INTRODUCCIÓN
El parentesco entre grupos humanos andinos es bilateral, y los individuos reconocen como parientes consanguíneos a los descendientes de sus ancestros paternos y maternos (Ortiz Rescaniere, 1989). Los modelos de residencia se pueden establecer sobre la base de matrimonios monógamos o polígamos, de descendencia paterna, materna o bilateral, y las reglas de residencia pueden ser patrilocales, matrilocales o neolocales. Si la pareja se establece en el hogar paterno, la residencia es patrilocal o virilocal; si es en el hogar materno, la residencia es matrilocal; y si la pareja se aloja en un nuevo lugar, se denomina neolocal. En particular, en grupos quechua y aymara el patrón de residencia es patrilocal (Oyarce y Del Popolo, 2009), y en los aymara del norte de Chile, la residencia matrimonial actual es patrilocal (Carrasco Gutiérrez y Gavilán Vega, 2014); aunque Dransart (2011, p. 127) explica que en Isluga, “la residencia después del matrimonio a menudo es virilocal”, pero en tales casos, la esposa no pierde sus derechos en el manejo de los recursos y los descendientes heredan las propiedades por igual.
En el norte de Chile y el noroeste argentino, el estudio en grupos arcaicos tempranos hasta comunidades agroalfareras tardías (5240-450 AP) permitió determinar la prevalencia de una estrategia de supervivencia basada en un sistema de parentesco con un modelo de residencia matrilocal (Cocilovo et al., 2017, 2019a). Esta experiencia fue revisada explorando las bases de datos de seis localidades de Chile entre los períodos Arcaico y Tardío (Punta de Teatinos, El Cerrito, Caleta Huelén 42, Pisagua, Calama y San Pedro de Atacama), con lo cual se confirmó un patrón de residencia matrilocal en el que el componente femenino reveló un modelo dispersivo diferenciado, con mayor heterogeneidad entre localidades y con menos migrantes por generación comparado con el componente masculino, menos diferenciado y con una mayor actividad migratoria (Cocilovo et al., 2019b). Igualmente, en el período tardío del noroeste argentino, a partir de distintas tasas migratorias y del tamaño efectivo de ambos sexos, se determinaron patrones de residencia matrilocal y patrilocal (Cocilovo et al., 2019c).
La información disponible sobre el desarrollo cultural y la evolución de la población antigua en Arica fue el resultado de la investigación conjunta de la arqueología y la antropología biológica, lo que permitió reconstruir uno de los procesos locales más importantes del poblamiento del Área Andina Centro Sur. La arqueología reveló la ocupación del territorio entre el décimo y el noveno milenios AP (9760-7000 AP) (Standen y Santoro, 2004) y estableció distintos períodos y fases que explicaron el desarrollo de la sociedad y dos tradiciones culturales durante el Horizonte medio: una altiplánica, representada por los estilos Tiwanaku, Cabuza y Charcollo; y la otra, heredada del desarrollo formativo de los valles occidentales, caracterizada inicialmente por el estilo Maytas/Chiribaya, que determina el surgimiento de la Cultura Arica (Espoueys et al., 1995b). Los estudios bioantropológicos destacaron aspectos clave de la estructura y evolución de las comunidades locales. Por ejemplo, se estableció una correlación significativa entre la variación fenotípica (continua y discontinua) y distintas fases cronológicas, basada en el desarrollo de un proceso dispersivo regulado por la actividad migratoria (Cocilovo y Rothhammer, 1996, 1999), el impacto de eventos colonizadores de grupos pescadores costeros y pastores-agricultores en el valle (Cocilovo et al., 2001) y el desarrollo del parentesco (Cocilovo y Varela, 1998). El desarrollo de la población y sus distintos períodos marcaron el proceso evolutivo local durante la conquista y colonización del territorio y el aporte genético derivado de la interacción con regiones próximas del sur de Perú y Bolivia, sectores clave del Área Andina Centro Sur (Rothhammer et al., 2003; Varela et al., 2013, 2014).
El análisis de la estructura de la población basado en la genética cuantitativa reveló la existencia de un mayor flujo migratorio externo en el valle con relación a la costa (Varela y Cocilovo, 2002), evidencias que se reafirmaron con base en el estadístico Fst entre los períodos Arcaico tardío (Morro Uhle y Morro 1-1/6), Formativo de la costa (Playa Miller 7) y Formativo del valle (Alto Ramírez) (Varela et al., 2004, 2006). Estudios posteriores revelaron relaciones entre el valle de Azapa, San Pedro de Atacama y los valles de Cochabamba (Varela et al., 2013, 2014), en coincidencia con la propuesta de las relaciones entre Moquegua y Cochabamba y su impacto “en poblaciones marginales, como las de Chile, fueron puentes de comunicación y dispersión cultural del núcleo altiplánico” (Uribe y Agüero, 2001, p. 421).
En los grupos chiribaya de Ilo Tumilaca/Cabuza (1178-600 AP) de la costa sur de Perú, el análisis de rasgos craneales y mandibulares comprobó que los varones eran fenotípicamente más variables y más móviles que las mujeres, lo que indica un patrón de residencia matrilocal (Nystrom y Malcom, 2010), evidencia que posteriormente se repitió en seis localidades de Chile (Punta de Teatinos, El Cerrito, Caleta Huelén 42, Pisagua, Calama y San Pedro de Atacama), al revelar un patrón de residencia similar (Cocilovo et al., 2019b).
La población antigua de la costa y el valle de Azapa en Arica brinda una oportunidad única para analizar las relaciones sociales y establecer el tipo de patrón de residencia posmarital y su evolución, sustentada por el desarrollo y adaptación de la población local a los cambios producidos en un marco cronológico aproximado de 5000 años.
MATERIAL Y MÉTODOS
El presente estudio se desarrolló con la información de una base de datos integrada por 305 individuos de ambos sexos y 29 variables craneométricas (Tabla 1), definidas por la Convención Internacional de Mónaco (en Comas, 1966) y Wilder (1920). La asignación de fechados, sitios y cronología sigue la síntesis contenida en Espoueys et al. (1995b). El material empleado se conserva en el Museo Nacional de Historia Natural de Santiago (MNHN) y en el Museo de Arqueología San Miguel de Azapa de Chile (MASMA), y corresponde a diferentes sitios ubicados en la costa y en el valle de Azapa, de los períodos Arcaico tardío (Morro de Arica Uhle, Morro 1 y Morro 1-6), Intermedio temprano (Plm7, Az14, Az22, Az70 y Az115), Medio (Az3, Az13 y Az103), Intermedio tardío (Plm3, Plm4, Az8, Az71, Az75, Az79, Az 105, Llu12 y Chll5) y Tardío (Plm4, Az8 y Llu13) (Figura 1).
El registro abarca desde el período Arcaico tardío 5240-3254 AP (Vera, 1981; Allison et al., 1984; Focacci y Chacón, 1989; Standen, 1991; Arriaza, 1994; Costa-Junqueira et al., 1999; Costa et al., 2000; Arriaza et al., 2001; Standen, 2003; Standen et al., 2004; Muñoz Ovalle, 2011), período Intermedio temprano o Formativo 2950-1450 AP (Muñoz Ovalle y Chacama, 2012), período Medio 1050-850 AP (Schiappacasse et al., 1991; Muñoz Ovalle, 2019), período Intermedio tardío 950-550 AP (Schiappacasse et al., 1991; Chacama, 2005) y Tardío ca. 500-450 AP (Santoro et al., 2004; Muñoz Ovalle, 2019).
Las determinaciones del sexo y de la edad se realizaron de acuerdo con Genovés (1962), Bass (1981), Buikstra y Ubelaker (1994, pp. 32-38, 47-53), y las relativas a la deformación artificial, de acuerdo con Dembo e Imbelloni (1938). Para las mediciones de las variables se utilizaron instrumentos originales de Siber y Hegner (Suiza). La distribución de los datos se controló mediante la estadística c. y se evaluaron las diferencias fenotípicas empleando métodos estadísticos de análisis multivariado de la varianza (MANOVA) y análisis discriminante (Seber, 1984) para los diseños basados en la evaluación entre períodos y sexos. Todos los análisis mencionados en este trabajo se realizaron con los residuos de la variación producida por la deformación artificial (Varela et al., 1993).
La magnitud de la diferenciación genética para rasgos cuantitativos se evaluó por el estadístico Fst de acuerdo con Relethford (1994, 1996, 2002), Relethford y Blangero (1990), Relethford y Harpending (1994) y Relethford et al. (1997). El estadístico Fst permite determinar la diferenciación genética por medio de la relación entre la varianza promedio dentro y entre grupos, de acuerdo con el modelo esperado del balance entre la deriva y la migración en ausencia de mutación y selección, aunque es relativamente insensible a la influencia de estos factores (Slatkin, 1994). Si bien no puede descartarse el efecto de la selección (Pérez y Monteiro, 2009), la mayor parte de la variabilidad observada entre poblaciones del Área Andina Centro Sur que mantuvieron una interacción regional y extrarregional puede explicarse por el efecto de la migración y la deriva (Varela et al., 2012).
Relethford (1994) demostró la comparabilidad de la información proporcionada por rasgos cuantitativos y marcadores genéticos y, de acuerdo con von Cramon-Taubadel (2014), los datos craneométricos pueden usarse de manera confiable para estudiar la historia de poblaciones antiguas, modelos de dispersión y afinidades entre poblaciones. El estadístico Fst se calculó con una heredabilidad (h.) de 0,55, un valor aceptable según Relethford (1994) y Relethford y Harpending (1994), y por los resultados de la experiencia previa en poblaciones locales sobre la variación genética máxima de los rasgos cuantitativos según Falconer y Mackay (1996) evaluada en bases de datos semejantes (Varela y Cocilovo, 1999, 2002, 2007; Medeot et al., 2008). Los cálculos se realizaron con el programa RMET (Relethford y Blangero, 1990).
El flujo genético regional y el proveniente de una fuente externa a la región se calcularon a partir de la proporción migratoria por generación, según el desarrollo original de Sewall Wright: Nm= 1/4*[(1/Fst)-1] (Falconer y Mackay, 1996). El patrón de residencia se determinó a partir de la relación (1-Fst♂/1-Fst♀), que expresa el cociente de las varianzas dentro de grupos entre individuos masculinos y femeninos. Se infiere un patrón de residencia matrilocal si la varianza masculina dentro de grupos (1-Fst♂) es mayor que la varianza femenina (1-Fst♀); si el valor masculino es menor, se infiere un patrón de residencia patrilocal; y es ambilocal si las varianzas entre ambos sexos son semejantes, es decir, la relación entre las varianzas masculinas/femeninas debe ser igual a 1 si los sexos tienen la misma movilidad, más de 1 si los varones son más móviles o menos de 1 si lo son las mujeres (Konigsberg, 1988). Se utilizó una prueba de comparación entre dos coeficientes de correlación para evaluar si los coeficientes masculinos y femeninos son diferentes. Igualmente, dichos patrones pueden determinarse por la relación de las proporciones migratorias de los sexos (Nm♂/Nm♀). El presente estudio incluye el análisis para los siguientes diseños: 1) entre períodos (Arcaico tardío, Intermedio temprano, Medio, Intermedio tardío y Tardío); 2) entre períodos y áreas (costa, valle); 3) entre períodos y sexos; 4) entre períodos de la costa y sexos; y 5) entre períodos del valle y sexos.
RESULTADOS
En la distribución de los sexos por áreas no se observaron diferencias significativas (Chi-cuadrado = 0,186, gl = 1, . = 0,666) y tampoco por períodos (Chi-cuadrado = 0,494, gl = 4, . = 0,974) (Tablas 2 y 3). En el dendrograma de la Figura 2 se representan las relaciones morfológicas entre los períodos para la costa y el valle de acuerdo con los valores D. de Mahalanobis tomando ambos sexos conjuntamente (valores . con gl = 29 y 267, todos significativos, a excepción de los agrupamientos Intermedio tardío-Tardío, tanto en la costa como en el valle, y del agrupamiento Medio-Intermedio Tardío en el valle). La evaluación de las diferencias entre períodos y sexos destaca una diferencia global significativa entre períodos (Lambda de Wilks = 0,325, aprox. .(116,1083)= 3,054, .< 0,001), así como entre períodos y regiones (Lambda de Wilks = 0,157, aprox. .(203,1847) = 2,840, .< 0,001); mientras que para los individuos masculinos y femeninos se obtuvieron respectivamente los siguientes valores: Lambda de Wilks = 0,217, aprox. .(116,479) = 1,939, .< 0,001 y Lambda de Wilks = 0,190, aprox. .(116,475) = 2,125, .< 0,001. En el componente masculino se determinó una menor variación fenotípica entre períodos, en relación con el grupo femenino (Tabla 4).
En la Tabla 5 se presentan los resultados de la divergencia fenotípica sobre la base del estadístico Fst, su error estándar, la proporción migratoria (Nm) de cada caso y el patrón de residencia probable. Entre períodos se determinaron valores de Fst = 0,042 ± 0,005 y de Nm = 5,7; entre los periodos de la costa y el valle se registraron los valores Fst = 0,060 ± 0,005 y de Nm = 3,9, y al considerar los sexos se obtuvieron Fst = 0,044 ± 0,006 y Nm = 5,4. Para masculinos y entre períodos se estimó el valor Fst = 0,054 ± 0,008 (Nm = 4,3), mientras que para femeninos y entre períodos los valores fueron Fst = 0,055 ± 0,008 (Nm = 4,3). En este caso, se reveló una movilidad migratoria similar en ambos sexos, es decir, un patrón de residencia bilocal, ya que (1-0,054)/(1-0,055)» 1,001 (.»1).
En los períodos de la costa se determinaron los valores Fst = 0,063 ± 0,007 (Nm = 3,7), para masculinos Fst = 0,081 ± 0,012 (Nm= 2,8); y para femeninos, Fst = 0,100 ± 0,011 (Nm = 2,2), que evidencian una movilidad migratoria similar en ambos sexos (1-0,081)/(1-0,100)» 1,021 (. = 0,426). En los períodos del valle se obtuvieron los valores Fst = 0,081 ± 0,010 y Nm = 2,8, para masculinos Fst = 0,106 ± 0,013 y Nm = 2,1; y para femeninos, Fst = 0,128 ± 0,015 y Nm = 1,7, con una movilidad migratoria semejante para ambos sexos (1-0,106)/(1-0,128)» 1,025 (. = 0,6486). En ambos casos, se reveló un patrón de residencia bilocal, reflejado equivalentemente en las relaciones de números de migrantes por generación, pues los migrantes masculinos son similares a los femeninos en la costa (2,8 y 2,2 respectivamente) y en el valle (2,1 y 1,7 respectivamente) (Tabla 5).
En las Figuras 3, 4 y 5 se consignan las estructuras de los períodos en general y de los períodos según los sexos de acuerdo con la varianza fenotípica observada (rombos) y esperada (cuadrados) con respecto a los valores rii de la distancia al centroide de la distribución. En la Figura 3 se presenta la distribución por períodos, donde se manifiesta una mayor actividad migratoria durante el Intermedio temprano; en el Intermedio tardío se da una mayor actividad local y la influencia de la deriva genética; y para el resto de los períodos (Arcaico, Medio y Tardío), se observa una proximidad al equilibrio entre deriva genética y flujo génico. En el componente masculino (Figura 4), durante los períodos Intermedio temprano y Tardío, se destacó un efecto migratorio externo y/o un mayor tamaño efectivo (mayor hibridez) desde un amplio rango geográfico, y en los períodos Arcaico tardío, Medio e Intermedio tardío, una mayor interacción local revela el efecto de la deriva génica. En el grupo femenino (Figura 5), durante los períodos Arcaico tardío, Intermedio temprano y Medio, se comprobó una mayor actividad migratoria externa. En el período Tardío dominó el efecto de la deriva genética y una mayor actividad entre localidades próximas, mientras que en el período Intermedio tardío predominó el equilibrio entre migración externa y deriva génica.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
La composición de la muestra reveló una distribución equilibrada de los períodos de acuerdo con su clasificación en la costa y en el valle (Espoueys et al., 1995c), y la distribución de la base de datos para ambos sexos (Tablas 2 y 3) garantizó la robustez de los resultados del análisis estadístico realizado entre períodos, entre costa-valle y entre sexos (Figura 2 y Tabla 4).
El análisis realizado sobre la base del estadístico Fst (Tabla 5) reveló un patrón de residencia bilocal entre períodos; también en la costa y en el valle las tendencias destacaron un patrón de residencia bilocal, en ambos casos con una actividad migratoria masculina similar a la femenina.
La evaluación general entre períodos reveló una destacada actividad migratoria en el Intermedio temprano, en los períodos Medio, Tardío y Arcaico tardío se observó una proximidad al equilibrio entre deriva genética y migración, mientras que la deriva genética dominó en el Intermedio tardío (Figura 3). En el componente masculino (Figura 4) fue mayor la actividad migratoria durante los períodos Intermedio temprano y en particular en el Tardío, mientras que en los períodos Medio, Arcaico tardío y principalmente Intermedio tardío influyeron el efecto de la deriva genética y una mayor actividad local. En el conjunto femenino (Figura 5) se observó un mayor aporte migratorio extrarregional durante los períodos Arcaico tardío, Intermedio temprano y Medio; en el período Intermedio tardío se comprueba un equilibrio entre flujo génico externo a la región y deriva genética, mientras que en el período Tardío se destacó el efecto de la deriva genética.
El proceso del arribo y asentamiento de los primeros grupos arcaicos en el espacio territorial y la posterior interacción con otros grupos determinó la estructura fenotípica local, cuya evidencia se destaca por las diferencias estadísticas entre períodos, la actividad migratoria y el efecto de la deriva genética, que reflejan el desarrollo de las relaciones de parentesco que configuraron la estructura local de la población, incluyendo el aporte migratorio extrarregional durante cinco milenios de evolución.
La investigación arqueológica consigna la influencia de poblaciones altiplánicas durante el segundo milenio a. C. que interactuaron con el período Arcaico tardío y contribuyeron con el desarrollo del período Intermedio temprano o Formativo de Arica (Muñoz Ovalle, 1982, 2011; Ayala, 2001). En el estudio de la textilería de Arica se destaca una Tradición de Tierras Altas con las tecnologías de la subárea valluna (Cochabamba, Omereque, Mojocoya), que se asocian a la cerámica Charcollo, Cabuza y Tiwanaku durante el Formativo tardío, período Medio, parte del Intermedio tardío y en el período Medio del Altiplano Meridional y Circunlacustre, y una tradición textil de Valles Occidentales asociada a Maytas, con relaciones estilísticas de los valles bajos del sur peruano (Agüero, 2000). Se ha sugerido que Moquegua y Cochabamba habrían tenido un mayor impacto en poblaciones marginales como las de Chile, al convertirse en puentes de comunicación y dispersión cultural del núcleo altiplánico (Uribe y Agüero, 2001), por medio de la iconografía, alfarería y textilería de Tiwanaku durante el período Medio (Uribe y Agüero, 2004). Del mismo modo, a partir del estudio de rasgos craneométricos, se revelaron relaciones de amplio rango entre Cochabamba durante los períodos Formativo y Tiwanaku y los períodos Formativo y Tardío del Valle de Azapa y San Pedro de Atacama Tardío (Varela et al., 2013, 2014).
La supervivencia de los grupos que habitaron la costa de Arica estuvo más asociada con el aprovechamiento de los recursos del mar (pesca, recolección y caza), mientras que los que se desarrollaron en el interior del valle de Azapa dependían principalmente de la agricultura. De todos modos, existió desde épocas tempranas una interacción entre las distintas regiones del área andina centro sur que incluía la actividad trashumante y caravanera con el tráfico de mercancías y el tránsito de personas, principalmente masculinas, a lo largo de una compleja red de caminos y rutas que conectaban localidades y regiones del Perú, Bolivia, norte de Chile y noroeste de Argentina hasta tiempos históricos (Tarragó, 1977, 1984; Llagostera, 1995; Núñez y Dillehay, 1995; Nielsen, 2002, 2011; Montenegro y Ruiz, 2007; De Nigris, 2009; Molina Otárola, 2011; Yacobaccio, 2012; Cocilovo et al., 2017).
Los valores Fst entre períodos revelaron que la divergencia genética femenina es algo mayor que la masculina y que, tanto en la costa como en el valle, el número de migrantes por generación es menor en las mujeres respecto a los varones, lo cual podría sugerir una mayor movilidad masculina y un patrón de residencia matrilocal. Resultados similares se obtuvieron en trabajos realizados en diferentes regiones y períodos del Área Andina Centro Meridional (Cocilovo et al., 2017, 2019a, b, c); sin embargo, las diferencias encontradas son pequeñas y estadísticamente no significativas, por lo que el patrón de residencia puede considerarse bilocal.
Los estudios genéticos en poblaciones nativas de América del Sur y del Área Andina Centro Sur seguramente pueden ser una importante fuente de información para aportar al análisis de los patrones de residencia posmarital, mediante la estimación de la divergencia genética masculina y femenina empleando marcadores genéticos autosómicos y de herencia uniparental (ADNmt y ADN del cromosoma Y). Por ejemplo, Fuselli et al. (2003) estimaron una diferenciación genética similar en ambos sexos (Φst-cromosomaY = 0,17 y Φst-ADNmt = 0,16) en poblaciones nativas de Sudamérica, mientras que Cabana et al. (2014) analizaron poblaciones de los Andes centrales de Perú y obtuvieron valores de 0,41 para Φst-cromosomaY y de 0,19 para Φst-ADNmt respectivamente, lo que indica una mayor diferenciación genética masculina con respecto a la femenina. Estos resultados sugieren que en el primer caso se infiere una movilidad similar en ambos sexos y un modelo de residencia posmarital bilocal, mientras que el segundo caso se relaciona con una mayor movilidad femenina que masculina y un patrón de residencia posmarital patrilocal.
Etcheverría Turres (1998) y Dransart (2011) observan que la residencia en comunidades aymara de pastores de Isluga y Cariquima (norte de Chile) después del matrimonio suele ser virilocal o patrilocal, pero en estos casos, la esposa no pierde sus derechos a pastorear sus animales y los de su marido e hijos en el bofedal de su comunidad de origen. Ortiz Rescaniere (1989) expresa que en los grupos en los cuales el pastoreo es importante, la residencia idealmente es por el lado del padre, pero en la práctica, la unidad doméstica se pliega por el lado más conveniente según sus actividades de agricultura y pastoreo. Esta última idea se ajusta mejor a los resultados logrados en esta presente experiencia para la población de Arica, así como los obtenidos en otras poblaciones antiguas del Área Andina Centro Meridional (Cocilovo et al., 2017, 2019a, b, c), es decir, que las parejas parecen establecerse en el hogar materno o paterno y mantienen un modelo de residencia más flexible o conveniente como el bilocal.
Se concluye que a partir de la reconstrucción del proceso evolutivo de Arica fue posible evaluar los patrones de residencia, las relaciones de parentesco y su impacto en la composición genética local que contribuyeron al desarrollo de la población.