introducción
Los productos ultraprocesados (UP), una categoría de la clasificación NOVA,1 suelen ser productos alimenticios y bebidas listos para consumir, hiperpalatables, comercializados en porciones grandes, con una fuerte estrategia de marketing mayormente orientada a la población infantil.2 En general, son energéticamente densos, tienen alto contenido de sodio, azúcares y grasas de baja calidad.3 Sus precios relativos han disminuido a lo largo del tiempo, especialmente en los países de mayores ingresos, por lo que las ventas y el consumo han aumentado de manera progresiva y constante durante las últimas décadas a nivel mundial.1'4 La Argentina no es ajena a esa tendencia5 y presenta las ventas per cápita de ultraprocesados más altas de la región.6 A medida que aumenta la venta y el consumo, los niños, niñas y adolescentes tienen la preocupante distinción de ser los principales consumidores, con un aporte de más del 60 % de la energía diaria en países de altos ingresos y de hasta el 35 % en los de menores ingresos.2
La evidencia demuestra que el aumento del consumo de ultraprocesados se asocia con dietas nutricionalmente desequilibradas,7-14 con riesgo aumentado de sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles, así como con otros factores de riesgo para estas.15,16 La obesidad afecta al 3,6 % de los menores de 5 años; al 20,4 % de los niños de 5 a 17 años; y al 33,9 % de los mayores de 17 años.17 Por todas estas razones, la evaluación del consumo se ha convertido en una prioridad en la agenda de investigación de epidemiología nutricional.
Un patrón alimentario con gran cantidad de ultraprocesados en la infancia puede tener consecuencias en el desarrollo de gustos y preferencias, al definir patrones de consumo de por vida y afectar la salud en el corto y largo plazo,18 esto sumado a la baja prevalencia de lactancia exclusiva, a la introducción precoz de alimentos y bebidas de pobre calidad nutricional, y a prácticas inadecuadas de alimentación perceptiva.19 Del análisis de la primera Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS, 2005), surge que entre un cuarto y un tercio de la energía consumida por niños, niñas, mujeres adolescentes y en edad fértil es aportada por ultraprocesados20 y el mayor consumo se asoció con una ingesta menor de alimentos saludables y mayor de nutrientes relacionados con enfermedades crónicas.21 A partir de la disponibilidad de los datos de la segunda ENNyS, que incluye más grupos etarios, este análisis tiene como objetivo caracterizar la ingesta de energía según el grado de procesamiento de los alimentos por grupo etario, en los mayores de 2 años de la Argentina.
población y métodos
Tipo de estudio y fuente de datos
Estudio observacional, descriptivo y de corte transversal. El análisis se realizó utilizando información de la base de datos de consumo de alimentos y bebidas de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) realizada en la Argentina entre 2018 y 2019 (disponible en http:// datos.salud.gob.ar/dataset/ennys2). La encuesta tomó una muestra probabilística polietápica de localidades urbanas de Argentina, de 5000 habitantes o más, que incluyó 5763 niños y niñas de 0 a 23 meses, 5829 niños y niñas de 2 a 12 años, 2399 adolescentes (13-17 años) y 7367 adultos de ambos sexos (>18 años). Para este análisis se incluyeron datos de los mayores de 2 años. Los adultos fueron considerados dentro del análisis para poder comparar su consumo con el de niños, niñas y adolescentes.
Se utilizaron los datos recolectados a partir del recordatorio de 24 horas que recopila el consumo individual utilizando el método de 5 pasos para registrar todos los alimentos y bebidas consumidos durante el día anterior a la entrevista. En la recolección se utilizó el Atlas Fotográfico Digital de Alimentos Argentinos (AFDAA),22 para ayudar a los participantes en la estimación de las porciones consumidas y al encuestador en la cuantificación. En un subconjunto de la población, se realizó un segundo recordatorio; para este análisis se consideraron los valores del primer recordatorio de 24 horas. Los detalles sobre la metodología de la ENNyS se pueden encontrar en el documento de la encuesta.17
Del cuestionario sociodemográfico, se utilizaron las variables edad, sexo, nivel educativo del jefe/a de hogar en menores de 18 años y del encuestado en mayores, cobertura de salud, quintil de ingreso familiar por unidad consumidora (UC), región e individuo descendiente de pueblos nativos o indígena. Para todas estas variables, se consideró la categorización provista en la base de datos de la encuesta.17
VariablesA partir de la cantidad de alimentos y bebidas consumidas por cada individuo, se calculó el aporte de energía para cada alimento de la base de datos, utilizando los valores de la base de composición química de alimentos SARA 2 compilada para la ENNyS 2018-19.23 Los 1103 alimentos registrados se clasificaron según el grado de procesamiento de acuerdo a la categoría NOVA1 en grupos y subgrupos mutuamente excluyentes: 1) alimentos sin procesar o mínimamente procesados (14 subgrupos: por ejemplo, carne vacuna, raíces y tubérculos, cereales, verduras, legumbres, frutas); 2) ingredientes culinarios procesados (4 subgrupos: por ejemplo, aceites vegetales, azúcar de mesa, grasas animales); 3) alimentos procesados (10 subgrupos: por ejemplo, pan fresco sin envasar, quesos, verduras y frutas conservadas en salmuera o almíbar); y 4) alimentos ultraprocesados (21 subgrupos: por ejemplo, gaseosas, golosinas, galletitas dulces y productos de pastelería, panes envasados, sándwiches y hamburguesas).
Análisis de datosPara la muestra total y para cada grupo etario, se calculó el promedio de ingesta diaria de energía (kcal/d) y el porcentaje de energía de cada grupo de la clasificación NOVA, y de los respectivos subgrupos de alimentos. La diferencia de medias se evaluó mediante una prueba ANOVA, con un nivel de significación p < 0,05.
El análisis descriptivo fue realizado considerando la ponderación muestral, utilizando el software SPSS versión 20.
Consideraciones éticasEste estudio se realizó sobre la base de datos obtenidos por la ENNyS 2018-19, oportunamente autorizada por el Comité de Ética ad-hoc de la Dirección de Investigación para la Salud del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación. Los datos utilizados en nuestro estudio son de dominio púbico y se encuentran disponibles, convenientemente anonimizados, en http://datos.salud.gob.ar/dataset/ennys2. Además, todos los aspectos involucrados en el desarrollo de este proyecto se realizaron adhiriendo a las normativas vigentes nacionales e internacionales.
RESULTADOS
Se evaluaron 15444 individuos mayores de 2 años; la Tabla 1 muestra las principales características de cada grupo etario evaluado. En los niños, niñas y adolescentes, se observa menor porcentaje de mujeres, mayor cobertura pública de salud y mayor proporción de hogares de menores ingresos.
En la Figura 1 y en la Tabla 2, se presenta la descripción de la contribución energética para cada subgrupo de alimentos en cada grupo de la clasificación NOVA. Los alimentos mínimamente procesados representan un tercio de la ingesta energética diaria, con el valor promedio más bajo en los adolescentes (p <0,01). Los cereales y la carne roja fueron los alimentos más importantes dentro del grupo, mientras que la leche y el yogur natural contribuyeron con el 7,3 % de la energía en los niños y niñas de 2 a 12 años.
El porcentaje de energía aportada por ingredientes culinarios osciló entre el 14,4 % y el 17.3 %; los aceites fueron la principal fuente de calorías en este grupo (~8-9 %), seguidos por el azúcar de mesa.
Los alimentos procesados contribuyeron con el 18,8 % del total de energía en niños y niñas, y el 24 % en adolescentes y en adultos (p <0,01). En este caso, el principal contribuyente fue el pan fresco con el ~9 % de la energía total, seguido por los quesos, que aportan el 3,7 % de la energía diaria.
Con relación a los productos ultraprocesados, representaron el 32,8 % de la energía diaria en niños y niñas, el 29,5 % en adolescentes, mientras que en adultos la participación fue del 23,6 % (p <0,01). La mayoría de las calorías de los ultraprocesados se relacionaron con la ingesta de galletitas dulces y amasados de pastelería, que representaron el 7,5 % de la energía en niños y niñas, el 6,8 % en adolescentes y el 4,5 % en adultos (p <0,01), las golosinas (5,2 %, 3,8 % y 3.3 %, respectivamente), las gaseosas (3,8 %, 4,5 % y 3,3 %, respectivamente) y las galletitas crackers (1,8 %, 1,8 % y 3,3 %, respectivamente) (Tabla 2 y Figura 2).
DISCUSIÓN
Los hallazgos de este trabajo permiten evidenciar el consumo de energía según el grado de procesamiento, de acuerdo a los grupos definidos por la categorización NOVA, la contribución de los diferentes alimentos en cada categoría y comparar las diferencias entre los grupos etarios. Los niños, niñas y adolescentes consumen mayor proporción de la energía a partir de productos ultraprocesados, en tanto que los adultos consumen mayor porcentaje a partir de ingredientes culinarios y de alimentos procesados.
En la alimentación de la población argentina, entre un cuarto y un tercio de la energía es aportada por productos ultraprocesados según el grupo etario. Esta cifra es cercana a la observada en el análisis de la ENNyS 1, que mostraba que los productos ultraprocesados aportaban el 27 % de la energía consumida por niños y niñas de 2 a 5 años, el 31 % en adolescentes mujeres y el 26 % en mujeres de 20 a 49 años,21'24 y al análisis de la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares 2017-18, que mostraba que el 29 % de la energía provenía de los ultraprocesados.5
Tabla 1: Características de la muestra por grupo de edad en Argentina (Encuesta Nacional de Nutrición y Salud 2018-19)
En términos generales, el dato es similar al hallado para México (el 29,8 % de la energía)10 y Chile (28,6 %),13 pero más alto que Brasil (21,5 %)25 y Colombia (15,9 %).8
Comparativamente, estas cifras son mucho menores que las encontradas en Estados Unidos (57,9 %),7 Canadá (47,7 %)14 y Australia (42,0 %).11
Los resultados muestran un mayor consumo de energía de ultraprocesados en los niños, niñas y adolescentes, al igual que lo observado en los países de ingresos medios y bajos, donde estos aportan entre una cuarta parte y un tercio de la energía diaria, mientras que en los países de ingresos altos más del 60 % de la energía diaria que consumen niños, niñas y adolescentes provienen de ultraprocesados, siendo los principales consumidores.26
Figura 1: Consumo promedio de energía por categoría NOVA, por grupo de edad (% kcal)
Esto puede tener consecuencias desfavorables en la formación de hábitos, al definir el patrón de consumo de por vida.18 Es un llamado de atención sobre la necesidad de políticas que protejan a la lactancia e intervenciones oportunas para favorecer las prácticas adecuadas durante la incorporación de alimentos para establecer preferencias alimentarias saludables desde una edad temprana, que tienen el potencial de traducirse en una dieta saludable para toda la vida.27
Figura 2: Porcentaje de energía dentro de los productos ultraprocesados, por grupo de edad (%)
Tabla 2: Distribución energética promedio según categoría NOVA y grupos de alimentos, en Argentina, total de la muestra y por grupo de edad (Encuesta Nacional de Nutrición y Salud 2018-19)
Para la Argentina, los datos de ventas de alimentos,6 de las encuestas de gastos de hogares5 y del análisis de la ENNyS 1,21 muestran que los subgrupos de alimentos que contribuyen con la mayoría de la energía de ultraprocesados son galletitas y amasados de pastelería, gaseosas y jugos, dulces y golosinas, y panes envasados, masas y pastas industriales, lo cual coincide con lo encontrado en este análisis y presenta un patrón que es similar al de otros países de la región.6 Esta caracterización permite afirmar que los alimentos dulces son el grupo que realiza una mayor contribución dentro del grupo de ultraprocesados, resultados que coinciden con trabajos previos sobre consumo de azúcares.28 Estos alimentos, además, presentan un valor simbólico y hedónico, especialmente en la infancia. La exposición al sabor dulce desde edades tempranas, su impacto en la formación de preferencias alimentarias y las consecuencias fisiológicas son áreas importantes para la investigación,29 especialmente por el aumento del umbral ante la exposición reiterada y las asociaciones que se generan.
El patrón observado puede asociarse a las estrategias de marketing de productos ultraprocesados dirigidos especialmente a dicho grupo etario.30 En la Argentina numerosas investigaciones han demostrado que los alimentos y bebidas publicitados son altos en energía, azúcares agregados y grasas totales,31'32 y que pueden ser uno de los factores asociados al aumento del sobrepeso y la obesidad. Las técnicas de marketing más utilizadas en las publicidades de alimentos y bebidas, tanto en televisión como en sitios web de marcas de alimentos y bebida, fueron las orientadas al público infantil.33,34 El marketing y la publicidad ejercen una gran influencia en las preferencias y consumos, que impacta en la situación nutricional de los niños, niñas y adolescentes, lo que plantea un llamado a la reflexión y la acción sobre las formas de resguardar a los menores de sus efectos.
Es un avance importante la reciente Ley 27642 de Promoción de la Alimentación Saludable, que determina la incorporación de una advertencia sobre el contenido excesivo de energía, azúcares, grasas y sodio en la etiqueta de productos alimenticios y que prohíbe la publicidad, promoción y/o patrocinio de productos que tengan al menos un sello de advertencia, que esté dirigida especialmente a niños, niñas y adolescentes en pos de proteger el derecho a la salud y a la alimentación saludable. Sin embargo, es necesario considerar que ninguna política por sí misma es la solución al problema y que se requiere la aplicación de múltiples estrategias para abordar un problema que tiene muchas aristas.
Este escenario es preocupante por varios motivos; por un lado, por la alta prevalencia de sobrepeso y obesidad en población infanto-juvenil; y por el otro, porque los niños, niñas y adolescentes presentan un patrón alimentario menos saludable que el de los adultos, consumen un 40 % más de bebidas azucaradas, el doble de productos de pastelería o productos de copetín y el triple de golosinas respecto de los adultos.17 La alimentación de la población argentina presenta importantes diferencias cuantitativas y cualitativas con las recomendaciones de las guías alimentarias;35 una baja proporción de la población refiere haber consumido diariamente los alimentos recomendados, como frutas frescas y verduras, carnes, leche, yogur o quesos, en tanto que una elevada proporción refiere consumir a diario o frecuentemente alimentos no recomendados, como bebidas azucaradas, productos de pastelería, productos de copetín y golosinas.17
Este trabajo proporciona datos según el grupo etario, lo cual brinda oportunidades para identificar los principales problemas en la alimentación en cada tramo etario y, de ese modo, establecer prioridades y planificar acciones focalizadas. Por tratarse de población infantil, los cambios en los entornos alimentarios son prioritarios para mejorar la calidad de la alimentación, porque son causa y consecuencia del deterioro de los sistemas alimentarios que afecta directamente la seguridad alimentaria nutricional, la malnutrición, el estado de salud y el bienestar de la población.
Entre las limitaciones potenciales de este trabajo, es necesario considerar que los datos analizados corresponden a la población de entorno urbano y que, en localidades rurales o pequeñas, los hallazgos podrían diferir. Aunque en una submuestra se disponía de un segundo recordatorio, hemos utilizado solo el primero porque se considera adecuado para estimar el consumo promedio de energía en los grupos. En virtud de la disponibilidad de información, a futuro será necesario profundizar sobre el tema utilizando análisis estadísticos que permitan indagar asociación entre el consumo de ultraprocesados y las características de la población.
Recibido: 21-9-2022
Aceptado: 16-12-2022