INTRODUCCIÓN
La importancia económica del guanaco (Lama guanicoe) entre los cazadores-recolectores del Holoceno en Tierra del Fuego se evidencia en el abundante y constante registro de la especie, reconocida como su principal recurso alimenticio terrestre (Casamiquela 1983; Mengoni Goñalons 1983, 1999; Borrero 1985, 2013; Borrero y Franco 1997; De Nigris 2004; Muñoz 2000, 2002, 2012, entre otros). Respecto de las sociedades cazadoras-recolectoras pedestres de la isla, datos etnográficos del siglo XIX muestran un aprovechamiento completo del cuerpo del animal, ligado no solo al uso de los huesos, sino también a los tendones, piel y otros subproductos orgánicos ( Gusinde 1982; Chapman 1986). Además, su presencia en los yacimientos arqueológicos ha impulsado el desarrollo de variadas líneas de investigación interpretativas sobre la explotación de la especie como alimento y materia prima para la confección de instrumental de hueso.
Los estudios sobre la explotación para el consumo alimenticio del guanaco han estado fuertemente desarrollados en la región patagónica, lo que permite discutir aspectos metodológicos e impulsar el desarrollo de líneas interpretativas relativas a la adquisición y el consumo de la especie (e.g., Borrero 1990; Muñoz 1997, 2000, 2008; Mengoni Goñalons 1999; Mengoni Goñalons y De Nigris 1999; De Nigris 2004; De Nigris y Mengoni Goñalons 2004; De Nigris y Catá 2005; Otaola y Franco 2008; Alunni y Zangrando 2012; San Román et al. 2014, entre otros)
Con respecto al instrumental de hueso de guanaco, diversos trabajos han mostrado la representación de estas piezas en diferentes contextos de Tierra del Fuego (Massone 1988; Fiore 2011, 2012; Santiago et al. 2019, entre otros). En tanto, la clasificación y discusión sobre el uso de materias primas óseas ha sido desarrollada por Scheinsohn (1993-1994, 1997, 2010, 2013) y recientemente por Christensen (2016), quien ha profundizado los estudios sobre el uso de estas materias e identificó los estigmas asociados a los diferentes procesos de manufactura, y de esta manera logró recrear las diferentes cadenas operativas.
Este trabajo tiene como objetivo identificar las principales modificaciones antrópicas dentro del conjunto óseo de guanacos del sitio Marazzi 32 (MA-32), poniendo en perspectiva la explotación de la especie y un primer avance en la investigación sobre la tecnología ósea en el sitio.
Caso de estudio
El sitio Marazzi 32 (MA-32) está ubicado en bahía Inútil, próximo a la desembocadura del río Marazzi (norte de Tierra del Fuego, Chile) (Figura 1). Corresponde a uno de varios registros costeros a cielo abierto y de tiempos tardíos (Massone et al. 2003; Massone y Morello 2007; Massone 2017), con fechados de entre 670 y 560 años AP (Tabla 1). Al inicio de las investigaciones se identificaron en superficie seis conjuntos con restos óseos de cetáceos depositados sobre una berma de playa ( Borella 2003), los cuales se extienden junto con otros restos de fauna por una superficie aproximada de 300 m2 (Massone y Morello 2007).
Nota: * Fechados radiocarbónicos calibrados a 2 sigma con el programa OxCal 4.3 v4.3.2 (Bronk Ramsey 2017); r.5: SHCal13 atmospheric curve (Hogg et al. 2013).
Las diferentes campañas de excavación (2002-2004) permitieron la recolección sistemática de material arqueológico en tres unidades, denominadas 16D, 16E y 13H (de 2 × 2 m) y delimitadas por sectores (1, 2, 3 y 4) (Massone y Morello 2007). Entre los materiales líticos hallados allí se encuentran raspadores y grandes rodados astillados con filos naturales amplios (Massone y Morello 2007). Destacan en la arqueofauna gran cantidad de restos de guanaco y, en menor medida, otras especies de mamíferos terrestres y marítimos, además de aves, peces y escasos restos malacológicos.
MATERIALES Y MÉTODOS
En el presente trabajo se entregan los resultados del análisis de los restos óseos de guanaco provenientes de las unidades de excavación 16E, 16D y 13H, las cuales suman 12 m2 y totalizan 2710 restos atribuidos a la especie. Para la determinación anatómica y taxonómica se compararon los restos con material de referencia en los laboratorios del Centro de Estudios del Hombre Austral y un manual osteológico de la especie (Sierpe 2015). Se utilizaron los siguientes criterios de cuantificación: NISP (Lyman 2008), MNI (Poplin 1976; Lyman 2008), MNE (Binford 1978, 1981; Bunn 1982) y MAU de Lymam (1994) para la representación de cada unidad anatómica en la muestra arqueológica. La estimación de la edad fue calculada por medio de la fusión ósea a partir de los criterios presentados por Kaufmann (2009).
Los análisis cualitativos consideraron alteraciones tafonómicas de origen animal (perforaciones, agujeros, surcos, arrastre); y de origen biótico y abiótico, incluyendo alteraciones químicas, raíces, pisoteo y meteorización; por su parte, se consideraron modificaciones de origen cultural como huellas de corte, fractura y acción térmica (Parker y Toots 1970; Behrensmeyer 1978, 1990; Berner 1981; Binford 1981; Lyman 1994; Patou-Mathis 1994)
Para el análisis de la tecnología ósea, entre los estigmas presentes se consideraron puntos de impacto, ranurado, plano de extracción y abrasión, bajo la propuesta realizada por Christensen (2016) para los procesos de modificación tecnológica.
RESULTADOS
El total de la fauna vertebrada registrada es de 9426 restos (Tabla 2). Entre los más numerosos se encuentra Lama guanicoe, con 2710 (28,75%) (Tabla 3); seguido por restos indeterminados adscritos a la Clase Aves, con 2624 restos (27,84%); y a la Clase Mammalia, con 2393 (25,39%) (Figura 2). Entre los restos adscritos a cada clase, el %NISP corresponde a 55,78% para Mammalia, 31,03% para Aves y 13,19% para Actinopterygii.
Estrategias de explotación, cadena alimentaria y tratamiento de guanacos en el sitio
La elección de presas se ve representada por un NMI de L. guanicoe de 18 individuos3. Del total de los restos atribuidos a la especie, solo 37 (1,36%) se presentan completamente fusionados; entre ellos, han sido identificados en el conjunto tres individuos adultos. Sobre la estimación de edad, los estados de fusión ósea nos permitieron separar un mínimo de 15 individuos con una edad promedio de un año (877 restos, correspondientes al 32,36%). El cálculo realizado sobre los restos de estos ejemplares ha considerado el ensamble completo de huesos largos sin fusión ósea, tomando en cuenta un cálculo mínimo de 5-6 meses a partir de las radio-ulnas, y 8-18 meses sobre los húmeros. En relación con la elección de presas entre machos o hembras, los restos no permitieron una identificación a esta escala dada la ausencia de elementos discriminatorios, como caninos (Raedeke 1978) o pelvis (De Lamo 1990; Gecele et al. 1996; Cartajena 2007).
Respecto de los procesos tafonómicos, los restos no presentan mayor alteración; son pocos los que están modificados por la acción de roedores (n = 40), termoalteración (n = 11), acción de carnívoros (n = 5), marcas de raíces (n = 6) o, finalmente, algún tipo de acción química (n = 2). Las alteraciones predominantes son por exposición a la intemperie (estadios 1, 2 y 3 sensu Behrensmeyer 1978), y afectaron principalmente a los restos de los estratos superiores o bien a restos óseos registrados en superficie (Tabla 4).
En relación con la cadena alimentaria del guanaco, el proceso de caza, búsqueda, persecución y muerte del animal pudo desarrollarse en proximidades del sitio, dado que la zona centro y norte de Tierra del Fuego es un territorio reconocido por la amplia distribución de guanacos que allí habitan, además de la acreditada explotación de la especie en la isla entre cazadores-recolectores a lo largo del Holoceno ( Muñoz 2000; Calás 2009; Santiago 2013).
El transporte de animales completos se evidencia al registrar en el yacimiento la totalidad de los elementos anatómicos de la especie. La lectura de modificaciones antrópicas arrojó la presencia de huellas de corte en cráneo (n = 2), bajo la cresta sagital externa, metapodios (n = 2), sección medio-distal palmar (Figura 3a) y tibia (n = 1), sección distal, sobre la cóclea tibial, probablemente relacionadas con las etapas iniciales del procesamiento del animal. Elementos del esqueleto axial presentan huellas de corte asociadas a la desarticulación. Estas se hallan en la cintura pélvica (n = 2), cuerpo del ilion, vértebras torácicas (n = 2), lumbares (n = 6) e indeterminadas (n = 2), preferentemente sobre y bajo apófisis transversa; costillas (n = 4), bajo la tuberosidad de la costilla y astrágalos (n = 6), sobre la sección medio-lateral y medial (bajo trócleas) (Figura 3b). En elementos del esqueleto apendicular las huellas se registran en radio-ulnas (n = 3), en torno a la sección media de la incisura troclear (Figura 3c) y en la sección articular sobre la superficie articular del carpo y fémur (n = 1), bajo la línea intertrocantérica (Figura 3d). Huellas relacionadas con el descarne y la remoción de tejidos blandos fueron registradas en escápulas (n = 4), bajo la tuberosidad de la espina escapular; húmeros (n = 2), en torno a la cara lateral y medial de la sección medio-distal (Figura 3e); vértebras cervicales (n = 4); sobre la base de apófisis transversa; y costillas (n = 1), sección lateral de la tuberosidad articular. Otras huellas fueron registradas sobre la sección media de falange primera (n = 1); tibia (n = 1), sobre la sección latero-medial proximal; costillas (n = 5), sobre la sección medio-lateral y medial; y apófisis transversas aisladas (n = 1), sobre el cuerpo de la apófisis, lo que indica una relación con el procesamiento completo de los huesos (sensu Binford 1981; Muñoz 2000, 2012).
Entre los elementos anatómicos mejor representados del conjunto total se destaca la presencia de radio (mayor representatividad sobre elemento radio-ulna no fusionado con valor MAU del 100%), fémur (95,16% MAU), tibia (54,8% MAU) y metapodios (metacarpo con 25,8% MAU, metatarso con 17,7% MAU y metapodios con 12,3% MAU); estos últimos con un alto porcentaje de fracturas (44,54% para metapodios y 28,57% para tibias, sobre un total de 117 fracturas registradas). De los elementos anteriormente mencionados, un total de 37 restos (31,1%) presentan puntos de impacto, registrados principalmente sobre tibias y metapodios. Destaca dentro del conjunto un metapodio distal modificado en su superficie por medio de un surco ranurado (0,13%) (ver más adelante en resultados de análisis tecnológico).
Entre los tipos de fracturas registrados en huesos largos de individuos adultos (n = 24), las más representativas son las fracturas en espiral (62,5%), seguidas por longitudinales (33,33%) y una indeterminada (4,17%). En tanto en individuos juveniles (n = 93) se presenta un alto indice de fracturación, dominado por fracturas indeterminadas (65,6%), seguidas por fracturas longitudinales (21,50%), fracturas en espiral (11,82%) y fracturas irregulares (1,07%). En este conjunto es posible apreciar fragmentos proximales completos de metapodios (antero-posterior o, en este caso, también latero-medial, dada la no fusión ósea de estos) y fragmentos mediales con puntos de impacto lateral. Las fracturas, en su mayoría longitudinales y en espiral, evidencian la acción antrópica y el interés en la obtención de médula.
Finalmente se destacan ocho falanges primeras que comparten un patrón de fracturación posiblemente ligado al aprovechamiento de médula. La extracción de la sección medio-proximal del hueso carece de puntos de impacto, lo cual podría indicar que la fractura de las piezas fue realizada intencionalmente mediante la percusión desde el extremo medial o lateral de la falange.
Análisis tecnológico
Entre los restos analizados se registraron diez instrumentos óseos, dos de ellos confeccionados sobre diáfisis, y ocho piezas correspondientes a epífisis con modificación tipo machacador (sensu Hajduk y Lezcano 2005).
En el conjunto de elementos confeccionados sobre huesos largos de guanacos adultos se registra un fragmento medial de tibia, identificado como percutor blando/retocador (Figura 4a). La pieza presenta multiples estigmas, con modificaciones sobre ambas secciones, medio-proximal y medio-distal. La confección del elemento ha sido efectuada a partir de la modificación por medio de la extracción de los extremos proximal y distal del hueso –la ausencia de las epífisis limita a inferir el procedimiento de fracturación en esta etapa–. Sobre el cuerpo de la pieza se observan leves cúpulas de hundimiento encima de la superficie dorsal proximal y en torno a toda la sección distal de esta, producto de lo cual aparecen estigmas de percusión sobre la superficie del hueso. Por su parte, se reconocen también huellas de uso y lascado sobre el borde distal lateral del hueso.
La segunda diáfisis modificada corresponde a la sección medio-craneal de un metapodio, el cual presenta abrasión en uno de sus extremos. La pieza ha sido identificada tipológicamente como espatuliforme (sensu Camps-Fabrer 1966) (Figura 4b).
En cuanto a las epífisis de huesos largos presentes en el conjunto, algunas de ellas fueron modificadas sobre la porción metafisiaria (Figura 4c y 4d). Estos artefactos están representados en ocho de las 19 epífisis presentes en el sitio (Tabla 5) (una sola coincide con guanaco juvenil) y se corresponden con los artefactos denominados previamente como machacadores óseos (Hajduk y Lezcano 2005).
La fracturación de huesos largos (sin patrones registrados) pudo estar enfocada en la extracción de médula, mientras que los restos proximales o distales más completos fueron retocados obteniendo planos transversales más o menos lineales y rectos. El desgaste de las piezas ha proporcionado un lascado continuo en torno al extremo medial del hueso, donde se encuentra el plano de extracción. La sección activa de todos los machacadores se ubica sobre un plano transversal y la altura de esta se ve directamente relacionada con el producto de la fracturación, evidenciado en el presente caso por el ensamble de las piezas MA-32 21563 y MA-32 20656, donde se observa el trabajo de confección del machacador posterior a la fractura del hueso (Figura 4e).
Si bien no ha sido catalogado como instrumento, un nuevo elemento se destaca dentro del conjunto. Se trata de un metapodio fracturado en su porción medio-distal; este presenta ranurado longitudinal desde la fractura del hueso a la sección de fusión articular condilar distal (Figura 4g), a través del canal metacarpiano distal, longitudinalmente por las caras craneal y palmar del hueso. No se reconocen otras piezas con este tipo de estigma en el sitio.
Entre los guanacos juveniles, los únicos elementos anatómicos que presentan estigma de desbaste claro corresponden a tibias (n = 2) (Figura 4f). Sin embargo, se desconoce si estas fracturas registradas provienen de la producción de artefactos, ya que en el sitio no se cuenta con instrumentos óseos que pudieran haber sido elaborados sobre la sección medial de tibias de guanacos juveniles. La escasa evidencia tecnológica sobre estos ha imposibilitado recrear procesos de desbaste y fabricación técnica a los cuales pudieron estar sometidos los restos óseos de guanacos juveniles.
Los resultados obtenidos han sido resumidos en un esquema de las cadenas operativas relevadas para el sitio MA-32 (Figura 5), y dan cuenta de la representatividad de huesos de guanaco y la selección de piezas para la confección de artefactos óseos registrados en el sitio.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Los resultados obtenidos a partir del análisis zooarqueológico realizado en el sitio MA-32 han demostrado la importancia de la explotación del guanaco, y apoyan la teoría económica que sostiene la relevancia de los recursos terrestres para los grupos humanos que habitaron el norte de la isla de Tierra del Fuego durante el Holoceno tardío ( Casamiquela 1983; Mengoni Goñalons 1983, 1999; Borrero 1985, 2013; Borrero y Franco 1997; Muñoz 2000, 2002; Prieto et al. 2007; Santiago 2013; Santiago y Salemme 2016, entre otros). Si bien este trabajo no constató el procesamiento de otros taxa registrados en el sitio, como ser otros mamíferos terrestres, mamíferos marinos, aves y otras especies, la alta representatividad y procesamiento de los restos de guanaco evidencia un aprovechamiento específico, tanto como recurso alimenticio, como de explotación de materia prima ósea para la fabricación de instrumental.
La representatividad de todos los elementos óseos del esqueleto del guanaco nos indica la incorporación de las carcasas completas al sitio. Huellas de corte y fracturas en huesos largos nos permiten presumir que estas fueron utilizadas de manera integral, y muestran también que el animal, además de aprovechado por su carne como alimento y por sus huesos como materia prima, fue explotado para el uso de cuero y tendones (e.g., huellas de corte sobre costillas y sobre sección palmar distal de metapodios). La fractura de huesos largos fue integral, y metapodios y tibias fueron los preferidos para la manofactura ósea (Christensen 2016; Sierpe 2018).
La alta representación de individuos juveniles de entre 8 y 18 meses de edad sugiere la caza y explotación de estos en periodo estival, coincidente con la etología de la especie, puesto que en dicha estación del año los machos adultos o, en este caso, juveniles solitarios, se agrupan (Franklin 1983). Esto pudo facilitar la obtención de los animales aquí representados, aunque, al no contar con la presencia de elementos diagnósticos de sexo entre los restos, no se descarta la presencia de hembras dentro del conjunto. Por su parte, restos adscritos a crías de entre 5 y 6 meses de edad coincidirían con la captura de grupos familiares, aunque la ausencia de estigmas antrópicos no permite descartar la incorporación natural de estos individuos debido a otros factores, como por ejemplo, estrés invernal (Raedeke 1978; Borrero 2001).
Se desconoce si la alta fragmentación en huesos largos de individuos juveniles –principalmente metapodios– proviene de la producción artefactual, dado que no se registaron piezas confeccionadas sobre estos huesos. De esta manera, y a partir del registro de escasos puntos de impacto y de la lectura de diáfisis con fractura longitudinal y en espiral, es posible suponer el aprovechamiento de estos elementos con un objetivo alimenticio y/o, además, plantear un ejercicio sobre la manufactura de piezas óseas más frágiles y en algunos casos, de menor tamaño. Este supuesto surge al comparar la representatividad de las tibias fracturadas de individuos juveniles, en las cuales todas las porciones medio-proximales comparten un proceso de fracturación, el que pudo estar ceñido bajo un patrón de extracción, registrado en dos piezas parcialmente completas. Es posible que el producto obtenido corresponda a un soporte largo y plano eventualmente bajo un objetivo técnico.
La presencia de machacadores óseos en variadas colecciones arqueofaunísticas ha sido largamente discutida en la arqueología patagónica (Silveira 1979; Bird 1988; Borrero 1994-1995; Muñoz y Belardi 1998; Mengoni Goñalons 1999; De Nigris 2004; Hajduk y Lezcano 2005; Santiago y Salemme 2016, entre otros). En su mayoría, estos evidencian el uso de partes proximales y distales de huesos largos de guanaco y fueron interpretados como de uso exclusivo de cazadores terrestres en la zona y como marcador de sus actividades (San Román 2004), aunque su registro también se ha encontrado en sitios de subsistencia mixta como Ponsonby, en isla Riesco (Legoupil 2003) y en otros de economía terrestre con incorporación ocasional de recursos costeros, como los sitios Las Vueltas (Santiago y Salemme 2016) y Heshkaia (Alunni 2018), en Tierra del Fuego. Por otra parte, también han sido reconocidos en otros elementos anatómicos con la misma morfología, tales como escápula, vértebra cervical y pelvis (Hajduk et al. 2004; Franco et al. 2007; Sierpe et al. 2009, entre otros). Además, pero en menor medida, los machacadores fueron elaborados sobre elementos óseos de otras especies, como ñandú (Caviglia y Borrero 1978), otáridos (Caracotche et al. 2005; Christensen 2016) y huemul (Sierpe et al. 2009). La evidencia de estas piezas en Tierra del Fuego –tanto para MA-32 como para otros sitios del norte de la isla, Marazzi 2 y Cabo Monmouth 20 (Sierpe 2018)– presume que la transmisión de su modo de ejecución y uso contó con la integración sociocultural de los pueblos canoeros en la zona. Por lo demás, las piezas no presentan modificaciones por corte, ranurado guía o el denominado “marcado perimetral”, como se comprueba en localidades del centro norte de Argentina (e.g., Mengoni Goñalons y Silveira 1976; Silveira 1979; Acosta 2005; Loponte 2008, Acosta et al. 2014, entre otros). Esta diferenciación tecnológica responde al modelo de manufactura técnica de machacadores en la zona de Fuego-Patagonia (Sierpe 2018).
Respecto de la presencia de un metapodio ranurado, Christensen (2016) da cuenta de este proceso en otras colecciones de Fuego-Patagonia. La autora identifica esta técnica de desbaste en huesos de mamíferos terrestres asociada a la partición de metapodios de huemul y guanaco y, más puntualmente, durante los procedimientos de extracción sobre tibia en contextos del Holoceno tardío (Christensen 2016: 208).
Las observaciones registradas sobre los diferentes planos de la tibia medial identificada como percutor blando/retocador coindicen con los resultados presentados en trabajos experimentales sobre el uso de este elemento como retocador (Mallye et al. 2012; Mozota Holgueras 2012, 2015; Costamagno et al. 2017), en los que queda manifiesto que las huellas registradas pueden corresponder a estigmas producidos por el uso de este elemento vinculado a los procesos en la fabricación de industria lítica. Por su parte, Santiago et al. (2019) reconocen estigmas asociados al retoque por percusión blanda sobre la porción de un fragmento medial de tibia, en la que pudieron identificar microestrías y hoyuelos (definidos en el presente trabajo como “cúpulas de hundimiento”).
Por último, podemos concluir que en el sitio MA-32 a fines del Holoceno en el norte de Tierra del Fuego, la explotación del guanaco estuvo marcada por la incorporación de las presas completas al yacimiento. Estas fueron aprovechadas de manera integral, tanto como alimento y en el uso de partes blandas, como para su empleo en procesos técnicos de manufacturación a partir de la materia prima ósea, lo que se evidencia en el uso de metapodios y tibias, y en el alto aprovechamiento de epífisis de huesos largos para su uso como machacadores óseos durante el período tardío.