Un estudio retrospectivo realizado en el Reino Unido que incluyó 1 044 pacientes con cáncer que contrajeron la enfermedad por SARS-CoV-2 (COVID-19) determinó que el subgrupo de los pacientes con neoplasias hematoló gicas (leucemias, linfomas y mielomas) tenía un riesgo 1.5 veces mayor de sufrir formas graves de la enferme dad. Además, tenían mayor letalidad (OR = 2.25)1. En la Argentina, Basquiera y col. establecieron una tasa de mortalidad por COVID-19 del 20.8% entre 250 pacientes con neoplasias hematológicas2.
Con estos fundamentos, distintas sociedades cientí ficas recomiendan el tamizaje estricto para infección por SARS-CoV-2 mediante reacción en cadena de la poli merasa por transcripción reversa (RT-PCR) en muestras respiratorias obtenidas por hisopado nasofaríngeo en los pacientes asintomáticos con leucemias, que recibirán qui mioterapia, previo a cada tratamiento, y tamizaje sujeto a la disponibilidad de recursos y situación epidemiológica en cada área geográfica en el caso de linfomas de Hodgkin3. El mayor desafío, no obstante, recae en qué decisiones tomar ante un resultado detectable en un paciente asin tomático que debe recibir quimioterapia.
Si bien la quimioterapia reciente se asoció en forma in dependiente a mayor mortalidad (OR = 2.09)1, posponer o suspender un tratamiento por un resultado detectable con significado clínico incierto, puede tener consecuencias devastadoras en pacientes con enfermedades que ame nazan la vida, como por ejemplo las leucemias agudas. La prevalencia de positividad asintomática en pacientes con neoplasias hematológicas ha sido comunicada tan baja como del 0.64%4.
Por otro lado, las pruebas de RT-PCR tienen una tasa variable de falsos negativos. Hasta 1 de cada 5 pacien tes testeados por sospecha de COViD-19 pueden ser prematuramente calificados como negativos, error que puede reducirse realizando la prueba inicial entre 1-3 días desde el inicio de síntomas, o repitiéndola transcurrido ese plazo5. Como método de tamizaje, es decir, en pacientes asintomáticos, las pruebas de amplificación de ácidos nucleicos podrían no estar adecuadamente validadas6, y debemos estar al tanto de sus limitaciones.
La detección del genoma del SARS-CoV-2 mediante RT-PCR no permite diferenciar infección activa de ex creción de partículas virales no infectivas. El umbral de ciclado (cycle threshold, Ct) es el número de ciclos de PCR requeridos para amplificar la secuencia de ácidos nucleicos virales hasta un nivel detectable, y guarda una relación inversa con la carga viral en la muestra analiza da. Una prueba estándar realiza un máximo de 40 ciclos, y en algunos estudios in vitro no se ha documentado infección en cultivos celulares con muestras respiratorias con Ct > 347. Aunque en casos individuales puede ser de utilidad, aún no es una herramienta universalmente vali dada para la toma de decisiones clínicas8. En la Ciudad de Buenos Aires, muy recientemente (13/01/2022), por primera vez, se ha avalado el empleo de Ct > 35 para otorgar el alta epidemiológica a los pacientes inmunosuprimidos que persisten con RT-PCR detectables luego de transcurridos 21 días9. Parecería razonable, entonces, guiarse con esta herramienta al momento de decidir si un paciente asintomático con una neoplasia hematoló gica y tamizaje para SARS-CoV-2 positivo puede o no recibir quimioterapia.
Remarcamos los siguientes conceptos: 1) Las tasas relativamente bajas de positividad de los pacientes con neoplasias hematológicas, asintomáticos, que asisten a los centros de salud para iniciar o continuar sus tratamientos específicos, 2) el costo económico de un tamizaje universal enmarcado en un escenario mundial de recursos limitados, 3) que la interpretación de un resultado detectable puede ser engañosa y/o no modi ficar la conducta terapéutica en ciertos casos, dada la gravedad de la enfermedad (por ejemplo una leucemia aguda), y 4) la potencial utilidad del Ct en la toma de decisiones. Expuesto esto, podrían también conside rarse otros métodos de tamizaje -que indudablemente debe realizarse-, como el clínico y/o radiológico10. Las series de prevalencia deberían enfrentarse con el costo económico de cada prueba de PCR, variable en cada institución y sistema de salud.