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Cuyo

On-line version ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.39 no.1 Mendoza Oct. 2022  Epub Oct 24, 2022

 

Dossier

Filósofos peruanos en el Epistolario personal de Francisco Romero

Peruvian philosophers in the personal Epistolary of Francisco Romero

Clara Alicia Jalif de Bertranou1 

1 Profesora Consulta Universidad Nacional de Cuyo / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Mendoza, Argentina. cajalif@gmail.com

Resumen

Francisco Romero (España, 1891-Argentina, 1962) mantuvo una amplia red epistolar con filósofos e intelectuales de distintos países del mundo. Así se constata con filósofos peruanos especialmente en las décadas de 1940 y 1950, como puede leerse en su libro Epistolario (2017), tema de este trabajo. En total mantuvo correspondencia con once personalidades e intercambiaron setenta y tres piezas postales. Ellos son Honorio Delgado, Mariano Iberico, Alejandro Deustua, Augusto Salazar Bondy, Ramiro Pérez Reinoso, Francisco Miró Quesada, Fernando Tola, Walter Blumenfeld, Víctor Li Carrillo, Luis Alberto Sánchez y Alberto Wagner de Reyna.

Palabras claves: Francisco Romero; Perú; Filósofos peruanos; Epistolario.

Abstract

Francisco Romero (Spain, 1891-Argentina, 1962) maintained a wide epistolary network with philosophers and intellectuals from countries around the world. This is confirmed by the Peruvian philosophers, especially in the 1940s and 1950s, included in Epistolario (2017), who are the subject of this work. In total, he corresponded with eleven scholars from Peru and exchanged seventy three pieces of mail. They are Honorio Delgado, Mariano Iberico, Alejandro Deustua, Augusto Salazar Bondy, Ramiro Pérez Reinoso, Francisco Miró Quesada, Fernando Tola, Walter Blumenfeld, Víctor Li Carrillo, Luis Alberto Sánchez and Alberto Wagner de Reyna.

Keywords: Francisco Romero; Peru; Peruvian Philosophers; Epistolary

Las cartas, sobre todo cuando son escritas con asiduidad, muestran recorridos de vida nada despreciables. Suelen ser una herramienta valiosa para evaluar intereses personales, inquietudes de distinto tenor, y en el caso de un filósofo (o filósofa) pueden atestiguar el círculo de amigos y colegas con los que le fue factible compartir ideas, impresiones, posicionamientos y muchos otros aspectos que develan las líneas y entrelíneas de esos papeles, que son un complemento de libros, ensayos y biografías.

Entre las misivas que Francisco Romero (España, 1891-Argentina, 1962) intercambió con distintos corresponsales, no es menor las que hallamos con filósofos peruanos. Si sus lazos constituyeron en general una vasta red que abarcó América, Europa y hasta algún país oriental, digamos que interesa en particular el nutrido manojo con estudiosos de la República del Perú, conformado por setenta y tres cartas con once filósofos, incluidas en la edición de su Epistolario (Romero, 2017). Abarcan desde 1934 hasta 1961, esto es, un año antes de su muerte. El mayor flujo se dio entre las décadas de 1940 y 1950, momento en que es apreciable el entusiasmo en los distintos países latinoamericanos por asentar el cultivo de la filosofía en las instituciones universitarias públicas, en instituciones privadas, en revistas y en todo medio que contribuyera a su afianzamiento. Mismo entusiasmo que se observa cuando se evoca la creación de la Sociedad Peruana de Filosofía (1940) y su órgano de publicación, los Archivos de la Sociedad Peruana de Filosofía, cuyo primer número apareció en 1942. Era una época en la que todavía se contaba con el casi centenario intelectual Alejandro Deustua (1848-1945), de adhesión al espiritualismo bergsoniano, a quien Romero consideró uno de los "fundadores" de la filosofía en América. Ahora bien, el simple rastreo de aquellos números da cuenta del empeño por dar curso a una vocación disciplinar, que incluía a la Psicología, tal como sucedía en otros países. Y no es que el camino fuese sencillo, pues las dificultades socio-políticas e institucionales estuvieron siempre presentes durante la primera mitad del siglo XX (Jalif, 1999).

Honorio Delgado y Mariano Iberico

En orden cronológico el primer corresponsal en el Epistolario es Honorio Delgado (1892-1969), que responde en forma manuscrita en breve carta, fechada el 14 de abril de 1934, a una tarjeta que le habría enviado Romero, si bien no hay copia en el fondo documental. Esta es una particularidad que se repite a menudo en lo que el filósofo argentino guardó para sí y lo que no, por las razones que fuere. Lo cierto es que por el contenido de las palabras de Delgado, se desprende que la tarjeta habría tenido por fin felicitarlo por la aparición de su Psicología (1933), escrita junto a Mariano Iberico, de amplia divulgación y que Romero reeditara en la Editorial Losada más tarde, cuando dirigía la Colección Biblioteca Filosófica, de gran interés por las obras en versiones originales o en traducciones de primera mano1. En esta oportunidad Delgado le agradece el interés, le proporciona datos para obtener más ejemplares y, además, le solicita que cuando redacte una nota sobre el libro, que apareció luego en la revista Nosotros, le envíe recorte de la misma. En efecto, así hizo Romero en 1936, bajo el título "Un manual de Psicología".

Honorio Delgado era ya en ese momento un distinguido intelectual, pues había recibido el título de médico en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con una tesis sobre el psicoanálisis en 1918. Poco después, en 1922, había viajado a Alemania, conocido a Freud y Adler, entre otros, por su dedicación a la psiquiatría, pero no se ocupó solamente de estos estudios, por eso sus contribuciones abarcan campos que han sido abordados desde la filosofía, la psicología y la historiografía. Fue doctor en medicina y en ciencias naturales, a quien se debe cientos de artículos y varios libros. Se dice que fue el primero en la América de habla hispana en referirse al psicoanálisis, pues publicó en 1915 un artículo en el diario El Comercio, de manera que no es de extrañar su tema de tesis de médico. Además, fue reconocido por el propio Freud en calidad de precursor y existe correspondencia entre ambos. Sin embargo, hacia 1940 sus ideas viraron hacia una psicología de textura espiritualista a la luz de sus lecturas de Dilthey, Bergson y Spranger. Esto explicaría el agrado que le había producido a Romero la publicación del volumen Psicología, si bien ya alejado del psicoanálisis y crítico de él, no dejó de incluirlo en sus contenidos (León y Zambrano, 1992).

Las simpatías de Romero hacia Delgado muestran su grado de información sobre el panorama intelectual americano, dicho con sentido continental. Pero fueron mutuas y las cartas son pródigas en palabras de estímulo. De las quince que se han conservado, siete fueron enviadas por Delgado y ocho por Romero. Una de estas dirigida también a Mariano Iberico, coautor de la Psicología, como hemos dicho. El libro tuvo no solamente gran acogida en su país, donde llegó a más de treinta ediciones, sino aun en el nuestro. Así, en una carta escrita por ambos autores desde Lima (26 de abril de 1937), le agradecen su difusión y que se haya "adoptado en las escuelas normales argentinas y en el Colegio Nacional de La Plata por el profesor de la asignatura respectiva señor Eugenio Pucciarelli" (Romero, 2017, p. 167). En la próxima, de fecha 19 de octubre de 1939, manifiesta Delgado su agradecimiento a Romero por el deseo de publicar en la Colección Biblioteca Filosófica de Losada trabajos de autoría de ambos. Asimismo le comunica que le ha enviado ejemplares de la Revista de Neuro-Psiquiatría, fundada por el mismo Delgado, donde analiza libros que le había enviado Romero. Cortésmente lo felicita por la "intensa labor que desarrolla en fomento de la cultura" (Romero, 2017, p. 167). Sobre la Psicología nuestro filósofo no ahorró elogios, al punto de calificarla de "excelente" en una de las cartas y en otra de "libro excepcional" que "honra a la bibliografía filosófica iberoamericana" (Romero, 2017, p. 169), razones que lo motivaron a divulgarlo entre amigos y colegas del país e igualmente en Chile, por ejemplo, cuando Romero asistió invitado al centenario de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile y lo compartió con Leopoldo Zea y otros colegas de diversas partes (carta 4 de agosto de 1945; Romero, 2017, p. 171).

Entre las cartas con Delgado sobresale una sin fecha, probablemente escrita en 1943, donde al recibir Romero un ejemplar de la publicación titulada Paracelso (1941), alaba la misma y le pide poder darla a conocer en la Editorial Losada. La más apropiada de las colecciones le parece Contemporánea, e inclusive le propone ampliar el contenido. La edición se efectivizó en 1947.

La última carta en el Epistolario es de Delgado (Lima, 11 de diciembre 1953), en la que declara haber recibido el libro Estudios de historia de las ideas (1953), pero que antes había leído con gran satisfacción Teoría del hombre (1952) (Romero, 2017, p. 171), su obra mayor, como es sabido. Por otro lado, sabemos que Romero le editó a Delgado en la Colección Biblioteca Filosófica, Ecología, tiempo anímico y existencia (1948). En suma, las cartas muestran gran empatía entre ambos y el interés por sus producciones. Sobre la importancia de Delgado, León y Zambrano (1992) afirman:

En un medio científico como el peruano, tan alejado de las metrópolis de la ciencia, la actualización permanente que Delgado demostraba en sus escritos, su condición de políglota, el manejo de literatura para la inmensa mayoría local francamente inaccesible, la profundidad y variedad de temas por él tratados, lo hicieron la expresión peruana “de carne y hueso” del genuino Scholar" (p. 415). (…) Para muchos de sus compatriotas Delgado fue el más distinguido representante en el Perú del pensamiento alemán en psiquiatría, psicología, y filosofía (p. 416).

Tanto él como Iberico (1892-1974) fueron figuras de exposición pública con altos cargos institucionales. Ahora bien, el vínculo con Iberico fue amable desde el primer momento por la mediación de Delgado. Formado en filosofía y psicología, parece haber sido un bergsoniano temprano, aunque luego se alejó para, finalmente, acercarse nuevamente, dado que se doctoró con una tesis dirigida por Deustua, sobre el filósofo francés, de quien recibió su beneplácito -hablamos de Bergson-, y hasta se asevera que fue el primer trabajo acerca de este filósofo en Iberoamérica. Es difícil y arriesgado hablar de una primera vez, pero esto no le quita mérito. Sí podemos agregar que en la intelectualidad latinoamericana alrededor de 1910 la lectura de dicho filósofo fue común (donde estaba presente Kant y el neokantismo también), y en la Argentina podrían citarse nombres más que conocidos en brevísimo listado, como Coriolano Alberini, Alberto Rougès y Alejandro Korn, quienes lo leyeron e incorporaron algunas de sus ideas axiales, pero críticamente, pues no dejaron de señalar algunas discrepancias (Pró, 1959). Se trataba de una renovación frente al positivismo finisecular.

La correspondencia Romero / Iberico se extiende entre 1941 y 1947, según lo recogido en el Epistolario. Consta de cinco misivas: tres que le envió él mismo y dos de Iberico (Romero, 2017, pp. 353-356). Este, años más tarde, llegaría a rector de San Marcos (1952-1955) y fugaz Ministro de Educación Pública (1955), durante la dictadura de Manuel Odría (1948-1956).

En las cartas de Romero hay tres contenidos a destacar: 1. La solicitud de sus antecedentes para integrar el fichero de filósofos americanos de la Cátedra Alejandro Korn. 2. El deseo de publicar alguno de sus trabajos en la Biblioteca Filosófica de Losada, aunque problemas por la II Guerra retrasaban las ediciones en el país y el cúmulo de materiales las dificultaba. 3. Superados algunos de los escollos, le propone "autorización para incluir en la serie su libro sobre el sentimiento cósmico", por el cual sentía "la estimación que usted sabe" (Romero, 2017, p. 354). Había sido editado en Lima en 1939 y en Buenos Aires vio la luz en 1946. Le proponía, además, la reedición de La unidad dividida para la Colección Biblioteca Contemporánea, originalmente publicado en Lima en 1932. Libro que Romero hubiese querido que apareciese en su Colección y así se lo transmite con pesadumbre. Iberico, en carta del 16 de junio de 1946 le exime de responsabilidad y le ruega "que no se mortifique" (Romero, 2017, p. 355). Acepta su invitación para publicar y asegura que en breve tiempo le enviará originales de un libro ya avanzado "sobre temas de ontología (...) que tiene mucha relación con mis tendencias hacia la interpretación religiosa y estética del Cosmos y de la vida humana" (Romero, 2017, p. 355). Romero lo editó el mismo año con el título El sentimiento de la vida cósmica. Pero el intelectual peruano le dirige una última carta el 30 de abril de 1947 no solamente para agradecerle el envío de publicaciones, sino incluso para ofrecerle los originales de un libro que estaba presto a finalizar sobre el "Aparecer", detallando su contenido. Por razones que desconocemos, no se editó en Buenos Aires y finalmente se imprimió en 1950, por la Universidad de San Marcos con el título La aparición: ensayos sobre el ser y el aparecer2.

Alejandro Deustua

Sabemos que Romero utilizó el término "fundadores" para referirse a aquellos primeros filósofos que en el siglo XX habían superado el positivismo y dado lugar a una filosofía de tinte espiritualista, que comenzaba a integrar la enseñanza superior, como fue el caso de Alejandro Korn, de lo cual ya hemos hecho un adelanto. En la República del Perú reconoció como tal a Alejandro Octavio Deustua (1849-1945) y con él intercambiaron siete cartas entre 1940 y 1941, según nos consta. Cuatro son del maestro (todas manuscritas) y tres de nuestro autor. La primera en el reservorio es una tarjeta fechada el 11 de octubre de 1940 (Romero, 2017, p. 171), en la que le agradece el envío de Escritos en honor de Descartes (1938). Se trataba de una compilación donde aparecía un estudio de Romero. Deustua calificaba al libro de "hermoso e interesante", al que daría lectura inmediata. En la segunda, 30 de noviembre de 1940, le agradece el envío de folletos sobre el Colegio Libre de Estudios Superiores y la creación de la Cátedra Alejandro Korn, de la que espera "grandes éxitos":

Una institución pedagógica destinada a defender el principio de libertad, como fundamento de todo valor, es, en estos momentos, en los que se impone terriblemente el valor económico, es [sic] un poderoso apoyo para cuantos luchan defendiendo la moralidad universal. (…) Yo lo felicito a Ud. de todo corazón, por su aporte de sabiduría y de entusiasmo, en esta labor fecunda, que hace tanto honor a la República Argentina (Romero, 2017, p. 172).

Dos semanas después Romero responde agradecido dado que las palabras de Deustua le parecen un incentivo y pone una vez más en su Epistolario el objetivo tanto del Colegio como de la Cátedra y sus enseñanzas: "(...) que huye de cualquier aparatosidad y brillo externo" (p. 172). Además de querer ser un nexo entre los intelectuales, especialmente de Iberoamérica. Es por ello que en una próxima carta le solicita le envíe su retrato, como hizo con otras personalidades, pues era parte del archivo de filósofos que se proponía conformar desde la Cátedra, con fichas individuales donde constaran los antecedentes de cada uno de ellos:

(...) como habrá usted visto en el prospecto, está el afán de coadyuvar al intercambio y mutuo conocimiento dentro de lo filosófico y para Iberoamérica; y dentro de este propósito incluimos el levantamiento y reivindicación de los hombres que fundaron entre nosotros estos estudios, entre los cuales ocupa usted lugar principal (Romero, 2017, p. 172).

Hacia finales de 1940 Deustua había recibido envíos de Romero, entre los cuales se encontraba su escrito "Programa de una Filosofía", donde, desde su punto de vista, hallaban lugar especial las categorías de "valor" y "libertad", por lo que le decía en carta del 2 de enero de 1941:

Tengo la seguridad de que Ud. encontrará en la libertad creadora la realización de una actividad de trascendencia, que, con tanto talento, hace Ud. la base de una filosofía más perfecta que la que nos han ofrecido hasta ahora los mantenedores de un intelectualismo alarmante (Romero, 2017, p. 172).

Por su parte, Romero, lector del filósofo, había recibido los dos volúmenes de Los sistemas de moral (1938-1940), pero estaba además interesado en publicar alguno de los escritos de Deustua. Muestra de ese aprecio estaba que había disertado brevemente sobre su figura en un programa radiofónico "de la emisora oficial" (L.R.A. Radio del Estado), que tenía por fin difundir la actividad filosófica iberoamericana. El texto de esa disertación se lo envió al maestro en carta del 28 de agosto de 1941 -la última del reservorio-, donde le aclara que, tratándose de un público amplio, el contenido era con fines de divulgación y de acceso simple. Deustua poseía méritos por su formación, por sus actividades públicas y por sus artículos y libros, como Las ideas del orden y de la libertad en la historia del pensamiento humano (2 v., 1919-1922), Estética general (1923), Estética aplicada (2 v., 1932-1935), y la obra ya mencionada. No por haber sido escritas hace más de cincuenta años son menos ciertas las palabras de Augusto Salazar Bondy:

Estudiante en la etapa anterior al positivismo, profesor cuando el positivismo afirma su dominio en la Universidad, director del movimiento filosófico peruano en las tres primeras décadas del presente siglo, estudioso de la filosofía y activo escritor hasta su muerte, Deustua es, en su evolución espiritual, un resumen de la evolución filosófica del Perú de su época (Salazar Bondy, 1965a, t. 1, p. 149).

Augusto Salazar Bondy

Ya que hemos mencionado a Salazar Bondy (1925-1974), en el Epistolario encontramos dos cartas que le escribiera a Romero. En la primera de ellas, fechada en Lima, 7 de diciembre de 1959, le acusa recibo de una misiva donde recuerda la entrevista que tuvieron en Buenos Aires y se congratula de la misma:

Querido Don Francisco: mucho gusto me ha dado recibir sus noticias y saber a través de ellas que también para usted nuestro encuentro de Buenos Aires ha servido para ratificar y ahondar una amistad que tanto me honra. Créame que los momentos pasados al lado de usted forman ya parte de mis más gratos recuerdos intelectuales (Romero, 2017, p. 836).

Seguidamente le anuncia que en días partiría a Europa por varios meses para visitar Francia, Inglaterra, Italia, Alemania y, de regreso, Estados Unidos de Norteamérica, merced a una invitación para "estudiar la organización de la enseñanza filosófica en las universidades y colegios", no sin antes concluir diciéndole que con gusto recibiría "sus órdenes para esos países" (Romero, 2017, p. 836). No era ese su primer viaje internacional, pero en este llevaba un cometido muy particular.

Sabemos que esa preocupación pedagógica y didáctica ocupó a Salazar y que su fruto cuajó en artículos y libros (Rivara de Tuesta, 2000, pp. 318-326). Como ejemplos mencionamos En torno a la educación. Ensayos y discursos (1965) y Didáctica de la filosofía (1968).

Salazar Bondy deja sentir nuevamente en la segunda carta su admiración por Romero, a quien leyó extensamente, y estudió por caso en el capítulo "Notas sobre las ideas axiológicas de Francisco Romero" en el volumen de homenaje que le publicara la Universidad de Buenos Aires (Salazar Bondy, 1964, pp. 161-172), preparado antes de su fallecimiento. Más tarde lo incluyó con el título "La axiología de Francisco Romero" en su libro Para una filosofía del valor (1971), en el que se sirvió de las siguientes obras: Filosofía contemporánea (1941); Filosofía de la persona y otros ensayos de filosofía (1944); Papeles para una filosofía (1945); Teoría del hombre (1952); Qué es la filosofía (1953) y Ortega y Gasset y el problema de la jefatura espiritual y otros ensayos (1960). Así, desde Lima, el 22 de abril de 1961, le invita a enviar un artículo para el primer número de una revista sobre enseñanza de la filosofía que estaba preparando. Sería bajo los auspicios de la Facultad de Educación de San Marcos, dentro de su cátedra de Metodología de la Enseñanza de la Filosofía:

El propósito principal de esta publicación es proporcionar a los maestros de Secundaria que tienen a su cargo las asignaturas de filosofía una orientación permanente y una información al día sobre experiencias, métodos, problemas y temas de su disciplina. En el Perú esto ha sido una necesidad sentida desde muchos años (Romero, 2017, p. 836).

La inquietud se daba por las reformas educativas que se estaban llevando a cabo a nivel gubernamental, de las cuales Salazar participó activamente. Más adelante agrega: "(...) esta publicación ha de servir también de órgano de expresión del pensamiento filosófico y de medio eficaz de difundir la cultura filosófica en un país tan falto de órganos de expresión académicos como el Perú". Se dirige de este modo a una "figura señera (...) de nuestra filosofía", según expresa, para darle categoría a la nueva revista (Romero, 2017, p. 837). Uno más de los encomiables propósitos que guiaron a Salazar Bondy, pues nadie podrá negar que su pensamiento y su obra constituyeron un hito en el desenvolvimiento de la filosofía en su país y en el Continente, y Romero estaba bien advertido de su valía.

Ramiro Pérez Reinoso

Un nombre que hasta el momento ha trascendido poco dentro de la filosofía peruana es el de Ramiro Pérez Reinoso, recuperado en un escrito casi reciente -ciertamente valioso- por Aldo Ahumada y Stefan Vrsalovic (2020) sobre todo a propósito de su presencia en Chile, quienes lo dan por nacido en Arica en 1901, si bien el dato podría ser 1902, desconociéndose por ahora la fecha de fallecimiento. Sin embargo los autores ahondan también en una cuestión más, que intenta responder al tema indígena que el filósofo peruano trató y asimismo si puede considerárselo un antecedente de las discusiones sobre la filosofía latinoamericana, su originalidad y autonomía, algo que se puede atisbar en la única carta con la que contamos en el Epistolario, además de la respuesta que le envió Romero.

Pérez Reinoso fue escritor, poeta, pedagogo, traductor y filósofo; persona versada y con inquietudes destacables. Le escribe a Romero desde Lima el 29 de noviembre de 1942 (Romero, 2017, p. 658-659), en respuesta a una tarjeta que le habría enviado nuestro filósofo, pero de la cual no hay copia en el archivo personal. La misma sería de 1941 a juzgar por las palabras del autor, recién regresado de EE.UU., donde había estudiado la filosofía colonial norteamericana (Romero, 2017, p. 658). Previamente había cumplido una etapa en Chile por razones políticas desde 1933 hasta 1940, pues se había exiliado dada su pertenencia al APRA. En este país, contratado por la Universidad de Chile para dictar Sociología (Romero, 2017, p. 658), fue partícipe de grupos de estudio y de otras labores, además de su dedicación a la ensayística.

Atentas al contenido de la carta, podríamos destacar cuatro aspectos: 1. Sus juicios sobre la filosofía en Chile. 2. Sus opiniones sobre la filosofía en el Perú. 3. Su posición filosófica. 4. La posibilidad de editar un libro en Losada.

Sobre el primero de los aspectos, indica que la filosofía estaba "acaparada por la cátedra" por lo cual ofrecía pocas oportunidades para "el libre juego del pensamiento", esto es, para la actividad creativa y de cierta autonomía, con la excepción de Enrique Molina (Romero, 2017, p. 658). Los intentos de agrupar a filósofos en un centro de estudios que funcionó en el Instituto Pedagógico, con reuniones "muy concurridas", terminaron por cesar:

En ese Centro el Jefe del Departamento, señor Loyola, representó el pensamiento tradicional europeo en su sentido casi escolástico, pues Loyola es un excelente profesor de Lógica. Yo fui partidario de la inclusión de los problemas culturales y espirituales de nuestra América. Durante las vacaciones de 1933 a 1934 se dispersaron los profesores y estudiantes y el Centro no continuó funcionando. De seguir sus frutos habrían sido fecundos y novedosos (Romero, 2017, p. 658-659. Cursivas nuestras).

Tiempo más tarde, se organizó lo que llama "otro Club filosófico", reunido en casas particulares, en el cual se había destacado "(...) un sector científico, entusiasta por el relativismo y la física nueva", pero el grupo "puramente filosófico" no había estado "bien definido". Así las cosas, se habían visto distintos matices en las posiciones, que iban desde el catolicismo hasta el materialismo, pero había concluido por dispersarse (Romero, 2017, p. 659). Resultaban de este modo intentos fallidos para el intercambio de ideas por fuera de las aulas institucionales, como se puede colegir.

Respecto de la actividad en su país natal, afirma que los dedicados a la filosofía eran pocos, un "núcleo reducido", agravado por el limitadísimo estímulo para la edición de libros y revistas -"casi nulos"-en la última década, aunque hace notar que había una cierta preferencia por la filosofía de los valores y otras "novedades alemanas", pero agrega un detalle más: "no hay orientadores". Estas cuestiones y la necesidad de maestros las veremos reflejadas también en Francisco Miró Quesada a continuación.

Más destacable es la expresión de sus ideas personales, si bien en forma breve dada la misiva:

Tengo la firme convicción de que actualmente nuestros países se encuentran en el momento más oportuno para recibir el mensaje promisor de su autonomía espiritual. Antes el porvenir no se nos presentaba tan lleno de responsabilidades ni teníamos tampoco suficiente confianza en nosotros mismos. Después sería entregar el pensamiento filosófico a la multitud de intereses de la política mundial que nos envolverán y exponerlo a nuevas influencias extrañas a su propio campo. Creo además que el pensamiento surge con más pureza y mayor fuerza creadora en la juventud de las naciones que en su edad adulta. La filosofía como fruto de la madurez y la consolidación psíquica de los pueblos no puede ser original y vigorosa. Cuando más será erudición y especulación pura (Romero, 2017, p. 659. Cursivas nuestras).

No se trataba de ignorar las "escuelas europeas", pero sí y precisamente por ello, de hallar con mayor limpidez "una definición del destino y los trabajos de nuestro espíritu". Algo que implicaba dificultades, pero era necesario encontrar en nuestras culturas la emergencia de un "pensamiento propio". Era consciente de que ello era expresión de una posición americanista, que había puesto por escrito con el título "Sentido y posibilidad de un pensamiento filosófico latino-americano", y es ese trabajo el que ofrece a Romero para su publicación en Buenos Aires, por lo cual le envía una copia para someterla a su consideración y en todo caso con prólogo del mismo Romero, sobre quien dice:

Un prólogo suyo sería valioso para su difusión continental. Es Ud. el pensador argentino más conocido y escuchado. No es esencial que sus opiniones coincidan con las mías. Lo que interesa es que el problema de una filosofía latino-americana se considere y debata (Romero, 2017, p. 658. Cursivas nuestras).

Previamente le había comentado que en su camino de regreso de EE.UU. había dado dos conferencias en México donde había destacado la importancia de lo "bárbaro" y el "sentido histórico" del pensamiento latinoamericano, que él mismo coloca con comillas.

A esta estimulante carta Romero respondió el 7 de enero de 1943 con la mención de las dificultades editoriales que se ofrecían por el momento, pues había una larga lista de autores a la espera de sus publicaciones, aunque pondría en consideración ante otros miembros el caso y, si era afirmativo, le avisaría.

Puede verse así que a pesar de ser tan pocas las líneas de las que disponemos, la actitud de Pérez Reinoso es considerablemente sugerente dado el momento y las circunstancias en las que compuso sus libros, que contrasta con un cierto tono general dentro de su época al menos en dos perspectivas: la valoración de lo nativo o "bárbaro" y la necesidad de ahondar en nuestras culturas para las contribuciones filosóficas, antes que buscar modelos foráneos, idea con la que fue consecuente a lo largo de los años3.

Francisco Miró Quesada y Fernando Tola

El corresponsal más frecuente fue Francisco Miró Quesada (1918-2019), con quien hallamos veintisiete cartas entre 1940 y 1961. De él mismo partió la autorización verbal a través de uno de sus nietos para publicarlas durante el proceso de elaboración del Epistolario en el que nos basamos. Señalar la amplitud de sus intereses intelectuales, políticos y periodísticos es innecesario. En nuestro caso indicaremos algunos de los ejes que atraviesan el intercambio con Romero en los que se distingue la humildad del joven filósofo, deseoso de recibir el consejo de un maestro. Así pues, la primera carta es de Miró Quesada, fechada en abril de 1940, sin indicación de día. Le envía un manual que acaba de publicar para jóvenes estudiantes de enseñanza media, titulado Curso de moral (1940), con el fin de tener su opinión: "El que empieza, necesita del que ya ha llegado, el joven necesita del experimentado" (Romero, 2017, p. 565). Explica que es un libro para colegios y alumnos de quinto año, que no tienen ninguna noción de filosofía, por eso lo considera de "mera vulgarización", pues a esas alturas los estudiantes todavía no tenían, según su parecer, ninguna capacidad de abstracción. Más adelante indica las fuentes o ideas en las que se ha basado: Scheler, Hartmann, Stern y algunas sugerencias de la fenomenología, sin dejar de acudir al clásico y "eterno Kant" (Romero, 2017, p. 565). Dado esos fines pedagógicos, contiene al final un "pequeño diccionario, etimológico-explicativo", para que los alumnos "comprendan las palabras que son inevitablemente técnicas en la obra". Explica que era la primera vez en el Perú que se ofrecía a los jóvenes la "Moral de los Valores", con propósitos de política educativa (Romero, 2017, p. 565). Es destacable su postdata, donde dice ser muy amigo de Alberto Wagner de Reyna, de quien ha sabido que Romero se interesaba por Fernando Tola Mendoza (Lima, 1915-Buenos Aires, 2017), y a su vez Miró era alumno de Griego del joven profesor Tola: "uno de los grandes valores de la juventud peruana (...)" (Romero, 2017, p. 566). De ese discipulado surgió un trabajo conjunto que en carta del 14 de setiembre de 1940 le detalla: "Por si acaso le interesa, le participo que estoy haciendo una traducción directa, de los fragmentos de Heráclito, con el doctor Fernando Tola. Creo que es una de las primeras veces que se traduce directamente al castellano del texto griego" (Romero, 2017, p. 568)4.

Entre paréntesis, digamos que esta referencia se verá reflejada en la única carta en el Epistolario que está dirigida por Romero a Tola con fecha 21 de marzo de 1941. Es respuesta a una carta que le habría enviado y que no se encuentra en el archivo de nuestro filósofo. Le manifiesta que lamentablemente no habría cátedras disponibles para él en la Argentina, pues "De momento [las universidades] tienen sus cuadros completos hasta donde permite el presupuesto (...)" (Romero, 2017, p. 895). Sin embargo, alentándolo en los estudios del Oriente, leemos: "(...) se me ha ocurrido que -para más adelante- estaría bien en la Biblioteca Filosófica que yo dirijo una edición del Bhagavad-Gita preparada por usted", a lo que agrega: "Creo también que sería una buena manera de dar carta de naturaleza americana a los estudios de orientalismo tan dignamente representados por usted en estos países. Le ruego piense en ello y [si] la idea le agrada, vaya haciendo un plan"5. Le sugiere la disposición del volumen, que podría ser de hasta 250 páginas, para luego finalizar con la frase: "Acaso después, podríamos pensar en otras cosas del sánscrito de interés filosófico" (Romero, 2017, p. 895). Adviértase aquí la importancia de esta frase porque mostraría que para Romero en el Oriente no solamente había "pensamiento", sino también "filosofía", como trataría de mostrar Tola en su fecunda trayectoria.

No está de más recordar que el estudioso peruano se mantuvo fiel a su vocación a lo largo de toda su vida, compartida con quien fuera su alumna y luego su esposa, la argentina Carmen Dragonetti (1937-2018), dado que tradujeron de primera mano innumerables textos e hicieron los estudios respectivos, convirtiéndose en figuras de prestigio mundial como indólogos dedicados especialmente al budismo e hinduismo. Su legado se halla en la Fundación Instituto de Estudios Budistas en la ciudad de Buenos Aires, creada por ambos, y cuenta con la mayor biblioteca especializada en el mundo de habla hispana. Además, crearon la primera publicación dedicada a estos estudios en el orbe hispanoparlante, la Revista de Estudios Budistas, lanzada desde México en 1991, aunque dirigida desde Buenos Aires (Rodríguez de la Vega, 2015; 2016).

Pero retomando las cartas intercambiadas con Miró Quesada, al envío de su Curso de Moral, Romero respondió prontamente, el 3 de junio de 1940, después de leerlo. Y tal como le había pedido el amigo, escribe sus opiniones, aunque se excusa de no ahondar demasiado: "Su obra me parece tan bien inspirada y pensada, como limpiamente realizada. Las cuestiones de principios están sentadas con rigor y seguridad, y la exposición reviste esas condiciones de claridad y método sin las cuales un libro destinado a la enseñanza no cumple sus fines". Se explaya unas líneas más en la ponderación, para sumar: "En mi opinión es también un notable acierto haber vertebrado su libro con la doctrina del valor" y comparte la idea de la axiología como el aporte más grande del siglo XX, más que la filosofía existencial, sobre la cual Romero tuvo siempre reparos, así como por sus derivaciones "o interpretaciones francamente peligrosas o repudiables". Y si bien le observa que la doctrina del valor no está en el libro "suficientemente destacada en sus líneas propias", justifica este juicio no solamente porque las mentes juveniles a las que estaba destinado no estaban prestas para su comprensión, sino también las de los docentes. Por esta razón le aconseja agregar un apéndice para manejo del profesor, que en sus bases teóricas influiría en la comprensión de la obra, cuyo valor le resulta "elevado" (Romero, 2017, p. 566).

Miró Quesada creía que con lo que se estaba produciendo en nuestros países comenzaba a "formarse una tradición filosófica" (carta del 7 de agosto de 1940), con lo cual Romero coincidía al punto de expresar el 12 de agosto del mismo año: "Hay mucho que decir sobre la filosofía en América en estos tiempos". Motivo por el que trabajaba para el acercamiento entre los estudiosos al pensar en la necesidad de crear una Biblioteca Filosófica Americana que pusiera a la mano lo que se hacía continentalmente. Por su lado, Miró aprovechaba las páginas del antiguo periódico familiar El Comercio para dar a conocer en sus suplementos dominicales esos menesteres y sirvió a lo largo de los años, ya fuere con su pluma o con la de otros filósofos, a la difusión y crítica de ideas propias de la filosofía. De hecho, Romero colaboró con el diario en algunas ocasiones y Miró se refirió a él en el periódico no menos de ocho veces. Comenzó cuando le envió su breve ensayo "Temporalismo", sobre el cual le escribe Miró en carta del 14 de setiembre de 1940: "Su lectura me ha convencido una vez más de que su valor de filósofo es muy alto, y de que no se reduce a la adquisición pasiva de datos, sino a una comprensión dinámica de la esencia misma del pensamiento y de la evolución filosófica" (Romero, 2017, p. 568). En la misma carta escribe algo que reiterará en otras posteriores: "(...) no he podido resistir la tentación de hacer ver el predominio que adquiere día a día la nueva Axiología, y las enormes posibilidades que tenemos los pensadores americanos de contribuir a su progreso y desarrollo efectivos", para agregar renglones más adelante: "Además hago ver el mérito enorme de la unión que hace Ud. entre la Filosofía existencial y la Axiología, unión que a mi juicio es la primera vez que se ha logrado, pues hasta la fecha la displicente omisión heideggeriana no había sido superada" (Romero, 2017, p. 568).

Las cartas, que son extensas en su enorme mayoría, no se limitan a un simple acuse de recibo. Por ejemplo, Romero le confiesa algunas de sus ideas que va madurando de a poco. En carta del 1° de octubre de 1940 le expresa que está por publicar "Programa de una filosofía", como ruta de trabajo hacia el futuro, con hipótesis que iría sopesando. Respecto del valor como tema, decididamente afirma estar "enérgicamente" contra su reducción a la existencia y a favor de la idea de su "absolutismo y objetividad universal", mediante la adhesión provisoria a Scheler. Para ello le detalla los antecedentes que ha publicado y servirían para mostrar su articulación entre "el ser" y "el valer": "En germen hay en estas ideas una interpretación del ser, el esbozo de una ontología en función de ella, su articulación con los valores, su justificación en vista de la historia de las ideas, y dependiente de todo esto, una interpretación de la razón, y aun otras cosas..." (Romero, 2017, p. 569). Puntos suspensivos del autor), lo cual supondrá, según él, muchos años de trabajo, como le dice pocos días después en carta del 6 de octubre del mismo año, al tiempo que le agradece la reseña que ha realizado de "Temporalismo" porque piensa que coinciden en "casi todo".

Antes de finalizar 1940 hay una carta cuyo contenido reviste particular interés. Pertenece a Miró Quesada. Le anuncia la publicación de su ensayo que titula "Sentido del movimiento fenomenológico" en el cual se refería a Husserl y al pensamiento de Heidegger, Scheler y Hartmann; a su juicio las tres "cumbres del pensamiento actual". Y añade la justificación del escrito: "Creo que el libro tiene el mérito de ser primera vez, que se expone en forma global, sintética y técnicamente clara, el movimiento fenomenológico" (Romero, 2017, p. 570). Aunque se habían abordado las ideas de esos filósofos, "(...) hasta ahora, según creo, no se habla de Husserl, y de la posición de sus continuadores respecto de la tesis husserliana fundamental", para continuar:

Se expone la concepción fenomenológica de cada uno pero no se expone las relaciones, tanto de inspiración como de aporte personal, entre el maestro (si así se puede llamar a Husserl en relación con los pensadores mencionados) y sus discípulos. Además en el folleto expongo algunas reflexiones personales sobre el genuino sentido de la Fenomenología considerándola desde el punto de vista de su tesis sobre el conocimiento absoluto (Romero, 2017, p. 570).

La edición sería limitada o restringida pues pensaba que no se daba en el Perú un público amplio para estos temas, pero albergaba la idea que quizá se podría editar en la Colección que dirigía Romero. Algo que no llegó a concretarse por explicaciones que se dan en cartas siguientes: la cantidad de manuscritos que esperaban su edición.

Otra idea de Miró Quesada en la misma carta es la de la creación de la Sociedad Peruana de Filosofía, de la que era su secretario, integrada por "todos sus amigos peruanos y muchos más". En sus propósitos fundamentales estaba "el afianzamiento y el progreso de las relaciones entre todas las sociedades sudamericanas de la misma índole", en consonancia con los propósitos que albergaba Romero, según entiende el filósofo peruano, "Pues es un aporte más para la realización de los fines que Ud. tanto persigue: el levantamiento de la cultura superior en América" (Romero, 2017, p. 571). Huelga decir que Romero prestamente respondió la carta que recibiera en noviembre, el 2 de diciembre de 1940, congratulándose por la "gran noticia" y adelantándole que con similares propósitos, "indispensables", se estaban creando sociedades afines: "En México acaba de fundarse una, y en Cuba se está por fundar otra: aquí nuestra Cátedra A. Korn fue inaugurada hace poco, y quiere ser un centro filosófico muy activo" (Romero, 2017, p. 571).

En carta escrita durante una estadía vacacional en las sierras de Córdoba, Romero se dirige a Miró Quesada después de leer el artículo que escribiera sobre "Temporalismo" en El Comercio, pues juzga que ha captado las ideas centrales sobre el valor, de lo cual se alegra, y al mismo tiempo se explaya. La misiva condensa las ideas sobre las que avanzaba y adelanta las posiciones que irá adquiriendo respecto del valor y la trascendencia. Un punto de apoyo eran las conceptualizaciones de Scheler, que dividía en una doble faz: una "descriptiva", que tenía en cuenta el cómo del valor, la objetividad, la polaridad, las jerarquías, etc. Otra, "interpretativa", según la cual el valor sería una instancia autónoma y ajena al ser o al ente. Asevera: "Admito la primera pero presumo que he de llegar a otras vistas sobre la segunda" (Romero, 2017, p. 572). Este juicio es destacable porque muchas veces se ha estudiado a Romero desde un cristal que reflejaría fielmente al filósofo alemán, pero no ha sido así para quienes han analizado de forma más exhaustiva y comparativa su pensamiento. Sabemos que para él el valor es la medida de la trascendencia, por eso escribe: "el valor está dado con el absoluto trascender y es uno con él" (Romero, 2017, p. 573). Con optimismo declara: "Imagine usted las consecuencias si logro desenvolver una teoría de los valores por este camino. Los valores serían notas o modos del ser pleno del absoluto trascender; ser y valer se unirían. La vieja intuición de que el ser incluye el sumo valer se alcanzaría por este camino, que parece nuevo, o novísimo" (Romero, 2017, p. 573), pero su discurrir es más extenso y explicativo de la posición que irá desarrollando en sus trabajos. Por otro lado, ya por entonces había conocido personalmente a Alberto Wagner de Reyna, a quien había recibido en su casa de Martínez, en la Provincia de Buenos Aires. Tema sobre el que volveremos más adelante.

Romero, en carta fechada el 8 de mayo de 1941, le informa de la marcha de la Cátedra Alejandro Korn y sus actividades, entre las cuales estaba la construcción de un fichero de filósofos americanos, para lo cual le pedía ayuda: "Puede obrar con toda libertad como nuestro representante, porque queremos la ficha de toda persona que haya escrito de filosofía, en cuanto no sean meras notas bibliográficas" (Romero, 2017, p. 574. Cursivas del autor). Al mismo tiempo se ofrece para difundir en cantidad folletos relativos a libros que se editen en el Perú, pero se destaca en un párrafo más adelante la frase: "Otro punto es la vinculación juvenil: esto es, entre estudiosos jóvenes de filosofía de diversos países. Cuando pueda deme nombres y direcciones de jóvenes de ahí" (Romero, 2017, p. 574. Cursivas del autor).

La respuesta de Miró Quesada, en carta del 4 de setiembre de 1941, marca un pulso notable en la orientación que fue tomando su pensamiento porque le comunica que se ha "dedicado casi por completo a investigaciones noseológicas" [sic], para lo cual inclusive se ha alejado de Lima con el fin de cumplir su plan de estudios y trabajos con más tranquilidad y recogimiento. De igual modo le anuncia que su libro Sentido del movimiento fenomenológico (1941) constituiría el primer volumen publicado por la Sociedad Peruana de Filosofía. Pero además deja la impresión de estar viviendo un momento positivo, con optimismo, pues "Por aquí las cosas van muy bien. Tenemos un gobierno que se interesa mucho por los asuntos culturales (cosa que no pasaba desde hacía mucho tiempo en nuestra Patria)" (Romero, 2017, p. 575)6. Dentro de ese apoyo estaba el de otorgar a la Sociedad una pequeña subvención, que iba "viento en popa". Las reuniones periódicas servían para discusiones de las cuales se tomaban copias taquigráficas, que luego se publicarían en los Archivos. Igualmente le informa que ha leído un manuscrito enviado por Romero a Deustua -"Me pareció como todo lo de Ud., magnífico"-, que se incluiría en la revista Letras de San Marcos con unas palabras introductorias del propio Miró referidas a su persona y obra. El trabajo de marras fue "Saber ingenuo y saber crítico" (1941), luego incorporado en su Filosofía de la persona y otros ensayos filosóficos (1944). Por lo demás, el filósofo peruano no dudaba que llegaría en un tiempo cercano "la época en que Latinoamérica pueda contar con un pensamiento propio, formado a base de la tradición occidental, pero con lineamientos genuinamente originales" (carta del 1° de diciembre de 1942, Romero, 2017, p. 576). Y en esta dirección de estudio y especialización marchaba su quehacer, para dedicarse a la investigación sobre todo en Teoría del Conocimiento, según expresa, pues deseaba lograr puntos de vista propios (Romero, 2017, p. 577).

Hacia 1953 Miró Quesada había recibido y leído la obra de Romero, Teoría del hombre (1952). Le había causado una excelente impresión y la consideraba como lo más auténtico que se había escrito hasta el momento en "filosofía latinoamericana" (Romero, 2017, p. 577), en acuerdo con Manuel Granell en conversaciones filosóficas realizadas en La Habana, organizadas por Humberto Piñera Llera. En la misma carta, con fecha 17 de agosto de 1953, le señala que había dos nuevos valores en el Perú: Salazar Bondy y Víctor Li Carrillo (1929-1988). El primero, ya profesor en San Marcos, había terminado su escrito sobre el ser ideal y el ser irreal, que publicó en su libro Irrealidad e idealidad (1958). El segundo, "descendiente de estirpe china, está aún joven. En estos momentos estudia con una beca en Alemania, pero sus trabajos son una verdadera promesa. Parece que la síntesis del espíritu oriental con el latino puede rendir frutos interesantes" (Romero, 2017, p. 578). Ahora bien, en esa carta le comunica que ha terminado un libro de lógica jurídica, todavía inédito, sobre un tema que, a su entender, echaba luz por primera vez sobre la teoría kelseniana del deber ser, "definiéndola como un tipo de lógica modal de especie deóntica". Es apropiado citar in extenso un párrafo:

Como Ud. recordará el esfuerzo principal de mi actividad está orientado hacia la constitución de una epistemología integral que abarque unitaria y sistemáticamente las principales ciencias, tanto naturales y exactas como espirituales o culturales. (...) Estoy también haciendo estudios de epistemología histórica, para lo cual he organizado un seminario en que participan filósofos e historiadores, especialmente el Dr. Basadre, cuyo prestigio de historiador Ud. seguramente conoce (Romero, 2017, p. 578).

A cuento del suplemento cultural que editaba El Comercio, escribe: "Nuestro suplemento está adquiriendo día a día mayor prestigio, debido a las firmas que publica y a la orientación auténtica, que está dando a la totalidad de su material. Creo que es un deber de los intelectuales más connotados de nuestra América contribuir a mantener esta orientación auténtica" (Romero, 2017, p. 578. Cursivas del autor). Vemos así que el problema de la "autenticidad", sobre el cual escribió Salazar Bondy tan cuestionadoramente, era algo compartido con otros filósofos.

La carta siguiente de la que disponemos pertenece a Romero, fechada 9 de noviembre de 1953. En ella le explica que le ha enviado otro libro suyo, Estudios de historia de las ideas, y se siente halagado de que le haya gustado Teoría del hombre, a propósito de lo cual escribe algo que nos parece remarcable: "(...) libro en el cual venía pensando desde muchos años atrás, pero demoré porque no quiero ‘hacer libros’ sino que ellos se vayan haciendo solos, como la fruta que madura en el árbol" (p. 578). Además narra sobre otros libros que tiene en carpeta acerca de la cultura, e inclusive una "Metafísica". Mientras trabajaba en una historia de la filosofía moderna, que se editaría en los Breviarios del Fondo de Cultura (1959). No deja de lamentar una vez más en el Epistolario el fallecimiento del filósofo estadounidense, de orientación personalista, Edgar Brightman, por quien tenía un gran sentimiento amistoso (Jalif, 2012), además de decirle que pronto tomaría contacto con Salazar y Li Carrillo.

Sin entrar en mayores detalles, Romero le informa en cartas posteriores de los avances en las ediciones de la Biblioteca Filosófica de Losada, de la editorial Nova, de Sudamericana, de la Universidad de Puerto Rico, del Fondo de Cultura Económica, y de algunas series de Editorial Columba, todas en manos de antiguos discípulos. Entresacamos de una de ellas, fechada 19 de agosto de 1954, la ponderación de la obra de elevación cultural "inconmensurable", que estaba haciendo Miró a través de las páginas de El Comercio (Romero, 2017, p. 581).

Las cartas siguientes del filósofo peruano introducen otra cuestión, que trató en su libro Despertar y proyecto del filosofar latinoamericano (1974). A partir de categorías historiográficas acuñadas por Romero, le consulta la clasificación generacional que estaba elaborando respecto de la filosofía latinoamericana, si bien en entrevista personal en Buenos Aires ya había conversado el tema. En carta del 14 de setiembre de 1954 Miró asegura que tiene avanzado el libro, que dividirá en dos partes: una general, esto es, interpretativa, y una especial, que dedicará al análisis de algunas figuras "paradigmáticas" como verificación de la primera (Romero, 2017, p. 581). Y a la luz de la edición, que se demoró décadas, se podrá constatar que el plan lo cumplió. La carta en esa oportunidad se constituye en un medio para despejar ciertas dudas que se le presentaban. Entiende que puede hablarse de tres generaciones en la filosofía latinoamericana: la de los patriarcas; la intermedia o "forjadora", y la joven. A pesar de las diferencias en edades, la primera "puede decirse que ya está fuera de toda actividad" (Romero, 2017, p. 582). La segunda abarcaría edades entre los 45 y 65 años (Romero, Delgado, Iberico, Ramos, Larroyo, etc.). La joven, entre los 20 y los 45 años de edad, a pesar de que parecería cubrir un arco etario muy grande, considera que en el Perú podría englobar a los más precoces por no haber diferencias importantes de inquietudes y posturas. Expresamente le pregunta por una diferencia que advertía entre lo que sucedía en su país respecto de la Argentina y México, por ejemplo, sin que ocurriera en otros:

Pero lo que quiero consultar es sobre una curiosa situación que existe en el Perú, y que me parece no existir en los demás países. En el Perú, la generación intermedia se subdivide en dos generaciones: una generación que corresponde más o menos a la generación del 98 española, y que llamo la generación de los polígrafos y otra generación cuyos máximos representantes son Delgado e Iberico. Estas dos generaciones están nítidamente diferenciadas, cosa que no creo suceda en México o Argentina (Romero, 2017, p. 582).

De lo que se trataría es que esa diferencia no sería dable distinguirla en otros países, para extenderse a continuación sobre apreciaciones del mismo tenor. Es conveniente recordar que el criterio generacional, siguiendo principalmente a Ortega, estuvo basado más que en la edad de los integrantes, en el módulo de ideas afines, del mismo modo que se sigue hablando hoy, en términos amplios, de generación.

La respuesta de Romero es casi inmediata. En carta fechada 26 de setiembre de 1954, le aclara algunas cuestiones. Se incluye por edad como coetáneo de Carlos Astrada, Luis Juan Guerrero y Tomás Casares, para indicar: "En efecto, entre yo y Korn no puede incluirse generación" (Romero, 2017, p. 583). El nombre de Alberini, mencionado por Miró, es recogido por Romero para poner de manifiesto las diferencias que los separaban. No solamente eran cuestiones de personalidad y de formación intelectual, sino también de posiciones políticas dentro de la Universidad (Romero, 2017, p. 584). Un tema que reaparecerá en otras cartas del Epistolario.

Sabido es que Romero fue un crítico combatiente del peronismo, como lo fue su grupo y el de la revista Sur, liderado por Victoria Ocampo. Naturalmente, los corresponsales no ignoraban esta posición, que se encargaba de declarar, de manera que producida la autodenominada "Revolución Libertadora" el 16 de setiembre de 1955, gestada por militares, clérigos y civiles para deponer al gobierno constitucional, nuestro autor recibió distintas misivas acompañándolo en lo que consideraban un triunfo de la libertad7. Miró le envía una carta a muy pocos días del hecho. Leemos en sus primeros renglones: "No le he escrito antes porque, debido a las circunstancias que todos conocemos, temía que mi carta no le llegara. Pero sean mis primeras palabras de felicitación, de emocionada y cálida felicitación por el inmenso triunfo que acaba de obtener la Nación Argentina". Y a renglón seguido agrega:

Es un triunfo de todos los argentinos y Ud. puede tener la satisfacción de haber colaborado en él como pocos lo hicieron. Su colaboración no se reduce a la actitud rebelde que con tanta dignidad ha mantenido Ud. a través de los años, sino a su misma condición de filósofo, es decir de hombre libre que piensa por sí mismo. El hecho de la existencia de personas como Ud. en la Argentina ha sido un presupuesto de la liberación que hoy día se lleva a cabo. Porque esta liberación no hubiera podido realizarse si no hubiese existido un ambiente determinado. Y ese ambiente se ha mantenido sobre todo debido al clima espiritual creado por los hombres, que como Ud. han elegido la libertad del espíritu como sentido de sus vidas (Romero, 2017, p. 585).

En la misma carta, pero transitando otro tema, le confiesa que está dedicado "únicamente al libro sobre filosofía latinoamericana", que le resultaba más difícil de lo que había pensado. Terminada la parte teórica, se hallaba abocado a la constatación de sus aseveraciones como verificación de la misma, donde Romero constituyó un capítulo especial. Agregaría una tercera parte sobre "el filósofo latinoamericano como realidad y como posibilidad", en la que daría cuenta de las tareas filosóficas que se llevaban a cabo ante el acontecer político y social (Romero, 2017, p. 586). Precisamente creía que la parte dedicada al filósofo argentino sería una buena muestra interpretativa de su obra realizada por primera vez, donde aparecerían expresamente el "sentido" y la "función" de la filosofía. Añade un post scriptum que apostilla la presentación de una ponencia en la Primera Convención Nacional de Escritores y Artistas en la que precisamente había tratado de fundamentar la necesidad y posibilidad de llegar a una acción superadora de "las limitaciones del puro liberalismo (de ninguna manera de la libertad) y del puro socialismo" (Romero, 2017, p. 586).

En la última carta del pensador peruano en el Epistolario, fechada 30 de abril de 1961, hay dos cuestiones que destacan: la primera es que a través de la obra de Romero traducida al inglés (1964), como parecía que iba a suceder con Teoría del hombre, se tenía una "muestra de la autoafirmación y la confianza en sí mismo, que en estos momentos tiene el pensamiento latinoamericano". La segunda le informa que junto a Salazar Bondy ha escrito un Manual de Filosofía en dos tomos (1961), dentro de "una revolución pedagógica en la enseñanza de la filosofía" que se estaba dando en el Perú, según las intenciones de ambos, en medio de un ambiente propicio para tales cambios (Romero, 2017, p. 588). Sin embargo, la historia inmediatamente posterior mostraría la complejidad de los tiempos que sobrevinieron tanto en el Perú como en la Argentina.

Walter Blumenfeld, Víctor Li Carrillo y Luis Alberto Sánchez

El Epistolario incluye otros tres corresponsales con cartas más puntuales en sus contenidos: Walter Blumenfeld (Alemania, 1882-Perú, 1967), Víctor Li Carrillo y Luis Alberto Sánchez (Perú, 1900-1994). En el caso del primero son formales y se refieren a la edición del libro por Losada, Sentido y sin sentido (1949), originalmente publicado en Múnich en 1933. Pero Romero conoció también otras de sus obras, como La antropología filosófica de Martin Buber y la filosofía antropológica (1951), que hizo leer a sus discípulos, según se aprecia en carta del 1 de setiembre de 1951 (Romero, 2017, p. 86).

Blumenfeld estudió ingeniería (1906) y se doctoró en Filosofía (1913), pero por el nazismo en 1935 debió exiliarse en Lima, donde enseñó en la Universidad de San Marcos. La cátedra de Psicología del Aprendizaje, a nivel doctoral, la ejerció por veinte años, entre 1946 y 1966, fruto de la cual fue su libro Psicología del aprendizaje. Un libro para maestros y estudiantes (1957). Cumplió una misión fundamental al ser el primer director del Laboratorio de Psicología Experimental en la Facultad de Ciencias, con lo cual fue el fundador de la psicología científica, y ejerció una gran influencia en su país de adopción. Practicó una vertiente psicológica que guardaba significativas diferencias con la ejercida por Delgado e Iberico. La misma práctica en su especialidad lo vinculó con problemas educativos que plasmó primero en libros escritos en alemán, como lo fue el que se publicó traducido en Losada.

A Víctor Li Carrillo, Romero le dirigió una misiva fechada el 19 de enero de 1961, evidente respuesta a una carta que no se ha conservado, lamentando que no sería posible editarle en Losada su tesis doctoral "Las definiciones del Sofista", pues la profusión de palabras en griego eran una gran dificultad técnica (Romero, 2017, p. 491). Esta tesis finalmente tuvo una edición póstuma en 1996 por la Universidad de San Marcos. Es dable recordar que Li Carrillo tuvo formación en Alemania, Francia y Venezuela, tanto en filosofía como en física y matemáticas. Además de ser alumno de Heidegger, a quien tradujo, recibió lecciones de V. Goldschmidt, H. Marguerite y otros. Asimismo en Lima creó el Centro Peruano de Estudios Filosóficos, que editó la revista Aporía entre 1979 y 1984. Entre sus obras, destacan Platón, Hermógenes y el lenguaje (1959), con la que había obtenido el grado de Bachiller en la Universidad de San Marcos en 1958, y Estructura y antihumanismo (1968).

Respecto de Luis Alberto Sánchez, en el archivo personal de Romero se hallan tres cartas, publicadas en el Epistolario, redactadas con estricto sentido profesional, aunque traslucen una vieja amistad. La primera, de quien fuera activo político, ensayista, periodista y crítico literario, líder del APRA, senador (1962-1969), vicepresidente de la República (1985-1990), primer ministro y tres veces rector de la Universidad, es manuscrita. Vida trashumante si las hubo por su actividad política y su personalidad, ejerció la docencia en distintos países y fue autor de numerosas obras. Fechada en Puerto Rico el 26 de noviembre de 1949, encontramos una escueta invitación a Romero para dictar clases en la Universidad. Sobresale el párrafo donde le pide que le envíen "todos" los libros posibles porque para sostenerse en el destierro había tenido que desprenderse de su biblioteca de más de siete mil volúmenes. La respuesta de Romero es casi inmediata, el 1 de diciembre de 1949, donde declina la invitación para enseñar allí, pero acepta la invitación a colaborar con la revista de la institución y además le informa que ya ha solicitado a varias amistades que le envíen libros. Un año después le vuelve a escribir Romero para remitirle un artículo a ser publicado en la revista universitaria. Al parecer el escrito era parte o adelanto de lo que luego publicaría en su Teoría del hombre y así se lo dice. También le informa que ha continuado solicitando el envío de libros y él mismo le manda la duodécima edición de su Lógica.

Alberto Wagner de Reyna

El último de los corresponsales al que nos referiremos es una persona que Romero tuvo en alta estima, aunque entre uno y otro nadie dudaría que mediaban grandes diferencias en los planos religiosos y filosóficos, por ejemplo, dado su existencialismo cristiano. Se trata del filósofo, abogado, diplomático, historiador y escritor Alberto Wagner de Reyna (Perú, 1915-Francia, 2006), autor de la reconocida obra La ontología fundamental de Heidegger: su motivo y significación, originalmente publicada en Lima en 1938, que Romero reeditó en 1945, con nota preliminar de su autoría. La primera carta con la que contamos, escrita desde Lima, tiene fecha 30 de noviembre de 1940, pero por su contenido se percibe que el inicio del intercambio es anterior, así como la amistad. En el repositorio se hallan siete piezas postales, que han sido incluidas en el Epistolario. De la primera destacamos algunas ideas: 1. La creación de la Sociedad Peruana de Filosofía, de la cual formaba parte, que gestionaría la visita de Ortega y Gasset. 2. Se había realizado en un "histórico salón de San Marcos" una exposición de libros editados en la Argentina y eso le parece a Wagner un hecho auspicioso: "Creo que es la primera exposición del Libro que se hace en grande en el Perú" (Romero, 2017, p. 941). 3. El organizador había sido Antonio Aita8, quien lo había invitado a colaborar con los diarios La Prensa y La Nación:

Pienso enviarle un trabajo sobre la cultura peruana y latinoamericana en general, en defensa contra el indigenismo y la influencia n. [¿norte?] americana. La cultura sudamericana como una floración dentro del ámbito occidental, con los presupuestos de ella pero que se desarrolla libremente. No contraria ni imitadora de la actual cultura europea sino hermana de ella, con iguales derechos en la familia helénico-cristiana. No sé si el tema sea de interés por allá (Romero, 2017, p. 941).

4. Había recibido ejemplares de la traducción que realizó con Mons. Luis Lituma de Del ente y de la esencia de Tomás de Aquino, publicada en la Biblioteca Filosófica de Losada (1940). Le agradece la edición y al mismo tiempo le parece que ha salido "magnífica". Simultáneamente había sido publicada una traducción por Juan Ramón Sepich, en edición bilingüe de la Universidad de Buenos Aires, pero el hecho le parecía auspicioso porque ante el cotejo de ambas, creía que la traducción podía "resistir a la crítica y a la comparación y salir airosa de ella" (Romero, 2017, p. 941). Sobre el tercer aspecto que hemos recogido, Romero le responde en carta del 17 de diciembre de 1940:

Si estuviera con más ánimo para escribir le diría cuánto coincidimos en la apreciación de la cultura iberoamericana. Yo también soy anti-indigenista y occidentalista. Pero yo creo que la función de América no es tanto hallar un nuevo matiz para la cultura de Occidente, como el de realizar la ‘idea’ de esa cultura... (Romero, 2017, p. 942. Los puntos suspensivos son del autor).

En otras palabras, América sería la consumación de los valores e ideales occidentales. Es evidente entonces el trasfondo de una filosofía que podría ser considerada universalista, con los recaudos que puedan tomarse de las frecuentes discusiones llevadas a cabo a lo largo de décadas.

De las siete cartas, que abarcan hasta mayo de 1944, otras dos cuestiones resaltan: la primera, en carta fechada 16 de marzo de 1942, es la referida a un libro escrito por Wagner sobre liturgia, que deseaba publicar en la Colección Biblioteca Filosófica, pero Romero le aconseja hacerlo en otra colección, a su parecer más apropiada, que tenía por título "Una Nueva Cristiandad", donde finalmente se publicó en 1948 (Romero, 2017, p. 942). Sin caer en reduccionismos, nos parece conveniente recordar que el filósofo peruano en sus estudios en Alemania fue alumno de Hartmann y Guardini (1885-1968) en Berlín, y este último, que ejerció gran influencia en las juventudes cristianas de las primeras décadas del siglo XX, escribió dos libros sobre liturgia (Vom Geist der Liturgie [El espíritu de la liturgia], 1918 y Liturgische Bildung [Formación litúrgica], 1923), en los que descentra todo formalismo para enunciar la vida propia de los actos litúrgicos. La segunda, en carta escrita desde Brasil donde Wagner se desempeñaba como diplomático, fechada 30 de noviembre de 1942, expresa, tal como ya le había comentado el Padre Roberto Saboia de Medeiros (1905-1955), que San Pablo "era algo así como un Sahara filosófico" a pesar de tener tres facultades dedicadas a estos estudios, pues la formación era muy deficiente, casi un páramo donde se conocían muy lejanamente "los movimientos" contemporáneos. Saboia era un sacerdote jesuita ordenado en 1936 en Buenos Aires, colaborador de la revista Stromata, y amigo personal de Romero9. Desde 1939 trabajaba en San Pablo sobre aspectos educativos y de salud de trabajadores y sectores pobres, que dedicó su faena principalmente a la acción social. Tenía buena formación filosófica y además de hacer traducciones y editar publicaciones referidas a esa faena, era lector de Maurice Blondel, cuya posición llamó "realismo concreto". En todo caso, lo que Wagner hace en la carta es situar a Saboia como autoridad a la cual puede remitirse para evaluar el estado de la filosofía en Brasil. Del mismo modo le anuncia que su libro sobre liturgia será traducido al portugués y publicado en Río de Janeiro, pero importa fundamentalmente la noticia de que acaba de finalizar un libro al que ha dado el título de Filosofía en Iberoamérica -"un ensayo más o menos ligero" sobre sus problemas-, que propone para ser editado por Losada y Romero acepta. Sin embargo, finalmente la edición se hizo en Lima por la Sociedad Peruana de Filosofía (1949). Habría otros detalles para entresacar de las cartas, pero entendemos que lo principal ha sido recogido en nuestras líneas.

Breves conclusiones

Las primeras cartas que estos intelectuales peruanos dirigieron a Romero fueron escritas en momentos de extrema debilidad institucional. La Universidad de San Marcos estuvo clausurada por razones políticas entre 1932 y 1935. Un hecho que facilitó el surgimiento de entidades privadas, con lo cual se favorecía a los sectores de mayor poder adquisitivo y en algunos casos reducto de posturas conservadoras y reaccionarias, que por ejemplo tomaron partido por Francisco Franco durante la Guerra Civil en España. En gruesas pinceladas, digamos que a los filósofos de la primera mitad del siglo XX en Latinoamérica les toca ser testigos de hechos internacionales de suma gravedad, como las llamadas Guerras Mundiales, la mencionada Guerra Civil española, intervenciones militares de potencias extranjeras en territorios propios, problemas internos a veces muy violentos y otras situaciones lamentables no solamente en el Perú.

Pese a innumerables vicisitudes, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos fue el centro de los estudios filosóficos y de las nuevas corrientes que irán surgiendo en la primera mitad del siglo XX, además de movimientos políticos, intelectuales y culturales. El mérito de Romero fue haber advertido la significación de la filosofía que se estaba elaborando en el Perú y su iniciativa de mantener relaciones epistolares con algunas de sus voces dentro de su gran red de corresponsales. Para cualquier estudioso de las ideas filosóficas latinoamericanas bastará indagar la importancia de los nombres recuperados dentro de su archivo documental. Figuras que se integran con otras para tener al menos un conocimiento aproximado del acervo del país, vivificado con el correr de los tiempos y las perspectivas de jóvenes que se sumaron.

Hay un detalle más que quisiéramos destacar. Nos referimos a la carta que en su momento Romero le envió a Fernando Tola Mendoza, alentándolo a continuar sus estudios de filosofías del Oriente e inclusive el ofrecimiento para publicarle algunas traducciones de primera mano y trabajos, a pesar de la firme convicción que tenía sobre la filosofía europea en particular, y occidental en general. Esto muestra la variedad de sus intereses y el hecho de que el cultivo de la filosofía en América podía estar abierto a todas las corrientes de pensamiento emanadas de las distintas culturas del mundo. Pero además, no se equivocaba al alentar a este joven peruano, luego residente y profesor en la Argentina hasta su muerte, por el alto nivel de los trabajos que realizó y el reconocimiento internacional que lo distinguió.

En otro registro y para cerrar estas palabras, se observa que del grupo corresponsal, la mayoría pertenece a lo que se ha llamado "generación del centenario": "la generación de intelectuales peruanos más prolífica, fecunda y trascendente del siglo XX" según alega Sebastián Pimentel (2018). Y este juicio se aprecia al acercarse a una historia de la filosofía en el Perú. Diríamos que fue una generación bisagra de la cual es deudora, de una forma u otra, la filosofía posterior, aun aquella que realizó críticas no siempre complacientes. Por lo que hace al Epistolario y las cartas que hemos comentado, nos permiten perforar la clepsidra en la que solemos refugiarnos los seres humanos para ensanchar nuestros límites y asomarnos a un horizonte más rico y amplio donde las cartas con filósofos peruanos tienen peso propio.

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1 La tarea editorial le demandaba a Romero muchas horas de trabajo, ejercidas con esmero y dedicación, tal como puede apreciarse en la lectura de su Epistolario. Sobre las exigencias de este tipo de labores culturales, puede verse: Weinberg, 2020.

2Sobre el vanguardismo y la actualidad del pensamiento de Iberico puede verse el conversatorio del Grupo de Investigación Pedro Zulen que citamos en Referencias. El diálogo es entre Carlos Reyes, Joel Rojas y Sebastián Pimentel. Este último se ha ocupado en reiteradas ocasiones de Iberico, destacando sobre el libro mencionado la originalidad de la filosofía de la historia que, según su opinión, se adelantaba en su época incluso a la Escuela de los Anales, además de ejercer el magisterio sobre los más importantes historiadores peruanos de la primera mitad del siglo XX, como Jorge Basadre, Luis Alberto Sánchez y Raúl Porras Barrenechea. Véase: Pimentel, 2018.

3El autor presentó en el IX Congreso Interamericano de Filosofía, realizado en Caracas del 20 al 24 de junio de 1977, la ponencia "Posibilidades de una filosofía latinoamericana". Puede verse: La filosofía en América. Trabajos presentados en el IX Congreso Interamericano de Filosofía. 2 vols. Caracas: Sociedad Venezolana de Filosofía, 1979.

4Miró Quesada publicó la traducción con el título "Los fragmentos de Heráclito" en la revista Sphinx, a. 3, n° 8, nov.-dic., 1939, [93]-98. La revista Sphinx, nombre que se traduce como esfinge, fue órgano del Instituto Superior de Filología y Lingüística de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

5Por esa época Tola ya había realizado traducciones directas del Bhagavad-Gita, con introducción y notas, aparecidas, por ejemplo, en Sphinx, desde 1939 y que él mismo dirigió por varios años.

6Se refiere al controversial gobierno de Manuel Prado (Lima, 1889-París, 1967), figura perteneciente a la alta burguesía. Fue presidente dos veces: 1939-1945 y 1956-1962.

7Sobre la posición política nacional e internacional de Romero e intelectuales tanto en América como en Europa, hay bibliografía que ha dado cuenta de la misma y está a la mano de cualquier persona interesada.

8Antonio Aita (1891-1966), escritor y ensayista argentino, que perteneció al PEN Club, donde ocupó cargos jerárquicos. Participó en la organización del 14 Congreso Internacional de esa asociación realizado en Buenos Aires. En Lima, entre otras actividades, dictó una conferencia que fue reseñada en la revista Letras, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, v. 6, n° 17, 1940, pp. 433-437, con el título "Algunos aspectos de la novela argentina. Conferencia del doctor Antonio Aita pronunciada en la Facultad de Letras". (Disponible en http://revista.letras.unmsm.edu.pe/index.php/le/article/view/906). Mantuvo amistad con Gabriela Mistral y diversos escritores. Se le deben libros sobre literatura argentina y fue asiduo colaborador de la revista Nosotros.

9Sobre Roberto Saboia de Medeiros puede verse la única carta conservada en el archivo de Romero, publicada en Epistolario, p. 835, dirigida por éste. Cálida y cordial, expresa que lo extraña: "En mis trabajos me acuerdo constantemente de usted, y aun a veces inicio una especie de incompleto diálogo, sobre este punto de partida: [¿]qué pensaría de esto mi amigo Saboia?".

Recibido: 05 de Mayo de 2022; Aprobado: 15 de Junio de 2022

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