Estado actual del conocimiento
La actividad física (AF) se define como cualquier mo vimiento corporal producido por la contracción de los músculos esqueléticos que aumenta los requerimientos calóricos con respecto al reposo1. La AF, en términos generales, incluye todo movimiento que incremente el uso de energía; en cambio, el ejercicio es una forma más específica de actividad física que está estructurado y diseñado para mejorar la condición física2.
La AF tiene un papel cada vez más importante en la prevención y el tratamiento de múltiples enfermedades crónicas, problemas de salud y sus factores de riesgo asociados3. La AF se considera un componente esencial de la salud cardiovascular, junto con la dieta saludable, retiro de la nicotina y el mantener en forma saludable el sueño, el peso, la presión arterial y los niveles séricos de la glucosa y lípidos4.
Numerosos estudios epidemiológicos documentan la relación inversa entre la AF y la incidencia de enfermeda des cardiovasculares (ECV) y la mortalidad por todas las causas o relacionada con ECV2,3,5,6. Niveles más altos de AF o condición cardiorrespiratoria proporcionan beneficios adicionales para la salud7. Se estima que un tercio de la población mundial es físicamente inactiva, condición que aumenta con la edad, es mayor en mujeres y en países de mayores ingresos8.
En relación con los beneficios de la AF en la salud car diovascular2,3,9-11, la misma produce los siguientes efectos:
1) Función cardiovascular y respiratoria
• Disminución de frecuencia cardíaca y presión arterial, reducción del consumo de oxígeno miocárdico y disminu ción de la ventilación minuto.
• Aumento del consumo máximo de oxígeno.
• Incremento del umbral de ejercicio para la acumula ción de lactato en la sangre.
• Aumento del umbral de ejercicio para la aparición de signos o síntomas de enfermedad (p. ej., angina de pecho, depresión isquémica del segmento ST, claudicación).
• Mejora de la función endotelial mediante aumento del óxido nitroso, reducción del estrés oxidativo, aumento de células progenitoras de endotelio circulantes, inhibición de las citoquinas proinflamatorias e incremento de la ex presión de diversos reguladores de la función endotelial12.
2) Factores de riesgo de enfermedades cardiovas culares
• Reducción de la presión sistólica/diastólica en re poso.
• Aumento de las lipoproteínas de alta densidad y disminución de los triglicéridos en sangre.
• Reducción de la grasa corporal total y la grasa in traabdominal.
• Reducción de los requerimientos de insulina, mejoría en la tolerancia a la glucosa, mejoría del perfil lipídico y reducción de marcadores inflamatorios.
3) Disminución de la morbimortalidad
• Prevención primaria: Niveles más altos de actividad o condición física se asocian con tasas más bajas de muerte por coronariopatías e incidencia más baja de ECV; coronariopatías; ictus; DM2 y síndrome metabólico.
• Prevención secundaria: La mortalidad cardiovascular y por todas las causas se reduce en los pacientes con infarto agudo de miocardio (IAM) que participan en ejer cicios de rehabilitación cardíaca.
El entrenamiento de la fuerza muscular mejora el riesgo cardio metabólico dados los beneficios en compo sición corporal, perfil glucémico, sensibilidad a la insulina, dislipemia y presión arterial2,13-17, lo cual se asocia con menos eventos cardiovasculares no mortales13 y menor riesgo de mortalidad por todas las causas. En adultos con DM2 la combinación de entrenamiento aeróbico y de fuerza, logran mejor control glucémico y disminución de eventos cardiovasculares18.
La AF en el adulto mayor reduce el riesgo de ECV, mejora la tolerancia a la glucosa y la densidad mineral ósea, disminuye la inflamación y el estrés oxidativo, me jora la biogénesis mitocondrial y la síntesis de proteínas en el músculo esquelético. Incluso haciendo actividades regulares de ocio se obtienen beneficios cardiovasculares en adultos mayores frágiles; sin embargo, las actividades aeróbicas de intensidad moderada y hasta vigorosa tienen una reducción más significativa de la mortalidad19.
La obesidad sarcopénica es un fenómeno de salud mundial debido al aumento del envejecimiento de la población combinado con el aumento de la epidemia de obesidad. La pérdida de masa muscular, combinado con el aumento de tejido adiposo, conduce a un círculo vicioso que promueve un estado metabólico desfavorable, con mayor resistencia a la insulina, citoquinas proinflamato rias, aumento del estrés oxidativo y disfunción mitocon drial, todo lo cual incrementa el riesgo de aterosclerosis y enfermedad cerebrovascular. De ahí la importancia de fomentar los programas de actividad física en los adultos mayores20.
Riesgos
En general, los beneficios de la AF regular superan ampliamente los riesgos2,11,21. Sin embargo, la partici pación en AF o ejercicio se vincula con un mayor riesgo de lesiones musculoesqueléticas (LME)22 y posibles complicaciones cardiovasculares13, estas últimas mucho menos frecuentes que las LME, pero pueden provocar morbimortalidad a largo plazo21.
Los episodios cardiovasculares adversos, como la muerte súbita cardíaca (MSC) e IAM, en general se asocian con el ejercicio vigoroso23,24, en individuos con aparatos cardiovasculares patológicos.
En deportistas y atletas jóvenes, las causas más frecuentes son los trastornos congénitos y hereditarios (principalmente miocardiopatía hipertrófica, anomalías de las arterias coronarias y estenosis aórtica)21. La inci dencia de MSC en jóvenes deportistas varía según los estudios, pero se estima hasta en 2 por cada 100 000 atletas al año25.
En adultos, la MSC relacionada con el ejercicio puede atribuirse con mayor frecuencia a complicaciones agudas de la aterosclerosis21,26 (superior al 80% en mayores de 35 años y 95% en mayores de 40 años)27-30. Existe un aumento agudo y transitorio del riesgo de MSC e IAM en individuos habitualmente inactivos, con ECV diagnostica da u oculta, que realizan un ejercicio poco habitual o infre cuente, de intensidad vigorosa23,31,32. El riesgo aumenta con la edad21,23, sin embargo, el mismo disminuye con el cumplimiento a largo plazo de un régimen de ejercicio con aumento progresivo de los volúmenes de ejercicio regular (programas de rehabilitación cardiovascular)21,33.
Recomendaciones
- Los adultos deben moverse más y sentarse menos durante el día. Para las personas sedentarias, la AF de cualquier intensidad puede proporcionar beneficios para la salud, incluso después de una sola sesión de menos de 10 minutos2.
- Promover el transporte activo tiene beneficios para la salud34 y puede incrementar de manera significativa los niveles de actividad física a nivel poblacional35,36. Las intervenciones destinadas a la comunidad son efectivas en mejorar el nivel de AF entre sus habitantes, aunque estos efectos son más pronunciados los primeros dos años, por lo que es importante sostenerlas en el tiempo y se deben institucionalizar dentro de los programas de control y prevención de enfermedad cardiovascular, particularmente en países de bajos y medianos ingresos donde han demostrado ser una estrategia costo efectiva37.
- Para obtener beneficios sustanciales para la salud, los adultos deben realizar al menos 150-300 min/semana de intensidad moderada, o 75-150 min/semana de AF aeróbica de intensidad vigorosa, o una combinación equi valente, preferiblemente distribuida (en distintas sesiones) a lo largo de la semana.
- Se obtienen beneficios adicionales para la salud realizando actividad física más allá del equivalente a 300 min de AF de intensidad moderada a la semana.
- Los adultos también deben realizar actividades de fortalecimiento muscular que involucren a todos los grupos musculares principales, al menos 2 veces por semana.
- Como estrategia para reducir los episodios cardiovas culares adversos durante el ejercicio21, todas las personas deben participar en el proceso de evaluación previa al ejercicio para ayudar a identificar a las personas en ries go33,38 y determinar la necesidad de autorización médica. Además, los individuos físicamente activos deben modifi car su programa de ejercicio en respuesta a variaciones en su capacidad de ejercicio, nivel de actividad habitual y el entorno, y conocer los síntomas prodrómicos cardíacos (p. ej., cansancio excesivo e inusual y dolor en el pecho o la parte superior de la espalda) y buscar atención médica inmediata si aparecen.
- Si bien hasta hace unos años existía evidencia que los ejercicios aeróbicos tenían mayor beneficio que los ejercicios de resistencia en pacientes con sobrepeso, hipertensión arterial, dislipidemia e hiperglicemia39 en los últimos años se ha demostrado que la insulinosensibili dad en adultos tanto con sobrepeso como obesos, con insulinorresistencia, prediabetes o diabetes, mejoran con cualquier modo de estructurar el ejercicio. No obstante, entrenamientos intensivos con intervalos suelen tener mayor número de LME que los entrenamientos modera dos40. La combinación de ejercicio aeróbico sumado al entrenamiento de fuerza y resistencia muscular tuvo la mayor reducción de enfermedad y muerte41.
- Hay evidencia que, en los pacientes diabéticos, el ejercicio ha demostrado mejorar el control de la glicemia, reducir los factores de riesgo cardiovascular, contribuir a la pérdida de peso y mejorar el bienestar del paciente. Los pacientes diabéticos deben participar en actividades aeróbicas de 150 minutos semanales, repartidos en no menos de 3 días. Debe evaluarse la actividad física basal y el tiempo sedentario a fin de promover actividades no sedentarias, como caminatas, yoga, tareas domésticas, jardinería, natación y baile42.
Conclusión
Existe fuerte evidencia que la AF regular es necesaria para la mejoría de la salud cardiovascular. La AF genera disminución de la mortalidad por todas las causas, mejora de la salud cardiorrespiratoria y metabólica, favorece la pérdida de peso, mejora la salud muscular y la calidad de sueño. No obstante, existe un riesgo de complicaciones cardiovasculares asociados a individuos con enferme dad cardiovascular que realizan esfuerzos vigorosos inhabituales, motivo por el cual se recomienda realizar una evaluación pre participativa acorde e incrementar el volumen de AF de manera progresiva.