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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

On-line version ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.13 no.38 Ciudad Autónoma de Buenos Aires June 2018

 

DOSSIER-PRESENTACIÓN

Homenaje a León Olivé (1950-2017)

Miguel Ángel Quintanilla y Roberto Feltrero *

* Miguel Ángel Quintanilla: Catedrático emérito de lógica y filosofía de la ciencia y fundador del Instituto de Estudios de la Ciencia y la Tecnología en la Universidad de Salamanca, España. Es co-director de la Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad —CTS. Roberto Feltrero: actualmente profesor de alta cualificación en el ISFODOSU, programa del MESCyT de la República Dominicana. Colaborador docente en la UNED y en la USAL, España, e investigador colaborador del Seminario sobre Sociedad del Conocimiento y Diversidad Cultural de la UNAM, México. Ambos participaron en el último proyecto de investigación de León Olivé y comparten líneas de investigación sobre la filosofía de la ciencia y de la técnica, la cultura científica, la comunicación pública de la ciencia y las políticas sobre ciencia, tecnología e innovación.


Apenas hace algo más de un año, el 10 de febrero de 2017, murió el filósofo y matemático León Olivé, dejando como legado uno de los proyectos filosóficos más  importantes desarrollados en América Latina por su impacto y trascendencia en diversos ámbitos académicos y sociales. El monográfico que a continuación presentamos es una recopilación de artículos en los que buenos amigos de Olivé, y mejores investigadores en filosofía y ciencias sociales, discuten estos conceptos sacando a la luz su influencia en la filosofía contemporánea y su proyección en temas de discusión filosófica actuales y futuros.

Comenzaremos este repaso, sin embargo, por una parte del trabajo de Olivé quizá menos conocida en los ámbitos académicos, pero gracias al cual tuvo un gran impacto social en los últimos años de su carrera. Y es que, en estos tiempos de evaluación cuantitativa del impacto de las publicaciones de los investigadores, no se puede hacer mejor loa de un gran investigador que señalar el impacto social, en contextos reales, de su obra y pensamiento. Y más valioso aún si lo hace desde la reflexión filosófica y humanística, poniendo esos estudios al servicio de los valores democráticos, la igualdad y la defensa de colectivos minoritarios.

Olivé, compañero, amigo y maestro de los que suscriben, no sólo fue un gran investigador cuyo trabajo fue muy bien evaluado por la comunidad académica. Además, fue una de estas figuras cuyas investigaciones son también reconocidas por la sociedad en su conjunto. Cómo no recordar cuando los representantes de la comunidad mixe de Oaxaca lo seleccionaron para impulsar un proyecto de educación intercultural en su región. Lo hicieron informadamente, tras un estudio exhaustivo de muchos meses entre el conjunto de investigadores en humanidades y ciencias sociales de México. En ese estudio no sólo valoraron el espacio creado por Olivé, el Seminario de Investigación sobre Sociedad del Conocimiento y Diversidad Cultural, como el lugar ideal para dar soporte académico de ese proyecto. También entendieron que la revalorización y la refuncionalización de los saberes tradicionales que ellos perseguían necesitaban un marco filosófico fuerte como el del pluralismo epistémico desarrollado por Olivé. En aquella reunión, los representantes mixes, personas provenientes de un ámbito rural, incorporaron a su lenguaje conceptos como los de diálogo de saberes, sociedades multiculturales o pluralismo. Y los usaron para argumentar, defender y proponer un modelo educativo distinto en su región que permitiese mantener su identidad. No sólo en términos del lenguaje o las tradiciones, sino en términos de conocimientos, saberes y prácticas científicas y sociales que consideraban valiosas precisamente porque eran las garantes históricas de la sostenibilidad de sus comunidades como tales y en armonía con el entorno natural.¿Es posible formular una epistemología que integre la diversidad cultural y, por tanto, adecuada para analizar los problemas ético-políticos que plantea el desarrollo científico y tecnológico en la sociedad del conocimiento? ¿Cuál es el estatus epistemológico de los conocimientos tradicionales? ¿Cómo estimular la participación de todos los agentes sociales, con sus creencias y valores epistémicamente reconocidos, en mecanismos de participación y toma de decisiones? ¿Cómo generar procesos de transmisión y apropiación social para incorporar esos nuevos conocimientos conforme a las necesidades de cada grupo social? ¿Cómo integrar la innovación como parte del devenir de los pueblos en el contexto de la sociedad del conocimiento?

Estas fueron algunas de las preguntas que Olivé trató de responder en los últimos años de su vida y para las que puso en acción los conceptos y teorías filosóficas que había desarrollado durante toda su carrera y en los que seguía trabajando. Por ejemplo, este monográfico comienza con un artículo póstumo de Olivé y alguno de sus colaboradores más allegados, en el que se discuten los conceptos de interdisciplina y transdisciplina como los pilares para poder acometer los problemas que enfrentan las redes sociales de innovación. Dichas redes requieren aproximaciones desde diversos frentes, desde la epistemología a la ética, pasando por la política. Los procesos de innovación y apropiación social para aprovechar los conocimientos tradiciones e integrarlos, junto a las nuevas tecnologías, en resultados beneficiosos para toda la sociedad, requieren un análisis transdisciplinar que integre las ciencias, pero también la historia, la antropología, la política y todos aquellos intereses sociales pertinentes al tema de debate. Sólo así se pueden construir las redes sociales de innovación que propone Olivé como modelo para la participación social en ciencia y tecnología y, sobre todo, para promover modelos de apropiación social de esos conocimientos que garanticen el aprovechamiento social, es decir: la satisfacción de demandas analizadas críticamente por todos los participantes en un proceso plural y abierto.

Estas conceptualizaciones provienen de un exhaustivo trabajo filosófico de Olivé sobre la epistemología pluralista que relata Ana Rosa Pérez Ransanz en su contribución. Este relato nos enfrenta a la evolución de su pensamiento filosófico para alcanzar conseguir la fundamentación de sus conceptos éticos o morales en torno a su noción de epistemología. Los valores epistémicos son, para Olivé, la base para enarbolar normas éticas y políticas en las cuestiones que plantea el desarrollo tecnocientífico. Por ello, ajustar su concepción epistemológica hasta encontrar una forma de integrar el carácter social, plural y naturalizado del conocimiento era básico en su proyecto. La descripción de esta evolución nos deja con el último giro pragmatista de su idea de epistemología, que permite, por fin, acometer el problema que siempre fue la meta del pensamiento de Olivé: es decir, fundamentar el marco conceptual que permitiese integrar la diversidad cultural y social en las discusiones sobre el avance tecnocientifico. Y con ella, y desde ella, analizar los problemas ético- políticos que plantean las sociedades actuales basadas en el conocimiento.

Sobre esta conexión de la ética, la política y la epistemología pluralista, debate el artículo de Ambrosio Velasco, ahondando en las dificultades para integrar la pretendida universalidad de ciertos principios éticos o epistemológicos con las diferentes culturas, comunidades y marcos conceptuales que atañen a cada una de ellas. En esta contribución expone como solución la propuesta, eminentemente política, de Olivé sobre el diálogo de saberes. De nuevo, la fundamentación filosófica de esta propuesta ahonda en los presupuestos más importantes del pensamiento de Olivé. Desde un relativismo, o perspectivismo, de corte contextualista, que sostiene que cualquier principio sustantivo de racionalidad es dependiente de contextos culturales y comunitarios específicos. Hasta un concepto dialógico de la razón humana que permite tender los puentes esos distintos sujetos pertenecientes a distintos marcos conceptuales interactúen racionalmente. El diálogo y el acuerdo para consensuar marcos comunes de racionalidad permiten procesos constructivos sobre intereses compartidos para alcanzar metas y objetivos comunes. Se superan así las dificultades del relativismo, sin por ello renunciar a la ética y la ontología pluralista de Olivé, que garantiza la pertinencia y relevancia de los diferentes marcos epistémicos y valorativos de cada cultura en esos procesos.

Precisamente este pluralismo axiológico es el hilo conductor de la contribución de Javier Echeverría. Los diferentes valores morales, económicos y sociales, entre otros, quedan amparados por la pluralidad de valores epistémicos que defiende Olivé. Si el conocimiento es valioso porque permite orientar las decisiones y acciones humanas para lograr objetivos respetando ciertos valores, la carga de la objetividad del conocimiento científico y técnico va más allá de concepciones valorativas simples. Los valores epistémicos de la ciencia o la utilidad de la tecnología deben ser coherentes con los valores culturales, morales, económicos o, en general, sociales de cada comunidad. En este sentido, la axiología en el pensamiento de Olivé va más allá de la ética o la ciencia y conforma una concepción general, global, de corte humanista, cerrando el círculo de sus trabajos —pues así se entiende la pertinencia de su artículo póstumo, el primero de este monográfico, sobre la necesidad de  estudios interdisciplinares y transdisciplinares a la hora de comprender la sociedad del conocimiento. Precisamente esta nueva estructura sociotecnológica promueve un marco tecnológico común, global, para todas las labores asociadas con la producción y adquisición del conocimiento, de todos los tipos de conocimientos. Pero tal función atañe a tantas dimensiones de los seres humanos, a tantas prácticas, a tantas actividades, a tantos valores y a tantos grupos sociales, que su aplicación y valoración no puede ser sólo tecnológica o, en sentido más amplio, epistemológica. Es necesario integrar todas las disciplinas, todas las sensibilidades y todas las culturas en las discusiones sobre esa globalización que, de serlo, debe ser multidireccional. La construcción de la sociedad del conocimiento requiere el diálogo de saberes, puesto que es el ejemplo perfecto de ese marco común de problemas y prácticas que discutir y acordar entre todos, más allá de los contextos epistémicos locales. Con este método, la globalización contribuye al multiculturalismo, no al contrario, y así se podrá construir un marco común para todas las sociedades de conocimientos.

Finalmente, y regresando al impacto social de la filosofía de Olivé, el último artículo de este monográfico expone los logros de los últimos proyectos de investigación llevados a cabo por él y su equipo. Estos proyectos resumen cómo Olivé ponía en práctica todas sus ideas, completando su faceta de académico comprometido que actúa en su contexto social mediante su participación en foros consultivos sobre ciencia y tecnología, su influencia en las políticas de fomento de la investigación en México, o su apuesta por programas de estudio que modernizasen la filosofía, incluyendo los estudios interdisciplinares sobre ciencia, tecnología y sociedad o la apuesta por la comunicación y divulgación de la ciencia.

Ese último artículo, una nutrida representación de estos colaboradores, muchos de ellos formados en los programas académicos impulsados por Olivé, construye un relato de esos proyectos, de sus resultados teóricos en consonancia con los marcos conceptuales trabajados por Olivé pero, sobre todo, de los resultados prácticos que la fructífera aplicación del diálogo de saberes en el contexto de las comunidades indígenas de México. Durante más de diez años se desarrollaron trabajos de campo en los estados de Guerrero, Michoacán o Oaxaca que dieron sus frutos en multitud de materiales educativos y de divulgación científica y técnica traducidos a diversas lenguas indígenas. La valoración de los conocimientos tradicionales se puso en práctica mediate cursos, diplomados o portales de Internet en los que se rescataba todo tipo de saberes, artesanías y técnicas sostenibles provenientes de diversas comunidades. Los equipos de investigación trabajaron junto a las comunidades formando grupos transdisciplinarios que contribuyeron a la innovación educativa y a la apropiación social de las tecnologías por parte de los integrantes de las comunidades. Se conseguía así que ellos mismos marcaran los objetivos en cuanto a los procesos y las temáticas para la elaboración de contenidos adecuados a su contexto cultural y social y, sobre todo, dirigidos a resolver problemas concretos de sus comunidades. La falta de materiales educativos en lenguas indígenas, sobre su historia y su cultura, y también la difusión de innovaciones sociales sobre agricultura, estufas ahorradoras de leña o construcción sostenible de casas fueron problemas concretos en los que se trabajó desde el marco del diálogo de saberes y la construcción de espacios de innovación intercultural.

La exitosa puesta en práctica de los conceptos y valores filosóficos y humanísticos de Olivé quedará siempre plasmada en estos resultados prácticos. Del mismo modo que su legado intelectual quedará reflejada en sus aportaciones a la construcción de una filosofía propia y adecuada al contexto Iberoamericano. Un ejemplo práctico fue su impulso y dedidido apoyo a la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofia como obra clave para que pudiéramos escribir y leer sobre los temas filosóficos que nos atañen como comunidad frente a ciertos fundamentalismos intelectuales. Lo cual no es sino una herramienta más para defender su sutil concepción pluralista. Porque el pluralismo, en el caso de Olivé, no es sinónimo de relativismo, sino de un necesario anti-fundamentalismo frente a tantos intentos globalizadores que amenazan la diversidad de pensamientos, perspectivas y culturas.

 

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