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On-line version ISSN 1851-9601

Postdata vol.26 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires June 2021  Epub Nov 11, 2022

 

Reseñas

Lo político y la derrota. Un contrapunto entre Antonio Gramsci y Carl Schmitt. Ricardo Laleff Ilieff

Gonzalo Manzullo

Escolar, Guillermo. Madrid: 2020. 217p.

Tal vez uno de los puntos más atrapantes del libro sea el abordaje que propone: el “contrapunto” entre Schmitt y Gramsci permite ver las singularidades de ambos pensadores en torno a la pregunta por lo político. Laleff Ilieff recupera dicho término de la obra de Adorno, más precisamente de su análisis sobre el dodecafonismo de Schönberg. Así, el contrapunto alude a un estatuto superior respecto a otras formas de pensamiento, impone al material un orden desde adentro y no desde fuera. Pero también, el contrapunto es recuperado en tanto que competencia entre instrumentistas. De esta manera, se vincula a una dimensión polemológica constitutiva de la propia Modernidad, donde Schmitt y Gramsci comparten el lugar de herederos de la derrota de los acontecimientos de 1848. Con ello, el título del volumen queda esclarecido: el pensamiento de Schmitt y de Gramsci sobre lo político y su autonomía se sitúa desde la derrota y convive con ella buscando resolverla. Laleff Ilieff lo muestra en una suerte de laberinto borgeano donde los itinerarios conforman una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. El libro nos propone un verdadero proceso en el que cada episodio retoma los abordajes y cada nueva parte se centra en un nudo temático específico. En este recorrido es posible constatar que ya sea como el anverso y reverso de una moneda que nunca deja de ser arrojada y atrapada, la politicidad siempre retorna en un pugilato por la totalización.

La primera parte, denominada “La tradición de los vencidos”, inicia con un capítulo sobre el legado contrarrevolucionario en Schmitt. Laleff Ilieff pone de relieve cómo el jurista alemán adscribió a tal tradición tanto para recuperar un diagnóstico epocal crítico sobre la Modernidad, como también movido por un afán político resolutivo. Sin embargo, la novedad que aporta es el encuadramiento de la teología política que, a diferencia de algunos importantes trabajos previos como los de Jorge Dotti, alumbra sus discontinuidades y designa con ello una visión schmittiana más compleja sobre lo político. Por su parte, el segundo capítulo del libro está dedicado a la recuperación que Gramsci efectúa de aquellos que están al margen de la historia. Se trata del jacobinismo como también de la figura de Nicolás Maquiavelo; figura, esta última, que trae consigo la importancia de la religión y el mito en la praxis política. Laleff Ilieff exhibe aquí la síntesis que el propio Gramsci intentó efectuar entre los dos elementos disociados surgidos de 1848, a saber, la reivindicación en pos de un Estado-nación y el surgimiento de un movimiento proletario internacional en Europa. Precisamente la relación entre lo religioso y lo político aparece en los dos capítulos alumbrando la búsqueda de una praxis política exitosa. En el caso schmittiano asumiendo una perspectiva defensiva, en el gramsciano revelando un intento emancipatorio.

La segunda parte del libro, titulada “La politicidad”, contiene los capítulos tercero y cuarto. En la sección referida a Schmitt, Laleff Ilieff posa su examen sobre la variabilidad de la relación amigo-enemigo, siempre circunstancial e irreductible a la vida humana. En cuanto a Gramsci, destaca los bemoles de una reivindicación de la política como construcción colectiva y popular. Laleff Ilieff destaca cómo ambos pensadores dan cuenta de un vínculo inescindible entre politización y despolitización. Dos fases de la politicidad, articuladas entre sí, pero no necesariamente sincronizadas. Producto de la filiación marxista del italiano dicha relación resultaría secuencial; producto de una antropología negativa en el alemán, simultánea.

“La crisis situada”, tercera parte del libro, comienza con un capítulo dedicado a la problematización schmittiana sobre la forma política. El análisis de Laleff Ilieff se detiene especialmente en la dimensión de la excepcionalidad y en los límites del parlamentarismo en la Alemania de Weimar. El capítulo sexto se centra en las críticas gramscianas a la forma política liberal italiana a la luz de la noción de crisis ofreciendo una lectura de la producción pre-carcelaria de dicho pensador. Para Laleff Ilieff, ello involucra consideraciones más profundas sobre la autonomía de lo político frente a la estructura económica y productiva en medio del advenimiento del fascismo. Este eje del libro gira, entonces, sobre la necesidad de (nuevo) orden en un tiempo convulsionado y marcado por la inestabilidad del período de entreguerras.

En la cuarta parte, titulada “Estado y sociedad”, Laleff Ilieff pone en movimiento un atento examen en torno a la mutación en la relación entre ambas categorías. El autor ubica las distancias que Schmitt y Gramsci toman en relación a Hegel. En el caso del italiano, se cifra en el concepto de sociedad civil que, según el autor, no está exenta de un sustrato esencialista que tensiona la propia noción de Estado integral y de una reivindicación de la política que abriga la idea de revolución violenta. En el caso de Schmitt, en diálogo crítico con Jean François Kervégan, Laleff Ilieff recupera las implicancias teóricas del concepto de Estado total como también una exhortación de urgencia acerca del manejo político de la técnica. Recuperando la teoría social alemana, sostiene una novedosa lectura donde el elemento de la comunidad atraviesa las reflexiones de Schmitt desde mucho antes de 1933.

El libro permite ver la preocupación paralela y compartida entre el sardo y el alemán por pensar la política y sus lógicas más allá del Estado, aunque con correlatos y fines divergentes que, sin embargo, no dejan de entrecruzarse. En este sentido es importante destacar cómo en el epílogo Laleff Ilieff presenta una reflexión ?instigada por Reinhart Koselleck? respecto de la importancia del pensamiento sobre la historia que despliegan en el campo político los derrotados y vencidos. Así, revela una conexión esencial, pero compleja, elástica y mutable, entre política e historia, que permite oscilaciones entre la distancia y la cercanía, la superposición y la colisión. En este valioso ejercicio, Laleff Ilieff logra conjugar el alumbramiento de los esfuerzos situados y singulares de ambos pensadores con la pregunta perenne y la reflexión sobre la ontología de lo político en el mundo contemporáneo.

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