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Folia Histórica del Nordeste

Print version ISSN 0325-8238On-line version ISSN 2525-1627

Folia  no.29 Resistencia Aug. 2017

 

DOSSIER

El frente estudiantil nacional. Izquierda, reformismo y peronismo en debate, 1966-1973

The national student front. Left, reformism, and peronism in debate, 1966-1973

Juan Sebastián Califa*

* Licenciado en Sociología y Dr. en Ciencias Sociales (UBA). Investigador Asistente del CONICET con sede en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (CONICET – FFYL UBA). Jefe de Trabajos Prácticos regular de Historia Social Moderna y Contemporánea, Carrera de Sociología de la UBA (Facultad de Ciencias Sociales). jscalifa@hotmail.com

Resumen

En 1966, poco antes del golpe de Estado que intervino las universidades nacionales, nació el Frente Estudiantil Nacional (FEN). Bajo la “Revolución Argentina” rápidamente sus militantes cortarían amarras con el reformismo de izquierda para anudarlas con el peronismo. La agrupación se convertiría así en uno de los grupos más representativos en el mundo universitario de esta corriente, siendo en la UBA el más grande de su tipo. Entrando los años setenta, no obstante, comenzaría a perder peso en simultáneo a su ingreso a Guardia de Hierro. En este artículo me propongo, poniendo foco en Buenos Aires, explorar este periplo, estableciendo las etapas recorridas por el FEN. En tal sentido, se recurrirá a diversas fuentes, entre ellas materiales editados por la propia organización hasta ahora no explorados. El punto de vista teórico que organiza esta investigación pone el foco en los enfrentamientos sociales en los que el FEN estuvo involucrado, observando fundamentalmente las reflexiones que sus militantes extrajeron de tal participación y cómo estas cavilaciones fueron impactando en las transformaciones internas aludidas.

Palabras clave: Frente Estudiantil Nacional; Universidad; Revolución Argentina.

Abstract

The National Student Front (FEN, by its initials in Spanish) was born in 1966, shortly before the coup d’État that intervened the national universities occurred. Under the “Argentine Revolution”, the militants of the FEN would cut quickly their ties with the left-wing reformism, in order to join Peronism. The FEN would thus become one of the most representative groups in the university world of this trend, being the Universidad de Buenos Aires the largest of its kind. Nevertheless, this movement would begin to lose relevance at the beginning of the seventies, once they made relations with the Iron Guard. In this article, I intend to explore this journey, establishing the stages covered by the FEN, and focusing on Buenos Aires. In this regard, diverse sources will be analysed, among them, materials edited by the own organization which, until now, were not explored. The theoretical point of view that organizes this research focuses on the social confrontations in which the FEN was involved, observing fundamentally the reflections that its militants extracted of their participation, and how these musings influenced the internal transformations mentioned.

Keywords: National Student Front; University; Argentine Revolution.

Recibido: 26/05/2017
Aceptado: 14/07/2017

Introducción

La literatura académica considera al golpe de Estado de 1966, autoproclamado “Revolución Argentina”, como un hito en el proceso de radicalización universitaria. El hecho de que los canales de diálogo institucionales, tras la intervención de las casas de altos estudios, se suprimieron, prefigurándose en su lugar una férrea represión, suele ser referido como un disparador de tal radicalización (un texto pionero y detallado al respecto pertenece a Waldmann, 1986).

Si bien se ha discutido que dicha radicalización se iniciara con tal golpe (Califa, 2014), no es menos cierto que tras el mismo este proceso se intensificó. En este artículo me propongo discutir, no obstante, otra de las afirmaciones corrientes que se encuentran en esta bibliografía específica para tal período: la idea de que el proceso de radicalización aludido coincide y de hecho en buena medida se explica en estos años en, y por, el proceso de peronización de tal juventud universitaria. Esta tesis, sumamente extendida, puede encontrarse en textos dedicados a los intelectuales (Sigal, 1991), la lucha armada (Gillespie, 1987), el movimiento obrero (James, 1999), el análisis más general del sistema político y la sociedad (Romero, 1994 y De Riz, 2000) e incluso ratificada por la literatura abocada más específicamente a las cuestiones universitarias (Barletta, 2002; Buchbinder, 2005; Friedemann, 2014).

Generalmente, para explicar tal postura, se toma como caso testigo lo sucedido en la Universidad de Buenos Aires (UBA), dado que fue en esta unidad académica donde la Juventud Universitaria Peronista (JUP) conquistó la mayoría de los centros estudiantiles a fines de 1973. Para polemizar con esta tesis recurriré a analizar a la organización peronista que más se desarrolló en esta universidad durante el período dictatorial precedente: el Frente Estudiantil Nacional (FEN).

Sobre esta organización existe una tesis de maestría (Reta, 2010), una ponencia (Anchou, 2007), además de otros trabajos que al analizar Guardia de Hierro (GH) (Tarruella, 2005; Pozzi y Pérez, 2006; Anchou, 2007; Cuchetti, 2010), la organización con quien el FEN se fusionó en 1972, remiten en cierta medida a ésta. Más recientemente quien fuera su líder, Roberto “Pajarito” Grabois, editó una biografía (2014), al igual que Alejandro “El Gallego” Álvarez (2013), líder de Guardia de Hierro (GH). De todos estos trabajos el más pormenorizado sobre el FEN es, sin dudas, la tesis de Reta. En el mismo, el objetivo de la autora consistió en develar cómo esta organización construyó su identidad a partir de su discurso militante. Este encuadre teórico conllevó a que la investigación se concentrara en ciertas tramas del discurso fenista de esos años a través del cual Reta observó su progresiva identificación con el peronismo, además de echar luz sobre los temas que la iban moldeando. Sin embargo, aunque es considerable el cúmulo de información que la misma aportó, hay una cuestión que empaña su contribución: la autora al no conocer con profundidad los conflictos del mundo universitario realiza un análisis impreciso del derrotero de esta organización. Así, muchas veces para explicar un tema recurrente en el FEN Reta remite a documentos situados en distintos momentos, anclados en situaciones disímiles que no se sopesan adecuadamente. Además, la autora concuerda con el grueso de la bibliografía referida en señalar que la peronización del FEN acompaña, y en buena medida explica, la peronización general de los universitarios, cuestión que es el nudo de disidencia con la misma que aquí expondré.

Dado que el punto de vista asumido en este artículo afirma, por el contrario, que resulta imposible comprender la trayectoria de esta organización sin dar cuenta del contexto universitario y nacional que la sustenta, haciéndose eco de los enfrentamientos que caracterizaron al período como radicalizado, me remitiré a los mismos para dar cuenta de los pasos seguidos por el FEN. Este artículo se organiza, en ese sentido, en cuatro momentos claves relativos a la conformación, consolidación, mutación y pérdida de relevancia universitaria, recorridos por esta agrupación durante la “Revolución Argentina”.

1966-1967: nacimiento y construcción del FEN

El FEN se conformó entre el golpe de Estado del 28 de junio de 1966 y la intervención universitaria que tuvo lugar un mes después. En su documento fundacional, en el que se presentaban como antiimperialistas, proclamándose una agrupación nacional, se sostenía además:

“Mientras el peronismo exprese el estado de conciencia y de las luchas de la clase obrera argentina y la superación de esta conciencia depende del grado de profundización de las luchas que los revolucionarios impulsan en las masas, toda política antiperonista tiene un contenido oligárquico.”1

La aparición del FEN en la vida pública estuvo signada, también, por su condena del golpe de Estado y la posterior intervención universitaria que el nuevo gobierno dispuso. Esta postura, en lo inmediato, alejó a los fenistas más que acercarlos a los pequeños grupos peronistas, puesto que éstos, siguiendo las directivas de su líder en el exilio, les brindaron su consentimiento al golpe, cuando no su participación abierta en la intervención universitaria. Así, por ejemplo, la minúscula Agrupación Nacional de Estudiantes de Ingeniería (ANDE) en la UBA mantuvo una postura de “militante expectativa” respecto al nuevo gobierno, diferenciándose, razonaban, tanto de los “colaboracionistas” como de aquellos que desde los centros reformistas propiciaban una “hostil oposición”.2 Según su diagnóstico, “una intervención se tornaba necesaria” aunque aclaraba más adelante que el personal puesto por el “Gobierno Revolucionario” se encontraba incapacitado para esta labor. Es decir, su problema no era el golpe en sí, sino la orientación que su gobierno estaba tomando. Sin embargo, esta constatación, que coincidía con la que había mantenido en Córdoba el más relevante integralismo, aún no los llevaba a colocarse en la oposición, ya que en las líneas finales del boletín ratificaban que no se comprometían con los sectores en pugna y sus respectivos sectarismos y errores. Sin mostrar ninguna distancia, en cambio, en Derecho el Sindicato Universitario, que durante los años anteriores había protagonizado enfrentamientos armados contra militantes reformistas, se sumó a la asonada represiva.3

Esta postura distintiva en el mundo peronista del FEN frente al golpe, remite a una formación peronista todavía prematura. Esta organización contaba con un núcleo militante dirigente que provenía del socialismo en términos de política nacional y del reformismo radicalizado en el terreno universitario. De hecho, la Línea de Izquierda Mayoritaria (LIM) y la Tendencia Antimperialista Universitaria (TAU) de Filosofía y Letras, esta última con una pequeña ramificación en la Facultad de Derecho, la Corriente Estudiantil Antimperialista (CEA), habían estado junto a grupos de Rosario en la fundación de la organización. Este origen, y no su pertenencia a un peronismo que tanto por su líder exiliado como por su conducción sindical, terreno en el que mostraba su fuerza, había apoyado el golpe, los condujo a repudiar el mismo.

Sin embargo, pese a esa condena a la dictadura, poco después el FEN reconocería que “Si bien fue planteada nuestra posición estratégica y táctica en el documento ‘Ni militarismo…’ no fue tan clara nuestra práctica –única prueba de la verdad de las formulaciones– en esos primeros tiempos de la intervención.” Aclararían además que “[…] ni encaramos con fuerza la tarea de masas con el conjunto de los estudiantes”.4 Según esta organización, lo correcto era dar la lucha dentro de la universidad. En ese sentido, criticaban a los grupos reformistas, sobre todo a los comunistas que dirigían la Federación Universitaria Argentina (FUA) y poseían su centro de gravedad en Buenos Aires, quienes planteaban una negativa más radical frente a la normalización, que los iba desarraigando del resto del alumnado.

El FEN de cara al reformismo sostenía la crítica a la “universidad liberal cientificista” precedente.5 Este discurso irreverente contra la “isla democrática” que se había derrumbado tras la intervención universitaria, es plausible de ser adjudicado a cualquier otro colectivo peronista. Se ha señalado la lógica contradictoria de un discurso que suponía una valoración positiva del golpe, en tanto le abrió una posibilidad inédita de identidad al joven peronismo, hasta aquí sin presencia significativa en el terreno universitario, pero al mismo tiempo lo victimizó como al resto de las agrupaciones (Tortti y Barletta, 2002: 115). Lo más relevante de este discurso, residía, sin dudas, en la búsqueda de distinción frente a las organizaciones reformistas mayoritarias, organismos que por el contrario defendían el cogobierno y la autonomía universitaria.

A pesar de lo que muestran los documentos citados, los fenistas rehuían discursivamente de asumir una identidad reformista, la práctica de esta organización, que no puede reducirse a su discurso público, no permite sostener que sus lazos con el reformismo se hubieran quebrado por completo. De hecho en 1967 el FEN sumó a su núcleo pionero de Filosofía y Letras la agrupación Renovación Reformista, que presidía el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas de la UBA, dando un salto en su composición militante. Esa política proclive a las agrupaciones oriundas del reformismo, que también los llevó a incorporar militantes de Ingeniería donde se coronarían también con el centro, era coherente con su programa: mientras el mismo consideraba al humanismo cristiano como una ideología reaccionaria, vislumbraba en el reformismo una concepción antiimperialista que a pesar de sus inconsecuencias y vacilaciones, expresión contradictoria de las capas medias progresistas que lo conformaban, contaba con militantes que asumían respetables programas revolucionarios. Este hecho, se razonaba, era lo que hacía necesario trabajar próximos a tales grupos.6

Fue entonces en el contexto represivo característico de la intervención universitaria de 1966 que el FEN se organizó. Aunque estuvo lejos de alcanzar el poderío que ostentaban los comunistas, la ruptura que la mayoría de la juventud del PC llevó a cabo con la cúpula partidaria desde mediados de 1967, que condujo inevitablemente a la escisión (Gilbert, 2009 y Califa, 2015), les hizo creer a los fenistas que esa distancia estaba acortándose. Sin embargo, en ese año también el FEN sufrió una escisión al marcharse CEA de Derecho y TAU de Filosofía y Letras, dando vida a la Corriente Estudiantil Nacionalista Popular (CENAP), incorporándosele poco después la Tendencia Universitaria Popular de Arquitectura y Urbanismo (TUPAU). Según Héctor Poggiesse, militante de la agrupación de Derecho y dirigente de esta nueva formación, el FEN tendía a vínculos más tradicionales dentro del peronismo, mientras que ellos apuntaban a un trabajo de bases, lo que habría motivado la escisión.7 Luis Rapaport, en cambio, militante del FEN de Económicas, recuerda que el alejamiento de este último se debió al hecho de que competía por el liderazgo de la organización con Grabois.8

Sea como sea, tanto las incorporaciones como las partidas, tanto un discurso que rehuía cada vez más del reformismo pero que aún abrevaba en ese mundo militante, así como el hecho de que lo nacional primara en la identificación pública sobre el peronismo, dan cuenta de una organización todavía en formación. Aunque resulta imposible establecer con precisión matemática el momento exacto en el que el peronismo permeó por completo en la identidad del FEN, y evidentemente todavía no se había consumado, si es posible señalar que esta identidad iba ocupando, con creciente consenso interno, un lugar cada vez más destacado.

1968: consolidación y primera inserción en el abanico peronista

En 1968 el FEN comenzó su consolidación en el escenario de agrupaciones estudiantiles. En ese año, la conflictividad universitaria empezó a revertir su tendencia descendente, ganando protagonismo las organizaciones que enfrentaban a la intervención. Este afianzamiento en el plano universitario coincidió con su inserción en el plano extra-universitario mediante su ubicación en la naciente Confederación General de Trabajo de los Argentinos (CGTA). Esta federación sindical surgió como una alternativa a la CGT, criticada por su política entre timorata y proclive a la dictadura (Dawyd, 2011). La inserción en sus filas le permitió al FEN estrechar lazos con quienes como Ongaro, máximo dirigente de la nueva central, hacían gala de una política combativa dentro del peronismo.

Las agrupaciones estudiantiles identificadas con el peronismo, todas marginales en la UBA a excepción del FEN, resultaron las más beneficiadas por esta relación sindical.9 Estos grupos, a diferencia de la izquierda no alineada con este movimiento, ocuparon un lugar orgánico en la nueva central. Los militantes trotskistas de la TERS-Política Obrera aclaraban que “[…] las comisiones obreros-estudiantiles que creó la CGT sólo sirven para que los caudillitos del FA [Frente Antimperialistala] instrumenten a favor del frente burgués […]”, esto es, el FEN en Filosofía y Letras.10 Frente a este tipo de acusaciones, un lugar común entre la izquierda ajena al peronismo, dicha organización se defendía:

“Así, ARFYL, UAP, MR8, TERS, etc. [grupos de izquierda no peronista en Filosofía y Letras] no llaman a la CGT ‘de los argentinos’ por temor a ser confundidos con agentes de la burocracia sindical e hibridan su apoyo, y más que su apoyo (lo definitorio para el movimiento estudiantil), retacean la acción unida de los estudiantes de Filosofía y Letras contra los trabajadores argentinos, por la falta de ortodoxia revolucionaria de la actual dirección revolucionaria de la CGT de los argentinos.”11

Otro grupo trotskista, el brazo universitario del Partido Revolucionario de los Trabajadores “La Verdad”, señalaba en un volante que el 3 de junio una concentración que reunió 50 personas, compuesta por diversos grupos de izquierda entre los que se encontraba la mayoritaria dirección de la FUA, quiso hacerse escuchar en las puertas de la CGTA.12 Pero lo que recibieron fueron saludos provocadores de los militantes del FEN, que a diferencia de estos otros entraban al local sin problemas. Si bien anécdotas como ésta ratifican que la central sindical brindaba un recibimiento generoso a los estudiantes que viraban hacia el peronismo, lo cual se puede corroborar leyendo su prensa, esa misma fuente hace observable que no por ello esta central perdió de vista el arco estudiantil más amplio, expresado en la militancia identificada con la Reforma.

Así lo demostró la huelga universitaria que la FUA llevó adelante el 14 de junio, fecha en que se conmemoraba el cincuentenario de la Reforma de 1918. Esta jornada de lucha constituyó un hito en el pasaje desde la derrota posterior al golpe hacia una ofensiva estudiantil. Una declaración de diferentes agrupaciones peronistas de Córdoba, Rosario y Buenos Aires si bien destacaba el fenómeno reformista en sus orígenes, con sus pioneras postulaciones nacionales, populares y antimperialistas, consideraba equivocada una convocatoria de estas características que retornaba el dualismo “reforma-antireforma” ya “perimido”.13 Sin su presencia pues, la jornada de lucha, que concluyó con 70 detenidos, la mitad en la Capital Federal, fue considerada un “éxito rotundo” por la FUA. El FEN, ya alma mater del peronismo en la UBA, reconoció con resignación la magnitud de este acontecimiento, aduciendo su éxito al apoyo liberal obtenido.14 Esta explicación, sin embargo, más que un análisis racional, expresaba una descarga emotiva frente a una inesperada masividad de la que los fenistas se habían marginado.15

Tres días después, la CGTA les ofreció al FEN una nueva oportunidad para manifestarse junto a los otros grupos universitarios, en un acto en Plaza Once a realizarse frente al segundo aniversario del golpe. Entre sus consignas, la central sindical dispuso un enérgico repudio a la represión estudiantil. La FUA adhirió, sumando los reclamos contra los estatutos, la ley universitaria, los aranceles y la política “limitacionista”, esto último en referencia a la limitación al ingreso universitario. Sin embargo, los militantes del FAUDI, ruptura del PC que conducía la FUA, no dejaban de criticar a Ongaro porque “cerraba el camino a la alternativa revolucionaria” y por sus vaivenes en tanto primero “boicoteó el paro universitario del día 14 para finalmente respaldarlo.”16 No obstante, consideraban que se podían ganar sectores entre sus filas. Los grupos peronistas que se plegaron a la huelga, entre ellos el FEN, el Comando Universitario Peronista de Estudiantes de la Universi­dad del Salvador, la Liga Humanista y la Juventud Universitaria Peronista, en cambio, no blandían críticas similares, ni de ninguna otra índole, hacia la CGTA.

Finalmente, el 28 de junio se sucedieron actos relámpagos con fuerte presencia estudiantil. El gobierno desplegó 4.000 miembros de los aparatos represivos. Los incidentes se repitieron a lo largo de la jornada mostrando la nueva alianza obrera-estudiantil. Por ejemplo, en la esquina de Independencia y Rioja cerca de las ocho de la noche, estudiantes de Filosofía y Letras, Ciencias Económicas y el FEN, se concentraron junto a trabajadores de la Unión Ferroviaria, chocando con la policía y siendo herido el secretario del Centro de Ciencias Económicas y el titular del FEN Grabois. En paralelo, una columna de trabajadores y estudiantes avanzó desde el Mercado de Abasto, resultando reprimida en Plaza Once.17 A raíz de esta movilización, el periódico cegetista concluyó que los vínculos forjados con los “hermanos estudiantes” no se aflojarían.18

En los meses siguientes, sin embargo, una nueva curva descendente en la conflictividad social produjo un renovado optimismo oficialista. El joven peronismo de la UBA entretanto, como lo atestigua una declaración de apoyo a la unidad del encuentro sindical pregonado por Ongaro, siguió firmemente encolumnado tras la CGTA.19 En este contexto, el secretario general del FEN, declaraba en la prensa de dicha central sindical: “El año 1968 fue el año de la polémica; es propósito del FEN que el año 1969 sea el año de movilización y lucha abierta contra la dictadura […]”.20 Subrepticiamente, era un modo de reconocer, a pesar de haberse ufanado en la misma nota por el crecimiento de la “conciencia nacional” entre los estudiantes, que su incidencia política efectiva estaba por debajo de sus expectativas. Dado que como se vio el FEN seguía siendo ampliamente la organización con más presencia en el universo peronista de la UBA, no es necesario ahondar demasiado para dar cuenta de cuál era la situación del resto de los grupos que reclamaban esta identidad.21

1969: una bisagra política

Como advirtió Robert Potash, pese el impasse que asumió la lucha política a fines de 1968, la relativa tranquilidad pública que había acompañado a la dictadura se estaba agotando (1994: 65). Los jóvenes universitarios, que en el mundo venían protagonizando estridentes enfrentamientos con los gobiernos de turno, representaban una amenaza global que la prensa argentina registró con impaciencia.

Durante mayo de 1969, esta amenaza mundial asumió un rostro nacional. En episodios desatados en Corrientes y Chaco, expandidos unos días después a Rosario, Tucumán y finalmente a Córdoba, donde el ciclo de protestas alcanzó su pico, los universitarios mostraron una enorme capacidad para movilizarse y componer alianzas (Millán, 2013). Buenos Aires, aunque no puso en escena episodios de similar envergadura, no fue del todo ajena a esas protestas. En lo relativo a su movimiento universitario, éste salió a las calles, encontrándose el FEN entre los animadores de esas jornadas de lucha antidictatorial. Así, por ejemplo, el 20 de mayo en Ciencias Económicas, tras una marcha que debía partir de esta casa organizada por el FEN, se registraron incidentes con la policía. Llegando la noche unos 300 estudiantes se concentraron en la puerta de la facultad, disolviéndolos las fuerzas del orden con un camión Neptuno, gases lacrimógenos y bastonazos. Los manifestantes se dispersaron y volvieron a congregarse en las calles aledañas, reiterándose la represión policial que detuvo unos treinta y cinco manifestantes.22 Sin embargo, episodios como el narrado no alcanzaron un cenit, un “azo”, como en las ciudades arriba mencionadas, debido en buena medida a que los trabajadores de la Capital Federal y el conurbano bonaerense colindante no se manifestaron con el mismo ardor que sus pares en otras regiones del país.

Se ha señalado para explicar esta desavenencia la situación regional muy distinta que atravesaba Buenos Aires y sus alrededores. Los cambios macroeconómicos promovidos por el régimen militar provocaron situaciones críticas en varias regiones extra-pampeanas (Healey, 2007). Por otro lado, en las ciudades donde se registraron los mayores altercados la influencia moderadora de los “burócratas” que conducían los sindicatos nacionales era mucho menor que en Buenos Aires (James, 1999: 302). Con todo, no puede excluirse de la explicación la falta de consistencia del armado de la CGTA-A local.

Esta central, tras haber quedado muy descolocada del escenario político, intento salir de esta situación con la convocatoria a una huelga general a fines del mes de junio, que coincidía con la llegada de Nelson Rockfeller, heredero de un imperio económico y gobernador estadounidense enviado en comitiva oficial. Tras una semana ajetreada, los incidentes derivados por la visita del magnate estadounidense alcanzaron su cúspide el viernes 27 de junio de 1969, fecha en que la CGTA había dispuesto un nuevo paro. El acto principal en Plaza Once fue dispersado por una cruenta represión. Víctima de ésta, caería asesinado el militante de izquierda y ex secretario general del gremio de prensa Emilio Jáuregui. Según Primera Plana, “sólo hubo universitarios”.23 Más allá de la exageración, el protagonismo estudiantil, entre los que se encontraban los fenistas, era evidente. El 30 de junio, horas después del asesinato de Vandor, líder de la CGT, se declaró el estado de sitio, siendo los principales sindicatos de la opositora CGTA intervenidos y Ongaro encarcelado.

Bajo ese clima convulsionado, el FEN estrechaba vínculos con el peronismo universitario, asumiendo plenamente esta identidad política. Sin embargo, conciliaba estas ideas con el manejo del Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas, entidades frente a las cuales los grupos peronistas se declaraban enemigos por estar asociadas históricamente con la Reforma Universitaria. Puede argüirse que este centro era una herencia, una rémora quizás, de sus orígenes en el reformismo, pero también no puede dejar de señalarse cierto pragmatismo y oportunismo, ya que si bien los fenistas no renunciaban a los beneficios de figuración que ello les otorgaba, no consentían participar en una federación estudiantil nacional (FUA) en la que hubiesen quedado en minoría. Un observador no precisamente imparcial del período, Gonzalo Cárdenas, uno de los principales animadores de las cátedras nacionales peronistas en la carrera de Sociología de la UBA, pese a que consideraba irreversible el proceso de nacionalización de los estudiantes en el largo plazo, señalaba con malestar que las organizaciones peronistas por el momento no habían podido capitalizar a su favor el proceso de agitación estudiantil.24 A la par que planteaba el nuevo ascendente del PC entre los universitarios, consideraba que los peronistas debían ligarse a la lucha universitaria, no conformándose con reclutar algunos estudiantes. Quizás la opción del FEN de no renunciar por completo a organizaciones que sus compañeros peronistas identificaban con un reformismo perimido como los centros estudiantiles, tenía que ver precisamente con mantener tal ligazón a la lucha estudiantil.

Los tempranos ’70: pérdida de relevancia universitaria y nuevo ciclo peronista

En febrero de 1970 se inició en Córdoba la lucha por eliminar las restricciones al acceso universitario, yendo así los díscolos estudiantes contra los exámenes de ingreso que la dictadura venía imponiendo para reducir la matrícula (Bonavena y Millán, 2010). En breve, distintas facultades de la UBA se sumaron a las protestas (Seia, 2014). A mediados de febrero de 1970 una asamblea de los ingresantes a Económicas realizó un acto el que se calificó al sistema de ingreso de “limitativo e irracional”.25 En paralelo, en Farmacia y Bioquímica se produjo otro mitin de los ingresantes, quienes entregaron un petitorio al decano solicitando la eliminación del examen. En Filosofía y Letras, por su parte, se reunió una asamblea para tratar la cuestión del ingreso, organizada por el centro local, la Lista Violeta Reformista del MOR-PC, los Estudiantes Antiimperialistas, los maoístas de TUPAC y el FEN.

Criticando tanto al reformismo liberal “caduco” como a los revolucionarios de ultraizquierda “enajenados del pueblo real peronista”, el FEN, la única agrupación de la proclamada línea nacional que en la UBA mantuvo un nivel similar de movilización al que desplegaron las agrupaciones de la izquierda, afirmaba que “¡Abrir la Universidad al pueblo implica destruir esta balanza!”.26 Sin embargo, más allá de su oposición al examen, no ofrecían precisiones en relación al debate táctico-estratégico al que estaban abocados sus rivales. Esta postura, con todo, representaba un cambio radicalizado con respecto a la actitud asumida por su principal agrupación en la UBA, Renovación Reformista de Económicas, quien el año pasado había sostenido: “[…] ante la realidad de la existencia de este examen, propone una alternativa correcta, la aplicación de un curso de repaso, obviamente gratuito, para lo cual solicita al Decano las aulas de la Facultad, absolutamente libres, en horas de la tarde, durante los meses de verano.”27

Este nuevo ascenso opositor, condujo al paro nacional de la FUA el 17 de abril.28 La medida coincidió con un plan de lucha dispuesto por el FEN, que debía culminar en dicha fecha en la Facultad de Filosofía y Letras, donde se haría un acto “por una univer­sidad del pueblo en una patria liberada y contra el gobierno y sus planes universitarios”. La medida dispuesta por la FUA se promovía en cambio como una “Jornada de Lucha Antirrepresiva” que contemplaba una serie de acciones a fin de protestar por la detención de estudiantes, entre ellos el presidente de la entidad, así como por los presos políticos en general.

En la UBA, empezada la noche se realizó un acto relámpago en la Facultad de Ciencias Económicas donde se repartieron volantes pidiendo la libertad del presidente de la FUA Jacobo Tieffemberg y del dirigente del FEN rosarino Hernán Pereyra, además del cese de la persecución del presidente del centro estudiantil local, Mario Volevici. Poco más tarde se produjo un acto en la Facultad de Filosofía y Letras, donde un representante fuista se refirió a la deten­ción de estudiantes y expresó que el mitin era en repudio a la represión y la dictadura. De repente, un militante del FEN lo interrumpió sosteniendo que “se trata de hacer del pueblo argentino un pueblo de maniquíes”. Al grito de “Patria sí, colonia no” su grupo no dejó continuar al informante de la FUA. Otro militante invitó a los presentes a adherirse al paro nacional convocado por la CGT para el 23 de abril. La FUA, capitaneada por el FAUDI escindido del PC, había instalado la polémica, que el FEN no compartía, acerca de la necesidad de que la huelga se extendiera por treinta y seis horas y no se reduzca a un día como estaba estipulado. Finalmente, el paro del 23 de abril mostró una situación diferente en cada unidad académica, aunque en la mayoría se produjo un amplio ausentismo que decretó su triunfó. Pese a las enormes diferencias entre ambos grupos, los dos coincidían por entonces en señalar que los estudiantes comenzaban a darle la espalda a la Reforma.29

A pesar de que el FEN pudo anotarse a mediados de 1970, al igual que el resto de las agrupaciones opositoras, el triunfo que significó en la UBA la ampliación de la matrícula de ingresantes, la agrupación comenzó a perder desde entonces los espacios aquí conquistados. Paradójicamente, ese declive se inició en circunstancias, donde, según esta agrupación, el reformismo liberal estaba “caduco” y los revolucionarios de ultraizquierda, dentro de los cuales ubicaba a la dirección de la FUA, compartían sus espacios de organización y el enajenamiento del pueblo real, peronista.30 Frente a ambas tendencias, se afirmaba que la línea nacional desde el surgimiento de la CGTA venía afianzándose. Colocándose en el centro de este proceso de nacionalización del estudiantado, el FEN promovía la Coordinadora Nacional junto a la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y otras organizaciones menores referenciadas en el peronismo. En el marco de la inestabilidad política reinante, que conllevaría en junio de 1970 al desplazamiento de Onganía por un ignoto general al que se le habían confinado funciones en los EE.UU., Roberto Marcelo Levingston, este tipo de lecturas se hacían más creíbles en sus filas.

El 26 de marzo de 1971, el general Agustín Lanusse, representante de la fracción más ilustrada del ejército y la burguesía, asumió la presidencia de la nación. La expulsión de Levingston se vio precipitada a partir de los hechos ocurridos en Córdoba conocidos como “Viborazo” o “segundo Cordobazo”, que volvieron a unir a estudiantes y obreros en las calles, carcomiendo la poca legitimidad que detentaba el poder militar de cara a la sociedad. Por ello, el nuevo mandatario propugnó un plan de apertura política a nivel general, con la colaboración directa del nuevo Ministro del Interior, el radical Arturo Mor Roig, autorizando el funcionamiento de los comités de los partidos políticos e impulsando el denominado “Gran Acuerdo Nacional” (GAN) como salida pactada a la dictadura que restauraría el orden democrático-burgués (Novaro, 2011: 113; De Riz, 2010: 105; Bonavena et. al., 1998: 97 y ss.).. En un contexto donde la conflictividad universitaria generaba preocupaciones en el gobierno, el FEN perdió relevancia en el escenario universitario, contrariando los diagnósticos expuestos por su militancia que invocaban una injerencia cada vez más notoria en ese terrero. Muestra cabal de ello fue la derrota en el Centro de Ciencias Económicas a mediados de 1971, su bastión estudiantil, propiciada por los comunistas del MOR, defensores acérrimos de la Reforma Universitaria.

Esta situación, suele ser explicada por los ex fenistas, en una vuelta de tuerca posterior, así se desprende de las entrevistas propias y de las realizadas por otros autores, como un renunciamiento a la militancia universitaria, decisión surgida de una encrucijada histórica, más que como una derrota infringida por las fuerzas universitarias “caducas”. Estas memorias aducen que al abrirse el panorama electoral en el país la militancia del FEN se lanzó a conseguir los avales partidarios para que el peronismo se presente, poniéndose así la campaña al hombro. Sin embargo, en 1971 si bien la salida electoral se avecinaba, aún no había claridad sobre sus tiempos, ni por lo tanto urgencias en torno suyo. Otro factor aludido con más ahínco en estas memorias apunta al diálogo que el FEN inició con Guardia de Hierro (GH), una pequeña agrupación que surgió tras la llamada resistencia peronista de fines de los años cincuenta con cierto trabajo barrial en la Capital Federal.31 Según el relato de algunos fenistas, ellos valoraban que pese a tener un menor número de militantes los “guardianes” poseyeran contactos fluidos con el peronismo. No queda en claro, no obstante, porque si antes siendo una agrupación en formación el FEN había podido ligarse al movimiento obrero peronista vía la CGTA sin desligarse de la UBA, e incluso crecer, tiempo después, siendo un grupo más nutrido y organizado, expandido en el país, para ligarse con tal movimiento, insertándose en los barrios, debieron desentenderse de la vida universitaria.32

Frente a este interrogante, y las explicaciones usuales de sus ex militantes, hay que advertir que el FEN no se retiró del movimiento estudiantil. Así, por ejemplo, en marzo de 1971 en la Facultad de Filosofía y Letras, al reanudarse la lucha por el ingreso, los fenistas se sumaron a una Mesa de Lucha, constituida también por las agrupaciones maoístas FAUDI y TUPAC, guevarista Carta Abierta y trotskista TERS, esto es, agrupaciones alineadas con quienes hace menos de un año se habían denigrado como una “ultraizquierda” “caduca”.33 Para ese entonces, la Coordinadora Estudiantil con otros grupos peronistas había eclosionado por múltiples diferencias, cuyas raíces se encontraban en la falta de sustrato en las masas y perspectivas políticas alentadoras. En junio de ese año, cuando el clima de contestación bullía, los fenistas en la Facultad de Ciencias Económicas organizaron un novedoso “juicio público” al decano, que derivó en la clausura del recinto.34 Pese a ello, esta novedosa forma de concitar la atención pública se desarrolló, encontrándose al titular de la facultad “autoritario” y “agente de la represión universi­taria”. Es decir, como muestran estos hechos, el FEN seguía militando en el movimiento estudiantil.

En ese sentido, no resulta conveniente reducir la investigación a la ratificación de los testimonios de ex miembros de esta organización, problema en el que la literatura que abordó esta organización incurre. Desde el punto de vista aquí expuesto, la pérdida de injerencia que sufrió el FEN fue producto, más bien, de la distancia existente entre la realidad política que atravesó y los diagnósticos sobre la misma efectuados desde sus filas. Sus desaciertos no condujeron a los fenistas a una desaparición de la vida universitaria sino, más bien, a su creciente marginalidad. Como se mostró, el FEN había volcado su militancia en un primer momento al apoyo de la CGTA, supeditándose a su política sin criticar. Cuando la central sindical se vino a pique, los fenistas se quedaron sin un referente nacional. El lanzamiento del Movimiento de Bases Peronistas (MBP) fue el puntapié de la nueva estrategia para salir a flote en el peronismo. Acto seguido, su líder Grabois viajó a Madrid mediados de 1971 para entrevistarse por primera vez con Perón (Grabois, 2014: 316). En ese periplo se abrió un canal de diálogo con GH, conformándose la Mesa de Trasvasamiento Generacional, que los líderes fenistas visualizaron como una nueva oportunidad de insertarse en el peronismo realmente existente. La Organización Única del Trasvasamiento Generacional (OUTG), en la que abrevaron también otros grupos más pequeños, fue la puerta de entrada del FEN a GH a principios de 1972. Para entonces, el reformismo había dejado de ser considerado un aliado universitario, o al menos un par con quien discutir, para convertirse en un enemigo, pero sobre todo un actor desdeñado por intrascendente. En este punto el diagnóstico fenista erró: el reformismo lejos de desaparecer estaba recuperándose hacia 1971 con cada vez más fuerza en las universidades nacionales, particularmente de la mano de los comunistas del MOR en Buenos Aires.

Durante 1972, cuando se palpitaba la proximidad de la salida electoral a la que se había visto obligada a convocar la dictadura, y en un contexto donde las luchas más radicalizadas contra la misma comenzaban a perder terreno, la Juventud Peronista (JP), esto es todos los grupos que componían esta corriente que en el terreno universitario se habían mantenido afuera de la disputa entre ambas federaciones estudiantiles, protagonizó un aparente hito de unidad nacional el 9 de junio de 1972 con su acto en la Federación de Box porteña. Así, se congregaron, no sin tensiones como pusieron de manifiesto los abucheos que atronaron entre ambas alas, la Mesa de Trasvasamiento Generacional, conformada por el FEN-Guardia de Hierro, y el Consejo Provisorio, capitaneado por Montoneros. En representación de los primeros acudió el tríptico Dardo Cabo-Grabois-Álvarez mientras que los segundos estuvieron representados por Rodolfo Galimberti. El Consejo Nacional de Reorganización Peronista, compuesto por treinta y tres dirigentes, llevó adelante la unión que tuvo como meta conseguir la movilización peronista.35 Sin embargo, más allá del encuentro, que se repitió el 28 de agosto siguiente en un acto de todo el peronismo en el estadio del club Chicago, un designio del propio Perón en momentos que se avecinaban los comicios, la unidad entre ambas facciones fue más ficticia que real.

La ficción de esta precaria puesta en escena se hizo evidente en el terreno universitario, donde ambas alas del peronismo venían impulsando sus propios armados políticos. EL FEN-OUP afirmó reunir 1.200 militantes en el “Primer Cabildo Abierto del Peronismo Universitario” realizado en Córdoba a mediados de abril de 1972, reforzando la Mesa Coordinadora para el Trasvasamiento Generacional.36 En la vereda de enfrente, en el mes octubre, quienes estaban detrás de las organizaciones armadas realizaron un Congreso Nacional de Agrupaciones Universitarias Peronistas, congregando grupos de Santa Fe, Rosario, Paraná, Corrientes, Tucumán, Chaco Neuquén, Viedma, Patagones, La Plata y Capital Federal.37 Si bien en ambos encuentros atronó el socialismo nacional y la guerra revolucionaria del pueblo publicitada por Perón, los últimos la relacionaban con la construcción del Ejército Peronista, mientras que entre los seguidores del FEN-OUP esas referencias estaban ausentes, poniendo en cambio énfasis en su lealtad a Perón. Pese a las insalvables diferencias, la salida electoral producía grandes expectativas en ambos frentes ya que tras la figura del líder exiliado se avizoraba la posibilidad de ganar terreno.

Para entonces, sin embargo, la marginalidad universitaria en que había caído el FEN era acuciante. Mientras tanto, tuvieron lugar, los comicios de centros, los más convocantes bajo una dictadura que había hostigado permanentemente a estas entidades, llegando a disolverlas. En la UBA, que concentraba alrededor del cuarenta por ciento del cuarto de millón de universitarios argentinos, los comunistas arrollaron. Excepto por los pequeños centros de Veterinaria, Agronomía y Odontología, en manos de agrupaciones acólitas a la dictadura, los “bolches” se alzaron en el resto. De este modo, el MOR totalizó 8.020 sufragios, casi el 10 por ciento de los alumnos de la UBA (duplicando sus votos de hace un par de años), mientras que sus ex compañeros del FAUDI, apenas sumaron 2.199 votos.38 Según Barletta: “Conscientes de que todavía no representan una fuerza real, los estudiantes peronistas no pelean por conquistar los Centros…” (2001: 88). El FEN particularmente, el grupo peronista más relevante en la UBA durante la dictadura como se vio, permaneció en su postura de no involucrarse en tales comicios. Ningún otro grupo peronista volcado hacia la izquierda, entre tanto, había alcanzado la dimensión que el FEN supo tener, aunque los acuerdos para articular una organización más vasta estaban en marcha.

Conclusiones

Cuando en noviembre de 1973 se realizaron los comicios de centros estudiantiles en la UBA, los primeros convocados en condiciones de plena libertad tras siete años de dictadura, el FEN-OUP desistió de presentarse. Esa opción se justificaba públicamente en el hecho de que los centros se habían antepuesto históricamente a los intereses de la “clase trabajadora y de su conductor el general Perón”, además de que sus estructu­ras “no están articuladas para servir a los estudiantes sino para servirse de los estudian­tes”.39 Sin embargo, unos meses antes, a fines de julio, habían tenido lugar las elecciones del Centro de Ingeniería en esta casa, donde con la Lista Azul y Blanca el FEN quedó segundo.40 Es decir, la postura de esta agrupación no aludió en verdad a una opción ideológica, franca y definitiva, sino que se trató de una opción pragmática ante un futuro electoral poco alentador. Por el contrario, la Juventud Universitaria Peronista (JUP), brazo universitario de Montoneros recientemente fundada, avizorando un desenlace favorable, y contrariando su discurso anticentros, se presentó a estos comicios (Millán, 2016: 53). Tras obtener triunfos resonantes, la JUP estableció una política de alianza con grupos reformistas radicales y comunistas, sobre todo los primeros, para lanzar la Federación Universitaria de la Liberación Nacional.

A la luz de estos hechos, lo primero que llama la atención es el desplazamiento que sufrió el FEN. Esta organización, cuyos militantes provenían del reformismo y de la izquierda, había dado un viraje ideológico que los llevó a ser férreos enemigos de estas tradiciones políticas, asumiendo en su lugar un peronismo cuya máxima e indiscutida conducción se encontraba en Perón. Así, por ejemplo, tras el asesinato del secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, el 25 de septiembre de 1973, el FEN como parte junto a más de una decena de pequeños grupos del Consejo Superior de la Juventud Peronista adhirió a un documento en el que se sostenía “… es a través de la izquierda por donde opera la oligarquía agazapada […] advertimos a la raza deleznable de provocadores que la justicia de nuestro pueblo no obra con apresuramiento pero llegará inexorablemente.” (Gianella, Shanahan y Mason, 2012: 167).

A pesar de que el peronismo de izquierda, entre otros, veía a estas organizaciones de léxico antimarxista como derechistas, la bibliografía específica contemporánea referida en la introducción de este trabajo suele excluir de esta caracterización al FEN-GH, afirmando que esta organización se ubicaba, más bien, en el centro político. Tarruella, por ejemplo, basa su análisis en esta premisa, que supuestamente ubicaba a los “guardianes” a resguardo de un accionar de la izquierda que llamaba al contragolpe de la derecha, aunque al mismo tiempo desdibujaba a GH del juego político. Pese a ello, en el libro de este autor queda de manifiesto que desde antes del golpe de Estado de 1976 en la agrupación se inició un acercamiento con la Marina, vía su titular Eduardo Massera, y que los militantes cordobeses participaron de la ofensiva contra Obregón Cano a fines de febrero de 1974, el “navarrazo”, que dejó afuera de la gobernación de la provincia a este político relacionado con la Tendencia Revolucionaria del peronismo. En este último caso, Tarruella sostiene que la llegada de miembros de GH a la intendencia cordobesa fue un hecho no avalado por Álvarez, aunque tampoco se expulsó de la organización a sus mentores.

Sin embargo, este modo de presentar las cosas no reconoce lo que para el autor de este texto es evidente: Perón no vacilaba en ponerse del lado de, e impulsar, la ortodoxia derechista frente a la izquierda del movimiento. El FEN-OUP, por su parte, se acoplaba a esta dirección, haciendo suyo el lenguaje y la práctica de la derecha peronista, como se puede observar en su solicitud de destitución inmediata de “Villanueva y su equipo montonero encaramado en el Rectorado” [de la UBA] y de la sanción inmediata de la ley universitaria, un “proceso abiertamente demorado por funcionarios infiltrados en el propio Ministerio de Educación.”41

Muerto Perón a mediados de 1974, GH se disolvió, aunque algunos guardianes volvieron a reunirse bajo la figura de Álvarez, estrechando lazos con el líder de la Marina. Para entonces el FEN era historia. Sin embargo, este final deslucido no debe hacer perder de vista que fue esta organización en el plano universitario, y no los grupos que confluirían en la Tendencia Revolucionaria, la agrupación peronista más relevante de esta corriente en la UBA durante la dictadura precedente al retorno constitucional de 1973.42 Andrés Castillo, un militante de la juventud peronista, reflexionaba años después:

“Ahora, fíjate vos una cosa, porque esto creo que ocurre nada más que en el peronismo. El loco Galimberti que venía de Tacuara termina liderando la izquierda del peronismo y pajarito Grabois, que cuando se hace peronista se definía como marxista-leninista, termina en el sector más conservador, casi de derecha, con miedo a hablar del socialismo…” (Anzorena, 1989: 150).

Es precisamente a la luz de ese periplo que el FEN como caso de estudio adquiere importancia. Porque: ¿si hubo una izquierda peronista de ascendente radicalización en la UBA con una llegada cada vez mayor al estudiantado en los años previos a la coyuntura que se abrió en 1973 con la asunción de Héctor Cámpora a la presidencia dónde estuvo? Es difícil que el FEN pueda ser visualizado como el predecesor de la JUP, a la cual terminó combatiendo. Pese a ello, no se puede negar que sus militantes conquistaron la ansiada inserción en el movimiento, ganándose finalmente un lugar entre los seguidores de Perón que no fueron echados de la Plaza de Mayo el 1 de mayo de 1974, cuando las tensiones internas entre el ala derecha e izquierda del peronismo implosionaron.

Notas

1 Tesis políticas básicas del Frente Estudiantil Nacional de Julio de 1966, edición de enero de 1968, p. 11. Centro de Estudios Nacionales-Archivo Arturo Frondizi Biblioteca Nacional (de aquí en más CEN-Frondizi), caja 18.

2 Boletín Especial de ANDE de Ingeniería, octubre de 1966. SJMP/CMS R2/5-1 CEDINCI.

3 “En Buenos Aires, se introdujo una novedad: el empleo policial de estudiantes-delatores para señalar a los activistas, procedimiento visible en la Facultad de Medicina que fue negado por el nuevo Decano, Andrés Santas. Uno de ellos, interceptado por un vigilante, quien le sustrajo una cachiporra casera, dijo a su captor: ‘¡Pero no se da cuenta que es una equivocación! Yo trabajo para ustedes. Lárgueme.’ En pocos segundos quedó en libertad. El secretario de Santas, Vicente P. Gutiérrez, reconoció haber visto acompañando al personal policial a Alejandro Arias, miembro del Sindicato de Derecho: ‘Supuse que era de Coordinación’, narró a los periodistas.” “Universidad. Lo que el viento se llevó”, en Primera Plana, 30 de agosto al 5 de septiembre de 1966, año IV, nº 192, pp. 16-17.

4 “Aportes del frente estudiantil para la acción unificada de los revolucionarios argentinos. Una línea, un método y un programa antimperialista”, p. 14. CEN-Frondizi, caja 19. Aunque el documento no contiene fecha puede estimarse que data de entre fines de 1966 y 1967.

5 Véase, por ejemplo el folleto Aportes polémicos del Frente Antiimperialista para la acción de los Estudiantes de Filosofía y Letras, 1967. CEN-Frondizi, caja 20.

6 Tesis políticas básicas del Frente Estudiantil Nacional de Julio de 1966, edición de enero de 1968, p. 22 y ss. CEN-Frondizi, caja 19.

7 Entrevista realizada por el autor, 20 de julio de 2015.

8 Entrevista realizada por el autor, 21 de agosto de 2015.

9 Una declaración firmada por grupos peronistas de todo el país mostraba el apoyo en la UBA de FANDEP, MND (Derecho), CEA (Derecho), LAN (Filosofía y Letras), ALUL (Filosofía y Letras y Ciencias Exactas y Naturales), UNEFYL (Filosofía y Letras), FEN, FA (Filosofía y Letras), EA (Filosofía y Letras), MHR (Filosofía y Letras), FAN (Filosofía y Letras),LIGA HUMANISTA (Ciencias Exactas y Naturales, Ingeniería y Ciencias Económicas, adheridas a UNE), CAENI (Ingeniería), TUPAU (Arquitectura), MUN (Arquitectura), RR (Ciencias Económicas), ARCE (Ciencias Económicas), MUN (Ciencias Económicas), VUMM (Ciencias Exactas y Naturales). “El Movimiento Estudiantil Nacional y popular y revolucionario frente a la intervención y la dictadura junto a la C.G.T. de los Argentinos”, 11 de agosto de 1968, Rosario (CEDINCI). Se aclara que al momento revisar este archivo se estaba catalogando el material, por esa razón no se explicita signatura topográfica en este y otros casos.

10 “Tendencia estudiantil revolucionaria. Un programa antidictatorial y antiimperialista para el movimiento estudiantil”, junio de 1968, p. 7. CEN-Frondizi, caja 18.

11 “La trayectoria y la auténtica política del frente antimperialista”, FA, junio de 1968, p. 2. CEN-Frondizi, caja 18.

12 “Idilio prestado: Ongaro rechazó los amores de la FUA, UPE de Farmacia y TERS”, firmado por UAP (Filosofía y Letras), FELNA FAA (Ciencias Exactas y Naturales), A.R.E. Avanzada (Ciencias Económicas y Derecho). CEN-Frondizi, caja 18.

13 “Declaración de las agrupaciones abajo firmantes”, 12 de junio 1968. Por Buenos Aires, firmaron Renovación Reformista de Ciencias Económicas, Agrupación Humanista de Ciencias Exactas, Frente Antiimperialista de Filosofía y Letras y la Coordinadora Estudiantil Nacional de Ingeniería (CEDINCI).

14 “La trayectoria y la auténtica política del frente antimperialista”, CEFYL, junio de 1968. CEN-Frondizi, caja 20.

15 Así los consideraba la dirección de la FUA: “Quienes quisieron negar el hecho histórico de la Reforma y sus contenidos actuales en el entronque popular y antiimperialista –hablamos de Integralismo y de los minúsculos grupitos del FEN- fueron desbordados por el paro estudiantil que negaron y la combatividad que no organizaron.” “La Lucha universitaria”, en Nueva Hora. Órgano del Partido Comunista (Comité Nacional de Recuperación Revolucionaria), año 1, nº 7, junio de 1968, p. 1, pp. 1 y 3. SHB/CPA C1/8-3 CEDINCI.

16 “Informe del Comité Nacional”, Comité Nacional de Recuperación Revolucionaria, p. 4 (CEDINCI).

17 BDB, sección junio de 1968, p. 19 y ss. La base de datos elaborada por Pablo Bonavena (BDB a partir de ahora) reconstruye día a día las luchas del movimiento estudiantil argentino entre los golpes de Estado de 1966 y 1976. Para la Capital Federal fueron relevados los diarios Crónica, Clarín, La Nación, La Opinión y La Prensa, aunque el modo de registro no aclara de qué periódico se extrae cada información. Puede consultarse en el área de Conflicto Social del Instituto de Investigaciones “Gino Germani” de la UBA.

18 “Lo primero: liberación nacional”, en CGT. Órgano Oficial de la Confederación General de Trabajo, Nº 10, 4 de julio de 1968, p. 1.

19 “La semana estudiantil”, en CGT. Órgano Oficial de la Confederación General del Trabajo, 28 de noviembre, año 1, nº 31, p. 2. La declaración estaba firmada por CENAP, FANDEP, FEN, Liga Humanista (actual UNE), MND (Movimiento Nacional de Derecho), MHR (Movimiento Humanista Renovador) ARCE (Económicas, creo que son los del PSIN, ver) y UNEFYL (Unión Nacional de Estudiantes de Filosofía y Letras).

20 “Hablan los dirigentes estudiantiles”, en CGT. Órgano Oficial de la Confederación General del Trabajo, 12 de diciembre de 1968, año 1, nº 3, p. 3.

21 Como se sostuvo, conformó un lugar común entre intelectuales peronistas afirmar que tras el golpe de Estado de 1966 se abrió una situación insólita para el peronismo en la universidad. Sin embargo, más allá del crecimiento augurado, y supuestamente asegurado, el análisis de la realidad concreta e inmediata llevaba a mostrar que éste debía esperar. Así, por ejemplo, contemporáneamente a lo expuesto por Grabois Patria Grande, revista peronista en la que participaban escritores como Ortega Peña y Eduardo Duhalde, sostenía en una nota dedicada a otra agrupación de reciente formación, con presencia en varias universidades nacionales, la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), que “El que, por el contrario, que la UNE se construyera en tendencia y no en germen del movimiento nacional universitario, el que se ciñera a una congregación ideológica parcial y no sentara las bases de la inserción del estudiantado en el proceso político global, sofocaría desde el vamos su vertiginoso ascenso como movimiento universitario nacionalista y popular consecuente.” “La U.N.E. ¿Tendencia u opción?”, en Patria Grande, año 1, N° 2, octubre de 1968, pp. 10-11, p. 11.

22 BDB, sección mayo de 1969, p. 34.

23 “Las variaciones del tiempo borrascoso”, en Primera Plana, 1 al 7 de julio de 1969, año VII, nº 340, pp. 10-14, p. 12.

24 “El Movimiento Nacional y la Universidad”, en Antropología Tercer Mundo, año 2, Nº 3, noviembre de 1969, pp. 41-70.

25 BDB, sección febrero de 1970, p. 5 y ss.

26 “Un nuevo sistema de pesas y medidas”, en Periódico del FEN, año 1, nº 1, abril-mayo de 1970, pp. 3 y 10, p. 10. (CEDINCI)

27 Véase “Ingreso, Comercio y unas pocas cosas más...”, en Revista del CECE, nº 1, abril de 1969, p. 5. CEN-Frondizi, caja 20.

28 BDB, sección abril de 1970, p. 6 y ss.

29 Al respecto véanse los documentos que las dos agrupaciones plasmaron en Cristianismo y Revolución, año IV, Nº 23, abril de 1970, pp. 21-34.

30 Véase, por ejemplo, Revista del CECE, nº 1, abril de 1969, p. 5. CEN-Frondizi, caja 20.

31 Tarruella es remiso a dar cifras de militantes de GH, tan sólo en una ocasión señala que en 1967 se habían reunido 100 personas en un acto. Aunque también las cifras del FEN son difíciles de sostener con precisión, no cabe duda que sus adherentes eran muchos más.

32 Las cifras de militantes precisas siempre resultan difíciles de obtener: no sólo porque los testimonios tienden a agrandar sino porque, además, haría falta diferenciar lo que es un militante de un simpatizante más periférico, circunstancial a la organización. Con todos los reparos del caso se cuenta con un testimonio de un militante que contabiliza, en el lenguaje de la época, 3.000 cuadros (entrevista realizada por el autor a Héctor Flombaum, agosto de 2015) mientras que Grabois (2014: 343) al igual que Tarruella sostienen que eran unos 2.000 (2015, 132).

33 Incluso, junto a estas agrupaciones, a mediados de 1971, suscribiría un documento donde tras dar cuenta de las victorias alcanzadas el año pasado, advertía que ahora las autoridades buscaban imponer un examen sin curso para de este modo aislar a las agrupaciones que habían sostenido la lucha. “Algunas reflexiones sobre el ingreso”. CEN-Frondizi, caja 19.

34 BDB, sección junio de 1971, p. 4 y ss.

35 “Mesa Redonda. Juventud Peronista: en busca del tiempo perdido”, en Primera Plana, nº 489, año X, 13 de junio de 1972, pp. 34-35.

36 “Documentos de agrupaciones universitarias peronistas. Primer Cabildo Abierto del Peronismo Universitario”, en Envido, Nº 6, julio de 1972, pp. 74-75.

37 “Declaración del Congreso Nacional de Estudiantes Peronistas”, en Envido, Nº 7, octubre de 1972, pp. 78-80.

38 La Opinión, 23-11-1972.

39 BDB, sección noviembre de 1973, p. 9 y ss. (declaración del día 12).

40 BDB, sección julio, p. 63 y La Opinión, 31-7-73, p. 15. Con posterioridad a los comicios porteños se presentaron también en las elecciones de centros en la Universidad Nacional de Cuyo mendocina, ganando en cuatro de las siete entidades en disputa. BDB, sección diciembre de 1973, p. 20.

41 La Opinión, 13/2/1974, p. 11.

42 Respecto al pasaje de militantes del FEN a las filas montoneras, los entrevistados negaron que ese proceso revistiera masividad, agregando que cuando se produjo se trató de personas periféricas a la organización. Un libro reciente (Aldo Duzdevich, Norberto Raffoul y Rodolfo Beltramini) escrito por militantes que de esta última organización pasaron a La Lealtad, el grupo que en 1974 se quedó con Perón distanciándose de los reproches que el accionar de la conducción montonera generaba en el presidente, está firmado por dos militantes que iniciaron su militancia en el FEN. No obstante, no ofrece este texto, como ninguno otro, evidencia de un pasaje masivo de militantes fenistas a Montoneros.

Referencias bibliográficas

Fuentes

Archivos

1. Archivo del Centro de Estudios Nacionales-Arturo Frondizi (Biblioteca Nacional) (CEN-Frondizi).

2. Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CEDINCI).

Diarios y Revista

3. Antropología Tercer Mundo.

4. Cristianismo y Revolución.

5. CGT. Órgano Oficial de la Confederación General de Trabajo.

6. Envido.

7. La Opinión, 1972-1973.

8. Patria Grande.

9. Primera Plana, 1966-1972.

Entrevista realizadas por el autor (año 2015)

10. Héctor Poggiese.

11. Héctor Flombaum.

12. Hugo Flombaum.

13. Luis Rapaport.

Bibliografía edita

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