INTRODUCCIÓN
En la región de Sierras Centrales (Córdoba y San Luis), los investigadores señalan transformaciones económicas y sociales acontecidas en diferentes momentos del Holoceno, reflejadas en las estrategias tecnológicas, movilidad, subsistencia y uso del espacio (Pastor y Berberián, 2007; Rivero, 2009; Caminoa, 2016; Cattáneo e Izeta, 2016). En lo que respecta a las actividades de aprovisionamiento, se ha propuesto que las sociedades compartían preferencias y “maneras de hacer las cosas” que guiaron la búsqueda y el empleo de las materias primas líticas. Estas se verían reflejadas en el uso y la circulación de recursos líticos y la confección de determinados instrumentos (Rivero y Heider, 2020). En este marco, los grupos humanos del Holoceno temprano y medio explotaron canteras de rocas silíceas que formaban parte de los amplios circuitos de movilidad. Se evidencia –principalmente durante el Holoceno medio– el aprovisionamiento de sílices para la confección de puntas de proyectil lanceoladas (Heider y Rivero, 2018) y el uso de canteras de sílice (Loma de los Pedernales de Casa de Piedra –Catamarca–, La Falla –San Luis– y El Ranchito –Córdoba–) (Sario, 2011; Heider et al., 2017; Heider y Rivero, 2018; Borgo, 2020; Rivero y Heider, 2020). A medida que el conocimiento sobre la oferta local de recursos se incrementaba durante el Holoceno final, parece producirse una disminución en el uso de estas grandes canteras (Sario y Salvatore, 2018; Borgo et al., 2020; Heider et al., 2020; Rivero y Heider, 2020).
En términos generales, para este momento, en los diversos contextos de San Luis y Córdoba se observa una tendencia marcada hacia una diferenciación en la utilización de los recursos líticos, relacionada con dos materias primas líticas principales, el cuarzo y las rocas silíceas. Asimismo, se observa un incremento de la expeditividad en la confección de instrumentos y en la utilización de materias primas locales, que se combina con la fabricación de artefactos con mayor inversión de trabajo, dada la necesidad de disponer de equipamientos eficaces (Austral y Rocchietti, 2004; Rivero, 2009; Heider et al., 2015; Caminoa, 2016; Carrera Aizpitarte, 2017a, 2017b; Reinoso, 2017; Sario et al., 2017; Balena et al., 2018; Borgo, 2020).
En San Luis, desde principios del siglo XXI, los estudios centrados en los materiales líticos han generado un incremento en el conocimiento de la disponibilidad de recursos y la tecnología lítica. Se identifica una diversidad de fuentes potenciales y canteras de rocas silíceas y de cuarzo, emplazadas principalmente en los sectores serranos (Sario, 2013; Heider, 2015; Carrera Aizpitarte, 2017a, 2017b; Di Matteo et al., 2018, entre muchos otros). En la cuenca alta y media del río Quinto, las investigaciones se desarrollan desde diferentes líneas, entre ellas, el estudio de las materias primas a escala regional como intrasitio. En este trabajo nos centramos en la cuenca media, la cual posee un fuerte potencial para las investigaciones arqueológicas; sin embargo, hasta hace unos pocos años, contaba solo con trabajos aislados que mencionaban la presencia de fuentes potenciales y ocupaciones humanas para el Holoceno final (Tapia y Rigal, 1933; Vignati, 1940; González, 1960; Gambier, 1998). Los recientes avances y muestreos de campo sistemáticos permitieron la detección de canteras y fuentes de calcedonia y cuarzo y una caracterización inicial acerca de la gestión de los recursos líticos disponibles (Borgo, 2020).
Se dan a conocer los resultados obtenidos dentro del área de canteras La Falla, que se destaca por la abundancia, disponibilidad y calidad de sus materias primas líticas. En principio, se presenta la oferta de recursos líticos disponibles en la cuenca del río Quinto para comprender el contexto en el que se ubican las canteras. Finalmente, para conocer distintos aspectos de la producción lítica de los grupos humanos, se analizaron los artefactos líticos provenientes de una de las canteras taller, La Falla 1, con el objetivo de evaluar qué etapas de la secuencia de producción tuvieron lugar dentro del sitio.
DISTRIBUCIÓN Y DISPONIBILIDAD DE RECURSOS LÍTICOS EN LA CUENCA DEL RÍO QUINTO
El área de estudio está constituida por la cuenca alta y media del río Quinto e incluye sectores tributarios (río Rosario, arroyos La Petra y Saladillo). Se caracteriza por la abundancia en la disponibilidad de materias primas con una distribución acotada a determinados puntos del paisaje. Los principales recursos líticos son las rocas silíceas y cuarzos disponibles en diferentes formas de presentación y asociados a los depósitos conformados en el Paleozoico y el Neógeno (Figura 1).
Los depósitos de cuarzo de mayor extensión fueron registrados en la cuenca alta y ríos y arroyos tributarios, tienen dimensiones variables y se disponen en forma de fuentes primarias potenciales y probadas, emplazadas en filones de rocas metamórficas y pegmatitas (Perón Orrillo et al., 2012). Las variedades disponibles –principalmente ahumada, hialina y lechosa– tienen calidades para la talla que van desde regulares a buenas, incluso dentro de un mismo bloque. En las márgenes del río Quinto se registran, además, fuentes secundarias de rodados de cuarzo, areniscas cuarcíticas y granitos (Borgo et al., 2019, 2020; Borgo, 2020). Las características de estas fuentes (alta disponibilidad, buena visibilidad en el paisaje, bajos costos de aprovisionamiento y calidad buena y regular para la talla, entre otras) explicarían la densidad del cuarzo dentro de los conjuntos presentes en los sitios de actividades múltiples del área (i.e., Alero Dupuy, Balde de la Isla, Arroyo Saladillo) (Borgo, 2020).
En el río Quinto, se identificaron una variedad de calcedonias y otras rocas silíceas aptas para la talla tanto en fuentes potenciales como en canteras-taller. Se destaca la diversidad de formas de presentación, que van desde grandes bloques y clastos irregulares o tabulares a pequeñas vetas de poca potencia. De igual modo que el cuarzo, se emplazan en sectores acotados del espacio, aunque son mucho más extensas las ubicadas sobre la cuenca media. Por otra parte, dentro de los contextos arqueológicos relevados se identifica la presencia de calcedonias de disponibilidad local (aquellas que se encuentran a una distancia que no supera los 40 km) provenientes del área de canteras La Falla y otra variedad similar a las disponibles en la fuente potencial Paso de la Caballada (Figura 1). Además, se registran otras variedades que ingresaron en estados avanzados de formatización, y en general, se relacionan con la confección de instrumentos especializados, pero aún desconocemos su origen (Borgo et al., 2019; Borgo, 2020).
EL ÁREA DE CANTERAS LA FALLA
Esta área de canteras se ubica en el límite de la cuenca alta y media del río Quinto, situada en las estribaciones finales de la sierra de San Luis. Las condiciones de visibilidad varían en diferentes sectores que componen el área. En la proximidad al dique, son bajas a nulas, producto de la actividad antrópica que ha modificado el paisaje local (agricultura de siembra directa, la construcción del paredón del dique Paso de Las Carretas y de un canal de riego) y la presencia de un denso monte. Por su parte, en la zona de serranías –en la que se emplazan la mayor parte de los afloramientos–, las condiciones resultaron más favorables, dado que se registraron sectores con escasa vegetación y el emplazamiento de las fuentes de forma superficial que favoreció su identificación.
En una caracterización geológica inicial del área se observa la presencia de serranías asociadas a una red de drenaje efímera y valles. Se distingue una planicie loessoide con sectores con un pronunciado carcavamiento (Figura 2). En una zona transicional entre ambas unidades geomorfológicas, se emplaza la planicie loessoide ondulada con la presencia de arroyos efímeros y someros o cárcavas con variado grado de evolución (González Díaz, 1981; J. Aranda comunicación personal, 2021).
Sobre el sector de serranías se reconoce un basamento cristalino constituido por migmatitas, esquistos y granitos donde se intruyen cuerpos de pegmatitas con dimensiones que van desde algunos metros a decenas de metros de potencia, en general, orientados de norte a sur. Estas últimas poseen zonas con cuarzo y calcedonia dispuestas en agregados de formas irregulares de dimensiones menores al metro que rellenan las fracturas de las pegmatitas (Figura 3). Estos afloramientos de rocas silíceas emplazados sobre pegmatitas fueron expuestos en superficie producto de la formación de la falla geológica San Martín-Saladillo-Paso de Las Carretas, que activó un proceso que generó el levantamiento y la exposición de las rocas silíceas. La falta de estudios acerca de estos procesos impide conocer con certeza su temporalidad; hasta el momento, podemos decir que estas formaciones podrían estar relacionadas con la conformación del basamento durante el Paleozoico (A. Ortiz Suárez comunicación personal, 2020).
Metodología de campo y laboratorio
El relevamiento en el área de canteras La Falla se llevó a cabo mediante caminatas ad hoc y prospecciones sistemáticas con el propósito de detectar y caracterizar las concentraciones de material arqueológico y los afloramientos disponibles (Figura 4). En esta primera instancia del trabajo de campo, se lograron identificar 34 sitios arqueológicos diseminados en una superficie de aproximadamente 14,5 km., la mayor parte de ellos concentrados sobre el sector superior de la falla geológica. Adicionalmente, se localizaron elementos arqueológicos aislados en diferentes puntos del paisaje, entre ellos, artefactos líticos, manos de molienda, lascas y percutores.
Dadas las posibilidades logísticas disponibles y las dimensiones totales del área, los trabajos de campo llevados a cabo en una segunda etapa se centraron en una de las canteras de calcedonia más extensas, denominada La Falla 1 (Figura 4). Las características vinculadas a su dimensión, ubicación y acumulación de material en superficie permitieron realizar un muestreo sistemático y tener un primer acercamiento a las actividades tecnológicas que tuvieron lugar dentro del sitio.
La Falla 1 abarca un área aproximada de 300 m., definida a partir de un primer acercamiento, en que se recorrió de forma radial el sector aledaño al punto GPS y se tomaron los sectores con abundancia o ausencia de material lítico en superficie de manera de definir los límites del sitio. Con posterioridad, se ejecutaron nueve transectas a intervalos de 20 m y se realizaron recolecciones superficiales en cuadrantes de 1 m. de manera de abarcar de forma representativa el área que ocupa la cantera. Por su parte, dentro de La Falla 1 se identificaron dos sectores puntuales con altas densidades de material y características particulares que resultaron de interés. Estos fueron denominados ABC y Nódulos; en ellos, se llevaron a cabo recolecciones adicionales (Borgo, 2020; Borgo et al., 2020).
Para realizar el análisis, los materiales recuperados se diferenciaron en tres conjuntos: aquellos procedentes de las unidades de recolección ABC y Nódulos y aquellos recolectados por fuera de estas, agrupados bajo la denominación La Falla 1 (Figura 4). Dichos materiales fueron analizados en laboratorio, donde se diferenciaron materias primas, formas base, estado y tamaño. En los núcleos se identificó el número mínimo de extracciones, y en los artefactos tallados, la serie técnica y clase técnica (Aschero, 1975, 1983; Aschero y Hocsman, 2004). Además, en los productos de talla se identificaron los tipos de lascas, talones y bulbos de percusión (Belleli et al., 1985-1987). En particular, la identificación petrográfica de las materias primas fue realizada a nivel macroscópico; en tanto que la calidad para la talla fue evaluada de acuerdo con las cualidades para la percusión y las características composicionales y texturales de las rocas (Nami, 1992; Berón et al., 1995; Aragón y Franco, 1997).
Resultados
Los artefactos analizados (n = 643) provienen de La Falla 1 (n = 342), ABC (n = 224) y Nódulos (n = 77) (Tabla 1). En general, se encuentran compuestos por dos materias primas principales: calcedonia (95%; n = 613) y cuarzo (5%; n = 30), este último, presente solo en los materiales de La Falla 1. En cuanto a las clases artefactuales, son más frecuentes los productos de talla (n = 503), seguidos por los artefactos formatizados (n = 109) y núcleos (n = 31), representados de igual forma en los tres conjuntos (Figura 5).
El 45% (n = 244) de los artefactos que componen la muestra se encuentran fracturados. La calcedonia presenta un mayor número de piezas enteras, y el cuarzo, iguales valores en ambas categorías (Tabla 2). Los tamaños se concentran en los medianos (n = 155) y grandes (n = 106); en menor número se registran pequeños (n = 35). De acuerdo con las materias primas, las calcedonias tienen mayores porcentajes en los tamaños medianos y grandes, mientras que el cuarzo registra mayor número de elementos pequeños y mediano-pequeños, seguidos por los muy grandes (Tabla 3); lo que indica un predominio de las etapas iniciales e intermedias dentro de la cantera y principalmente vinculadas con la explotación de la calcedonia.
Los instrumentos fueron confeccionados únicamente sobre calcedonia (n = 109), y recuperados principalmente en las recolecciones realizadas en La Falla 1 (53%; n = 58); mientras que el 32% (n = 35) se registran en el sector ABC y el 15% (n = 16) en Nódulos. En los tres conjuntos se observa la presencia de instrumentos diversos como raspadores (n = 43), artefactos compuestos (n = 14), muescas (n = 13), puntas entre muescas (n = 12), raederas (n = 8) y puntas de proyectil (n = 4). Además, se destaca la presencia de bifaces (n = 3) (Tabla 4). Los soportes utilizados son principalmente lascas internas (n = 52) y externas (n = 16); aunque también se identificaron raspadores (n = 3), un artefacto compuesto y un filo bifacial confeccionados sobre nódulos (n = 3), un hemiguijarro y un núcleo bipolar (presentes en La Falla 1) (Tabla 5).
En todos los conjuntos estudiados, las estrategias observadas en la producción lítica parecen combinar la formatización sumaria de los artefactos junto con un mayor grado de rebaje de determinadas piezas (Aschero y Hocsman, 2004). La reducción sumaria se ve reflejada en la mayor frecuencia de lascados marginales (94%; n = 110), en contraposición con los parcialmente extendidos (6%; n = 7). El trabajo no invasivo (82%; n = 91) es la principal clase técnica; aun así, se realizó la reducción (18%; n = 20) de algunos instrumentos. Dentro de esta misma tendencia, se observa en el conjunto una predominancia en el trabajo unifacial (95%; n= 106), así como del microrretoque (66%; n = 77) y retoque (25%; n = 29). Por el contrario, es baja la frecuencia de artefactos sobre los que se trabajaron ambas caras (5%; n = 6) y se aplicó la retalla (9%; n = 10). Las puntas de proyectil (n = 3) recuperadas en La Falla 1 se encuentran fracturadas. En un caso, se puede distinguir una morfología triangular, mientras que las restantes piezas solo presentan el ápice. Por su parte, en el sector ABC se identificó un fragmento de punta de proyectil cuya morfología no pudo ser identificada.
En los conjuntos se recuperaron un total de 31 núcleos de calcedonia (n = 29) y cuarzo (n = 2). En algunos casos, fueron descartados enteros (n = 23), con plataformas activas y corteza. Los núcleos de calcedonia tienen una morfología de lascados aislados (n = 19), piramidal (n = 6), poliédrico (n = 2) e indeterminada (n = 2). La mayor diversidad de morfologías se presenta en el sector ABC, en el que se identifican núcleos piramidales (n = 4) y poliédricos (n = 2). El 55% (n = 16) de los núcleos de calcedonia presentan rastros de corteza y uno se encuentra agotado. Se identifican un número mínimo de una a cinco extracciones por pieza. Por su parte, en La Falla 1 se recuperaron dos núcleos de cuarzo con una morfología de lascados aislados y no más de tres extracciones por artefacto. Los soportes utilizados, tanto en el caso de la calcedonia como del cuarzo, son nódulos naturales.
Los productos de talla (n = 503) representan la clase artefactual más frecuente y se registran en calcedonia (n = 475) y cuarzo (n = 28). Estos últimos se recuperaron en La Falla 1, en tanto que, en los sectores ABC y Nódulos, se presentan solo en calcedonia. Hay una alta representación de lascas internas (n = 202), entre las que predominan las de arista (n = 151), seguidas por angulares (n = 33) y planas (n = 18). Entre las externas (n = 95), el mayor número se concentra en las primarias (n = 44), seguidas por secundarias (n = 26) y dorso natural (n = 25). La predominancia de lascas sin corteza puede relacionarse con las características de los recursos líticos utilizados dentro de la cantera, que permiten un fácil descortezamiento de nódulos y núcleos. Asimismo, en el conjunto predominan los tamaños medianos y grandes, tanto en lascas externas como internas, lo que indica un mayor desarrollo de las etapas iniciales e intermedias. Por su parte, es notoria, sobre la calcedonia, la presencia de lascas con el cono hertziano prácticamente completo.
En los productos de talla de calcedonia se observa la representación de una amplia variedad de talones, con predominio de los lisos (78,5%; n = 208) y corticales (7,5%; n = 20). Se registran, además, indiferenciados (1,9%; n = 5) y talones propios de etapas avanzadas, como los filiformes (5,7%; n = 15), diedros (4,9%; n = 13) y puntiformes (1,5%; n = 4). Los bulbos de percusión son principalmente indiferenciados (53%; n = 140), y en menor media, difusos (29%; n = 77) y pronunciados (18%; n = 48). En el caso del cuarzo, son más frecuentes las lascas indiferenciadas (n = 9), de arista (n = 8) y primarias (n = 3). Presentan talones lisos (n = 8) y un bulbo pronunciado (n = 1), difuso (n = 1) e indiferenciado (n = 6).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
La calcedonia y el cuarzo constituyen los recursos líticos más frecuentes en los contextos arqueológicos de la cuenca del río Quinto (Borgo, 2020). Sin embargo, solo se ha comprobado el uso de aquellos disponibles en sectores discretos, caracterizados como depósitos primarios. Estos presentan una importante variedad de tamaños, colores, formas de presentación y calidades para la talla. De modo que el área de canteras La Falla constituye el único lugar de aprovisionamiento de uso constatado dentro de la porción media del río, cuyo emplazamiento y topografía resultan favorables para el ingreso a las canteras y la circulación de materias primas líticas.
Los relevamientos en esta área permitieron realizar una caracterización inicial de las fuentes, que en general registran formas de presentación y características geológicas similares. Las materias primas asoman de forma discontinua en el paisaje como afloramientos con dimensiones variables y, en algunos casos, como bloques aislados. La calidad para la talla es muy buena, aunque algunos sectores muestran impurezas internas.
Por su parte, el análisis de los conjuntos provenientes de La Falla 1 muestra que todo el proceso de producción lítica fue realizado en esta cantera-taller, aunque se observa que las actividades de talla se concentran en puntos particulares. Dentro de este sitio, en el sector denominado Nódulos se localizan grandes afloramientos de calcedonia, artefactos de mayor tamaño, menor variabilidad tipológica de los instrumentos tallados y una escasa presencia de núcleos. Esto indica que allí se habrían desarrollado las primeras etapas de la producción lítica, es decir, la extracción de la roca y el descortezamiento de los nódulos. Por otra parte, se realizó la reducción de núcleos y la formatización y reactivación de artefactos. En particular en ABC, se observa una mayor diversidad de grupos tipológicos y núcleos de diferentes morfologías e incluso se evidencia la reactivación de filos. Es probable que esta cantera haya servido no solo como sitio de extracción sino también como taller lítico, en el que se realizaron otro tipo de actividades en las que estuvo vinculado el uso de estos artefactos (Borgo, 2020; Borgo et al., 2020).
El estudio tecnológico permitió observar que en la cantera-taller se llevó a cabo la reducción de núcleos e instrumentos con filos simples. Se observa una producción lítica con una baja inversión de trabajo, además de un posible uso de algunos artefactos confeccionados sobre calcedonia. En el sitio se formatizaron instrumentos diversos, mediante una variedad de técnicas (microrretoque y retoques, marginales y unifaciales), sobre diferentes soportes como nódulos naturales y núcleos, además de lascas internas y externas, que se corresponden con la morfología de los productos de talla. Se observa en la cara ventral de algunas lascas el desarrollo de conos hertzianos prácticamente completos, que, sumados a la identificación de talones lisos, parece indicar el desarrollo de una técnica de percusión directa o por apoyo con un percutor duro (Valverde, 2004).
El descarte de artefactos enteros, núcleos agotados y un bajo índice de reactivación evidencian el desarrollo de diferentes estrategias dentro de la cantera. Por su parte, en algunos casos, núcleos con plataformas activas y corteza fueron dejados en el sitio, posiblemente por la presencia de algunas impurezas en la roca que pudieron dificultar las tareas de reducción y la obtención de soporte. Aun ante el panorama expuesto, fue posible identificar una mayor inversión de trabajo en la confección de determinados artefactos trabajados sobre calcedonia. En este sentido, se registran núcleos con morfología estandarizada y la confección de bifaces y puntas de proyectil, que implicó una mayor inversión de energía y tiempo. Es posible que esta formatización haya estado vinculada a la preparación de la materia prima y/o instrumentos especializados. Esta diversidad de estrategias tecnológicas parece responder a necesidades inmediatas cubiertas por la confección y el uso de herramientas dentro de la misma cantera y, al mismo tiempo, la preparación de artefactos versátiles (Nelson, 1991; Franco, 2004).
En la región de Sierras Centrales se señala con frecuencia el desarrollo de una combinación de estrategias tecnológicas (Heider et al., 2015; Caminoa, 2016; Reinoso, 2017; Balena et al., 2018). Como se mencionó, esto parece replicarse en la cuenca del río Quinto; en La Falla 1, las estrategias en la producción lítica combinan la formatización sumaria de los artefactos junto con una mayor inversión de trabajo sobre determinadas piezas. En este contexto, se propone que, ante la diversificación en la explotación de distintos recursos iniciado el Holoceno tardío y la alta disponibilidad de materias primas líticas, se produjo una disminución en la inversión de esfuerzo y tiempo en la producción de ciertos artefactos líticos, al mismo tiempo que se incrementaba el uso de materias primas locales (Pastor, 2006; Heider, 2015; Balena et al., 2018; Di Matteo et al., 2018).
La amplia extensión, la visibilidad desde el río y la fácil accesibilidad al área de canteras, así como la buena calidad de las rocas son características claves en el aprovisionamiento y hacen probable que las fuentes hayan sido conocidas y ampliamente explotadas (Nami, 1992; Aragón y Franco, 1997; Carrera Aizpitarte, 2013; Colombo, 2013). Sin embargo, se observa que las calcedonias disponibles no se utilizaron más allá de lo inmediato. Su uso parece restringirse a los límites de la cuenca media, ya que se encuentran ausentes dentro de la porción alta del río, incluso en los contextos más próximos, como es el caso de la localidad arqueológica Arroyo Saladillo, ubicada a no más de 10 km de La Falla. Por el momento, el uso de las calcedonias pudo ser constatado en los contextos arqueológicos de Maruca Sur, ubicados a 8,3 km del área de canteras, dentro de la porción media del río (Borgo, 2020). Factores como la disponibilidad y la abundancia, además de la variedad y la calidad, son señalados como claves en las decisiones tecnológicas que toman las sociedades (Bamforth, 1990; Andrefsky, 1994; Franco y Borrero, 1999, entre otros). Además, debemos tomar en cuenta las condiciones sociales que pudieron estar involucradas. Entre ellas, las medidas de control por parte de los grupos humanos para limitar el acceso o la selección de determinadas rocas en función del diseño de la pieza a realizar o de alguna de sus propiedades (Bayón y Flegenheimer, 2003; Escola, 2007; Laguens et al., 2007, entre muchos otros).
En este punto del proyecto de investigación, aún debemos trabajar sobre la falta de una determinación temporal en el uso de las canteras y la ausencia de rocas provenientes de La Falla en los sitios al norte. No obstante, recientes relevamientos realizados dentro del embalse, en momentos en que los niveles del lago han disminuido, permitieron detectar acumulaciones de material arqueológico. En este registro, se observan puntas de proyectil lanceoladas y triangulares confeccionadas sobre la variedad de calcedonia disponible en La Falla (ubicadas a unos 3 km) que pueden ajustar la temporalidad de las ocupaciones. Por su parte, la presencia limitada de las calcedonias se podría vincular con la circulación de personas sobre la porción media del río y/o al abandono de estas canteras durante el Holoceno tardío. De acuerdo con Heider y colaboradores (2020), los grupos del Holoceno temprano y medio utilizaron rocas silíceas de alta calidad de talla en la confección del equipamiento de individuos (sensu Binford, 1979), principalmente de las puntas de proyectil y bifaces (Heider y Rivero, 2018; Rivero y Heider, 2020). Además, habrían explotado grandes canteras y talleres que formaban parte de los amplios circuitos de movilidad de los grupos humanos que habitaron las Sierras Centrales y sus llanuras adyacentes (Sario, 2011; Heider et al., 2015; Heider y Rivero, 2018, entre otros). Estos lugares de aprovisionamiento pudieron ser abandonados, o por lo menos haber disminuido su uso en algún momento del Holoceno medio como respuesta a los cambios sociales y económicos ocurridos en este momento. De esta manera, se puede plantear de forma inicial la posibilidad de que el área de canteras La Falla haya formado parte del rango de movilidad de los grupos humanos que habitaron la cuenca, al menos, hasta el Holoceno medio (Borgo, 2020). Si bien aún falta profundizar en el estudio acerca de la organización de la tecnología lítica y la cronología, es posible pensar que esta área fue visitada por grupos humanos con un alto grado de movilidad. Franco (2004) propone como expectativas arqueológicas un número de materialidades que se ven reflejadas en La Falla 1. Entre ellas, núcleos de materias primas locales e inmediatas con pocas extracciones y no agotados, presencia de artefactos elaborados de manera expeditiva, descartados luego del uso, bajo porcentaje de reactivación y predominio de talones lisos y corticales.
El área de canteras La Falla constituye un sector en la cuenca del río Quinto con un fuerte potencial arqueológico. Por el momento, hemos obtenido una visión inicial en la que se evidencia la reutilización de los diferentes espacios, que, en conjunto con las estrategias tecnológicas y el conocimiento de las fuentes de aprovisionamiento disponibles, conformaron un paisaje conectado por el río. Debemos avanzar en la aplicación de nuevas perspectivas a los estudios de aprovisionamiento, de forma que permitan ampliar el panorama existente y complejizar la relación entre los grupos del pasado y su tecnología.