La imagen muestra la coronariografía de un adolescente de 17 años quien ingresa por un síndrome coronario agudo y se observa la presencia de aneurismas coronarios gigantes que comprometen el origen tanto de la coronaria izquierda como de la derecha (Figuras 1 y 2).
El paciente no contaba con factores de riesgo mayores para enfermedad coronaria, pero en un interrogatorio exhaustivo, los padres refirieron el antecedente de un cuadro febril con eritema cutáneo y conjuntivitis tres años atrás. En dicho momento, no se discutió la posibilidad de enfermedad de Kawasaki (EK) ni se efectuaron estudios diagnósticos ni tratamiento específico.
La EK constituye una vasculitis aguda autolimitada que ataca arterias de pequeño y mediano calibre, y afecta las coronarias, así como otras estructuras cardiovasculares, cuya descripción original se realizó en 1967. En 1975, Kato y cols. describieron el daño coronario como una secuela de esta. Aproximadamente 1 de cada 5 pacientes afectados, generalmente niños y jóvenes, que no hayan recibido tratamiento específico (inmunoglubulina intravenosa) pueden desarrollar aneurismas coronarios. 1,2,3
En la actualidad, la enfermedad representa la principal causa de cardiopatías adquiridas durante la infancia en países desarrollados, y ha desplazado a la fiebre reumática. Desafortunadamente, muchos casos de EK no resultan diagnosticados por confundirse con otras condiciones de la infancia que cursan con fiebre y eritema. 4