Introducción
En la costa norte del Golfo San Matías (GSM), Provincia de Río Negro, existen extensos campos de dunasy mantos eólicos donde se localizan grandes concentraciones de material lítico en superficie y abundantes asomos de concherosque contienen restos arqueofaunísticos (Borellaet al. 2016; Favier Dubois y Borella 2011; Favier Duboiset al. 2008, 2009;entre otros). Las investigaciones arqueológicas realizadas en el área han señalado que las ocupaciones humanas allí tienen un rango temporal que abarca al menos desde 6000 hasta unos 400 años AP (Favier Dubois et al. 2016).Los restosóseos humanos recuperados en este tramo litoral corresponden en su totalidad a hallazgos fortuitos o rescates de enterratorios, que se han visibilizado en las últimas décadas debido al incremento de los procesoserosivos.En este sentido, la acción antrópica reciente asociada al crecimiento urbano,generó la progresivadestrucción de la cobertura vegetal delos médanos litorales. Esta dinámicafavoreció la movilidad/transporte de sedimentos eólicos generando así la exposición en superficie de entierros humanos en las dunas costeras (Manzi et al. 2009).Los sectores detectados como más vulnerables son los que se encuentran próximos al Puerto de San Antonio Este (Saco Viejo, Faro San Matías) y las áreas afectadas por el crecimiento urbano de las ciudades de San Antonio Oeste (e.g. Barrio ALPAT entre otros) y Las Grutas (Centro Minero, Buque Sur y Criadero de Ostras) (Figura 1). Estos espacios son los que sufren mayor pérdida y destrucción que afecta por igual al material arqueológico y a los restos humanos (ver, Manzi et al.2009).Las intervenciones de rescates permitieron conocer aspectos relacionados con las prácticas mortuorias de las poblaciones que ocuparon este sector litoral en el pasado, así como cuestiones relativas a uso de los recursos y del espacio litoral (FavierDubois y Borella 2007; FavierDuboiset al. 2007, 2009;García Guraiebet al. 2010; Mariano 2011;entre otros).
En la costa norte del GSM se reconocieron distintas modalidades de inhumación, donde prevalecen los entierros primarios sobre los secundarios (ver Favier Duboiset al. 2007; Mariano 2011).Hasta la fecha solo se han registrado dos casos de entierros secundarios en toda la costa rionegrina con características y momentos cronológicosdiferentes.En la localidad arqueológica de Bajo de la Quinta,sobre una terraza marina y a unos 1000 metros de distancia al mar actual se localizó un entierro secundario múltipleconformadopor elementos óseos correspondientes al menos a siete individuos, con una cronología de ca.1200 años AP (Favier Dubois et al. 2007, 2009; Mariano 2011). Allí se identificó la presencia de algunos elementos pintados (Favier Dubois et al. 2007)y ciertos huesos con marcas de corte (González 2016), lo que sumado a la disposición intencional de los elementos son claros indicadores de acciones humanas que refieren altratamiento de los cuerpos para su entierro en inhumación colectivas (Mariano 2011).
El segundo caso de entierro secundarioes el que se analiza en este artículo y se ubicaal norte de la ciudad de Las Grutas, en el Centro Minero sector Criaderos de Ostras,a unos 800 metros de la actual línea de costa en el cordón de médanoslitorales erosionados. Allíse recuperaron los huesos de un individuo adulto, dispuestos en forma no anatómica, en un ordenamiento artificialy compacto, algunos de los cuales presentaban marcas de carnívoros (FavierDubois y Borella 2007). En este trabajo se presenta un detallado análisis tafonómico del daño generado por carnívoros, interpretado a la luz de información forense disponible,con el objetivo de discutir la historia de formación de este peculiar enterratorio humano.
El caso del enterratorio de Centro Minero - Criadero de Ostras (CM-CO)
En el prediodel Instituto de Biología Marina y Pesquera “Alte. Storni” (Figura 1) donde se encuentra el Criadero de Ostras, un guardia ambiental que recorría el área natural protegida de Bahía San Antonio (ANPBSA)descubrió, en el 2007, restos humanos que habían comenzado a exponerse en forma parcial. Este sitio está muy próximo a la ciudad balnearia de Las Grutas, y por esa razón es accesible a turistas y veraneantes. Esto generó preocupación en la comunidad local, que a través de la Fundación INALAFQUENdio aviso al equipo de investigación para queprocediera a realizar su rescate (ver FavierDubois y Borella 2007).
Se trataba de un individuo adulto masculino, enterrado a una profundidad entre 0,50 m y 1 m respecto de la superficie del suelo, ubicado en un médano vivo, no vegetado, con una activa dinámica de deflación y depositación. El esqueleto se encontraba anatómicamente incompleto, con claras evidencia de marcas de carnívoros en ciertos huesos, y sin evidencia de estructura mortuoria (e.g, fosa, estructura de rocas, etc.) ni acompañamiento funerario (FavierDubois y Borella 2007;FavierDuboiset al. 2007; Mariano 2009) (Figura 2).
El conjunto óseo rescatado no se encontraba, en posición anatómica, sino en un arreglo compacto y artificial (Figura 2) que sugería manipulación antrópica del cuerpo presentando un arreglo inusual de los elementos que no permite asignarlo a ninguna forma de depositación observada previamentey, a partir de ello,fue interpretadocomo un posible entierro secundario inhumado como “paquete funerario” (FavierDubois y Borella 2007; FavierDuboiset al.2007). El mismo estaba representado porcráneo y mandíbula completos, algunos elementos del tórax (vértebras y costillas), cintura pélvica y los huesos largos de ambos miembros inferiores(Favier Duboiset al. 2007, ver más adelante). En términos generales, el “paquete” ocupaba un volumen de alrededor de 60 cm de largo por unos 40 cm de alto y el cráneo apoyaba sobre huesos de los miembros inferiores, con el coxal y vértebras dispuestos en uno de los extremos (Figura 2). Algunos de los restos se encontraban articulados entre sí, tales como las primeras tres cervicales al cráneo, este a la mandíbula y la columna inferior, desde la décima vértebra toráxica, a los coxales y sacro. Se obtuvo un fechado radiocarbónico que lo ubica en ca. 680 años AP, mientras que los análisis de isótopos estables señalaron una dieta mixta con predominio de recursos terrestres (Favier Dubois et al. 2009).
En un estudio preliminar y sumario sobre prácticas mortuorias en el GSM (Mariano 2009, 2011)se mencionóla incompletitud y la presencia de marcas de carnívoros sobre algunos elementos en este particular enterratorio humano, y se propuso que“La hipótesismás parsimoniosa es que el paquete haya sido conformado sin las partes esqueletales faltantes en primera instancia, siendo después atacado por los carnívoros, atraídos por la presencia de tejido”(Mariano 2009: 56).Luego se sintetizó una posible historia de formación diciendo que en este caso “implicó la manipulación de los restos, posterior a las primeras etapas de descomposición, el acomodamiento de los restos en un paquete y su posterior redepositación” (Mariano 2009: 56). Sin embargo,como ha sido señalado por Martin (2006), antes de hacer inferencias sobre prácticas mortuorias en restos humanos con modificaciones de carnívoros es necesario tener en cuenta en detalle el accionar de estos agentes. El objetivo de este trabajo espresentar los resultados del análisis tafonómico de las marcas de carnívoros en el esqueleto hallado en el área de CM-CO para revaluar la historia de formación del paquete funerario, incluyendo la secuencia de eventos que lo habrían conformado y discutir la interpretación previa. La información generadatambién contribuye a una discusión más general sobre el patrón de daños de carnívoros en restos humanos hallados en Patagonia.
Antecedentes de investigaciones de la actividad de carnívoros sobre restos óseos humanos
Los estudiostafonómicos sobre restos óseos humanos difieren de los realizados en el registro faunístico debidoa la intencióncultural de preparación del cuerpo a sepultar.Así las interpretaciones postmortem incluyen no solo los posibles efectos de la exposición (pisoteo, actividad de carroñero, etc.) sino que también las diferentes expresiones materialesvinculadas con el tratamiento a los muertos, por ejemplo: embalsamiento, cremación, el tipo de entierro, el empleo de estructuras,entre otros (Bonnichsen y Sorg 1989;Lloveraset al. 2016; Murray y Rose 1993;Ubelaker 1997).De acuerdo con Stodder (2008),el uso de la tafonomía en el análisis bioarqueológicopermite evaluar aspectos tales como: los procesos de formación de sitio, las distintas características del entierro, la descomposición, la meteorización física, la degradación química (diagénesis), la modificación ósea producida por animales, así como las actividades intencionales y no intencionales de los humanos realizadas en el pasado y en el presente.
Las investigaciones sobre el patrón de marcas que los carnívoros dejan en los huesos de los animales(Binford 1981;Borrero y Martín 1996; Fernández et al. 2010;Haynes 1980;Haglund 1997;Martín 1998; Martin y Borrero 1997; Mondini 1995; entre otros), se hacen extensivas al estudio en restos humanos (Haglundet al. 1988; Martin 2002; Milner y Smith 1989;Ubelaker 1989). Sin embargo, existen diferencias en relación con la frecuencia de actividad de carnívoros de acuerdo al tipo de protección brindada por la estructura mortuoria (García Guraiebet al. 2007; Guichónet al. 2001; Martin 2006; Zangrandoet al. 2004),la densidad de la población humana en la zona (Haglundet al. 1989) así como también el comportamiento carroñero,que puede variar considerablemente en función de la región geográfica y la estación del año (Borrero y Martín 1996; Borrero et al. 2005), afectando, entre otras cosas, el ritmo de descomposición, especialmente cuando los restos se hallan expuestos en una zona al aire libre (O’Brien y Kuehner 2007).
Desde la tafonomía forense diferentes trabajos han estudiadoque los patrones de dispersión y carroñeo de estosmamíferos son muy variables, principalmente en función de la fase de descomposición en la que se hallen los restos humanos (Haglund 1997;Kjorlienet al. 2009). Las investigaciones experimentales llevadas a cabo en este campo, muestran que los patrones de desarticulación y dispersión de los huesos siguen pautas específicas que pueden ser muy predecibles (Haglund 1997). En este sentido, Haglund y coautores (1989) documentaron a partir de la evidencia forense, secuencias de desarticulación como consecuencia de la actividad de cánidos a partir de las observaciones realizadas en restos humanos correspondientes a 30 individuos que se encontraban en distintos momentos de descomposición. A partir de esto establecieron una secuencia de cinco etapas de desarticulación y dispersión (ver en apartado de “Materiales y Métodos”). Asimismo, mencionan quecualquier trauma previo u otros factores inusuales en los restos óseos pueden influir en la secuencia del cambio y orden de las etapas. También señalan que la variabilidad en la tasa de cambio postmortense relaciona además con el tipo de ambiente, aspecto que tiene implicancias en el tipo de preservación de acuerdo a las diferencias regionales e incluso intra-sitio (Haglundet al.1989 tomado de Martin 2006).
Si bien son muchos los trabajos que han realizado análisis tafonómicos sobre restos óseos humanos en la región patagónica(Barrientos et al. 2007; Borellaet al. 2007; García Guraieb et al. 2007;González 2016;Guarido 2014;Guichón Fernández 2017, 2019;Guichónet al. 1998, 2000, 2001; Martín et al.2004; Serna y Romano 2018;Vázquez y D’Abramo 2013;Vázquezet al. 2014, 2019;Zangrandoet al. 2004; entre otros), son escasos aquellos que han focalizado en el estudio de las marcas y rastros dejados por la actividad de carnívoros.
En este sentido,los trabajos de Martin (2002, 2006) constituyen los estudios tafonómicos más completos sobre la actividad de carnívoros en restos óseos humanos en la región patagónica. La autora utiliza de manera complementaria las investigaciones derivadas de la tafonomiaactualísticay arqueológica con los resultados obtenidos desde la tafonomía forense para derivar expectativas de modificaciones causadas por carroñeros sobre huesos humanos. En sus trabajos, analiza diferentes contextos que van desde restos óseos enterrados y/o protegidos hasta huesos sueltos, en diversos sitios de Patagonia tanto en Argentina, (e.g. Frailes) como en Chile (e.g., Cerro Johnny, Cerro Tetera, Cueva de los Chingues, Tres Arroyos).Es interesante mencionar el caso de la unidad E3 en el sitio Tres Arroyos (Tierra del Fuego, Chile), quea partir del hallazgo derestos óseos humanosno ubicados en posición articular y con diversas marcas de carnívoros,había sido considerado como un entierro secundario. Mediante el análisis tafonómico,propuso una interpretación alternativa relacionada con la formación del conjunto óseo. Este habría sido resultado de la acumulación de los diferentes huesos a partir del desplazamiento natural por el talud hacia una depresión topográfica (Martin 2006: 140). La autora menciona, entonces, que las diferentes marcas de carnívoros habrían sidoproducidas antes de su depositación final. Estos trabajos constituyen ejemplos de la relevancia que tienen los estudios tafonómicos en general y los análisis específicos de marcas de carnívoros sobre restos óseos humanospara realizar inferencias paleoecológicas de interacción entre carnívoros y humanos en ecosistemas determinados (Martin 2006).
Materiales y métodos
La determinación de edad y el sexo del individuose había realizado en forma preliminar en trabajos previos (ver Favier Dubois y Borella 2007; Mariano 2011). Sin embargo, en esta instancia se revisaron dichas asignaciones empleando los criterios compilados por Buikstra y Ubelaker (1994) en los restos óseos disponibles para ello. En este sentido, el sexo del individuo se ratificó como masculino mientras que la edad estimada permitió ubicarlo en la categoría de adulto medio (35-49,99 años, sensuBuikstra y Ubelaker 1994).
La unidad mínima de análisis utilizada en este trabajo fue el elemento óseo. Para medir el estado de preservación del individuo, se estimó el índice de completitud anatómica (IC),el cual se obtiene del cociente entre el MNE (mínimo número de elementos) y la cantidad de elementos óseos esperados en un esqueleto completo (García Guraieb et al. 2010).
Para el análisistafonómicose consideraron lasacciones de diferentes variablesque pudieron estar afectando la preservación general del conjunto óseo como: a) marcas de raíces (González 2012; Lyman 1994); b) estadios de meteorizaciónsensuBehrensmeyer(1978); c) pérdida de sustancia ósea (González 2010, 2012); d) depositación química (oxido de manganeso); e) acción de roedores (Shipman 1981) y f) daños ocasionados por carnívoros. Dado que el principal agente de daño identificado fue la actividad de carnívoros, el actual estudio tafonómico se concentró en su acción.
Para ello se utilizó como referencia el trabajo de Martin (2006) donde se evalúa el grado de alteración de restos óseos humanos por carnívoros carroñeros en la Patagonia meridional. La descripción de marcas de carnívorosse basó en laspropuestas de Binford (1981),Haynes (1980) y Pobiner (2007) para restos faunísticos. Estos autores identificaronlos siguientes tipos de marcas:perforaciones (punctures), hoyuelos (pits), arrastre (scores), remoción del tejido óseo (furrows) que puede ser en las epífisis (scoopingout) o pulido de la superficie cortical preferentemente en los extremos (mouthing), bordes crenulados(crenulatedorsaw-toothededges),bordes redondeados y pulidos y muescas (notches).
Siguiendo la propuesta metodológica del trabajo de Martin (2006) se tomó como marco de referencia el estudio realizado por Haglund y coautores (1988, 1989, tomado de Martin 2006), en el cual identificaron tipos de daños en diferentes elementos óseos humanos producidos por cánidos. Estos autores documentaron cinco etapas de alteración secuencial de acuerdo al carroñeo de cánidos: 1)ninguna alteración en el hueso; 2) daños en la porción ventral del tórax con una o ambas extremidades superiores ausentes; 3)daños en las extremidades inferiores; 4) solamente quedan articulados los segmentos vertebrales; 5)desarticulación total. Asimismo, señalan en forma detallada cuál sería el daño esperado en los elementos óseosinvolucrados de acuerdo a cada una de las etapas. Por último,mencionan que cualquier trauma previo u otros factores inusuales pueden influir en la secuencia del cambio y orden de las etapas. Por esta razón, aunque no se trata del foco del trabajo, se mencionan también en los resultados alteraciones patológicas y/o traumáticas a nivel óseo que pudieran influir los patrones observados en los daños generados por carnívoros o en las interpretaciones realizadas al respecto del caso. Para su relevamiento e interpretación se siguió la metodología ya implementada en otros estudios de la misma serie osteológica del GSM, detallada en trabajos previos (García Guraieb et al. 2010).
Resultados
Se identificaron 25 elementos óseos, representados por cráneo, cintura pélvica, algunas porciones del tórax (vertebrasy costillas) y miembros inferiores;cabe señalar que no se recuperó ningún elemento de los miembros superiores nidel pie (ver Figura 3, Tabla 1). El cálculo del IC arrojó un valor de 0,12, aspecto que evidencia una baja representación anatómica del individuo.
En la Figura 3, se observa la representación de los elementos identificados con modificaciones realizadas por la actividad de carnívoros. Por su parte, en la Tabla 1 se detallan los elementos óseos registrados y las acciones de distintos procesos y agentes tafonómicos en términos de presencia/ausencia y, en el caso de la meteorización, indicando el estadio observado. En este sentido, con respecto al estado de meteorización (sensuBehrensmeyer 1978), el análisis tafonómico señaló que ocho elementos óseos (31%) presentaban una meteorización mayor o igual alestadio 2, mientras que tres elementos (12%) se encontraban en estadio 1.Los 14elementos restantes(58%) no se registraron meteorizados.
En lo que respecta a las marcas de raíces, el total de la muestra exhibe modificaciones en la superficie ósea, con excepción de un elemento (peroné izquierdo). Sin embargo, la mayor parte de las marcas son de gradoleve y se distribuyen en forma irregular y aislada sobre la superficie del hueso. Estas característicasindicaríanla acción de pequeñas radículas las cualesno modificaron de manera significativa eltejido cortical.El 27% (n=7) de los huesos registran algún tipo de pérdida ósea, aunque elpredominio del tipo de pérdida es mínimo. No se registró evidencia de óxido de manganeso en ningún elemento óseo de la muestra, ni tampoco marcas de actividad de roedores (Tabla 1).
Al igual que Haglund y coautores (1988) observamos que los daños de carnívoros se localizan principalmente en los huesos largos, particularmente en las epífisis, tanto proximales como distales de los elementos. Además, se identificó una mayor intensidad de carroñeo en la cintura pélvica, lo cual resultó en la remoción de gran parte del sacro y pelvis (Tabla 2 y Figura 3 y 4).
Entre otras características identificadas en este individuo se destacan, por un lado, una lesión en el cráneo, en la unión entre el zigomático y la apófisis temporal derecho, región que presenta una curvatura hacia el esfenoides, compatible con una fractura antemortem parcialmente remodelada; por lo que esa alteración de la morfología normal del zigomático no estaría relacionada con la acción de ningún agente tafonómico (Figura 5). Asimismo, se identificó en la pelvis la presencia de una anquilosis sacro-ilíaca bilateral parcial, que afecta mayormente los sectores superiores de la articulación (Figura 4). El diagnóstico diferencial de esta lesión incluye condiciones tales como grados avanzados de osteoartrosis, DISH (por su sigla en inglés, diffuseidiopathicskeletalhyperostosis), espondilitis anquilosante, pero la ausencia en este caso de otros elementos diagnósticos, tales como la columna vertebral completa o huesos de manos y pies, no permiten su discusión exhaustiva (Rogers y Waldron 1995). No obstante, lo relevante a destacar en este análisis es que como consecuencia de dicha anquilosis, ambos coxales y sacro funcionan como una estructura anatómica única, lo que podría explicar la intensidad y distribución del daño tafonómico observado (Figura 5).
Discusión
Las evidencias de daño de carnívoro que predominan en este conjunto son las perforaciones y hoyuelos, sumados a la remoción del tejido óseo. De acuerdo a la propuesta de Martin (2006), las características de las marcas, intensidad, tamaño de las perforaciones, hoyuelos y el tipo de remoción de las diáfisis sugieren que en el carroñeo de este cuerpo estuvo implicado un animal del tamaño similar a un cánido, probablemente un zorro o un perro. Como se mencionó antes, en un estudio preliminar (Mariano 2009, 2011), se planteó como hipótesis que cuando el paquete funerario se habría realizado, el cuerpo contaba aún con tejidos blandos uniendo las partes esqueletarias. Esto habría resultado atractivo para los carnívoros, aunque no habrían dispersado los elementos del paquete, por lo que se propuso que sería poco probable que los carnívoros hayan sido los responsables de la incompletitud del esqueleto (ver Mariano 2009:55-56). El análisis tafonómico detallado presentado aquí da lugar a una interpretación alternativa sobre la base del estudio de la localización de los daños y de la información forense.
De acuerdo con las cinco etapas secuenciales de desarticulación de un esqueleto por la acción de carnívoros (cánidos y coyotes) propuesta por Haglund y coautores (1989), las modificaciones identificadas en este individuo se corresponden a la etapa 2 -caracterizada por la ausencia de los miembros superiores- y la etapa 3 -daños en los miembros inferiores-. La ausencia de la cintura escapular y los huesos de la mano se asociaron al desprendimiento señalado en la etapa 2, así como también la de los huesos del pie, que se relacionó con los daños observados en la porción distal de los miembros inferiores. Esto pone en evidencia que el faltante de las partes esqueletarías podría estar relacionado con el carroñeo y no con la actividad humana. No es posible identificar si la acción carnívora se produjo apenas ocurrida la muerte como se ha sugerido para otros casos patagónicos (e.g. un caso del lago Salitroso, García Guraieb et al. 2007) o después del entierro del individuo en una localización primaria. No obstante, no invalida el argumento aquí planteado ya que como menciona Martin (2006) el buen sentido del olfato que los cánidos tienen habría facilitado la detección de cuerpos inhumados, aún sepultados. Es más, también señala que, si bien los cánidos evitan los restos secos, ante situación de stress ambiental pueden ser un recurso utilizado como alimento (Martin 2006).Como se conoce de la bibliografía, tanto arqueológica como etnográfica e etnohistórica la preparación de fardos funerarios puede incluir desmembramiento de partes esqueletarias y en consecuencia, la presencia de su epifenómeno: marcas de raspado y descarne (Canals Frau 1953; De Agostini 1959; Gallardo 1910; Vignatti 1937). Es interesante señalar que en el entierro secundario múltiple de Cima de los Huesos (ver Figura 1: referencia 7) González (2016) registró la presencia de huellas de corte en costillas, coxales y cráneos, mientras que en el caso aquí presentado de CM-CO -aun conservándose dichos huesos- no se registraron marcas de corte, ni de raspado. Esto podría ser considerado un indicio de que el paquete se formó agrupando las partes que habían quedado con posterioridad a la intervención del cuerpo por parte de los carnívoros. Por último, señalar que si bien la preservación ósea registrada a través de los estadios de meteorización (Behrenmeyer 1978) permitió identificar claramente los daños de carnívoros en los restos óseos recuperados semiexpuesto en superficie (ver Figura 2), no fue posible hacer alguna correlación con las etapas de desarticulación propuestas por Haglundet al. 1989. Sin embargo, teniendo en consideración la localización de las porciones óseas más afectadas por la meteorización y su posición al momento de hallazgo (porción ósea enterrada y en superficie), consideramos como más parsimonioso interpretar que la señal de meteorización que registramos refiere mayormente al último momento de exposición de este particular conjunto óseo, sin por ello descartar posibles episodios previos dada la dinámica del ambiente. A escala regional del litoral rionegrino, la deflación es el agente principal que provoca la exposición y sepultamiento de los restos y de tal forma es responsable también de la pérdida de rasgos característicos de los entierros (Borellaet al. 2007;Guichón Fernández 2019). No obstante, en este caso específico se observó que la preservación e integridad ósea de los elementos hallados es buena, aspecto que posiblemente se relaciona con los modos de preservación en contextos de dunas litorales, ambiente favorable para la preservación de material orgánico arqueológico (ver Favier Dubois et al. 2016).
Conclusión
Este trabajo evaluó desde una perspectiva tafonómica un entierro caracterizado como secundario con el propósito de comprender mejor la historia de formación de este caso particular y así contribuir a identificar la diversidad de prácticas mortuorias en la costa del Golfo San Matías. A la luz de este nuevo análisis se sugiere que los carnívoros habrían generado el daño inicial del cuerpo, la pérdida de algunas porciones y la destrucción parcial de otras. En consecuencia, el paquete de inhumación secundario de CM-CO se habría conformado con los remanentes óseos modificados previamente por los carnívoros. En un ámbito tan diverso en términos de prácticas mortuorias como es el Golfo San Matías (Favier Dubois et al. 2007; Mariano 2011), la comprensión cabal de los modos de tratamiento funerario e inhumación permiten dimensionar el rango de dicha diversidad y ponerla en contexto regional. De este modo, el entierro de CM-CO se presenta como un caso particular y único registrado hasta el momento, tanto por ser un entierro secundario individual como por haber sido confeccionado con los remanentes de la acción carnívora sin evidencias de otro tipo de tratamiento como el descarne o desarticulación dado que no hay registro de un hallazgo similar previo en la región. Finalmente, cabe mencionar que el análisis presentado contribuye también a la caracterización del daño de carnívoros en el registro bioarqueológico en ambientes de dunas litorales aumentando así nuestra comprensión de los agentes actuantes en el marco de una tafonomía regional. Diferentes investigaciones han evaluado desde una perspectiva tafonómica el accionar de carnívoros en la región patagónica (García Guraiebet al. 2007; Guichónet al. 2000; Martin 2006;Zangrandoet al. 2004; entre otros) generando un corpus de información que contribuye al estudio tafonómico regional (sensuBorrero 1988).Los resultados obtenidos aportan a dicho corpus. En suma, el nuevo análisis del entierro de CM-CO, permitió reformular ideas previas sobre cómo se habría conformado el entierro, aumentando así nuestra comprensión de las condiciones de formación y preservación del registro bioarqueológico del litoral rionegrino y específicamente, de las prácticas funerarias de los grupos humanos que lo poblaron durante el Holoceno tardío.
Agradecimientos: Secretaria de Cultura y ANP de Río Negro. Subsidios de investigación otorgados por CONICET y ANPCyT. A la comunidad Mapuche Tehuelche Traun Cutral por apoyar nuestras investigaciones en restos humanos recuperados en la Costa del GSM. ACONICET-INCUAPA, al técnico Juan Manuel Capuano y el Dr. Agustín Agnolinpor las imágenes y a las Dras. Agustina Massigoge, Mariela González y el Dr. Gustavo Flensborg por la bibliografía recomendada.