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Cuyo

On-line version ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.39 no.2 Mendoza Dec. 2022  Epub July 29, 2023

 

Artículos

Los aportes de Jesús Bentancourt Díaz y de Javier Sasso para la recepción filosófica de Michel Foucault en el Uruguay (1967-1968)1

Jesús Bentancourt Díaz and Javier Sasso’s contributions for the philosophical reception of Michel Foucault in Uruguay (1967-1968)

Sebastián Ferreira Peñaflor1 

1Magíster en Ciencias Humanas, opción Filosofía Contemporánea por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República, Uruguay. Doctorando en Filosofía por la Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca. sebafp@gmail.com

Resumen

El presente artículo tiene por objetivo poner de relieve algunos elementos enmarcados dentro de las actividades académicas que se gestaron en la Facultad de Humanidades y Ciencias en los años 1967 y 1968 en la recepción de Michel Foucault. Efectivamente, tenemos en tal sentido dos tipos de actividades desarrolladas por la Cátedra de Filosofía de la Historia dirigida por el profesor Jesús Bentancourt Díaz, la cual elaboró una serie de cuadernillos de lectura, titulada “Estructuralismo e historia”, y contó con tres volúmenes sobre tres pensadores ubicados dentro del estructuralismo; un programa y una fundamentación para un curso de 1968 sobre dicho movimiento; y una serie de clases en la Facultad de Arquitectura en la que se desarrollaron distintas corrientes filosóficas contemporáneas, entre ellas, la que estamos destacando. En segundo lugar, corresponderá poner de relieve la recepción directa de Foucault a través de uno de los cuadernillos sobre estructuralismo publicado por la Cátedra, que estuvo a cargo del joven investigador Javier Sasso.

Palabras clave: Recepción de Foucault; Filosofía en el Uruguay; Estructuralismo; Facultad de Humanidades y Ciencias; Años sesenta

Abstract

This article aims to highlight some elements framed within the academic activities that were developed in the Faculty of Humanities and Sciences in the years 1967 and 1968 in the reception of Michel Foucault. Indeed, in this sense, we have two types of activities developed by the Chair of Philosophy of History directed by Professor Jesús Bentancourt Díaz, which produced a series of reading booklets, entitled "Estructuralismo e historia", and had three volumes on three thinkers located within structuralism; a program and rationale for a 1968 course on the movement; and a series of classes at the Faculty of Architecture in which different contemporary philosophical currents were developed, among them, the one we are highlighting. Secondly, it will correspond to highlight the direct reception of Foucault through one of the booklets on structuralism published by the Chair, which was in charge of the young researcher Javier Sasso.

Keywords: Foucault Reception; Philosophy in Uruguay; Structuralism; Faculty of Humanities and Sciences; Sixties

1. Antecedentes o qué entender por recepción

La obra de Michel Foucault ha alcanzado en la actualidad diferentes niveles para su comprensión. En efecto, el proceso de investigación actual, a partir del estudio de los manuscritos del pensador francés, que se encuentran en la Bibliothèque Nationale de France, y que han generado varias publicaciones sobre dichos manuscritos correspondientes a las preocupaciones de su autor en la década del cincuenta, de los que se puede observar toda una impronta fenomenológica2. El trabajo de publicaciones luego de la muerte de Foucault, ha establecido tres líneas de publicaciones: los Dits et écrits, los cursos en el Collège de France y actualmente los Inédits. Por ello, es menester señalar el trabajo realizado por Norman Madarasz y Mariana Canavese como elementos de importancia para pensar las condiciones de la recepción de Foucault en el Uruguay.

En primer lugar, hacia mediados de la segunda década del presente siglo, Madarasz (2016) subraya: la necesidad de pensar la obra de Foucault mediante su recepción, mostrando diferentes perspectivas de trabajo, ya sea por la conceptualización y los problemas que aparecen con la progresión de las publicaciones (p. 219). Para ello, desarrollará la noción de distintas elipses de recepción. La primera, establece la relación del filósofo francés respecto al estructuralismo, y la articulación del problema del cuerpo en el marco de la noción de sujeto poshumanista. La progresión de las elipses, continuará con una segunda elipse en clave posestruc-turalista a partir de la analítica del poder. La tercera corresponde a la división deleuziana de la obra de Foucault en saber-poder-ética, con la problemática neokantiana que surge de los Dits et écrits (Madarasz, 2016, pp. 219-220). La cuarta elipse corresponde a sugerir en Foucault como “intelectual total” a partir de la publicación de los cursos en el Collège de France. (Ferreira Peñaflor, 2019, pp. 85-86).

En segundo lugar, al plantearnos el problema de la recepción, es necesario hacer referencia a lo realizado por Mariana Canavese (2018) acerca de la circulación y recepción de Foucault en la Argentina. De alguna manera, un diálogo permitirá articular a mediano plazo la recepción del pensador francés en América Latina. En tal sentido y como preámbulo, convendrá señalar a continuación, algunos aspectos abordados por la socióloga, en los que enfatiza cómo se dio la recepción de Foucault -a través de Las palabras y las cosas-, en la Argentina.

Dicho aspecto es clave, porque nos permitirá conocer una serie de elementos que hacen a la filosofía en la Argentina, que de alguna manera ha repercutido en nosotros, debido al intercambio histórico que han tenido los filósofos uruguayos con los argentinos en el segundo cuarto del siglo XX3. Canavese (2015) sostendrá sobre la recepción de Foucault en la Argentina en los años sesenta “a través de la crítica sartreana, pero también por su inclusión dentro del estructuralismo” (p. 47). Tenemos de acuerdo con la autora dos cuestiones para la circulación de Foucault. Por un lado, el aspecto vinculado a la crítica sartreana: “En los años sesenta, pues, Foucault tenía poco que hacer en la Argentina y su recepción sería especialmente crítica, a tono con el Sartre del entonces tantas veces referido número 30 de L'Arc (…)” (p. 48). En segundo lugar, aunque la traducción al español de Les mots et les choses será realizada por la editorial Siglo XXI México hacia 1968, este elemento parece ser particularmente problemático. Es difícil comprender que un país como la Argentina, no haya tenido una lectura directa del texto foucaultiano de 1966, antes de su traducción al español dos años más tarde. De hecho, eso mismo es puesto de relieve por la socióloga más adelante “(...) testimonio también de que para ciertos sectores hablar y leer en francés era una tradición familiar, que se abonaba comprando Les Temps Modernes y adquiriendo en la porteña librería francesa Galatea (...)” (p. 50). En el estudio realizado por la socióloga argentina, se destacan dos pensadores que serán esenciales en la circulación del pensamiento de Foucault después de la publicación de 1966. En primer lugar, el director de la Revista Criterio Jorge Mejía publicaba hacia 1969, una reseña de Fèvre de Las palabras y las cosas, tal como lo recoge Canavese (2015) sobre dicha publicación:

Allí se situaba a Foucault entre “los más conspicuos” representantes del estructuralismo y se interpretaba a un tiempo que este libro “brinda elementos que si bien señalan los desniveles y discontinuidades en las relaciones estructurales, no bastan por sí solos para perfilar esa nueva estructura” y que quizás una forma de lectura de ese texto sea “precisamente no establecer conclusiones decisivas ni dogmáticas sino proponer diversos modelos de análisis, que no son estáticos y que incluso podrían intercambiarse”(p. 51).

En segundo lugar, como elemento fundamental, Canavese (2015) pone de relieve el trabajo de José Sazbón hacia 1970, titulado Análisis de Michel Foucault, “(…) ese primer volumen sobre la obra de Foucault compilado en la Argentina reunía una selección de artículos traducido de las revistas francesas Esprit, Raison Présente, Les Temps Modernes, La Pensée y Critique” (p. 53). La autora destaca además otros textos que reúne la publicación de Sazbón, en los que Foucault dará respuestas a distintas objeciones (p. 56). La importancia de Sazbón, consiste en que “recepciona el estructura-lismo (y el postestructuralismo luego) y difunde desde inicios de la década de 1970, una apropiación crítica de los postulados foucaultianos” (pp. 55-56).

Observemos a continuación, cuál fue el registro del período denominado como anti-humanista entre 1966 y 1967 (Leduc, 1970, pp. 7-12), en el que la publicación foucaultiana y la polémica a su alrededor, fueron recibidas en el Uruguay, a través de la Facultad de Humanidades y Ciencias, siendo la Cátedra de Filosofía de la Historia, la encargada de poner de relieve dichos aspectos, a partir de los fascículos de “Estructuralismo e historia”, en los que se resaltará el trabajo realizado por el profesor Jesús Bentancourt Díaz y el ayudante Javier Sasso.

2. ¿En qué campo de problematizaciones filosóficas fue posible la recepción de Foucault -a través del estructuralismo- en el Uruguay?

2.1. Jesús Bentancourt Díaz y la cátedra de Filosofía de la Historia

Durante los años cincuenta, se habían destacado distintos esfuerzos que pusieron de relieve la importancia de varios autores insertos en el registro fenomenológico, provenientes de algunas publicaciones y cursos presentes en el segundo lustro de los años cuarenta4. Ya en los años sesenta, la Facultad de Humanidades y Ciencias, y el Instituto de Filosofía5 en particular, se afirmaba como un lugar destacado para la investigación6 y el desarrollo filosófico, por los profesores que venían desarrollando su actividad en dicha casa de estudios desde finales de los años cuarenta7, así como los que se terminaban de incorporar a la misma de manera definitiva8. Según el testimonio de Helena Costábile (2007), la década del sesenta continuaba con su impronta fenomenológica (pp. 81-100), y también del marxismo humanista como señaló Caño Guiral (1969) 9. Tal registro, no será ajeno a la problematización que trajo aparejada la recepción de Foucault en su versión estructuralista, tal como destacó Madarasz (2016) en sus elipses de recepción (pp. 218-220). En efecto, la polémica suscitada en Francia en las distintas revistas en las que aparecían las críticas al estructuralismo en general y a Foucault en particular, formó parte de nuestra recepción. Para destacar dicho contexto, corresponde subrayar la importancia que tuvo Jesús Bentancourt Díaz, a través de la cátedra de Filosofía de la Historia con la elaboración de materiales de estudio para los estudiantes, que consistió en los tres fascículos titulados “Estructuralismo e Historia”, en los que se destacaría un estudio sobre Lévi-Strauss, uno sobre Althusser y otros sobre Foucault, hacia el año 1967. Y durante 1968 su curso en la Facultad de Arquitectura, en el que se pone de relieve a los distintos filósofos de los últimos treinta años.

Los elementos más sugerentes que plantea Caño Guiral sobre Bentancourt Díaz, corresponden a la relación que habrá que tener presente sobre estructuralismo y marxismo. Además de sus cursos y publicaciones en Marcha, contamos con el registro de los Cuadernos Uruguayos de Filosofía de 1968 -Tomo V-, en el cual se señala que en el marco de las conferencias que celebraba la Sociedad Uruguaya de Filosofía, puede destacarse la que se realizó el 10 de mayo de 1968 titulada “El estructuralismo” -a propósito de Foucault, Althusser y otros-, a cargo del profesor Carlos Gurméndez Victorica10.

En todo caso, enumeremos los elementos a partir de los cuales Bentancourt Díaz referencia la recepción del estructuralismo en el Uruguay: a) la Introducción a Althusser, a partir de los fascículos de “Estructuralismo e historia”, realizados por la cátedra de Filosofía de la Historia -que él dirigía-. En dicha introducción, además de destacarse el lugar de la crítica a ciertos planteos sobre marxismo, se ponen de relieve las distancias del pensamiento de Althusser respecto de Foucault; b) El Programa del curso realizado en la Facultad de Humanidades y Ciencias en 1968, como quedó documentado el 11 de marzo del mismo año, cuando fue elevado al Decano de dicha Facultad; c) Finalmente, en ese mismo año, dictó una serie de clases en la Facultad de Arquitectura, las cuales fueron publicadas. En la presentación se puede leer: “La presente publicación corresponde a la versión taquigráfica de dos clases dictadas por el profesor Jesús Bentancourt Díaz en el curso de Historia de la Arquitectura Contemporánea (s. XX) en la Facultad de Arquitectura en el año 1968” (Bentancourt Díaz, 1988, p. 1).

a) Una de las referencias que realiza el profesor de Filosofía de la Historia acerca de Foucault, aparece al final de su “Introducción a Althusser”, haciendo mención “a la metáfora del Rey” presente al comienzo de Las palabras y las cosas. En dicha introducción se manifiesta, a propósito de la perspectiva estructuralista de Althusser, la necesidad del estudio de la mencionada corriente, en virtud de lo provocado en el ambiente filosófico y de las ciencias humanas en el contexto francés de la época, como algo a tener en cuenta:

Con este fascículo completamos la serie que nos proponíamos ofrecer de trozos escogidos de los principales representantes del llamado estructuralismo francés. La irrupción de esta corriente ha provocado y provoca intensa polémica, especialmente en Francia, y ella ha de tener -conviene que así sea- repercusión en nuestro medio (Bentancourt Díaz, 1967, p. I).

Por un lado, Bentancourt Díaz da cuenta del orden de publicaciones en torno a la problemática sobre el estructuralismo concluyendo con su introducción y selección de la obra de Althusser. Por otro lado, es un registro clave, ya que viene a advertirnos sobre los marcos de referencia en los cuales parece ser posible realizar las lecturas en torno a Foucault. Este punto solo podrá ser desarrollado a partir de la introducción realizada por Javier Sasso, ya que en Bentancourt Díaz los pensadores vinculados al estructuralismo que se mencionan serán Althusser y Lévi-Strauss.

b) En segundo lugar, destacamos el Documento del 11 de marzo de 1968, dirigido al Decano Interino de la Facultad de Humanidades y Ciencias, el Dr. Rodolfo V. Talice, en el cual, el profesor Jesús Bentancourt Díaz presenta el programa del curso “Filosofía de la Historia” para el año 1968, sobre la temática: “Estructuralismo e Historia”, “que es de estricta actualidad” (Bentancourt Díaz, 1968b), como lo demostrará en su fundamen-tación. De la misma, conviene citar algunos pasajes que dan cuenta de la problematización de actualidad en la que se da la emergencia del estructuralismo y su recepción en el Uruguay. Dejemos constancia en qué consistía el Programa que entregó el profesor Bentancourt Díaz:

FILOSOFÍA DE LA HISTORIA Plan del Curso - Año 1968 Tema general: Estructuralismo e Historia. 1.- Noción de Estructura - Intento de definición. - Diversidad de estructuras: estáticas y dinámicas, etc. - Aparición, evolución y desaparición de las estructuras. - Estructuración y desestructuración. 2.- El método estructural en las distintas ciencias (Lingüística, Psicología, Matemáticas, Física, etc.) y su posible aplicación en la Historia. 3.- El estructuralismo y la Historia en tres autores: Lévi-Strauss, Foucault, Althusser. - Estudio particular de cada uno de ellos. - Sus tesis y sus polémicas. 4.- Juicio crítico del estructuralismo. - Ventajas y desventajas del método estructural en la Historia. - Valor y límites del estructuralismo. - Puntos de discusión: a) El problema del cambio. b) Anti-humanismo. c) Lo invisible, lo inconsciente. d) Anti-historicismo. 5.- Ubicación histórica del estructuralismo. - La historicidad del propio estructuralismo. - El estructuralismo y otras corrientes del pensamiento contemporáneo. (Bentancourt Díaz, 1968b, p. 1).

De esta manera, el plan de curso señalado, pone como eje central de su fundamentación los elementos que problematizan nuestra actualidad, como sucede con la emergencia del estructuralismo, los cuestionamientos y la polémica generalizada desatada en Francia.

Cualquier punto, tema o autor que se aborde en un curso de Filosofía de la Historia puede dar motivo, y generalmente lo da, al planteo de una problemática de estricta actualidad. Por esa razón, la Bibliografía de cualquier programa, aunque se refiera a un tema antiguo, comprende siempre libros de autores en plena producción, lo que significa reactualización del problema y su inserción en las acuciantes preocupaciones del ahora. Para el curso de este año, sin embargo, el profesor ha elegido una corriente de ideas (una filosofía, o una visión del mundo y de la realidad) que está en tren de emergencia, discusión e inclusive polémica en todos los niveles: el Estructuralismo (Bentancourt Díaz, 1968b, p. 1).

Como señala el punto 3 del programa al curso de 1968, la publicación de los tres fascículos por la cátedra de Filosofía de la Historia del año anterior, era clave para poner de relieve el estudio principalmente de tres “representantes” del estructuralismo: Althusser, Foucault y Lévi-Strauss; así como las polémicas alrededor del mismo, que se encargan de destacar junto al ayudante de cátedra de Filosofía de la Práctica, Javier Sasso, en la introducción a Foucault. Bentancourt Díaz, se ocupa de dar cuenta en esta fundamentación de que el estructuralismo no es nuevo, proviene del siglo XIX, lo nuevo, está en las polémicas alrededor de las Ciencias humanas y las tendencias previas al mayo francés -y contra el marxismo, la conciencia y Sartre, como en Foucault-. En ese contexto, es conveniente destacar lo que señala al final de la fundamentación:

Finalmente, parece adecuado señalar que el tema a desarrollar no es un mero debate teórico, sino que, como sucede siempre, está estrechamente vinculado a las exigencias de[l] [a]hora, tanto en el terreno teórico (especialmente epistemológico) como en el de la acción práctica. Necesidad y condiciones del cambio histórico (o de la sociedad actual), compromiso y responsabilidad de cada individuo, noción misma de desarrollo y progreso, bases para la elaboración de un nuevo humanismo, son algunos de los problemas involucrados. Por esa razón, nuestro Plan finaliza con un estudio destinado a analizar el por qué de la irrupción y el auge del estructuralismo (Bentancourt Díaz, 1968b, p. 3).

La recepción sobre las discusiones en torno al estructuralismo que realizó el profesor de la Cátedra de Filosofía de la Historia, corresponde al momento de mayor polémica proveniente de Francia, a partir de la negación de la representación de la conciencia, estableciendo un fuerte período de auge anti-humanista (cf. Leduc, 1970, pp. 7-12). Dicho contexto funcionó como fuente de recepción, como lo sugiere la importante bibliografía presentada (Bentancourt Díaz, 1968b, pp. 3-6).

Ya sea en los elementos presentes en la introducción y selección de textos de Louis Althusser, o bien, en los marcos referenciales sobre los cuales se presenta el curso sobre el Estructuralismo, permiten dar cuenta de la importancia que tuvo la polémica por esos años. Para completar estos apuntes sobre el trabajo del profesor Bentancourt Díaz -como uno de los referentes en torno a la recepción de Foucault- destacaremos a continuación, algunos puntos sugerentes sobre un curso que suministró en la Facultad de Arquitectura en 1968, que coinciden con el punto cinco del programa destinado a “Filosofía de la Historia”, en el cual se desarrolla el contexto de surgimiento del Estructuralismo y las corrientes de posguerra.

c) Corresponderá poner de relieve la convivencia de las distintas corrientes filosóficas que se hicieron eco entre nuestros filósofos a partir de su recepción, este es uno de los elementos principales que el profesor Jesús Bentancourt Díaz señala en el post-Scriptum, a los efectos de mostrar que en el momento en que abordó dicho curso -año 1968-, dichas corrientes estaban en su apogeo al igual que muchos de sus representantes: “Por eso he tenido que introducir algunas pequeñas enmiendas. Se habla de autores que entonces vivían y actuaban (Sartre y otros): algunos desaparecieron, otros se esfumaron. La corrección sólo consistió en modificar el tiempo de los verbos” (Bentancourt Díaz, 1988, p. 58).

En las clases dictadas en la Facultad de Arquitectura, define el estructuralismo y lo sugiere en oposición al existencialismo: “(…) el Estructuralismo se considera algo así como una batalla particular contra Sartre (…) la estructura significa el reconocimiento de que en la realidad las cosas se presentan integrando conjuntos, formando un todo” (Bentancourt Díaz, 1988, p. 42). En primer lugar, la cuestión del estructuralismo tendrá como punto de partida su historia -de la que se hará eco el profesor de Filosofía de la historia-, correspondiente al carácter epistemológico que se vinculará a las ciencias humanas, colocando como punto de partida a Ferdinand de Saussure a partir de su Curso de Lingüística General, de 1916, con “la lógica interna y oculta de la lengua como un sistema, descubriendo en ella caracteres de constancia y regularidad” (Bentancourt Díaz, 1988, p. 45). Esos elementos vinculados a la lengua como sistema o estructura, le llevarán a resumir: “(...) el hombre se ve obligado a hablar de acuerdo a una estructura propia de la lengua, y ese análisis estructural sirve de mucho pero no puede explicar de ninguna manera el cambio” (Bentancourt Díaz, 1988, p. 46). En segundo lugar, presenta a los actuales estructuralistas: Lévi-Strauss, Althusser y Foucault, destacando la tarea realizada con la publicación de los tres volúmenes de “Estructuralismo e historia” por la Cátedra de la Filosofía de la Historia, en el año 1967.

Nosotros editamos tres fascículos, dedicados al estructuralismo en la historia, en nuestra Facultad; el primero dedicado a Foucault, el segundo a Lévi-Strauss, que es indudablemente el más importante de ellos, entre otras cosas porque es el hombre de ciencia más particularmente eminente, y ha aplicado el “estructuralismo”, o el análisis estructural en sus estudios de etnología y de antropología (Bentancourt Díaz, 1988, p. 46).

En ese horizonte acerca de los planteos sobre el estructuralismo contemporáneo, Bentancourt Díaz pasará a comentar el trabajo realizado por Lévi-Strauss, a quien estima como el más destacado de los representantes estructuralistas. Vimos anteriormente que el catedrático de Filosofía de la Historia había destacado en sus cuadernillos el planteo de Althusser, con un comentario sobre Foucault. Si bien en dichas clases observamos por parte del profesor un silencio sobre Foucault, hacia la conclusión de su planteo sobre el movimiento estructuralista aparece por fin una mera mención al autor de Las palabras y las cosas. Bentancourt Díaz pone de relieve sus referencias respecto del estructuralismo, dando cuenta del papel epistemológico de los análisis estructurales y su rechazo por la historia, con una mera reseña de la publicación foucaultiana de 1966, que caló hondo en el estructuralismo de los años sesenta.

El hombre no habla, sino que es hablado; no actúa, sino que es actuado. Este principio formulado como una afirmación del objetivismo y la expulsión del subjetivismo, configura un anti-humanismo teórico realmente radical, pues le niega al hombre todo papel activo. Y aunque se acepte como plenamente justificada la existencia de condiciones objetivas, esta formulación radical --algunos estructuralistas hablan de “disolución” o de la “muerte del hombre”- difícilmente pueda ser admitida en las Ciencias Humanas. (...) el Estructuralismo significa el rechazo de todo historicismo, aunque en algunos casos, como el de Lévi-Strauss, se le reconozca a la historia alguna función puramente ancilar (…) (Bentancourt Díaz, 1988, p. 49).

La tarea docente de Bentancourt Díaz al frente de la cátedra de Filosofía de la Historia, resultó ser un elemento significativo en la contribución de la recepción de Foucault en el Uruguay, a partir de la polémica que giraba alrededor del estructuralismo. En ese sentido, también podemos observar “volcada la balanza” hacia las críticas al estructuralismo provenientes principalmente de la reconfiguración del marxismo (Sambarino, 1968a; Bentancourt Díaz, 1968a; Sasso, 1970)11. El fascículo de Althusser es un registro importante para dar cuenta de ello, como lo será la fuerte figura de Sartre y el resto de las críticas a partir de la publicación foucaultiana de 1966 -tal como desarrolla Sasso-. En segundo lugar, tanto en las distintas actividades que compartió con Mario Sambarino -encargado de Filosofía Práctica-, como en las publicaciones en el semanario Marcha dedicado a Marx, o bien la bibliografía que se destinaba en los diferentes cursos -tal como registra Sambarino en su curso de 1968--, una publicación sobre Maquiavelo, da cuenta del conjunto de colaboraciones entre las distintas cátedras en nuestra Facultad, teniendo un lugar importante Javier Sasso -uno de los colaboradores del profesor de Filosofía Práctica-, realizador de la introducción y la selección de textos para el fascículo dedicado a Michel Foucault, encargado por Bentancourt Díaz. Por esos motivos, dedicaremos a continuación una mención a Mario Sambarino, e inmediatamente nos ocuparemos de la recepción de Las palabras y las cosas, a cargo del mencionado ayudante de cátedra.

2.2. Mario Sambarino y sus cursos de Filosofía Práctica

Sobre la creación filosófica -seguramente- más importante de los años cincuenta, Investigaciones sobre la estructura aporético-dialéctica de la eticidad, Caño Guiral (1969) señala: “Con ello Sambarino aplica la noción de estructura, al explicar la forma y el contenido de los ‘ethos’ al comportamiento humano, bastante antes de la moda del estructuralismo” (p. 62). Dicho registro, corresponde al ambiente cultural en el cual el asunto del estructuralismo era considerado como una “moda”, en función de la polémica que heredaba nuestro pensamiento en aquel contexto. Es necesario poner de relieve si tal degradación del estructuralismo se debe a cierto cotejo con el marxismo. Efectivamente, de la lectura que realizaba el filósofo sobre la Filosofía en el Uruguay, destacó como elemento importante, el “rigor” en el estudio del materialismo dialéctico por parte de Mario Sambarino y Jesús Bentancourt Díaz (Caño Guiral, 1969, p. 63). Por lo tanto, en el sesgo presente en la actualización que se buscaba realizar a finales de los años sesenta sobre la filosofía en el Uruguay aparece el materialismo dialéctico como elemento destacado en los estudios de la Facultad de Humanidades y Ciencias.

Este punto de partida, en el cual se destaca la situación del marxismo como elemento para pensar nuestra actualidad, no era nuevo en el Uruguay en el ámbito de la filosofía. Los cursos de Sambarino desde el año 1963 venían poniendo de relieve la Fenomenología del espíritu de Hegel, y los Manuscritos económicos-filosóficos del joven Marx. Tales elementos están presentes en la solicitud de dedicación total, a partir del dictado del curso de verano sobre la alienación junto al profesor Juan Fló, que fuera publicado en 1967, en el cual actualizaba dicha noción en la filosofía contemporánea; y su publicación en marcha sobre el joven Marx de 1968. Al mismo tiempo, su proyecto de trabajo implicaba elementos a corto y a largo plazo, para poner de relieve las cuestiones de la autenticidad y del ethos, presentes en el trabajo sambariniano de 1959. Estamos ante un contexto particular de la recepción del estructuralismo por parte de la cátedra de Filosofía Práctica.

Sambarino subrayaba hacia finales de 1967 la necesidad de revisar algunas cuestiones planteadas por el estructuralismo. Dicha referencia se encuentra presente en el ítem VI- Proyectos y perspectivas, donde presentaba la solicitud de renovación de la dedicación total. Dicha referencia corresponde al contexto de publicación de los trabajos de la cátedra de Filosofía de la Historia.

En primer lugar se avanzará hacia el examen de la noción de “forma” o “estructura”, hoy en día de importancia capital, en todo el ámbito de las ciencias humanas, y cuya relación con los trabajos ya realizados es fundamental, como lo expuse en el escrito dirigido a la comisión de Dedicación Total en la cual solicité la concesión de dos becarios. Eso hará inevitable la comparación con el uso que de ese concepto hace el “estructuralismo” que hoy domina el pensamiento filosófico francés (Sambarino, 1967b, p. 18).

Si se tienen en cuenta los cursos de Filosofía Práctica, así como otras actividades realizadas por Mario Sambarino, previas a las preocupaciones por el estructuralismo, encontraremos los avances sobre la Fenomenología del Espíritu de Hegel, El ser y la Nada y La crítica de la razón dialéctica de Sartre, los Manuscritos económico-filosóficos de Marx, o las lecturas sobre Heidegger. Los autores mencionados vienen a mostrarnos el contexto fenomenológico de la época. Dicha configuración es la que recibe las discusiones sobre el estructuralismo francés en el período anti-humanista. Para el curso de 1968, el profesor Sambarino planteará:

El tema será “Proceso histórico y enjuiciamiento estimativo”. Su razón está en que, en el centro de muchas dificultades del pensamiento filosófico actual, se encuentran problemas relativos a la implicación mutua de ambas expresiones (…). Por la naturaleza de su temática no puede señalarse una bibliografía general al respecto; sería preciso señalar genéricamente las bibliografías de Ética, Filosofía de la Historia y Antropología Filosófica (Sambarino, 1968b).

Dos elementos se desprenden de la comunicación de Sambarino: en primer lugar, la importancia de abordar las problemáticas de la filosofía en los años sesenta, como puede significar la polémica que se desarrolló en Francia en relación a la corriente estructuralista; en segundo lugar, en ese plano de actualidad filosófica, señala como bibliografía para el curso las referencias bibliográficas compartidas con la cátedra de Filosofía de la Historia, la cual estaba abordando la actualidad a partir de la corriente mencionada. El trabajo que desarrollaba Javier Sasso, su ayudante de cátedra, en la recepción del estructuralismo para la cátedra dirigida por el profesor Bentancourt Díaz, es el punto para pensar en discusiones sobre el filosofar presente respecto de Foucault.

El trabajo de Javier Sasso, como ayudante de Mario Sambarino, es un elemento clave en el desarrollo del investigador, como señala el profesor de Filosofía Práctica, en la solicitud de la dedicación total, en el ítem sobre la “formación piramidal” (Sambarino, 1966, p. 2). Por todo ello, para conocer a Javier Sasso, mencionemos un pasaje del Informe enviado a decanato del 27 de julio de 1967, en el que se solicitaba la necesidad de regularizar la situación del joven colaborador dado los méritos que poseía:

(…) el señor Sasso ha actuado a lo largo de este año en espontánea colaboración con esta Cátedra; realiza un trabajo de investigación en torno a problemas interpretativos sobre la filosofía de Heidegger, que es consecuencia de un trabajo de pasaje de curso correspondiente a esta asignatura y aprobado con nota de sobresaliente. Por estas razones entiendo que se cumplen los requisitos establecidos por el reglamento de Colaboradores Honorarios (Rep. n º 149/964) (Sambarino, 1967c, p. 2).

El trabajo piramidal al que refirió Sambarino como elemento pedagógico y filosófico de la cátedra, y como condición necesaria para la renovación de la dedicación total, desenvolverá algunas nociones presentes en su trabajo en relación con otros autores y corrientes con los cuales pensar la época12, como parece ser el caso de Heidegger y Sartre. Presente este reconocido filósofo alemán desde finales de los años cuarenta en el filosofar institucional del Uruguay, no ha cesado de ser trabajado, apareciendo nuevamente en la década del sesenta, en las clases de Filosofía Práctica, y contará con un artículo de Sasso (1968) que mixturará a la ontología heideggeriana y al ethologismo sambariniano. Conviene, por lo tanto, preguntarse: ¿qué lugar ocupan dichos autores al momento de realizar una recepción filosófica de Foucault como la que realizó Javier Sasso en 1967?; ¿qué lugar ocupan los estudios críticos que se realizaron alrededor de la polémica por la publicación de Las palabras y las cosas? Corresponde a continuación, dilucidar esas preguntas.

3. La recepción filosófica de Foucault en el Uruguay: Javier Sasso, la inminencia del investigador13

El estudio de Las palabras y las cosas de Foucault, realizado por Javier Sasso con la publicación de una selección, traducción y notas (como un breve estudio previo de contexto), en 1967, probablemente sea la primera gran recepción filosófica de Michel Foucault en el Uruguay14. Dicha selección se publicó en “fascículos” por parte de la cátedra de Filosofía de la Historia, teniendo como eje “Estructuralismo e historia”. Conviene señalar que las condiciones filosófico-institucionales en las que fueron posibles la recepción de Las palabras y las cosas, se da en un marco de filosofía de características fenomenológicas y existencialistas (cf. Sambarino, 1967a, pp. 41-60), lo cual coincide con la polémica suscitada en Francia con dicha publicación.

Al comienzo de la introducción al fascículo titulado Michel Foucault -que consta de una selección de textos de Las palabras y las cosas-, Sasso (1967a) pone de relieve una cuestión que estuvo presente en el planteo de Bentancourt Díaz sobre la necesidad de pensar nuestra actualidad: “El ‘estructuralismo’ está dando lugar en el momento actual, ante todo en Francia, a un conjunto de discusiones e investigaciones de muy variado interés” (p. I). Dicho registro sobre la polémica, es el motivo más claro con el que nos encontramos al momento de realizar la recepción de Foucault en los años sesenta. En segundo lugar, se pone de relieve la necesidad de mostrar las distinciones dentro de la corriente estructuralista, como surge, por ejemplo, en Althusser, el cual era sostenido de acuerdo con cierto sesgo “humanismo marxista” (aunque otras interpretaciones apuntaron a lo contrario) (Bentancourt Díaz, 1967, p. II). De ahí, que Sasso (1967a) señale: “(...) si efectivamente tiene sentido unificar a estos autores como pertenecientes a un mismo movimiento intelectual” (p. I).

Parece ser evidente que el nivel de profundidad sobre el estructuralismo en Foucault estaba sesgado por la impronta que le había adjudicado la primera recepción francesa15 en su polémica. Asimismo, la selección de texto -y su traducción-, pone de relieve el elemento histórico propio de la disciplina para la que se realiza el trabajo -cátedra de Filosofía de la Historia-, pero eso no aniquila las proyecciones filosóficas que realizará Sasso en dicho estudio. Efectivamente, podemos destacar que aquí nos encontramos con -quizás- la primera recepción filosófica de Michel Foucault. Observamos una brillante capacidad para comprender, entre otras cosas, la noción de episteme vinculada a la estructura, así como percibir la ruptura con la modernidad, lo que “permite pensar que una nueva” episteme está por constituirse16. A continuación, destacaremos al menos tres puntos emergentes que presenta esta recepción de Foucault realizada por Javier Sasso.

a) Las lecturas críticas de la publicación foucaultiana que circularon en Francia en los años 1966-1967. En el trabajo de Mariana Canavese sobre la recepción de Foucault en la Argentina veíamos al comienzo que circulaban distintas revistas provenientes de Francia, entre ellas se destacaba Les Temps Modernes. En el Uruguay, sucedería algo similar al darse la circulación en entornos intelectuales como los vinculados a la Facultad de Humanidades y Ciencias, de diferentes revistas de Filosofía, Arte, Ciencia, Cultura. Dada la importancia filosófica que tuvo el existencialismo entre los años cincuenta y sesenta, no es de extrañar que la colección de Les Temps Modernes se encuentre en la Biblioteca de dicha Facultad.

En ese contexto, la recepción del estructuralismo filosófico --Las palabras y las cosas- se ambienta en cotejo con la figura de Sartre en Francia -a partir de su revista Les Temps Modernes y de su artículo publicado en L'Arc-. Dicha polémica, será puesta de relieve en el marco de la teoría de la recepción de Foucault desarrollada por el profesor Madarasz, con su noción de elipse. Recordemos la respuesta (cf. Foucault, 2001, p. 690 y ss.) contra Sartre fue posterior a la publicación de los fascículos de la cátedra de Filosofía de la Historia. Esos elementos sobre la figura de Sartre para la época en general, y en particular para nuestra recepción, pueden encontrarse en las actualizaciones realizadas por Mario Sambarino desde la cátedra de Filosofía Práctica hasta 1968. En los Cuadernos Uruguayos de Filosofía es posible encontrar trabajos sobre Sartre. Javier Sasso, quien en ese entonces era ayudante de cátedra de Sambarino, conocía las reflexiones del filósofo existencialista, a partir de La crítica de la razón dialéctica. En ese marco, durante los años sesenta tuvo un lugar peculiar en nuestra filosofía.

Sasso señala varias publicaciones en las cuales se discute la cuestión del estructuralismo, en Foucault particularmente. Hay más de un artículo en Les Temps Modernes de enero de 1967 y en Esprit de mayo de 1967. En otro nivel, las polémicas más intensas corren por parte de Sartre en L'Arc, en su nº 30, y por Chatelet y Jeansson en el nº 103 de Le Nouvel Observateur. Otras publicaciones, como Les Temps Modernes de noviembre de 1966, Aletheia de mayo de 1966, etc., pueden dar una idea de problemas generales del estructuralismo (cf. Sasso, 1967a, pp. V-VI). A esas menciones, corresponde sumarles a los siguientes autores que aparecen en el estudio preliminar de Sasso: Michel Amiot -el más destacado17 por ser investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias-, Sylvie Le Bon y Jean D’Ormesson. Por lo tanto, existen varios aspectos que corresponde destacar a partir de las publicaciones en las que se criticará al filósofo francés. En primer lugar, la noticia de traducciones al español que se anunciaba en la revista Mundo Nuevo, editada en Francia por el crítico literario uruguayo Emir Rodríguez Monegal entre 1966 y 1968.

Entre los libros que anuncia la editorial como de próxima publicación figura El nacimiento de la clínica, del filósofo francés Michel Foucault, cuya última obra, Les Mots et les choses, también será publicada por Siglo XXI (…). En este momento, Foucault ha alcanzado una notoriedad en Francia sólo reservada antes aquí para productos industriales como Françoise Sagan. Su reciente polémica con Sartre no ha hecho sino aumentar la cotización de un filósofo que los órganos publicitarios de las editoriales francesas ya anuncian como el maestro del momento (Rodríguez Monegal, 1967, p. 87).

En segundo lugar -en virtud de las críticas que recibió Las palabras y las cosas, con las que llega Foucault al Uruguay-, conviene recordar un registro posterior, el cual describe la poca atención que recibió la obra mencionada. Dicha recepción encontrará en Heidegger un elemento clave desde la metafísica. Las referencias a Heidegger en las lecturas que realizó Sasso aparecerán en distintos comentadores de la recepción crítica francesa, referenciados por el joven investigador18.

Testimonios singulares de dicha recepción corresponden a los que se desarrollaron durante el Coloquio Internacional de Filosofía de 1988 que homenajeó a Michel Foucault. Los análisis vertidos por Gérard Lebrun a propósito de la repercusión que había tenido en su momento la publicación foucaultiana de 1966, en la cual sugiere lo auspicioso de la fenomenología durante los años sesenta, así como el vínculo con Husserl que se puede leer en Las palabras y las cosas. Sobre dicho contexto, Lebrun (1999) sostiene: “(…) no fue comprendido en su momento como el ensayo de un método nuevo, sino que se lo consideró una agresión que suscitó el alboroto que todos conocen” (p. 31).

b) El contexto de recepción al situarse en la cátedra de Filosofía de la Historia: la selección de textos realizada por Sasso estará enmarcada en problemáticas vinculadas a la disciplina. En el contexto del análisis estructural, Sasso (1967a) explicita la recepción que realizarán en función de la disciplina que los atraviesa: “(...) da lugar al planteo que a nosotros nos interesa en esta serie de publicaciones, vale decir, el de la relación del estructuralismo con la historia” (p. II). Al final de la presentación realizada en la introducción a la selección de textos de Les mots et les choses, Sasso establece un índice en el que puede vislumbrarse el sentido histórico que busca darse desde la cátedra, en cotejo con las cuestiones estructuralistas (p. VII).

c) Las críticas a Foucault y las condiciones de la metafísica de la época. Los elementos filosóficos introducidos por Sasso en su estudio preliminar son claves para poner de relieve las discusiones que se dieron hacia 1967 sobre la recepción de Las palabras y las cosas. En efecto, al comienzo de su estudio sobre Foucault, el joven investigador pone de relieve el “sentido metafísico de la palabra filosofía. No en vano, el nombre de Heidegger ha sido mencionado repetidas veces para aludir a Foucault” (Sasso, 1967 a, p. II). Este aspecto, resulta clave como registro enunciativo, en el cual, el filósofo alemán antes citado se encuentra alrededor del pensamiento del autor de Las palabras y las cosas. Llevando adelante dicha postura heideggeriana, servirá para contraponer con otras lecturas críticas como la que realizó Sylvie Le Bon (1967) al colocar a Foucault en los márgenes del “positivismo”. De esta manera, Sasso (1967a) podrá sostener:

Pensamos que, por el contrario, bastaría confrontar esta exégesis negativa del sentido con cualquier exposición teórica de, por ejemplo, el neo-positivismo, para advertir la diferencia. En Foucault no hay una teoría del significado que lo reduzca a pura operacionalidad, ni una actitud sistemáticamente empirista (p. III).

A continuación, Sasso (1967a) resalta el sentido metafísico que adquiere la obra foucaultiana de 1966, a partir de los marcos del pensamiento que el pensador francés sostenía en sus obras anteriores: “Nos parece que sólo teniendo en cuenta el carácter metafísico del pensamiento de Foucault es posible entender cabalmente lo que se dice en Les mots et les choses sobre las ciencias y sus fundamentos” (p. III). Conviene, por lo tanto, destacar la lectura heideggeriana que termina por sintetizar Sasso -siguiendo el análisis de Amiot-, a partir de la noción de episteme; la discusión de oposición entre “arqueología” y doxología; la metodología arqueológica. “Lo característico de la concepción arqueológica es la investigación sobre el fundamento del saber, sobre lo que recibe el nombre de “episteme” (p. IV). En ese sentido, la episteme como fundamento del saber de la configuración de una época, adquiere para Sasso -siguiendo la lectura de Amiot- un sesgo heideggeriano. Michel Amiot (1967) sostendrá:

Il se situe dans une épistémè différente. Seuls ne dorment pas ceux qui ne veulent retourner qu´à la déchirure originaire, ce centre de nulle part où l´homme est déjà là pour ordonner les choses. à la déchirure, pas à l´«homme», et donc pas à l´anthropologie. Nietzsche indique la voie, lui pour qui la mort de Dieu entraîne nécessairement celle de l´homme qui l´avait conçu. Cette voie, Heidegger la continue (p. 1285)19.

Acerca de las condiciones de posibilidad que establece la metodología en Las palabras y las cosas, Amiot (1967) volverá sobre la articulación que realiza Foucault con “les philosophies de la déchirure” (Nietzsche y Heidegger), subrayando que:

En tout cas, ce n’est pas, explicitement, de la région philosophique qu’elle part, mais (cf. préface) d’une région médiane entre les «codes ordinateurs» des schémas perceptifs ou comportementaux et les théories qui explicitent scientifiquement ou fondent philosophiquement les modalités de l’ordre qui caractérisent l’épistémè d’une époque (p. 1290)20.

Finalmente, siguiendo los análisis realizados por Amiot en su artículo, se plantea la diferencia entre arqueología y doxología. En él podemos leer que la primera cumple un papel esencial para la puesta en escena de la configuración del saber. Sasso (1967a) asume el valor que asume la arqueología, por lo que corresponde subrayar qué hay que entender por ella:

Una “arqueología” en el presente caso, “una arqueología de las ciencias humanas”, es lo contrapuesto a una “doxología”, vale decir, a un recuento superficial de opiniones. Pero para Foucault el ámbito de la doxología se extiende mucho más allá de lo que habitualmente parece: prácticamente todo lo que hasta ahora se ha dicho y se sigue diciendo en el campo de la “historia de las ideas” integra esa doxografía superficial. Lo característico de la concepción arqueológica es la investigación sobre el fundamento del saber, sobre lo que recibe el nombre de “episteme” (p. IV).

Queda establecida la importancia de la cuestión arqueológica, como elemento que se diferencia sustancialmente con la doxología, y que, al mismo tiempo, permite establecer las condiciones de posibilidad para el surgimiento del saber. Esos elementos que venimos señalando han sido asimilados como continuadores de las producciones de la metafísica heideggeriana, como ha subrayado Sasso. Por ello, sobre la selección de textos que realizó, hace la siguiente recomendación:

Podrá verse en los textos subsiguientes, cómo este enigma es algo que acontece primero de un modo, luego del otro, sin aparente explicación. En este aspecto, es donde más se puede señalar el parentesco con la ontología de Heidegger, donde el fundamento (el Ser) tiene una “historia” igualmente enigmática (p. IV).

La lectura establecida por Sasso en su comentario corresponde a resaltar en el anti-humanismo de Foucault un elemento de continuidad heideggeriana (cf. Sasso, 1968, pp. 83-119). El discurso de época viene a trasladarnos el destacado papel que tenía la filosofía heideggeriana en la recepción de Foucault. Los siguientes trabajos de Sasso continuaron en una perspectiva de recepción del pensamiento francés a través de Althusser. Dos publicaciones se destacan, la realizada hacia noviembre de 1970 en la revista Víspera y un trabajo en 1971 sobre la ciencia en Althusser, bajo el impulso de la cátedra de Epistemología dirigida por Mario Otero; finalmente a partir de la publicación sobre la sociología de la creación literaria de 1972, podrá pensarse la impronta que buscaba el marxismo en nuestro ambiente filosófico21. La versión en clave heideggeriana de Las palabras y las cosas realizada por Sasso en su presentación de Foucault para los fascículos de “Estructuralismo e historia”, se repetirá a comienzos de la década del setenta, en un trabajo que realizó sobre Althusser. Presentaremos el siguiente pasaje por extenso que sea, para dar cuenta de la importancia de la lectura realizada por Sasso, destacada en La fundamentación de la ciencia según Althusser, en el que presentará una comparación entre Althusser y Foucault (cf. Sasso, 1971, p. 9), en términos epistemológicos, así como el neo-heideggerianismo en Las palabras y las cosas (Episteme y Ser):

Por las mismas razones le es imposible a Althusser seguir el camino del estructuralista Foucault, camino de tipo neo-heideggeriano que consiste básicamente en transformar la epistemología en una reflexión acerca de cómo se configuran, a lo largo de la historia, distintas maneras de organizar el campo del conocimiento. No hay una racionalidad en general, sino distintas formas de configurar el saber (y por consiguiente, de delimitarlo del no-saber, de distinguirlo en lo puramente ideológico, etc.); entre estas distintas formas cuya sucesión temporal constituye la historia de la cultura no cabe comparación posible, así como no tiene sentido hablar de progreso o evolución. Del mismo modo como en Heidegger el Ser “se da” de una manera a veces, y a veces de otra, en Foucault la “episteme” se constituye de tal o cual manera, en un proceso cuya “serena indiferencia” no es compatible con los conceptos clásicos de verdad ni de historicidad. Dejando de lado la plausibilidad de todo esto, indiquemos que el sistema de Foucault (cuyo carácter indisimulablemente lo distingue de Althusser como de Bachelard) es compatible con el punto de partida inmanentista y que es una solución al problema de establecer la diferencia específica entre lo científico y lo ideológico tras recusar las pautas genéricas de racionalidad. La solución no es otra que negar esa distinción, o al menos desplazarla temporalmente: pero por su trascendentalismo y su relativismo es incompatible con el pensamiento de (Althusser Sasso, 1971, p. 26).

Hacia marzo de 1968, en el Prefacio a la edición española de Para leer el capital, Althusser señalaba sus distancias con “la ideología estructuralista” (Althusser y Balibar, 2010, p. 3), “moda” -como subrayaba Caño Guiral- en los últimos años en Francia y, por tanto, pregonaba por una comprensión adecuada de sus conceptos a los efectos de establecer la separación entre marxismo y estructuralismo. El profesor Bentancourt Díaz (1967) había logrado distinguir en su introducción a Althusser, al autor de Para leer el capital -como miembro reconocido del PCF- de Foucault y de Lévi-Strauss, señalando respecto de estos últimos que “hasta podría calificárseles de antimarxistas” (p. I). En los análisis de Javier Sasso (1967b), quien había seguido los análisis de Amiot como elemento fundamental en su lectura de Foucault, vemos, al mismo tiempo, que el sesgo que intentaba consolidar la relación estructuralismo-marxismo la tenía presente, cuando en el trabajo que dedicó a Lévi-Strauss observa como vienen sugiriendo las discusiones en Francia entre marxismo y estructuralismo, señalando que la lectura de Maurice Godelier “unen el estructuralismo de Lévi-Strauss a una filosofía marxista (...)” (p. VI).

Si bien la selección de textos que realizó Sasso, corresponde a un plano en el cual, se destaca a la Historia como eje en Las palabras y las cosas, se dará fuerza a la perspectiva filosófica del planeo. Por lo tanto, el investigador sostendrá los elementos que posicionan el planteo foucaultiano en los horizontes de la metafísica que atravesó a la filosofía en el Uruguay en los años cincuenta y sesenta22. El aspecto neo-heideggeriano que aparece presente sigue poniendo de manifiesto la importancia de la recepción del pensador alemán para la comprensión discursiva de la filosofía de posguerra.

4. Consideraciones finales

Los análisis realizados por Lebrun en el Coloquio Internacional de Filosofía de 1988 no solo resumen, sino que amplían los marcos de problematización que requiere la realización de una arqueología de la recepción. Efectivamente, el registro fenomenológico de los años sesenta en el que se recibe al pensador francés en la Facultad de Humanidades y Ciencias, coincide con la crítica que recibía el estructuralismo en Francia, a partir de distintas revistas filosóficas y culturales. En primer lugar, observamos en las recepciones realizadas por Jesús Bentancourt Díaz y Javier Sasso, una fuerte mediación de la problemática estructuralista por parte de críticos y polemistas. Por ello, nos parecía fundamental mostrar la presentación realizada por Sasso y señalar los cursos planteados por el catedrático Bentancourt Díaz para Filosofía de la Historia, el cual sugiere una bibliografía vasta. En segundo lugar, Foucault es comprendido como anti-humanista, en una línea distinta de los análisis estructurales, principalmente como neo-heideggeriano, y relativista como sugiere sobre el final del texto. Estos son los elementos a evaluar en cuanto a la recepción de Foucault en los años sesenta, especialmente en cuanto al problema de la muerte del hombre.

El papel que cumple Heidegger en los años en que se realiza la recepción de Foucault bordeado por el estructuralismo deberá desarrollarse al mismo tiempo, abriéndose paso en la comprensión de su recepción en el Uruguay. En efecto, los distintos trabajos sobre Heidegger desde finales de los años cuarenta hasta finales de los años sesenta sugieren a un pensador que permanece en el centro de las reflexiones de nuestro contexto filosófico. Dichas reflexiones se materializan en sus cursos, artículos, conferencias, libros y en la formación de investigadores como se observa en el caso de Sasso. Por ello, no es casual que la lectura del joven investigador sobre Foucault sea señalada como de corte neo-heideggeriano. Estos son los horizontes descriptivos de la recepción de los textos iniciales del filósofo nacido en Poitiers, principalmente en versión estructuralista, que podemos ver desde la filosofía en el Uruguay, los cuales al mismo tiempo pueden cotejarse con lo planteado en “la otra orilla” por Canavese. Sirvan estas referencias, además, como antecedente y como elemento para un diálogo en la recepción latinoamericana de Foucault.

Formará parte de un trabajo de largo aliento el estudio de las formaciones discursivas a nivel de la institucionalización de la filosofía en nuestro país, en el correr de los años sesenta, para comprender y poder establecer alcances y límites de la recepción foucaultiana. Sabemos que para esos años se tenía el registro de la reconfiguración del marxismo -por ejemplo, a partir de Sartre-. Sambarino (1967a), en su curso de verano sobre la alienación, señalaba que Sartre, con la publicación de La crítica de la razón dialéctica, (…) “hasta cierto plano, entra en conexiones con el marxismo” (p. 54). ¿Cuál fue el papel que tuvo el marxismo en este viraje de mitad de los años sesenta, en los cuáles nos topamos -entre otras cosas- con el estructuralismo? En segundo lugar, será necesario observar el giro hacia el marxismo que pareció darse en nuestro país en los años sesenta en la filosofía, a efectos de observar qué relación se trató de establecer entre marxismo y estructuralismo. Y finalmente, tal como resaltó Helena Costábile (2007), acerca de la cuestión de la fenomenología, pensar ¿cuáles eran los restos de fenomenología que quedaban en nuestros filósofos para que la introducción de Las palabras y las cosas haya sido por la Historia? Fundamentalmente, si tomamos en cuenta el punto de investigación abierto por Lebrun sobre la relación entre Foucault y Husserl en la “representación”, convendrá reflexionar a propósito de las publicaciones inéditas de Foucault, como las realizadas por el grupo de estudios sobre el joven filósofo francés de los años cincuenta y su fuerte vínculo con la fenomenología como ha destacado Sabot (2014). El anclaje en las nuevas publicaciones inéditas, será fundamental para la realización de una teoría de la recepción filosófica del filósofo francés.

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El autor

1 Un especial agradecimiento a Mónica Pagola, encargada del Archivo Central de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UDELAR), y su equipo de trabajo: Pablo Darriulat y Gonzalo Marín.

2Remitimos a las últimas publicaciones realizadas en Francia, a partir de los manuscritos del pensador francés. Veáse: Foucault, 2021a y 2021b.

3Podemos colocar distintos ejemplos sobre el intercambio cultural que se desarrolló entre filósofos de ambas orillas. Mencionemos -entre otras- las distintas correspondencias que aparecen en el Epistolario de Francisco Romero en el excelente trabajo realizado por Clara Alicia Jalif (cf. Romero, 2017), con distintos filósofos uruguayos (Ardao, Vaz Ferreira, Sambarino, Llambías de Azevedo, Del Campo). Debemos destacar que Clara Alicia Jalif (en comunicación personal del 21 de julio de 2021) nos señaló que algunos autores uruguayos no fueron incluidos en el Epistolario.

4Sobre este punto, ver los trabajos dedicados por Mario Silva García (1951), Juan Llambías de Azevedo (1950) y Aníbal Del Campo (1944 y 1951) sobre la recepción de Heidegger, que hemos estudiado. El aspecto de la fenomenología, lo encontramos en toda la recepción de autores como Hartmann y Husserl, desde los años cuarenta.

5Fundado por Arturo Ardao y Juan Llambías de Azevedo, a mitad de los años cincuenta.

6Hay toda una discusión acerca de la profesionalización de la filosofía por parte de Llambías de Azevedo a finales de los años cuarenta y a mitad de los años cincuenta cuando visita distintas universidades de Alemania y Francia.

7Mario Silva García y Juan Llambías de Azevedo. Este último se jubila en 1962, sin embargo, seguirá participando en distintas actividades de la Sociedad de Filosofía del Uruguay.

8Sambarino se incorpora sucediendo a Llambías de Azevedo en 1962, permaneciendo de manera efectiva hasta su exilio.

9La caracterización realizada por Caño Guiral se puede cotejar con las publicaciones de Sambarino (1968a) y Bentancourt Díaz (1968a) en torno a Marx.

10Véase: Ardao, Arturo (Dir.) (1968). Cuadernos Uruguayos de Filosofía. Tomo V. Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias, 1968, p. 172. Se coteja el testimonio brindado por Caño Guiral vinculado al trabajo realizado por Jesús Bentancourt Díaz sobre el estructuralismo con la conferencia de Gurmémdez.

11Yamandú Acosta nos planteó (en comunicación personal, el 18 de octubre de 2021), que Sasso era un “marxólogo” (especialista en Marx) a comienzos de los años setenta.

12Este aspecto lo pondremos de relieve en otro trabajo específico sobre Mario Sambarino, el cual forma parte de nuestro proyecto de investigación sobre el contexto filosófico del Uruguay de los años cincuenta y sesenta.

13Javier Sasso colaboró con tres cátedras diferentes: Filosofía Práctica, Filosofía de la Historia y Filosofía de la Ciencia.

14Mario Silva García realiza una primera referencia directa a Foucault, a partir de una nota directa al trabajo realizado por el pensador francés sobre Binswanger. Con Sasso nos encontramos con un análisis de una obra y de una discusión en torno al autor.

15En 1967, Siglo XXI Editores (Buenos Aires) tradujo Problémes du structuralisme, publicado en noviembre de 1966 por Les Temps Modernes, donde se destacarán los artículos de Macherey y Bourdieu entre otros.

16Sobre este punto destacamos el trabajo de François Wahl, publicado originalmente en francés a comienzos de los años setenta, ¿Qué es el estructuralismo? Filosofía.

17En la edición crítica: Les mots et les choses de Michel Foucault. Regards critiques 1966-1968, publicada en Francia en 2009, aparece una carta inédita de Foucault a Amiot, fechada el 8 de marzo de 1967, como respuesta al artículo “Le relativisme culturaliste de Michel Foucault” (pp. 131-143).

18Las publicaciones corresponden a: Amiot (enero de 1967), Revault (febrero-abril de 1967), d´Ormesson (marzo de 1967), Margolin (octubre-diciembre de 1967).

19“Se sitúa en una episteme distinta. Solo no duermen quienes no quieren retornar sino a lo rasgado originariamente, ese centro de ninguna parte donde el hombre ya está ahí para ordenar las cosas. A la rasgadura, no al ‘hombre’ y por lo tanto, no a la antropología. Nietzsche indica la vía, él, para quien la muerte de Dios conlleva necesariamente la del hombre que lo había concebido. Esta vía, Heidegger la continúa” [Traducción del autor].

20“En todo caso, no es, explícitamente, de la región filosófica que se parte, sino una región mediana entre los “códigos ordenadores” de los esquemas perceptivos o conductuales y las teorías que explicitan científicamente o fundan filosóficamente las modalidades del orden que caracterizan la episteme de una época” [Traducción del autor].

21Jorge Liberati sostiene que Sasso (1972) va en la línea de Lukács y Goldmann, que puede servir como ejemplo de los esfuerzos locales por atender los nuevos giros sociológicos y culturales laterales al marxismo. (Jorge Liberati, Comunicación personal, 25 de marzo de 2021).

22Finalmente, Sasso señala la división realizada en el material a partir de dos elementos: a) la noción de episteme moderna; b) la discusión actual acerca de una configuración futura (episteme poshumanista). Respecto a la propuesta fenomenológica presente en Foucault en los años cincuenta, se introducen desplazamientos que se dirigen contra cierta tradición de la historia de las ciencias para poner de relieve la noción de discontinuidad (cf. Sabot, 2014, pp. 39-59).

Recibido: 29 de Octubre de 2022; Aprobado: 02 de Diciembre de 2022

Sebastián Ferreira Peñaflor. Doctorando por la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca (Argentina). Magíster en Ciencias humanas, opción Filosofía Contemporánea, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República (Uruguay). Profesor Efectivo de Filosofía en Enseñanza Media, titulado en el Instituto de Profesores Artigas (Uruguay). Fue alumno del PPG en Filosofía de la Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul en 2015. Actualmente trabaja sobre la Filosofía en el Uruguay desde los años cincuenta del siglo pasado, y sobre el filósofo francés Michel Foucault.

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