Estado actual de conocimiento
La OMS define el Síndrome del Estrés como el conjunto de reacciones fisiológicas que activan el sistema bio lógico de supervivencia del organismo de un individuo preparándolo para la acción y señala que en situación de pandemia COVID-19, se registró un incremento en la prevalencia del Síndrome General de Estrés Adaptativo en la población mundial de un 25%1.
Este evento se encuentra determinado por el incremen to de estresores ambientales, fisiológicos y condiciones vividas como amenazantes individuales de cada persona, que, superando la capacidad adaptativa del organismo, da lugar a la pérdida de su homeostasis con la instalación de estados patológicos2.
Son ampliamente conocidos los efectos del estrés agudo y crónico como coadyuvantes en la precipitación de eventos cardiovasculares tales como arritmias, infarto agudo de miocardio, e hipertensión arterial a partir de la conexión eje cerebro-corazón3.
Las manifestaciones fisiológicas debidas al estrés son el resultado de una compleja respuesta que invo lucra a diversos sistemas como el sistema nervioso central, sistema nervioso autónomo, endocrino e inmunológico. Si los estímulos estresores son muy intensos, se repiten frecuentemente o persisten du rante periodos prolongados, se satura la capacidad de adaptación, generando una desregulación de la homeostasis orgánica generando un impacto clínico sobre la salud3. Los estados de estrés sostenidos que sobrepasan la regulación y adaptabilidad del organismo generan estrés oxidativo con producción de especies reactivas de oxígeno, que activan el proceso inflamatorio, modifican la metilación de los genes, alteran la transcripción de proteínas, afectando la respuesta metabólica, la retroalimentación neuro-endócrina y colaboran a largo plazo con la presencia de alteraciones como la ateroesclerosis, resistencia a la insulina, disfunción endotelial que a su vez des emboca en enfermedades cardiovasculares, renales y metabólicas como complicación4.
Riesgos
Los factores psicosociales y el estrés se han vinculado significativamente con el riesgo de eventos cardiovas culares mayores por lo que en el último tiempo han sido incluidos junto con los trastornos mentales y la depresión dentro del grupo de los “factores modificadores de riesgo cardiovascular”, que pueden incrementar el riesgo car diovascular de los pacientes más allá de los factores de riesgo clásicos.
• El estrés crónico puede conducir a una mayor pro gresión del proceso de aterosclerosis, probablemente por una activación excesiva del sistema nervioso simpático, expresando una respuesta exagerada de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, así como disfunción endotelial mediante activación de mediadores pro infla matorios4.
• Aun cuando no existan lesiones significativas en las arterias coronarias, ante un estrés físico o mental intenso se liberan grandes cantidades de catecolaminas, que pueden ocasionar cambios en el tono vascular, vaso constricción periférica, hipertensión arterial, alteraciones en la circulación coronaria o espasmo coronario, e incluso provocar un síndrome de Takotsubo o miocardiopatía por estrés5.
• El aumento de la actividad del sistema simpático como respuesta al estrés puede ocasionar a largo plazo, disfunción del endotelio vascular, aumento de la agre gación plaquetaria y favorecer un estado protrombótico, cambios estructurales a nivel del miocardio como hi pertrofia ventricular izquierda, incremento del consumo de oxígeno miocárdico y alteraciones de la circulación coronaria. También se describe una activación incremen tada del sistema renina angiotensina aldosterona, mayor resistencia a la insulina y alteraciones lipídicas6,7.
• Las elevadas exigencias en el trabajo generadoras de estrés incrementan significativamente el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular8. Un metaanálisis reunió los resultados de cinco estudios observacionales en los que se analizó en un laboratorio a pacientes con enfermedad coronaria crónica (n = 555) para detectar isquemia miocárdica inducida por estrés mental y luego se les hizo un seguimiento prospectivo. El riesgo de even tos posteriores de enfermedad arterial coronaria (p. ej., infarto de miocardio o angina inestable) o mortalidad, fue dos veces mayor en pacientes con isquemia miocárdica inducida por estrés mental9.
Recomendaciones
Los programas que brindan herramientas para manejo del estrés están orientados a mejorar el estilo de vida global de las personas e incluyen estrategias adaptadas a cada individuo: plan alimentario, ejercicios físico y técnicas de relajación física (ejercicios respiratorios, yoga), interven ciones con profesionales en salud mental, mejoría de la calidad del sueño y practicar meditación, constituyen las bases del tratamiento no farmacológico.
Sin lugar a duda la meditación transcendental y la prác tica de yoga son colaboradores en el control del impacto del estrés traumático y la desregulación homeostática del organismo, sin embargo, el mantener una alimentación adecuada y el ejercicio con aumento de la frecuencia cardiaca durante 30 minutos son eficientes e influyentes en la desmetilación de genes, disminución del estrés oxidativo, control del proceso inflamatorio, limitación del daño endotelial, importantes en la producción del proteo ma y determinantes en la generación del metaboloma que impacta sobre la asociación a muerte en general y muerte por enfermedades cardiovasculares10,11.
A propósito de la meditación, tiene sus orígenes en filosofías orientales como el Vedanta y el budismo, con técnicas que se basan en dirigir la atención hacia el interior del individuo concentrándose plenamente en el movimiento respiratorio, palabras, o algún tipo de visua lización y percepción corporal. Dentro de las técnicas más estudiadas se encuentra el Mindfullness, una forma de atención, centrada en el presente, en la que cada pensamiento, sentimiento o sensación que aparece en el campo atencional es reconocida sin generar análisis de la misma, manteniendo a su vez un estado de re lajación corporal12. Un metaanalisis reciente concluye en que estos programas parecen ser una intervención con un impacto favorable en pacientes con hipertensión arterial, demostrando una disminución significativa de presión arterial, planteándose como un efecto adicional al tratamiento farmacológico estándar para el tratamiento de estos pacientes13.
Otra técnica que puede considerarse de utilidad en la disminución del estrés, es la meditación trascendental ya que ha demostrado con dicha intervención reducciones en la presión arterial sistólica y diastólica; siendo actualmente un recurso adicional para reducir la presión arterial com plementando el tratamiento farmacologico14-16. En cuanto a las ventajas de estas técnicas, se puede mencionar que requieren de escasa instrucción previa, son de bajo costo y se trata de técnicas sencillas de realizar. Se practican con el individuo sentado, con dorso apoyado en respaldar de asiento, con cuerpo relajado y los ojos cerrados. No es necesario ninguna otra condición externa, solo conocer la técnica y disponer el tiempo de realización. La medi tación puede considerarse como un complemento de las intervenciones de reducción del riesgo cardiovascular que actualmente se utilizan según las pautas de tratamiento y recomendaciones al respecto17.
Por otro lado, en cuanto a prevención secundaria, la meditación podría aumentar potencialmente la relajación física y mental, lo que conduciría a mejores resultados después de un evento cardiovascular18.
Los médicos deberían tener presente durante la eva luación del paciente, el tipo de personalidad en función de la anamnesis y los antecedentes, con identificación de situaciones de estrés para poder proporcionar una atención acorde y más amplia que incluya terapias de relajación, meditación y la derivación correspondiente a profesionales de salud mental de ser requerido para brindar un abordaje integral.