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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

On-line version ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.26 Córdoba Dec. 2011

 

BIBLIOGRAFICAS

OTRO(S) MARX
A propósito de Marx y América Latina de José María Aricó
Guillermo Ricca
1

El trabajo persistente de muchos intelectuales y militantes sociales por habitar ese espacio inhabitable, el espacio de la destrucción del marxismo, no ya para salvar verdades incontrastables ni filosofías universales de la historia, sino para convertirse en «sujetos de la crisis» como señalara oportunamente Alain Badiou2, supo dar formas singulares e indiscernibles a un legado para nada unívoco. Si la multifacética, abierta y a veces paradójica herencia de Marx tiene ultravidas espectrales después del marxismo, como dice Elías Palti a propósito de Derrida, es porque de algún modo esa obra fue concebida al calor mismo de la crisis. La constitución del marxismo estuvo atravesada tempranamente por tensiones que, como indicara José Sazbón, y antes que él, José Aricó, muestran su unidad incuestionada como «paradigma evanescente» o como «metáfora polémica» (Aricó, 2010, p. 88).

La reciente re edición de Marx y América Latina de José María Aricó en un nuevo contexto político y teórico de Nuestra América es una ocasión para re pensar ese trabajo que Aricó proyectó como «desincrustación» y «secularización» de Marx en relación a la ortodoxia del marxismo de la II y III Internacional e intentar establecer relaciones entre esa operación de lectura contextual de la obra de Marx en la difícil relación con nuestro continente y los procesos democráticos abiertos en nuestras sociedades y profundizados en las últimas décadas. Quizás la actualidad más sugerente del pensamiento de Aricó se revele en su insistencia por levantar la clausura de una interpretación; por perforar su «horizonte hermenéutico» instituido. Esta estrategia es la que guía también la lectura de Derrida en Espectros de Marx una década después. Claro está, desde condiciones y contextos de debate diferentes, pero desde estrategias de lectura que se aproximan entre sí. Contra toda pretensión de hispostasiar el orden capitalista el ensayo de Aricó se revela como un esfuerzo por abrir el corpus de la obra de Marx y poner en evidencia sus «puntos de fuga», sus tensiones irresueltas, su viraje hacia la cuestión colonial después del fracaso de las revoluciones de 1848 y también el silenciamiento y la torsión de muchos de sus escritos por parte de la ortodoxia marxista. A la vez que se trata de un trabajo insistente de búsqueda de autonomía de lo político en una obra que fue leída mayormente de modo economicista, sociológico (y a veces «sociologista») o de manera dogmática como filosofía de la historia.

La inquietud preliminar que guía esta etapa de la indagación de Aricó refiere a las razones del desencuentro secular entre lo sectores subalternos y el socialismo en América Latina. En realidad, esa cuestión marca el proyecto intelectual de Aricó durante los años del exilio mexicano y como muestra Horacio Crespo en el muy documentado artículo que sirve de prólogo a esta nueva edición, Marx y América Latina es parte de un proyecto más ambicioso que quedará inconcluso y cuyos fragmentos publicados se encuentran en La cola del diablo, itinerario de Gramsci en América Latina, en el volumen póstumo publicado por Juan Carlos Portantiero, La hipótesis de Justo, estudios sobre el socialismo en América Latina, y en una masa dispersa de textos publicados en revistas y en volúmenes colectivos. Si mencionamos la circunstancia del exilio mejicano es porque como el mismo Aricó reconocería años más tarde, y como resulta de la evidencia de la masa de textos publicados y aún inéditos, será una de las etapas más productivas de su trabajo intelectual3. Baste recordar aquí que por los mismos años en que Aricó produce su ensayo es partícipe activo de un emprendimiento editorial ligado estrechamente a la experiencia del exilio y que constituye una de las fuentes documentales ineludibles toda vez que el tema es la transición democrática Argentina; nos referimos a la revista Controversia, para un examen de la realidad argentina. Si procediéramos metodológicamente con los textos de Aricó de ese período de la misma manera que él lo hace en su ensayo en relación a la obra de Marx, se revelaría como en negativo una orientación que relee al marxismo «a contrapelo», de cara a los desafíos de la derrota revolucionaria y de la coyuntura que comienza a abrirse paso en torno a la democracia en América Latina. Como ha señalado Raúl Burgos, es clara en todo este proceso la impronta de Gramsci. Un Gramsci que a esa altura se lleva bajo la piel y que asoma entre líneas en los tópicos que frecuenta el trabajo de Aricó: las relaciones entre política y cultura, la necesidad de incorporar, en cualquier política progresista, lo más avanzado de la cultura burguesa, el proyecto de repensar el concepto de hegemonía, la emergencia de nuevos sujetos sociales y la necesidad de una crítica de la cultura de izquierdas. En este vasto programa también emerge el interés de Aricó por otra rara avis del pensamiento marxista: Walter Benjamin.4

Crisis y pensamiento de la crisis

Si el concepto de crítica está en el centro mismo de las verdades del marxismo, no es menos cierto que le acompaña como su propio fantasma. Elías Palti afirma en este sentido que «en la obra de Marx puede encontrarse desarrollada toda una crisiología» (Palti, 2005, pp. 14-15) de la cual el mismo marxismo participa desde larga data. Alvin Gouldner ya en 1980 hace referencia a una contradicción fundamental alojada en la obra de Marx desde el comienzo de su formulación materialista: la tensión entre su rechazo del idealismo y su llamamiento a cambiar el mundo. Dicho de otro modo, la contradicción entre determinismo y voluntarismo. Esa tensión, como sostiene Gouldner, «forma parte profunda de la estructura del pensamiento occidental» (Gouldner, 1983, p. 80) de la cuál el propio Marx es parte. Que Marx era consciente de esta contradicción básica de la experiencia humana parece evidente desde pasajes clásicos de su obra como el Prólogo a la contribución para una crítica de la economía política o el comienzo del 18 Brumario de Luis Bonaparte. En este último, dice Marx: «Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y transmite el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el pensamiento de los vivos» (Marx, 2008, p. 17). Que este texto de Marx figure hoy en la base de argumentación de unas cuantas disciplinas de las ciencias sociales, entre ellas, la antropología social y los estudios poscoloniales algo debería decir en relación al supuesto anacronismo de Marx5. De todos modos, el trabajo de Gouldner apunta a mostrar de qué manera la opción por uno de los polos de esta tensión entre los seguidores de Marx provocó una divisoria de aguas entre marxismo crítico y marxismo científico, siendo el primero, más historicista y por lo tanto más atento a las relaciones entre teoría, cultura y política—tal el caso de Gramsci—, y el segundo más determinista y con un énfasis puesto en las determinaciones y sobredeterminaciones estructurales que pesan «como una pesadilla» sobre la factura de la historia, tal el caso de Althusser.

Desde esta categorización propuesta por Gouldner en los mismos años en que Aricó publica su ensayo, como bien sugiere Horacio Crespo, es indudable la ubicación de este último en el marxismo crítico. Pero Aricó, en este sentido, se ubica decididamente en la crisis del marxismo como lugar de enunciación y esto, se insinúa en sus intervenciones de manera temprana: ya en el número 2-3 de Pasado y Presente, en 1963, enfrenta el problema de la responsabilidad de la izquierda frente a los crímenes del estalinismo (Aricó, 1963, pp. 195-204). En el número siguiente se publican una serie de artículos sobre la ruptura Chino-Soviética y sobre «La crisis del movimiento comunista internacional ». No debe pasarse por alto, respecto a la construcción de ese lugar de enunciación, que Pasado y Presente emerge en medio de la crisis que implicará la expulsión de Aricó, Portantiero y Oscar del Barco de las filas del Partido Comunista Argentino; crisis desencadenada a partir de una intervención de Oscar del Barco en la revista Cuadernos de Cultura en la que se examinan las condiciones subjetivas de conocimiento a partir de Gramsci6. Esta cesura marca un punto de quiebre que será la base de construcción de un nuevo espacio y plataforma de un vasto proyecto de intervención cultural y política en los «incandescentes años» (Aricó, 2005, p. 47) como se referirá Aricó tiempo después, a los años de Pasado y Presente. Un lugar de enunciación que el mismo Aricó inscribe en una tradición de crítica cultural y política abierta por la traducción de Gramsci y en la huella de otras rupturas generacionales, como la abierta por Contorno respecto a los «grandes problemas nacionales» ignorados por la ortodoxia comunista. Esta impronta que lleva a Aricó a situarse en el centro siempre inestable de las contradicciones es quizá la marca más sobresaliente de su práctica intelectual. Impronta que no le abandonará en lo sucesivo7.

Por lo tanto, Marx y América Latina no sólo es un ejercicio de historia intelectual sino también un ensayo destinado a mostrar de manera polémica la asistematicidad del pensamiento de Marx; asistematicidad abierta por la misma fragmentación de su objeto y, por lo tanto, a poner en evidencia su carácter irreductible a una sola dimensión: eurocéntrica, proletaria, filosófica, economicista, científica, etc; Un Marx susceptible de ser sometido a crítica precisamente «en todo aquello que lo impulsaba a no ser marxista». Si como el mismo Aricó manifiesta en el Epílogo a la segunda edición de su libro, esta es la médula de su inquietud crítica, el resultado de la misma, no apunta a desmarcar un «Marx verdadero» sino a «proyectarlo hacia la plena admisión de su radical ambigüedad » (Aricó, 2010, p. 283). Esa ambigüedad en opinión de Aricó, no sería sólo teórica y por lo tanto, es refractaria a categorías tales como las de «cambio de paradigma»; más bien se trata de «dar cuenta de la diversidad de planos, de discursos múltiples, que encierra un pensamiento fuertemente inervado por la política, o, dicho de otro modo, por posiciones y juicios de valor por lo general no fundados teóricamente» (Aricó, 2010, p. 283). Es en este punto donde el mismo Aricó se sitúa a distancia de una ciencia marxista, aquella que desde el paradigma o la estructura impide dar cuenta del «descentramiento de la visión marxiana del acontecer histórico».

Eurocentrismo y autonomía de lo político

La razón más esgrimida a propósito del «olvido», «menosprecio» o «subestimación» de Marx respecto de América Latina hace foco en el «eurocentrismo» de Marx. Estos argumentos conservan su vigencia, por caso en la teoría poscolonialy en formulaciones afines8. La respuesta de Aricó es polémica. Si por un lado se muestra que, por el mismo período en que Marx escribe su libelo contra Bolívar, era plenamente conciente de otras realidades no europeas como las del medio de producción asiático, la comuna rural rusa y la realidad colonial de Irlanda, determinante en la situación del mismo proletariado inglés, por otra parte sostiene Aricó, Marx conserva la distinción hegeliana entre naciones históricas y naciones sin historia y sus opciones políticas por las condiciones objetivas afines a las primeras, le impiden ver en las naciones latinoamericanas cualquier potencial disruptivo ante la expansión del «cosmos burgués». Esto unido a su desacuerdo en relación a la capacidad del Estado como productor de la nación y de la sociedad civil. Por otro lado, las condiciones particulares de las naciones latinoamericanas ingresarán tardíamente en la consideración política del marxismo oficial. El argumento más fuerte de Aricó en este sentido es el que traza la arqueología de la formación del marxismo en torno a una criba de textos tempranos de Marx y Engels, el Manifiesto…, el tomo I de El Capital, el Anti Dürhing y pocos más. Esta misma ortodoxia se ocupará de silenciar una serie de textos considerados no afines con el materialismo histórico, sino como textos de circunstancia, escritos pane lucrando y sin peso a nivel de la teoría. Al respecto son sumamente ilustrativas las notas del Apéndice sobre Marx y el porvenir social en Rusia y sobre El desplazamiento del campo de interés de Marx sobre las comunidades agrarias en las que Aricó despliega un verdadero trabajo de exhumación de esos materiales marginales a la tradición del marxismo oficial. Como ha señalado Horacio Crespo, las condiciones de producción del discurso de Aricó en este punto están estrechamente vinculadas con su labor como editor de los textos que constituyen los 98 números de los Cuadernos de Pasado y Presente9. En la misma línea de argumentación traza Aricó una periodización del pensamiento de Marx motivada por consideraciones de tipo político: el cambio de perspectiva asumido por éste a partir de la derrota de las revoluciones europeas de 1848. La existencia de un capitalismo colonial que como el mismo Marx expone en El capital convierte a Irlanda en un «apéndice agrario» de Inglaterra, es la inflexión que le permite trazar una fenomenología del subdesarrollo a la vez que vislumbrar la importancia de las luchas anticoloniales. Es imposible no notar en este punto que esta inflexión teórica de Marx está en la base de las teorías del Sistema Mundo Capitalista (Wallerstein-Amin) que guardan estrecha relación con las diferentes formulaciones de la Teoría de la Dependencia en América Latina (Gunder Frank; Falleto-Cardoso; Marini).

El carácter polémico de la argumentación de Aricó hay que buscarlo en la matriz hegeliana de la consideración de Marx respecto de lo nacional en América Latina. Dice Aricó: «Marx podía sentirse identificado con las palabras de su maestro Hegel, quien en sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal afirmaba que cuanto acontecía en el Nuevo Mundo no era sino el eco del Viejo Mundo y, por lo tanto, el reflejo de una vida ajena […] Es indudablemente ésta la visión que subyace en los textos de Marx y Engels sobre América Latina, textos que, volvemos a insistir, no fueron tan escasos como se creyó. A partir de ella, América Latina fue considerada en su exterioridad, en su condición de reflejo de Europa, porque su interioridad era inaprensible, y en cuanto tal inexistente» (Aricó, 2010, pp.139-140). Por otra parte, el mencionado «rechazo del papel del Estado como instancia productora de la sociedad civil» clausura para Marx la visibilidad de los procesos emancipatorios de América Latina. Si hay un Marx interesado en los fenómenos del asiatismo, también hay un Marx para el cual las realidades de las naciones latinoamericanas y el lugar que ocupan en la expansión del capitalismo por la vía colonial resulta invisible.

Para Aricó, ese «sustrato cultural insuperado» del hegelianismo cumple en Marx una función más alegórica que teórica y debe ser leído en línea con sus prejuicios antibonapartistas. En definitiva, la reexhumación del par conceptual hegeliano se fundaría en una decisión política de Marx; la misma que le impidió dimensionar los procesos históricos de las incipientes naciones latinoamericanas. En el marco de una discusión del libro de Aricó, Carlos Franco, presentador del texto y editor del mismo en su primera edición en Lima, pondrá de manifiesto ese costado polémico de la argumentación de Aricó. En el Epílogo a la segunda edición, Aricó responderá que «si queremos ser estrictos, no podemos hablar de eurocentrismo frente a una elaboración que reconoce explícitamente el desplazamiento del centro de gravedad capitalista—y por tanto el centro de la revolución—de Europa occidental a diversos otros lugares» (Aricó, 2010, p. 290). Si se concede el carácter eurocéntrico del pensamiento de Marx, no puede concederse más que en un sentido filosófico, «si así fuera el caso, como creo que lo es, Marx es tan eurocéntrico como Bolívar, Martí, Sarmiento, Rosas o cualquier otro; toda América es eurocéntrica, y de un modo tal que deja de tener valor explicatorio alguno para analizar el tema que nos ocupa» (Aricó, 2010, p. 291). Esta respuesta polemiza hoy—más allá de la intención de Aricó—con el giro cultural de la teoría operado en las academias por la misma época en que Aricó escribe su ensayo, giro que hoy detenta posiciones hegemónicas. En el caso latinoamericano, lo «inaprensible» por parte de Marx no puede desgajarse de sus decisiones políticas. Es difícil en este punto no conceder razón a los argumentos de Edward Said, de Raymond Williams y de Gramsci respecto al carácter productivo de una hegemonía cultural. Sin embargo, la lectura de Aricó pone a resguardo del espejismo que supone el solapar sin más crítica de procesos culturales y política10.

A nuestro criterio, esta lectura que pone en un trasfondo difuso el eurocentrismo de Marx y de muchos tópicos frecuentados actualmente por la teoría poscolonial es también una operación crítica motivada por decisiones políticas, en este caso, del mismo Aricó. Como señala Horacio Crespo en el trabajo introductorio a la nueva edición de Marx y América Latina, hay en la lectura de Aricó, a la vez que un trabajo contextual por el cual unos textos iluminan a otros textos, y así se muestra aquella radical ambigüedad de la obra de Marx que refiere el mismo Aricó, también y fundamentalmente una reconstrucción de la autonomía de lo político en el mismo cuerpo de la tradición marxista. Autonomía que sólo se hace visible desde una perspectiva crítica. Dice Aricó: «En mi ensayo aclaro que este privilegiamiento del carácter político de ciertas situaciones—siempre presente en Marx—pertenece más bien a los puntos de fuga del sistema, antes que ser deducibles del sistema mismo»11. Del mismo modo preocupa a Aricó que «el relegamiento de esta aceptación de la autonomía de lo político a la condición de punto de fuga del sistema le otorgue un carácter tan excepcional que acabe finalmente por arrinconar en una supuesta anomalía o heterodoxia del propio Marx todo aquello que muestre la diversidad de formas en que se explicita su crítica de la política» (Aricó, 2010, p. 288). Es aquí donde se pone de manifiesto la radicalidad de la crítica de Aricó, en una estrategia que hace visible el carácter performativo de toda construcción de una ortodoxia a partir de la identificación de sus anomalías. El Otro Marx es la crítica del sistema, la apuesta por su transformación radical, apuesta que avanza desde el territorio de la política. Lugar en el que la teoría, lejos de disolverse, deviene mundo12.

Si como muestra Raúl Burgos, el ensayo de Aricó fue recibido por sectores de la izquierda revolucionaria como un texto «antimarxista»13 , el mismo Aricó será el primero en indicar que no se trata de encontrar un Marx más verdadero que se pueda oponer a otro falso, sino de exponer su carácter irreductible a una visión unívoca. De allí que «la crisis del marxismo» se presente a Aricó no como su acta de defunción, sino más bien como «el indicador de su extrema vitalidad, la morfología que adquiere el trastocamiento de las relaciones entre teoría, movimiento y crisis» (Aricó, 2010, pp. 89-90). A diferencia de los marxistas post althusserianos, la crisis del marxismo no constituye para Aricó el «fin del Sentido»14 y esto, en gran medida, porque aquel no constituye una
ciencia definitiva siempre en pugna contra el cerco de las ideologías15 sino un pensamiento de la crisis siempre obligado a confrontarse, a «medirse con los hechos» (Aricó, 1980, p. 16) o, como en Mariátegui y en Gramsci a «mantener los vasos comunicantes con la cultura contemporánea» (Aricó 1992, p. 76). Es este lugar de enunciación implantado en la crisis el que lleva por la misma época a Aricó a replantear las relaciones entre socialismo y democracia y a afirmar la necesidad de «incorporar al pluralismo (político, organizativo, ideológico, cultural, etc.,) como valor propio» del socialismo aún cuando al hacerlo deba «cuestionar radicalmente todas las experiencias socialistas concretas» (Aricó, 1980, p. 15).

Si el falseamiento de las particularidades nacionales en el sub continente es el resultado de esa mezcla de hegelianismo retardatario y opción política anti bonapartista en Marx, la asombrosa paradoja de este texto es que, a la luz del desencuentro entre Marx y América Latina, Aricó abre los pliegues de otro(s) Marx; de «filones de un pensamiento oculto por años en la tradición socialista» y por lo tanto apto para medirse con los desafíos que le presentan otras coyunturas. Claro está que esos otros Marx que Aricó encuentra en la crisis, sólo se hacen presentes en el perecer de su verdad universal, como filosofía de la historia; en el espacio disperso de una herencia que a la vez es una tarea16. Tema que ocupará la reflexión de los intelectuales marxistas europeos una década después.

Notas

1. Lic en Filosofía, alumno del Doctorado en Estudios Sociales de América Latina (Sociología), CEA (UNC). Proyecto de tesis: Clases subalternas e identificación política en la obra de José Aricó, bajo la dirección del Dr Gustavo Ortiz.
2. Cf. BADIOU, A, (1990),¿Se puede pensar la política? Buenos Aires: Nueva Visión.
3. Al respecto dice Portantiero: «En la vida y en la obra de Aricó, México significó además un punto de viraje, un corte importantísimo en la definición de su trayectoria intelectual. Así como maduró su propia visión del socialismo, se perfiló también su vocación de historiador de las ideas, y, sin perder sus obsesiones generosas de organizador y difusor de cultura, pudo dar cauce, en el acicateador ambiente mexicano, a una tarea de investigador para la cual, fuera de las aulas convencionales de la universidad, se había preparado desde hacía mucho tiempo.El primer fruto de esa búsqueda fue la publicación en 1980 de Marx y América Latina —editado en Perú en ese año y luego en México en 1982 y en Buenos Aires en 1987—, un trabajo notablemente original que Aricó había concebido como parte de una saga sobre la difusión del marxismo en la formación del pensamiento socialista latinoamericano. Pocos —quizá ninguno— en América Latina conocieron tan a fondo el pensamiento de Marx como Aricó y nadie de entre sus contemporáneos extrajo de esa obra estímulos tan sugerentes». (Portantiero, J, «José Aricó: las desventuras del marxismo latinoamericano» en ARICÓ, J, (1992), La hipótesis de Justo, Buenos Aires: Sudamericana). También Oscar Terán: «Eran los años del marxismo tardío y floreciente al mismo tiempo: los congresos y simposios se sucedían, pero ya era visible su crisis en el horizonte. Cuando esta por fin estalló a los ojos de todo el mundo, Pancho persistió en inventarse un marxismo que había decidido identificar con todo lo que de bueno y verdadero se le ocurriera existir bajo el sol: Gramsci, Mariátegui, algún Marx de la comuna rural rusa…, todo esto le ser vía para mantener su obstinado y al mismo tiempo abierto marxismo. Un día le sugerí la figura de «puntos de fuga» para analizar unos discursos que no respondían a la forma de la arquitectura conceptual» (TERÁN, O,(2006), «Fulguraciones. In memoriam Pancho Aricó 1991» en De utopías, catástrofes y esperanzas. Un camino intelectual, Buenos Aires: Siglo XXI: 53).
4. Cf. ARICÓ, José, «El marxismo en América Latina. Ideas para abordar de nuevo una vieja cuestión» en Opciones, nº 7, 1985, Santiago de Chile, pp.72-91; ARICÓ, José, «Walter Benjamin, el aguafiestas» en La ciudad futura, nº 25-26, Buenos Aires, 1990, p 15. Cf., en torno a la relación de Aricó con la obra de Benjamin el trabajo de Ricardo FORSTER, «Lecturas de Benjamin: derivas argentinas» en Forster, Ricardo (2008), El laberinto de las voces argentinas, Buenos Aires: Colihue: 135-145.
5. Cf, BRIONES, C, «Teorías performativas de la identidad y performatividad de la teoría» en Tabula Rasa, nº 6, Bogotá, 2006: 55-83; SPIVAK, G, «¿Puede hablar el subalterno?» en Revista colombiana de antropología, vol 39, Bogotá, Enero-Diciembre de 2003: 297-364.
6. Cf. ARICÓ José, «Un debate filosófico interrumpido» en La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina, Buenos Aires: Siglo XXI: 208-217; KOHAN, W,(2002), Ni calco ni copia. Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano. La Habana: 234
7. En relación a este aspecto del pensamiento de Aricó véase, MALECKI, J, «Aricó, pensador de fronteras», en Pterodáctilo, Spring, 2009, nº6, Universidad de Austin, Texas. Ver también, SARLO, Beatriz, «En memoria de José Aricó» en Punto de Vista nº 41, Buenos Aires, Diciembre de 1991: 1-2.
8. Cf. MIGNOLO, W, (2005), La idea de América Latina, la herida colonial y la opción decolonial, Buenos Aires: Gedisa, 2005; QUIJANO, A, «Colonialidad del poder y clasificación social» en Journal of Wordl System Research, esp. Issue, Festschriftt for Immanuel Wallerstein, Part I, Summer 2000, NY, 2000: 384.
9. Cf. CRESPO, H, «En torno a los Cuadernos de Pasado y Presente, 1968-1983» en HILB, C, (comp) (2010), El político y el científico, ensayos en homenaje a Juan Carlos Portantiero. Buenos Aires: Siglo XXI: 169-198.
10. Cf. CHAKRAVARTY, Dipesh, op.cit, p 76; ver también JAMESON, Frederic, «Cognitive Mapping» en Nelson, C-Grossberg, L, (1990), Marxism and Interpretation of Culture, Illinois: University of Illinois Press: 347-360; ROITMAN, Marcos (2008), Pensar América Latina, el desarrollo de la sociología latinoamericana, Buenos Aires: CLACSO.
11. ARICÓ, op.cit, p. 288.
12. En este punto el ensayo de Aricó es inseparable de un libro que, como bien señala Horacio Crespo, es de lectura imprescindible toda vez que el tema es la traducción latinoamericana de Marx: nos referimos a El Otro Marx, de Oscar del Barco, publicado originalmente en México en 1980 y reeditado recientemente: DEL BARCO, Oscar (2008), El Otro Marx, Buenos Aires: Milena Caserola.
13. Cf. BURGOS, R, (2004), Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la experiencia de Pasado y Presente. Buenos Aires: Siglo XXI: 249-253.
14. PALTI, E, (2010), Verdades y saber es del marxismo, reacciones de una tradición política ante su crisis. Buenos Aires:FCE: 18.
15. Cf. DE ÍPOLA, E (2007), Althusser, el infinito adiós. Buenos Aires: Siglo XXI: 62; 70.
16. Cf. DERRIDA, J, (1993), Espectros de Marx . El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional. Madrid: Trotta: 78-79.

Bibliografía

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