SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.34 issue2Cultural nationalism, hispanoamericanism and internationalism in the journal Nosotros. The age of Rafael Obligado (1912-1920) author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Cuyo

On-line version ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.34 no.2 Mendoza Dec. 2017  Epub May 07, 2021

 

Artículos

Por los caminos de España: tres cartas de Luis Juan Guerrero a Miguel de Unamuno

On the roads of Spain: three letters from Luis Juan Guerrero to Miguel de Unamuno

Ricardo Ibarlucía1 

1Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Centro de Investigaciones Filosóficas y Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). El presente trabajo forma parte del PICT 2016-0204: Historia de las ideas estéticas en Argentina y de una investigación para el Instituto de Altos Estudios Sociales de la UNSAM y la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS). Ha contado con el apoyo de proyecto WORLDBRIDGES: Philosophy of History and Globalization of Knowledge. Cultural Bridges between Europe and Latin America (FT-People 2013-IRSES 612644. ribarlucia@gmail.com

Resumen

Tres cartas recientemente descubiertas en el Archivo de la Casa-Museo Unamuno de Salamanca confirman la relación de Luis Juan Guerrero con el escritor y filósofo español durante su exilio en Hendaya. Escritas entre mayo y julio de 1927 en distintas ciudades de España, dan testimonio del encuentro de Guerrero con Antonio Machado, el círculo de José Ortega y Gasset y otros literatos, artistas y políticos españoles. Asimismo contienen sus impresiones personales sobre la situación político-cultural de España bajo la dictadura de Primo de Rivera.

Palabras clave: Luis Juan Guerrero; Filosofía española; Miguel de Unamuno; José Ortega y Gasset; Antonio Machado

Abstract

Three letters recently discovered in the Archive of the House-Museum Unamuno in Salamanca confirm Luis Juan Guerrero’s friendship with the Spanish writer and philosopher during his exile in Hendaya. Written between May and July 1927 in different cities of Spain, they give testimony of Guerrero’s meeting with Antonio Machado, the circle of José Ortega y Gasset and other Spanish men of letters, artists and politicians. They also contain his personal impressions on the politico-cultural situation of Spain under the dictatorship of Primo de Rivera.

Keywords: Luis Juan Guerrero; Spanish Philosophy; Miguel de Unamuno; José Ortega y Gasset; Antonio Machado

1. Un argentino en Hendaya

La vida de Luis Juan Guerrero abunda en experiencias filosóficas y culturales significativas. En virtud de su correspondencia con el intelectual y dirigente anarquista Diego Abad de Santillán, con quien compartió la aventura de la Editorial Argonauta, que impulsaba la Liga de Educación Racionalista, hasta hoy solo sabíamos que, al finalizar en 1925 su doctorado en la Universidad de Zurich, había iniciado un viaje por Italia y Francia (véase Ibarlucía, R. 2009 , 19-20).Una indicación de Angélica Mendoza, en una nota publicada en el diario Los Andes, en noviembre de 1940, con motivo de la primera visita de Guerrero a la Universidad Nacional de Cuyo, hablaba sucintamente de lo que había hecho después: “pasó un año” con Miguel Unamuno en Hendaya entre 1926 y 1927 (Mendoza, A. 2003, 81)1. Mirtha Yolanda Russo de Fusari, en un artículo de la revista Cuyo, insistía en señalar que Guerrero había mantenido “una estrecha relación con Unamuno, a quien visitaba a diario en su refugio de Hendaya” (Russo de Fusari, M. Y. 1971, 47).

Un par de referencias en la correspondencia del gran escritor y pensador español nos permitió, en primer lugar, corroborar esta relación. En una carta del 16 de mayo de 1927 a Ernesto Giménez Caballero, director de La Gaceta Literaria de Madrid, Unamuno consigna que cierto “Sr. Guerrero” -no identificado por los editores- se halla “residiendo” hacia entonces en Hendaya (Unamuno, M. 2012, 214). En una segunda carta del 3 de junio, dirigida a su esposa Concepción Lizárraga, Unamuno cuenta que “Guerrero, el argentino” le ha escrito “una carta magnífica” desde Madrid: “Es un hombre inteligentísimo y que se entera de todo” (Unamuno, M. 2012, 226). Con posterioridad, en el Archivo de la Casa-Museo Unamuno de Salamanca, pudimos localizar la carta mencionada, junto con otras dos de la misma época, que dan cuenta de su travesía por España2. El valor de estas cartas para la biografía de Guerrero es inmenso, ya que cubren parcialmente el hiato entre su llegada a París hacia fines de octubre o principios de noviembre de 1925 y su retorno en septiembre de 1927 a la ciudad alemana de Marburgo, donde publicó su tesis doctoral Die Entstehung einer allgemeinen Wertlehre in der Philosophie der Gegenwart (1927a, La génesis de una teoría general de los valores en la filosofía contemporánea)3.

La manera en que Guerrero trabó amistad con “Don Miguel”, como lo llama con familiaridad en estas cartas, permanece incierta, aunque suponemos que su relación con él se prolongó al menos hasta 1933, cuando regresó a España con la intención de visitarlo en Salamanca4. Una posibilidad es que Guerrero haya conocido a Unamuno en París, ya a través de Saúl Taborda, que se encontraba allí tomando cursos en la Sorbonne, ya en virtud de sus relaciones con Carlos Américo Amaya y otros miembros del grupo platense Renovación, en contacto con el escritor y filósofo español al menos desde el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera en septiembre de 19235. Unamuno había arribado a Francia en julio de 1924, procedente de Fuerteventura. En agosto de 1925, invitado por el político republicano Ramón Viguri, su compañero de exilio, viajó a Hendaya, en la antigua provincia de Labort, junto a la frontera con España, para brindar una conferencia y, al estallar el conflicto de Algeciras, decidió quedarse para poder estar más cerca de su familia, de sus amigos y de los intelectuales disidentes que no tardarían en hacer de esta pequeña ciudad vasca uno de los bastiones más importantes de la actividad antimonárquica hasta 1930, cuando Primo de Rivera se vio forzado a dimitir y el Pacto de San Sebastián sentó las bases del gobierno provisional de la Segunda República Española6.

A la luz de esta relación, las citas de Unamuno en las páginas de Estética operatoria en sus tres direcciones (1956) adquieren nuevo sentido. Todas ellas proceden del Cancionero. Diario poético (1928-1935), que Unamuno escribió mayormente durante su exilio en Hendaya. Una de las dos versiones del poema Nº 829, titulado “El poeta” y fechado el 9 de marzo de 1929, constituye el “lema” del segundo tomo, Creación y ejecución de la obra de arte. Estética de las potencias artísticas:

Dijo cantando el decir,

hizo cantando el hacer,

quiso cantando el querer,

vivió cantando el morir.

(Guerrero, L. J. 1956 b, 7 ; Unamuno, M. 1953, 250 ).

Otras tres citas aparecen en el tercer tomo, Promoción y requerimiento de la obra de arte. Estética de las tareas artísticas, publicado póstumamente por Ofelia Ravaschino de Vázquez. Guerrero transcribe el poema Nº 274 del Cancionero, “Nombres de ciudades de España”, fechado el 12 de julio de 1928, en el capítulo “Tarea de consagración”, al explicar que el artista traduce, en el lenguaje específico su oficio, las demandas, a menudo anónimas y silenciosas, que recibe de una determinada comunidad histórica: estas exigen su consagración como obras de arte, pero no es sino el artista “quien anuncia y programa su instauración final”, “quien ‘ve’, en tanto pone en obra, lo que nadie había visto” (Guerrero, L. J. 1967, 168). Atento a estas demandas, sostiene Guerrero, Unamuno habría explotado en estos versos “las sugerencias sonoras del habla popular” y convertido “la nomenclatura de la geografía cotidiana, en el mapa de una España de hondas posibilidades esenciales”:

Ávila, Málaga, Cáceres,

Játiva, Mérida, Córdoba,

Ciudad Rodrigo, Sepúlveda,

Úbeda, Arévalo, Frómista,

Zumárraga, Salamanca,

Turégano, Zaragoza,

Lérida, Zamarramala,

Arramendiaga, Zamora,

sois nombres de cuerpo entero,

libres, propios, los de nómina,

el tuétano intraducible

de nuestra lengua española.

(Guerrero, L. J. 1967, 168-169 ; Unamuno, M. 1953, 101 ).

Las otras dos citas del Cancionero figuran como epígrafes en el epílogo del tercer tomo de Estética operatoria en sus tres direcciones, titulado “Las voces del éxodo”, y constituyen un verdadero homenaje al maestro español. Guerrero los dispone cuidadosamente a continuación de dos versos tomados de Leaves of Grass de Walt Whitman (1855), un libro que lo acompañó desde sus años de estudiante en Estados Unidos: Camerado! This is no book, / Who touches this touches a man… [¡Camarada! Éste no es un libro / Quien lo toca, toca a un hombre…] (Guerrero, L. J. 1967, 217 y 269; Whitman, W. 1955, 241). La primera cita de Unamuno procede del poema Nº 682, fechado el 6 de febrero de 1929, una pequeña copla que responde expresamente a los versos de Whitman:

Walt Whitman, tú, que dijiste:

esto no es un libro, es un hombre;

esto no es hombre, es el mundo

de Dios, a que pongo nombre.

(Guerrero, L. J. 1967, 217 ; Unamuno, M. 1953, 216 ).

La siguiente cita se compone de los versos finales del poema Nº 828, fechado el 9 de abril de 1929 y titulado “Me destierro en la memoria…”:

Y os llevo conmigo, hermanos,

para poblar mi desierto;

cuando me creáis más muerto

retemblaré en vuestras manos.

Aquí os dejo alma-libro,

hombre-mundo verdadero;

cuando vibres todo entero

soy yo, lector que en ti vibro.

(Guerrero, L. J. 1967, 217 ; Unamuno, M. 1953, 250 ).

2. Valle-Inclán, Machado y los “segovianos”

La primera de las cartas de Guerrero a Unamuno, fechada en Sepúlveda el 15 de mayo de 1927, se compone de dieciocho cuartillas manuscritas a una sola cara. Guerrero refiere en ella el viaje que ha emprendido por España desde hace unas semanas. Ha pasado unos días “muy divertidos” en Burgos, “no obstante la mediocre impresión de la catedral”, y luego “unos días extraordinarios, inolvidables en Silos”, cuyo claustro ornado de capiteles y bajorrelieves con escenas de los Evangelios considera que “tiene un valor excepcional en la historia del arte” (Guerrero, L. J. 1927b, 1). En el monasterio ha entablado relación con “un fraile joven y culto”, Justo Pérez de Urbel, autor de “dos tomos de Semblanzas benedictinas y unos ensayos sobre música y cantos mozárabes”, que prepara “un libro muy documentado sobre el claustro de Silos y otros trabajos sobre cultura mozarábiga” (ibíd., 2)7. Combinando trenes, ha pasado por Palencia, cuya catedral le ha causado “una grata impresión”, y se ha detenido en Valladolid, donde las esculturas de Alonso Berruguete han sido una “revelación inaudita” para él, “sobre todo después de haber recorrido Italia, admirado a Donatello y Miguel Ángel y creer que no se podía ir más lejos” (ibíd., 4-5). Berruguete ha logrado “plasmar notas de pasión tan intensa que fuerza es considerarlo uno de los más grandes representantes del genio español de todos los tiempos”, dice Guerrero, sin explicarse por qué no se le da la importancia que merece: “manejando el arte más material de todos, me parece que ha conseguido espiritualizar tanto su dura materia que sus personajes llegan a poseer una especie de ‘cuerpo astral’ -como sólo lo poseen los personajes del Greco y el Quijote” (ibíd., 4).

Así, recorriendo a pie los campos de Castilla o viajando en vagones de tercera clase, Guerrero fue a caer “un mal día” en Madrid o, más precisamente, como aclara enseguida, en los “círculos literarios” de la capital española (ibíd., 5). “Angustia” y “desolación” son las palabras que emplea para describir la impresión que le causaron las tertulias de la Revista de Occidente y La Gaceta Literaria, en torno de las cuales se nucleaba parte considerable de la inteligencia madrileña; en ambos grupos, “salvo alguna que otra figura discreta”, dice haberse topado con “el mismo espectáculo: jovencillos envejecidos prematuramente por la suficien[cia] y la pedantería (o por las ridículas posturas de aristócratas que adoptan), desatentos a todo lo que ocurre en España, despreocupados de todos los problemas sociales, políticos, religiosos y de cuanto hay de serio en la vida, incapaces de soportar el peso de la tradición y listos tan sólo para imitar las últimas cabriolas literarias de París” (ibíd., 4-6). Sin embargo, al cabo de algunas semanas y de “discusiones violentas (más bien feroces por mi parte)”, cuando estaba tan harto de ese ambiente que quería salir escapando, le presentaron “al primer hombre joven”, que vino a conocer en Madrid: “don Ramón del Valle Inclán (¡50 años más joven que todos los vanguardistas de la ‘nueva generación’! ¡Como que con su Tirano Banderas, los ha dejado a todos ellos a varios cientos de kilómetros a la retaguardia!)” (ibíd., 6)8.

Guerrero encontró a Valle-Inclán “en pleno apogeo literario y sobre todo gritando diariamente las cosas que todos los intelectuales callan” (ibíd., 7). En el entorno del escritor español, que había visitado la Argentina en 19109, conoció por fin a esa “gente humana que hasta entonces venía buscando sin éxito”; por ejemplo, a José Ramón Pérez Bances, discípulo de Francisco Giner de los Ríos, ligado a la Institución Libre de Enseñanza, epicentro de la cultura laica española y foco de las teorías científicas y filosóficas más avanzadas de la época, y a Luis Bello, miembro de Acción Republicana y autor de Viaje por las escuelas de España, cuyos dos primeros tomos, aparecidos en 1926 y 1927, elogia por ofrecer “una visión muy honda de pueblos y hombres” (ibíd., 7)10. También mantuvo conversaciones con el abogado socialista Julio Álvarez del Vayo, corresponsal en Berlín del diario argentino La Nación y gestor de las traducciones de Unamuno al alemán -“Siempre bien informado, certero en los juicios, franco y cordial (¿Será por eso que en la Rev[ista] de Occ[idente] le llaman el ‘energúmeno’?)-, que se opone firmemente a la colaboración de su partido con la dictadura de Primo de Rivera”11. Además, pudo charlar brevemente con el cubano Manuel Martínez Pedroso, “espíritu aventurero” que, después de haber vivido en Suiza, Italia, Francia y Bélgica, ha obtenido la cátedra de Derecho Político Español Comparado con el Extranjero en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla (ibíd.)12. Bastaron unas palabras con este “hombre libre” -a la vez masón y partidario de la Tercera Internacional- para cambiar su visión de la “triste vida intelectual” madrileña: “¡No todo se ha perdido en el diluvio de la ‘deshumanización’! Cuando cambie este régimen político, se podrá reanudar la ruta perdida” (ibíd., 7-8).

Dejando para más adelante sus conclusiones sobre la influencia de Ortega y Gasset -a cuyo ensayo “La deshumanización del arte” (1924-1925) alude aquí13- y el clima cultural de España bajo la dictadura de Primo de Rivera, Guerrero cuenta que se halla descansando en Sepúlveda, a donde ha viajado tras haber conocido en Madrid a Antonio Machado y “una docena de segovianos” en la cena de despedida a Fernando Arranz, “un gran ceramista (sin duda uno de los mejores artistas que hoy tiene España)”, que se marchaba a Buenos Aires (ibíd., 8)14. Asistió al convite con el escultor Emiliano Barral, primo de Arranz y militante anarquista, con quien compartió después una semana en Segovia15. Por intermedio de Barral entabló relación con el pintor Cristóbal Ruiz y los integrantes de la llamada “tertulia de San Gregorio”, que se daba cita en el alfar de Arranz, situado en medio de una capilla en ruinas (Guerrero, L. J. 1927b, 8)16. En Segovia tuvo ocasión de conversar mucho con Machado. “El pobre lleva una vida infernal”, escribe Guerrero, absorbido como está por las “inútiles tareas” de profesor de enseñanza secundaria: “Ansía las vacaciones para poder trabajar en un nuevo drama”, ya que “está muy entusiasmado con el teatro” (ibíd., 9). Juan de Mañara, drama en verso escrito en colaboración con su hermano Manuel, que se ha estrenado hace un par de meses en Madrid, es realmente “una gran obra”, apunta Guerrero (ibíd.)17. Por último, en lo que concierne a la situación política de España, Machado tiene una “posición muy clara frente a hombres y problemas del momento”, al igual que Unamuno, a quien recuerda siempre “lleno de cariño” (ibíd.).

3. Literatura y artes plásticas españolas en Estética operatoria

Algunas de las relaciones que Guerrero entabló en Madrid, durante el otoño de 1927, se prolongaron en el tiempo; otras fueron interrumpidas trágicamente por la muerte de sus protagonistas o por la Guerra Civil: casi todas dejaron en él una marca profunda. Tres versos de la serie “De mi cartera” -incluida por Machado al final de Nuevas canciones (1924), libro que recoge también su poema “Al escultor Emiliano Barral”, que había realizado su busto- habrían de constituir, en 1956, el “lema” de Revelación y acogimiento de la obra de arte. Estética de las manifestaciones artísticas, primer tomo de Estética operatoria en sus tres direcciones:

Canto y cuento es la poesía.

Se canta una viva historia

contando su melodía.

(Guerrero, L. J. 1956 a, 7 ; Machado, A. 1944, 286 ).

Guerrero cita otras dos veces a Machado en el segundo tomo, Creación y ejecución de la obra de arte. Estética de las potencias artísticas. En el cuarto parágrafo de la sección “Trama: Los hilos del comportamiento productivo”, el primer terceto de los “Proverbios y cantares” de Nuevas canciones, dedicados a Ortega y Gasset, remata su argumento en el sentido de que las obras de arte -como, en general, todos los entes histórico-culturales- “no existen originariamente como objetos” (Guerrero, L. J. 1956b, 53). En la terminología fenomenológica a la que apela Guerrero, estas no son hechos y procesos “en tercera persona” como los que investigan las ciencias de la naturaleza, sino “elaboraciones de ciertos modos concretos de la co-existencia humana”, esto es, derivaciones de acontecimientos “en segunda persona” en los que cabe reconocer una “previa consonancia de sentido” (ibíd.). Por eso, escribe Guerrero, no debe extrañar que la poesía “siempre vuelva a hundir sus raíces en un ejercicio intensivo del pronombre de segunda persona” como en estos versos de Machado:

El ojo que ves no es

ojo porque lo veas;

es ojo porque te ve.

(Guerrero, L. J. 1956 b, 53 ; Machado, A. 1928, 275; 1944, 289 ).

La tercera cita consiste en los versos iniciales de un poema de Soledades (1899-1907): “Húmedo está, bajo el laurel, el banco / de verdosa piedra” (Machado, A. 1928, 95; 1944, 146 ). Guerrero la incluye al final del parágrafo 8 de la sección “Escena de constitución: Potencia de plasmación”, donde sostiene que toda producción artística es la conciliación de dos fuerzas en pugna, el resultado de cierta “contienda” o “juego dialéctico” entre “dos dinamismos configuradores”: “la composición o configuración primaria y la exposición o configuración secundaria” (Guerrero, L. J. 1956b, 122-123). Buscando superar el esquema tradicional que concibe la obra de arte como un “compuesto inerte” de fondo y forma, observa Guerrero, Heidegger piensa la actividad plasmadora como “la disputa entre la tierra y el mundo”, esto es, entre “el surgimiento, hacia nada empujado, de lo que permanentemente se recluye y así opera como envoltura” y “la apertura del amplio camino de las decisiones simples y esenciales de un pueblo histórico”, como escribe Heidegger en “Der Ursprung des Kunstwerks” (1935-1936) (Guerrero, L. J. 1956b, 123; véase Heidegger, M. 1950, 35)18. Rechazando la interpretación metafísica que “los extraviados discípulos de Heidegger” hacen de estas palabras, Guerrero afirma que ellas pueden perfectamente aplicarse al análisis estético si se las toma “en un sentido trascendental”: “En efecto, el artesano no crea su obra con ingredientes extraños, como serían -metafísicamente considerados- el mundo y la tierra, sino con ingredientes de raigambre artística” (Guerrero, L. J. 1956b, 122-123). Por lo demás, subraya, los polos de su actividad no son fijos, sino cambiantes, es decir, “determinados por el curso mismo de la historia y aun ambiguos en sus incesantes determinaciones” (ibíd., 123).

El carácter agonal de la dimensión secundaria o expositiva se ilustra, en las páginas del primer tomo de Estética operatoria en sus tres direcciones con el comentario de un fragmento de Flor de santidad (1942) de Valle-Inclán (Guerrero, L. J. 1956 a, 232-233 ; véase Valle Inclán, R. 1942, 75). En toda obra de arte, escribe Guerrero, las significaciones “libran entre sí hondas contiendas y sufren golpes terribles”, dejando expuestas a menudo “las heridas de esa lucha a través de una -más aparente que real, o mejor dicho, momentánea- conciliación de los contrincantes” (Guerrero, L. J. 1956a, 232). Cuando el espectador penetra en la obra, aprecia “no sólo una cumplida exposición de mundo, sino también las tensiones desgarrantes y las sorprendentes vinculaciones creadas por la magia del arte” (ibíd.). Así, en la novela de Valle-Inclán, lo que podría caracterizarse como “el ‘poder contencioso’ de la exposición artística” se manifiesta como “una interminable lucha de significados de toda procedencia -referencias de vieja raigambre popular, transposiciones literarias de factura gálica, funambulescas resonancias- que terminan por constituir un mundo propio, tan frágil en su maravillosa esencia, como intransferible en sus manifestaciones” (ibíd.). Bajo los ojos del lector, en ella se va constituyendo, por la acción de los diálogos, un mundo “donde las palabras rezuman un clima, un paisaje, una convivencia, la condición social y espiritual de los personajes, sin que la obra agregue el menor comentario acerca de todo ello” (ibíd.).

En cuanto a Fernando Arranz, sabemos que forjó con Guerrero una amistad perdurable en la Argentina en el curso de las décadas siguientes. En abril de 1930, mientras se desempeñaba como Delegado Interventor en la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales de la Universidad Nacional del Litoral, Guerrero encomendó al artista español la ornamentación en cerámica del edificio de la Escuela Normal Anexa de la ciudad entrerriana de Paraná, “[…] en concordancia con los más elevados criterios que rigen en la actualidad en materia de artes decorativas, y especialmente en sus aplicaciones pedagógicas” (Guerrero, L. J. 1930, 420-421). El nombre de Arranz aparece en el primer tomo de Estética operatoria en sus tres direcciones, en los créditos de la foto en blanco y negro de una fuente realizada por alumnos de la Escuela Nacional de Cerámica, que él mismo fundó en Buenos Aires en 1933 (Guerrero, L. J. 1956a, 432 y 462, fig. 19).

Guerrero selecciona esta obra de los dirigidos por Arranz para ejemplificar la tesis del parágrafo 13 del capítulo “Escena de entonación: Presencia y llamado”. Retomando los análisis de Heidegger en Der Ursprung des Kuntswerks y de Jean-Paul Sartre en L’imaginaire (1940), argumenta que el arte “arranca al ente de la órbita de nuestros proyectos de dominación mundanal -sean de envergadura instrumental o de elaboración científica- desrealizándolo, volviéndolo “in-útil” y confinándolo “en el mundo de los imaginarios”, al punto que “lo deja enteramente ser y hasta lo des-cubre en su más íntima esencia” (Guerrero, L. J. 1956a, 136; véase Heidegger, M., 1950, 18-21; Sartre, J.-P. 1986, 361-373). El alfarero anónimo que fabrica una fuente semejante, que moldea la tierra, la cubre con rápidas pincelas y la cuece en un horno para venderla después en el mercado por unas monedas, no “sabe” que es una “obra de arte”; tampoco lo saben el traficante, para quien no es más que “una vulgar mercancía”, ni la cocinera, para quien es “un confiable instrumento” (Guerrero, L. J. 1956a, 136). Únicamente cuando la sustraemos a la esclavitud del utensilio, “advertimos, con ánimo estremecido, que dibuja un esplendoroso espacio plástico, saturado por los ritmos de una constelación cromática e iluminado por misteriosos reflejos metálicos” (ibíd.). Dicho de otra manera, “solamente en la actitud contemplativa la fuente se muestra tal como ella es -un arabesco de abstractas combinaciones- y, al mismo tiempo, como una resonancia de nuestro total Universo” (ibíd.).

Existe una importante diferencia, sin embargo, entre la fuente de cerámica del taller de Arranz y el cuadro de los zapatos de van Gogh que Heidegger analiza en “Der Ursprung des Kuntswerks”. En las páginas precedentes, Guerrero ha reelaborado la interpretación de Heidegger a través de los ejemplos de La silla (c. 1886) de van Gogh y la “Oda a la cebolla” (1953) de Pablo Neruda (Guerrero, L. J. 1956a, 132-135; véase Heidegger, M. 1950, 24 y Neruda, P. 1953, 41-42). Ahora, en el caso de la fuente, lo que acontece no es “el divorcio entre la eficacia de los instrumentos y el empuje de una presencia llena de sentido”; ella deja a la vez “un saldo imprevisto y una enseñanza previsible”: mientras en las obras de van Gogh y de Neruda las propiedades estéticas de la silla y la cebolla se revelan dentro del mundo del arte, las de la fuente de barro lo hacen “en la cocina misma” (Guerrero, L. J. 1956a, 136-137). La cocinera nada “sabe” de teoría e historia del arte, pero “sabe” apreciar la presencia de la fuente: “En un momento de ocio, la llevó a la altura de sus ojos y, sin proponérselo, la ‘desrealizó’, la convirtió en una ‘bella apariencia’, en una danza de ritmos plásticos” (ibíd., 136). Esto indicaría que no hay una diferencia ontológica fundamental entre el objeto de uso y el objeto artístico; por el contrario, ya en la alfarería, la más vieja y difundida de todas las artes, puede reconocerse “un patrón de cultura” que permite integrar las actitudes humanas respecto de las obras de arte: “[…] algo así como una matriz del saber operatorio del hombre” (ibíd., 137).

4. Gómez de la Serna, Ortega y la dictadura de la estupidez

Sepúlveda, de donde es oriundo Emiliano Barral, lo ha dejado totalmente “anonadado”, escribe Guerrero en su carta a Unamuno (Guerrero, L. J. 1927b, 10). El paisaje montañoso es una serie continua “de cataclismos geológicos” y las rocas “parecen modeladas por algún escultor sobrehumano, genialmente loco, que se entretuvo en crear formas expresivas para sus más desorbitadas pasiones” (ibíd.). Las personas tienen asimismo “un aire catastrófico”; de hecho le han contado que “el suicidio y la locura son aquí mayores que en cualquier otro pueblo” y ha oído las más divertidas “historias de aventureros y saltimbanquis” de boca de los parroquianos mientras iba con Barral “de taberna en taberna tomando una interminable copita de vino” (ibíd.). Con esta descripción de Sepúlveda, Guerrero concluye el relato de sus primeras impresiones de España para dar lugar a sus reflexiones sobre la situación política presente. En su opinión, lo que más diferencia a la dictadura de Primo de Rivera de “los otros regímenes dictatoriales más notorios”, de la Rusia bolchevique y de la Italia fascista, “es que aquí no gobierna un individuo (tipo Lenin), ni una clase (frailes, militares o proletariado), ni un partido, ni un programa” (ibíd.). En España no se mata a la gente “por el predominio de ideas abstractas, ni siquiera se cometen tantas violencias como en cualquier otro país europeo o americano”, advierte Guerrero:

En cambio reina la estupidez. Antes estaba acorralada en los conventos, en los cuartos de bandera y en algunas tertulias de aristócratas. Pero al desenvainar sus sables, los militares le dieron libre curso. Se rompieron los diques y hoy la estupidez ha inundado toda la península (Salvo unos picos aislados. Y algunos manotones de ahogados).

Éste no es un régimen militar en esencia. (Mucho más lo es el fascismo). Mandan los militares porque tienen el privilegio de ser los más brutos. Éste es más bien el régimen de las notas de Primo19, de las metáforas taurinas y sexuales, de la censura, no tan violenta como en Rusia o Italia, pero mucho más imbécil, de los tópicos absurdos, del endiosamiento de la canalla y de la indiferencia de las grandes masas. Éste es el triunfo sobre las fuerzas del espíritu de todo lo plebeyo, lo hueco y lo basto que se venía acumulando en los arrabales de la vida cívica.

Por eso, cuando llegue la hora de las responsabilidades, las más grandes no caerán sobre el monigote de Primo, sino sobre los que ayer hicieron posible (políticos, etc.) y los que hoy consolidan este triunfo de la imbecilidad (Guerrero, L. J. 1927 b, 11-13 ).

Entre estos últimos, la “máxima indignación” de Guerrero se dirige fundamentalmente hacia “dos sectores” (ibíd., 13). En el campo político, los principales responsables son los socialistas, concretamente los líderes del PSOE, que por buscar prevalecer sobre los anarco-sindicalistas y los comunistas “vendieron no sólo la causa del proletariado, sino también de toda la España políticamente más evolucionada” (ibíd.). Los socialistas colaboran con el régimen desde el golpe del 13 de septiembre de 1923 y, en recompensa, el gobierno los ayuda a librarse de sus enemigos de izquierda: “Por sus hombres y métodos representan el triunfo de la estupidez dentro de las filas liberales y proletarias” (ibíd.). En el campo intelectual, piensa Guerrero, “la responsabilidad cae en los capitanes de la nueva generación”, los novecentistas y los acólitos de Ortega y Gasset, esto es, aquellos “que han ‘deshumanizado’, no sólo el arte y la literatura, sino aun los hombres, la mayor si no la mejor parte de la actual juventud española” (ibíd., 14). Ramón Gómez de la Serna, con quien ha tenido oportunidad de conversar en Madrid, le parece “extraordinariamente interesante, siendo como es extraordinariamente tonto”; a sus ojos, se trata de un hombre “para quien las cosas no tienen sentido”, que “resbala sobre ellas, incapaz de penetrar su significado”, cuya “atención (debilísima por lo demás)” se fija “en lo accesorio, en lo circunstancial, en lo que ninguno de nosotros habíamos reparado” (ibíd.)20. En eso reside “el secreto de su triunfo literario: esa visión alucinante de cosas nunca vistas, esa marcha inagotable, cinematográfica, de objetos y sucesos que nada son y para nada sirven. ¿Una especial visión del mundo? ¡Qué duda cabe! La Weltanschauung del patán hecho literato” (ibíd.).

Guerrero nada tiene que “objetar a los triunfos merecidos” de Gómez de la Serna; a título personal, el “Ramonismo” -según el cual, “hombres y cosas valen sólo como instrumentos para una pirueta literaria”- hasta le resulta “muy entretenido”: “Pero ¡por Dios! -escribe- querer hacer de ese ‘Ramonismo’ una doctrina y una escuela (como si fuera el aristotelismo o el marxismo) es convertir a la imbecilidad a la nueva literatura de habla española” (ibíd., 15). Ernesto Giménez Caballero es una de las tantas víctimas de esta moda: “[…] muy inteligente y preparado por cierto, muy superior a la gentecilla que le rodea […] por ‘ramonería’ hace alarde de ir saltando sobre el lomo de las cosas, dice tonterías junto a opiniones de mayor calibre y -sobre todo- jamás compromete su posición literaria” (ibíd., 15-16)21. La gran responsabilidad, sin embargo, no está en ninguno de estos literatos y su gusto por la diversión, al fin y al cabo, sino en los maestros y, entre ellos, la máxima corresponde a Ortega y Gasset. Guerrero ha querido conocerlo personalmente en Madrid, movido por la admiración filosófica, por la inmensa tarea de renovación que ha llevado a cabo como editor de la Colección Universal y de la Revista de Occidente y, en no menor medida, por la impronta que su visita a la Argentina en 1916 dejó en amplios sectores del Movimiento de la Reforma22. Sin embargo, Guerrero piensa que sus escritos más recientes, desde “La deshumanización del arte” hasta ciertos artículos del cuarto tomo de El Espectador (1925), como “Conversación en el golf o la idea del dharma” o “El origen deportivo del Estado” (Ortega y Gasset, J. 1946-1969, II, 403-409 y 607-624), a los que se refiere explícitamente, han terminado ejerciendo una influencia perjudicial en los círculos intelectuales españoles:

Él es el padre de todo este engendro de generación frívola, deshumanizada, de “nuevos ricos” de la cultura y de la aristocracia. Él es quien ha puesto en circulación todos esos tópicos “actuales” que uno escucha en las tertulias: la superioridad de ver los pueblos de Castilla desde un automóvil (!) o de recorrer el mundo siguiendo la fauna de los hoteles Ritz, considerar el “golf” como fuente de mayores entusiasmos que la religión, calificar de “pura sensiblería”, la posición de todo el que padece hambre de pan o de justicia, creer que el siglo XIX no ha sido en España más que un baile flamenco (ese llamado “predominio de Andalucía (!), en toda la centuria) y que el XX no será más que un continuo “charleston”, descalificando a toda la literatura “no estética” (desde Dante a Bernard Shaw… ¡Muy en especial Balzac!) y cien otros tópicos semejantes.

Este intento por convertir la Filosofía y en general toda labor de pensamiento en “crónica social” de los periódicos ha traído entre la gente joven una total despreocupación por lo político, religioso o simplemente humano (“imperativo de intelectualidad”), rompiendo la solidaridad con el cuerpo nacional (“jerarquía selecta”), con el consiguiente desprecio hacia la propia tradición (“cosmopolitismo”) y una continua burla de niños hacia toda tarea seria (“sentido deportivo de la vida”). ¡De ahí a la imbecilidad literaria -con un plus de cobardía frente a toda responsabilidad social- no hay más que un paso!

Por eso la inteligencia, que en otros tiempos pudo ser un dique para los atropellos de los de arriba, hoy no resiste nada. Muerto el espíritu cívico, la inteligencia abdica de sus funciones de dirección. Deja la puerta abierta hacia cualquier dictadura. O hacia un régimen de castas. Los intelectuales sólo piden que se les deje cultivar en paz su jardincillo literario (¡Y puramente literario! Porque los intentos de Filosofía o de toda otra severa disciplina hace ya rato que naufragaron en esas tertulias. Ni Ortega piensa tener discípulos, ni él mismo ha de creer ya posible una propia obra filosófica) (Guerrero, L. J. 1927 b, 16-18 ) .

5. Guerrero y los manuscritos de Unamuno

La segunda carta, fechada en Madrid el 18 de mayo de 1927, al término de su periplo “por la provincia de Segovia (Pedraza, Duratón, etc.), por Ávila y El Escorial”, tiene cinco carillas y fue enviada junto con la anterior, a manera de post scriptum (Guerrero, L. J. 1927 c, 1 [19]). En ella Guerrero ya no vuelve sobre su crítica de la inteligencia española, sino que se limita a informar a Unamuno acerca de las gestiones que ha estado llevando adelante para el estreno de sus obras. Refiere que ha recibido un telegrama de Álvarez del Vayo desde Berlín contando que el estreno de Todo un hombre, pieza teatral que había sido prohibida en España en 1926 después de haber estado en cartel durante meses, “fue un gran éxito” (Guerrero, L. J. 1927c, 1 [19])23. Según los diarios argentinos, agrega entre paréntesis, también fue un “triunfo completo” su puesta en escena por la compañía de Matilde Rivera y Enrique de Rosas en el Teatro San Martín (ibíd.)24. Ese mismo día, Guerrero le ha remitido a Unamuno una de las copias mimeografiadas que este encargó hacer de El otro, drama escrito en Hendaya en 1926; otra se la ha dado a Álvarez del Vayo para que la envíe a la Unión Soviética, donde lo mejor sería -opina Guerrero- que la pieza fuese representada por la compañía de vanguardia de Alexander Tairov, “que hoy es no sólo la mejor de Rusia, sino del mundo entero” (ibíd., 2 [20])25.

Con la ayuda del actor y director de teatro Ricardo Calvo26, Guerrero ha estado tratando de recuperar el manuscrito de El pasado que vuelve, obra estrenada en Salamanca en 1923, que permanece en manos de un actor. En forma paralela, ha contactado a la editorial libertaria argentina Alba, cuyos editores -suponemos que viejos camaradas de la Liga de Educación Racionalista (véase Ibarlucía, R. 2009, 13-16 )- están a la expectativa no solo de estas piezas teatrales, comenta Guerrero, sino “también y muy especialmente” de los libros inéditos de Unamuno, de los que les ha hablado y que quisiera hacerles llegar “cuanto antes”, no bien este le envíe “todos los manuscritos que tenga listos: Cómo se hace una novela, El verdugo, el libro de los romances, El misterio de don Quijote, etc.” (Guerrero, L. J. 1927c, 2 [21]). Así es como nos enteramos de que Guerrero fue quien gestionó la edición de los dos únicos libros de Unamuno que se publicaron originalmente en Buenos Aires: Cómo se hace una novela y Romancero del destierro, aparecidos en 1927 y 1928 con el sello de la editorial Alba27.

El resto de la carta da cuenta de su lectura entusiasta del segundo número de Hojas libres, revista de oposición a la dictadura editada en Hendaya por Eduardo Ortega y Gasset, hermano mayor del filósofo28, así como de una fuerte discusión, al poco tiempo de haber regresado a Madrid, con el pintor Luis Quintanilla, a causa de su relación con el cónsul Antonio Mosquera, que le encargó la pintura de los frescos del Consulado español en la ciudad fronteriza donde Unamuno se hallaba exiliado (ibíd., 3-4 [21-22])29. Tras anunciar que se quedará en Madrid hasta finales de mayo en un departamento de un estrecho edificio del siglo XVIII, ubicado sobre la calle San Andrés, en el barrio de Malasaña30, Guerrero menciona que ha estado con el pedagogo Lorenzo Luzuriaga31 y concluye enviando saludos a Ramón Viguri32 y otros amigos, especialmente a Eduardo Ortega y Gasset, a quien siempre recuerda “con gran afecto”, como lo recuerdan también Calvo y Barral: “Sobre todo, entre tanto político maltrecho, como hoy se ve, su figura se enaltece cada vez más” (ibíd., 5 [23])33.

La última carta de Guerrero a Unamuno está escrita en León, de camino a Galicia, presumiblemente a mediados de julio de 1927. Se compone de solo tres cuartillas y su interés principal consiste en mostrar el grado de familiaridad que Guerrero había alcanzado con Unamuno durante su residencia en Hendaya. El propósito de estas líneas es expresarle a Don Miguel “con mucho atraso” (Guerrero, L. J., 1927d, 1) las condolencias por la muerte de su nuera, María Rincón de Arellano, esposa de su hijo mayor, Fernando. Esta “desgraciada noticia” lo ha sorprendido en Madrid, de regreso de Andalucía, por donde ha andado los últimos dos meses o quizás más (ibíd.). Hoy ha deambulado entre la Basílica de San Isidro y la catedral de León; mañana espera estar en Vigo; pasado, tal vez en Santiago de Compostela: “¿Después? No lo sé. No sería raro que hacia mediados de este mes volviera a Hendaya” (ibíd., 2). En Madrid, ha “liquidado el asunto de las copias de El pasado que vuelve” y le ha enviado a Unamuno un ejemplar por correo (ibíd.). Con “la cabeza embarullada” de haber recorrido tantos kilómetros, de haber conocido y experimentado tantas cosas, no tiene fuerzas para seguir escribiendo, pero confía en poder contarle a su regreso sus impresiones de viaje personalmente, aunque imagina que Unamuno, “muy apenado por tan injusta desgracia”, no estará de ánimo para oírlo hablar de estas cosas (ibíd.). Si bien Guerrero trató poco a su nuera “en las dos ocasiones que ella estuvo en Hendaya”, sentía “gran aprecio por su carácter gentil y bondadoso” y lamenta profundamente “el golpe que ha venido a recibir” Fernando (ibíd.).

Después de esta carta, las huellas de Guerrero en España se pierden. Todo lo que sabemos es que en Vigo se reencontró con Carlos Astrada, que recién llegado a la Península Ibérica a bordo del Monte Ávila se dirigía a Colonia, con una beca de la Universidad Nacional de Córdoba, para estudiar con Max Scheler (Astrada, C. 1927a). En aquellos largos días de verano en Galicia, acordaron que Guerrero lo visitaría a mediados de septiembre, luego de pasar por Hendaya para despedirse de Unamuno y recoger sus pertenencias. Juntos realizarían un paseo por la ruta romántica: remontarían “el Rin hasta Maguncia”, desde donde se dirigirían “a Heidelberg y otras pequeñas ciudades” (Astrada, C. 1927b). La gira les tomaría unos quince días; después Astrada volvería a Colonia para empezar los cursos en la universidad y Guerrero seguiría viaje a Marburgo. El 14 de septiembre de 1927 se reunieron en Aachen (Astrada, C. 1927c). Pasaron la tarde en aquella histórica ciudad que fuera la favorita de Carlomagno y, al caer la noche, se trasladaron a Colonia. Guerrero alquiló el cuarto de una pensión al sur de la ciudad, a unos veinte minutos a pie de la Catedral. El viaje romántico proyectado no pudo realizarse (“¡Cuestión de moneda!”, diría Astrada); en cambio, recorrieron juntos la Renania y se entregaron a interminables discusiones teóricas (Astrada, C. 1927d). El 3 de octubre, Guerrero partió rumbo a Marburgo. Allí publicó su tesis doctoral, asistió al curso de Martin Heidegger Phänomenologische Interpretation von Kants Kritik der reinen Vernunft y leyó Sein und Zeit (1927), obra que acogió como un nuevo bautismo filosófico.

Referencias bibliográficas

Aramburu, M. 1928. Recuerdos de Unamuno y su poesía. Revista de Estudios Hispánicos (Nueva York) 1: 68-72. [ Links ]

Astrada, Carlos. 1927a. Carta a sus padres, Colonia, 3 de agosto de 1927, copia mecanografiada (duplicado). Centro de Investigaciones Filosóficas. Archivo Luis Juan Guerrero: Correspondencia de Carlos Astrada (Rainer Astrada / Guillermo David). [ Links ]

Astrada, Carlos. 1927b. Carta a sus padres, Berlín, 25 de agosto de 1927, copia mecanografiada (duplicado). Centro de Investigaciones Filosóficas. Archivo Luis Juan Guerrero: Correspondencia de Carlos Astrada (Rainer Astrada / Guillermo David). [ Links ]

Astrada, Carlos. 1927c. Carta a sus padres, 10 de septiembre de 1927, copia mecanografiada (duplicado). Centro de Investigaciones Filosóficas. Archivo Luis Juan Guerrero: Correspondencia de Carlos Astrada (Rainer Astrada / Guillermo David). [ Links ]

Astrada, Carlos. 1927d. Carta a sus padres, 23 de octubre de 1927, copia mecanografiada (duplicado). Centro de Investigaciones Filosóficas. Archivo Luis Juan Guerrero: Correspondencia de Carlos Astrada (Rainer Astrada / Guillermo David). [ Links ]

Bello, Luis. 1926-1927. Viaje por las escuelas de España. Tomo 1: El cerco de Madrid. La Sierra. Por Castilla y León. Asturias. El prejuicio contra el maestro. Tomo 2: Por Andalucía: Cádiz, Málaga. Primer viaje a Granada. Las dos Castillas. Toledo. Soria. Madrid: El Magisterio Español. [ Links ]

Colorado Castellary, Arturo. 2009. El Tesoro Artístico y el fin de la guerra. De Cataluña a Ginebra. En Arte protegido. Memoria de la Junta del Tesoro Artístico durante la Guerra Civil, edición al cuidado de Isabel Argerich y Judith Ara, 63-96. Madrid: Instituto de Patrimonio Cultural de España / Museo del Prado. [ Links ]

Ferreira de Cassone, Florencia (comp.). 1996. Angélica Mendoza. Una vida en la tormenta. Con una antología de sus textos. Mendoza: Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Cuyo. [ Links ]

Giménez Caballero, Ernesto. 1929. Carta a un compañero de la Joven España. Madrid: La Gaceta Literaria, 52: 1 c. 1-2 y 5 c-12. Biblioteca Nacional de España: Hemeroteca digital. En Malaparte, Curzio, En torno al casticismo de Italia, prólogo y traducción de Ernesto Giménez Caballero, VII-XXIV. Madrid: Rafael Caro Raggio. [ Links ]

González Corredera, María del Puerto. 2007. El devenir del teatro de Unamuno en Latinoamérica. Signa (Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia) 16: 365-389. [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1925a. Carta a Diego Abad de Santillán, Zurich, 22 de julio de 1925. Institut voor Geschiedenis (Amsterdam): Diego Abad de Santillán Papers / Archivo Diego Abad de Santillán, N° 137: “Guerrero, Luis Juan, 1922-1925” y Centro de Investigaciones Filosóficas, Archivo Luis Juan Guerrero (duplicado). [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1925b. Tarjeta postal a Carlos Astrada, París, 22 de diciembre de 1925, copia mecanografiada (duplicado). Centro de Investigaciones Filosóficas. Archivo Luis Juan Guerrero: Correspondencia de Carlos Astrada (Rainer Astrada / Guillermo David). [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1927a. Die Entstehung einer allgemeinen Wertlehre in der Philosophie der Gegenwart. Abhandlung zur Erlangung der Doktorwürde der philosophischen Fakultät der Universität Zürich vorgelegt von Luis Juan Guerrero / Argentinien. Angenommen auf Antrag von Herrn Dr. Willy Freytag. Marburgo del Lahn: R. Friedrich’s Universitäts-Buchdrucherei. [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1927b. Carta a Miguel de Unamuno, Sepúlveda, 15 de mayo de 1927. Archivo de la Casa-Museo Unamuno, Universidad de Salamanca: CMU 23/40. [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1927c. Carta a Miguel de Unamuno, Madrid, 18 de mayo de 1927. Archivo de la Casa-Museo Unamuno, Universidad de Salamanca: CMU 23/40. [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1927d. Carta a Miguel de Unamuno, León, s/d. Archivo de la Casa-Museo Unamuno, Universidad de Salamanca: CMU 23/40. [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1930. Encomendando al artista Fernando Arranz la ejecución de las decoraciones del edificio de la Facultad, y designando una comisión asesora para proyectar las obras que deberán ejecutarse, Paraná, 12 de abril de 1930. Boletín de la Universidad Nacional del Litoral (Rosario: Universidad Nacional del Litoral) 7-8: 420-421. [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1956a. Estética operatoria en sus tres direcciones, I: Revelación y acogimiento de la obra de arte. Estética de las manifestaciones artísticas. Buenos Aires: Editorial Losada. [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1956b. Estética operatoria en sus tres direcciones, II: Creación y ejecución de la obra de arte. Estética de las potencias artísticas. Buenos Aires: Editorial Losada . [ Links ]

Guerrero, Luis Juan. 1967. Estética operatoria en sus tres direcciones, III: Promoción y requerimiento de la obra de arte. Estética de las tareas artísticas, edición de Ofelia Ravaschino de Vázquez. Buenos Aires: Editorial Losada . [ Links ]

Heidegger, Martin. 1950. Holzwege. En Gesamtausgabe, edición al cuidado de F.-W. Hermann et al., tomo 5, 1975. Fráncfort del Meno: Vittorio Klosterman. [ Links ]

Ibarlucía, Ricardo. 2009. Luis Juan Guerrero, el filósofo ignorado. En Guerrero, Luis Juan, Estética operatoria en sus tres direcciones, I: Revelación y acogimiento de la obra de arte. Estética de las manifestaciones artísticas . Estudio preliminar, apéndice bibliográfico y edición al cuidado de Ricardo Ibarlucía, 9-93. Buenos Aires: Biblioteca Nacional / Las Cuarenta / Universidad Nacional de San Martín. [ Links ]

Ibarlucía, Ricardo. 2015. Estudio preliminar. En Guerrero, Luis Juan, Panorama de la Estética clásico-romántica alemana como introducción al estudio de las corrientes estéticas actuales. Estudio preliminar, edición, notas y apéndice de Ricardo Ibarlucía. Eadem utraque Europa. Revista Anual de Historia Cultural e Intelectual (Buenos Aires: Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín / Miño Dávila Editores) 16: 151-219. [ Links ]

Ibarlucía, Ricardo. 2017. Estudio preliminar. En Guerrero, Luis Juan, Qué es la belleza y otros ensayos. Estudio preliminar y edición a cargo de Ricardo Ibarlucía, 9-32. Buenos Aires: Editorial Biblos, Colección Pasajes, Serie Mayor. [ Links ]

Machado, Antonio. 1928. Poesías completas. Madrid: Espasa Calpe. [ Links ]

Machado, Antonio. 1944. Obra poética. Buenos Aires: Editorial Losada . [ Links ]

Mendoza, Angélica. 2003. Escritos escogidos. Selección de Florencia Ferreira. Buenos Aires: Secretaría de Cultura de La Nación / Catálogos. [ Links ]

Neruda, Pablo. 1953. Odas elementales. Buenos Aires: Editorial Losada . [ Links ]

Ortega y Gasset, José. 1946-1969. Obras completas. 11 tomos. Madrid: Revista de Occidente. [ Links ]

Palacios, Alfredo Lorenzo. 1926. A los estudiantes españoles. El Estudiante. Semanario de la juventud española (Segunda época, Madrid: Rafael Caro Raggio) 1: 2. [ Links ]

Pérez, Dionisio. 1930. La dictadura a través de sus notas oficiosas. Madrid: Compañía Ibero-Americana de Publicaciones. [ Links ]

Pérez Santiago, Justo. 1925-1926. Semblanzas benedictinas. Tomo 1: Santos. Tomo 2: Monjes ilustres. Madrid: Editorial Voluntad. [ Links ]

Pérez Santiago, Justo. 1926. Origen de los himnos mozárabes. Bulletin Hispanique, 28/1-4: 5-21, 113-139, 209-245, 305-320. [ Links ]

Pérez Santiago, Justo. 1930. El Claustro de Silos. Burgos: Imprenta Aldecoa. [ Links ]

Porrúa, María del Carmen (ed.). 2014. Cuadrante. Revista de Estudios Valleinclanianos e Históricos (Villanova de Arousa: Asociación Amigos de Valle-Inclán) 29: Valle en la Argentina. [ Links ]

Quintanilla, Joaquín F. 2007. Al final de la cabriola. Conversaciones con el pintor Luis Quintanilla, estudio preliminar de Consuelo Soldevilla. Santander: Universidad de Cantabria. [ Links ]

Ribas Ribas, Pedro. 2005. Unamuno y su traductor Otto Bueck. En Miguel de Unamuno. Estudios sobre su obra II (Actas de las V Jornadas Unamunianas. Salamanca: Casa-Museo Unamuno, 23-25 de octubre de 2003), compilado por Ana Chaguaceda Toledano, 165-174. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca. [ Links ]

Romero, Francisco. 1929. Carta a José Ortega y Gasset, Buenos Aires, 2 de diciembre de 1929 (C-102/64). Madrid: Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset - Gregorio Marañón. [ Links ]

Russo de Fusari, Mirtha Yolanda. 1971. Las ideas estéticas de Luis Juan Guerrero. Cuyo. Anuario de Historia del Pensamiento Argentino (Mendoza: Instituto de Filosofía, Sección Historia del Pensamiento Argentino, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo), 7: 45-82. [ Links ]

Salcedo, Emilio. 1998. Vida de don Miguel: Unamuno, un hombre en lucha con su leyenda. Salamanca: Anthema Ediciones. [ Links ]

Santamaría, Juan Manuel. 1985. Emiliano Barral. Segovia: Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia. [ Links ]

Sartre, Jean-Paul. 1986. L’imaginaire. Psychologie phénomenologique de l’imagination. Edición revisada por Arlette Elkaïm. París: Gallimard. [ Links ]

Taborda, Saúl. 2011. Investigaciones pedagógicas. Presentación de Myriam Southwell. La Plata: Universidad Pedagógica de la Provincia de Buenos Aires. [ Links ]

Telechea Idigoras, José Ignacio. 1999. Unamuno en Hendaya, documentos inéditos. Cuadernos de la Cátedra Miguel Unamuno (Salamanca: Universidad de Salamanca) 34: 133-159. [ Links ]

Unamuno, Miguel de. 1920. Tres novelas ejemplares y un prólogo. Madrid: Espasa Calpe . [ Links ]

Unamuno, Miguel de. 1924. Noticia. España en manos de los Militares. Nos escribe Don Miguel de Unamuno. Valoraciones. Humanidades, crítica y polémica. Órgano del grupo Renovación de La Plata, 2: 153-154. [ Links ]

Unamuno, Miguel de. 1953. Cancionero. Diario poético, edición y prólogo de Federico de Onís. Buenos Aires: Editorial Losada . [ Links ]

Unamuno, Miguel de. 2012. Cartas del destierro: entre el odio y el amor 1924-1930. Edición de Colette y Jean-Claude Rabatté. Salamanca: Universidad de Salamanca , Acta Salmaticensia. [ Links ]

Urrutia León, Manuel. 1995. El destierro (1924-1931). Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno (Salamanca: Universidad de Salamanca), 30: 61-89. [ Links ]

Valle-Inclán, Ramón del. 1926. Tirano Banderas. Novela de tierra caliente. Madrid: Imprenta Rivadeneyra. [ Links ]

Valle-Inclán, Ramón del. 1942. Flor de santidad: historia milenaria; Coloquios románticos. Buenos Aires: Espasa Calpe. [ Links ]

Whitman, Walt. 1955. The Whitman Reader. Edited by Maxwell Grismar, with an Introduction by Walt Whitman. Nueva York: Pocket Books. [ Links ]

Zamora Canellada, Alonso y Abraham Rubio Celada. 2009. Fernando Arranz López, ceramista. Junta de Castilla y León: Museo Segovia. [ Links ]

1 Alumna de Guerrero en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Angélica Mendoza fue una de las mujeres más destacadas de la filosofía argentina. Nacida en Mendoza en 1889, fue activista de la Reforma de 1918 y militante del Partido Comunista Obrero. Interesada en el pensamiento de John Dewey, emigró en 1941 a los Estados Unidos, dejándole a Guerrero parte de su biblioteca. Realizó estudios de posgrado en la New School for Social Research de Nueva York y obtuvo su doctorado en Filosofía en la Universidad de Columbia en 1950. En 1957 regresó a la Argentina donde murió tres años más tarde. Junto a numerosos artículos, publicó Cárcel de mujeres (1933), Fuentes del pensamiento de los Estados Unidos (1950) y Panorama de las ideas contemporáneas en Estados Unidos (1958). Sobre su trayectoria intelectual, véase: Ferreira de Cassone, F. 1996, 9-3; Mendoza, A. 2003, 11-32.

2Archivo de la Casa-Museo Unamuno, Universidad de Salamanca: CMU 23/40. Agradezco a Clemente Bernal Orozco y el personal de la biblioteca la digitalización de estos manuscritos.

3Sobre la formación de Guerrero en Europa, véase Ibarlucía, R., 2009, 18-23; 2015, 154; 2017, 10-11.

4Entrevista con Raquel Brachet Cota, nuera del filósofo argentino, noviembre de 2017.

5Contamos solo con dos documentos sobre la estancia de Guerrero en París: una carta a Diego Abad de Santillán, fechada a comienzos de diciembre de 1925, donde habla de su interés por reunirse con Alexander Schapiro por los “originales rusos” de la Ética de Piotr Kropotkin, cuya primera parte se publicó en la Editorial Argonauta al cuidado del propio Guerrero (Guerrero, L. J. 1925a, 3-4); y una tarjeta postal a Carlos Astrada, escrita en vísperas de Navidad, poco después haber llegado a París, en la que dice alojarse en la “Modern Pension”, ubicada en el Nº 28 de la rue Grange Bateliére, unas cuadras al norte de los grandes bulevares (Guerrero, L. J. 1925b). Taborda menciona haber conocido personalmente a Unamuno hacia esta época (Taborda, S. 2011, 83). Véase la carta de Unamuno a Amaya describiendo la situación de España publicada en la revista Valoraciones (Unamuno, M. 1924).

6Sobre el destierro de Unamuno y sus años en Hendaya, véase: Salcedo, E. 1998, 315-352; Urrutia León, M. 1995; Telechea Idigoras, J. I. 1999, 133-159.

7Justo Pérez Santiago, conocido como Fray Justo Pérez de Urbel y Santiago, nació en Burgos en 1895 y murió en Cuelgamuros en 1979. Guerrero hace referencia a sus dos volúmenes sobre santos y monjes ilustres de la Orden, su ensayo “Origen de los himnos mozárabes” y su libro El claustro de Silos (véase Pérez Santiago, J. 1925-1926, 1926 y 1930). Guerrero comenta a continuación que Pérez de Urbel estudia filología, historia: “¡Todo menos Teología! Le tiene miedo. ¡Y con razón! Me ha contado algunas divertidas aventuras de otros frailes que tuvieron la mala idea de pensar con cabeza propia en cuestiones teológicas. La censura del pensamiento parece ser implacable, odiosa. Y quienes ejercitan esa censura son unos estupendos cuadrúpedos. Todos los demás frailes no me hablaban más que de dos temas: Primo de Rivera y Marruecos. Tienen un desenfrenado fetichismo por Primo y en cuanto a Marruecos creen que no hay más que una política conveniente: la de exterminar al mayor número de moros. Yo me entretenía insinuándoles mis dudas de que esa fuera la más cristiana de las políticas…” (Guerrero, L. J. 1927b, 2-3). Después de la Guerra Civil, Pérez de Urbel fue asesor religioso de Pilar Primo de Rivera, hermana del dictador. Fue nombrado Prior de la Iglesia de Montserrat de Madrid y capellán de la Sección Femenina de la Falange. Doctor en Historia, se desempeñó como catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.

8Gran parte de Tirano Banderas. Novela de tierra caliente (1926) había sido publicada en entregas por la revista El Estudiante, fundada por Wenceslao Roces (Oviedo, 1897 - México, 1992) y otros jóvenes seguidores de Unamuno, inmediatamente después de que el filósofo fuera destituido de su cátedra en la Universidad de Salamanca por la dictadura de Primo de Rivera. El número del 6 de diciembre de 1926, donde se daba a conocer uno de los capítulos de la novela de Valle-Inclán, se abría con el mensaje “A los estudiantes españoles” del socialista argentino Alfredo L. Palacios, profesor de la Universidad Nacional de La Plata (Palacios, A. L. 1926).

9Sobre la visita de Valle-Inclán a la Argentina y su relación con diversos círculos locales, véase Porrúa, M. del C. 2014.

10Luis Bello nació en Alba de Tormes en 1872 y murió en Madrid en 1935. Abogado, periodista y pedagogo, su Viaje por las escuelas de España compilaba artículos sobre las dos Castillas y Andalucía, aparecidos con regularidad en el diario El Sol (véase Bello, L. 1926-1927); la obra se completaría, entre 1927 y 1929, con otros dos tomos sobre Extremadura y otros sitios de Andalucía, el tercero con un prólogo de Azorín. Acción Republicana fue una agrupación liberal progresista fundada por Manuel Azaña en 1925.

11Julio Álvarez del Vayo, nacido en Villaviciosa de Odón en 1891 y muerto en Ginebra en 1975, integraba el ala izquierda del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Tras estudiar economía y derecho en Londres y Leipzig, cubrió como periodista la Primera Guerra Mundial y viajó a la Unión Soviética, experiencia sobre la que publicó tres libros: La nueva Rusia (1926), La senda roja (1928) y Rusia a los doce años (1929). Durante la Segunda República, se desempeñó primero como embajador en México y luego como diputado. Al estallar la Guerra Civil, fue nombrado Comisario General del Ejército y elegido en dos ocasiones Ministro de Estado. Durante el sitio de Madrid, fue responsable del traslado a Ginebra de cuadros y objetos de arte del Museo del Prado y otros museos españoles. Véase Colorado Castellary, A. 2009.

12Manuel Martínez Pedroso nació en La Habana en 1883 y murió en México D. F. en 1958. Fue diputado del PSOE, delegado de España ante la Sociedad de las Naciones y Embajador de la Segunda República en Moscú. En 1931 publicó en Madrid la primera traducción completa de El capital de Karl Marx. Años más tarde, escribió La prevención de la guerra (1943) y La aventura del hombre natural y civil (1976), aparecido póstumamente.

13El ensayo de Ortega y Gasset se publicó entre diciembre de 1924 y enero de 1925 en el diario El Sol. Guerrero probablemente lo haya leído, durante su estancia en Hendaya, en el volumen La deshumanización del arte. Ideas sobre la novela, aparecido en Madrid en 1925 (véase Ortega y Gasset, J. 1946-1969, III: 253-386).

14Fernando Arranz nació en Madrid hacia 1897 y murió en Buenos Aires en 1967. Siendo joven docente de la Universidad Popular Segoviana, en 1927 viajó a Buenos Aires con una beca del gobierno de la Segunda República para “Expositores y Conferenciantes”. En 1929 abrió su primer taller en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. En 1933 fundó la Escuela Nacional de Cerámica que actualmente lleva su nombre. Profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes y de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Córdoba, dirigió la Escuela Nacional Industrial de Cerámica desde 1940 hasta su fallecimiento. Sobre su obra como ceramista y su trayectoria docente, véase Zamora Canellada, A. y Rubio Celada, A. 2009.

15Emiliano Barral, nacido en Sepúlveda en1896 y muerto en Madrid en 1936, esculpió los bustos de Antonio Machado, del político socialista Pablo Iglesias y del pedagogo Blas Zambrano, padre de María Zambrano y fundador de la Universidad Popular Segoviana. Hacia 1927, cuando Arranz emigró a Buenos Aires, se instaló en Madrid, donde abrió su propio taller, que no tardó convertirse en lugar de encuentro de intelectuales y artistas de toda España. Con su hermano Alberto (Sepúlveda, 1906-1969), también escultor, fue uno de los líderes de las milicias segovianas que, durante la Guerra Civil, defendieron Madrid del asedio de las tropas nacionales. Tras la derrota de la República, Alberto se exilió en la Argentina, radicándose en la provincia de Córdoba. Allí creó el Taller de Modelado de la Escuela Normal Superior “Dr. Agustín Garzón Agulla” y en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Córdoba dictó las cátedras de Introducción a la Plástica y Composición del Espacio. Ambos hermanos colaboraron en el traslado de obras de arte durante el sitio de Madrid. Sobre Emiliano Barral, véase Santamaría, J. M. 1985. Agradecemos a Fernando Barral las importantes precisiones biográficas.

16Cristóbal Ruiz nació en Jaén en 1881 y murió en México D. F. en 1962. Amigo de Fernando Arranz y Emiliano Barral, pintó en 1926 un retrato de Machado. También colaboró en el traslado de obras arte. Se exilió primeramente en Nueva York y luego en Puerto Rico. Entre los que participaban de esta tertulia, se contaban Machado, Blas Zambrano, Cristóbal Ruiz, el poeta y filósofo Mariano Quintanilla, el caricaturista Eugenio de la Torre, el folclorista y musicólogo Agapito Marazuela, el médico Agustín Moreno y los jóvenes escritores Ignacio Carral, Juan José Llovet, Mariano Grau y Julián María Otero (véase Zamora Canellada, A. y A. Rubio Celada, 2009,18-21).

17La obra se estrenó en el Teatro Victoria el 17 de marzo de 1927.

18La traducción es de Guerrero.

19Guerrero alude a las “notas oficiosas”, de inserción obligatoria en los diarios españoles, que Primo de Rivera al parecer redactaba íntegramente y luego eran revisadas por los encargados de la censura. Véanse sus transcripciones en: Pérez, D. 1930.

20Ramón Gómez de la Serna, nacido en Madrid en 1888 y muerto en Buenos Aires en 1963, era ya autor de una obra exuberante. Había publicado más de una treintena de títulos, entre ellos Greguerías (1917) y Ramonismos (1927), colaboraba con la Revista de Occidente y escribía en diversos periódicos españoles.

21Animador de las vanguardias y miembro del círculo de la Revista de Occidente, Ernesto Giménez Caballero -nacido en Madrid en 1899 y muerto en esta misma ciudad en 1988- fue gran admirador de Unamuno. En su “Carta a un compañero de la Joven España”, publicada en febrero de 1929 en La Gaceta Literaria y poco después como prólogo a su traducción de Italia barbara (1925) de Curzio Malaparte con el título En torno al casticismo de Italia, saludó incluso el nacimiento del “fascismo hispánico” alegando que su germen se hallaba contenido en las páginas de En torno al casticismo (1895), primer libro de Unamuno (Giménez Caballero, E. 1929). En 1933 adhirió a la Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera, primogénito del dictador. Guerrero parece aludir tanto a los ensayos filosóficos reunidos en Los toros, las castañuelas y la Virgen (1927) como a sus escritos para La Gaceta Literaria y Verso y prosa, revista donde colaboraban también diversos autores de la llamada “Generación del 27”. Agradezco a Sergio Sánchez (Universidad Nacional de Córdoba) sus comentarios sobre la traducción del libro de Malaparte.

22A través de una carta de Francisco Romero a Ortega, fechada en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1929, sabemos que Guerrero frecuentó al filósofo español durante su segunda visita a la Argentina (Romero F. 1929, 1). En el “Prólogo” de Estética operatoria en sus tres direcciones, Guerrero rindió homenaje a “la proteica figura de Ortega y Gasset, de quien se podría decir como de Herder, al final de la época de Goethe y Hegel, que ya lo hemos olvidado a fuerza de estar presente en todos nosotros” (Guerrero, L. J. 1956a, 14).

23El título Todo un hombre corresponde a la adaptación teatral, realizada por Julio Hoyos, de la “nivola” Nada menos que todo un hombre, escrita en 1916 y recogida, cuatro años más tarde, en Tres novelas ejemplares y un prólogo (Unamuno, M. 1920, 103-164). La pieza se estrenó, el 19 de diciembre de 1925, en el teatro Infanta Beatriz de Madrid. Sobre la prohibición de la obra, véase la carta de Unamuno a G. J. Geers fechada en Hendaya el 24 de mayo de 1926 (Unamuno M. 2012, 188). La traducción alemana de esta pieza, así como la de otros escritos de Unamuno, fue realizada por Otto Buek, colaborador de Álvarez del Vayo en la corresponsalía del diario La Nación en Berlín (véase Ribas Ribas, P. 2005).

24Sobre esta puesta en escena y las posteriores versiones teatrales y cinematográficas de la obra en Argentina y Latinoamérica, véase González Corredera, M. d. P. 2007, 365-389.

25Tras una puesta fallida en 1928, El otro. Misterio en tres jornadas y un Epílogo fue estrenado en Madrid, en diciembre de 1932, por la compañía de Enrique Borrás y Margarita Xirgu.

26Ricardo Calvo, nacido en Madrid en 1875 y muerto en esta misma ciudad en 1966, se destacó por sus papeles en obras del repertorio clásico, como La vida es sueño de Calderón de la Barca, y del teatro romántico, como Don Juan Tenorio de José Zorrilla. En 1919 fundó el Teatro Español de Madrid, junto con Jacinto Benavente.

27Véase la carta de Unamuno a José María Quiroga, fechada en Hendaya el 27 de julio de 1927, donde por error escribe que Cómo se hace una novela será publicado por “la Casa de Buenos Aires Atlas” (Unamuno, M. 2012, 235).

28Abogado y periodista, Eduardo Ortega y Gasset, nacido en Madrid en 1882, se hallaba también desterrado en Hendaya, donde había fundado Hojas libres. Miembro del Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) y luego de Izquierda Radical Socialista, fue Gobernador Civil de la Provincia de Madrid durante la Segunda República. Murió exiliado en Venezuela en 1964.

29Luis Quintanilla, nacido en Santander en 1893 y muerto en Madrid en 1978, pintó los frescos del Palacio de Liria (1927), del pabellón del diario La Nación en la exposición de Colonia (1928) y de la Casa del Pueblo de Madrid (1931), así como el ciclo Ama la paz, odia la guerra, encargado por el gobierno de la República para la Exposición Universal de 1939. Sobre las controvertidas pinturas de Hendaya y su amistad con el cónsul, véase su propio testimonio en: Quintanilla, J. F. 2007, 260-262.

30“Mi domicilio es: San Andrés 14, 4º E” (Guerrero, L. J. 1927c, 5 [23] nota).

31Autor de una vasta obra pedagógica y promotor de la Escuela Nueva, Lorenzo Luzuriaga -nacido en Valdepeñas en 1889 y muerto en Buenos Aires en 1959- se exilió en la Argentina al término de la Guerra Civil Española. Fue vicedecano de la Universidad Nacional de Tucumán, profesor de la Universidad de Buenos Aires, director de la Colección Pedagógica de la Editorial Losada y fundador, junto a Francisco Ayala, de la revista Realidad, que dirigió Francisco Romero. Tradujo al español El niño y el programa escolar: mi credo pedagógico (1931) y Experiencia y educación (1938) de John Dewey.

32Ramón Viguri y Ruiz de Olano, nacido en Vitoria en 1886, era miembro del PRRS. Fue desterrado a Fuerteventura, al igual que Unamuno. Permaneció en Hendaya hasta 1930. Fue diputado durante la Tercera República. Tras la Guerra Civil, se exilió en Francia y luego en México. Murió en Madrid en la década de 1960.

33Guerrero envía también saludos a Aramburu, probablemente el autor de “Recuerdos de Unamuno y su poesía” (véase Aramburu, M. 1928) y a un tal García, a quien no hemos podido identificar.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons