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Folia Histórica del Nordeste

Print version ISSN 0325-8238On-line version ISSN 2525-1627

Folia  no.29 Resistencia Aug. 2017

 

ARTÍCULOS

Amor a los libros y pasión por los documentos. Walter Alexander de Azevedo y los estudios históricos en el Río de la Plata

Love to the books and passion for documents. Walter Alexander de Azevedo and the historical studies in the Río de la Plata

Tomás Sansón Corbo*

* Doctor en Historia por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Docente e Investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Investigador de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación del Uruguay (ANII). slbt@hotmail.com

Resumen

Walter Alexander de Azevedo (1887-1958) fue un historiador brasileño de escasa repercusión en el demos académico de su país. Existe poca información sobre su vida y producción. Estableció intensos y fluidos contactos con investigadores de Argentina, Uruguay y Paraguay. El objetivo de este artículo es analizar su contribución en el proceso de configuración de los campos historiográficos de la región platense, entre las décadas de 1930 y 1950. Propongo realizarlo en base a un análisis de los vínculos epistolares establecidos con autores como Emilio Ravignani, Ricardo Levene, Alberto Palomeque y Juan Pivel Devoto.

Palabras clave: Historiografía Rioplatense; Walter Alexander de Azevedo; Redes intelectuales; Heurística.

Abstract

Walter Alexander de Azevedo (1887-1958) was a Brazilian historian of scanty repercussion in the academic milieu of his country. There exists a small amount of information about his life and production. Walter Alexander de Azevedo established intense and fluid relations with researchers from Argentina, Uruguay, and Paraguay. The aim of this article is to analyze his contribution on the configuration process of the historiographical fields of the Rio de la Plata region, between the decades of 1930 and 1950. I propose to do it based on an analysis of his epistolary contacts with authors such as Emilio Ravignani, Ricardo Levene, Alberto Palomeque, and Juan Pivel Devoto.

Keywords: Historiography of the Rio de la Plata; Walter Alexander de Azevedo; intellectual networks; sources.

Recibido: 21/04/2017
Aceptado: 04/07/2017

Introducción

Walter Alexander de Azevedo fue, aparentemente, un historiador marginal en su tiempo. No logró plasmar un discurso histórico significativo. Pero existen evidencias epistolares de que realizó un aporte sustantivo desde el punto de vista heurístico. A través de los contactos que estableció con colegas de Argentina, Uruguay y Paraguay se pueden obtener pistas importantes sobre los itinerarios bio-bibliográficos de los mismos, las estrategias que articularon para la difusión de sus producciones y los mecanismos que utilizaron para acceder a los insumos necesarios para la investigación.

Salvo un par de artículos evocativos –publicados por uno de sus amigos, el paraguayo Justo Pastor Benítez1 (Pastor Benítez, 1956: 4; 1958: 4) y algunos datos en un artículo de Laura Reali (Reali, 2004: 193-227), no existen estudios críticos o biográficos sobre la trayectoria de este autor brasileño. Tal opacidad contrasta con su “presencia epistolar” en los archivos particulares de historiadores como Luis Alberto de Herrera, Alberto Palomeque, Juan Pivel Devoto, Emilio Ravignani y Ricardo Levene.

En el artículo “Um servidor da História”, Pastor Benítez lo presenta como un acumulador compulsivo de información y un “profundo conocedor de los sucesos del siglo XIX” (Pastor Benítez, 1956: 4), en particular de las relaciones de Brasil con el Río de la Plata. En 1958 publicó una nota necrológica, “Em cova rasa”, en la que retomo los tópicos del texto anterior y agregó algunos datos biográficos. Son textos evocativos y afectuosos, que revelan admiración por un incansable trabajador que vivió en la pobreza y prefirió estar entre los libros antes que cultivar las relaciones humanas.

No se pudieron identificar estudios académicos sobre Azevedo. Las referencias más próximas a un examen de esa naturaleza las formula Laura Reali. La autora revisa la posición del brasileño en el contexto de la campaña de Herrera para reivindicar la memoria de su padre, Juan José de Herrera (Reali, 2004: 193-227). Es un examen erudito que refleja algunas de las facetas del personaje (interés por la historia rioplatense, afán heurístico, carácter de polemista) y revela el complejo entramado de las redes historiográficas de la época.

Walter A. de Azevedo desarrolló su actividad intelectual en Río de Janeiro entre las décadas de 1930 y 1950. En ese período hubo una expansión importante de los estudios históricos en Brasil. Se crearon condiciones favorables –en el marco de las iniciativas del proyecto nacionalista “estadonovista”– para el surgimiento de universidades que formaran una nueva elite dirigente. En el campo de la Historia, uno de los emergentes más significativos de esta política fue la participación de Fernand Braudel, a partir de 1935, en la organización de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de San Pablo. Los centros universitarios desplazaron paulatinamente al Instituto Histórico y Geográfico Brasileño (en adelante IHGB) que había tenido hasta entonces la preeminencia en la gestión de la indagatoria sobre el pasado. Paralelamente estaba surgiendo una generación de intelectuales conocidos como los “intérpretes de Brasil” -Gilberto Freyre (1900-1987), Sergio Buarque de Holanda (1902-1982) y Caio Prado Junior (1907-1990)- que encararon el estudio de la identidad nacional. Las prácticas historiográficas experimentaron transformaciones sustanciales (auge de los estudios interdisciplinarios, relevancia del factor económico, desarrollo editorial, labor de los discípulos de Braudel).

La nula visibilidad y proyección de Walter Alexander de Azevedo en los circuitos historiográficos locales sugiere que estuvo al margen de los círculos tradicionales de sociabilidad intelectual (el IHGB) y de los nuevos centros universitarios de formación. Tampoco se registran datos de ningún tipo en los escasos estudios de historiografía rioplatense comparada referidos al segundo tercio del siglo XX. Por tanto, para reconstruir su itinerario biográfico y calibrar su contribución –en cuanto proveedor heurístico– en la configuración de los campos historiográficos2 nacionales se debe recurrir exclusivamente a los escuetos artículos de Justo Pastor Benítez Pastor y a los datos aportados por él mismo en la correspondencia enviada a sus corresponsales montevideanos y bonaerenses.

Para las transcripciones de las cartas se optó por traducir al castellano los originales en portugués, con el propósito de favorecer la comprensión de los textos y la intelección de las argumentaciones centrales del artículo.

Una vida susurrante entre cartas amarillentas

Walter A. de Azevedo nació en 1887 en Santos y murió en 1958 en Río de Janeiro. Su madre era de origen alemán y su padre brasileño. Recibió una sólida formación humanística en colegios ingleses y alemanes. Permaneció en Santos durante su infancia y adolescencia. En ese tiempo aprendió el oficio de tipógrafo. En una fecha no determinada se radicó en Río de Janeiro.

Existen indicios de una temprana incursión en el periodismo3, pero sin datos ciertos sobre el medio en el que escribió o la temática que abordó. Durante la Primera Guerra Mundial publicó una serie de artículos sobre la conflagración que aparecieron en el Jornal do Commercio y posteriormente se compilaron en un libro. En las décadas de 1930 y 1940 publicó una cantidad considerable de artículos históricos en medios como Correio da Manhã y Jornal do Brasil.

Se casó con Nahir Gomes y tuvo un hijo, Waldir Alexander de Azevedo, que nació el 5 de enero de 1940. Walter tenía cincuenta y tres años. Comunicó la noticia a su amigo Juan Pivel Devoto en un tono que mezclaba alegría e incertidumbre: “¡Caramba! ¡Que sorpresa!... Imagíneme a mí, en esta edad, ¾ ciego y ya sordo (otitis profundísima) del lado derecho, ¿cómo criar, educar y encarrilar un hijo, ahora?... Solo mediante la mucha gracia de Dios”.4

Debió enfrentar problemas económicos durante toda su vida. Inicialmente trabajó como secretario de ejecutivos de “empresas inglesas y americanas”5 realizando transcripciones taquigráficas del inglés al portugués. El 27 de abril de 1936 ingresó como empleado (“4º oficial”) en el “Instituto de Aposentadoria e Pensões dos Bancários”, luego de estar sin trabajo durante varios meses, situación que le generó una sensación de “desesperación”.6 Logró el empleo gracias a las gestiones de uno de sus “protectores”.7 A partir de entonces su suerte mejoró, consiguió un nuevo alojamiento que disponía de una sala amplia que, en caso de quedar nuevamente desempleado, le permitiría ganarse la vida dictando clases de inglés, alemán, portugués y taquigrafía.8 Sentía que el fantasma del desempleo lo amenazaba y pensaba estrategias alternativas para subsistir en un caso de emergencia.

Las dificultades materiales restringieron sus posibilidades de investigar y le generaron angustia. No tenía reparos en compartir esos problemas con sus interlocutores. En cierta ocasión se disculpó con Alberto Palomeque, por “el estilo algo ´pampero´ de mis cartas: es que escribo con premura, en la oficia: el tiempo es mi mayor enemigo”.9 Cuando consiguió el puesto en el Instituto de Aposentadoria e Pensões, sus posibilidades de investigar se redujeron pues el horario de la oficina coincidía con el del Archivo y el de la Biblioteca Nacional.10 Hubo períodos en que no disponía de una máquina de escribir en su casa11, debía usar de manera furtiva una de su trabajo.

La mayoría de sus cartas eran extensas, de texto abigarrado. Generalmente desbordaban los márgenes con anotaciones manuscritas. La forma y el contenido sugieren –sin pretensiones de diagnóstico psicológico– una personalidad hiperactiva y con tendencias a la depresión (expresadas en una cierta incontinencia erudita expuesta en interminables enumeraciones de cuestiones a desarrollar). Formulaba preguntas a sus corresponsales, respondía consultas de éstos, comunicaba referencias bibliográficas, descubrimientos heurísticos y datos diversos. Se mostraba ansioso por libros que no llegaban o respuestas que no le conformaban. Le molestaba profundamente la falta de reciprocidad por parte de colegas con quienes había sido generoso. En la nominación de sus interlocutores utilizaba expresiones y fórmulas de cortesía hiperbólicas que pautaban una distancia auto-impuesta entre el prestigio de los mismos y las limitaciones propias.

El historiador uruguayo Mateo Magariños de Melo lo conoció en 1951, durante una estancia de investigación en Río de Janeiro. En su correspondencia con Pivel expuso algunas observaciones sobre el personaje, que parecen confirmar las impresiones formuladas ut supra, basadas en la evidencia documental. Lo define como un “tipo inquieto y absurdo”12, con el que frecuentemente se encontraba en el Archivo de Itamaraty, donde era “huésped cotidiano”13 y tenía mucha influencia. Se quejaba de que le complicaba el trabajo pues a “cada rato viene a preguntarme cosas o a darme consejos”.14 En ocasiones perdía toda la mañana debido a que “no hay manera de ver nada con él, porque cambia de tema a cada instante”.15 El uruguayo lo consideraba “un loco”, pero “muy simpático”16 y generoso.

Walter A. de Azevedo no fue –no quiso o no pudo ser– un historiador profesional. Su producción se restringió a algunos artículos publicados en la prensa carioca sobre temas puntuales.

Concurrió solamente a un evento internacional, el Congreso de Historia organizado en 1928 por la Junta Nacional de Historia de Uruguay. El Jornal do Brasil publicó una breve nota en la que informaba que, el 17 de noviembre, Azevedo dictaría una conferencia sobre “Historia Americana”. Después de la misma le sería ofrecido un banquete (Anónimo, 17 de noviembre de 1928: 7).

Fue miembro correspondiente de corporaciones como Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay (a partir de 1952) y de la Academia Argentina de la Historia (a partir de 1957). Nunca integró el Instituto Histórico y Geográfico de Brasil.

Realizó contribuciones bibliográficas y documentales muy significativas que ayudaron a historiadores como Ricardo Levene, Emilio Ravignani, Juan Pivel Devoto y Ariosto González. Además, suministró –según testimonio de su amigo personal, Justo Pastor Benítez– amplísima información a los paraguayos Cecilio Báez, Manuel Domínguez, Julio César Chaves, Efraím Cardozo y Antonio Ramos. La obra de los mismos no se explicaría en su totalidad sin los aportes del brasileño (Pastor Benítez, 1956: 4).

En una carta dirigida a Levene, comentaba: “Mi autoridad para dar opinión al respecto [se refiere a la autenticidad de cierto documento] es muy restringida, porque no soy historiador académico, como los ilustres amigos DRS. RICARDO LEVENE, CARLOS ALBERTO PUEYRREDON, ARIOSTO D. GONZÁLEZ y tantos otros, sino simple diletante de la Historia, lector e investigador sí”.17 Consideraba que, sobre el tópico en discusión, “la argumentación de los señores RICARDO LEVENE y ARIOSTO GONZÁLEZ es irrefutable”. 18 Procedió de manera similar cuando Ravignani lo invitó a publicar un artículo en la revista del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad de Buenos Aires. Agradeció con emoción el ofrecimiento, pero lo rechazó argumentando, entre otras razones19, que no estaba a la “altura de figurar entre tantos ilustres colaboradores de esa publicación”.20

Tenía conciencia de su subalternidad en el ecosistema historiográfico platense. Procedía cautamente. Construyó para sí un espacio de respetabilidad intelectual como referente y proveedor heurístico. La imposibilidad de consultar repositorios extranjeros y las limitaciones que tenía en su propio país, impidieron que realizara trabajos de largo aliento.

Justo Pastor Benítez lo describió como un intelectual desinteresado y erudito que compartió generosamente piezas documentales halladas luego de mucho esfuerzo. Era un intelectual generoso, un bibliófilo parecido a los letrados del siglo XIX. Le interesaban obras relacionadas con la historia de Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina. Durante toda su vida frecuentó los archivos cariocas y, en función del tiempo que le quedaba libre, se dedicaba a seleccionar y copiar, de manera manuscrita y en ocasiones fotográfica, documentos interesantes para sus indagatorias o que le parecían útiles para alguno de sus colegas extranjeros.

No hay manera de justipreciar el volumen de su biblioteca ni la entidad de los materiales reunidos. Dejó un indicio de la magnitud del repositorio en una misiva de 1936, en la que le comentó a Pivel: “Conseguí mudarme con mi enorme biblioteca: 14 valijas grandes, 36 bolsas y cajas menores!!!!”.21 Se trata de un repositorio significativo, reunido con grandes esfuerzos pecuniarios y gracias a los obsequios de sus colegas.

En la correspondencia mantenida con Pivel, Ravignani y Levene puede apreciarse un paulatino deterioro de su salud. Las dificultades sanitarias se esbozan en una carta de 1936 en la que le comentó a Pivel –disculpándose por no enviarle en tiempo y forma unas copias documentales– que estuvo en cama “con unas hemorroides que irrumpieron después de un desarreglo gástrico”.22 En 1944, le decía a Ravignani que no podría cumplir con un encargo heurístico debido a que su salud empeoraba “siempre, de enfermedad sin cura”.23En 1950 le explicó a Levene que estaba luchando “con la falta creciente de vista, ya ciego del ojo izquierdo y el derecho con astigmatismo”.24

El 21 de enero de 1957, en la que fue aparentemente la última carta enviada al uruguayo, confesaba que estaba “escribiendo Dios sabe cómo! después de estar sufriendo las consecuencias de cinco operaciones (las dos últimas muy penosas) en tres hospitales, hace pocos meses atrás”.25 Culminaba con tono quejumbroso, “exhausto del doble esfuerzo físico y mental”.26 Falleció el 5 de agosto de 1958.

“Escribió poco y publicó todavía menos”

Walter A. de Azevedo “escribió poco y publicó todavía menos, teniendo material para una obra vasta” (Pastor Benítez, 195: 4). Las razones de su escasa producción son múltiples. Para subsistir debió tomar empleos administrativos. Carecía del tiempo y de la tranquilidad necesaria para concurrir a los archivos y procesar la información. En cierta ocasión expresó: “Si no fuese por mi enemigo `tiempo` (soy estenógrafo inglés-portugués y trabajo desde las 8 hasta las 5…) […] cuánta cosa curiosa publicaría. Sobre López, por ejemplo, lo que podría escribir, que lo diga mi buen amigo, D. Juan O`Leary”.27

La baja producción podría vincularse, además, a su perfil psicológico. Tenía una personalidad reconcentrada y con ciertos rasgos obsesivos. Buscaba documentos y libros que leía con fruición y con espíritu de polemista. Procuraba el dato curioso, la fuente original o desconocida. Se concentraba en temas, debates y problemas coyunturales que, pasado un cierto tiempo, abandonaba para abordar otros.

Su temperamento inquieto y excéntrico -tan bien descripto por Magariños de Mello- se refleja en sus artículos: crónicas eruditas, elaboradas sobre asuntos puntuales, que tienen por fundamento la transcripción textual de documentos, hilvanados mediante conectores conceptuales mínimos y básicos. El estilo narrativo es “nervioso”, apresurado y atiborrado de información. La carga heurística no exime la dimensión hermenéutica, los documentos están expuestos en orden a probar las proposiciones del autor. Los temas dominantes fueron las relaciones de Brasil con el Río de la Plata en las primeras décadas del siglo XIX28, los orígenes de la Guerra del Chaco, la vida y acción de personajes polémicos como Francisco Solano López. Es evidente que las cuestiones relacionadas con la historia del Paraguay atraían su atención. No es posible, en el estado actual de la investigación explicar las razones de ese interés tan focalizado.

Algunos artículos están dedicados a exhumar documentos curiosos, desconocidos o de importancia para la reconstrucción de ciertos acontecimientos o procesos. La fuente parece ser más importante que los hechos referenciados.

En el opúsculo “A revolução da independência do Paraguay vista por um brasileiro illustre (14 e 15 de maio de 1811)”, Walter A. e Azevedo presenta un documento que contextualiza minuciosamente. Se trata de un informe, de carácter geopolítico, que describe los intereses y las fuerzas en pugna en los territorios de la Cuenca del Plata en la coyuntura revolucionaria. Procura clarificar los motivos del envío a Asunción del Teniente de Dragones José de Abreu, el 10 de abril de 1811, por parte del Capitán General de la Provincia de San Pedro de Río Grande del Sur, Diego de Souza. Era una “misión confidencial junto al gobernador español de Paraguay, Bernardo de Velazco” (de Azevedo, 14 de mayo de 1933: 16), con el propósito de obtener una narración circunstanciada de los acontecimientos. Transcribe íntegramente el informe presentado por José de Abreu. Lo evalúa como un testimonio valioso por la imparcialidad con que se exponen los pormenores de la revolución paraguaya.

Una de las cuestiones que centraron su atención a comienzos de la década de 1930, fue el problema de límites en el Chaco. Tema de candente actualidad al que dedicó una serie de artículos, publicados en periódicos cariocas, en los que puede apreciarse su estilo expositivo, sus estrategias argumentales y su praxis heurística.

En “O Chaco na historia do Paraguay”, reproduce una serie de documentos29, copiados por él mismo en archivos paraguayos, relacionados con los territorios disputados por Bolivia y Paraguay. (No hay certeza ni de la fecha ni de los archivos consultados. Podría suponerse, en base a comentarios indirectos realizados en la correspondencia enviada a Alberto Palomeque, que fue en 1928, en el marco de su viaje a Montevideo con el propósito de participar en el congreso internacional referido ut supra.) Comenta las fuentes, identifica detalles importantes y plantea preguntas. Se limita a “anotar” o “presentar” los documentos. No formula juicios ni interpretaciones, a lo sumo describe datos que considera importantes (pormenores sobre la frontera de la “Provincia del Paraguay”, detalles sobre las características topográficas del territorio, aparentes contradicciones entre lo establecido en los documentos y la interpretación de algunos historiadores). Procede como un heurístico que exhuma y difunde fuentes. Hilvana una serie de textos que articulan, con cadencia periodística, un relato histórico.

La posición del autor en el diferendo era favorable a la tesis paraguaya. Esto provocó una polémica en el Jornal do Brasil con el boliviano P. Loureiro. En el artículo “Paraguay-Bolivia. A questão do Chaco”, de Azevedo revisa los cuestionamientos de Loureiro y procura rebatirlos uno por uno. Utiliza fuentes cartográficas y escritas. Argumenta que dejará de lado la “sapiencia libresca” (de Azevedo, 2 de mayo de 1933: 6) y se limitará a citar documentos. En realidad, los juzga e interpreta. Apela a la ironía para desacreditar afirmaciones que considera deshonestas de Loureiro. Evidencia su erudición indicando, por ejemplo, que existen en Londres y en Santiago de Chile, copias de un mapa de 1843 cuyo original estaba en la mapoteca del IHGB. Apela a un reciente opúsculo del chileno Carlos Grez Pérez, La prueba de los mapas en el conflicto del Chaco (Santiago, 1933), para demostrar que la cartografía histórica favorecía mayoritariamente a Paraguay. Considera inútil desperdiciar demasiado tiempo en una polémica con un interlocutor que desconoce “la hermenéutica indispensable para una buena argumentación” (de Azevedo, 2 de mayo de 1933: 6).

La preceptiva metodológica de Walter A. de Azevedo entronizaba al documento como piedra angular de la reconstrucción histórica.

El resto de los artículos relacionados con la cuestión del Chaco presentan características metodológicas y de exposición narrativa similares a las de los textos referenciados. En algunos casos no se limita a la mera transcripción de documentos sino que cita la opinión de juristas e historiadores (de Azevedo, 8 de Julio de 1933: 8). Estaba al tanto de las novedades bibliográficas (de Azevedo, 2 de agosto de 1933: 10).

En algunas ocasiones abandonó el estilo erudito-documental en aras de una narración más libre. Es el caso del texto titulado: “Solano López. A história registra hoje o centenário do nascimento desse dictador paraguayo”. Elabora una síntesis biográfica en la que describe distintas facetas del personaje. Formula valoraciones de carácter psicológico y arriesga alguna hipótesis contrafáctica.30 Considera al Mariscal como el principal responsable de la Guerra de la Triple Alianza.31 Cita pocos autores y deja un esbozo de sus potencialidades para la realización de trabajos que superaran la mera selección y transcripción de fuentes.

Proyección regional, redes y contactos

La opacidad de Walter Alexander de Azevedo en los círculos historiográficos de Brasil contrasta notoriamente con la relativa notoriedad que tuvo entre los especialistas de Argentina, Uruguay y Paraguay. Su carácter de intelectual inquieto se avenía muy bien a las demandas de colegas extranjeros que le solicitaban –en virtud de su ubicación en Río de Janeiro, cercano a repositorios que custodiaban fuentes relevantes para la historia rioplatense– copias documentales y actualización bibliográfica sobre temas diversos.

Contribuyó a la articulación de los campos disciplinarios nacionales desempeñando el rol de proveedor heurístico. Desarrolló su acción a través de las redes epistolares. En los archivos de Ravignani, Levene, Palomeque y Pivel, se conservan decenas de cartas que dan testimonio de las mismas. Debido a la imposibilidad de ubicar su archivo personal -y de la carencia absoluta de datos sobre su existencia- no disponemos de las cartas dirigidas por sus corresponsales. Resulta por tanto difícil trabajar en base a la categoría de “intercambios epistolares”, parece más prudente utilizar la de “contactos” para calibrar la dinámica y entidad de los vínculos establecidos.

No son claras las circunstancias en que el brasileño inició los vínculos con sus interlocutores rioplatenses. Las evidencias sugieren que en la década de 1920, era una figura conocida y respetada por los historiadores uruguayos: Alberto Palomeque y Juan Pivel Devoto lo distinguieron con su amistad; Aquiles Oribe presentó su candidatura para integrar la Junta de Historia Nacional, en calidad de miembro correspondiente. En 1928 fue invitado a participar del Primer Congreso de Historia Nacional organizado por la Junta y realizado en Montevideo.32 El origen de las relaciones con los argentinos Ravignani y Levene parece responder a iniciativas concretas del brasileño por contactarse con ellos.

Alberto Palomeque era un prestigioso jurista a historiador uruguayo, adscripto a la historiografía tradicional de orientación nacionalista, que estaba radicado en Argentina. La etapa de mayor contacto epistolar con Azevedo fue entre 1927 y 1928. Los tópicos de las cartas son diversos y contienen múltiples referencias a otros autores.

El vínculo se inició con una carta de nueve páginas de Walter de Azevedo.33 Contiene edulcoradas fórmulas de cortesía para con Palomeque, que contrastan con expresiones autorreferenciales de modestia. El signatario reclama algunos ejemplares de Crítica jurídica, histórica, política y literaria (revista cultural editada en Buenos Aires por Palomeque, entre 1924 y 1929), especialmente uno que contiene un artículo sobre la batalla de Ituzaingó. Pone a disposición de Palomeque varias copias de fuentes vinculadas con la política de Brasil en el Río de la Plata (proporcionadas por Alfredo Varela) y cartas de Juan Antonio Lavalleja a Pedro Trápani. El texto adquiere densidad heurística cuando el autor comenta una serie de documentos relacionados con el período 1825-1828 (guerra entre las Provincias Unidas y el Brasil) y con el proceso que desencadenó la Guerra de la Triple Alianza.

Las siguientes misivas fueron en general extensas. El autor retomaba comunicaciones anteriores y comentaba la documentación glosada. En cierta ocasión34 interrogó a Palomeque sobre la ubicación del archivo de Urquiza y aprovechó para realizar comentarios sobre el rol histórico del entrerriano. También compartía novedades documentales, en algunos casos descubrimientos personales, que consideraba interesantes en sí mismos y de utilidad para los estudios del uruguayo.35

Las misivas permiten conocer las estrategias utilizadas por Azevedo para proyectarse en el ecosistema historiográfico platense. Procuró obtener la atención de Palomeque y lograr -en función de su “peso funcional”36- convalidación epistémica. Apeló a recurrentes y edulcoradas fórmulas de cortesía que buscaban adular su vanidad.

Conociendo la personalidad de Palomeque y el carácter patricio de la historiografía imperante entonces en Uruguay37, Azevedo recurrió al expediente del ensalzamiento y la condena de los antepasados para congraciarse con su interlocutor. No vaciló, por ejemplo, en criticar duramente a Luis Alberto de Herrera –con quien Palomeque estaba enfrentado, debido a interpretaciones encontradas sobre el rol de Juan José de Herrera en los prolegómenos de la Guerra de la Triple alianza– a quien definió como un “historiador pro domo sua … y ad usum delphini”.38 Pretendía cuestionarlo utilizando “millares de documentos”, conservados en Brasil, que se salvaron “de los archivos paraguayos”.39

La rigurosidad manifiesta hacia Herrera no fue la norma general. Estudiando documentos sobre las causas de la Guerra de la Triple Alianza, Azevedo encontró citado el nombre de Gabriel Palomeque, padre de Alberto. Inmediatamente le escribió y le formuló algunas interrogantes sobre su progenitor, pues “antes de tratar sobre eso”, deseo “saber algo al respecto de su respetado padre, para no ofender en nada a mi ilustre amigo”.40 Esta dualidad de criterio refleja algunas pautas de procedimiento típicas de aquella etapa preprofesional, propias de una historiografía patricia que no vacilaba en atemperar juicios y ocultar fuentes.

El elogio y la crítica era manejados con criterio funcional, en aras de la legitimación epistémica, por parte de un agente subordinado en el demos historiográfico brasileño. Walter de Azevedo procuraba proyección internacional. Reiteradamente consultaba a su interlocutor sobre la impresión que “sus modestos escritos […] han causado en Uruguay”.41

Las redes intelectuales favorecían la difusión de la producción historiográfica. El brasileño notificó a Palomeque que en la librería “Leite Ribeiro y Cia.” de Río de Janeiro, estaba a la venta su libro Rivera y la campaña de las Misiones. Le avisó a Tasso Fragosso que tenía a disposición ese material –que podría resultarle útil para sus investigaciones–, pero éste ya estaba enterado por medio del agregado militar de la embajada brasileña en Montevideo. Antes lo había llamado otro historiador uruguayo (Ariosto González42) para informarle.

En otra oportunidad, envió a Palomeque el tomo I de la obra de Alfredo Varela, Dos grandes intrigas, un “preciosísimo ´vademecum´ para cada estudioso de la política Portugal-Brasil-Río de la Plata”43 (agrega, como dato anecdótico, que Varela era “hijo de un uruguayo ´blanco´, cónsul en Yaguarón en el año 1864”).44 Los vínculos interpersonales permitían la difusión internacional de textos que, de otra forma, quedarían circunscriptos al país de cada autor.

Los móviles que llevaron a Walter de Azevedo a vincularse con Palomeque explican también la relación que estableció con otro historiador uruguayo, Juan Pivel Devoto.45

En la década de 1930, de Azevedo siguió procurando en el extranjero el reconocimiento del que carecía en su país. Pivel, por su parte, buscaba un “corresponsal” en Río de Janeiro que difundiera sus obras, lo tuviera al tanto de las novedades editoriales y le enviara copias de documentos para sus investigaciones. Paulatinamente la relación se transformó en asimétrica debido al prestigio alcanzado por Pivel (tanto en Uruguay como en la región) que contrastaba notoriamente con la opacidad del brasileño.46

El corpus epistolar es muy interesante porque revela la transición entre dos modalidades de concebir la práctica historiográfica: una en decadencia, de tipo documentalista, característica del siglo XIX y que se reflejaba en la impronta “patricia”47 de Walter de Azevedo; y otra en ascenso, que ponía énfasis en las fuentes pero incorporaba metodologías y técnicas de tratamiento de las que Pivel era abanderado.

El contacto comenzó en 1932 y culminó en 1957. Contiene comentarios y análisis críticos sobre obras y autores vinculados con la historia de Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina.

La primera carta está fechada en Río de Janeiro el 8 de agosto de 1832. Walter de Azevedo acusa recibo de un ejemplar de La misión de Nicolás de Herrera a Río de Janeiro (1829-1830). El libro de Pivel le llegó por intermedio de un amigo común, el uruguayo Telmo Manacorda. Fue una sorpresa muy agradable y de mucha utilidad para el carioca que estaba investigando “en la correspondencia del gran protector de Nicolás Herrera, como fue el general Lecor”.48 Informa a Pivel de la existencia, en la colección “Cisplatina” del Archivo Nacional, de escritos de Herrera. Además de compartir varios datos sobre el personaje, Azevedo comenta la obra y destaca las novedades que aporta para la historia del relacionamiento entre Brasil y Argentina.

Pivel le había anunciado sus intenciones de investigar sobre otras misiones diplomáticas. El brasileño formuló un compromiso de honor: “Como la gratitud se comprueba sinceramente por actos y no solamente con palabras, créame, Sr. Pivel Devoto, le prometo esto: tendrá de mi parte algunas contribuciones, resultados de mis pesquisas”.49 Lo invitó a no titubear en escribirle cuando necesitara alguna aclaración en la que pudiera serle útil. La serie epistolar confirma que cumplió la promesa.

Walter A. de Azevedo encontró en el bisoño investigador oriental un interlocutor válido. El vínculo surgió en el momento adecuado. Estuvo motivado por intereses temáticos comunes y animados por la expectativa de un viaje de estudio de Pivel a Río de Janeiro. El uruguayo le solicitó información sobre contactos que pudieran agilizar su labor. El brasileño le mandó una lista con direcciones de doce personas e instituciones. La mitad están marcadas con un asterisco (Dr. Hildebrando Accioly, Dr. Basilio de Magalhaes, Dr. Alexandre Lima Sobrinho, Teniente-Coronel Emilio Fernandes de Souza Docca, Dr. Antonio Baptista Pereira, Dr. Helio Lobo), en una nota aclaratoria explica que solamente en esos casos “le serviría indicar mi nombre como amigo”.50

La correspondencia giró en torno a preguntas, comentarios, datos y solicitud de materiales vinculados con asuntos de la historia rioplatense y de las relaciones entre Uruguay y Brasil. Los tópicos de interés fueron variando con el tiempo. Entre 1936 y 1937 intercambiaron varias cartas eruditas con referencias y documentos sobre la Provincia Cisplatina51; en 1948 estuvieron ocupados con el tema de las relaciones diplomáticas Uruguay-Brasil.52

El intercambio de materiales funcionó de manera eficaz. Walter A. de Azevedo solicitaba publicaciones uruguayas. Recibía regularmente la Revista del Instituto Histórico y Geográfico y los trabajos publicados por Pivel. Los pedidos iban acompañados de muestras de reciprocidad. En 1933 le envió un paquete con recortes de sus artículos publicados en el Jornal do Brasil53 y en 1942 le manifestó su intención de obsequiarle centenas de copias de documentos sobre Uruguay. Debe consignarse que había procedido de la misma forma con el paraguayo Efraím Cardozo, a quien entregó abundantes copias de fuentes referidas a Paraguay.54

Varias cartas tienen tanta densidad crítica e informativa que, en su conjunto, permitirían elaborar verdaderos estados de la cuestión sobre temas específicos. Una de las más significativas es la del 21 de enero de 1957, la última de Walter de Azevedo conservada en el archivo de Pivel.55 Enumera veinticuatro cuestiones que desarrolla prolijamente en dos fojas mecanografiadas, con anotaciones manuscritas en los márgenes. Contiene referencias varias a intercambio de libros, folletos y documentos.

En la serie se esbozan ciertas tensiones entre los miembros de la red. A comienzos del año 1936, Pivel le solicitó a de Azevedo unas copias documentales. Éste le sugirió sacar registros fotográficos, le dio el nombre del técnico adecuado, el costo estimado y el mecanismo de pago.56 Las copias estaban listas a comienzos de junio y quedaron en poder del brasileño hasta que Pivel mandara a buscarlas a una persona de confianza.57 El historiador oriental estaba preocupado, deseaba la primicia de la publicación de los documentos (por los que había pagado), pero intuía que de Azevedo pensaba utilizar algunas reproducciones y le había ofrecido otras a Ravignani. Ante estas reticencias, el brasileño comenta:

“Si yo le pidiese (al Dr. Ravignani) no publicar tales ampliaciones por saber que el querido amigo Juan Pivel Devotó está presto a publicar un trabajo suyo en el cual incluiría esas ampliaciones […], ¿le serviría a V.? Juzgo que sería una buena protección. Yo también le debo muchas finezas al Dr. Ravignani y si él me pidiese tales fotografías, ¿cómo podría negárselas? Además, ya tiene el Instituto de Investigaciones un representante aquí, protegido del embajador argentino […] y por ese representante podría el Dr. Ravignani sacar las misma fotografías, ¿no cree?”.58

Los miembros de la red tenían compromisos múltiples entre sí. Ravignani necesitaba del brasileño, pero su “dependencia” era relativa debido a que tenía la posibilidad de enviar investigadores para copiar la documentación pertinente.

La serie epistolar revela la identidad de los miembros del circuito. Pueden citarse, sin ánimo de inventario, a: Telmo Manacorda, Ariosto González, Felipe Ferreiro, Mario Falcao Espalter (uruguayos); Efraím Cardozo, Justo Pastor Benítez, Antonio Ramos (paraguayos); Emilio Ravignani, Ricardo Levene (argentinos); José Antonio Soares de Souza (brasileño). Abundan las referencias a los paraguayos, con quienes estableció excelentes relaciones, en particular con Cardozo.59

El 8 de enero de 1959, Pivel le escribió a la esposa de Walter A. de Azevedo, Nahir Gomes, una significativa carta de condolencias en la que expresó su pesar por la muerte de quien fue “un leal amigo, un sincero colaborador, que ha dejado el recuerdo de su virtuosa personalidad”.60 Carta emotiva que testimonia un aprecio muy intenso que trascendió los términos del intercambio académico.

Los corresponsales argentinos de Azevedo fueron Ravignani y Levene. Según las constancias epistolares, los vínculos con el primero duraron doce años (1934 a 1946) y con el segundo dos (1949-1950).

El contacto con Ravignani fue fluido y frecuente. En las comunicaciones predominaron los tópicos heurísticos y tuvieron un tono académico. Se registran, como dato original, algunas apreciaciones del brasileño sobre la situación política de los Estados de la Cuenca del Plata.61 En cuanto al entretejido de redes se confirman las tendencias esbozadas en los epistolarios de Palomeque y Pivel, en especial las relaciones con autores paraguayos como Efraím Cardozo62 y Antonio Ramos.63

La primera comunicación fue una tarjeta postal, fechada en Río de Janeiro el 5 de agosto de 1934, firmada por Azevedo y por Pivel. El uruguayo estaba en la ciudad carioca relevando documentación. La tarjeta tenía en el anverso la imagen del Cristo Redentor y en el reverso un texto que decía: “Dos estudiosos de historia, saludan cordialmente al maestro y amigo, de lo alto del Corcovado”.64 Enunciado interesante que permite intuir la existencia de un cierto vínculo del joven Pivel65 con los veteranos Ravignani y de Azevedo. Además, revela el reconocimiento del “peso funcional” del argentino en el ecosistema historiográfico platense, por parte de un Walter A. de Azevedo consciente de sus limitaciones como historiador y de un Pivel que ambicionaba posicionarse en un sitial respetable. Ravignani era un agente legitimador del cual convenía estar próximo.

Las cuestiones dominantes en la correspondencia fueron los intercambios heurísticos. Libros, recortes de prensa y copias de documentos se cruzaban frecuentemente entre Río de Janeiro y Buenos Aires. Ravignani mantenía a de Azevedo al tanto de las novedades editoriales porteñas y éste lo nutría de bibliografía carioca. El tránsito era fluido y respondía a las inquietudes de dos intelectuales necesitados de actualización.66 El brasileño confesó que la “bibliofilia muchas veces degenera en bibliofagia, es mi caso”. Le pedía al argentino que, ante sus frecuentes pedidos bibliográficos, lo favoreciera “con su inagotable indulgencia”.67

En 1935, Ravignani tenía previsto enviar investigadores a Río de Janeiro –en representación del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires– para “explorar las `minas` de documentos históricos por aquí existentes y de tanto interés para la historia de la grande y noble nación argentina”.68 Esa idea no impidió que siguiera requiriendo los servicios de Azevedo. Frecuentemente le solicitó información sobre fuentes y materiales relacionados con personajes y hechos de la historia rioplatense. Pedía reproducciones de documentos concretos (muchos de ellos fotografiados, como una carta de Saturnino Rodríguez Peña dirigida al Conde de Linares69) o clarificaciones vinculadas con autorías o procedencias de ciertos opúsculos (por ejemplo, dudas sobre el origen de un escrito referido al revolucionario chileno Manuel Rodríguez70, fuentes y bibliografía sobre la misión del Marqués de Santo Amaro al Río de la Plata71).

Cada interrogante era respondido de forma minuciosa. Walter A. de Azevedo clarificaba todos los tópicos posibles y planteaba las dudas pertinentes cuando la información no era suficiente. Procedía como crítico inmisericorde con las observaciones o juicios de colegas con quienes disentía. Los cuestionamientos estaban relacionados con el desconocimiento por parte de los autores en cuestión, de documentos oportunamente identificados por él.

En reciprocidad por esos favores, Ravignani lo invitó a escribir una nota introductoria a una publicación erudita. El brasileño declinó argumentando razones de salud, falta de tiempo y “competencia” para realizar decorosamente el encargo.72

El contacto finalizó de manera abrupta en 1946. No hay certeza de las razones. Tal vez se debió a un cierto enojo del brasileño con Ravignani por no haber acusado recibo de unas cartas de enero de ese año con información sobre la Misión del Marqués de Santo Amaro. Se cuestiona si la falta de respuesta se debió al extravío de la correspondencia o a “la falta de tiempo de parte del Amigo”. Confiesa que esta última opción lo disgustaría mucho, “ya que –con mi edad y con la salud afectada, además de otras cuestiones de mi vida– realmente constituyó un esfuerzo al que solo me animé movido por la alta consideración en que tengo a la personalidad del Sr. Dr. Emilio Ravignani y por tanto habría apreciado recibir el aludido acuse que VS por ventura hubiese enviado”.73 Es posible que los acontecimientos políticos argentinos, tuvieran ocupado a Ravignani y le quitaran tiempo para atender a su sensible corresponsal carioca.

La relación de Walter A. de Azevedo con Ricardo Levene fue muy distinta a la establecida con los autores referenciados ut supra. El primer elemento original fue la brevedad de la misma, apenas dos años (1949 y 1950) si nos atenemos a las cartas conservadas en el archivo del historiador. Impera la formalidad, no hay espacio para cuestiones de índole personal.

El centenario de la muerte de José de San Martín motivó un intercambio que se inició en junio de 1949 con el obsequio de un opúsculo de Levene sobre el libertador. Walter de Azevedo retribuyó la gentileza con el envío de dos ejemplares de los Anais da Biblioteca Nacional y los catálogos del Archivo Imperial de Petrópolis.74 Comenta el hallazgo de fuentes sobre Mariano Moreno en el Museo Imperial y le anuncia que en sus vacaciones de invierno iría a tomar algunas copias que le remitiría prontamente.

Las consultas heurísticas de Levene se refirieron a la actuación de personalidades como José San Martín y Mariano Moreno, figuras que concitaron su atención en distintos momentos de su carrera. Las respuestas de Walter A. de Azevedo eran rápidas y no se limitaban a los requerimientos del argentino. Agregaba datos y documentos sobre otras cuestiones. Es particularmente rica una misiva del 17 de diciembre de 1949 en la que informa y especula sobre documentación, hechos y autores referidos a los vínculos entre Brasil y el Río de la Plata en la coyuntura revolucionaria.75

Durante el período del que quedó constancia documental, WAA recibió puntalmente las novedades editoriales de Levene. Se destaca, en este sentido, el libro Proceso histórico de Lavalle a Rosas.76

Conclusión

Estudiar la vida, obra, proyección y vínculos de Walter Alexander de Azevedo resulta complejo. Los obstáculos surgen de la carencia de estudios previos, de su escasa producción y de la dificultad de examinar cabalmente los intercambios epistolares con sus colegas de la región platense (por la imposibilidad de ubicar su archivo personal). Otro inconveniente nace de ciertas contradicciones tanto en el plano de sus relaciones interpersonales77, como de sus interpretaciones históricas.78 Estos factores condicionan las conclusiones a las que se puede arribar. Solamente pueden formularse especulaciones e inferencias.

Escribió poco, fundamentalmente artículos que se publicaron en periódicos de Río de Janeiro. Los problemas económicos que lo afectaron durante buena parte de su vida y el progresivo deterioro de su salud impidieron que realizara una obra de enjundia.

En una carta fechada en París, el 1º de abril de 1928, Juan O`Leary le sugería a Luis Alberto de Herrera que cultivara el vínculo con W. A. de Azevedo pues “le será muy útil, a mí me ha servido y me sirve de mucho. Me documenta constantemente”.79 Estas expresiones podrían estar suscriptas por varios de los autores argentinos, uruguayos o paraguayos que entre las décadas de 1920 y 1950 se dedicaron al estudio de temas como el proceso emancipador, las relaciones diplomáticas entre Brasil y sus vecinos, la Guerra de la Triple Alianza o la Guerra del Chaco.

Efectivamente, el brasileño “documentó constantemente” y asesoró a sus colegas. Difundió sus obras en Brasil y los mantuvo al corriente de las novedades editoriales de su país. Cuestionó y polemizó con quienes aventuraban juicios que tenían escaso sustento documental.

Procuró proyección, legitimidad y reconocimiento fuera de su país. Se amoldó y buscó la benevolencia de las figuras hegemónicas del ecosistema historiográfico rioplatense.

Le tocó actuar en un período importante de la configuración de los campos historiográficos nacionales. Si bien estuvo al margen de los procesos de institucionalización y profesionalización de los estudios históricos, desempeñó un rol fundamental en cuanto proveedor heurístico y difusor de la producción de sus colegas. Fue un agente fundamental en el entramado de las redes historiográficas de la época.

Su amigo Justo Pastor Benítez escribió con motivo de su muerte: “Admirable fue su absorbente pasión por los libros, que lo llevó al extremo. A su entierro asistieron cuatro personas. Pero muchas otras lo llorarán, porque era bueno, extravagante y generoso” (Pastor Benítez, 1958: 4).

Notas

1 Debe destacarse que los escritos de Benítez denotan un gran aprecio personal. Podría especularse que se hubieran conocido cuando el paraguayo se desempeñó como representante diplomático de su país en Río de Janeiro.

2 La categoría “campo historiográfico” se utiliza tomando por base los conceptos de Pierre Bourdieu relacionados con el funcionamiento de los campos científicos. El interior del “campo historiográfico” se estructura en base a relaciones de competencia y complementariedad entre sus agentes (los historiadores). Estos actúan en función del “capital” que poseen (económico, social, cultural y/o simbólico) para conquistar, legitimar o conservar posiciones hegemónicas. Bourdieu utiliza la metáfora del juego para explicar las competencias. El acceso, acción, permanencia y exclusión del campo están normalizados según reglas definidas por los propios agentes, de acuerdo a su posición (dominadores o dominados) y “peso funcional” (autoridad, poder) (Bourdieu, 2002).

3 Cf.: MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 2 de mayo de 1928, c 4060.

4 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 9 de junio de 1942. C 322, c 1321.

5 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 2 de mayo de 1928, c 4060.

6 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 8 de febrero 1936, C 321, c 1315.

7 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 7 de mayo de 1936, C 321, c 1315.

8 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 8 de febrero de 1936, C 321, c 1315.

9 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 9 de junio de 1936, C 321, c 1315.

10 Las limitaciones de tiempo eran un tema recurrente en las comunicaciones con sus corresponsales. En abril de 1937 le decía a Ravignani: “Estoy en la grata expectativa de que los fotofilms que le envié hayan sido de su plena satisfacción. Como le venía escribiendo, pretendía entrar en vacaciones, terminado mi primer año aquí en el Instituto, lo que se dará mañana día 27, añadiendo además que eso dependería de permiso superior, además que sería transferido de sección, para la Secretaría de la Presidencia. De hecho fui transferido, y esto es lo que vino a perjudicar mis vacaciones [debido a que eso produciría trastornos en el servicio]. […] El horario, por su parte, no me favorece para ir a tomar las fotografías restantes, pues comienzo a las 9 y largo a las 17, los sábados a las 14 y 15 horas, conforme el trabajo, y como la sección manuscritos solamente está abierta hasta las 16 horas, es algo difícil dar otro `geito` para poder hacer las nuevas copias. Espero poder dentro de dos o tres meses entrar de licencia, pues, al final, tendré que gozarla por fuerza de la ley” (UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 9 de junio de 1945, C 31).

11 En una carta de 1950 le pide disculpas a Levene por errores de tipeo y de información en la última carta que le había enviado. Se justifica argumentando que estaba “escribiendo en el escritorio (`oficina`) del Instituto de Aposentadoria e Pensões dos Bancários; […] por la mañana no me puedo concentrar bien, pero no tengo máquina en casa. […] Excusas de pie, mi indulgente Amigo” (BNM. BMARL. EP. Carta de Walter A. de Azevedo a Ricardo Levene. Río de Janeiro, 12 de setiembre de 1950, C 1950 B).

12 AGNU. CJPD. Carta de Mateo Magariños de Mello a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 22 de junio de 1951, C 324, c 1330.

13 AGNU. CJPD. Carta de Mateo Magariños de Mello a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 11 de setiembre de 1951, C 324, c 1330.

14 AGNU. CJPD. Carta de Mateo Magariños de Mello a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 8 de julio de 1951, C 324, c 1330.

15 AGNU. CJPD. Carta de Mateo Magariños de Mello a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 22 de junio de 1951, C 324, c 1330.

16 AGNU. CJPD. Carta de Mateo Magariños de Mello a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 11 de setiembre de 1951, C 324, c 1330.

17 BNM. BMARL. EP. Carta de Walter A. de Azevedo a Ricardo Levene. Río de Janeiro, 12 de setiembre de 1950, C 1950 B.

18 BNM. BMARL. EP. Carta de Walter A. de Azevedo a Ricardo Levene. Río de Janeiro, 12 de setiembre de 1950, C 1950 B.

19 Sostenía que “escribiendo en portugués, habría dificultades y pérdida de tiempo, para la propia dirección del Boletín con el envío y la espera de pruebas para mi revisión. Y last, not least, estoy en una situación tal, con mi prolongado desempleo, que el primo vivere me viene silenciando cada vez más el entusiasmo del deinde scribereC`est la vie!” (UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 21 de setiembre de 1935, C 30).

20 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 21 de setiembre de 1935, C 30.

21 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 8 de febrero 1936, C 321, c 1315.

22 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 15 de julio de 1936, C 321, c 1315.

23 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 27 de julio de 1944, C 30)

24 BNM. BMARL. EP. Carta de Walter A. de Azevedo a Ricardo Levene. Río de Janeiro, 12 de setiembre de 1950, C 1950 B.

25 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 21 de enero de 1957, C 325, c 1336.

26 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 21 de enero de 1957, C 325, c 1336.

27 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 2 de junio de 1928, c 4060.

28 En este sentido, se destaca un texto que presentó en 1928, en Montevideo, en el marco del Primer Congreso de Historia promovido por la Junta de Historia Nacional, titulado: “A missão secreta do marechal Curado ao Rio da Prata”. Se trata de una contribución erudita que publicó en 1946 (de Azevedo, 1946: 173-206).

29 Documentos transcriptos: una carta de octubre de 1802 de Diego de la Vega (Visitador General del Virreinato del Río de la Plata) dirigida a Lázaro de Rivera (Gobernador Intendente de la Provincia de Paraguay); un oficio del 13 de enero de 1812 de la Junta Revolucionaria de Buenos Aires, enviada a la Junta paraguaya; una nota de consulta remitida por el presidente de la Junta, Fulgencio Yegros, el 5 de febrero, al Cabildo de Asunción, informando de la solicitud de las autoridades porteñas (con el propósito de que la corporación elaborara un informe sobre los tópicos consultados, a partir de los documentos contenidos en su archivo); la respuesta del Cabildo, del día 13 de febrero en que informa a la Junta sobre las condiciones inhóspitas del Chaco y sugiere que sería menos costoso y viable organizar una expedición por el “Camino Real que va de aquella Capital a Jujuy o Salta”; la respuesta de la Junta asuncena a las autoridades porteñas adjuntando el informe del Cabildo.

30 Vinculada con la eventualidad de que si Carlos Antonio López hubiese vivido un tiempo más, la guerra podría haberse evitado.

31 Sostiene que López consideraba que los diferendos limítrofes con Brasil y Argentina y el problema de la navegación de los ríos desencadenarían tarde o temprano una guerra. Este hecho lo relaciona además, con la vanidad del Mariscal y su afán de transformarse en árbitro de la geopolítica platense. Realiza una interpretación ponderada de la vida, psicología y acción del personaje.

32 No hay constancia documental de que participara en otros eventos en Brasil o en el extranjero.

33 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 2 de junio de 1927, c 4060.

34 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 26 de febrero de 1928, c 4060.

35 Refiriéndose, por ejemplo, a su participación en el “Congreso de Historia de Montevideo” señala: “Pretendo, por haber sido invitado, ofrecer un trabajo sobre la ´Misión Curado´, basado en el copiador de ´Secretismos´ del Conde de Linares, el cual ni Oliveira Lima, ni Varela, ni Calógeras vieron. […] Pude entender en ese copiador y en otros, la política de Don Juan VI”. Es verdad “que Pueyrredón, sous la main, mandó una comunicación secreta a Lecor en Montevideo, tranquilizándolo”. En otro fragmento de la misma carta agrega: “De la política de D. Juan VI, D. Pedro I y D. Pedro II, hasta 1868, poco me falta leer en el Ministerio, cuyo archivo revisé con paciencia, faltándome solamente una o utra ´memoria´” (MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 26 de febrero de 1928, c 4060).

36 Concepto utilizado por Pierre Bourdieu para explicar las modalidades de acceso, permanencia y exclusión del campo historiográfico. Estas son normalizadas por los propios agentes, de acuerdo a su posición (dominadores o dominados) y “peso funcional” (autoridad, poder) (Bourdieu, 2002).

37 Cultivada por hombres que descendían de protagonistas de los acontecimientos estudiados y que apelaban a los archivos familiares para realizar su labor.

38 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 13 de agosto de 1927, c 4060.

39 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 13 de agosto de 1927, c 4060.

40 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 3 de febrero de 1928, c 4060.

41 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 17 de febrero de 1928, c 4060.

42 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 3 de febrero de 1928, c 4060.

43 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 1 de marzo de 1928, c 4060.

44 MHNU. CAA. Carta de Walter A. de Azevedo a Alberto Palomeque, Río de Janeiro, 1 de marzo de 1928, c 4060.

45 Juan Pivel Devoto (1910-1997) fue uno de los historiadores uruguayos más importantes del siglo XX. Militó en el Partido Nacional, tuvo muy buena relación con su máximo líder, Luis Alberto de Herrera. En 1940 fue designado director del Museo Histórico Nacional, puesto en el que permaneció cuatro décadas. Ocupó importantes cargos públicos entre los que se destaca la titularidad del Ministro de Instrucción Pública y Previsión Social (1963-1967). Su producción historiográfica es abundante y está dispersa en libros, prólogos y multitud de artículos. Se ocupó especialmente de temas como el artiguismo, los problemas limítrofes, la historia económica y política, el proceso emancipador, la consolidación del Estado y de la nacionalidad.

46 Esta situación se constata, por ejemplo, cuando de Azevedo le recomienda a Pivel que antes obsequiarle un libro le consultara para evitar el envío de obras duplicadas. Consideraba innecesario que el amigo gaste “su rico dinerillo” pues “no tengo a quien pasar los libros que recibo en duplicado de otros amigos”. Pero se comprometía a continuar “mandando libros sin preguntar antes, porque el amigo sí tiene amigos ahí, como el Prof. Ferreiro, por ej., a quien mucho agradaría recibir libros brasileros” (AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 20 de agosto de 1936, C 321, c 1315).

47 Los criterios de la tendencia historiográfica “patricia” continúan presentes en las cartas de W. A. de Azevedo. Se notan en la propensión a identificar ancestros ilustres de historiadores contemporáneos a los que califica, significativa y sistemáticamente, como “amigos”. Lo hace en referencia a Alfredo Varela explicando, como ya indicamos, que era descendiente de un uruguayo del Partido Blanco, cónsul en Yaguarón en 1864, y con José Antonio Soares de Souza, bisnieto del Vizconde de Uruguay (AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 5 de octubre de 1933, C 321, c 1312). Los cita en relación a la personalidad de Andrés Lamas, por quien siente gran simpatía, y en función de ciertos planes de Pivel de investigar sobre su vida y acción. Considera una calumnia infundada la crítica de “venalidad” hacia él. Fundamenta su opinión basándose en cierto criterio de autoridad del que estaría investido José Antonio Soares de Souza pues sus pesquisas recibieron información vía tradición familiar.

48 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 8 de agosto de 1932, C 321, c 1311.

49 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 8 de agosto de 1932, C 321, c 1311. Interesa constatar que, en el comentario que sigue a esa promesa, de Azevedo plantea una reflexión de la que podría deducirse cierta simpatía por el Partido Colorado en Uruguay y por el gobierno de Don Pedro II en Brasil. Destaca que Nicolás de Herrera “fue padre de un gran uruguayo, Manuel H y Obes, quien con […] el ínclito D. Joaquín Suárez, formó aquella barrera infranqueable contra la avalancha del caudillismo tanto venido de afuera como agitado dentro de los muros de la gloriosa Nueva Troya!”; dos hombres firmes de “la invicta Montevideo, que aquí en Río de Janeiro tuvieron en el eminentísimo Don A. Lamas su pluma magistral, un verdadero `gladiador de la Patria`, formando así una trinidad de próceres que tanto supieron realzar y afirmar la grandeza política de Uruguay, de ese mismo Uruguay que tan próximo está en el corazón de Brasil dentro de la Patria-América, tan exaltada por aquel otro gigante del pensamiento: José Enrique Rodó” (AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto, Río de Janeiro, 8 de agosto de 1932, C 321, c 1311).

50 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 12 de octubre de 1932, C 321, c 1311.

51 Cf.: AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 7 de diciembre de 1936, C 321, c 1315; AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 2 de enero de 1937, C 321, c 1316; AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 19 de enero de 1937, C 321, c 1316.

52 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 11 de noviembre de 1948, C 323, c 1327.

53 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 19 de octubre de 1933, C 321, c 1312.

54 AGNU. CJPD. Carta de Walter Alexander de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 9 de junio de 1942, C 322, c 1321. Vuelve sobre el tema en otra carta del 2 de junio de 1943. AGNU. CJPD. Carta de Walter Alexander de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 2 de junio de 1943, C 322, c 1322. Se trata de materiales que no pensaba utilizar en ninguna investigación.

55 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 21 de enero de 1957, C 325, c 1336.

56 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 13 de mayo de 1936, C 321, c 1315.

57 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 9 de junio de 1936, C 321, c 1315.

58 AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 15 de julio de 1936, C 321, c 1315.

59 Walter A. de Azevedo introduce varias referencias personales y comentarios bibliográficos elogiosos de Cardozo. Quedó impresionado por sus trabajos sobre el conflicto limítrofe entre Bolivia y Paraguay. En octubre de 1933 le anunció a Pivel que Cardozo pensaba viajar a Montevideo. Se lo recomendaba y le pedía que lo presentara a los demás amigos uruguayos. AGNU. CJPD. Carta de Walter A. de Azevedo a Juan Pivel Devoto. Río de Janeiro, 28 de octubre de 1933, C 321, c 1312.

60 AGNU. CJPD. Copia de carta de Juan Pivel Devoto a Nair Gomes de Azevedo. Montevideo, 8 de enero de 1959, C 326, c 1338.

61 Se trata de un par de cartas escritas entre diciembre de 1945 y junio de 1946. Coinciden con el advenimiento de Juan Domingo Perón a la presidencia argentina. En la primera, expresa su tranquilidad porque Ravignani había disipado “mi aprehensión en cuanto a su bienestar, a la vista de los tiempos que corren y malos vientos que soplan ahí por el Plata, y me regocijo en saber que el admirable Instituto de Investigaciones Históricas continúa teniendo a su frente, como espíritu rector, al MAESTRO DE LOS MAESTROS DE LA HISTORIOGRAFIA PLATINA”. UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 26 de diciembre de 1945, C 31. En la segunda, expone: “A propósito de militares como jefes de gobiernos: Brasil, general; Paraguay, general; Bolivia, coronel, y ahora también la civilizada y gloriosa patria de Rivadavia, Moreno, Mitre, Sarmiento, además del verdadero mártir de la Democracia: Irigioyen: Les extrêmes se touchent, Uriburu y Perón… La historia universal, entre tanto, no muestra ningún militar que haya tenido buen suceso hasta el fin, acabando siempre sus gobiernos en guerra o revolución [pone el caso de Brasil con diversos personajes de fines del siglo XIX y comienzos del XX]. […] Los pequeños países Uruguay y Chile, tan grandes en el progreso de la democracia: también amenazados, éste con el general Ibañez y a aquél tampoco le faltó una espada militar […]. En el admirable Uruguay también recientemente quedaron más que insatisfechos con aquel general-arquitecto… Francamente, hay una grandísima prevención, aquí, contra Perón […]”. UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 28 de junio de 1946, C 54.

62 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 9 de junio de 1945, C 31.

63 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 28 de febrero de 1946, C 54.

64 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo y Juan Pivel Devoto a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 5 de agosto de 1934, C 27.

65 Walter de Azevedo brinda en sus cartas algunos datos que confirman que tuvo contacto personal con Pivel en 1934. Reconoce la potencialidad del uruguayo al identificarlo “como autoridad” en relación al conocimiento de la vida y obra de Andrés Lamas. UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 30 de octubre de 1935, C 30.

66 “[…] parece que los libreros de aquí no tienen mucho entusiasmo en encomendar libros de ahí, debido a leyes consulares, falta de transportes, etc., a pesar de la tan decantada propaganda de estrechamiento de relaciones culturales interamericanas…”. UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 1 de julio de 1946, C 54.

67 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 26 de abril de 1937, C 23.

68 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 21 de setiembre de 1935, C 30.

69 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 21 de setiembre de 1935, C 30.

70 WAA considera que este texto podría ser “uno de los panfletos que José Miguel Carrera lanzaba a los cuatro vientos desde Montevideo, contra Buenos Aires y el general San Martín”. Formula aclaraciones heurísticas e introduce comentarios sobre Carrera. UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 30 de octubre de 1935, C 30.

71 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 15 de enero de 1946, C 54.

72 “Recibida su carta sobre el asunto del trabajo de L`Herminier, quise responder al eminente amigo. […] Para una introducción a la publicación de dicho trabajo, además de faltarme competencia, hay otros mil impedimentos de variada especie: creciente desinterés en los asuntos históricos de esta parte del mundo por la urgencia de solución para los de mi vida particular y funcional etc.”. UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 27 de julio de 1944, C 30. Meses después, WAA acusa recibo de una misiva en la que Ravignani le avisaba el envío del original de la Notes de voyage de L`Herminier, acompañada de copia dactilográfica, para confrontarlo aquí con el original del autor. “Esta confrontación será para mí algo difícil, o por lo menos demorada, porque 1º estuve de licencia solamente en julio pasado, y 2º, la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional solamente está abierta ahora, los sábados, hasta las 14 horas (antiguamente 16), no pudiendo yo ir por la mañana, ocupado con otros asuntos”. UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 8 de setiembre de 1945, C 31.

73 UBA. FFL. AIR. Carta de Walter A. de Azevedo a Emilio Ravignani. Río de Janeiro, 28 de febrero de 1946, C 54.

74 BNM. BMARL. EP. Carta de Walter A. de Azevedo a Ricardo Levene. Río de Janeiro, 28 de junio de 1949, C 1949 C.

75 BNM. BMARL. EP. Carta de Walter A. de Azevedo a Ricardo Levene. Río de Janeiro, 17 de diciembre de 1949, C 1949 C.

76 BNM. BMARL. EP. Carta de Walter A. de Azevedo a Ricardo Levene. Río de Janeiro, 26 de julio de 1950, C 1950 B.

77 Se confesaba amigo de un connotado representan del revisionismo paraguayo como Juan O`Leary, pero concomitantemente, cuestionaba a Luis Alberto de Herrera, quien era afín a las posiciones del paraguayo.

78 Responsabiliza, por ejemplo, al Mariscal Francisco Solano López del inicio de la Guerra de la Triple Alianza, interpretación característica de tradición liberal opuesta a la opinión de Herrera y O’Leary.

79 MHNU. ALAH. Carta de Juan O´Leary a Luis Alberto de Herrera. París, 1 de abril de 1928, c 3647.

Referencias de la documentación de Archivo:

1. Archivo del Instituto Ravignani: AIR

2. Archivo Ravignani: ARV

3. Archivo General de la Nación (Argentina): AGNA

4. Archivo General de la Nación (Uruguay): AGNU

5. Archivo de Ricardo Levene (Padre): ARLP

6. Biblioteca, Museo y Archivo Dr. Ricardo Levene: BMARL

7. Biblioteca Nacional de Maestros (Argentina): BNM

8. Colección Alberto Palomeque: CAA

9. Colección Juan Pivel Devoto: CJPD

10. Facultad de Filosofía y Letras: FFL

11. Museo Histórico Nacional (Uruguay): MHNU

12. Universidad de Buenos Aires: UBA

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