INTRODUCCIÓN
La producción lechera en la cuenca del Valle de Lerma representa una de las economías regionales más relevantes para la provincia de Salta. La producción media diaria es de 21,5±5,3 l/vaca, con producción promedio por tambo de 4900 l/día; y con rodeos promedio de 208±105 animales en ordeñe (Suárez y Martínez, 2015a). El sistema de producción predominante es de tipo pastoril, basado en pasturas templadas con altas tasas de suplementación y animales de elevado valor genético, similares a otras cuencas lecheras de Argentina.
Se conoce la importancia que tienen los macrominerales como calcio (Ca), fósforo (P) y magnesio (Mg) sobre la producción y la salud de los rodeos lecheros (Goff y Horst, 2003). Los desbalances minerales constituyen un tema de preocupación asociado al bienestar animal y a la rentabilidad de la industria lechera. Sin embargo, su impacto en los sistemas productivos por lo general pasa desapercibido, ya que en la mayoría de los casos tienen una presentación subclínica, afectando la salud y los niveles productivos, pudiendo confundirse con otras alteraciones (Contreras et al., 1990). Los ejes metabólico-nutricionales que controlan los niveles de Ca, P y Mg parecen ser los más comprometidos durante las primeras etapas posparto, y cada vez existen más evidencias sobre la estrecha relación entre los sistemas endócrinos que controlan el metabolismo y aquellos que regulan el sistema inmunológico (Elsasser, 1992).
El diagnóstico de los desbalances de macrominerales constituye una de las bases de la medicina preventiva en los rodeos lecheros (Wittwer, 2007). De este modo la medición de los niveles de Ca, P, y Mg sérico resulta ser una herramienta útil para monitorear estos desequilibrios (Herdt et al., 2000). A nivel nacional algunos trabajos ponen de manifiesto la importancia de estos desbalances minerales para el sector lechero (CLAVES, 2009). El informe CLAVES identifica dentro de las causas de mortandad más importante en los primeros noventa días posparto la asociación entre hipocalcemia e hipomagnesemia. A su vez, además de resultar las enfermedades diagnosticadas con mayor frecuencia explican alrededor del 10,5% de las muertes durante este periodo. Por una parte dicho informe destaca que aquellos animales adultos que sufren un episodio de desbalance mineral, sea de Ca o Mg durante los primeros 3 meses de lactancia, presentan una disminución a lo largo de este periodo de 166 litros de leche. Por otra parte además de las pérdidas de producción lácteas es importante poner de manifiesto lo oneroso de los tratamientos, es decir, insumos y horas hombre que conllevan este tipo de patologías (CLAVES, 2009).
Si bien los trabajos de relevamiento sérico resultan esenciales en el diagnóstico de los desbalances minerales en el sistema lechero, no existen antecedentes para la Cuenca del Valle del Lerma (Salta) en este sentido. El objetivo del presente trabajo fue realizar un análisis descriptivo y comparativo de los niveles séricos de Ca, P y Mg, evaluando la prevalencia de sus desbalances y su asociación entre sí y con las etapas productivas en rodeos lecheros de la cuenca salteña.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se seleccionaron 4 tambos comerciales de la cuenca lechera del Valle de Lerma en Salta.En todos los establecimientos la alimentación fue de tipo pastoril, siendo la base forrajera pasturas templadas (praderas polífíticas) con altas tasas de suplementación tanto energética como proteica, lo que es representativo de la región (Suárez y Martínez, 2015a). Las prácticas de manejo tanto nutricionales como sanitarias, como así también el biotipo lechero empleado fueron similares en los cuatro establecimientos y la producción promedio fue de 7979 l de leche/vaca/lactancia con extremos de 7176 y 8472 litros. Cada establecimiento fue muestreado 4 veces a intervalos de 3 a 4 meses entre sí (primavera 2013, verano de 2014, otoño 2014 y primavera 2014). En cada muestreo se seleccionaron al azar 36 a 40 vacas de 4 periodos productivos (9 a 10 por periodo) que fueron: Preparto, aproximadamente 21 días antes de la fecha probable de parto; Lactancia temprana o Vaca Fresca, durante los primeros 30 días de lactancia; Lactancia media, entre 90 y 120 días en leche y Lactancia tardía, entre 200-305 días. La totalidad de las muestras correspondieron a vacas de más de 2 partos.
Determinación de Ca, Mg y P en suero
Las muestras de sangre se obtuvieron por punción yugular. Se extrajo suero libre de hemólisis por centrifugación para la determinación de Ca, P y Mg. Las concentraciones de Ca y Mg se midieron por espectrofotometría de absorción atómica de llama (Perkin Elmer AAnalyst 200), previa dilución en LaCl (0,1 N), y las determinaciones de P se realizaron mediante espectrofotometría UV-visible (Perkin Elmer-Lanbda25), según indicaciones del fabricante.
Análisis estadísticos
Para los análisis estadísticos los valores de referencia para considerar hipocalcemia clínica y subclínica fueron <5,5 y de 5,5 a <8,5 mg/dl respectivamente (McDowell, 2002; Goff, 2006; Chapinal et al., 2012). Para el caso del Mg se consideró hipomagnesemia a los valores inferiores a 1,8 mg/dl (McDowell, 2002). Los valores de referencia para hipofosfatemia e hiperfosfatemia fueron <4 y >6,18 mg/dl respectivamente (Goff, 2006).
Las relaciones entre variables de los valores séricos fueron analizadas usando correlación lineal (Pearson) y regresión lineal simple, además de analizar la probabilidad de ocurrencia de hipocalcemia mediante odds ratio. Las diferencias entre variables y periodos de lactancia se examinaron mediante los análisis de varianza y test de Tukey y de chi cuadrado usando el test de Fisher. Para los análisis indicados se utilizó el paquete estadístico InfoStat (Di Rienzo et al., 2008).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Concentraciones séricas de Ca los diferentes períodos productivos
La hipocalcemia clínica se asocia a valores de hipocalcemia severa, inferiores a 5,5 mg/dl, mientras que la forma subclínica se asocia a valores de hipocalcemia moderada, de entre 5,5 a 8,0 mg/dl (McDowell, 2002; Goff, 2006).
En este estudio los valores promedio de Ca se ubicaron por dentro de los rangos normales de referencia y no mostraron diferencias significativas entre periodos productivos, aunque en todos ellos se halló un porcentaje elevado de vacas con hipocalcemia (tabla 1). Se cita que la hipocalcemia es más frecuente en el periparto, es decir, 4 semanas antes y 4 después del parto (Shank et al., 1981; Curtis et al., 1983; Stevenson y Lean, 1998). En el presente trabajo esta diferencia no llegó a ser significativa, pero el valor promedio más bajo y el mayor porcentaje de valores con hipocalcemia (53%) se observaron durante el preparto. En el posparto el 46% presentó hipocalcemia, lo cual es grave considerando que valores inferiores a 8,4-8,6 mg/dl durante los primeros días posparto se asocian con mayores concentraciones plasmáticas de ácidos grasos no esterificados y de β-hidroxibutirato, con aumentos de metritis y del intervalo parto concepción, y con menor producción de leche (Chapinal et al., 2012; Martínez et al., 2012).
Se identificaron 13 animales con hipocalcemia severa (2,22%), inferior al 5% reportada por otros autores para rodeos con alimentación de base pastoril (Roche, 2003; Goff, 2006). Sin embargo, los presentes resultados coinciden con declaraciones de los tamberos del Valle de Lerma, quienes afirman padecer un 2,8±1,4% de vacas caídas presumiblemente debido a hipocalcemia (Suárez et al., 2015). Sánchez y Saborío Montero (2014), en un relevamiento en vacas Holstein en sistemas pastoriles, obtuvieron una prevalencia general de hipocalcemia de 57% (n=86), donde el 6,6% fueron casos clínicos y el 50% subclínicos; prevalencia similar al 46% de hipocalcemias observadas en el presente trabajo.
La importancia de la prevención de la hipocalcemia al parto se basa en sus consecuencias. Trabajos de Curtis et al. (1985) y Gröhn et al. (1990) indican que cada vaca que padece un caso de hipocalcemia al parto presenta 7,2 veces más posibilidades de tener un parto distócico, 5,7 veces más posibilidades de padecer retención de placenta y 5,4 veces más posibilidades de manifestar casos clínicos de mastitis durante los primeros 90 días en leche, a la vez que aumenta la posibilidad de episodios de metritis, desplazamiento del abomaso y cetosis. Una causa de hipocalcemias al parto es la elevada concentración de potasio en el alimento, lo cual genera alcalosis metabólica (Rérat et al., 2009). Considerando que la producción de leche en el Valle de Lerma es de base pastoril, la corrección del balance aniónico-catiónico de la dieta surge como una alternativa válida a explorar en la zona (DeGaris y Lean, 2008; Grünberg et al., 2011).
Concentraciones séricas de Mg en los diferentes períodos productivos
Los valores promedio de magnesemia se mantuvieron dentro del rango de normalidad, aunque fueron significativamente más bajos durante el preparto (tabla 2). Goff (1998) ha reportado que por lo general la hipomagnesemia se puede presentar al inicio de la lactancia, aunque también puede ocurrir al final de la gestación, en animales que pastorean forrajes de rápido crecimiento con concentraciones altas de potasio y nitrógeno y niveles bajos de Mg y sodio; situación que coincide con la alimentación tipo a lo largo de la lactancia de los rodeos del Valle (Suárez y Martínez, 2015b).
La hipomagnesemia en los rodeos lecheros puede resultar esporádica y de incidencia variable, llegando a afectar hasta el 20% de las vacas en pastoreo, con una mortalidad del 2 al 3% (Goff, 1998). Frecuentemente esta afección es subclínica en los rodeos lecheros (Goff, 2006). En esta situación la hipomagnesemia reduce la sensibilidad de los tejidos a la hormona paratiroidea e interfiere con la homeostasis del calcio, generando hipocalcemia secundaria (Goff, 2006; Lean et al., 2006).
Concentraciones séricas de P en los diferentes periodos productivos
En la tabla 3 se presentan los valores de P discriminados por estadios productivos y los porcentajes de animales con valores por encima y por debajo del rango de normalidad.
Si bien el porcentaje de animales hiper e hipofosfatémicos no se diferenció por estadio productivo, el valor medio de P preparto fue significativamente más alto que en la vaca fresca (tabla 3). Este descenso podría deberse al P que se elimina del organismo por leche, el cual es independiente de su concentración en plasma (Grünberg, 2008). A este factor se suman los mayores niveles de PTH en el posparto inmediato, lo cual aumenta las pérdidas de P por saliva y orina (Goff, 2000).
La elevada cantidad de animales fuera del rango normal estarían indicando irregularidades en el aporte dietario de P, siendo su principal determinante, más allá del nivel productivo o el aporte de forraje en la dieta (Wu, 2005). Cuando el aporte de P por la dieta no es adecuado se reduce el consumo de materia seca durante el periodo seco y baja la producción lechera posparto (Valk y Sebek, 1999). Cuando el aporte es excesivo aumenta la pérdida fecal y urinaria, representando un factor de contaminación ambiental (Wu, 2005).
Relación entre la magnesemia y la calcemia
Cuando se excluyen los animales en rangos de magnesemia resulta que las vacas con hipomagnesemia presentan a su vez valores inferiores de calcemia (p<0,0001; tabla 4). Como se explicara anteriormente, la reducción de los niveles de magnesio en la sangre comprometen la homeostasis del calcio haciendo que los tejidos blanco pierdan sensibilidad para la PTH y la vitamina D activa (Reinhardt et al., 1988).
Al evaluar la asociación correspondiente entre el nivel de magnesio y calcio séricos se obtuvo un coeficiente de correlación de 0,3 y la determinación del Ca sérico a partir del Mg sérico como variable regresiva resultó significativa y de tipo lineal (Ca mg/dl=5,42+1,6x [Mg mg/dl]; r2: 0,09; p<0,0001).
Trabajos más recientes proponen elevar el rango inferior de calcemia a 8,4 mg/dl en vacas de alto mérito genético y productividad (Chapinal et al., 2012; Martínez et al., 2012). Aplicando este valor a la ecuación anterior, el límite inferior de normomagnesemia debería elevarse a 1,87 mg/dl, al menos en sistemas lecheros de este tipo.
Si bien la deficiencia de Mg no resultaría ser la patología más relevante, aquellos animales con hipomagnesemia presentaron una probabilidad 3,5 mayor de sufrir hipocalcemia respecto a aquellos con valores normales (odds ratio: 3,53 LI 95% 1,98 LS 95% 6,29). Por un lado, al ordenar los datos en una tabla de contingencia, se observa que solo el 7,7% de los animales presentaron una deficiencia conjunta de hipomagnesemia con hipocalcemia (tabla 5). Esto lleva a pensar que los casos de hipocalcemia observados se deberían fundamentalmente a aspectos biológicos propios de la homeostasis del Ca y no secundarios a la carencia del Mg, coincidiendo además con informes previos (Sánchez y et al., 2014). Por otro lado, esta distribución podría interpretarse en función de que la hipomagnesemia sería responsable de la hipocalcemia, por lo cual el 73% de las vacas con hipomagnesemia presentan hipocalcemia secundaria a la carencia de Mg, mientras que de los animales que presentan hipocalcemia, posiblemente como consecuencia primaria de su estado fisiológico, solo el 5% presentaba hipomagnesemia. La relación causal sigue siendo que la hipomagnesemia genera una hipocalcemia secundaria, pero no a la inversa, en coincidencia con trabajos anteriores (Goff, 2006; Lean et al., 2006).
Relación entre los valores de fósforo sérico y la calcemia
No se hallaron relaciones significativas entre aquellos animales que presentaron hiperfosfatemia (Chi 0,03; p<0,85) o hipofosfatemia (Chi 0,9; p<0,35) y a su vez hipocalcemia. Sin embargo, la hipocalcemia puede estar asociada a ambas. La mayoría de los casos de hipocalcemia clínica (paresia puerperal) se encuentran asociados a hipofosfatemias, de modo que la corrección con Ca parenteral genera la recuperación espontánea del P, mientras que cuando esto no ocurre, la hipofosfatemia persistente en una causa frecuente del síndrome de vaca caída (Grünberg, 2008). Las hiperfosfatemias debidas al exceso de P en el preparto conducen a hipocalcemias secundarias en el posparto. Con aportes 0,21; 0,31 y 0,44% P en el preparto de vacas lecheras en ningún caso se alteró el metabolismo óseo ni los niveles de PTH o vit. D (Peterson et al., 2005). Sin embargo, en este trabajo se observó que los animales con mayor aporte de P presentaron las menores calcemias durante el posparto, sugiriendo un efecto de interferencia. Este ocurriría cuando la dieta aporta exceso de P (>50 g/día) en el preparto de vacas lecheras, inhibiendo la activación renal de vit. D y predisponiendo a la paresia puerperal (Schonewille et al., 1999). NRC (2001) sugiere una relación no inferior 1:1 y no superior 7:1 siempre y cuando el consumo de fósforo se ajuste a los requerimientos de los animales. Valores por encima o por debajo de estos límites se asocian a una mayor incidencia de hipocalcemia.
CONCLUSIONES
Al estudiar las prevalencias de hipocalcemia, hipomagnesemia y de los desbalances del P en los rodeos del Valle de Lerma, se destaca la elevada prevalencia de hipocalcemia, de 46,2% promedio en todos los periodos de lactancia. En cuanto a la prevalencia de hipomagnesemia, que resultó del 10,6% fue más elevada durante el preparto que en el resto de las categorías. También se halló una alta proporción de vacas (48,3%) con desbalances en la concentración de P, siendo más frecuentes las hiperfosfatemias que las hipofosfatemias.
Es importante destacar que la deficiencia de magnesio parece tener un rol muy importante en la aparición de hipocalcemias posparto, ya el 73% de las vacas con hipomagnesemia presentan hipocalcemia, indicando que estas tuvieron una probabilidad 3,5 veces mayor de sufrir hipocalcemia respecto a aquellas con valores normales de Mg. Aunque se halló un porcentaje elevado de animales con niveles de P fuera del rango normal, no se observaron asociaciones entre este mineral con los de incidencia de hipocalcemia.
En virtud a los resultados obtenidos en el presente trabajo se sugiere corregir el aporte de minerales en las dietas de los rodeos lecheros del Valle de Lerma con un énfasis particular en evitar las hipocalcemias, especialmente secundarias a bajos aportes de Mg, así como los excesos de P en la dieta, a fin de minimizar los riesgos sanitarios y ambientales que conllevan.