EJE TEMÁTICO: La mujer en la Edad Media
Mujeres en la Saga de Njal
Nelly Egger de Iölster 1
1 DIMED - CONICET
Resumen: Este trabajo analiza la condición de la mujer en la sociedad islandesa entre los siglos IX y XIII. La amplitud cronológica se debe al hecho de que las sagas de familia refieren acontecimientos pertenecientes al año mil pero no fueron redactadas hasta el siglo XIII -con lo cual reflejan una sociedad más acorde con dicho período-. Es el momento en que -debido a la conversión al cristianismo de las sociedades nórdicas y la implantación, en ellas, de códigos cristianos- se transformó la condición de las mujeres ya que éstas, a partir de ese momento, tuvieron más libertad para expresar su voluntad en relación con los acuerdos matrimoniales. Por otra parte, se analiza la función de las mujeres en la esfera doméstica y se destaca su importantísimo papel para la economía islandesa como tejedoras de los paños destinados a la exportación. Se destaca, asimismo, la relevancia de la mujeres en la defensa del honor -que, a menudo, debía ser vengado más que sometido a la justicia-, actuando las propias mujeres como incitadoras de venganzas sangrientas.
Palabras Clave: Islandia - mujeres - matrimonio - venganza
Summary: This article analyses the condition of women in Icelandic society between the ninth and thirteenth centuries. The length of the period studied is due to the fact that the action in the family sagas takes place around the yearone thousand while depicting a society that behaves according to what was the case two and a half centuries later, when they were written down. Since this was the period of the conversion of northern Europe to Christianity, and its acceptance of Christian standards, it was of importance to women who were henceforward benefited by a greater freedom of action in their choice of marital partners.At the same time the article studies the role played by women in the domestic field, above all their highly important contribution to Icelandic economy as weavers of cloth, the value of which was such that it came to supplant silver as a standard to evaluate Icelandic products. Finally the role of women in the sphere of the defense of male honour is pointed out, not so much as avengers themselves but as instigators of bloody revenges, rather than subjecting feuds to legal arbitration.
Key Words: Iceland - women - marriage - revenge
Résumé: Dans cette étude, l’auteur analyse la condition de la femmedans la société islandaise entre le IXe et le XIIIe siècles.L’ampleur chronologique choisiese trouve justifiée par le fait que les sagas de famille, bien que portant surdes événements appartenant à l’an mil, ont été rédigéesau cours du XIIIe siècle, raison pour laquelle elles reflètent plutôt une sociétéappartenant à cette période.C’est à ce moment-là -en raison de la conversion au christianisme des sociétés nordiques et de l’acceptation des codes chrétiens- qu’elles jouirent d’une plus grande liberté pourexprimer leur volonté dans les questions relatives aux pactes matrimoniaux. On analyse égalementla fonction des femmes au sein du foyer et on souligne l’importance de leur rôle dans l’économie islandaiseen tant que tisseuses des draps destinés à l’exportation.On met également l’accent sur l’ importancede leur participation dans la défense de l’honneur -qui, bien souvent devait être vengé plutôt que soumis à la justice- car dans ce cas c’ étaient les femmes elles-mêmes qui encourageaient des vengeances sanglantes.
Monts-Clé: Islande - femmes - mariage - vengeance
Nuestro
interés por las sagas islandesas hoy se orienta al papel desempeñado en ellas
por las mujeres y observaremos en particular el material contenido en la Saga
de Njal, perteneciente al género de las sagas de familia.
Las sagas de
familia registran la historia de familias y linajes de familias
islandesas, habitualmente del grupo social aristocrático. Cronológicamente
abarcan el período de la colonización de Islandia por grupos emigrados desde el
oeste de Noruega en la segunda mitad del siglo IX hasta mediados del XI. Se
trata de una literatura de gran originalidad en lengua vernácula islandesa. Su
desarrollo fue independiente de las literaturas contemporáneas europeas y fue
transmitida oralmente hasta el siglo XIII, momento en que se fijó por escrito.
La tardía conversión de Escandinavia al cristianismo (alrededor del año 1000)
explica la ausencia, hasta esa fecha, de fuentes escritas, con excepción de las
inscripciones rúnicas, grabadas sobre asta, hueso o piedra que, debido a la
dificultad que representaba esa tarea, nunca hubiesen podido ser empleadas como
vehículo de extensos relatos.
Las sagas
de familia refieren hechos ocurridos alrededor del año 1000. Se distinguen
de las sagas contemporáneas, que fueron redactadas en el
siglo XIII casi simultáneamente con los acontecimientos que relatan. Otras
manifestaciones del genio literario islandés fueron las sagas de reyes y
las colecciones de mitos y leyendas mitológicas en verso y en prosa denominadas Edda, como asimismo los poemas escáldicos dispersos, íntegros o en forma
fragmentaria, en el texto en prosa de las sagas. La suma de esta producción
literaria -y las sagas de familia en particular- constituyen la memoria
de las hazañas de las antiguas familias islandesas.
La
historicidad o no de las sagas de familia ha sido tema de debate durante
más de dos siglos. Se ha discutido si fueron una creación del siglo XIII o si
en realidad fueron transmitidas oralmente hasta el momento de encontrar su
forma escrita definitiva. También se ha planteado si describen la sociedad
existente hacia el año 1000 o si son una amalgama de la producción de ambos
períodos. Hoy en día se acepta la tesis de la transmisión oral de las sagas con
las lógicas alteraciones que pudieron introducirse a lo largo de los siglos.
Otro interrogante es qué motivos movieron a los islandeses a asentar por
escrito las leyendas, material mitológico, histórico y semihistórico en el
preciso momento en que lo hicieron. Para poder responder a estos interrogantes
debemos remontarnos a mediados del siglo XIII.
Desde fines
del siglo XII Islandia estuvo sumida en una grave crisis social y política.
Como consecuencia del funcionamiento de la sociedad islandesa -del cual hemos
dado cuenta en un estudio anterior[1]-,
paulatinamente se había operado una diferenciación social cada vez más
pronunciada. Había muchas familias empobrecidas y algunas pocas que
concentraban en sus manos riqueza, educación y poder político, empeñadas en
continuas luchas por el poder. La familia del renombrado cronista y hombre de
letras Snorri Sturluson era una de las más poderosas en Islandia. Por otro
lado, debido al agotamiento de algunos recursos naturales -como la madera,
empleada no sólo para edificar las viviendas sino también en la construcción de
los barcos para el transporte de mercaderías indispensables para la
supervivencia de la población local-, el comercio de y hacia Islandia ya no
estaba en manos islandesas sino quienes lo controlaban eran mercaderes
noruegos. Finalmente, la corona noruega aprovechó esta situación de debilidad
del país para negociar, con algunos de los poderosos islandeses, la entrega de
la isla a Noruega. Es posible que Snorri se haya contado entre estos
intermediarios. En varias oportunidades, había estado en Noruega en la corte
real y, probablemente, fue alguno de los monarcas quien le encomendó la tarea
de redactar las biografías de los reyes de Noruega conocida como Heimskringla
o Sagas de los Reyes.
Tras analizar
las diferentes posturas con relación a la verdad histórica de las sagas, Jesse
L. Byock, estudioso y profesor de temas medievales escandinavos en la
universidad de California, concluye que "…durante los siglos de cultura
exclusivamente oral los islandeses tuvieron la inteligencia y capacidad
necesarias para establecer un sistema eficiente de tribunales, leyes e
instituciones diferentes de las de su país de origen. Si admitimos estos
logros, también debemos admitir la posibilidad de que hayan desarrollado una
narrativa apta para contar las historias de individuos, de hechos importantes
en sus vidas cotidianas…, sobre conflictos relacionados con pasturas
compartidas, luchas de caballos, amor, dotes y burlas ofensivas… [Las sagas] son […] producto de una larga tradición narrativa que respondió a la necesidad
particular de la población insular islandesa"[2].
Estas afirmaciones de Byock se complementan y completan con las de Jenny Jochens,
profesora de historia en la universidad de Towsen y vice-presidenta de la
Sociedad para el Estímulo de Estudios Escandinavos, quien afirma que "…los
historiadores ahora tienen el deber de recuperar estas narraciones invaluables…
Los actuales métodos de pensamiento crítico en literatura e historia impiden
restringir las antiguas fuentes nórdicas exclusivamente al terreno de la
literatura… Las fuentes narrativas y legales islandesas resultan muy útiles
para analizar la sociedad islandesa […] y es posible que el conflicto entre
paganismo y cristianismo sea menos importante de lo que parecía al comienzo"[3].
Esto nos
conduce al problema de que muchas sagas islandesas relatan hechos ocurridos
durante el período pagano pero que tan sólo obtuvieron su forma definitiva en
el siglo XIII, dos siglos y medio después de la introducción del cristianismo.
En efecto, los acontecimientos que refieren las sagas de familia suelen
abarcar el período en torno a la conversión de la isla al cristianismo. Su
lectura nos deja con la sensación de que los autores no dudaban de la real
existencia de los dioses paganos junto a Hvite Christ o Cristo Blanco
-como ellos lo llamaban-. Los personajes de las sagas no manifiestan mucha
preocupación por la religión o por prácticas religiosas, salvo en contados
casos -como cuando algún personaje decide efectuar, al final de su vida, el
viaje a Roma para redimir antiguos pecados-. Tienen mayor relevancia y
frecuencia las referencias a encantamientos, magia y hechizos. Las líneas de
investigación que sostuvieron que todas las sagas, en realidad, defendían una
postura cristiana, actualmente parecen haber sido descartadas a la luz de los
aportes de la antropología y, en esta esfera, compartimos la tesis de Jenny Jochens
quien sostiene que es útil analizar estos problemas según la continuidad
cultural islandesa. Para comprobarlo, basta recordar el momento en que las
sagas fueron redactadas, o sea, alrededor de mediados del siglo XIII. Sus
anónimos autores trataron, consciente o inconscientemente, de conservar para
sus contemporáneos, antes de que desapareciera, el mundo antiguo de sus antepasados
que había moldeado su identidad. En ese mundo, la llegada del cristianismo no
había producido más que cambios imperceptibles. De hecho, las sagas pueden
calificarse de laicas. Esta característica, sumada a la circunstancia de haber
sido redactadas en lengua vernácula, las diferencia radicalmente de la
literatura europea contemporánea. Jenny Jochens declara que "no sólo las sagas
sino todos los testimonios deben interpretarse como manifestaciones de la
Islandia medieval cristiana pero, también, como supervivencia de la antigua
Islandia pagana, vista a través del espejo distante y nostálgico del siglo
XIII"[4].
Un enfoque
semejante permite ver las sagas como un intento de sus autores por conservar la
identidad de la sociedad islandesa en el momento en que estaba siendo absorbida
políticamente por Noruega, al mismo tiempo que desaparece la contradicción
entre elementos paganos y cristianos que se encuentran en ellas. El carácter
laico de las sagas -sin rastros de la prédica moralizante eclesiástica continental
que, en todo caso, se manifiesta de modo muy sutil- permite el acercamiento a
la mentalidad imperante en Islandia antes de la conversión.
Con relación a
la veracidad e historicidad de las sagas, seguimos el razonamiento de Sverre Bagge,
profesor de historia de la universidad de Bergen, en su minucioso análisis del
pensamiento político que guió a Snorri Sturlason cuando compuso la monumental Saga
de los Reyes. En ésta, Snorri utilizó el mismo estilo que emplearon los
autores de las sagas de familia. Hasta el momento de su redacción, los relatos
históricos y también las sagas restantes estuvieron sujetos a modificaciones.
Sin embargo, es opinión de Sverre Bagge que, en la Saga de los Reyes, el
material fáctico registrado parece ajustarse en gran medida al verdadero
desarrollo de los hechos, mientras las conversaciones y las descripciones de
otras circunstancias sirvieron a Snorri para explicar al lector las supuestas
motivaciones de la acción y para amenizar el relato[5].
De modo
semejante debe haber ocurrido con las sagas de familia. El marco general de los
relatos tal vez se mantuvo a lo largo de los siglos de transmisión oral,
mientras muchos otros elementos sufrían modificaciones o fueron agregados
posteriormente. Así, por ejemplo, la Saga de Njal refiere que Njal murió
cuando sus enemigos incendiaron su casa, una forma corriente de ejecutar
venganza. Este hecho quedó comprobado al encontrarse restos carbonizados cuando
se realizaron excavaciones en el sitio del emplazamiento de su vivienda. En
relación con otras sagas –como, por ejemplo, la de Egil o la de Erico (el
Rojo)- también se encontraron testimonios semejantes gracias a la arqueología.
En cambio, el panorama de la sociedad islandesa presentado en la Saga de Njal
responde a la situación imperante durante el siglo XIII.
Antes de pasar
al tema específico de este trabajo queremos recordar que muchos de los rasgos
de la sociedad islandesa no sufrieron grandes cambios a lo largo de los siglos.
Ésta conservó su carácter rural, con la población entregada al cuidado de sus
ganados, a la pesca y, si sus recursos lo permitían, a viajes más allá del
océano para comerciar. Vivían en asentamientos aislados diseminados en el
paisaje, sin aldeas y, menos aún, aglomeraciones urbanas. El transporte
terrestre y los viajes en el interior de la isla se efectuaban a lomo de los
pequeños caballos originalmente traídos desde Noruega por los primeros
pobladores. Todo esto se mantuvo hasta entrado el siglo XIX. Tan sólo entonces
aparecieron los primeros caminos aptos para rodados y las primeras ciudades.
La Saga de Njal
es, para muchos, la más importante de las sagas de familia. En todo caso,
comparte ese lugar con sólo dos o tres. Para nosotros, se trata de una fuente
valiosísima pues contiene numerosos ejemplos de personajes femeninos.
Probablemente fue redactada alrededor de 1260 y refiere los interminables
enfrentamientos desencadenados entre familias de un distrito del sudoeste de
Islandia por conflictos de intereses. El tema de la necesidad de dejar a salvo
el honor, prestigio y fama individuales de los protagonistas aparece como uno
de los principales móviles del argumento pero, generalmente, a un nivel más
profundo pueden encontrarse motivos económicos de las acciones. Debido a la
gran cantidad de personajes y a los numerosos episodios que se van encadenando
-con una lógica rigurosa en el típico estilo lacónico y realista de las sagas-
sería demasiado extenso intentar resumirla en poco espacio.
Debemos tener
presente el marco geográfico que constituye el escenario de la saga. Tanto la
topografía como el clima de Islandia tienen características extremas. Se trata
de una isla de terreno irregular con montañas y montes separados por valles, en
parte fértiles y aptos para el cultivo de cereales y otros cubiertos de basalto,
testimonio de las erupciones volcánicas periódicas. En otras zonas se
encuentran glaciares que alternan con fuentes termales. Los inviernos son muy
largos y muy breves las estaciones restantes. La suma de estos factores no
facilita las comunicaciones -según ya vimos- y, en consecuencia, los contactos
entre las gentes habitualmente se desarrollaban en el marco de un mismo
distrito o valle. Este es el paisaje marco de nuestro análisis. No incluirá
los capítulos en que la acción de la saga se traslada a Noruega, Irlanda,
Gales, las Orcadas e, incluso, hasta Roma, pues en ellos no encontramos a
mujeres involucradas en la acción. Una excepción es el episodio en el comienzo
de la saga en que uno de los personajes cae bajo el hechizo de la famosa reina
noruega Gunnhild.
Ya señalamos
que el panorama social que se describe en la Saga de Njal está en
contradicción con lo que debe haber sido durante los siglos X a XI, puesto que
tiene todos los rasgos de la sociedad islandesa del siglo XIII cuando ya no
habían rastros de las características igualitarias que habían caracterizado a
los pobladores originales. Muchos de éstos, empobrecidos, se habían convertido
en dependientes de los ricos y políticamente poderosos. En la saga encontramos
opulentos terratenientes con numerosos dependientes libres y algunos esclavos.
Sus fortunas crecen o se reducen según la habilidad de cada uno, por compras,
por expediciones comerciales o vikingas exitosas, por el establecimiento de
alianzas matrimoniales ventajosas y sus consiguientes dotes, por el cobro de
herencias o de rescates y compensaciones al cabo de algún litigio. En el caso
contrario, se pierden por despilfarro o mala administración de propiedades, de
lo cual a menudo se culpa a mujeres. Los poderosos acuden a la asamblea o alting rodeados de numerosas comitivas y allí solucionan legalmente sus
conflictos. El grave problema de esta sociedad fue que Islandia no contaba con
un brazo ejecutivo que hiciese cumplir las sentencias. Cuando éstas no
resultaban satisfactorias para las partes involucradas, se buscaba una solución
por las armas y, de esta manera, se perpetuaba la cadena interminable de
venganzas y enfrentamientos sangrientos. En este marco de acción se inscriben
infinitos detalles de la vida cotidiana de las gentes, permitiéndonos observar
el papel de las mujeres en la sociedad.
Las
actividades de los hombres aparecen, en las sagas, claramente diferenciadas de
aquéllas de las mujeres. Mientras vemos a los varones ocupados en sus tareas
rurales de siembra y recolección, pesca, búsqueda de ganado extraviado, viajes
y, por supuesto, en los interminable litigios en los cuales ponen a prueba su
honor y fama, a las mujeres las encontramos esencialmente en el ámbito
doméstico y sus inmediaciones, en los corrales del ganado o en las pasturas de
verano algo más alejadas. En ocasiones, acompañaban a sus maridos a la reunión
del alting donde tenían oportunidad de lucir sus mejores
vestimentas.
En vista del
gran número de personajes de la Saga de Njal, para simplificar citaremos
por sus nombres solamente a algunos debido a su papel protagónico. Con relación
a los demás nos referiremos, genéricamente, a "un hombre" o "una mujer".
Aparecerán por sus nombres los varones Gunnar -la figura heroica- y Njal, el
consejero pacífico, conciliatorio y respetuoso de las leyes. Las mujeres son Hallgerd,
hermosa y cruel, causa de las muertes de sus tres maridos -de los cuales el
último es Gunnar- y Bergthora, la esposa fiel de Njal. Todos ellos pertenecen
al grupo aristocrático de la sociedad islandesa.
De acuerdo con
su posición social, las mujeres pueden clasificarse, en primer término, en
jefas de familia, generalmente la esposa del dueño de casa, su madre o su
viuda, de ordinario administradoras de todo lo concerniente al hogar y a los
víveres. En segundo lugar, se encuentran mujeres libres de condición diversa
como parientas pobres que viven en casa de sus familiares más afortunados y
allí realizan diversas tareas o mujeres que no tienen residencia fija,
vagabundas, mendigas o buhonera,s[6] -quienes, en las sagas son portadoras de chismes e informantes de lo que ocurre
en otros lados-. Finalmente, se encuentran en las casas mujeres dependientes de
sus amos, sirvientas de condición libre y esclavas.
Las viviendas[7] que albergaban a estos terratenientes solían tener dimensiones considerables.
Se han efectuado excavaciones que han permitido comprobar que las casas
ubicadas en terrenos medianamente importantes alcanzaban unos cuarenta metros
de largo. Hay que recordar que allí se alojaban todos los habitantes de la
propiedad. En promedio, en una casa de categoría mediana, vivían unas veinte
personas. Este número podía aumentar considerablemente si se trataba de
propiedades más importantes[8].
Además, cuando se celebraban fiestas -frecuentes en determinadas fechas o con
motivo de algún casamiento o en otras ocasiones-, era necesario que las casas
pudieran albergar durante varios días a los huéspedes. En estas oportunidades,
el prestigio del anfitrión se incrementaba cuanto más numerosos eran los
visitantes. Las casas solían tener armazón de madera con gruesas paredes de
piedra en los fundamentos y hacia arriba se construían con turba, que reunía
excelentes condiciones aislantes. Por la misma razón, también eran de turba los
techos y, sobre ellos, crecía pasto que también ayudaba a conservar el calor en
el interior[9].
Tales casas respondían al típico plano nórdico antiguo de "casa larga", de unos
seis metro de ancho. Tenían una sola habitación aunque, cuando la casa era muy
grande, podía tener alguna subdivisión o algún agregado perpendicular a la
misma. Algunos de esos ambientes -separados del resto- servían de dormitorio
para el dueño de casa y su esposa. Otro, llamado "habitación de las mujeres"[10],
se dedicaba a la importante tarea de elaboración de tejidos, mientras un
terreno, destinado a despensa de los alimentos, había de ser una habitación
fresca. En el centro de la casa, a lo largo de todo el espacio, se encontraba
el lugar del fuego siempre encendido, manteniéndose vivas las brasas durante la
noche. A ambos lados de ese fuego, había largos bancos que servían de asiento o
para dormir sobre ellos. El fuego era necesario para calefaccionar el ambiente,
además de permitir que entraran en calor los que llegaban del exterior y para
secar la ropa. En el extremo del fuego solía haber una tarima donde se
instalaba el asiento de honor que ocupaba el dueño de casa o era cedido a las
novias -cuando se realizaba un casamiento- o a algún visitante importante. Otro
fuego de tamaño menor, separado e instalado en el otro extremo de la casa, se
utilizaba para cocinar los alimentos. Ocasionalmente, si se trataba de una casa
muy importante, podía contar con un altillo[11].
Estas moradas no ofrecían privacidad a sus habitantes y todas las actividades
se desarrollaban en aquel ambiente único. En el exterior se encontraban otras
dependencias, tales como depósitos destinados a guardar alimentos y otros
objetos que se deseaba mantener alejados de la circulación general, además de
cobertizos y corrales. Asimismo, formaban parte de la propiedad rural, cabañas
menores en lo alto de los montes donde se encontraban las pasturas de verano.
Pastoras y pastores -quienes, además de estar a cargo del cuidado de los
rebaños, se dedicaban a la fabricación de quesos y otros derivados de la leche-
se trasladaban a esas cabañas durante la estación estival.
Las diferentes
edades de las mujeres reciben, en la Saga de Njal, atención
diferenciada. No se habla de la niñez más que para introducir a Hallgerd niña,
quien juega en el suelo con otros niños delante de su padre y su tío[12] y, en otra ocasión, de dos niños y una niña que juegan de la misma manera[13].
En el momento del incendio de la casa de Njal se menciona un niño, hijo de
crianza de Njal, quien ama tanto al protagonista que se niega a abandonar la
casa y prefiere morir a su lado[14].
La juventud es
la edad en que se decide el futuro de las adolescentes que ya se consideran
aptas para ser desposadas. Este es el momento en que el linaje de las jóvenes
representa un papel importante. La saga de Njal registra los linajes de todos
los personajes de relevancia. Generalmente, los retrotrae hasta el momento de
la colonización de Islandia; mas aún, se esfuerza por establecer un vínculo
entre el linaje de los primeros colonos con algún antepasado noruego. Por ejemplo,
aparece reiteradamente el vínculo con un legendario Björn Buma. Hemos
observado, en las fuentes islandesas, el tema -que tanto ha interesado a los
estudiosos de la familia- relativo a la prioridad que se le daba, en una
sociedad, a la ascendencia materna o paterna de las personas. Hemos remontado
los linajes islandeses de numerosos varones y mujeres y hemos comprobado que,
en la enumeración de los antepasados, se menciona a las mujeres cuando éstas
son el eslabón vinculante con un linaje más prestigioso. Por otro lado, el
hecho de pertenecer a un mismo linaje, creaba una serie de obligaciones que
desempeñaban un papel fundamental en una sociedad en la cual las alianzas
privadas entre personas eran de suma importancia. Esto último no siempre era
positivo; en algunos casos resultaba sumamente negativo como, por ejemplo,
cuando Hallgerd invita a su ayo-tutor, un pariente que es un bribón, a vivir en
su casa. Gunnar le dice a éste que no dará crédito a la casa "…pero no
rechazaré a ninguno de los parientes de mi mujer que ella quiera tener consigo"[15].
Más adelante este invitado, incitado por Hallgerd, iniciará la cadena de
discordias entre las casas de Gunnar y de Njal.
Veamos ahora
el tema del complicado ritual de pedido de mano y desposorio de las jóvenes.
Generalmente las sagas lo presentan en los siguientes términos. Cuando un
hombre había probado su competencia en expediciones vikingas, comerciales o al
servicio de un rey o noble o simplemente en las actividades cotidianas en
Islandia, su padre, hermano o amigo le proponía elegir una joven cuya mano era
conveniente pedir o él mismo expresaba el deseo de casarse. Se elegía entonces
la mejor candidata; en esto, tenía un papel importante la fortuna del padre de
la joven y la magnitud de la dote que podía esperarse. A continuación, partían
-si fuera posible, acompañados de una comitiva- a pedir la mano de la elegida.
Si ambas partes llegaban a un acuerdo, los jóvenes quedaban desposados y se
establecía qué aportaría cada uno al matrimonio. Generalmente, se trataba de
bienes inmuebles -como una propiedad rural que les sirviese de residencia u
otros-. Un aspecto importante que se tenía en cuenta para llegar a un convenio
matrimonial era la medida en que beneficiaba el prestigio y fama de ambas
partes. A continuación, se decidía la fecha y el lugar donde se celebraría el
casamiento, pudiendo ser indistintamente la casa del desposado o el hogar de
la desposada. En estas negociaciones, por lo general, no intervenía la joven
cuyo casamiento se decidía, tan sólo era informada una vez concluido el acuerdo
y, a veces, ni siquiera llegaba a conocer a su futuro esposo -como en el caso
del primer acuerdo de casamiento de Hallgerd, quien recrimina a su padre por no
haberla consultado[16]-.
Cuando el primer esposo es asesinado por el ayo-tutor de Hallgerd, su familia
paga una compensación por el daño provocado. Al presentarse un nuevo
pretendiente, el padre y el tío de Hallgerd le advierten acerca del carácter
difícil de la mujer, a la vez que consultan los deseos de ella. Al recibir una
respuesta favorable, se conviene un nuevo casamiento. La saga cuenta que los
esposos, una vez unidos, eran felices pero, a pesar de ello, la unión acaba
trágicamente con el asesinato del segundo esposo, cuando éste tiene un
altercado con Hallgerd por la presencia del ayo-tutor en la casa[17].
Cuando Gunnar y Hallgerd se enamoran instantáneamente al conocerse durante la
celebración del alting, Gunnar pide su mano y, a pesar de las
advertencias del padre de la mujer y de Njal, él insiste y acaba por obtener el
consentimiento de la familia de ella. Una vez pactados los términos del acuerdo
matrimonial y contando con la aprobación de Hallgerd, es ella quien
personalmente se declara desposada[18].
Todo esto nos permite comprobar, según vimos, que cuando se pedía la mano de
una muchacha, probablemente muy joven, ella apenas era consultada, a veces sólo
era informada a continuación del acuerdo y, tal vez, ni siquiera veía a su
futuro esposo hasta el momento del casamiento. En sucesivas bodas solía ser
consultada y ella misma podía declararse desposada. Cuando una mujer estaba
divorciada, o era viuda, podía volver a casarse sin consultar a nadie[19],
aunque lo habitual era que la familia tuviese alguna intervención. En la saga
se encuentran numerosos ejemplos de propuestas y acuerdos matrimoniales que
ilustran este tema. Por ejemplo, Njal aparece haciendo los arreglos
matrimoniales para sus hijos con dotes que les permitían establecerse por su
cuenta pero ellos, aún casados, continúan viviendo en casa de Njal[20].
No sabemos si éste no es un recurso literario. Cuando Njal efectúa una
propuesta matrimonial para su hijo de crianza, la mujer pretendida exige
casarse con alguien que tenga rango de jefe de distrito y juez y sólo accede
cuando el padre putativo consigue ese nombramiento[21].
El matrimonio
representaba una alianza entre dos familias. Podía servir para reconciliar a
bandos enemigos[22] y si un hombre, en el transcurso de un litigio judicial, no salía en
apoyo de los parientes de su esposa, ello podía dar lugar a divorcio. No sólo
las hijas sino también las sobrinas podían servir de vínculo para establecer
una alianza semejante –como, por ejemplo, cuando un hombre le reprocha a otro
"…cuando te di mi sobrina en casamiento, creí que me habías prometido tu apoyo
incondicional"[23]-.
En la sociedad islandesa las alianzas entre personas y familias revestían suma
importancia pues brindaban a los individuos un marco de seguridad inexistente
de otra forma. No disponemos aquí del espacio necesario para explorar este
interesantísimo tema.
Es necesario
destacar que, en la esfera del desposorio y casamiento, es donde se comprueba,
a nuestro juicio, la confluencia de las ideologías pagana y cristiana. En el
mundo pagano primaba la celebración del convenio matrimonial sin intervención
de la muchacha. Se trataba de una transacción comercial en la que la mujer
tenía su precio. De hecho, en un antiguo código legal noruego, el capítulo que
trata de este tema se titula "Del desposorio de las mujeres" y, en el sector
dispositivo, establece que "…deben comprarse las esposas…"[24].
Después de la introducción del cristianismo, se estableció la obligación de
consultar a las mujeres acerca de su voluntad de casarse con determinado
pretendiente. Es otro tema que sería interesante analizar con mayor profundidad.
El casamiento
se celebraba con una fiesta a la cual eran invitados los parientes y amigos de
ambos contrayentes. En la oportunidad, los asientos solían distribuirse de
manera tal que, en la tarima del extremo de la habitación, se sentaba la
desposada y, en los bancos longitudinales, los participantes de la fiesta. En
el centro de uno de los dos bancos, se ubicaba el desposado y, junto a él, sus
invitados en orden decreciente según su importancia. En el lado opuesto, se
acomodaban los huéspedes de parte de la desposada[25].
En estas ocasiones, el papel de las demás mujeres -fuesen las de la casa o
invitadas- era servir la bebida en las mesas -generalmente se trataba de
cerveza elaborada en el hogar-, ofrecer los alimentos y el agua para lavarse.
Después de la fiesta (que solía durar varios días), los recién casados se
dirigían a su futura casa.
A lo largo de
la saga comprobamos que, en general, el amor estaba ausente de estos
casamientos. Ya vimos que el matrimonio parece ser el resultado de arreglos
económicos fríamente calculados en los cuales las mujeres no son más que una
mercadería que cambia de manos. Una vez casados, se suponía que ambos miembros
de la pareja debían apoyarse y respetarse mutuamente. En ocasiones, después de
la unión, surge entre ambos el amor -que es presentado como una gratificación
adicional en la relación matrimonial-. Pudimos observar que esto ocurre en el
segundo matrimonio de Hallgerd y se expresa de manera casi pudorosa diciendo
que ella pone los brazos alrededor del cuello de él[26].
De hecho, son contados los ejemplos de muestras de afecto o pasión. Sin
embargo, el encuentro que inicia la relación entre Hallgerd y Gunnar
indudablemente causa una atracción y enamoramiento repentinos y recíprocos[27].
Más adelante, cuando la conducta de Hallgerd provoca conflictos con sus
vecinos, Gunnar dice "…ella se entretiene con muchas cosas totalmente opuestas
a mis deseos…"[28].
Sin embargo, él jamás discute con ella y evita las confrontaciones. Nos parece
que semejante comportamiento es lo que dictaba la costumbre. El ideal de
conducta conyugal encuentra su expresión en las palabras de Bergthora
-pronunciadas durante el incendio-, cuando se le ofrece la posibilidad de
abandonar la casa y ella se niega a hacerlo diciendo: "Cuando joven fui dada en
matrimonio a Njal y prometí que compartiríamos la misma suerte"[29].
En la sociedad
islandesa, el divorcio era un recurso legal. La Saga de Njal contiene un
ejemplo muy interesante de los pasos jurídicos que, por ley, debía dar una
mujer para divorciarse de su esposo. Se trata de una joven cuyo marido no ha
podido consumar el matrimonio por haber caído víctima de un conjuro de la reina
noruega Gunnhild, famosa hechicera en toda la literatura islandesa[30].
La joven esposa consulta a su padre, experto en leyes, y él la instruye en los
pasos que debe dar, legalmente, para anular el matrimonio. Ella debe seguir el
siguiente ritual: antes de partir al alting -donde su padre la declarará
divorciada-, deberá acercarse a su cama junto con las personas que la
acompañarán a la asamblea. Allí -y nuevamente en la puerta principal-, deberá nombrar testigos y, tras ello, cabalgar directamente al alting. Una vez
declarado el divorcio en la Roca de la Ley por parte del padre, ella regresa a
la casa paterna y no retorna al hogar del esposo. Este, por estar atendiendo
sus negocios con sus arrendatarios, ha estado ausente de la casa y no ha tenido
ninguna intervención en el trámite de divorcio de su mujer[31].
Otra cuestión concomitante será, para la mujer, la recuperación de la dote aportada
al matrimonio. En las sagas también encontramos mujeres que amenazan a sus
maridos con prohibirles el acceso a la cama matrimonial si no obran de acuerdo
con lo que la esposa espera de ellos. Pero, por otro lado, en ocasiones los
esposos exasperados llegan a abofetear a sus mujeres. Hallgerd recibe una
bofetada de su segundo esposo[32] y, más tarde, otra de Gunnar cuando ella enviara a un sirviente a robar
provisiones en una casa vecina[33].
Este último castigo desencadena la venganza que provocará la muerte de Gunnar
años más tarde. En efecto, mientras son sitiados en su casa por los enemigos de
su esposo, Hallgerd niega a éste un mechón de su cabello para trenzar una
cuerda en reemplazo de la que se ha cortado en su arco[34].
Una vez
celebrado el casamiento, la esposa habitualmente se convertía en administradora
de su nueva casa. Su principal responsabilidad parece haber sido el cuidado y
juicioso empleo de las provisiones de alimentos a lo largo del año. Recordemos
que, debido al prolongado invierno, durante dicha estación resultaba muy
difícil reaprovisionarse. La saga cuenta que, durante su primer casamiento, "…Hallgerd
resultó ser exigente y pródiga. Reclamaba todo para sí misma […] y lo gastaba
de manera extravagante. Al llegar la primavera, las provisiones de la casa se
estaban agotando y escaseaban la harina y el pescado seco…."[35].
Con ocasión de su segundo casamiento, su nuevo esposo le preguntó si deseaba
hacerse cargo del manejo de la casa y la respuesta de ella fue negativa[36].
Suponemos que, en un caso semejante, el hogar debía quedar al cuidado de un ama
de llaves. La saga registra varios ejemplos de estas amas de llaves, por
ejemplo menciona una en la residencia de Njal. Cuando las casas eran muy
grandes, es probable que la dueña necesitase que alguien la asistiera en la
administración. Si se trataba de un hombre solo, el cuidado de la casa podía
quedar a cargo de su madre. En el momento en que Hallgerd casa por tercera vez,
con Gunnar -y durante la boda se celebra también el casamiento de su joven hija-,
la saga apunta que "Hallgerd se hizo cargo de la administración de la casa […].
Era extravagante y autoritaria. [Su
hija, en cambio, en su nuevo hogar] demostró ser un ama de casa excelente"[37].
Si llegaban a faltar provisiones, éstas se compraban a algún vecino que las
tuviera en abundancia o se obsequiaban entre amigos[38].
Esto nos lleva
al tema de los alimentos. La preparación de la comida aparentemente era tarea
por excelencia de las mujeres. En ocasión en que Hallgerd enviara a un
sirviente a robar alimentos a casa de un vecino, al regresar Gunnar con
huéspedes "…Hallgerd colocó alimentos sobre la mesa y trajo queso y manteca…[Cuando Gunnar le preguntó por el origen de
las viandas pues sabía que no había en existencia, ella contestó que]…no era tarea de hombre ocuparse de las
cuestiones de la cocina…Las mesas fueron despejadas y se sirvió carne en lugar [de la comida anterior]"[39].
Es una lástima que la saga no nos cuente en qué consistían los alimentos que se
habían servido en primer lugar, además del queso y manteca mencionados.
Recurrimos al libro de Jenny Jochens en busca de una respuesta a este
interrogante[40].
También ella se queja de cuán poco se sabe acerca de la alimentación de los
islandeses. Afirma que los cereales se cultivaban sólo en pequeñas cantidades
en el sur de la isla y eran empleados para la elaboración de unas galletas
-como las que se siguen consumiendo hasta hoy en los países escandinavos- y
para la cocción de papillas y gachas, además de haber sido un ingrediente
fundamental en la elaboración de la cerveza -que, a juzgar por las fuentes, se
consumía en gran cantidad-. La molienda de los cereales era tarea de las
mujeres de condición baja. La escasez de cereales en Islandia se comprueba
cuando, en más de una ocasión, las fuentes registran que los nativos que han
estado al servicio de reyes o de los jarls de Trondheim, reciben de
estos señores obsequios de harina y madera cuando regresan a su país. A
continuación, Jenny Jochens se refiere al pescado, tanto de agua salada como
dulce. Era un alimento fundamental, pues estaba disponible en abundancia y se
consumía fresco o seco. La leche y todos los productos derivados de la misma
eran también un elemento importante de la dieta, siendo mujeres las encargadas
tanto del ordeñe como de la elaboración de manteca y queso. Ya dijimos que
estas tareas se realizaban, en gran medida, durante la temporada estival, en
las pasturas de verano de altura. Finalmente, también se consumía carne. Aunque
recordamos alguna fuente bibliográfica que la menciona como el alimento
principal, nos parece que la importancia del pescado en la dieta debe haber
sido mayor. En la Saga de Njal nos enteramos que, en ocasiones, se
almacenaban provisiones para el invierno lejos de la casa. Así, se refiere que
el primer esposo de Hallgerd parte en un bote a unas islas cercanas en busca de
harina y pescado seco.
Las amas de
casa parecen haber tenido a su cargo todo lo concerniente a la organización y
distribución de las tareas de los sirvientes. Vemos a Hallgerd que da órdenes a
los servidores y a Bergthora, quien dice a un hombre que busca trabajo: "…tengo
tanta autoridad como Njal a la hora de contratar sirvientes"[41].
Es evidente que, cuando los hombres se ausentaban, quedaban sus mujeres a cargo
de las propiedades. Sin embargo, cuando las ausencias eran muy prolongadas –por
ejemplo, cuando los hombres debían cumplir una pena de exilio durante tres años
o cuando partían en busca de fortuna al servicio de algún grande en el
continente o en Escandinavia, o como mercaderes, empresas que también solían
alejarlos durante tres años o aún más-, buscaban a alguien de confianza para
que, durante su ausencia, se ocupara de sus intereses en Islandia, ya fuera un
miembro de su familia o un amigo.
El papel de
las mujeres como madres no recibe mayor atención en las sagas y los hijos
pequeños casi no ocupan espacio en ellas. Ya señalamos dos fragmentos en que se
habla de niños que juegan en el suelo[42].
Aparece también una mención referida al nacimiento de la hija de Hallgerd, de
su segundo marido: "Durante el verano nació una hija. [Su padre] preguntó cómo
deseaba que se llamase la niña. ‘Quiero que se llame Thorgerd, el nombre de la
madre de mi padre, pues por el lado de su padre ella descendía directamente de Sigurd,
que mató al dragón"[43].
Observamos la carga simbólica implícita en el otorgamiento del nombre. Por otra
parte, son muy numerosas las menciones de hijos e hijas pero no durante la
niñez sino como adultos -los varones como apoyo en los frecuentes conflictos y
las mujeres como eslabones en el establecimiento de alianzas matrimoniales-.
Finalmente,
debemos destacar de modo muy especial el papel de las mujeres como tejedoras,
pues de este trabajo femenino llegó a depender, en gran medida, la economía
islandesa. No es un tema que las sagas mencionen con frecuencia pero es un área
sobre el cual también han echado luz las investigaciones de Jenny Jochens[44].
A esta autora le llamó la atención que los paños tejidos en los hogares
islandeses se hayan valorado como moneda de intercambio. Así, por ejemplo, en
la Saga de Njal, la dote de una mujer es calculada en yardas de paño[45].
Jenny Jochens señala que la función principal de los paños es la protección
contra el frío pero luego pasa a enumerar sus otros usos: velas para los
barcos, para embalar mercaderías, como tapices para abrigar las casas, para
cubrir las cabañas donde se alojaban los asistentes a las reuniones de las
asambleas, en tiendas, como envoltorio protector de animales enfermos y,
finalmente, como mercadería de exportación, siendo esta última función la de
mayor importancia para la economía de Islandia. La investigadora señala que se
fabricaban paños de diversas calidades, más o menos finos, más o menos tupidos
-a veces al punto que llegaban a ser impermeables- y de diversos grosores. Las
mujeres islandesas, ante la ausencia de animales cuyas pieles pudieran
aprovecharse como abrigo, inventaron la forma de elaborar paños que -en su
textura- contenían mechones de lana que simulaban pieles y que ofrecían abrigo
adicional.
Durante los
siglos XI a XIII, la plata, como medida de valor de las mercaderías del
comercio exterior islandés, quedó suplantada por paños de lana. Este hecho es
testimonio de la importancia de las mujeres para la economía de la isla. Una
vez concluida la etapa de elaboración de los paños, su comercialización pasaba
a la esfera de tareas de los hombres. Es probable que este trabajo femenino
nunca fuese debidamente valorado por la sociedad, que simplemente consideraba
como un hecho indiscutido que las mujeres tejían y fabricaban paños. De allí
que estas tareas casi no hayan encontrado espacio en las sagas, salvo las
breves menciones de habitaciones donde tejían la dueña de casa u otras mujeres
que la acompañaban. Estas habitaciones eran el único lugar del hogar que
ofrecía cierta privacidad y, en las sagas, aparecen como el sitio donde se
tramaban conspiraciones y venganzas[46].
Hay que recordar que el tema central de estos textos no es el trabajo femenino
o la descripción de la vida cotidiana en Islandia sino las hazañas gloriosas de
los hombres empeñados en defender su honor.
Aunque las
sagas son un género literario masculino, sin embargo adjudican a las mujeres un
espacio importante como vengadoras y, más precisamente, como instigadoras de
venganzas. Este papel femenino es casi un topos literario que no sólo se
restringe a la literatura islandesa. Las mujeres no llevan a cabo las venganzas
por mano propia, salvo excepcionalmente, y en ningún caso lo hacen en la
Saga de Njal. En ésta encontramos el episodio ya mencionado en que Hallgerd
le niega a su esposo el mechón de cabellos que podría salvarle la vida como
venganza por la bofetada recibida muchos años atrás. En el conflicto que
enfrenta a Bergthora y Hallgerd, encontramos que los crímenes y sus venganzas
se van encadenando hasta acabar en la muerte de los protagonistas, Njal y Gunnar.
Ambas mujeres envían a dependientes a matar a sus pares en la otra casa. La
cadena comienza con siervos pero la condición social de estos actores va en
aumento y, a continuación, son mayores las compensaciones que los esposos deben
abonar por la sangre que hicieron derramar sus mujeres. Gunnar y Njal están
dispuestos a casi cualquier cosa con tal de mantener en pie la amistad que los
une. Para las mujeres, esta actitud es una prueba de debilidad que deshonra a
sus esposos. Cuando Hallgerd lanza contra Njal y sus hijos epítetos ofensivos
para su virilidad, Bergthora incita a sus hijos a tomar venganza diciéndoles
que si no lo hacen en esta oportunidad, nunca serán capaces de vengar ningún
insulto[47].
Cuando es asesinado el hijo ilegítimo que Njal ha tenido con su concubina, ésta
encomienda a uno de los hijos legítimos de Njal la tarea de vengar su muerte y,
de manera semejante, también Bergthora incita a sus hijos a no dilatar esta
venganza[48].
En otro
episodio memorable de nuestra saga, tras el asesinato de un hombre, su viuda
recoge, en el lugar del crimen, los coágulos de sangre y los envuelve en la
capa de su esposo, que luego guarda. Más adelante, arrojará esta capa sobre los
hombros de su tío, provocando la caída de los coágulos como si fuese una
lluvia. En ausencia de otros parientes más cercanos, es él quien debe vengar la
muerte. Éste, hasta ese momento, se proponía buscar una compensación acorde con
la ley o arribar a una solución que "…a los ojos de todos los hombres buenos
satisfaría cada una de las demandas exigidas por el honor…". Mas ante la
provocación que significaba el gesto simbólico de la ropa ensangrentada y las
palabras de su sobrina -que lo incita diciendo "…te encomiendo […] en nombre de
tu coraje y tu hombría, que vengues todas las heridas que marcan su cuerpo o de
lo contrario serás objeto de desprecio para todos"-, no tiene entonces más
remedio que asumir la responsabilidad de hacerse cargo de una venganza por la
sangre. Pero antes, recrimina a su sobrina diciendo "…¡Fríos son los consejos
de las mujeres!"[49]. No hay pruebas de que realmente las mujeres se hayan valido de tales prendas
ensangrentadas para asegurarse una venganza por la sangre. En la totalidad del corpus de sagas son contados los casos en que se menciona este procedimiento, siempre
infalible[50].
Es posible que se haya tratado de un recurso literario que, sin duda, debe
haber causado, en el auditorio de las sagas, el mismo impacto que provoca aún
hoy en los lectores.
El pasaje
antes mencionado de la concubina que hizo vengar la muerte de su hijo, nos
enfrenta con el tema del concubinato, que se registra con relativa frecuencia
en las sagas. En la Saga de Njal, la concubina no convive en la
casa con la familia del protagonista pero la relación es un hecho aceptado y su
hijo es reconocido como hermano por parte de los hijos legítimos[51].
Cuando tratamos de visualizar la sociedad islandesa, tal como la presentan las
sagas, tenemos la sensación de que eran matrimonios legítimos aquellos
precedidos por las formalidades señaladas de pedido de mano y convenio relativo
a la dote, o sea aquéllos en los que había bienes en juego que podían, de otro
modo, convertirse en motivo de querellas. Al margen de esto, en la misma
sociedad, deben haber existido uniones duraderas de hecho y otras muchas
ocasionales. Asimismo se encuentran -no en la Saga de Njal- raptos,
visitas nocturnas, la prohibición de dirigir poemas o canciones de amor a las
jóvenes solteras, temas que no analizamos aquí. En cambio, la saga registra el
episodio de la llegada a la casa de Gunnar de un pariente con quien Hallgerd
congenió de inmediato "…y fue tan lejos que lo llenaba de dinero y no le
dedicaba menos atención que a su propio marido. La gente empezó a hablar, preguntándose
qué había detrás de todo esto"[52].
La probable infidelidad de la esposa, evidentemente, no es aprobada por el
autor. Es un factor más que se suma a los rasgos negativos de Hallgerd.
Asimismo, la conducta de ésta con su ayo-tutor sugiere una vinculación de orden
sexual, pues siempre favorece más a su pariente que a sus esposos. Por otra
parte, las características de la convivencia en las casas islandesas permite
suponer que, probablemente, en ellas prevalecía un nivel elevado de
promiscuidad. Se sabe, por otras sagas, que al llegar visitantes a una casa, se
ponía a su servicio a alguna muchacha de la servidumbre y, entre las atenciones
que ella debía al huésped, probablemente estaban incluidos los favores
sexuales.
En un trabajo
anterior analizamos el tema de los fenómenos sobrenaturales en las sagas,
protagonizados a menudo por mujeres hechiceras, brujas o adivinas. Tales hechos
-registrados en otras sagas con relativa frecuencia- casi no aparecen en la Saga
de Njal, con excepción de un episodio en que un hechicero provoca una
neblina repentina, seguida de oscuridad que imposibilita avanzar a unos
viajeros[53].
Con la salvedad de este episodio, la esfera de lo maravilloso se restringe a
premoniciones que tienen algunas personas, Njal entre ellas. Al no tratarse de
mujeres, no efectuamos el análisis de los pasajes respectivos.
A modo de
conclusión, diremos que la Saga de Njal, gracias a sus numerosos
ejemplos de la vida cotidiana y el estilo realista que la caracteriza, nos ha
parecido una fuente confiable para dibujar un panorama de la vida de las
mujeres en Islandia entre los siglos X y XIII. Ha sido necesario dejar de lado
infinidad de ejemplos, pero esperamos haber trazado un cuadro que permita al
lector construir un panorama de la existencia cotidiana en los extremos del
mundo habitado durante la Edad Media. Los personajes femeninos de la saga no
son estereotipos sino mujeres verdaderas. Sus acciones reflejan las pautas de
conducta que las gobernaban y que la sociedad les imponía. Era una sociedad dominada
por los hombres en la cual, sin embargo, las mujeres se hacían valer merced a
los recursos a su alcance.
Notas
[1] N. EGGER de IÖLSTER, "El lugar del individuo en la organización de la sociedad islandesa de los siglos X al XII", Temas Medievales, 8 (1998), 143-157.
[2] Jesse L. BYOCK, Medieval Iceland., Society, Sagas and Power, Berkeley -Los Angeles-Londres, University of California Press, 1990, p. 48.
[3] Jenny JOCHENS, Women in Old Norse Society, Ithaca y Londres, Cornell University Press, 1995, p. 181.
[5] Sverre BAGGE, Society and Politics in Snorri Sturluson’s "Heimskringla", Berkeley-Los Angeles-Oxford, University of California Press, 1991, p. 20.
[6] Njal’s Saga, Harmondsworth, Penguin Classics, 1964 (en adelante, se citará como Nj.), pp. 124, 200 y 325.
[7] Nos ha servido de guía, para la descripción de las viviendas islandesas, la detallada información contenida en Magnus MAGNUSSON, Vikingene!, Stavanger, Hjemmets Bokforlag, 1980.
[8] Nj., p.235, menciona que un caudillo rico e importante tenía cien sirvientes en su casa.
[9] Nj., p.169. Para dar idea de la importancia de la casa de Gunnar, la saga afirma que estaba construida íntegramente de madera, el revestimiento exterior en tingladillo y ventanas con postigos cerca de las vigas del techo.
[10] Nj., p.114: "Hallgerd tenía una habitación privada que utilizaba a menudo"; p.176, la casa de Njal tenía una habitación para trabajar en el telar.
[11] Nj., p. 169, Gunnar duerme en el altillo, con su esposa Hallgerd y con su madre.
[24] Gulatingslovi (ed. K. Robberstad), Oslo, Det Norske Samlaget, 1969. En rigor, el término exacto empleado es "compra de mujer". Nosotros traducimos "esposa" para evitar la confusión con la eventual compra de una esclava.
[25] Nj., p. 96. Tal el orden observado en el casamiento de Hallgerd con Gunnar. En otras ocasiones, el orden podía variar, pero siempre se tenía en cuenta la ubicación de las personas según su jerarquía.
[39] Nj., p. 123. Es en esta ocasión en que Gunnar le propina a Hallgerd la bofetada que a él le costaría la vida años más tarde.
[40] JOCHENS, op.cit., pp. 126-129.
[44] JOCHENS, op. cit., pp. 141-160.
[50] Jenny JOCHENS, Old Norse Images of Women, Filadelfia, University of Philadelphia Press, 1996, cap. 8, pp. 174-203.