SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.34 issue1Refute to understand. Coherence and counter-coherence in the work of León Rozitchner author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Cuyo

On-line version ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.34 no.1 Mendoza June 2017  Epub May 05, 2021

 

Dossier

Presentación

Presentation

Marisa A. Muñoz1 

1Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo e Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA-CONICET-Mendoza).

La filosofía argentina se puede pensar en la doble articulación que se refiere a un contexto que la localiza: una vinculada a lo geográfico, relativa a su inscripción en un determinado país con sus vicisitudes, y la otra de tipo cultural, que remite a una localización inscripta en las condiciones de producción de las textualidades pasadas y presentes. Asimismo, si entendemos por ejercicio filosófico un poner en cuestión “lo dado”, vinculado, además, con una “voluntad de fundamentación”, podemos pensar que la cualidad de lo filosófico excede el ámbito formal de las instituciones académicas, aun en la centralidad de las prácticas que estas instituyen. En este sentido, tampoco se podría aludir, al menos no sin recaudos, a un género específico que pueda homologar la expresión filosófica. La filosofía argentina no es un espacio de contornos definidos, pero decirlo solo de ella puede convertirse en una traza ingenua respecto de la constitución de un campo disciplinar específico. El “locus filosófico” es una potencia que hay que rastrear en su propia dispersión, deslocalización, desvíos y singularidades. Tal vez esta sea una de las condiciones que más nos inciten a pensar y a leer sin enclaustramientos lo filosófico. No se trata de perder rigor ni seriedad en nuestros ejercicios intelectuales, sino de advertir un territorio que siempre excede los mapas instituidos. Repensar los modos de abordar nuestro presente y pasado filosófico es una cuestión que también interpela “lo dado”, no solo como conjunto de conocimientos acumulados hasta el presente, sino también como posibilidad de leer desde nuevas y renovadas miradas la filosofía y el filosofar.

Dar cuenta de lo filosófico puede vincularse, entonces, a encarnar el pensar en los cuerpos, gestar o advertir lo singular en medio de la pluralidad, pensar la condición terrenal y la celestial, el drama nacional junto a las escenas discursivas epocales. Volver a pensar las cuestiones filosóficas y transitar los géneros discursivos por los que viaja la filosofía y sus modos de ejercicio. Retomar y producir nuevos programas de lectura, pensar lo común en la propia constitución subjetiva, en las metáforas, en la lengua y el lenguaje, en la afección y los modos de sensibilidad. Como se puede advertir, no estamos aludiendo a objetos de estudio inéditos o novedosos sino a nuevas formas de abordaje de los saberes y las prácticas filosóficas desde inflexiones contemporáneas. En este sentido, los trabajos reunidos bajo la consigna de interpelar la filosofía argentina contemporánea, enuncian en primera y tercera persona, algunas configuraciones conceptuales, disciplinares y teórico-prácticas en los textos de Macedonio Fernández (1874-1952), Carlos Astrada (1894-1970), Miguel Ángel Virasoro (1900-1966), Héctor Murena (1923-1975), León Rozitchner (1924-2011) y Horacio González (1944). También se da cuenta de las tramas académicas e histórico-políticas por las que estuvo atravesado el célebre Primer Congreso Nacional de Filosofía, realizado en la Argentina durante el año1949.

En la contribución de Diego Sztulwark se ponen en juego varias hipótesis de lectura al abordar la obra de León Rozitchner. La cuestión de la coherencia y la contra-coherencia es la tensión en la que inscribe la praxis filosófica del autor. Por un lado, señala la búsqueda de un saber no ajeno al cuerpo y a los afectos como modo de resistencia de las subjetividades en clave teórico-política-estética y, por otro, advierte cómo se juega ese pensar sin eludir el obstáculo, sin previsiones de un acto de reflexión que solo puede tomar forma desde y a partir de las propias experiencias. En este sentido, Sztulwark se propone mostrar el despliegue de una imaginación filosófica a través de ejes categoriales y cognoscitivos, siempre corporales, siempre políticos. Gerardo Oviedo lee la filosofía argentina a través de tramas ensayísticas de lectura en las que él mismo queda involucrado. Retoma tesis de Horacio González en relación al filósofo Carlos Astrada e incorpora sus propias claves hermenéuticas para mostrar la constitución de objetos críticos. De este modo, González aparece inscripto como lector perspicaz de la textualidad astradiana, y ambos son motivo de lectura fructuosa en Gerardo Oviedo. La cuestión del “mito” y del intelectual “bricoleur” resultan centrales para dar cuenta de las hipótesis filosóficas pero también político-culturales que extreman los autores elegidos. La experiencia filosófica argentina acontece en sus giros, desvíos y barroquismo productivo. Genealogías críticas y legados actualizados desde el presente marcan recorridos para pensar lo nacional sin quedar entrampados en versiones esencialistas.

La oposición entre “símil” y “metáfora”, en tanto figuras del lenguaje le permiten mostrar a Shirly Katz las derivas productivas respecto de los alcances de la idea de “comunidad” en la obra de Héctor A. Murena. Las tesis del escritor son leídas desde inflexiones teóricas de la filosofía contemporánea. En este intelectual argentino se muestra cierta actualidad de sus tesis para pensar los constructos político-conceptuales de “comunidad mítica” y “comunidad metafórica”. Florencia Zalazar aborda desde un “entre”, complejo y productivo, los conceptos de individuo y comunidad en la obra de Miguel Ángel Virasoro en la década del cincuenta. La noción de “yo” vertebra, en este filósofo, el impulso de escapar a un ensimismamiento alienante del sujeto en función de una apertura hacia un nosotros/otros comunitario. Pero, como lo muestra la autora del artículo, las vías argumentativas no siempre logran sortear obstáculos tanto en el orden teórico como el orden práctico. Sin embargo, es justamente esta tensión la que colabora para hacer visible la hermenéutica compleja que se despliega en la obra de Virasoro.

Marisa Muñoz muestra cómo la noción de “yo” es puesta en crisis por Macedonio Fernández mediante procedimientos metafísicos, místicos y pasionales. La crítica que se configura en su obra confluye en una puesta en cuestión de la categoría de sujeto y por una vía indirecta en una afirmación de la subjetividad, no del subjetivismo. La heterodoxia de este intelectual argentino, respecto a inscripciones disciplinares o académicas, singularizan sus elaboraciones pero no lo exceptúan de abordar las discusiones de su tiempo, como puede advertirse en la lectura propuesta. Finalmente, en el artículo de Lucía Belloro se ofrece un mapa académico-político, nacional e internacional, del Primer Congreso Nacional de Filosofía realizado en Mendoza en 1949. Nutrido de numerosas fuentes, además de las Actas del Congreso, el trabajo muestra las disputas en las que se inscriben los espacios académicos en los que hay que aprender a leer entrelíneas los intersticios en los que es posible advertir luchas y resistencias.

Cada uno de estos artículos apunta a reconstruir registros filosóficos en la cultura argentina del siglo XX y contribuyen, en sus modos de abordaje, a nuevas formas de leer la textualidad filosófica. La mayoría de los estudios reunidos en el dossier coincide, además, en haber abordado autores y textos más bien heterodoxos a un canon académico o, dicho de otro modo, a advertir que lo extraacadémico conforma también el corpus filosófico.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons