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Revista SAAP

On-line version ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.17 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jan. 2023  Epub Sep 01, 2023

http://dx.doi.org/10.46468/rsaap.17.1.r2 

Reseñas

Party System Closure. Party Alliances, Government Alternatives, and Democracy in Europe

Gerardo Scherlis

Casal Bértoa, Fernando; Enyedi, Zsolt. Oxford University Press, Oxford: 2021. 290p.

El estudio de los sistemas partidarios es uno de los tópicos clásicos de la ciencia política y ha sido históricamente un componente esencial de la comparación entre democracias. Sin embargo, quienes investigan la interacción entre partidos no han logrado hasta ahora consensuar los criterios y herramientas metodológicas para abordar esta tarea.

Fernando Casal Bértoa y Zsolt Enyedi toman cartas en este asunto. Lo hacen ofreciendo el intento más ambicioso de las últimas décadas por dotar a la disciplina de una herramienta conceptual y un instrumental metodológico para comparar los sistemas de partidos. Sobre esa base, llevan adelante un gigantesco estudio empírico que observa los sistemas de partidos a lo largo de la historia europea entre 1848 y 2019, lo cual involucra el análisis de 740 elecciones y 1347 procesos de formación de gobiernos.

A la hora de pensar en el criterio distintivo entre los sistemas partidarios, Casal Bértoa y Enyedi recurren al concepto de institucionalización, introducido a mediados de la década de 1990 por Scott Mainwaring y Timothy Scully. Recordemos que en “Building Democratic Institutions...” Mainwaring y Scully notaron que el criterio numérico resultaba insuficiente para comparar los sistemas partidarios latinoamericanos de la tercera ola. Para comprender estos casos era preciso determinar antes su grado de institucionalización, entendiendo con ello el nivel de estabilidad y predictibilidad de la competencia. La noción de institucionalización viajó pronto hacia las nuevas democracias que surgían entonces en Asia, África y la Europa postcomunista, y llegó finalmente a las viejas democracias europeas, que parecían atravesar procesos que podían caracterizarse como de desinstitucionalización.

Casal Bértoa y Enyedi abrevan en este concepto, pero entienden que éste no es capturado adecuadamente por las diferentes variables e indicadores utilizados hasta ahora. Esto incluye especialmente a la volatilidad electoral, destacada por Mainwaring en sus trabajos más recientes, como la dimensión clave para medir la institucionalización. Los autores de “Party System Closure” argumentan que la comprensión de los sistemas partidarios requiere correr el eje de la relación entre votantes y partidos hacia la relación entre partidos o bloques partidarios entre sí. Esto los acerca al concepto de clausura desarrollado por Peter Mair. La noción de clausura está en el centro de todo el andamiaje conceptual y metodológico del libro, precisamente por ser la que mejor permite describir el nivel de predictibilidad de la estructura de la competencia.

Mientras que la volatilidad electoral refleja el comportamiento de los votantes, el concepto de clausura refiere a cómo los partidos interactúan entre sí en un sentido más amplio, que incluye tanto la competencia como la cooperación. Aunque condicionados por los resultados electorales, los partidos son quienes definen cómo se conforma el gobierno, y es su capacidad de cooperar o no en esta instancia lo que mejor permite comprender los patrones de interacción. La clausura del sistema expresa cuán estable, familiar y predecible es el proceso de conformación del gobierno. El concepto consta de tres dimensiones principales: el patrón de alternancia entre partidos en el gobierno, la innovación o estabilidad en la composición del gobierno, y el acceso de nuevos partidos al gobierno. El agregado de los valores de las tres variables, cuyo indicador clave es en todos los casos la filiación partidaria de los ministros que componen el gabinete ejecutivo nacional, confluye en un índice de clausura del sistema.

Una ventaja del concepto de clausura es que a través de él es posible capturar tendencias de largo plazo de un modo más preciso que mediante variables alternativas como la volatilidad o la fragmentación. Tal como advertía Peter Mair, un cambio acentuado en el comportamiento electoral puede no redundar en un cambio en la estructura de interacción entre los partidos: éstos pueden sostener esquemas de cooperación y confrontación que minimicen hasta anular incluso los efectos de la volatilidad. De modo que es posible que un sistema mantenga su nivel de clausura aun cuando se produzca un aumento episódico en la volatilidad o en la fragmentación, incluso si éstos son significativos.

El desarrollo del concepto de clausura (capítulo 1) y sobre todo su operacionalización a través de variables continuas en cada una de las tres dimensiones (capítulo 2) permite a los autores ofrecer un nuevo instrumental para la medición y comparación de los sistemas de partidos. Éste es uno de los objetivos centrales del libro y en ello reside uno de sus mayores aportes. Mediante estas herramientas los autores avanzan en la construcción de un índice de clausura de cada uno de los sistemas partidarios analizados. El valor de clausura atribuido a cada sistema resulta de la agregación ponderada de los valores anuales de cada una de las tres dimensiones: alternancia, fórmula de gobierno y acceso. El resultado de este trabajo se refleja en un ranking de institucionalización de los sistemas partidarios en la historia de las democracias europeas (capítulo 5).

De la descripción a la explicación: la clausura como variable dependiente e independiente

Observar el nivel de clausura permite describir y comparar las estructuras de competencia partidaria a través del tiempo. Pero los autores también indagan en los factores que permiten explicar las variaciones en la clausura de los sistemas partidarios. De esto se ocupan los capítulos 6 a 9, analizando las cuatro principales fuentes de clausura: la edad de la democracia, el nivel de institucionalización de los partidos que actúan en un determinado sistema, la fragmentación del sistema, y el nivel de polarización. El capítulo 10 reúne y combina los hallazgos de los cuatro anteriores. Los resultados muestran que ninguno de estos factores es suficiente ni tampoco necesario para la clausura del sistema, pero todos contribuyen a ella en distinta medida. Las relaciones entre los partidos en la arena gubernamental tienden a ser más estables cuando tienen lugar en una democracia instalada hace más tiempo, los partidos son fuertes, hay bajo nivel de fragmentación, y no hay mayor influencia de partidos radicalizados. La antigüedad de la democracia es, entre todos, el factor de mayor incidencia sobre la clausura de los sistemas partidarios. En cambio, ninguna de las otras variables de control incorporadas al análisis -el sistema electoral, el crecimiento económico o el régimen constitucional-, impacta decisivamente sobre la clausura o apertura del sistema.

Finalmente, en el capítulo 11 el libro considera el nivel de clausura de los sistemas partidarios como variable independiente a los fines de analizar su impacto sobre la supervivencia y la calidad de la democracia. En este punto, un hallazgo destaca especialmente: el alto nivel de clausura es por sí mismo un factor determinante para la supervivencia democrática. Es más, el análisis empírico muestra que la clausura del sistema partidario es un factor suficiente para evitar el quiebre democrático, punto que merece especial consideración por parte de académicos y dirigentes políticos comprometidos con la suerte de la democracia.

Resulta en cambio más compleja la relación entre clausura y calidad democrática. Ésta parece mayormente condicionada por el nivel de desarrollo económico. En determinados contextos, incluso, un nivel alto de clausura se relaciona con baja calidad democrática: en la Europa postcomunista la fuerte institucionalización de relaciones estables y predecibles, pero altamente polarizadas entre partidos o bloques partidarios, constituye un factor de deterioro democrático.

La clausura de los sistemas partidarios en América Latina

Para los lectores interesados en la política latinoamericana resuena a lo largo de la obra el desafío de utilizar este instrumental teórico y metodológico para la comparación de los sistemas partidarios de la región. El análisis de la institucionalización de estos casos mediante el concepto de clausura, incorporando herramientas que capturen la interacción entre partidos o coaliciones se presenta como una empresa promisoria. En ese sentido, es claro que “Party System Closure” ofrece un atractivo programa de investigación sobre los sistemas de partidos de América Latina. Cabe de todos modos una advertencia: esta tarea seguramente requiera ajustes a la hora de definir los indicadores para la medición de un conjunto de países presidencialistas. Es cierto que Casal Bértoa y Enyedi pretenden abarcar los tres diseños institucionales típicos del régimen democrático. De hecho, como se mencionó, el libro se detiene especialmente a considerar si el régimen constitucional impacta en el nivel de clausura, sin hallar diferencias significativas entre ellos (pp. 220-222). Sin embargo, su universo de 65 sistemas de partidos europeos se nutre casi totalmente de gobiernos parlamentarios y semi-presidenciales, incluyendo apenas tres casos presidenciales (Chipre, Armenia y Portugal en 1918). Es una premisa del diseño de la investigación en este libro que los resultados electorales no pueden asimilarse a la conformación del gobierno, ya que los partidos deciden cómo se constituirá el gobierno con cierta independencia respecto a cómo se hayan repartido los votos. Al justificar por qué las unidades de análisis fundamentales son los cambios en los gobiernos, los autores afirman que incluso “cuando una coalición gobernante reciba suficientes votos como para continuar gobernando, la decisión final sobre el gobierno reside en los partidos, y no en los ciudadanos...” (p. 30). Esta premisa no aplica a los presidencialismos de igual modo que a los parlamentarismos y semi-presidencialismos.

Dicho esto, es claro que este libro no sólo contiene un estudio definitivo sobre los sistemas partidarios europeos a lo largo de la historia, sino que supone también un avance notable en el instrumental disponible para estudiar la interacción entre partidos en las democracias en general. Se trata, en definitiva, de una contribución fundamental, lectura obligada para todos los interesados en la política de partidos y de especial interés para los estudiosos de la democracia.

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