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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos

On-line version ISSN 1853-3523

Cuad. Cent. Estud. Diseñ. Comun., Ensayos  no.99 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Oct. 2021  Epub Oct 16, 2021

http://dx.doi.org/10.18682/cdc.vi99.3971 

Reseña

Gráficas identificativas en fachadas tradicionales de Tampico-México. Transformaciones culturales y comunicacionales ante el impacto comercial, 1994 a 2013.

Lozano Castro, Rebeca Isadora1 

1(Licenciado en Diseño Gráfico, Universidad del Noreste. Mg. en Artes Gráficas, Universidad Politécnica de Valencia)

Introducción

El proceso de mercantilización internacional iniciado el 1° de enero de 1994 con la firma del Tratado de Libre Comercio, TLC, para relaciones comerciales y libertad de productos y servicios entre Estados Unidos de América, Canadá y México, generó una transformación del espacio urbano de Tampico y de las costumbres de sus habitantes. Eso dio como resultado el beneficio económico de los grandes inversionistas, pero ocasionó la creación de una imagen de ciudad orientada hacia el exterior, atractiva al turismo y refuncionalizada respecto de su carácter de puerto industrial. Es así que, a partir de la década de 1990, las administraciones gubernamentales de la ciudad, inspiradas en modelos estadounidenses, adoptaron políticas públicas que posibilitaron transformar su identidad tanto en el aspecto del paisaje urbano como en aspectos socioculturales. Lo anterior dio lugar a situaciones como la convivencia de construcciones modernas con identidades corporativas multinacionales y edificios históricos del siglo XIX adaptados a nuevas gráficas; grandes proyectos urbanísticos como el acceso a la playa Miramar de la colindante ciudad Madero; la remodelación del parque metropolitano en la Laguna del Carpintero; la construcción del Puente Tampico, el Espacio Cultural Metropolitano y el Centro de Convenciones; la rehabilitación de la Aduana Marítima y el rediseño del Canal de la Cortadura. Simultáneamente, el TLC facilitó la apertura hacia la globalización y produjo cambios en el mercado, la economía, la política, aspectos sociales, culturales, tecnológicos y científicos. Por una parte, eso se percibió por los empresarios como algo positivo por la afluencia económica comercial que se reflejó en el incremento de capital y la inclusión de la ciudad a nivel global, al tener acceso a productos y servicios extranjeros; por otra parte, conllevó procesos de desigualdad social y consumismo (Borja, 2012, párr. 19). Es evidente que esa convivencia contribuyó para que algunas pequeñas empresas o micro empresas transformen su imagen corporativa, con características estéticas extranjeras, como: formas, colores, tipografías, símbolos, composición visual y materiales de producción; para permanecer en la competencia comercial generando una tensión entre tradición y modernidad globalizada. Desde el manejo del lenguaje visual hasta el mediático, las gráficas identificativas comerciales o signos visuales corporativos, como códigos visuales autónomos con estilo tradicional transformaron su discurso típico y coloquial. Así como los colores vivos y representativos de la cultura mexicana; las técnicas con acabado artesanal; y la simbología con raíces de la gráfica popular, entre otras, para incorporar tecnología imitando el estilo americano. Los estudios previos realizados, confirman no haber discutido la evolución histórica de la gráfica identificativa en las fachadas de comercios en México, ni la analizaron por medio un cruce antropológico, sociocultural y comunicacional. En efecto, se llevaron a cabo estudios sobre globalización, pero no desde el diseño identificativo dependiente en ese país o con influencia por una sociedad hegemónica. Desde luego, en la disciplina del Diseño Gráfico las necesidades y los valores sociales influyen fuertemente los problemas en los que se concentran sus practicantes, los conceptos manejados, tradiciones o hábitos. Respecto de eso, esta investigación estudia, mediante un análisis evolutivo, la gráfica identificativa ubicada en las fachadas de las micro empresas tradicionales locales, con el objetivo de comprender la relación entre: “la hegemonía ejercida por Estados Unidos y las transformaciones” (Villoro, 2010, p. 171) localizadas en esos diseños. Este proyecto pretende dar cuenta del fenómeno mediante un análisis crítico transdisciplinario. Tampico, puerto industrial y puerto turístico La ciudad se encuentra ubicada en la frontera norte de la República Mexicana, dentro del estado de Tamaulipas y cuenta con tres millones de habitantes (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2015). Su nombre es de “origen Huasteco que significa lugar de perros” (Gallegos, 2016, párr. 1), por la gran cantidad de nutrias o perros de agua que habitaron en las orillas de los ríos Pánuco y Tamesí que circundan el territorio.

Es reconocida como uno de los puertos industriales e históricos más importantes de México, donde se trasladaron intelectuales, artistas y políticos a nivel nacional e internacional. En Tampico la compra, la venta, el arrendamiento de pozos petroleros y terrenos generó actividades que concentraban un considerable volumen de capital extranjero y mexicano. En el año 1921, se convirtió en el segundo puerto exportador de petróleo del mundo (Ortega de Etienne, 2002, p. 52). En esa época, el comercio fue próspero y las tiendas comerciales vendieron productos provenientes de Francia y España, entre otros países, con las fachadas pintadas a mano de manera espontánea con rotulación gráfica popular.

Lo que se conoce actualmente como Centro Histórico, es uno de los lugares más antiguos de la ciudad, donde sucedió la victoria de las tropas mexicanas sobre el ejército español al final del movimiento de independencia en el año 1829 (Ortega de Etienne, 2012, p. 21). En ese contexto, fueron costumbre los paseos por la plaza de Armas, la alimentación de palomas y la visita al muelle para la observación de los buques atrancados (Ruiz Torres, 2011, pp. 52-53). Como parte del paisaje urbano, se establecieron restaurantes, cafeterías y heladerías como el caso de la micro empresa El Globito y el Elite. La primera, es una fuente de sodas con el servicio de malteadas, licuados y bebidas frescas características de la zona. La segunda, una cafetería-heladería y restaurante con gastronomía tradicional de la región huasteca. Tanto El Globito como el Elite continúan ofreciendo sus servicios.

En el año 1926, la ciudad fue sede de la primera embotelladora de Coca-Cola en México, llamada La Pureza, lo que originó una cultura consumista de ese producto más que en otros lugares del país (Ortega de Etienne, 2014, pp. 19-22). Bajo ese proceso de desarrollo que se da en cualquier ciudad del mundo, en Tampico las autoridades federales tomaron la decisión de elevar la promoción nacional e internacional de la ciudad como centro turístico de playa, particularmente en Estados Unidos y Canadá. Para eso se consideró a la mancha urbana que se extiende por tres municipios: Tampico, ciudad Madero y Altamira, considerada como una única zona metropolitana. En el año 1993, el gobierno del estado de Tamaulipas prestó apoyo en diversas áreas de hotelería, áreas culturales y el rescate de edificaciones del siglo XIX con el objetivo de rehabilitar la fachada urbana del Centro Histórico.

Ese mismo año fue declarado zona patrimonial de monumentos históricos y artísticos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH). A causa de eso, en el año 1997 se creó el Fideicomiso del Centro Histórico de Tampico (FICEHTAM). Que, con el apoyo del INAH, además de fondos federales asignados por el Gobierno Federal a través de la Coordinación General de Puertos y Marina Mercante, se remodelaron los edificios históricos (Ortega de Etienne, 2014, p. 27). Algunos de los edificios históricos rehabilitados fueron el hotel Sevilla, Correos de Tampico, Telégrafos de Tampico, el hotel Posada del Rey, el Palacio Municipal, la Catedral, el edificio Mercedes y el edificio La Luz, 14 entre otros. A finales del año 2015, se concretó el proyecto de remodelación del Centro Histórico de la ciudad, actualmente conocido como el pequeño Nuevo Orleans mexicano (Ortega de Etienne, 2016, pp. 2-46).

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