SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.26 issue2Criterios de reclutamiento ministerial en dictaduras militares: un análisis de la conformación de los gabinetes inaugurales en los golpes de Estado de 1964 y 1966 en Brasil y ArgentinaProcesos de politización e involucramiento político de militantes en partidos opositores durante el kirchnerismo. Los casos de la militancia juvenil del PRO y la UCR en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Postdata

On-line version ISSN 1851-9601

Postdata vol.26 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires June 2021  Epub Nov 11, 2022

 

Artículos

Los inicios de la polarización política y social en Argentina. Repensando el conflicto agrario de 2008

Gabriel Obradovich1 

1 Licenciado en Sociología y Doctor en Ciencias Sociales, investigador del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales (UNL-Conicet), Argentina. E-mail: gabrielobradovic@gmail.com.

Resumen

Este artículo tiene como objetivo analizar el inicio del proceso de polarización política y social en la Argentina reciente a partir del conflicto agrario de 2008. Su presupuesto principal sostiene que la disputa entre las corporaciones agrarias y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner trajo aparejada una transformación novedosa en los posicionamientos políticos de gran parte de la ciudadanía, en las conductas electorales y en la organización de los espacios partidarios. Durante el enfrentamiento, que paralizó el país por casi cinco meses, se tendieron a configurar dos polos cargados de significados y símbolos contrapuestos, representados centralmente por el gobierno y un amplio sector opositor. A partir de esta caracterización, el presente trabajo busca describir y comprender cómo el conflicto iniciado a principios de 2008 generó una significativa movilización social, impulsó la creación de nuevos marcos culturales para pensar la política y redefinió un campo político polarizado. Para cumplir este objetivo, en primer lugar, se destacarán algunos de los rasgos principales de la contienda. En segundo lugar, se describirán los distintos procesos de escalada, prestando particular atención a la interacción entre los principales actores y al creciente involucramiento social, así como a la organización de los polos binarios y sus respectivos contenidos narrativos. Por último, se analizará el proceso de desescalada a partir del tratamiento de la Ley de Retenciones y Creación del Fondo de Redistribución Social en el Congreso de la Nación. En términos metodológicos, el proceso fue reconstruido a partir de distintas fuentes secundarias, como periódicos nacionales, contenidos audiovisuales generados por distintos medios de comunicación y discursos presidenciales. A partir de dichas fuentes escritas se obtuvo un corpus de 450 notas con el cual se trabajó para reconstruir las principales claves del conflicto.

Palabras clave: Polarización; conflicto agrario; kirchnerismo; moralización; Argentina

Abstract

This article seeks to analyze the social and political polarization in recent Argentina started by 2008 during an intense conflict between agrarian business associations and the national government led by Cristina Fernandez. It is supposed that the dispute between these actors produced a new political position-takings within the people, changes in their electoral behaviors as well as in the political parties. During this confrontation, that paralyzed the country for almost five months, two poles with opposite meaning and symbols were configured. One of them mainly represented by the government, the other by a wideopposing sector. Based on this characterization, this article tries to describe and understand how this conflict produced significant social mobilization, fostered new cultural frames to decode politics, and polarized the political field. To accomplish this objective, first, the basic dimensions and bases of the struggle will be highlighted. Then, the paper will focus on the scalating process, paying attention to the interaction between the principal actors and the increasing people’s involvement, taking to the organization of two binary poles with different narratives. Finally, the de-scalating process will be examined in the light of the “Ley de Retenciones y Creación del Fondo de Redistribución Social” passed by the National Legislature. The paper is based on different second-hand sources -as national newspapers, mass media, and presidential speeches. A corpus of 450 pieces of news was mobilized to reconstruct the main keys to the conflict. From that write sources to maked a corpus of 450 notes in which to work for making the principal conflicts keys.

Key words: Polarization; Agrarian conflict; Kirchnerism; Moralization; Argentina

I. Introducción

Las elecciones legislativas nacionales de 2009 tuvieron como antesala el conflicto agrario del año anterior. Durante la campaña electoral, uno de los tópicos más repetidos por todos los candidatos fue la necesidad de diálogo y de unión de los argentinos para superar la división política que atravesaba, según los principales candidatos, a buena parte de la sociedad argentina. Los spots de los candidatos Ricardo Alfonsín y Margarita Stolbizer fueron los que más se montaron sobre la polarización. En ellos, se proclamaba que existían dos países, “Argen” y “Tina”, que convivían en el mismo espacio geográfico pero estaban profundamente enfrentados. Distintos vecinos se involucraban en conversaciones cargadas de tensión en las que no llegaban a ningún acuerdo. Mientras unos se preocupaban por la inseguridad, los otros afirmaban que esta era solo una sensación y que los que pensaban lo contrario se equivocaban. Mientras algunas personas afirmaban que el problema era la inflación, otras negaban su existencia1.

La campaña trabajó sobre una representación extendida en el mundo político y social: la polarización como una división que estructuraba dos posiciones irreconciliables, cargadas de fuertes contenidos valorativos y morales. Tiempo después, el periodista Jorge Lanata popularizó el término “la grieta” para dar cuenta del fenómeno de división social que tensionaba al mundo político y cultural.

Este artículo tiene como objetivo analizar el inicio del proceso de polarización social y política en la Argentina reciente a partir del conflicto agrario de 2008. Su presupuesto principal sostiene que el enfrentamiento entre las corporaciones agrarias y el gobierno de Cristina Fernández trajo aparejado un cambio sustancial en la cultura política y la organización de los espacios partidarios de enormes consecuencias a largo plazo. La disputa, que tuvo lugar entre mediados de marzo y fines de julio de 2008, inauguró, por distintos aspectos que se analizarán más adelante, una etapa de gran efervescencia social, de cambio y conversión que reconfiguró el espacio político y trastocó los modos de pensar la política y los posicionamientos partidarios. Durante el proceso de lucha, que paralizó el país por casi cinco meses, se tendieron a configurar dos polos cargados de significados y símbolos contrapuestos, representados centralmente por el gobierno y sus opositores.

Es necesario destacar dos características de dicho proceso. Por un lado, la polarización supuso una fuerte impugnación política y moral entre ambos espacios y, por otro, el conflicto impulsó un proceso de creciente involucramiento político y movilización social. En este sentido, división e integración parecen dos caras de un mismo fenómeno. Durante los momentos más ríspidos de las hostilidades, intelectuales, artistas, jóvenes y representantes de organizaciones sociales y corporativas sintieron la necesidad de involucrarse y tomar parte en discusiones públicas, marchas, movilizaciones, paros y cortes de ruta (Palermo 2011, Svampa 2011). Buena parte de los grupos e individuos movilizados manifestaron en discursos y declaraciones que entendían que en la disputase estaban poniendo en cuestión valores centrales como la democracia, la libertad y los derechos. El enfrentamiento entre kirchnerismo y antikirchnerismo, que permeó desde 2008 buena parte de las conversaciones entre amigos, familiares y compañeros de trabajo, y generó importantes rispideces en buena parte del mundo privado y público, solo puede entenderse a partir del importante poder estructurador que tuvo el conflicto agrario.

El período de efervescencia que inauguró el conflicto fue sumamente creativo en términos de identificaciones políticas, significaciones culturales y nuevos liderazgos políticos. Sin embargo, a pesar de su carácter fuertemente binario, la polarización no abarcó, comprensiblemente, a todos los argentinos. Las sociedades modernas, diferenciadas y estratificadas, imposibilitan que la ritualización de los conflictos políticos implique a todos sus integrantes. Aun así, fue lo suficientemente significativa para involucrar políticamente (y moralmente) a un conjunto importante de la población y reconfigurar de forma parcial los marcos significativos con los que pensamos la política.

Este trabajo se enfoca en el origen del proceso de polarización e involucramiento que dio lugar a la mencionada reconfiguración del espacio político y social. Por tanto no se analizan los intereses sectoriales en pugna, los apoyos que recogieron cada uno de los principales actores ni sus construcciones discursivas, sino que el marco conceptual parte de los desarrollos sobre procesos de polarización y escaladas de conflicto. Seguimos particularmente a Alexander (2000) para caracterizar el modo en que se constituyen divisiones polarizadas en el espacio social y simbólico, prestando especial atención a los procesos de involucramiento social, moralización y posicionamientos binarios. Por otro lado, se recuperan los análisis de Collins (2012) para examinar los procesos de escalada del conflicto, integración social y creación de símbolos compartidos. En términos metodológicos, se realizó un análisis exhaustivo de las publicaciones sobre el tema en los principales periódicos nacionales, de los discursos presidenciales y de archivos televisivos y filmaciones disponibles en distintos canales y plataformas virtuales.

En lo que respecta a la organización del presente artículo, en primer lugar, se destacarán algunos de los rasgos principales del conflicto. Seguidamente, se detallarán los distintos procesos de escalada, atendiendo a la interacción entre los principales sectores implicados, al creciente involucramiento de nuevos actores, así como también a la organización de los polos binarios y sus respectivos contenidos narrativos. Por último, se describirá el proceso de desescalada a partir del tratamiento de la Ley de Retenciones y Creación del Fondo de Redistribución Social en el Congreso de la Nación.

II. Antecedentes y principales líneas de análisis

El conflicto agrario de 2008 fue objeto de diversos análisis que, desde ópticas diferentes, ofrecieron claves analíticas para su comprensión. Una posibilidad de estudio estuvo dada por el proceso de transformación y cambio en la estructura social agraria y los modos de producción rural (Barsky y Dávila 2012). En este sentido se señalaron la conformación de nuevos modelos de agronegocios (Armengol 2012, Freytes y O’Farrel 2015) y la expansión de la producción sojera en las décadas previas como elementos centrales para entender la disputa en torno a la retenciones (Hora 2010, Giarracca y Palmisano 2011), aunque ha sido establecido que la contienda no puso en cuestión el modelo de producción sojero (Giarracca, Teubal y Palmisano 2008) sino que se dio principalmente por la apropiación de la renta (Bonnet 2008).

Una segunda dimensión, centrada en los intereses económicos en pugna y los actores implicados, llevó a interpretar el conflicto en el marco de una puja distributiva entre clases sociales y Estado (Bonnet 2012, Calot 2013). Siguiendo esta perspectiva, surgen dos fuerzas sociales -el gobierno y sectores del capital agrario- enfrentadas en torno a los nuevos montos de las retenciones propuestos por el gobierno en la Resolución 125/08. Esta línea de análisis enfatiza la importancia de los clivajes sociales para entender la lucha política (Gómez 2008, Pucciarelli 2017). Sin embargo, pese a la puja distributiva entre sectores, que ciertamente implicó el conflicto, ha sido ampliamente señalada la diversidad del mundo agrario y, en particular, la complejidad del modelo sojero, lo que implicaría la dificultad de considerar a los distintos sectores como homogéneos (Giarracca y Palmisano 2011).

Otros estudios basados en la interpretación del conflicto como puja distributiva hacen menos hincapié en las clases y más en los sectores diferenciados (Varesi 2014, Armengol 2015). De todas formas, dentro de estas diferentes perspectivas existe acuerdo en al menos dos elementos: el enfrentamiento entre dos grandes bloques y la diferenciación de intereses hacia dentro del sector agropecuario. De manera que la movilización colectiva del “campo” supuso una construcción hegemónica que invalidó las diferencias internas (Pucciarelli 2017).

Por otro lado, existe todo un conjunto de trabajos que no establecen un análisis estructural centrado en las clases o estratos sociales, sino que leen el conflicto en clave estrictamente política. En su mayoría, estos estudios se concentran en los aspectos discursivos y en los procesos de nominación y definición de los actores. Desde esta perspectiva, hay cinco actores comúnmente estudiados: el gobierno, sus aliados, la oposición, los representantes de las confederaciones agrarias y los medios de comunicación, principalmente la cobertura televisiva y de los diarios de difusión masiva. En esta línea encontramos a Yabkowsky (2010), quien, a partir del análisis de los discursos y de los procesos de representación política, sostiene que el gobierno llevó a cabo una estrategia populista que supuso la instauración de una frontera antagónica a partir de la noción de pueblo en oposición a las corporaciones agrarias, mientras que los discursos opositores y de los representantes corporativos fueron tildados de antipolíticos (Yabkowsky 2010: 90). Por su parte, Svampa (2013) también hace referencia al “giro populista” del gobierno durante el conflicto, estableciendo un parteaguas en relación a los años previos. También en este sentido, los trabajos de Cantamutto (2017) y Mauro y Rossi (2012) señalan cómo la definición de “las corporaciones” como principal actor antagónico supuso una redefinición del espacio kirchnerista. En relación a los ruralistas, Novaro (2020) destaca que en los años previos un conjunto de dirigentes del sector rural se habían, no solo modernizado socialmente, sino también activado políticamente. Dicha activación política estuvo relacionada tanto con las demandas sectoriales de las distintas entidades, sino también con el involucramiento en la lucha política electoral.

Tal como remarcan diversos estudios, el conflicto de 2008 generó una enorme implicancia pública que rompió parte de la rutina profana del mundo político, trajo aparejada la movilización inesperada de numerosos grupos sociales y representó un punto de inflexión para los actores políticos involucrados. A su vez, suele señalarse el elevado tono despreciativo utilizado por los distintos actores y la enorme carga emocional de los grupos movilizados. Nos proponemos dar cuenta de algunos de estos elementos centrales a partir de una mirada centrada en la polarización y el conflicto.

III. El inicio del conflicto: movilización, involucramiento y participación

El conflicto agrario es caracterizado comúnmente a partir de una serie de etapas o de forma cronológica según cómo se encadenaron los hechos. En nuestro caso, buscaremos describir el proceso situando las distintas escaladas y ciclos espirales de involucramiento, participación y polarización.

El 12 de marzo de 2008, un día después del anuncio del aumento de retenciones, las principales corporaciones agropecuarias anunciaron un paro de 48 horas con el objetivo de lograr la anulación del decreto presidencial. Los representantes agrarios exigieron restablecer el sistema de retenciones fijas aplicadas hasta el momento. En los dos días siguientes, los ruralistas llevaron a cabo un conjunto de medidas de acción directa como cortes de rutas, movilizaciones e incluso ataques y confrontaciones con transportistas y transeúntes en distintas rutas. Algunos elementos centrales para el sostenimiento del conflicto se hicieron evidentes desde el inicio: la capacidad de movilización a partir de redes territoriales en pueblos y ciudades del interior, la disponibilidad de recursos materiales como tractores, camiones y todo lo que pudiera interrumpir los pasos de ruta, y una fluida comunicación y coordinación entre los dirigentes y las bases. Es decir, los dirigentes agrarios mostraron ya en los primeros días una gran cohesión interna, recursos y logística. Posiblemente debido a esta rápida reacción de los referentes locales, y con la intención de hacer una demostración de fuerzas frente al gobierno, las corporaciones agropecuarias decidieron el 14 de marzo extender el paro e intensificar los cortes de ruta y piquetes.

Sin duda, la capacidad de movilización en las ciudades del interior sorprendió a los propios ruralistas. En los primeros días de lucha, se realizaron cortes y movilizaciones en Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa, Córdoba, Salta y Santiago del Estero (La Nación 21/03/2008). Luego de que el Ministro de Economía, Martín Lousteau, rechazara una modificación a las retenciones, la Mesa de Enlace2 realizó el primer acto público en la ciudad de San Pedro y anunció una semana entera de paro y movilización. El anuncio se realizó el miércoles 19 de marzo, un día antes del comienzo de los feriados de Semana Santa (La Nación 20/03/2008).

En los días previos, las medidas de fuerza fueron noticia extendida en todos los medios de comunicación debido al posible desabastecimiento de alimentos en los días feriados. Por otro lado, los cortes impedían el tránsito fluido en las rutas y ponían en vilo la movilidad turística. De esta manera, la situación obtuvo una atención pública generalizada, incorporando a la disputa a una parte importante de la población afectada. Esta fue, ciertamente, una de las primeras condiciones para la trascendencia del conflicto. El tipo de medida de lockout agrario que implicaba el cese de comercialización, sumado a los cortes de rutas nacionales, condicionó la mirada de una parte importante de la población afectada y se universalizó como elemento de atención y discusión cotidiana. La noción de atención conjunta hace referencia a un proceso de focalización de las interacciones que supone centralmente un conjunto de personas observando el mismo fenómeno y, particularmente, hablando y discutiendo sobre los mismos hechos (Alexander 2000). Este proceso de focalización conjunta posibilita, según Collins (2009), la generación de un estado de efervescencia colectiva.

El paro y los cortes de rutas fueron sostenidos durante catorce días. Fue el lockout más largo en democracia hasta aquel momento y provocó problemas de abastecimiento y dificultades en el transporte de larga distancia de pasajeros y en la circulación en rutas. En esas primeras dos semanas, el conflicto agrario continuó atrayendo una creciente atención y gran parte de las interacciones se focalizó en la disputa.

IV. El primer proceso de escalada y los discursos presidenciales

Si bien varios referentes del gobierno ya habían rechazado las medidas de fuerza del sector agropecuario, la presidenta no se expresó públicamente hasta el 25 de marzo. Es a partir del discurso presidencial pronunciado en esta fecha que puede situarse el comienzo del primer proceso de escalada y el inicio de una creciente efervescencia colectiva que le dio al enfrentamiento alrededor de las retenciones un verdadero tono de ritual durkheimiano. En las semanas previas, el conflicto había ido incorporando cada vez más actores pero de manera micro interaccional entre los ruralistas movilizados. Efectivamente, los referentes de Federación Agraria remarcaban que, luego de las críticas de algunos dirigentes del gobierno, nuevos chacareros se habían sumado a las protestas, y esta respuesta inmediata se había ampliado aún más luego de que el dirigente sindical Hugo Moyano amenazara con romper los piquetes (La Nación 22/03/2008). Sin embargo, estas reacciones casi automáticas todavía estaban enmarcadas en grupos territoriales pertenecientes a las corporaciones agrarias y sus redes.

En el marco de la firma de convenios para el saneamiento de aguas en el Conurbano, la presidenta Cristina Fernández aludió públicamente al conflicto por primera vez (La Nación 25/03/2008). En los días anteriores, diferentes referentes políticos del gobierno habían acusado a los representantes de las corporaciones agrarias de desestabilizadores. Sin embargo, la presidenta fue más allá de la simple desestabilización y ligó de manera directa la dictadura y la movilización agraria. En este sentido, hizo referencia a los paros agropecuarios inmediatamente previos al golpe de Estado de 1976 y al levantamiento Carapintada de 1987. Por otro lado, debido a la alta “rentabilidad de los productores” tildó de ilegítimas las medidas y las denominó “piquetes de la abundancia”, en contraposición a los piquetes de 2001. Estas alusiones situaron a la demanda agropecuaria por fuera de los valores democráticos y solidarios del mundo social y contribuyeron a potenciar el conflicto. Pero además, en ese primer discurso, la presidenta comenzó una interacción particular con los manifestantes movilizados en las rutas. Este hecho cobraría posteriormente una relevancia central que no fue tenida en cuenta por la mayoría de los estudios previos. Cristina Fernández hizo referencia a los gastos personales de las personas del campo (como “comprarse una cuatro por cuatro”) como evidencia de su buen pasar económico. Esta mención casi personal, ligada a una acción del mundo privado, inauguró una conflictiva interacción cargada de malestar entre los movilizados en las rutas y la presidenta. A lo largo de la disputa los autoconvocados aprovecharon las movilizaciones para responder a los discursos presidenciales con carteles y pancartas, al tiempo que Cristina Fernández no dejó de hablar de ellos y rechazar sus posturas. A su vez, los manifestantes contestaban con abiertos agravios personales a la presidenta, que una vez más eran impugnados por ella misma o sus allegados. Esta interacción entre la presidenta y los movilizados es un punto central del conflicto, ya que la escalada que produjo condicionó negativamente acuerdos que fueron finalmente rechazados en las asambleas a los costados de las rutas. Efectivamente, estos grupos pujaron todo el tiempo por sostener la tensión incluso contra la voluntad más conciliadora de los dirigentes de las corporaciones.

La respuesta al discurso presidencial tomó por sorpresa a los dos sectores en contienda. La noche del 25 de marzo se movilizaron de forma masiva poblaciones de las ciudades del interior y de la Capital Federal. En la Ciudad de Buenos Aires las protestas más importantes tuvieron lugar en los barrios de clases medias y altas, tales como Recoleta, Barrio Norte y Caballito (Vommaro 2010). Sin embargo, es necesario recordar que la reacción fue inmediata también en las ciudades del interior, particularmente en aquellas con asambleas constituidas a los costados de las rutas, como Suipacha, Rosario, Ceibas, Ciudad de Córdoba, Río Cuarto, Jesús María, Resistencia, entre otras (La Nación 25/03/2008, Clarín 25/03/2008). Esa misma noche, una movilización de apoyo al gobierno promovida por dirigentes de organizaciones sociales, entre ellos Luis D’Elía, copó la Plaza de Mayo, expulsando a quienes se mostraban a favor del reclamo agrario.

La noche del discurso presidencial y las marchas consecuentes, tanto a favor como en contra del gobierno, fueron el inicio de un espiral en el cual todos los elementos antes mencionados se potenciaron unos a otros: atención generalizada, involucramiento, participación y movilización. Este proceso excedió con creces la puja de intereses entre las corporaciones agrarias y el gobierno. No solo se manifestaron muchos más actores que los afectados directamente, sino que además la participación se revistió de una fuerte carga emocional y valorativa. Buena parte de los representantes de los distintos espacios declaraba en las entrevistas realizadas por los medios que su participación se justificaba a partir de la disputa por valores trascendentes para la nación. Así, quienes estaban a favor del gobierno sostenían que debían impedir un “golpe de Estado y defender el orden democrático” (Clarín 25/03/2008), mientras que sus detractores aseguraban que la suba de retenciones significaba un “saqueo” y un “robo” a los trabajadores del campo (Página/12 25/03/2008).

Dos días después, el 27 de marzo, la presidenta dio un nuevo discurso que contribuyó a potenciar aún más la escalada del conflicto. Tal vez no se trató de una acción deliberada de la presidenta, pero los distintos actores ya estaban conectados y mutuamente implicados. La alocución tuvo lugar en Parque Norte, en el marco de una movilización masiva de apoyo al gobierno. La presidenta comenzó el acto mientras resonaban los cánticos “Cristina corazón, acá tenés los pibes para la liberación”, evidenciando la emoción y la entrega de los militantes a la defensa del partido gobernante. En sus primeras palabras la presidenta comentó que el acto estaba desbordado de participantes. Efectivamente, cientos de personas escuchaban afuera del estadio el discurso presidencial. A su vez, las cámaras televisivas de diversos canales mostraban a los ruralistas al costado de la ruta atentos también a los anuncios. El dramatismo y la tensión eran manifiestos en todos los involucrados. La implicación mutua entre los movilizados de uno y otro sector era importante y generó aún más atención pública. El discurso en cadena nacional logró esa noche un récord de rating con 34 puntos, lo que supone más de tres millones de televidentes solo en el Gran Buenos Aires. Debe tenerse en cuenta que los noticieros más vistos de TV abierta rondan índices de audiencia de entre 7 y 9 puntos. Si tenemos en cuenta el alcance nacional del conflicto posiblemente haya sido una de las cadenas nacionales más vistas. Como dato de color vale la pena recordar un hecho curioso: la transmisión de la final de la Copa Libertadores que se estaba jugando simultáneamente y que terminó con el triunfo de Boca Juniors midió 10 puntos menos que el discurso presidencial (Clarín 28/03/2008). Esto evidencia el grado de atención y efervescencia colectiva que ya concitaba el conflicto agrario.

V. Simbolización y moralización de la política durante el conflicto

Como mencionamos antes, la conmoción social que trajo aparejado el enfrentamiento tendió a redefinir el espacio político y a reorganizar la estructura cultural de la política. Como sostuvieron distintos analistas (Svampa 2013, Cantamutto 2017) el conflicto dio a luz al kirchnerismo y al antikirchnerismo, tal cual como se expresaron en la lucha electoral del siguiente año, durante la disputa por la Ley de Medios o en escándalos como la muerte del fiscal Alberto Nisman.

El magma social despertado durante los procesos de atención, involucramiento y participación de una gran cantidad de argentinos a favor y en contra de los ruralistas o del gobierno generó condiciones extraordinarias para crear y recrear nuevos símbolos colectivos. Sin dudas, el nuevo liderazgo simbólico de la presidenta fue una de las principales novedades. Es en este período en el cual Cristina Fernández comienza con las cadenas nacionales altamente enérgicas y llenas de participación juvenil que cargaban de pasión atronadora el discurso presidencial; las mismas cadenas que fueron tan criticadas y, sin dudas, hasta odiadas por parte de la oposición.

Pero el elemento central del conflicto fue su estructuración en términos morales, esto es, el surgimiento de dos espacios en los cuales cada uno de los implicados define al otro como portador de valores impuros y a su propio espacio como portador de valores trascendentes. Este es el principal rasgo que queremos subrayar. Si bien, como destacaron otros trabajos sobre el tema, la contienda viró de una disputa centrada en torno de la apropiación de la renta a uno propiamente político (Pucciarelli 2017), el contenido moral fue un aspecto clave para comprender la configuración binaria y la impronta a largo plazo que dejó el conflicto. Efectivamente se trató de un enfrentamiento teñido de un agonismo moral mediante el cual dos espacios se disputaron los valores centrales de la sociedad al tiempo que imputaban al otro espacio como totalmente impuro y por fuera del mundo democrático y social. Este proceso de polarización o binarización moral de la política fue producto de un trabajo de construcción de los mismos actores durante todo el proceso y fue también un fenómeno sui generis, un hecho nuevo nacido al calor de la disputa, que modificó parte de la estructura del campo político y de las distintas posiciones que la organizan.

En los inicios, la toma de posiciones de los actores fue sumamente intensa y dura, lo que también le dio a la contienda una rápida difusión social. La Mesa de Enlace, al tiempo que anunció la extensión del paro solicitó la derogación de la suba de retenciones. En lugar de tomar una actitud negociadora frente al gobierno se posicionaron en un “todo o nada” (La Nación 16/03/2008). En una de las primeras declaraciones luego de publicitarse la medida del gobierno, Mario Llambías, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), sostuvo que las retenciones respondían a la necesidad de “hacer caja” del gobierno (La Nación 12/03/2008). Con el correr de las semanas, la idea de que el gobierno buscaba simplemente enriquecerse para hacer “política populista” o incluso para apropiarse ilegalmente de fondos como “acto de corrupción” fue difundida por distintos referentes de la oposición y por los ruralistas movilizados en las rutas. Las posiciones más duras las mantenían los dirigentes de las agrupaciones más pequeñas, representantes de pequeños productores y los autoconvocados que llegaban a las rutas. Por su parte, la Sociedad Rural mantenía una actitud negociadora para evitar llegar a una medida tan drástica que produjera desabastecimiento (Página/12 16/03/2008). Sin embargo, horas antes del primer discurso presidencial del 25 de marzo, parte de la Mesa de Enlace y referentes territoriales de Federación Agraria afirmaron que generar desabastecimiento era una medida necesaria para que el gobierno diera lugar a sus reclamos.

Tal como veíamos, en su primer discurso público desde el inicio del paro agropecuario, Cristina Fernández tomó una posición agonista frente al conflicto. Asoció la medida a la dictadura y a los levantamientos armados de Semana Santa, los llamó “piquetes de la abundancia” y descalificó las formas de protesta. Pero uno de los aspectos más importantes, desde nuestro punto de vista, es el conjunto de calificativos morales que puso en juego el discurso. Definió la conducta de los ruralistas como poco solidaria frente al resto de la sociedad argentina, asegurando que el sector intentaba siempre socializar las pérdidas y evitaba compartir las ganancias. Por otro lado, en el mismo sentido, la presidenta afirmó que los empleadores del campo pagaban “los peores salarios” y tenían “la mayoría de los negocios en negro” para no pagar impuestos. El discurso presidencial caracterizó, así, en términos morales al “campo” como un sector no democrático, egoísta y poco solidario en un contexto de enorme rentabilidad y, además, lo acusó de explotar trabajadores y desfinanciar al Estado.

La respuesta inmediata al discurso presidencial estuvo también cargada de una impugnación y un llamado a sostener el conflicto hasta que el gobierno volviera atrás con la medida. Varios referentes de las sociedades rurales del interior calificaron el discurso de soberbio y a la actitud de la presidenta de egoísta al propiciar un “saqueo al campo” por medio de las retenciones (La Nación 25/03/2008). Pero fueron, además de los dirigentes agropecuarios, los principales referentes de la oposición los que replicaron un discurso que ubicaba a la presidenta y al gobierno por fuera de los valores sociales y democráticos. Diversos dirigentes como Elisa Carrió, Gerardo Morales o Ernesto Sanz sostuvieron que el gobierno le mentía a los argentinos y le robaba al campo sus recursos, mientras adoptaba un creciente rol autoritario (La Nación 25/03/2008). La idea de “robo y saqueo al campo” y “autoritarismo presidencial” fueron algunas de las claves discursivas que la oposición desarrolló durante las primeras etapas del conflicto y que atravesaron la esfera antikirchnerista de una manera central.

El 27 de marzo, en su segundo discurso, la presidenta Cristina Fernández profundizó aún más la división moral. En su alocución comenzó reivindicando la racionalidad, la sinceridad, la sensibilidad y la responsabilidad como los “cuatro atributos que debe cumplir cualquier ser humano en cualquier lugar que ocupe en la sociedad”, y que ella como presidenta trataba de regirse por ellos. Más allá de la variedad de temas que recorrió la presidenta durante su disertación, el foco central estuvo puesto en caracterizar tanto a los dirigentes de las corporaciones agrarias como a los manifestantes de las rutas como portadores de todos los valores contrarios, es decir, en describirlos como irracionales, falsos, insensibles e irresponsables. De manera tajante, la acción de protesta agraria y sus principales dirigentes fueron ubicados en un espacio inmoral y asocial, al tiempo que las decisiones del gobierno y el propio actuar como presidenta fueron situados en un espacio puro y trascendente. Este fue sin duda el discurso que objetivó la polarización en términos simbólicos. Cristina Fernández volvió una vez más a vincular la movilización agropecuaria con la dictadura y la defensa de los represores, y desestimó que las marchas en su favor fueran espontaneas3.

La presidenta se refirió también a los carteles y pancartas de los manifestantes que habían protestado tras su discurso anterior, refiriendo agravios hacia ella y reivindicando la dictadura y la figura de Jorge Rafael Videla. Aquí se ve muy claramente la interacción que lleva adelante la presidenta con los ruralistas y en particular con los llamados “autoconvocados”. El diálogo fue sumamente descalificativo de ambas partes y especialmente agraviante hacia la presidenta.

La repuesta al discurso presidencial fue inmediata. Esa misma noche, en cientos de carteles los manifestantes respondieron a la presidenta con insultos de todo tipo. Este ida y vuelta de alta intensidad fue importante para el proceso, no solo porque tuvo una escalada propia, sino porque también influyó en la imposibilidad de una resolución política. Efectivamente, días después del discurso, cuando el gobierno intentó seducir a los pequeños productores con un nuevo esquema de retenciones segmentado, este fue rechazado en las asambleas de autoconvocados. Para entonces, la polarización moral y la emocionalidad que acompañó las movilizaciones y las protestas invalidaron cualquier acuerdo económico con las bases ruralistas.

Mientras el enfrentamiento escalaba, la Mesa de Enlace comenzó un peregrinaje por ciudades del interior, realizando actos e incorporando a los habitantes locales a la demanda agropecuaria. Los actos fueron verdaderos rituales sociales en los que se convocaron a intendentes y referentes locales, así como ciudadanos. En las filmaciones disponibles de canales rurales es posible observar dinámicas similares en los eventos suscitados en San Francisco (Córdoba), 9 de Julio y Bahía Blanca (Buenos Aires) y Gualeguaychú (Entre Ríos). Por un lado, dirigentes como Eduardo Buzzi o Alfredo De Angeli compartían un atril con referentes de la localidad. En sus discursos comenzaban haciendo referencia a conocidos de los alrededores, anécdotas sobre esos personajes, viejos encuentros, historias compartidas y anteriores movilizaciones. Posteriormente continuaban con pasajes más políticos, criticando las retenciones y adjudicando al gobierno nacional un desconocimiento acerca del interior del país y el mundo agropecuario. Era generalmente Alfredo De Angeli quien daba un tono mucho más emocional y comunitario a los encuentros. El dirigente entrerriano hablaba habitualmente del significado del trabajo en el campo, del esfuerzo y el sufrimiento, de los valores de sus mayores, de la esperanza de sus padres y abuelos en el progreso. Reivindicaba así una forma de dignidad que era supuestamente atacada por un gobierno que buscaba humillarlos y ponerlos de rodillas. En este sentido contraponía la humildad del trabajador de campo y el esfuerzo de la “gente del interior” frente a la soberbia de la presidenta y su afán de “meterle las manos en los bolsillos” a los que producen. Fueron performances extraordinariamente exitosas que finalizaban en cánticos y aplausos fervientes a los dirigentes, entre los cuales De Angeli era especialmente popular.

Una vez más es necesario destacarla confluencia de los procesos de involucramiento, participación colectiva y moralización de los polos a favor y en contra de una y otra postura. Para decirlo en otros términos, los actores transitaron la polarización de manera moral. Esto se ve claramente entre fines de marzo y durante el mes de abril, período en el cual se dieron las principales movilizaciones y se pusieron en juego las principales claves discursivas a partir de las cuales los contendientes se situaron en el polo de pureza moral, posicionando al otro por fuera de la esfera civil, de la solidaridad y la democracia.

Pero no solo la escalada propició la polarización, sino que esta misma alteró la organización partidaria, electoral y de sustento de poder político, aunque con matices y tiempos diferentes en cada sector. El gobierno, como lo mostraron de manera clara Nardacchione y Taraborelli (2010), fue perdiendo el apoyo de gobernadores e intendentes a medida que se intensificaba el conflicto. Por su parte, la oposición pudo realizar, aunque tardíamente, un trabajo de representación sobre el polo antikirchnerista. Desde esta perspectiva, la “grieta” supuso una creciente fusión entre moral y política partidaria que desbordó con creces la discusión en torno al esquema de retenciones.

VI. Un 25 de mayo dividido y la politización del conflicto

Si bien, como se mencionó antes, buena parte de los opositores se había manifestado a favor del reclamo de la Mesa de Enlace de manera individual, a partir de los primeros días de abril de 2008, distintos dirigentes fueron confluyendo en posturas conjuntas. Finalmente, numerosas figuras del arco opositor participaron en un acto a favor del reclamo agrario el 25 de mayo en la ciudad de Rosario. El conflicto promovió así la lenta articulación política de la oposición, hasta entonces dividida y marcada por posicionamientos encontrados.

Aunque no hablaron en el escenario, que fue ocupado por los dirigentes de las entidades agropecuarias y Alfredo De Angeli, la mayoría de los referentes opositores, provenientes de la UCR, el Pro y la Coalición Cívica, estuvieron presentes y dieron su apoyo público. Cuando el conflicto llevaba ya más de setenta días, pudo observarse con más nitidez el pliegue entre oposición y dirigentes rurales y la estructura moral y política de los posicionamientos. Como mostraron Artese et al. (2013) figuras del arco opositor ocuparon en este período un lugar central en los medios y discusiones públicas y, en particular, en torno a la organización del acto en conmemoración de la revolución de mayo. Es decir, el sector antikirchnerista comenzó un mayor trabajo de representación política sobre un conjunto de la ciudadanía que venía movilizándose en favor de los sectores agrarios y, también, una mayor confluencia y organización.

Durante el primer mes del conflicto, la mayor crítica de la oposición residió en acusar al gobierno y, en particular, a la presidenta Cristina Fernández y al ex presidente Néstor Kirchner, de ejercer un poder autoritario e incluso castrense frente a los disensos (La Nación 12/04/2008). La acusación de autoritarismo tenía que ver tanto con el modo de llevar adelante la negociación, como también con las actitudes de referentes del gobierno como Guillermo Moreno o Luis D’Elía, que se mostraron en distintas marchas. Además, también se fue delineando una caracterización del gobierno como autoritario en relación a las repetidas críticas de la presidenta a la cobertura mediática del conflicto (La Nación 13/04/2008).

Pese a las distintas declaraciones, recién a mediados de mayo se realizó la primera reunión pública conjunta entre diputados y senadores opositores y la Mesa de Enlace (La Nación 14/05/2008). Luego del primer encuentro en el parlamento, comenzaron los posicionamientos en torno a los dos actos que se llevarían adelante para el 25 de mayo. Finalmente, el gobierno realizó un acto oficial en Salta, mientras que gran parte de los referentes opositores, junto con la Mesa de Enlace, lo hicieron en Rosario. La manifestación en la ciudad santafesina fue definida por sus organizadores como una “defensa de la libertad y la democracia” en contra del poder autoritario del gobierno. Por su parte, el gobierno la caracterizó como un acto político opositor, desvirtuando así el reclamo sectorial del campo (La Nación 23/05/2008).

En términos generales, todos los dirigentes de las entidades agrarias se posicionaron en defensa de los pequeños productores y criticaron la actitud para ellos extrema del gobierno de no querer “sentarse a dialogar”. Fernando Gioino, en representación de Coninagro, y Eduardo Buzzi, por Federación Agraria, buscaron criticar al gobierno “por izquierda”, acusándolos de fomentar la concentración de la tierra y privilegiar a los grandes exportadores. También buscaron referenciarse en términos históricos: Gioino recordó el Grito de Alcorta y los inicios del cooperativismo, mientras que Buzzi leyó una carta de apoyo de Darwina Dalichio, Abuela de Plaza de Mayo. Por su parte, Luciano Miguens, de la Sociedad Rural, tomó una posición más mesurada y su discurso se centró en criticar las retenciones, aunque también señaló de manera negativa el modo de llevar adelante la negociación por parte del gobierno (La Nación 25/05/2008).

Es necesario resaltar en esta etapa, ya avanzada la escalada del conflicto, el creciente pliegue entre la oposición y la Mesa de Enlace, y la lenta conformación de un polo antikirchnerista, que incluyó un sentido simbólico y moral, además de político partidario. Moral, en el sentido de que los principales referentes de los partidos opositores, más que debatir en torno a propuestas en relación al financiamiento del Estado y otras formas de tributo, en general tendieron a calificar al gobierno y a la presidenta como el eje del mal. El multitudinario acto en Rosario, con más de doscientos mil asistentes, fue considerado por muchos como la más importante marcha opositora en democracia (La Nación 26/05/2008). Sobre esa movilización, los miembros de la Mesa de Enlace y referentes opositores fueron trabajando la polarización presentándose como el otro extremo de un gobierno autoritario, discrecional y violento. Sin embargo, a diferencia del espacio oficialista, en el que la presidenta ejerció un liderazgo carismático central, el polo antikirchnerista no tuvo liderazgos claros.

El acto de Rosario significó un momento clave de acercamiento entre la oposición y los dirigentes agrarios, que amalgamó la reivindicación moral con la organización política, robusteciendo el espacio antikirchnerista y prefigurando su poder representativo en las elecciones del año siguiente.

La politización que fue plegándose sobre la polarización moral trastocó tanto a los partidos tradicionales como a los nuevos, iniciando una reorganización de parte del campo político. El conflicto significó la desaparición de espacios de reciente creación, como el sabbatellismo o Proyecto Sur. En lo que respecta a los partidos opositores, en el caso de la UCR la disputa puso fin a la transversalidad, y parte del llamado “radicalismo K” se reincorporó a las filas partidarias. Con estos cambios, el radicalismo comenzó a reorganizarse internamente. Sin embargo, el tono moral que estructuró la contienda estableciendo “buenos” y “malos” trajo aparejadas rispideces internas en el reordenamiento de los distintos espacios. Los referentes más importantes del “radicalismo K” fueron tratados de “pecadores” que debían pedir perdón por haberse ido del partido y haber apoyado el gobierno. Tal fue el caso del sector liderado por el vicepresidente Julio Cobos (Obradovich 2019).

Pero no fue solamente la oposición al oficialismo la que buscó darle un marco político institucional al conflicto. También el gobierno buscó subordinar al justicialismo y a los gobernadores a la defensa de la medida gubernamental. El ex presidente Néstor Kirchner, como presidente del PJ, convocó a una reunión de autoridades partidarias desde la que se redactó un comunicado con duras críticas a la Mesa de Enlace (Página/12 26/05/2008). Sin embargo, la apuesta a movilizar al justicialismo no resultó efectiva. Si bien en dicha reunión estuvieron presentes los gobernadores Daniel Scioli (Buenos Aires), Sergio Urribarri (Entre Ríos) y Jorge Capitanich (Chaco) y el titular de la CGT Hugo Moyano, una buena parte del peronismo provincial no se plegó al llamado del ex presidente. Los gobernadores de Córdoba y San Luis, Juan Schiaretti y Adolfo Rodríguez Saá, rechazaron el comunicado. Tampoco se sumaron el espacio peronista de Santa Fe, referenciado en Carlos Reutemann, y el de Entre Ríos, comandado por Jorge Busti.

El 28 de mayo, el PJ hizo público el comunicado, en el que afirmaba: “El Partido Justicialista, ante el antidemocrático ataque que con ánimo destituyente y falta de respeto a la voluntad popular se ha hecho a la presidenta y a los gobernadores, se ve en la obligación de fijar claramente su posición política”. Más adelante, comparaba la actitud del campo con los derrocamientos de 1930, 1955 y 1976, “cuando aquel ánimo destituyente fructificó en golpes de Estado, siempre argumentando en contra de acciones de los gobiernos elegidos por el pueblo, para culminar apoyando planes como el de Martínez de Hoz”. Además se acusó a la Mesa de Enlace de “constituirse en un partido agrario de oposición política”. La dureza del comunicado desencadenó un nuevo paro de las corporaciones agrarias y motivó críticas de referentes del peronismo como José de la Sota y Alberto Rodríguez Saá (La Nación 28/05/2008).

El proceso de polarización que desencadenó el conflicto actuó reordenando el campo político, ahondando viejas fracturas y produciendo nuevas, pero también actuó como elemento de politización para ambos espacios, aunque de manera dispar. La oposición se vio fortalecida en términos políticos y rápidamente comenzaron las negociaciones en torno a la construcción de una colisión en vista a las elecciones del año siguiente. Contienda en la que efectivamente triunfó la oposición, contabilizando más votos en casi todos los distritos bajo la fórmula del Frente Cívico y Social, que tuvo como principales integrantes a la UCR, la Coalición Cívica y al socialismo (Gené 2017).

Por su parte, si bien el gobierno perdió fuertes aliados territoriales y gobernadores, lo que implicó una merma de poder territorial, ciertamente se reforzó la identidad política del kirchnerismo bajo el fuerte liderazgo de Cristina Fernández. La presidenta surgió como una gran líder carismática, en el sentido tradicional del concepto. A lo largo de la disputa y de manera continuada, Cristina logró movilizar cientos de miles de seguidores, en particular jóvenes, que se sumaron a participar en las distintas agrupaciones que respondían al gobierno. En este sentido, el conflicto potenció la integración y ampliación del kirchnerismo como fuerza política.

VII. El tercer proceso de escalada y el aumento de la desconexión entre espacios

Como vimos, el acto del 25 de mayo en Rosario tuvo un efecto potenciador en la escalada del conflicto. Luego del evento, el gobierno suspendió las reuniones programadas para la semana siguiente y cortó el diálogo con la Mesa de Enlace. A su vez, pocos días después, los dirigentes agrarios declararon nuevamente un paro. Ciertamente las negociaciones venían estancadas pero, sin embargo, se producían. Luego del 25 de mayo, comenzó una nueva etapa signada por una mayor distancia entre los actores implicados y en parte también por una intensificación de la lucha. En este momento de desconexión, las teorías conspirativas por parte de ambos sectores, que ya venían aflorando, se profundizaron aún más. Para el gobierno, el acto de Rosario, la cercanía de los dirigentes opositores con los representantes de las entidades agrarias y los discursos pronunciados evidenciaron la existencia de un proyecto político alternativo de carácter destituyente cuyo objetivo era forzar la renuncia de la presidenta. Para los ruralistas, la dilación de las negociaciones y la posterior suspensión del diálogo por parte del gobierno demostraban la intención del gobierno de provocar una ola de protestas y de violencia por parte de los ruralistas autoconvocados para deslegitimar a los dirigentes agrarios y culpabilizarlos del desabastecimiento y el aumento de precios (La Nación 27/05/2008, 28/05/2008). Se produce así un nuevo proceso de escalada que reproduce parte de la mecánica interaccional enunciada al inicio. Aumenta la efervescencia, se refuerzan los polos morales y las impugnaciones por impureza al sector opuesto, se buscan aliados y se expulsa a los disidentes. Como sostienen distintos analistas, la exclusión de las terceras posiciones exhibe la escalada. Tal vez fue el ministro de Planificación Julio de Vido el que más claramente lo expresó, a la semana siguiente de los actos por el 25 de mayo, afirmando que “no es hora para tibios; aquellos que están a favor del modelo deben decirlo porque ahora, el que no suma resta” (La Nación 28/05/2008).

Como respuesta a la suspensión de las reuniones acordadas, la Mesa de Enlace convocó a un cese de actividades económicas en el interior y a la movilización al costado de las rutas. Rápidamente, autoconvocados de Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires, Chaco y La Pampa se hicieron presentes en asambleas. La nueva fase de movilizaciones actuó confirmando el compromiso de los manifestantes y sumando, además, nuevos actores.

A fines de mayo se conformó un grupo de autoconvocados en Carlos Casares, con representantes de sesenta localidades bonaerenses y pampeanas. Este grupo decidió en asamblea acatar las medidas de la Mesa de Enlace, pero a su vez propuso una movilización a la Capital Federal para el 20 de junio (La Nación 29/05/2008). Los diarios del período fueron comentando y describiendo el proceso de asociaciones que se fue dando en las zonas centrales del conflicto a medida que se desarrollaba la nueva escalada. Decenas de actos de autoconvocados en cada pueblo se sumaban a los costados de la ruta y decidían cómo organizar las protestas en el territorio. También se produjo una dinámica de fuerte movilización e involucramiento en relación al gobierno y al liderazgo de Cristina Fernández. Efectivamente, no solamente se volvieron masivos los actos de la presidenta, sino que también, como fue insinuado previamente, cientos de jóvenes comenzaron a participar más activamente en el espacio político y en diversas agrupaciones juveniles cercanas al gobierno, especialmente en La Cámpora (Vázquez y Vommaro 2012).

En esta nueva escalada del conflicto se dio una diferencia con respecto a los procesos anteriores; mientras que previamente los actores mantuvieron una interacción y un diálogo, aunque dificultoso, hacia fines de mayo la relación entre ambas facciones se volvió más distante. Los espacios se mostraron desconectados el uno del otro y operando con mayor autonomía. Tras la interrupción de las negociaciones, las corporaciones agropecuarias convocaron a un paro por seis días, al tiempo que movilizaban a los autoconvocados al costado de la ruta. Por su parte, el gobierno decidió proponer un cambio en el esquema de retenciones, bajando las alícuotas, pero sin convocar a los representantes agrarios (La Nación 29/05/2008, 30/05/2008). Dicha modificación fue rechazada por la Mesa de Enlace que decidió seguir adelante con las protestas. La misma semana que el gobierno decidió retocar el esquema de retenciones sin negociar con los ruralistas, la prefectura detuvo e imputó judicialmente a varios dirigentes rurales de San Pedro, provincia de Buenos Aires, bajo la acusación de impedir el libre tránsito en las rutas, provocando asimismo una nueva ola de protestas (La Nación 31/05/2008). Unos días después, el gobierno bonaerense intimó, a través de la Agencia de Recaudación Bonaerense, a ochenta mil productores por atrasos en el pago de impuestos (La Nación 04/06/2008). Como respuesta a las detenciones e imputaciones judiciales a varios dirigentes, la Mesa de Enlace extendió el paro y las movilizaciones hasta la primera semana de junio. El domingo 4 de junio, ochenta días después de comenzado el conflicto, algunas de las principales ciudades de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires fueron testigo de “tractorazos” en los centros de las ciudades, movilizaciones y acampes al costado de las rutas y autopistas (La Nación 04/06/2008).

Como respuesta, la presidenta retomó las críticas a la Mesa de Enlace y a los ruralistas autoconvocados. Durante el discurso de inauguración de una red de agua potable en el partido de La Matanza la presidenta preguntó: “¿Quién puede estar noventa días sin trabajar? Solo los que han acumulado un gran capital”. Y sostuvo también que “la avaricia es el peor de los pecados” (La Nación 05/06/2008). Cristina Fernández continuó uno de los argumentos centrales del gobierno contra los ruralistas, su búsqueda irracional de rentabilidad. Los nuevos embates redundaron en nuevos cortes de ruta y piquetes, en esta oportunidad sumando la participación del gremio de transportistas para forzar una negociación entre el gobierno y la Mesa de Enlace. Todos estos elementos combinados generaron un nuevo proceso de atención pública, involucramiento social, toma de posición y movilización frente al conflicto. El recrudecimiento de la contienda incorpora más actores y los condiciona a tomar partido. A mediados de junio, el cincuenta por ciento del transporte en colectivos de larga distancia estaba parado, parte de las estaciones de servicio del interior del país no recibían abastecimiento de combustibles y se constataba un creciente desabastecimiento en alimentos en los centros urbanos (La Nación 12/06/2008, La Nación 13/06/2008).

La intervención de la Gendarmería Nacional para liberar las rutas y la detención de Alfredo De Angeli transmitida por los medios masivos en directo tendió a ahondar aún más el enfrentamiento, profundamente inmerso en narrativas morales y cuasirreligiosas. Casi de forma inmediata al arresto del dirigente de Federación Agraria le siguieron nuevos cortes de ruta en Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, además de movilizaciones en una veintena de ciudades del interior y un extenso cacerolazo en la Capital Federal (La Nación 14/06/2008, 15/06/2008).

La decisión de detener a Alfredo De Angeli y a los demás dirigentes agropecuarios reanimó notablemente la disputa. Como contrapartida, el gobierno organizó una marcha esa misma noche a Plaza de Mayo en la cual se hizo presente el ex presidente Néstor Kirchner y buena parte del gabinete de ministros de la presidenta (La Nación 15/06/2008). Los elementos de escalada se repiten: la interrelación mutua, las acciones sucesivas en forma casi directa, movilizaciones de sentido opuesto con minutos de diferencia. Los procesos son cada vez más efervescentes, suponiendo un aumento de los actores movilizados en cada progresión. Finalmente, el gobierno convocó a una gran movilización masiva a Plaza de Mayo para el día 18 de junio, bajo el emblema “Acto por la democracia”. Referentes del oficialismo llamaron a participar del acto para defender la democracia frente a la supuesta intención de los ruralistas de provocarla renuncia de la presidenta y promover un golpe de Estado (La Nación 16/06/2008). Un día antes de la marcha, Néstor Kirchner acusó a los dirigentes rurales de desestabilizadores y autoritarios, y además sostuvo que existían sectores ligados a la represión militar que estaban brindando la logística para las protestas en las rutas en función de avanzar con un golpe (Página/12 17/06/2008). Horas antes del acto, la presidenta brindó una conferencia en Casa de Gobierno anunciando que enviaría el proyecto de retenciones al Congreso para su tratamiento (Clarín 18/06/2008). Ya en Plaza de Mayo, en transmisión por cadena nacional, Cristina Fernández definió a los dirigentes de la Mesa de Enlace como “cuatro personas a las que nadie votó” y que decidían autoritariamente quién podía utilizar las rutas. Además fustigó las protestas y cacerolazos masivos del día anterior, sosteniendo que los bocinazos y las cacerolas no arreglan nada, y llamó a respetar la democracia (La Nación 19/06/2008). Los referentes rurales convocaron posteriormente a sostener un día más el paro por lo que denominaron “un agravio” por parte de la presidenta (La Nación 19/06/2008).

VIII. Desescalada del conflicto

El 20 de junio se levantó el paro agropecuario y, luego de más de tres meses de conflicto, la disputa comenzó un proceso de desescalada. El 23 de junio, los integrantes de la Mesa de Enlace se reunieron con la presidenta luego de semanas de duros cruces discursivos. El encuentro abrió un período de negociaciones entre el gobierno, diputados y senadores, gobernadores, los partidos opositores y los dirigentes agrarios. Luego del envío del proyecto de retenciones al Congreso comenzó una etapa en la cual los enfrentamientos disminuyeron. La polarización del espacio, sin embargo, ya había sido redefinida moral y políticamente, afectando el tratamiento del proyecto por parte del poder legislativo, cuyos representantes se acusaron unos a otros de traidores, “comprados” y falsos, de acuerdo a su voto. El discurso moral tendió a cubrir como un manto cualquier posicionamiento. Una de las expresiones más nítidas de la polarización se reflejó en las dos carpas que se instalaron frente al Congreso de la Nación días antes de la votación. El espacio quedó absolutamente dividido entre los simpatizantes del gobierno, por un lado, y la oposición y el agro por el otro.

El proyecto de la Ley de Retenciones y Creación del Fondo de Redistribución Social fue aprobado fácilmente en la Cámara de Diputados, debido a que el gobierno contaba con mayoría. Fue la definición en el Senado la que promovió un mayor nivel de movilización. El 15 de julio se realizaron los últimos actos masivos. El mismo día y a la misma hora los sectores enfrentados por más de cien días realizaron sus últimos rituales políticos. Fueron verdaderas demostraciones de fuerza en las cuales se desplegaron distintas solidaridades grupales, recursos logísticos y, sin dudas, categorías simbólicas para nominarse y definir a los otros.

El gobierno convocó a la Plaza del Congreso y la Mesa de Enlace al Monumento a los Españoles. Los días previos, los dirigentes rurales se enfocaron en la organización del acto para lograr una amplia movilización desde el interior. Se anunciaron delegaciones de manifestantes de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, La Pampa y Salta. Desde muchas ciudades del interior, intendentes y dirigentes agrarios partieron en caravanas de autos y colectivos hacia la Capital (La Nación 15/07/2008). La consigna de la convocatoria fue “Por un país federal. Democracia y dignidad para todos”. La frase fue escrita con enormes letras en una bandera colgada en el fondo del escenario montado sobre la avenida Del Libertador. Sin duda, el nombre sintetizaba la defensa de esos valores frente a un gobierno caracterizado como “centralista contra el interior del país” y “autoritario en el ejercicio del poder”. Tal vez la consigna de “dignidad” sea la más difícil de interpretar, ya que contiene diversos significados internos. En parte, tal vez estuvo ligada a una reivindicación de la lucha y de la fuerza frente al gobierno pero, al mismo tiempo, a la necesidad de reparación frente al honor lesionado. Efectivamente, a lo largo del conflicto, diversos dirigentes expresaron haber sentido que el gobierno quería humillarlos o “ponerlos de rodillas”, como en muchas ocasiones remarcó Alfredo De Angeli en sus alocuciones.

Por su parte, la convocatoria del gobierno se autoproclamó en defensa de las instituciones, la democracia y la continuidad del modelo de redistribución social. En las declaraciones de referentes oficialistas y gobernadores, la principal dicotomía se planteó entre un patrón de inclusión social y otro de exclusión. Pero el más duro en términos discursivos fue el ex presidente Néstor Kirchner, quien, en un reforzado ataque al campo, volvió a acusarlo de querer desestabilizar al gobierno. Además reclamó que era necesario terminar con los cortes de ruta, “los grupos de tareas” y “los comandos civiles” que ponían en vilo la democracia, en relación a los escraches que realizaban los ruralistas (La Nación 15/07/2008).

La discusión en el Senado fue ardua y extensa. Circularon versiones sobre ausentes y cambios de votos. Más de cincuenta discursos a lo largo de más de quince horas de debate sobre el conflicto dejaron al descubierto un Senado fragmentado en dos partes antagónicas. El oficialismo defendió el proyecto de ley para la aplicación de retenciones móviles por tratarse de una herramienta fundamental para la redistribución del ingreso. Los senadores del bloque de gobierno subrayaron la importancia del papel del Estado como regulador de la economía y sostuvieron que, para preservar la bonanza económica, el campo debía compartir su “renta extraordinaria” con los sectores postergados. Por su parte, la oposición, que contó con el apoyo de ocho senadores oficialistas, relativizó la política redistributiva del gobierno y calificó de inconstitucional y confiscatoria la Resolución 125. Los senadores opositores advirtieron sobre las consecuencias que tendría la suba de retenciones en las economías del interior y cuestionaron la concentración de los recursos en la nación en detrimento de las provincias (La Nación 17/07/2008). Finalmente, tras una dramática sesión que desembocó en un resultado empatado, el propio vicepresidente inclinó sorpresivamente la votación al rechazar el proyecto oficial.

Como corolario final del proceso es posible exponer algunos datos cuantitativos y geográficos para dar cuenta de la enorme implicancia y alcance del conflicto. Un informe sobre la protesta en Argentina elaborado por el Centro de Estudios Nueva Mayoría (2013) contabilizó en el período un total de 5608 cortes de ruta y vías públicas que, en su mayoría, estuvieron vinculados al conflicto agrario. La cifra supera notablemente los cortes registrados en 2001 y 2002, que suman 1383 y 2336 respectivamente, llegando a duplicar el total acumulado de ambos años. Estos números nos indican una intensidad y grado de movilización pocas veces registrados en la historia argentina reciente.

Por otro lado, el enfrentamiento tuvo como escenario distintas ciudades y pueblos del interior, en particular, capitales de provincia y localidades de tamaño intermedio. El alto grado de participación en cortes y movilizaciones en el interior del país expresa la dimensión generalizada del conflicto y, a su vez, representa una variable central para entender el proceso creativo y reestructurador del espacio político que resultó de esta etapa. Efectivamente, como sostiene Novaro (2020) las ciudades medianas y pequeñas habían apoyado mayoritariamente al gobierno en las lecciones previas. Luego de 2008 se produce una reconversión política de esos electores que pasan a apoyar distintas ofertas del espacio opositor.

En el cuadro siguiente pueden observarse los puntos en los que se realizaron cortes de ruta y movilizaciones a favor del sector agrario. El mapeo fue elaborado a partir de registros en periódicos nacionales y provinciales que fueron detallando las movilizaciones locales a lo largo de la disputa. Es necesario considerar que en la mayoría de estas ciudades la movilización fue reiterándose en los procesos de escalada descriptos con anterioridad.

IX. Comentarios finales: la polarización en perspectiva

El conflicto de 2008 dio origen a un proceso de polarización social y política sumamente novedoso que irrumpió como un rayo inesperado en el mundo político y social y tendió a reconfigurar los espacios políticos, las organizaciones sociales, parte del movimiento sindical, pero también las relaciones en ámbitos laborales, familiares y de sociabilidad en general.

La ampliación del enfrentamiento político a buena parte del mundo social estuvo relacionada con el volumen de densidad e intensidad social alcanzado durante un proceso sumamente largo. La densidad se expresó en la dimensión territorial, que incluyó a casi todo el centro del país, mientras que la intensidad se tradujo en movilizaciones, marchas y cortes de ruta sostenidos en el tiempo. En este período de efervescencia e interacciones intensas, se configuró un complejo código y contra código que tuvo como característica central una particular estructura moral. La principal dimensión simbólica fue la impugnación moral de la existencia del otro, lo que le dio al conflicto un carácter agónico.

La contracara del proceso de polarización fue sin duda la integración social y política hacia adentro de los espacios. A medida que cada polo se cohesionaba tendió primero a expulsar a los disidentes y, posteriormente, a excluir las terceras posiciones. Esta nueva forma de politización representó un cambió enorme respecto a la disociación entre el mundo político y la ciudadanía que había caracterizado a la sociedad argentina en los años previos y posteriores al 2001. Sin duda, resulta difícil sopesar a largo plazo el resultado del proceso de politización al interior de cada polo. Mientras que en un primer momento el gobierno perdió importantes aliados y referentes territoriales, terminó por ganar cohesión interna, solidez ideológica y nuevos apoyos electorales. Por su parte, puede decirse que aunque la oposición ganó el conflicto, no logró consolidarse como representación del polo antikirchnerista hasta la formación de la alianza Cambiemos en 2015.

Posiblemente las beligerantes semanas de 2008 no crearon la polarización, ya que pueden rastrearse disidencias anteriores y divisiones en el mundo social y los espacios políticos en casi toda la historia nacional. Pero el conflicto agrario sí redefinió de forma novedosa nuevos posicionamientos, recreó nuevas ideologías y tuvo una importantísima capacidad de generalización en buena parte del mundo social. A su vez, si bien, como dieron cuenta diversos trabajos, en el enfrentamiento se recuperaron viejas divisiones propias de la cultura política argentina -como peronismo-antiperonismo, centro-interior, patriotas y anti-patrias-, estas pueden considerarse como narrativas de trasfondo, representaciones colectivas a partir de las cuales los principales actores políticos enmarcaron su propia acción en una dinámica novedosa.

Es en función del drástico antagonismo y el conjunto de narrativas que lo acompañó que resulta necesario indagar la naturaleza compleja del código y contra código moral y político que se originó en el 2008, y que se fue sedimentando en los años siguientes, a medida que los actores, por así decirlo, “caminaron la polarización”. Tras el conflicto entre el gobierno y el sector agrario alrededor del cobro de retenciones a las exportaciones de granos, nuevos procesos y enfrentamientos, como los que se dieron en torno a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en 2009, la muerte de Néstor Kirchner en 2010 o la muerte del fiscal Alberto Nisman a comienzos de 2015, dotaron al período de una renovada complejidad que resulta necesario indagar en futuros trabajos. Más allá de los procesos que tendieron a reconfigurar “la grieta” a lo largo de más de una década, es importante recalcar su perdurabilidad. Posiblemente, algunas de las claves detalladas anteriormente como la configuración moral de los espacios, el involucramiento y la politización, la generalización a buena parte de los espacios sociales y la movilización de amplios sectores ofrezcan pistas para comprender su extensión en el tiempo.

¿Cuándo se debilitará la polarización? Sin duda, es difícil y vano establecer algún pronóstico certero. Hay, sin embargo, un proceso mencionado en casi toda la literatura sobre el conflicto que posibilita reflexionar sobre un nuevo escenario: el establecimiento de una tercera posición producto del debilitamiento de ambos espacios. Posiblemente, una tercera posición pueda encontrar un conjunto de apoyos políticos y electores no seducidos o desilusionados. La dificultad mayor parece estar dada en el espacio político y en sus actores que parecen reproducir los esquemas enfrentados. Tal vez el carácter agónico del enfrentamiento y las rispideces y conflictos acumulados entre los espacios e, incluso, en términos personales entre los actores funcionen por un tiempo largo como cerradura para salir de la dinámica de la polarización.

Gráfico 1 Cortes de ruta y movilizaciones en Argentina, período marzo-junio de 2008. Fuente: Elaboración propia 

Agradecimientos

Este trabajo es parte de los resultados de un proyecto de investigación CAI+D financiado por la Universidad Nacional de Litoral “Orígenes de la polarización social y política en la Argentina reciente. Aproximaciones desde la política nacional y provincial (2003-2011)”, dirigido por Gabriel Obradovich y Pamela Sosa. Agradezco los comentarios del grupo para la realización de este artículo y especialmente a Mariana Heredia, Mauricio Moltó, Sergio Morresi y Pamela Sosa.

Bibliografía

Alexander, Jeffrey C. (2000) Sociología cultural: formas de clasificación en las sociedades complejas, México, FLACSO. [ Links ]

Alexander, Jeffrey C. (2006) The Meanings of Social Life: a Cultural Sociology, Oxford, Oxford University Press. [ Links ]

Armengol, Germán (2015) “El conflicto del campo de 2008: consolidación del modelo sectorial de agro-negocios y crisis de hegemonía”, Trabajo final de grado, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. [ Links ]

Artese, Matías; Jorge, Cresto; Leandro, Gielis; y Marcelo, Barrera (2013) “Cuando la protesta fue legítima. Un estudio sobre las representaciones del conflicto agrario en 2008 a través del diario La Nación”, Documentos de Trabajo N° 67, Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. [ Links ]

Barsky, Osvaldo; y Mabel, Dávila (2012) La rebelión del campo: historia del conflicto agrario argentino, Buenos Aires, Sudamericana. [ Links ]

Bonnet, Alberto (2008) “El lock-out patronal y la crisis política del kirchnerismo”, Ponencia presentada en las V Jornadas de Sociología, Universidad Nacional de La Plata. [ Links ]

Bonnet, Alberto (2012) “La dinámica política del kirchnerismo”, Ponencia presentada en las VII Jornadas de Sociología, Universidad Nacional de La Plata. [ Links ]

Calot, Claudio Fernando (2013) “La conflictividad social durante la primera etapa de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner: los enfrentamientos en torno a las retenciones a las agroexportaciones”, en Conflicto Social, Vol. 6 N° 10. [ Links ]

Cantamutto, Francisco (2017) “Fases del kirchnerismo: de la ruptura a la afirmación particularista”, en Convergencia, Vol. 24, N° 74. [ Links ]

Castro, García; Celeste, María Comelli; Mariana, Ciccolella; Mariano, Negro; Julieta, Godfrid; y Agustina, Schvartz (2009) “El campo en conflicto: disputas y sentidos en torno a la Resolución 125”, Ponencia presentada en las Jornadas de Jóvenes Investigadores, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. [ Links ]

Centro de Estudios Nueva Mayoría (2013) “Indicadores de conflictividad social durante 2013 y su evolución desde 1980”, Nueva Mayoría.com, última modificación 7 de febrero de 2014. Último acceso: 10 de junio de 2020, http://www.nuevamayoria.com/index.php?option=com_content&task=view&id=4237&Itemid=30 [ Links ]

Collins, Randall (2009) Cadenas de rituales de interacción, Barcelona, Anthropos. [ Links ]

Centro de Estudios Nueva Mayoría (2012) “C-escalation and D-escalation: A Theory of the Time-dynamics of Conflict”, en American Sociological Review, Vol. 77, N° 1. [ Links ]

Freytes, Carlos; y Juan, O’Farrel (2017) “Conflictos distributivos en la agricultura de exportación en la Argentina reciente (2003-2015)”, en Desarrollo económico, Vol. 57, N° 221. [ Links ]

Gené, Mariana (2017) “Alianzas y decisiones en el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Sobre apuestas políticas y reconfiguraciones”, en Pucciarelii, Alfredo y Ana Castellani (coords.) Los años del kirchnerismo: la disputa hegemónica tras la crisis del orden neoliberal, Buenos Aires, Siglo XXI. [ Links ]

Giarraca, Norma; Miguel, Teubal; y Tomás, Palmisano (2008) “Paro agrario: crónica de un conflicto alargado”, Realidad Económica, N° 235. [ Links ]

Giarraca, Norma; Miguel, Teubal; y Tomás, Palmisano (2011) “Expansión sojera y paro agrario. Reflexiones para comprender el 2008 y 2009 en la Argentina”, en Giarracca, Norma y Miguel Teubal (coords.) Del paro agrario a las elecciones de 2009. Tramas, reflexiones y debates. Buenos Aires, Antropofagia. [ Links ]

Gómez, Marcelo (2008) “La soja de la discordia. Los sentidos y estrategias en la movilización de la pequeño burguesía”, en Lavboratorio, N° 22. [ Links ]

Hora, Roy (2010) “La crisis del campo del otoño de 2008”, en Desarrollo Económico, Vol. 50, N° 197. [ Links ]

Mauro, Sebastián; y Federico, Rossi (2012) “Entre la plaza y la Casa Rosada: diálogo y confrontación entre los movimientos sociales y el gobierno nacional”, en Malamud, Andrés y Miguel De Luca (comps.) La política en tiempos de los Kirchner, Buenos Aires, Eudeba. [ Links ]

Nardacchione, Gabriel; y Diego, Taraborelli (2010) “La importancia de los aliados: un estudio sobre el conflicto rural (marzo-julio 2008)”, en Aronskind, Ricardo y Gabriel Vommaro (comps.) Campos de batalla. Las rutas, los medios y las plazas en el nuevo conflicto agrario, Buenos Aires, Editorial Universidad Nacional General Sarmiento. [ Links ]

Novaro, Marcos (2020) “El ruralismo como actor político en el conflicto de ‘la 125’”, en Revista Colección, Vol. 31, N° 1. [ Links ]

Obradovich, Gabriel (2019) “La reconfiguración del radicalismo durante el kirchnerismo. Renovación partidaria y polarización política (2003-2009)”, en Carrizo, Bernardo y Marcelino Maina, Democracias críticas, democracias inciertas. Aportes y conjeturas, Santa Fe, UNL Ediciones. [ Links ]

Palermo, Vicente (2011) “Consejeros del Príncipe. Intelectuales y populismo en la Argentina de hoy”, en Revista de Ciencias Sociales, Vol. 2, N° 2. [ Links ]

Pucciarelli, Alfredo (2017) “El conflicto por la 125 y la configuración de dos proyectos prehegemónicos”, en Pucciarelli, Alfredo y Ana Castellani, Los años del kirchnerismo: la disputa hegemónica tras la crisis del orden neoliberal , Buenos Aires, Siglo XXI . [ Links ]

Svampa, Maristella (2011) “Argentina, una década después: del ‘que se vayan todos’ a la exacerbación de lo nacional-popular”, en Nueva sociedad, N° 235. [ Links ]

Svampa, Maristella (2013) “La década kirchnerista: populismo, clases medias y revolución pasiva”, en LASAForum, Vol. 44, Nº 4. [ Links ]

Varesi, Gastón Ángel (2014) “El ‘conflicto del campo’ de 2008 en Argentina: hegemonía, acumulación y territorio”, en Geograficando. Vol. 10, N° 2. [ Links ]

Vázquez, Melina; y Pablo, Vommaro (2012) “La fuerza de los jóvenes: aproximaciones a la militancia kirchnerista desde La Cámpora”, en Natalucci, Ana y Germán Perez (eds.) Vamos las bandas. Organizaciones y militancia kirchnerista, Buenos Aires, Trilce. [ Links ]

Vommaro, Gabriel (2010) “Acá el choripán se paga: movilización política y grupos sociales en el reciente conflicto en torno a las retenciones a las exportaciones de granos”, en Aronskind, Ricardo; y Gabriel, Vommaro (comps.) Campos de batalla. Las rutas, los medios y las plazas en el nuevo conflicto agrario , Buenos Aires, Editorial Universidad Nacional General Sarmiento . [ Links ]

Yabkowski, Nuria (2010) “Nosotros, ellos... Todos. Los sentidos de la representación política y los recursos discursivos utilizados para ganar legitimidad en el conflicto”, en Aronskind, Ricardo; y Gabriel, Vommaro (comps.) Campos de batalla. Las rutas, los medios y las plazas en el nuevo conflicto agrario , Buenos Aires, Editorial Universidad Nacional General Sarmiento . [ Links ]

1 Disponible en https://www.youtube.com/results?search_query=argen+y+tina.

2La Mesa de Enlace estuvo conformada por los presidentes de las principales corporaciones del sector. La integraron Luciano Miguens, de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Mario Llambías, de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Eduardo Buzzi, de Federación Agraria Argentina (FAA) y Carlos Garetto, de Coninagro.

3Promediando el discurso que instaba a los dirigentes rurales a sincerarse en sus intereses egoístas y a ser responsables frente a la nación, la presidenta hizo mención al Grito de Alcorta y llamó a recordar a Francisco Netri, el abogado de los chacareros asesinado por un “sicario de la aristocracia del campo”. Así, además de situar a la protesta por fuera de los valores de racionalidad, solidaridad y responsabilidad, también la ubicó del lado no democrático de la esfera política.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons