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Ciclos en la historia, la economía y la sociedad

On-line version ISSN 1851-3735

Ciclos hist. econ. soc. vol.30 no.52 Buenos Aires June 2019

 

Reseñas bibliográficas

Carlos Marichal, Steven Topik y Zephyr Frank (coord.).De la plata a la cocaína. Cinco siglos de historia económica de América Latina, 1500-2000. México, El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, 2017, 526 páginas.

Agustina Rayes1 

1 Conicet. Universidad de San Martín

Publicada por primera vez en inglés en 2006, por la Duke University Press, esta obra es fruto del esfuerzo de coordinación de tres reconocidos historiadores económicos -Carlos Marichal, Steven Topik y Zephyr Frank-, quienes reunieron los aportes de quince especialistas para dar vida a un trabajo cuya relevancia ha sido tal para la historiografía económica, que merecía su traducción al español.

Según cuentan los propios coordinadores, este libro comenzó a germinar a comienzos del siglo XXI. Primero tuvo lugar una reunión en el Social Science History Institute de la Universidad de Stanford a finales de 2001 y, luego, les autores volvieron a encontrarse en el XIII Congreso Mundial de Historia Económica, celebrado en Buenos Aires en 2002. Dada la centralidad que tiene el análisis de la historia del circuito internacional de ciertas materias primas latinoamericanas, su gestación fue casi premonitoria de un proceso que por entonces tomaba fuerza en el mundo: una nueva oleada exportadora de bienes primarios que tendría a la región como protagonista.

En este compendio, les autores parten de la idea, ya clásica en la literatura, de que existió una globalización temprana, cuyo origen se remonta al descubrimiento de América, entre fines del siglo XV y comienzos del siglo XVI. Discuten, de esta manera, con la nueva historiografía económica que, en las últimas décadas, ha difundido la noción de que la primera globalizaciónse inició en algún punto de la segunda mitad del siglo XIX, cuando la economía internacional se expandió gracias a procesos como la industrialización de Europa occidental y Estados Unidos, la división internacional del trabajo, la exportación creciente de capitales (e inversiones) desde los países avanzados, la caída en los costos de transporte, y la propagación del librecambio en el sistema de relaciones interestatales, entre otros elementos. E, indudablemente, discrepan con la literatura que ha ido más allá, y ha considerado que la globalización es un fenómeno tan nuevo que hunde raíces entre el Consenso de Washington y el final de la Guerra Fría.

Una globalización prematura -con rasgos propios de un mundo muy distinto al decimonónico, y obviamente muy diferente al actual-, originada en la integración de América Latina a las redes de comercio internacional existentes, que ya incluían a Europa, Asia y África, es la justificación para estudiar las cadenas globales de mercancías de las que participó la región a partir del siglo XVI. Este enfoque, transparentado en el subtítulo de la obra en inglés y no en su versión en castellano, apunta a estudiar integralmente el circuito por el que transcurrieron los bienes; así, la propuesta consiste en abordar la producción, el transporte, la comercialización y el consumo. De acuerdo al concepto inglés de commodity chains -similar pero no igual a otros como filière en francés o circuito comercial en español y portugués-, los bienes traspasan fronteras; por lo tanto, allende las referencias naturales a condiciones locales o nacionales, como exportaciones, deben enfocarse más allá del desempeño de un país, la forma más obvia con la que los analistas estilamos estudiar el comercio internacional. Se trata de mirar la oferta sin descuidar el otro costado del mercado: la demanda, y de observar la relación entre ambas variables no únicamente mediada por los precios relativos. Pues, hay más que precios detrás del intercambio.

Por un lado, una investigación sofisticada de la oferta requiere considerar a los competidores que se encuentran fuera de la región, y abordar la demanda implica analizar los diversos tipos de consumo y las diferentes aplicaciones que tiene una misma mercancía, de forma tal que un estudio desde las cadenas globales de mercancías no puede olvidar que existen distintos usos de los bienes y que éstos adquieren significados disímiles para los actores. Así, el tabaco durante la época colonial fue un insumo para ceremonias religiosas, y desde la segunda mitad del siglo XIX se convirtió en un bien de consumo masivo; o el chocolate se transformó de un bien de la nobleza ibérica en una bebida para infantes europeos. Por el otro, ligar la oferta con la demanda supone examinar la convivencia de distintos modos de producción y estructuras sociales. Por ejemplo, una producción en la que interviene mano de obra libre, como la agrícola estadounidense, puede usar insumos originados con fuerza de trabajo esclava o en condiciones de pobreza, como la fibra de henequén mexicana.

El libro enseña, con un surtido de casos, que en los mercados de bienes primarios no existen relaciones lineales ni predeterminadas. Los vínculos entre economías y sociedades son contingentes y están sujetos a cambios. Un circuito puede iniciarse o controlarse desde diversos puntos. En este sentido, la apuesta teórica de la obra es amplia, dado que discute tanto con las versiones estructuralistas tradicionales o con el enfoque centro-periferia, cuando reconoce que los productores latinoamericanos no fueron simples marionetas o víctimas pasivas de un sistema internacional que les impuso reglas -al desplegar, por ejemplo, estrategias empresariales o desarrollar innovaciones tecnológicas-, como con corrientes neoclásicas que propusieron la lotería de bienes primarios, la cual realzó el azar por sobre cualquier tipo de intervención de los agentes latinoamericanos.

En síntesis, la base desde la que parten todos los capítulos reunidos en el compendio es que los mercados son constructos sociales y, como tales, no responden a leyes naturales y universales. Los mercados no son bloques monolíticos, están fragmentados y atravesados por transformaciones tecnológicas, ecológicas y políticas, que alteran constantemente las relaciones entre los países y la economía internacional. En consecuencia, una visión histórica -en oposición a un abordaje a-histórico- supone reconocer que existen temporalidades, dinamismo y movimiento en los casos de estudio.

Organizados sobre la base de un cuestionario transparentado por los coordinadores en la Introducción, cada uno de los doce capítulos estudia una mercadería específica. Y cada contribución forma parte de alguna de las tres secciones, fácilmente reconocibles por su orden cronológico y por las fases de globalización. La primera parte está dedicada a las materias primas del sistema colonial español, caracterizado entre los siglos XVI y XVIII por el mercantilismo y el intercambio de productos de lujo o de alto valor unitario debido a los altos costos de transporte y al reducido mercado de consumo; en la segunda parte se abordan artículos que se expandieron por las rutas comerciales a partir del siglo XIX gracias al aumento de las demandas europea y estadounidense, generadas por la aparición de mercados masivos de alimentos y manufacturas que se beneficiaron de un sistema económico internacional tendiente al libre comercio, más allá de la existencia de ciertas barreras proteccionistas. Finalmente, la tercera parte está orientada al estudio de ítems que tuvieron una aplicación diversa, sean insumos agrícolas o industriales o productos farmacéuticos, desde el siglo XIX en adelante.

Dentro de los cuatro capítulos que componen la primera parte, Carlos Marichal hace una doble entrada, ya que, por un lado, estudia el peso de plata hispano como moneda universal del Antiguo Régimen y, por el otro, analiza la grana cochinilla -segunda exportación de Nueva España en aquel contexto- en relación a la demanda europea de tintes americanos; David McCreery aborda el índigo en los imperios español y británico, mientras Laura Náter hace lo propio con el tabaco de las colonias de España.

Otros cuatro capítulos dan forma a la segunda parte del libro. Steven Topik y Mario Samper se dedican al café brasilero y costarricense; Horacio Crespo a indagar sobre el proteccionismo, el sistema de subsidios y de regulación del mercado azucarero; Mary Ann Mahony estudia el vínculo entre los factores internos y los factores externos en el desarrollo del cacao en Bahía, y Marcelo Bucheli e Ian Read se concentran en el plátano.

Los cuatro capítulos de la tercera parte se corresponden con el estudio del guano y los nitratos (como fertilizantes) de Rory Miller y Robert Greenhill, el del caucho brasilero de Zephyr Frank y Aldo Musacchio, el del henequén yucateco de Allen Wells, y el de la cocaína realizado por Paul Gootenberg.

Al final del libro, los tres coordinadores no solo instan a utilizar el enfoque de la obra para multiplicar los casos de estudio, sino que aglutinan algunas de las principales conclusiones extraídas a partir de la evidencia desarrollada en cada capítulo para sintetizar tres campos de análisis que, esperan, atraigan la atención de futuras investigaciones. Primero, destacan la necesidad de incluir el consumo -la demanda- y no solo la producción -la oferta- para alcanzar una mirada cabal de las cadenas globales de mercancías. Segundo, enfatizan en la riqueza de complementar la historia económica con la historia social de las materias primas. Tercero, insisten en que el tema requiere del estudio del Estado y las políticas públicas en la región. Así, cierran el compendio con un potente desafío: proponen romper las fronteras que regularmente nos trazamos quienes nos dedicamos a la historia económica de las relaciones internacionales.

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