parque Indoamericano, creado
en 1978, que se constituyó en el segundo espacio verde más grande de la Ciudad de
Buenos Aires; el Parque de la Ciudad, creado en 198213; y el polideportivo Parque Roca.
Una vez más, aparece el parque como una figura que podemos encontrar a lo
largo de la historia de esta ciudad y que condensa un modelo sociocultural que marca
el triunfo de la civilización sobre la barbarie (cf. Girola, 2004; Gorelik, 1998). Pero
si a principios de siglo el parque funcionó como un dispositivo de integración social
junto con la grilla, cabría preguntarse cuál es la relación de estos parques construidos
durante la dictadura con lo político, en sentido amplio, partiendo de la idea que las
transformaciones en el espacio modifican las relaciones sociales.
De esta forma, el cierre de la Quema y la creación del CEAMSE deben ponerse en
relación con otros procesos urbanísticos, como la aprobación de un nuevo código de
edificaciones que hizo descender drásticamente las densidades, con lo que aumentaron
los precios habitacionales; el trazado y construcción de una nueva red de circulación
automotora de alta velocidad, junto con conjuntos de estacionamientos privados que
favorecían el acceso a la ciudad a los sectores de mayor poder adquisitivo; y el programa
de erradicación de villas, que implicó el desalojo forzoso de amplios sectores de la población que vivían en ellas. Todos fueron procesos tendientes a reafirmar una
nueva ciudad: una ciudad de elite.
A modo de cierre. El barrio como lugar de intervención, consenso y conflicto
Las transformaciones que sufrió el barrio Villa Soldati fueron vividas de manera
diferencial por diversos actores, aun por quienes caían fuera del grupo que "merecía la
ciudad". Los relatos muestran estas distintas miradas en torno al cierre de la Quema;
algunos, los que se dedicaban a la actividad del cirujeo, vieron desaparecer su fuente y
lugar de trabajo, y sintieron fuertemente el carácter excluyente del proceso. Otros, los
que sentían "vergüenza" por vivir en dicha zona por la presencia de la basura, y pese a
que, en tanto parte de los sectores populares, eran objeto de las políticas excluyentes
de la dictadura, lo vivieron como una mejora tantos años anhelada. Están, de esta
forma, aquellos que fueron excluidos y desalojados de manera forzosa; están quienes
consideran positivo el cierre de la quema. Algunos lo atribuyen a sus luchas y reivindicaciones
y otros piensan que la dictadura finalmente los "escuchó", resolviendo una
demanda histórica del barrio.
A partir de lo expuesto, nos interesa dejar planteadas dos reflexiones. En primer
lugar, el caso analizado permite iluminar los usos políticos que tuvo el parque durante
la dictadura. Como analizamos en otro lugar (Perelman, 2008), durante la última
dictadura militar la Ciudad de Buenos Aires fue objeto de una fuerte intervención en
cuanto a su concepción espacial y social. Esta importante preocupación por modificar
el espacio no es menor en tanto se intentó crear un nuevo orden más duradero. Como
plantea Balandier, "la topografía simbólica de una gran ciudad es una topografía social
y política" (1994: 26) que establece marcas duraderas a partir de concepciones de "usos
del espacio urbano" (Oszlak, 1991; Topalov, 1979; Kowarick, 1996).
La intervención del espacio debe ser siempre pensada dentro de un contexto político-
económico que estructura formas de simbolizarlo, de imaginarlo, de recordarlo y,
por ende, de vivirlo (Gupta y Ferguson, 1992). En Villa Soldati, el cierre de la Quema
y la construcción de espacios verdes en su lugar significaron una transformación física
del entorno signada bajo una dimensión política y simbólica central: retorna el parque
como figura urbana que una y otra vez ha venido a conjurar los peligros de la ciudad.
Como Armus (1996) ha señalado, los parques han tenido, desde el origen de la ciudad,
una función de "regeneración social". Así, en un momento el verde es concebido como"pulmón", en otros como "civilizador", puesto que es pensado como capaz de modelar
los comportamientos, refinar la sensibilidad y producir civilización.
En el contexto analizado, la creación de espacios verdes donde antes existían
basurales y villas miseria nos invita a pensar que el parque retorna con su función
civilizadora para crear una nueva urbanidad. Es el reemplazo del "caos" por el "orden",
de lo "contaminado" por lo "sano". Como hemos visto, esa nueva urbanidad es una
reactualización de la tensión civilización- barbarie que ha atravesado la Ciudad de Buenos Aires desde su constitución y que es un modo de delimitar la alteridad: los"merecedores" que pueden habitar en la Ciudad de Buenos Aires, y los "otros" arrojados
a la periferia, al conurbano, al interior.
Ahora bien, ese recorte de la alteridad que resulta claro desde una mirada analítica
y lejana no es nítido ni lineal cuando se indaga desde la experiencia microterritorial
de los propios actores. Este es el segundo punto que nos interesa resaltar: el análisis
de las pugnas de sentidos entre los propios habitantes de Villa Soldati en torno a una
política de la dictadura nos permite afirmar que el barrio, lejos de ser un lugar donde"anida la democracia"14, ha sido un espacio atravesado por tensiones y complejidades.
Pensamos que el régimen militar no se sostuvo solamente a partir de la sistemática
represión, muerte y desaparición de personas, sino también a través de una penetración
capilar en todo el cuerpo social. Recuperar esta dimensión productiva del poder nos
parece central para comprender los pequeños consensos cotidianos que sostienen un
régimen de terror. Y en ese punto, las políticas urbanas, quizás por impactar en el espacio
próximo, por transformar decididamente el entorno barrial, parecieran ser portadoras
de una especial eficacia para generar adhesiones. La aproximación microterritorial nos
permite mostrar cómo, con la construcción de espacios verdes, se logró modificar el
espacio próximo, cotidiano, que antes resultaba fuente de estigmatización e insalubridad,
y se logró generar adhesiones aun entre quienes quedaban fuera de esta idea de"ciudad blanca", de esa nueva urbanidad. Es por ello que marcamos la importancia de
pensar en la imbricación estratégica de la ciudad blanca y la ciudad verde.
Notas
1 Lic. en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Becaria doctoral. Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
2 Dr. en Antropología. Becario postdoctoral CONICET. Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
3 Lic. en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Becaria doctoral. Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
4 Lic. en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Magister en Políticas Sociales (FLACSO). Becaria doctoral. Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
5 Se extendía entre las orillas del Riachuelo y su barranca alta a partir de la Boca y de Barracas y las tierras bajas que hoy pertenecen a los barrios de Nueva Pompeya, Villa Soldati, Flores, Villa Lugano y Villa Riachuelo.
6 Las inundaciones de los años 1911 y 1913 son recordadas por los vecinos como episodios que tuvieron importantes consecuencias, puesto que todo quedaba bajo el agua y había que volver a empezar (Ferrera, 2006).
7 El primer proyecto fue en 1940, el segundo en 1941, el tercero en 1942 y el cuarto en 1943 (Boragno, 2004).
8 Para un análisis histórico de la formación del basural y de las relaciones que se generaron al interior del mismo, ver Perelman (2010).
9 Paiva (2006) describe cuatro grandes etapas en lo referido al manejo de los residuos en Buenos Aires: la primera se extiende desde la fundación de Buenos Aires por Juan de Garay hasta la instalación de la "quema", en la cual la basura era destinada a terrenos baldíos o era arrojada al agua; la segunda se extiende desde 1860 y 1904, en la que el tratamiento de la basura se realiza a cielo abierto; la tercera va desde 1904 hasta 1977, cuando prevalece la incineración; y por último, desde 1977 a la actualidad, en la que, a partir de la creación del CEAMSE, se utiliza el "relleno sanitario".
10 Citado de Nostálgicas vivencias del Barrio de Soldati. Elaboración colectiva de un grupo de vecinos pioneros del Barrio de Villa Soldati, en el marco de las semanas de "Historia Viva" convocadas por la Sec. de Cultura de la M.C.B.A. (pp. 9-11). La jornada se desarrolló entre el 23 y el 31 de octubre de 1987.
11 Una de las empresas recolectoras.
12 Citado de Nostálgicas vivencias del Barrio de Soldati. Elaboración colectiva de un grupo de vecinos pioneros del Barrio de Villa Soldati, en el marco de las semanas de "Historia Viva" convocadas por la Sec. de Cultura de la M.C.B.A. (pp. 9-11). La jornada se desarrolló entre el 23 y el 31 de octubre de 1987.
13 Ubicado en Av. Cruz y Av. Escalada. En 1977, el gobierno realizó una licitación mediante la cual la empresa adjudicataria podría explotar un parque de diversiones a cambio de construir un nuevo zoológico para trasladar el de Palermo. Esta licitación fue ganada por la empresa Interama S.A. En 1980, el banco SIDESA, accionista de la empresa adjudicataria, quebró y esto significó la paralización de las obras del parque. Frente a este hecho, el municipio se hizo cargo del parque y de la deuda; sin embargo, luego se le volvió a otorgar la licitación a la misma empresa. Finalmente, en 1985, y ya bajo gobierno democrático, se le quitó la concesión y se iniciaron diversos juicios.
14 "¿Dónde anida la democracia?" fue un texto elaborado por un grupo de historiadores que lograron instalar un debate en las ciencias sociales durante los años ´80 –la transición democrática– en el que la preocupación central era en torno a cómo garantizar la permanencia y gobernabilidad del sistema democrático. En ese artículo se afirmaba que era en "esa red de organizaciones primarias donde se gesta la experiencia democrática" (PEHESA, 1982) y se postulaba el barrio como un nido donde subsiste la democracia (cfr. Merklen, 2005; Menazzi, 2008).
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