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La zaranda de ideas

On-line version ISSN 1853-1296

Zaranda ideas vol.19 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2021

 

Artículo

LA MESA ACTIVA POR LA REURBANIZACIÓN DE LA VILLA 20. UN ABORDAJE ETNOGRÁFICO DE PROCESOS DE MOVILIZACIÓN COLECTIVA

MESA ACTIVA POR LA REURBANIZACIÓN DE LA VILLA 20. AN ETHNOGRAPHIC APPROACH TO COLLECTIVE MOBILIZATION PROCESSES

María Emilia González Prieto1 

1Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Puan 480 (C1406CQJ), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. E-mail: mariaemiliagonzalezp@gmail.com.

Resumen

En el marco de las nuevas políticas urbanas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, comenzó a implementarse un proyecto de reurbanización de la Villa 20 en el año 2016. Se crearon diversos dispositivos estatales para garantizar la participación de los vecinos en la toma de decisiones. En el presente artículo, se analizan los procesos de movilización colectiva en torno a la reurbanización, particularmente la conformación del frente político Mesa Activa por la Reurbanización de la Villa 20. Desde un enfoque etnográfico y el concepto de hegemonía, se recuperan las perspectivas de los actores y se reconstruye el entramado cotidiano de prácticas y relaciones sociales. Se muestra que los vecinos y militantes desarrollan acciones políticas, tanto dentro como fuera de los dispositivos estatales, a través de las cuales construyen unidad. Asimismo, entablan relaciones interpersonales con los agentes estatales: vínculos de confrontación, así como también alianzas, relaciones de afinidad y cooperación.

Palabras clave: Reurbanización; Movilización Colectiva; Políticas Públicas; Etnografía; Hegemonía.

Abstract

Within the framework of new urban policies in the City of Buenos Aires, a redevelopment project began to be implemented in Villa 20 in 2016. Various state mechanisms were created to guarantee the participation of residents in the decision-making. In this article, the processes of collective mobilization around redevelopment are analysed, particularly the formation of the political front Mesa Activa por la Reurbanización de la Villa 20. From an ethnographic approach and the concept of hegemony, the perspective of the actors is recovered and the daily network of practices and social relations is reconstructed. It is shown that neighbours and militants develop political actions, both inside and outside the state devices, through which they build unity. Likewise, they stablish interpersonal relationships with state agents: confrontational ties, as well as alliances, affinity relationships and cooperation.

Key words: Redevelopment; Collective Mobilization; Public Politics; Ethnography; Hegemony.

Introducción

Desde el año 2015 se produjo un cambio significativo en las políticas dirigidas hacia las villas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Capalbo, Scharager & Tobías, 2020; Di Virgilio, Aramburu, Brikman & Najman, 2018; Zapata, 2019). Asumió Horacio Rodríguez Larreta como Jefe de Gobierno de la ciudad, quien anunció el proyecto de reurbanización de la Villa 20, junto con otros para la Villa 31, el Playón de Chacarita y la Villa Rodrigo Bueno. Algunos proyectos están financiados por organismos multilaterales de crédito que imponen como requisito la participación social, lo cual se traduce en la creación de dispositivos institucionales para el trabajo conjunto entre vecinos, organizaciones políticas, agentes estatales y profesionales. Por otra parte, comienza a utilizarse el término reurbanización, en lugar de urbanización, reconociendo los procesos previos de producción del hábitat realizados por los habitantes de las villas.

En 2016, se sancionó la Ley 5705 de reurbanización de la Villa 20, que dispuso la creación de una Mesa de Gestión Participativa (MGP), con el objetivo de “garantizar e instrumentar la participación activa de los vecinos del barrio en todas las etapas del proceso de reurbanización” (Ley 5705, 2016: Artículo 2). Este proceso contempla obras de infraestructura de servicios urbanos, la construcción de espacios públicos, la apertura de calles, la regularización dominial, la construcción de viviendas nuevas y el mejoramiento de las existentes. A partir de esta ley, el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC)1 diseñó un Proyecto Integral de Reurbanización e impulsó otros dispositivos de participación, además de la MGP: la Mesa Técnica, talleres por manzana, talleres consorciales, defensorías y entrevistas. En las diferentes instancias, intervienen diversos organismos estatales, profesionales, vecinos y organizaciones políticas. Algunos estudios destacan que la participación social en el proceso de urbanización en Villa 20 ha adquirido ciertas particularidades, en comparación con otros barrios.

Se señala que los habitantes de la Villa 20 cuentan con una fuerte tradición organizativa en torno al hábitat y que han logrado participar activamente en la toma de decisiones sobre la reurbanización (CESBA, 2018; Zapata, 2019).

En los últimos años, se formaron tres frentes políticos en la Villa 20, que construyen sus demandas en torno a la reurbanización e intervienen en los dispositivos de participación: la Mesa Activa por la Reurbanización de Villa 20 (en adelante, Mesa Activa), la Unidad Vecinal y el Equipo de Unidad Territorial (EUT), compuestos por vecinos y organizaciones políticas. Los frentes políticos cuentan con el acompañamiento de profesionales: abogados que pertenecen a la Organización no Gubernamental (ONG) Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y arquitectos e ingenieros que integran cátedras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el Taller Libre de Proyecto Social y la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria (CLIC).

En este artículo, presento algunos resultados del trabajo de investigación que realicé en el marco de mi tesis de licenciatura, en el cual me propuse reconstruir los procesos de movilización colectiva en torno a la reurbanización, analizando particularmente las experiencias organizativas que conforman la Mesa Activa por la Reurbanización de la Villa 20. Mi propósito es realizar una contribución a los debates en torno a las relaciones entre las organizaciones villeras y los organismos estatales en el marco de políticas públicas. En este sentido, tomo como referentes conceptuales aquellas investigaciones antropológicas que abordaron procesos de movilización política a partir de la reelaboración de la noción gramsciana de hegemonía (Fernández Álvarez, 2017; Groisman, 2009; Manzano, 2013; Manzano, Fernández Álvarez, Triguboff & Gregoric, 2008; Moreno, 2016). Estos trabajos me aportan una mirada relacional y procesual, que me permite atender de manera articulada los procesos de dominación y de lucha, teniendo en cuenta cómo las intervenciones estatales delinean los límites dentro de los cuales es posible movilizarse y demandar, a la vez que los sectores subalternos también inciden en el enfoque que adoptan las políticas públicas.

Tomar esta perspectiva implica considerar los procesos y tradiciones históricas en los que se enmarcan determinadas modalidades de acción colectiva, prestando atención a las interacciones cotidianas entre los sujetos (Manzano et. al, 2008). En este sentido, me propuse analizar las experiencias en torno a la conformación de una determinada organización política, la Mesa Activa por la Reurbanización de la Villa 20, sin perder de vista el sentido que cobra dentro de una trama de relaciones más amplia. Considero las trayectorias de vida de los vecinos y militantes, sus relaciones entre sí y con los diferentes agentes estatales.

Asimismo, recupero una serie de trabajos que discuten la noción de Estado como una identidad coherente, unificada y autónoma. Tomo el trabajo de Trouillot (2001), quien se propone descentrar la mirada de anclajes institucionales específicos, para abordar un conjunto de prácticas, procesos y sus efectos. Das y Poole (2008) abordan los márgenes de estado, para analizar cómo las poblaciones locales experimentan y redefinen las prácticas estatales. Destaco también la diferenciación que establece Abrams (1988) entre el sistema-estado y la idea-estado: el primero alude a las prácticas y la estructura institucional y lo segundo refiere a una idea difundida que representa al sistema- estado como una expresión integrada del interés general.

La investigación fue realizada desde una perspectiva etnográfica, orientada a aprehender la diversidad presente en los hechos sociales a través de un análisis centrado estratégicamente en las perspectivas de los actores (Balbi, 2010). Estas perspectivas de los actores son incorporadas en el análisis en dos sentidos interrelacionados: a partir de su confrontación con los marcos de referencia del investigador en la producción de la descripción y como parte de la descripción del mundo social analizado (Balbi, 2010). Siguiendo a Salgueiro (1998), adoptar una perspectiva etnográfica también implica estudiar procesos y relaciones sociales a partir de la dimensión cotidiana y local de su producción. Para poder captar la forma en que los sujetos producen e interpretan la realidad social cotidianamente, el análisis etnográfico se vale de la observación participante, que consiste en la experiencia compartida entre quien investiga y los sujetos de estudio. En este proceso, el investigador se integra en la trama de relaciones sociales que le interesa estudiar, lo cual requiere un ejercicio de constante reflexividad.

En este sentido, cabe destacar que mi interés por la temática surgió a partir de mi militancia en una de las organizaciones políticas de la Villa 20, que forma parte de la Mesa Activa. Cuando inicié mi trabajo de investigación, yo ya formaba parte de las relaciones locales. Esta experiencia condiciona mi perspectiva y la de los actores sobre mí y mi investigación. Por un lado, me interesa señalar que este recorrido militante contribuye a la comprensión de las particularidades de la trama de relaciones locales y me aporta ciertos conocimientos que fueron importantes para la interpretación y el análisis durante la realización de la investigación. Por otro lado, mi posición como militante fue un aspecto fundamental en cuanto al acceso al campo una vez iniciada la investigación: me permitió ingresar a algunos espacios y conversar con determinadas personas, a la vez que me dificultó hacerlo con otros. Asimismo, de esta experiencia previa se desprenden algunos supuestos normativos e ideológicos particulares que fue necesario registrar y problematizar atentamente. Una investigación que me permita comprender las contradicciones y complejidades de los procesos políticos, implica cierta apertura para poder desestabilizar algunas certezas previas y correrse del deber ser para desentrañar el cómo es (Rockwell, 2009).

Considerando estas reflexiones metodológicas, realicé diez entrevistas abiertas a los integrantes de la Mesa Activa, profesionales que acompañan a las organizaciones y trabajadores del IVC. También observé distintos espacios de interacción social de la vida cotidiana de los militantes y vecinos y los espacios institucionales de interacción con los agentes estatales (talleres por manzana y reuniones de la Mesa Técnica). Asimismo, incluí el relevamiento y el análisis de fuentes secundarias: la normativa referida a la reurbanización de la Villa 20, documentos producidos por el IVC, videos, notas periodísticas, perfiles de redes sociales de las organizaciones políticas, volantes, comunicados, entre otros. El trabajo de campo inició en marzo del año 2019 y finalizó en diciembre de 2020.

Resulta importante señalar que una parte del trabajo de campo se desarrolló durante la pandemia del COVID-19, lo cual implicó grandes desafíos metodológicos y me impidió realizar un trabajo presencial en el barrio, como lo había previsto. Por lo tanto, tuve que reinventar mis técnicas de investigación al calor de estos acontecimientos novedosos. Realicé entrevistas por videollamada, tuve llamadas por teléfono, intercambié mensajes por WhatsApp y participé de conversatorios y transmisiones en vivo por redes sociales.

A continuación, describo el proceso de creación de la Mesa Activa, considerando el contexto político y social en el que surge este colectivo y la forma en que comienza a disputarse el proyecto de reurbanización. En segundo lugar, reconstruyo las acciones políticas cotidianas de la Mesa Activa, considerando el proceso de construcción de demandas, los vínculos establecidos entre los vecinos y militantes que la integran y sus relaciones con los otros frentes. Por último, analizo las relaciones cotidianas que vecinos y militantes de la Mesa Activa entablan con los agentes estatales, teniendo en cuenta los sentidos locales que circulan sobre el Estado.

No les permitimos eso: Inclusión o gentrificación

La Mesa Activa por la Reurbanización de la Villa 20 se creó en el año 2015, a partir de la experiencia de la toma de tierras que impulsaron vecinos de la Villa 20 en el 2014. El terreno ocupado era contiguo a la villa, había funcionado como depósito de autos de la Policía Federal y, según la Ley 1770, estaba destinado a la urbanización. Esta ley se había sancionado en el año 2005 y establece la realización de un censo y una audiencia pública con los vecinos de la Villa 20 para definir con- juntamente las obras a realizar en pos de urbanizar el barrio. Nueve años después, la Ley 1770 continuaba sin cumplirse y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA) había autorizado la venta del terreno del depósito de autos. Fue en este contexto que algunos vecinos de la Villa 20 decidieron ocupar el predio. Comenzaron a organizarse a partir de la elección de delegados por zona, constituyeron un cuerpo de 21 delegados, construyeron progresivamente sus viviendas y llamaron al nuevo barrio Papa Francisco.

Durante la toma, se acercaron algunos arquitectos, que formaban parte de la cátedra Taller Libre de Proyecto Social de la UBA y que, en ese momento, estaban dando un seminario de Vivienda y Urbanismo Social en esa facultad. El Taller Libre desarrolla actividades de formación para el ejercicio profesional en arquitectura, que se caracterizan por el trabajo conjunto entre los estudiantes, docentes y las organizaciones populares. Junto con el cuerpo de delegados del barrio Papa Francisco, diseñaron un plan progresivo de saneamiento, ocupación transitoria y construcción de viviendas en el predio, que luego tomó forma de plan de urbanización y proyecto de ley.

Frente a la toma de tierras del 2014, así como también en tomas anteriores, el GCBA respondió con desalojos violentos y con la criminalización de referentes políticos. Estas experiencias dieron lugar a un vínculo particular entre las organizaciones y el GCBA, que condiciona las formas de demanda y diálogo que se desarrollan actualmente.

La organización del cuerpo de delegados de la toma del Barrio Papa Francisco, los vínculos que tejieron con los arquitectos y sus relaciones con organizaciones políticas de la Villa 20, confluyeron en la conformación de la Mesa Activa en el 2015. Mateo2, integrante de este frente político, me explicó cómo fue este proceso. Él no sólo forma parte de la Mesa Activa, sino también del Espacio de los Jueves, un grupo de vecinos, organizaciones e instituciones, que se reúnen los jueves desde el año 2008 en el Centro de Salud y Acción Comunitaria (CESAC) 18. A continuación, recupero un fragmento de la entrevista con Mateo:

Algunos de los delegados de lo que había sido la toma del predio del cementerio de autos, que se llegó a conformar un proyecto de urbanización, con la cátedra libre de proyecto social de FADU (...) Parte de esos delegados nos propusieron, a los que estábamos también peleando por la urbanización en el Espacio de los Jueves, hacer algún acto para cuando se cumpliera un año del violento desalojo que se había dado en agosto del 2014 en el predio. Entonces bueno, allí confluyeron diferentes organizaciones sociales y políticas y pensamos una marcha en el obelisco hasta la casa de gobierno de la ciudad… (Entrevista a Mateo, noviembre de 2020)

La Mesa Activa, entonces, emerge como un espacio que permite centralizar diferentes experiencias organizativas en torno a una demanda particular: la reurbanización. Convergen en este frente diferentes organizaciones políticas y partidarias, delegados de la toma de tierras del 2014, el Espacio de los Jueves y profesionales. Resulta importante señalar que las organizaciones que integran la Mesa Activa son del campo de la oposición al frente político que gobierna la ciudad. La Mesa Activa es una alianza entre organizaciones peronistas, kirchneristas y de izquierda. Tiempo después de su creación, las cooperativas, merenderos y organizaciones alineados con el frente Cambiemos se agruparon en el Equipo de Unidad Territorial (EUT). En un principio, la demanda por la reurbanización y la oposición al GCBA mantuvieron unidas a las diversas organizaciones que integraban la Mesa Activa. Sin embargo, en el 2019, se produjo un quiebre, algunas organizaciones se separaron y crearon un nuevo frente: Unidad Vecinal.

Cuando se anunció el proyecto de reurbanización de la Villa 20, la iniciativa fue mirada con desconfianza por las organizaciones de la Mesa Activa, ya que provenía de un gobierno que no había atendido las demandas de los vecinos de Villa 20, había incumplido la ley de urbanización del barrio por muchos años y había reaccionado con violencia y criminalización frente a las ocupaciones de tierras. La Mesa Activa surge precisamente a partir de la organización en el marco de una toma de tierras y la memoria colectiva en torno al desalojo violento fue el elemento que aglutinó a diversos grupos.

¿Por qué el GCBA decidió desarrollar un proyecto de reurbanización en el año 2016? Para los vecinos y militantes de la Mesa Activa, la decisión estuvo muy vinculada con el proyecto de construcción de la Villa Olímpica, un barrio cerca de la Villa 20 destinado a alojar a los jóvenes que participaran de los Juegos Olímpicos de la Juventud del año 2018. En algunas investigaciones, se destaca que los proyectos de reurbanización de villas anunciados en el año 2016 fueron acompañados por grandes obras de renovación urbana en la zona (Barrios & Magno, 2019; Di Virgilio et al., 2019).

Para Luciana, militante de la Mesa Activa, el proyecto tenía que ver con la “necesidad de no mostrar la pobreza a la ciudad” y que se estaba dando un “proceso de gentrificación” (entrevista a Luciana, junio de 2019). En relación a esto, Luciana afirma lo siguiente:

No cualquiera puede sostener el costo de ser ciudadano de la CABA. (...) Este proceso va empezando a ser lo que fue la premisa nuestra desde el minuto cero, de proceso de gentrificación, de sacar a la gente pobre de la ciudad, se queda en la ciudad sólo el que lo puede pagar. (...) acá es a largo plazo, va a llegar un momento en el que, con esta situación económica, el vecino que vive en Papa se va a tener que ir. (Entrevista a Luciana, junio de 2019)

La premisa desde la que partió la Mesa Activa fue que la decisión política de urbanizar el barrio no tuvo que ver con un proyecto social de inclusión y una intención de garantizar el derecho a la vivienda, sino con un proceso de gentrificación. Esta premisa se basó, por un lado, en las convicciones políticas de las organizaciones que integran la Mesa Activa, que se oponen al proyecto político del partido que gobierna la ciudad. La lectura política que las organizaciones tenían sobre los objetivos de ese gobierno se asienta también sobre la base de las experiencias locales y cotidianas que vivieron en relación con el GCBA en la Villa 20.

Di Virgilio y Guevara (2014) analizan el desarrollo de la gentrificación impulsada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde la década de 1990. La gentrificación es entendida como “la transformación de áreas centrales degradadas de las ciudades, con el consecuente desplazamiento de población de bajos ingresos y su reemplazo por sectores más acomodados o por actividades comerciales y económicas avanzadas” (Di Virgilio & Guevara, 2014, p. 13). La creación de distritos o polos ha sido frecuente en la zona sur de la ciudad y está orientada a una mayor especialización territorial, que aumenta la rentabilidad de las empresas. Esta estrategia de desarrollo urbano es analizada por Di Virgilio y Guevara (2014), en el marco de un contexto regional de difusión del empresarialismo urbano, que consiste en la promoción de la actividad económica privada por parte del Estado, a través de la transformación del territorio.

Entonces, desde un principio, entró en discusión la orientación del proceso de reurbanización de la Villa 20, que puede conducir a objetivos políticos diferentes: puede apuntar a garantizar el derecho de la población de la villa a vivir dignamente en la ciudad o desarrollar un proceso de gentrificación y lograr, a largo plazo, expulsar a la gente pobre de la ciudad. Se planteaba una disyuntiva entre la defensa de los intereses económicos del sector privado o la defensa de los derechos y necesidades de los vecinos del barrio. Los militantes de la Mesa Activa entendían que el GCBA se preocupaba por los primeros y, por lo tanto, resultaba necesaria la participación de los vecinos y organizaciones, para lograr una reurbanización que contemplara sus intereses. En sus comienzos, la Mesa Activa formuló sus demandas y definió sus intervenciones políticas a partir de una confrontación con el GCBA, que se basó en la oposición de dos formas de reurbanizar el barrio que apuntaban a objetivos políticos diferentes. Sin embargo, como veremos más adelante, en las prácticas y relaciones cotidianas entre los militantes y agentes estatales que se fueron desenvolviendo en el proceso, el gobierno no es entendido como una entidad homogénea y unificada con intereses claros.

Luciana comentó durante el inicio del proceso de reurbanización, que “habían pensado un proyecto moderno (...) y el vecino busca lo tradicional. Le dijimos: no les permitimos eso. Se encontraron con negros universitarios, negritos que saben, que te la van a pelear y que tenemos vínculos. Terminaron rechazando el proyecto” (registro de campo, mayo de 2019).

A partir de esta actitud de confrontación (no les permitimos eso), la Mesa Activa comenzó a posicionarse como interlocutor reconocido por el Estado. El reconocimiento parece girar en torno al saber, ya que se destacan los conocimientos académicos. También cobran relevancia los vínculos que la Mesa Activa construyó con los profesionales y otros actores políticos.

La rosca y la unidad en el proceso cotidiano de construcción de demandas políticas

Desde que se sancionó la Ley 5705 de reurbanización de la Villa 20, los militantes y vecinos que forman parte de la Mesa Activa participan en los diferentes dispositivos de participación que coordina el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC). Según la normativa que refiere al proceso de reurbanización, las decisiones sobre los procedimientos, pautas y condiciones en las que se llevarán a cabo las distintas etapas del proceso se consensuan en la Mesa de Gestión Participativa (MGP). Sin embargo, algunos militantes interpretan que, en la práctica, las definiciones se dan en la Mesa Técnica. Algunos trabajadores del IVC señalan que, con el tiempo, la MGP se transformó en una instancia para brindar información, ya que era una reunión muy masiva, en la que la gente iba rotando, y se dificultaba realizar un trabajo más fino de definición de cuestiones operativas y de toma de decisión. Por lo tanto, luego se decidió conformar la Mesa Técnica, a la que asisten algunos referentes políticos, profesionales y agentes estatales de diferentes organismos. En la Mesa Técnica se definen los temas que luego se tratan en la MGP. Además, se debaten algunas cuestiones más precisas de cada una de las etapas del proceso.

Los vecinos y militantes de la Mesa Activa también participan en los talleres de cada manzana. En un taller, podía suceder que les digan “¿y ustedes por qué vienen acá? Si no son de esta zona” (entrevista a Luciana, junio de 2019) y, en ese caso, los integrantes de la Mesa Activa les explicaban que se trataba de decisiones colectivas, ya que, al vivir en un mismo barrio, las decisiones que se tomen sobre una manzana afectan a las demás. Hablando de los talleres, Luciana comentó que es habitual, cuando se piensan los proyectos de cada manzana, hacerlo por separado. Por ejemplo, para las aperturas de calles, estas no tienen una coherencia que contemple la relación entre todas las manzanas.

La acción política de la Mesa Activa, cuyos integrantes vivían en diferentes manzanas del barrio e intervenían en los talleres de otras manzanas, redefine y amplía los alcances de lo colectivo. Para estos militantes y vecinos, lo colectivo no se refiere únicamente a lo que tienen en común los vecinos de cada manzana particular, sino también a lo que comparten todos los vecinos de la Villa 20.

Además de asistir a estas diferentes reuniones pautadas desde el GCBA, la Mesa Activa se reúne periódicamente para construir sus demandas políticas:

Nos juntamos primero a hacer un vistazo, un panorama de la coyuntura política, qué vemos, qué está pasando ahora con el Gobierno de la Ciudad, con el Gobierno Nacional. (...) y después, bueno, ¿qué opciones hay? ¿qué existió históricamente como programas, planes? Tenés las leyes (...) y empezar a pensar. Decir bueno, ¿quién sabe de esto? Busquemos a los arquitectos, busquemos a tal persona que tiene expertise también en, todas las cooperativas... (Registro de campo, junio de 2019)

En este fragmento, se reconstruye parte de la experiencia de debate, en las reuniones internas de la Mesa Activa, sobre las operatorias, planes de ejecución de las distintas etapas del proceso de reurbanización. La Mesa Activa formula demandas posibles en el marco de una determinada coyuntura política, teniendo en cuenta las leyes en las que pueden enmarcarse y las políticas públicas existentes. En este proceso, se tejen vínculos con expertos y con otros actores sociales del barrio, como las cooperativas.

La primera vez que me reuní con Fernando, militante de la Mesa Activa, para contarle sobre mi interés de investigación, le pregunté si lo podía acompañar a alguna de sus reuniones. Él me dijo que de ahí no “iba a sacar nada bueno” (entrevista a Fernando, abril de 2019), ya que son reuniones entre pocas personas, donde hay mucha rosca política (refiriéndose a las discusiones en torno a la negociación de diferentes estrategias políticas).

Tomando las reflexiones de Eilbaum y Sirimarco (2006) y Zenobi (2014) sobre sus experiencias de trabajo de campo, puedo pensar las dificultades en los accesos a los espacios, no como obstáculos para la investigación, sino como parte de ella. Esas dificultades hablan sobre las particularidades de la trama de relaciones de esos espacios. Por este motivo, Eilbaum y Sirimarco (2006) sostienen que ninguna reflexión teórica puede prescindir de una reflexión metodológica. Para pensar este problema metodológico, resultan esclarecedores los aportes de Berreman (1962), en relación a lo que llama región posterior y la región frontal. En el transcurrir del trabajo de campo, nos es asignado un rol dentro de ese mundo social conocido, en función de las impresiones que generemos en los sujetos. Estos roles condicionan nuestra posibilidad de acceso a la información, teniendo en cuenta que las personas también cuidan las impresiones que producen. Para analizar esta cuestión, Berreman (1962) toma la división que hace Goffman entre una región posterior, donde se prepara el desarrollo de una rutina, y una región frontal, donde se presenta el desarrollo. El acceso a las regiones está controlado a fin de impedir que los extranjeros puedan ver la región posterior. Es decir, los sujetos deciden mostrar una imagen de sí mismos, una fachada, ocultando algunos aspectos.

La Mesa Activa construye una imagen de sí misma que le permite legitimar sus demandas frente a las autoridades estatales, lo cual puedo identificar con el concepto de región frontal. La región posterior, en este caso, tiene que ver con el desarrollo de conflictos y discusiones al interior de la Mesa Activa para formular las demandas y vincularse con los organismos estatales. Considero que la importancia del mantenimiento de esa presentación de sí para los objetivos políticos de la Mesa Activa podría haber dificultado mi acceso a la región de trastienda. Sin embargo, es indispensable recordar que las fachadas y trastiendas dependen de la audiencia y, en este sentido, la posibilidad de acceder a la trastienda dependerá del rol que me sea asignado en esas reuniones. Según lo que me comentó Fernando, es posible que en la Mesa Activa mi rol adjudicado sea el de militante de su organización política, el cual me habilita a presenciar algunas de las discusiones, pero me impide acceder a otros aspectos. Por lo tanto, la posibilidad de acceso del investigador a la región posterior depende del rol que se le asigne en ese mundo social y de su posición relativa a los diferentes grupos sociales. Cabe destacar que, en un contexto en el que la adscripción político-partidaria es una cuestión relevante para producir distinciones entre los actores, mi asociación con una determinada organización política condiciona fuertemente mis vínculos con los sujetos.

La forma en que Fernando me describió las reuniones me llevó a pensar sobre los vínculos establecidos al interior de la Mesa Activa. ¿Cómo se da la rosca política? ¿Sobre qué cuestiones hay acuerdos y sobre cuáles hay desacuerdos? ¿Por qué presenciar esas discusiones no sería algo bueno para mi investigación? Una cuestión fundamental para comprender este proceso es la diversidad de organizaciones políticas que conviven en ese espacio. Uno de los elementos que por un lado une y, por otro lado, divide a los integrantes de la Mesa Activa es la ideología política y afiliación partidaria. Esta distinción resulta relevante para los actores, que en muchos casos se vinculan en tanto representantes de las organizaciones políticas de las que forman parte, organizaciones peronistas, kirchneristas y de izquierda, que se unen en tanto oposición a Cambiemos, frente político que gobernaba la ciudad y la nación. En palabras de Fernando, la Mesa Activa es antiMacri.

Recuperando los aportes de la antropología política clásica sobre los procesos de fusión y fisión, podemos pensar la forma en que los valores de pertenencia son relativos, es decir, cambian en función de los contextos concretos (Evans-Pritchard, 2010; Gluckman, 2003). Evans-Pritchard (2010), al analizar la estructura política de los nuer del sur de Sudán, señala que las relaciones políticas son dinámicas y que, en una situación, un nuer puede considerarse miembro de una tribu, pero no así cuando su sección tribal se enfrenta a otra. Gluckman (2003) también reflexiona sobre este dinamismo en el caso de Zululandia, y nos muestra que la adscripción de un individuo a los diferentes grupos cambia según los intereses, valores y normas que determinan su comportamiento en cada situación. Por ejemplo, los zulúes y los blancos, grupos históricamente antagónicos, establecen relaciones de cooperación en una situación en la que tienen un interés en común: la construcción de un puente.

En nuestro caso, si bien las organizaciones trotskistas y kirchneristas se unen en la Mesa Activa como oposición al GCBA, en el contexto de las elecciones del año 2019, las diferencias partidarias se hicieron más evidentes y desencadenaron conflictos al interior del frente que, según una militante, estaba “en crisis, por la coyuntura electoral” (entrevista a Luciana, junio de 2019). Asimismo, las organizaciones que se consideran parte del espectro político del peronismo-kirchnerismo, ante la emergencia de un problema con una organización trotskista durante las elecciones, expresaron posturas diferentes, lo cual precipitó la división entre la Mesa Activa y Unidad Vecinal. Sin embargo, en las reuniones de la Mesa Técnica, según una militante, predomina una dinámica de enfrentamiento oposición/oficialismo. “Nos matamos”, dijo, pero saben que “primero está el barrio”. Sobre una de sus compañeras de la Mesa Activa que milita en otra organización política me comentó: “nos cagamos de risa, nos juntamos a tomar algo después de la reunión” (entrevista a Luciana, junio de 2019).

Así como los militantes de las distintas organizaciones confluyen en la Mesa Activa y se unen en oposición al GCBA, las diferencias entre los tres frentes también son dejadas de lado en determinados contextos, que favorecen que estos se aglutinen en un colectivo mayor. Al inicio de la pandemia del Covid-19, los tres frentes se aliaron para presentar una propuesta conjunta al GCBA sobre las políticas sanitarias en la Villa 20. En el documento donde se comunica la propuesta, que circuló por las redes sociales, se presentan así: “tres frentes conformados por diferentes organizaciones (EUT, Mesa Activa, Unidad Vecinal), que junto al IVC, somos parte de la Mesa Técnica”. En el marco de la crisis social, sanitaria y económica que desencadenó la pandemia, los frentes políticos y los agentes estatales del IVC, desarrollaron nuevas tareas que no estaban directamente vinculadas con el proceso de reurbanización del barrio, para poder atender las necesidades y urgencias surgidas en el nuevo contexto. Repartieron alimentos a los vecinos del barrio y trabajaron en la prevención y promoción de la salud, en distintos dispositivos estatales. En el comunicado en cuestión, las organizaciones que participan de la Mesa Técnica se dirigen a los Ministerios de Desarrollo Social y de Salud, exigiendo que la garantía del derecho a la salud no recaiga en el trabajo voluntario de las organizaciones sino en el gobierno y proponiendo un sistema de postas sanitarias. La experiencia compartida en la Mesa Técnica es un elemento que ha funcionado en este contexto para construir una identidad colectiva entre los tres frentes políticos, en tanto vecinos de la Villa 20 y trabajadores voluntarios que realizan diferentes tareas que son responsabilidad del gobierno. Incluso en la forma de presentarse, se posicionan junto al IVC dentro de la Mesa Técnica, diferenciándolo de otros organismos ya que en este caso sus demandas son dirigidas a los ministerios.

Teniendo en cuenta estos procesos de fisión y fusión entre las diferentes organizaciones, me interesa retomar una pregunta que enuncié previamente, en relación a la rosca política en las reuniones de la Mesa Activa: ¿por qué presenciar esas discusiones no sería algo bueno para mi investigación? Mientras realizaba mi trabajo de campo y conversaba con diferentes personas, me encontré con que la unidad era algo especialmente valorado por todos. La posibilidad de que diferentes organizaciones políticas, vecinos, militantes, con ideas diferentes y trayectorias diversas, se unan en pos de una causa común y puedan trabajar conjuntamente a lo largo del proceso de reurbanización, era algo que caracterizaba a la Villa 20, diferenciando este proceso del que tuvo lugar en otros barrios, algo que enorgullece a algunos militantes y conmueve a otros.

Mateo lo destacó al hablar sobre la marcha a la Casa de Gobierno que organizaron los delegados y vecinos que constituyeron la Mesa Activa en el año 2015:

...una marcha en la que, yo suelo decir y esta es una frase trillada: con banderas de todos los colores. Porque participaron compañeros del peronismo, como también de la izquierda (...) para mí eso fue algo muy lindo, porque quizá tengan pensamientos diferentes en otras áreas, en otras situaciones, pero el tema de la vivienda, el tema del barrio, salimos juntos a pelear para que el barrio sea urbanizado. (Entrevista a Mateo, noviembre de 2020)

Se considera que el proceso de reurbanización de la Villa 20 tiene características que lo diferencian de otras villas. Agentes estatales, militantes, e incluso investigadores académicos, sostienen que en la Villa 20 pudo darse un proceso mucho más participativo que en otros lugares. Una trabajadora del IVC afirmó que “cada barrio es un mundo”. En las diferentes conversaciones, la Villa 20 se describe como un mundo construido a partir de relaciones sociales y políticas particulares.

Cabe mencionar que una de las arquitectas que asesoran a las organizaciones de la Villa 20 destacaba la “cohesión y el protagonismo” de los vecinos de ese barrio. Cuando hablaba de los delegados de la toma del 2014 decía que: “se ponían de acuerdo, las cosas que había que hacer, las dificultades, eso me pareció un ejemplo extraordinario. Y eran de partidos políticos diferentes, ¡eso era lo otro que también me parecía extraordinario!” (entrevista a Betina, noviembre de 2020). Consideraba que como la necesidad era tan fuerte, algunas mezquindades podían ser dejadas de lado.

Retomando la pregunta que formulé previamente, quizá es la unidad, esta cualidad extraordinaria del mundo de la Villa 20, lo importante a los ojos de los actores, lo que vale ser investigado y registrado. Esta imagen de unidad es la que se cocina lentamente en las reuniones de la Mesa Activa, a través de la rosca política, para presentarse como grupo con determinadas demandas en común frente a los organismos estatales. La rosca, un proceso de discusión recluido en la trastienda en el que las diferencias quedan expuestas, es precisamente el mecanismo a través del cual se construye unidad.

Las demandas en común, que articulan la unidad , son trasladadas hacia los diferentes dispositivos de participación. Refiriéndose a las reuniones de la Mesa Técnica, Luciana dijo: “vamos nosotros y decíamos, bueno ¿qué pedimos? ¿de qué no nos bajamos? ¿qué se puede negociar?” (entrevista a Luciana, junio de 2020). La Mesa Activa construye la significación de sus diferentes demandas, realizando un trabajo de definición de lo negociable y lo innegociable. Para agilizar estos procesos de discusión se acuerda entre los referentes de la Mesa Activa y los referentes del IVC realizar reuniones previas a las oficiales. También se organizan asambleas con los vecinos de las manzanas, previas a los talleres del IVC.

En algunas situaciones particulares, se realizan volanteadas destinadas a los vecinos del barrio, en las que la Mesa Activa informa sobre lo que se está discutiendo en las reuniones, da a conocer sus demandas y/o realiza alguna denuncia. El formato del volante, como herramienta de denuncia o de difusión, se decide en función de los acuerdos conseguidos con el IVC en las reuniones.

Una trabajadora del equipo territorial del IVC consideraba que las organizaciones “respetaban el proceso”, lo cual quería decir que, para hacer escuchar sus demandas, hacían uso de los espacios habilitados y consensuados para tal fin: “todo se podía plantear en la Mesa Técnica”. Por ejemplo, destacaba que, ante la demora en la entrega de los departamentos nuevos, las organizaciones no incentivaban la toma de las viviendas. Una de las formas más frecuentes de mostrar el descontento con algunas situaciones era a través de comunicados.

Entiendo que en la realización de las asambleas, comunicados y volanteadas hay una cierta continuidad con las tradiciones de otras organizaciones políticas a las que pertenecen muchos de los miembros de este colectivo. Sin embargo, estas se reconfiguran a partir de las relaciones que se tejen con los organismos estatales en un contexto histórico y político determinado. Para comprender estas dinámicas, cabe destacar la propuesta de Manzano (2004), que permite pensar cómo las formas de acción colectiva se nutren de tradiciones políticas, se configuran dentro de límites impuestos por las instituciones, y a su vez, están sujetas a la negociación e innovación de los sujetos. Las formas de demandar de la Mesa Activa se inscriben en la tradición militante de las organizaciones políticas del barrio que la componen y, a su vez, adquiere nuevas particularidades en este contexto, en el que el IVC habilita nuevas instancias de diálogo y negociación. Ahora bien, los dispositivos estatales amplían ciertas posibilidades de demanda y limitan otras.

Estas instancias oficiales son también desafiadas por los integrantes de la Mesa Activa, que abren nuevos canales de comunicación. La ley formalizó y legitimó determinadas modalidades de consensuar, mientras que otras, incluso más relevantes en la cotidianeidad de los actores, quedan por fuera de la regulación de la ley. Por ejemplo, resulta fundamental levantar el teléfono: sin acordarlo explícitamente en las reuniones, algunos referentes de organizaciones políticas llaman a los agentes estatales. Una trabajadora del IVC también destacaba que el coordinador tenía “conversaciones muy cercanas por teléfono” con los referentes de las organizaciones políticas.

A partir de estas reflexiones sobre las formas de acción política, vemos cómo la Mesa Activa hace política más allá de aquellas instancias oficiales delimitadas desde las instituciones. Construyen cotidianamente otros espacios y canales, como las reuniones internas, las asambleas, los comunicados, las reuniones previas con el IVC y las llamadas por teléfono. Las palabras de mis interlocutores me llevan a recorrer otros espacios, cotidianos, menos visibles, menos accesibles, en los que se hace política, se discute, se tejen y destejen relaciones. En este sentido, es crucial recuperar aquella curiosidad analítica de la que hablan Fernández Álvarez, Gaztañaga y Quirós (2017), menos preocupada por capturar los productos de la acción y más interesada en lo que las personas coproducen haciendo. Esta mirada implica abordar a la política como proceso vivo, considerando aquellos espacios, tiempos y relaciones que forman parte del hacer cotidiano, que quizá no son reconocidas socialmente como instancias políticas.

La institución, el equipo y las personas: relaciones interpersonales entre militantes, vecinos y agentes estatales

Las relaciones establecidas entre la Mesa Activa y los organismos estatales fueron definidas como un ida y vuelta: la Mesa es reconocida como interlocutor válido para debatir las condiciones del proceso de urbanización y de esta forma, el IVC prueba diversas estrategias y se apropia de aquellas ideas que propone este colectivo para orientar su práctica en los procesos de urbanización en otras villas. A continuación, repongo un fragmento de una conversación con una militante.

Siempre fuimos el termómetro. Yo creo que eso es una manera de usarnos también, de un ida y vuelta. Nosotros negociamos, sabemos lo que queremos, pero ellos usan eso de termómetro sabiendo que el otro barrio les va a pedir lo mismo. (...) sabiendo que somos los conejillos de indias, lo prueban acá, lo testean acá, porque saben que somos los boludos que nos sentamos a pensar... (Registro de campo, junio de 2019)

Un militante de la Mesa Activa también afirmó que el beneficio de las instancias de negociación con el IVC es “recíproco” porque los integrantes de la Mesa Activa pueden lograr acuerdos que contemplen sus demandas, mientras que los proyectos impulsados por el GCBA se legitiman como políticas públicas consensuadas. A partir de estos fragmentos, podemos ver que algunos integrantes de la Mesa Activa hablan de sus vínculos con los organismos estatales como relaciones de intercambio, en las que se ponen en juego recursos materiales y bienes simbólicos (Pita, 2010). En este sentido, resulta necesario tener en cuenta las relaciones de interdependencia que se construyen entre el Estado y las organizaciones, que incluyen tanto vínculos de conflicto como de cooperación.

Ahora bien, en estos casos, al hablar de intercambio, aparecen dos partes diferenciadas, dos colectivos con intereses políticos definidos: la Mesa Activa/ organizaciones de la oposición y el IVC/GCBA. Sin embargo, la dinámica entre los agentes estatales y los militantes y vecinos de las organizaciones no puede reducirse a la articulación de una polaridad. En algunas circunstancias, las relaciones aparecen claramente como intercambios entre dos partes, por ejemplo, cuando se produce algún enfrentamiento entre las demandas acordadas por las organizaciones y la postura de los coordinadores del IVC o funcionarios del gobierno. Muchas veces, los referentes políticos subrayan esa diferencia y la polaridad puede ser una clave de lectura que resulta políticamente muy productiva, para posicionar los reclamos y delinear un destinatario claro. Sin embargo, al tener en cuenta la cotidianeidad de las relaciones, encuentros y desencuentros entre la diversidad de actores, podemos divisar algunos matices. Estos matices y complejidades son reconocidos por los militantes, vecinos y agentes estatales y son fundamentales para la comprensión de su propio mundo y para poder operar en él.

Desde una perspectiva etnográfica sobre el Estado, podemos ver que el IVC no es una entidad cerrada, con límites definidos y con una visión unívoca. En este organismo estatal, circulan personas con trayectorias diversas, diferentes agencias, sentidos y prácticas, que muchas veces aparecen oscurecidas bajo un único término: el Estado. Otras veces, la heterogeneidad y la fragmentación de las prácticas estatales son puestas en evidencia por los propios actores. Según Balbi (2010), la etnografía puede contribuir en la desnaturalización del Estado, a partir de tres tipos de análisis: de los procesos sociales que producen las agencias y prácticas que conforman al sistema-estado, de la producción de variaciones en torno a la representación del Estado y de la génesis social de la reificación (cómo la idea- estado se funde con el sistema-estado). Me detendré en el segundo tipo de análisis. La perspectiva etnográfica nos exige no presuponer qué concepciones tienen los actores sobre el Estado, lo cual implica desarrollar una escucha y mirada atentas a las variables formas concebir lo que entendemos como Estado, en una trama de relaciones sociales particulares y situadas. Para esta tarea, considero esclarecedor el trabajo de Canelo (2008), que identifica diversas representaciones del Estado presentes entre dirigentes de migrantes andinos. Las representaciones sobre qué es y cómo opera el Estado se relacionan con las prácticas y objetivos políticos, en el marco de las relaciones que dirigentes de migrantes del área andina central establecen con empleados y funcionarios públicos del GCBA en torno a espacios públicos porteños.

En nuestro caso, cabe destacar que, como decía previamente, el Estado en algunas situaciones aparece como una totalidad vinculada estrechamente con los intereses del gobierno de turno. Sin embargo, en otros contextos, se desarma esa totalidad aparente. Luciana, militante de la Mesa Activa, me señaló una diferencia entre el equipo del IVC, los trabajadores que están cotidianamente en el barrio, y la institución, que alude a los representantes del GCBA y su proyecto político. Me dijo que la Mesa Activa tiene buenas relaciones con el equipo del IVC. Esta diferenciación entre equipo e institución resulta central para tejer los vínculos cotidianos en el barrio. También encuentro esta idea en la perspectiva de Fernando, quien me dijo que muchos de los trabajadores del IVC tienen una ideología política similar a los militantes de la Mesa Activa y que, por eso, están predispuestos a escuchar sus demandas.

Una trabajadora del IVC me explicó que, dentro de este organismo, los trabajadores que componen el Equipo Territorial tienen un “interés por lo social. Lo veíamos como un tipo de militancia, comprometidos con la situación de los vecinos” (entrevista a trabajadora del IVC, diciembre de 2020). Resulta interesante notar que, si bien en determinados contextos, es útil la distinción entre militantes y agentes estatales, estas dimensiones se entrecruzan en personas de carne y hueso con trayectorias complejas. Ahora bien, dentro del IVC, hay militantes con ideologías políticas diversas. Por un lado, están los militantes del equipo territorial y por el otro, “los militantes del PRO tenían trabajo de oficina” (entrevista a trabajadora del IVC, diciembre de 2020). En este sentido, podemos comprender que la diferencia entre el equipo e institución cobra relevancia para los militantes de la Mesa Activa, que encuentran en el equipo personas más receptivas para sus demandas, ya que tienen ideas políticas afines. La distinción entre equipo e institución está vinculada con determinadas representaciones locales sobre el Estado, que adquieren sentido a través de los vínculos cotidianos que los militantes y vecinos establecen con los agentes estatales y resultan relevantes para formular sus demandas y para orientar la acción política.

Al hablar sobre las relaciones cotidianas con los agentes estatales, Luciana afirmó lo siguiente:

Se tiene que entender que es un proceso participativo. (...) No tiene que ver con la confianza [en el IVC]. No tiene que ver con la buena voluntad. Ya nos conocemos, ya van 3 años del proceso, yo sé quiénes son los coordinadores, son buenas personas, están bien formados (...) tiene que ver con una forma de trabajar. Nosotros creemos que ustedes trabajan, nosotros controlamos. (Entrevista a Luciana, junio de 2019)

Me interesa recuperar estas palabras para destacar que la imagen del Estado como totalidad identificada con el GCBA se desdibuja con el transcurrir del tiempo compartido y a partir del conocimiento personal de los agentes estatales. Lo que a veces aparece como una relación política de conflicto entre intereses opuestos, convive con las dinámicas cotidianas de los militantes y los agentes estatales, que se relacionan no sólo como representantes de diferentes colectivos, sino como personas. Los coordinadores no son meros agentes que encarnan e instrumentan un propósito general que tiene el organismo estatal, sino que son seres humanos con trayectorias complejas, insertos en tramas de relaciones sociales, personales y afectivas. Incluso, la relación entre los agentes estatales y militantes puede ser vivida como una relación de trabajo, en la que son compañeros que asumen diferentes roles en la gestión común de una política pública, desdibujando así la frontera entre el Estado y la sociedad.

En las conversaciones con diferentes actores, se destaca la relación que los vecinos y militantes tuvieron con Roviralta, quien era el presidente del IVC cuando se anunció el proceso de reurbanización. Un militante de la Mesa Activa dijo: “es una persona muy afable, muy observadora, escuchaba, la verdad que escuchaba” (registro de campo, octubre de 2020). Mis interlocutores destacaban que era una persona que caminaba por el barrio, que pasaba mucho tiempo allí y que era atento a las necesidades particulares que tenía cada vecino. Su actitud fue una sorpresa para muchos, que no esperaban este trato por parte de un funcionario del GCBA. De hecho, algunos sostienen que a Roviralta lo echaron de su cargo en el año 2016, después de que se sancionara la ley, porque su forma de trabajar no coincidía con la línea política de las autoridades del gobierno y había “abierto” la participación más de lo que debía. Sobre la relación de los militantes de la Mesa Activa con Roviralta, Mateo comentó lo siguiente: “nosotros sentimos mucho cuando él tuvo que dejar el cargo, inclusive algunos compañeros lagrimearon. (...) se había ganado la confianza nuestra, por más que fuera un funcionario del gobierno, porque con el gobierno no congeniamos en casi nada” (entrevista a Mateo, noviembre de 2020).

A lo largo del proceso de reurbanización de la Villa 20, se tejen cotidianamente relaciones interpersonales entre los militantes, vecinos y agentes estatales, a partir del trato directo entre personas de carne y hueso que comparten mates, reuniones, caminatas por el barrio y conversaciones por teléfono. En este sentido, se vuelve imperioso desarrollar una mirada atenta a las contradicciones, alianzas múltiples y relaciones de afinidad, no sólo entre el organismo estatal y el colectivo de los vecinos/militantes, sino al interior de cada sector. De manera similar a lo que registró Canelo (2008) en su contexto etnográfico, podemos identificar aquí una imagen sobre el Estado como una entidad que no es independiente de los individuos que lo conforman, ya que las relaciones personales son relevantes en la forma en que los agentes sociales realizan sus gestiones ante el Estado o como parte de este. Así, se pone en evidencia una compleja serie de interacciones que incluyen no sólo relaciones de confrontación, sino también relaciones de afinidad y reciprocidad (Manzano et. al, 2008).

Conclusiones

En este artículo me propuse describir y analizar determinadas formas de movilización colectiva en torno al proceso de reurbanización de la Villa 20. Particularmente, me centré en la conformación de la Mesa Activa por la reurbanización de la Villa 20 y, desde un enfoque antropológico sobre las relaciones de hegemonía, consideré la trama de interacciones cotidianas entre vecinos, militantes y agentes estatales, en la que se inscriben las acciones políticas colectivas.

A través de la perspectiva etnográfica, fue posible registrar la complejidad de las interacciones y prácticas cotidianas, poniendo el foco en los sentidos que los actores le otorgan a sus experiencias. Esta mirada me permitió poner en cuestión algunos supuestos con los que inicié la investigación, vinculados con construcciones de sentido común sobre los procesos políticos y con mi posicionamiento como sujeto-teniendo en cuenta mi trayectoria como militante en el barrio-.

Por un lado, al considerar la dimensión cotidiana de las prácticas políticas de los vecinos y militantes de la Mesa Activa fue posible descentrar la mirada de los dispositivos institucionales de participación regulados desde el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) y registrar que la Mesa Activa también hace política por fuera de aquellas instancias oficiales, en espacios menos visibles. Los militantes y vecinos desarrollan estrategias creativas y entablan vínculos políticos que desbordan las limitaciones del lenguaje impuesto desde los organismos estatales.

Además de intervenir activamente en los dispositivos de participación, los integrantes de la Mesa Activa tienen llamadas por teléfono con los agentes estatales y se encuentran con ellos en otros espacios. También establecieron vínculos con arquitectos e ingenieros comprometidos con causas populares, con quienes intercambian saberes y se nutren de nuevos recursos para formular sus demandas políticas. Asimismo, se reúnen frecuentemente para definir una serie de demandas en común para cada etapa del proceso de reurbanización, apropiándose de las tradiciones de las organizaciones políticas, que se redefinen en relación con los organismos estatales (Manzano, 2004). En esas reuniones, a través de la rosca política, las diferentes organizaciones que componen la Mesa Activa construyen una imagen de unidad para presentarse frente a los organismos estatales en los dispositivos de participación. La unidad entre diferentes organizaciones y actores que tienen formas distintas de pensar es especialmente valorada y destacada por mis interlocutores: es entendida como un aspecto que caracteriza a la Villa 20 y la diferencia de otros barrios. Esta unidad es cambiante, en tanto se producen dinámicos procesos de fisión y fusión entre frentes y organizaciones, en el marco de contextos concretos.

Por otro lado, me interesa señalar que, al inicio de la investigación, la relación entre la Mesa Activa y el IVC se me presentaba como una confrontación entre dos colectivos bien diferenciados, que parecían tener intereses y perspectivas opuestos. A medida que fue avanzando mi trabajo de campo y fui incorporando algunas reflexiones conceptuales antropológicas sobre el Estado y los movimientos sociales, comencé a registrar la heterogeneidad al interior de cada sector. Empecé a prestar más atención a las interacciones cotidianas entre las personas y a las representaciones locales sobre el Estado. Por lo tanto, noté que los vecinos, militantes y agentes estatales, en el tiempo compartido tejen cotidianamente relaciones interpersonales, entablan alianzas, construyen relaciones de confrontación, así como de afinidad y cooperación.

Cuando el GCBA anunció el proyecto de reurbanización en el barrio, la iniciativa fue mirada con desconfianza por los vecinos y militantes, una desconfianza que se asienta sobre la base de las relaciones que se construyeron a lo largo de los años con los agentes del gobierno. Por lo tanto, se generó una confrontación inicial con el gobierno y el eje de disputa comenzó a girar en torno a dos formas diferentes de reurbanizar, que apuntan a intereses y objetivos políticos opuestos: una reurbanización para garantizar la inclusión social vs. gentrificación, que implica la exclusión de los sectores populares de la ciudad. Entonces, para luchar por una reurbanización que contemple los intereses de los vecinos de la villa, la Mesa Activa buscó posicionarse como interlocutor reconocido por el Estado y su demanda central es ese momento era que se garantice la participación de los vecinos en la toma de decisiones. Luego, la Ley de reurbanización 5705 sancionada en el año 2016 formalizó y legitimó determinadas modalidades de intervención de los vecinos y militantes. En el marco de estos nuevos espacios compartidos, entablaron relaciones sociales, políticas y afectivas con los diferentes agentes estatales. En estos vínculos, cobra relevancia la diversidad de trayectorias, ideas y formas de trabajo que tienen los agentes del IVC. En este sentido, recuperando algunas reflexiones antropológicas sobre el Estado, resulta necesario no naturalizar la apariencia del Estado como una entidad coherente y unificada y no tomar como evidentes los límites que lo definen (Abrams, 1988; Das & Poole, 2008; Trouillot, 2001).

Las relaciones y sentidos que se construyen en el marco de la participación de los habitantes del barrio en el proyecto de reurbanización, también invitan a reflexionar sobre la relación entre Estado y sociedad civil. Siguiendo a Moreno (2016), que aborda las disputas en torno a las políticas de vivienda que se gestionan conjuntamente entre diversos actores desde una perspectiva etnográfica, me interesa destacar que, en nuestro caso, las fronteras entre el Estado y sociedad se desdibujan en el proceso de discusión en torno a la reurbanización.

En la gestión conjunta de la política de reurbanización entre agentes estatales, vecinos, militantes y profesionales, se desdibujan las fronteras entre el Estado y la sociedad. En este proceso, no sólo están en discusión los detalles sobre las obras de reurbanización, sino que también se discuten los límites de la responsabilidad del Estado y de los compromisos que asumen los vecinos y militantes para con su barrio. Considero que estas reflexiones dejan preguntas abiertas que me invitan a continuar este trabajo. Esta investigación es el punto de partida de un recorrido más largo que espero poder realizar, con ansias de profundizar la investigación.

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1 El Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) es el organismo responsable de llevar adelante la política habitacional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sus funciones se articulan en torno a tres ejes: la integración socio-urbana, el ofrecimiento de líneas de créditos hipotecarios y la ampliación de alternativas para el alquiler de viviendas. Surgió en el año 2004, en reemplazo de la Comisión Municipal de Vivienda, que se había creado en el año 1967. Depende del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

2Los nombres reales fueron sustituidos por nombres ficticios, para preservar el anonimato de las personas entrevistadas.

Recibido: 03 de Junio de 2021; Aprobado: 25 de Noviembre de 2021

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