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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos

On-line version ISSN 1853-3523

Cuad. Cent. Estud. Diseñ. Comun., Ensayos  no.103 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Feb. 2022  Epub Feb 22, 2022

http://dx.doi.org/10.18682/cdc.vi103.4162 

Artículo

Diseño, antropología y complejidad social: cocreación en el territorio, el caso Saber Hacer

Rodrigo Gajardo1 

Tamara Vicencio2 

1 Magíster en Diseño Avanzado, Pontificia Universidad Católica de Chile, profesor de iCubo, Instituto Interdisciplinario y Faculatd de Diseño Universidad del Desarrollo.

2 Magíster en Filosofía, Universidad Alberto Hurtado.

Resumen

Existe una creciente inquietud en el diseño, por integrar diferentes formas de aproximación a las experiencias de intervención territorial. El uso de metodologías provenientes desde las Ciencias Sociales ha acaparado la atención, sobre todo los beneficios de incorporar el método etnográfico al trabajo del diseño en general. En el presente artículo ahondaremos en esta relación entre Diseño y Antropología, además de exponer la propia experiencia de los autores en esta mixtura de disciplinas. Por lo tanto, este trabajo no pretende ser un estudio de caso, sino el relato de una experiencia que nos lleve por la relación de los métodos de innovación del diseño y la antropología; así como también, hacia las bases epistemológicas y metodológicas del trabajo de observación etnográfica. Lo anterior, relacionado a la experiencia de la Fundación Saber Hacer en el proyecto, desarrollado en la comuna de Peñalolén de Santiago de Chile, llamado Diseño+Oficios.

Este análisis de experiencia es constituyente de un enfoque híbrido de diseño y antropología expuesto por los autores, donde los métodos de análisis territorial y cultural se combinan con los métodos proyectivos del diseño para la innovación, resultando en estrategias de innovación abierta para el trabajo con comunidades y territorios, aportando con nuevas formas de economía social, basadas en experiencias de co-creación y desarrollo de comunidades en entornos intensivos de colaboración.

Palabras clave: Diseño; etnografía; innovación; co-creación; comunidad.

Abstract

The main objective was to give value to the life and work of the unknown Chilean painter of the late 19th Century Manuel Aspillaga Valenzuela (1870-1930), and disseminate the results through digital resources on a free access online platform.

In terms of content the project succeeds in placing the artist and his work within the national historic context landmark. Along with the above, the project seeks to provide access to the entire community to this unknown heritage through technology and design.

It is important, in addition, to describe the methodology of interdisciplinary work used for the realization of the objectives. The methodology enabled to achieve a systematic and deep research whose success is based on enhancing each of the disciplines involved in the investigation, execution, analysis and creation of pieces.

The Project was developed in three phases, Investigate the life and pictorial work of Manuel Aspillaga; identifying, registering and cataloguing the artist’s work; and, finally, to divulge the figure and work of Manuel Aspillaga Valenzuela. This study took place in Santiago, Chile during the course of a year.

Keywords: Design; ethnography; innovation; co-creation; community.

Resumo

Há uma preocupação crescente no projeto, de integrar diferentes maneiras de abordar as experiências de intervenção territorial. O uso de metodologias das Ciências Sociais monopolizou a atenção, especialmente os benefícios de incorporar o método etnográfico ao trabalho de design em geral. Neste artigo, vamos nos aprofundar nessa relação entre Design e Antropologia, além de expor a própria experiência dos autores nesse conjunto de disciplinas. Portanto, este trabalho não pretende ser um estudo de caso, mas o relato de uma experiência que nos conduz através da relação entre os métodos de inovação em design e antropologia; bem como, em direção às bases epistemológicas e metodológicas do trabalho de observação etnográfica. O exposto acima, relacionado à experiência da Fundação Saber Do no projeto, desenvolvido no município de Peñalolén, em Santiago do Chile, denominado Design + Crafts.

Essa análise de experiência é um componente de uma abordagem híbrida de design e antropologia exposta pelos autores, onde os métodos de análise territorial e cultural são combinados com os métodos projetivos de design para inovação, resultando em estratégias abertas de inovação para trabalhar com comunidades. e territórios, contribuindo com novas formas de economia social, baseadas em experiências de co-criação e desenvolvimento de comunidades em ambientes colaborativos intensivos.

Palavras chave: Design; etnografía; inovação; cocriação; comunidade.

Marco teórico

Métodos de innovación guiados por el diseño y la influencia de la antropología

El número del mes de mayo de la revista Business Week del año 2004, publica en su portada el titular “The Power of Design”. Este número de la revista de negocios viene a analizar un fenómeno que ocurre hace varios años, donde una nueva forma de ver el diseño se ha ido instalando en la cultura corporativa.

El Design Thinking no es la única corriente y método de metadiseño existente en el mundo. Sin embargo, ha sido probablemente el que mejor marketing y más divulgación ha tenido en Estados Unidos y Latinoamérica, donde se ha instalado como un enfoque clave para el desarrollo de procesos de innovación que no dependan -necesariamente- de costosas inversiones e investigaciones tecnológicas. Más allá de plantear una nueva forma de diseñar, estableció un paso a paso sistemático, de un proceso que históricamente fue intuitivo y dependiente de las habilidades y pertinencias del profesional a cargo. Sin embargo, si hay un elemento distintivo de la metodología del Design Thinking, este ha sido la relevancia dada al proceso de Empatía, incorporando una serie de técnicas y herramientas de la antropología y más específicamente, de la etnografía.

La capacidad de empatizar es una característica esencial en este enfoque de innovación que hoy se denomina Design Thinking, siendo la comprensión del contexto a través de la observación directa, un carácter distintivo de esta forma de innovar centrada en las personas (Brown, 2008). Según Brown1,

[...] ellos (los diseñadores) pueden imaginar el mundo desde múltiples perspectivas: desde sus colegas, clientes, usuarios finales y clientes (actuales y potenciales). Al adoptar un enfoque de ‘la gente primero’, los design thinkers pueden imaginar soluciones que son inherentemente deseables y que ‘conversan’ con sus necesidades explícitas o latentes (2008, p. 3).

Este enfoque centrado en las personas ha abierto el escenario de la innovación, permitiendo alternativas a la tradicional innovación científica y tecnológica, generando posibilidades a partir de la innovación radical en el significado (Verganti, 2009).

El significado adquiere un rol fundamental en la incorporación de nuevas soluciones, en un mercado movilizado por motivaciones emocionales y culturales. Los productos tienen significados, esto es “el ‘por qué’ las personas necesitan un producto más que el ‘qué’ necesitan en un producto” (Verganti, 2009, p. 27). Por otro lado, en escenarios de complejidad social, el comprender, analizar y canalizar los significados de personas y grupos sociales comienza a ser un aspecto crítico para el abordaje de proyectos y, en consecuencia, se hace necesario el uso métodos, técnicas, herramientas además de equipos interdisciplinarios capaces de trabajar en escenarios de innovación con un impacto social y comunitario. En este sentido, el método etnográfico cobra especial relevancia en los nuevos contextos de intervención en el diseño. Por lo mismo, en el siguiente apartado se realiza un breve recorrido histórico de este método, donde se introduce sus bases epistemológicas y metodológicas.

Introducción a las bases epistemológicas y metodológicas del trabajo etnográfico en la intervención de realidades complejas

“La antropología pone ante el hombre un gran espejo y le deja que se vea a sí mismo en su infinita variedad”. Clyde Kluckhohn, Antropología

No es tarea de este artículo indagar profundamente en los orígenes e implicancias del nacimiento de la Antropología como la disciplina que conocemos hoy. De todas formas, resulta relevante destacar dos hitos fundamentales que forman parte de su historia y que marcan su quehacer para siempre. Al momento de remitirnos al desarrollo de la Antropología, podemos tomar dos caminos: por una parte, tomar una línea investigativa que nos lleva a las descripciones realizadas por Heródoto sobre pueblos que le resultaban completamente exóticos; o, por otro lado, tomar los orígenes de una disciplina que comenzaba a desarrollarse profesionalmente de la mano de otras ciencias. Para el caso de este trabajo, seguiremos la segunda opción.

Uno de los hitos paradigmáticos en la historia de la disciplina fue la expedición realizada por el zoólogo Alfred C. Haddon, en 1888, al estrecho de Torres en Oceanía. Fue una investigación que articulaba métodos de la ciencia experimental y que pretendía obtener información sobre las costumbres de los aborígenes, así como de las especies fitozoográficas. No fue hasta la segunda expedición comandada por Haddon, que marcaría por siempre el desarrollo del trabajo de campo y, por lo tanto, de la Antropología como ciencia. Esta segunda expedición, que se realizó entre 1898 y 1899, incluyó a un profesional clave en el trabajo de investigación, el psicólogo experimental W. H. R. Rivers (Guber, 2011).

Rivers, además de sentar las bases de “método genealógico”, estableció la necesidad de un tipo de trabajo intensivo en terreno, el cual debía abarcar entre 400 a 500 habitantes y debía tener un tiempo estimado de un año o más, donde el profesional debía tomar nota de cada detalle de la cultura y su vida cotidiana (Guber, 2011). Rivers sentó las bases del famoso “estar ahí” que, posteriormente, adquirirá otras dimensiones con los trabajos de Bronislaw Malinowski.

Los antropólogos profesionales comenzaron a realizar trabajos de campo a pueblos alejados, algunos en islas donde la cultura de esos pueblos era diametralmente diferente a la cultura occidental en la cual acostumbraban a vivir. El realizar este tipo de terreno aislado, lo asemejaba al espacio de un laboratorio en el cual hay muy pocos elementos de interferencia. Son los tiempos de una Antropología positivista, que pretendía ejecutar procesos investigativos similares a las Ciencias Naturales. Uno de los antropólogos más importantes en este proceso fue Malinowski. Realizando su trabajo en las Islas Trobriand, escribió el clásico libro Los Argonautas del Pacífico Occidental. En este texto sienta las bases de método etnográfico clásico, el cual influye hasta nuestros días. Malinowski logró establecer el paso a paso del trabajo de campo, dándole la importancia que requería:

Solo el trabajo de campo sin mediaciones podía garantizar la distinción entre la cultura real y la cultura ideal, entre lo que la gente hace y lo que la gente dice que hace y, por consiguiente, entre el campo de las prácticas y el de los valores y las normas. Las vías de acceso a cada uno serán distintas: la presencia y la observación, en un caso, y la palabra, en el otro (Guber, 2011, p. 30).

Resulta importante revisar los orígenes del trabajo etnográfico, ya que nos da cuenta de cómo se gesta esta forma de crear conocimiento (su base epistemológica) y, a su vez, las determinaciones prácticas que tomaron los principales gestores de su metodología. En este sentido, la etnografía no es una técnica, como se puede leer en textos que no pertenecen a la disciplina. El trabajo etnográfico se puede entender, según la perspectiva del profesional, como un enfoque o como una metodología, es decir, como categorías mucho más amplias y complejas que una técnica. En el caso de este trabajo, la etnografía es vista como un método dentro de un enfoque cualitativo de análisis.

Si bien, como indica Eduardo Restrepo (2018), la etnografía no puede ser asociada puramente a la Antropología, ya que disciplinas afines como otras que no comparten la misma matriz disciplinar, utilizan esta metodología para sus investigaciones. Resulta innegable que la Antropología ha sido la que ha desarrollado desde sus inicios lo que hoy conocemos como trabajo etnográfico, siendo parte de su identidad y de su quehacer.

Comenzar con una breve descripción histórica del trabajo etnográfico tiene cierto fin explicativo, si recordamos los dos hitos destacados que se han descrito en párrafos anteriores. Podemos identificar el esfuerzo de esta joven disciplina por establecer un método cercano a las Ciencias Naturales, apegado a cierta objetividad. En la actualidad, esto resulta insostenible: la objetividad hace varias décadas entró en cuestionamiento. Lo importante de esto es comprender que un uso del método etnográfico implica cierta complejidad, no solo se trata de ir a un lugar y observar, sino que exige de parte del investigador rigurosidad en distintas áreas, metodológica, teórica, incluso éticas.

El Diseño se dio cuenta del valor y el aporte del trabajo etnográfico en la década de 1970. Los primeros trabajos interdisciplinarios entre Diseño y Antropología se realizaron en el ámbito de la computación y se enfocaron en la relación de las personas con estas nuevas tecnologías. Resulta importante que el proceso de diseño integre conocimiento específico, el cual es adquirido en el trabajo de campo. Solo este contacto directo con los actores involucrados nos proporcionará un conocimiento profundo sobre las personas que serán afectadas por lo que se diseña (Gunn, Otto & Smith, 2013).

El “estar ahí” nos lleva al ámbito de las interpretaciones, de entender que al momento de hablar con alguien, lo que emerge de ese diálogo es la interpretación de la realidad de esa persona, que, a su vez, será interpretada por quien realiza la investigación. Tanto las personas con las que tomamos contacto como los investigadores, interpretamos la realidad en base a nuestro lugar en el mundo y cómo nos situamos en ese mundo (cultura, étnica, edad, género, clase social, etc.). Por lo tanto, al realizar el trabajo etnográfico debemos ser conscientes de los distintos niveles de interpretación que están en juego en la práctica de este método. Por otra parte, la etnografía implica un trabajo de descripción densa, por las distintas capas de significación del quehacer humano, pero a la vez, es una comprensión situada de la realidad.

Estas descripciones son comprensiones situadas porque dan cuenta de formas de habitar e imaginar, de hacer y de significar el mundo para ciertas personas con las cuales se ha adelantado el estudio (...) De esta manera, la etnografía supone una estrategia de investigación que busca una comprensión densa y contextual de un escenario concreto, desde lo cual se pueden establecer conexiones y conceptualizaciones con otras realidades (Restrepo, 2011, p. 25-26).

Dicho esto, se puede apreciar que, dada la riqueza interpretativa del trabajo etnográfico, resulta crucial para comprender las realidades complejas a las que nos enfrentamos desde diferentes disciplinas, entre ellas el Diseño. Tal como Auge y Colleyn (2006, p. 121) indican, gran parte de los grupos culturales presentes en el mundo se encuentran intervenidos por mecanismos globales que integran movimientos de capitales, bienes, migración, mensajes, imágenes, ante los cuales intentan articularse, resistiendo o aceptando estos fenómenos del capitalismo mundial. Cada grupo conformará su relato e ideología sobre esta compleja realidad, vinculándola con su pasado, con su historia. En este sentido, el trabajo etnográfico se vuelve fundamental para decodificar, o si se quiere, en términos más coloquiales, mirar bajo el agua, de tal forma que se puedan detectar las lógicas que rigen las prácticas y significados de quienes nos rodean.

La aplicación de métodos que relevan el conocimiento y cultura local de un territorio, para el desarrollo soluciones con un impacto social, se vuelve trascendente en las diversas prácticas que hoy identificamos como innovación social. Estas formas radicalmente distintas de hacer las cosas son lo que Manzini ha definido como “formas de pensamiento y estrategias para la solución de problemas que suponen discontinuidades con lo que ha sido la tendencia dominante, por ejemplo, de los modos de pensar y de hacer que se consideraban ‘normales’ y que se aplicaban en el contexto sociotécnico en que operaban” (2015, p.17) y que, en muchos casos, se han enfocado a la generación de nuevas formas de economía social, que permitan reducir brechas y corregir problemáticas asociadas a las crisis, desigualdades, pobreza, acceso, entre otras temáticas.

Intervenir en un territorio implica modificar aspectos de la vida de las personas en distintos niveles. Esta relación con la comunidad requiere de enfoques que nos permitan una mirada profunda de los fenómenos o problemáticas que se les presenten a los investigadores. Un trabajo etnográfico, tanto por sí mismo como en el ámbito del diseño, debe tener esa densidad a la cual se refería Clifford Geertz (2005), siguiendo a Ryle, como ya se mencionaba anteriormente, una “descripción densa” que dé cuenta jerárquicamente de las diferentes estructuras significativas que están involucradas en aspectos o elementos culturales, dentro de un contexto determinado. No basta con una “descripción superficial”, siguiendo el ejemplo del autor, que nos exprese que alguien está guiñando el ojo de tal cual forma, lo importante es el porqué de esta acción y a qué juegos simbólicos de la cultura responde en sus distintos niveles de significación. Estos elementos del trabajo etnográfico, además de las propias inquietudes y propuestas del diseño, se vincularon para llevar a cabo el proyecto Diseño+Oficios, el cual se detalla a continuación.

Experiencia Saber Hacer / Diseño + Oficios

Durante los años 2016 y 2017, se ejecutó el proyecto FIC-R del Gobierno Regional Metropolitano de Santiago (GORE) “Diseño + Oficios” (D+O), por la iniciativa SaberHacer2 (hoy Fundación Saber Hacer) y la Pontificia Universidad Católica de Chile. El objetivo de este proyecto fue “integrar el diseño y los oficios desde lógicas abiertas, colaborativas y comunitarias, mediante la implementación de una plataforma de innovación y emprendimiento que articule la capacidad productiva de mipymes basadas en oficios vinculados a la manufactura en la comuna de Peñalolén con el fin de crear nuevos clusters productivos. En el camino a la obtención de este objetivo, se situaron una serie de acciones, donde la convergencia de métodos de la innovación, el diseño y las Ciencias Sociales se hizo crítica para la obtención de sus principales resultados: diagnóstico del territorio, usuarios y contexto, programas de cocreación y desarrollo de asociatividad y trabajo en comunidad”.

Aproximación a la metodología inicial de intervención social

Gráfica 1 Modelo instrumental de la formulación del proyecto Diseño + Oficios. 

El caso a analizar contaba con una metodología inicial basada en “un proceso investigativo, proyectivo e iterativo en búsqueda de generar procesos de diseño que dieran paso a la implementación y consolidación de una comunidad de productores locales” (Fundación Saber Hacer, 2018, p. 15). Para el caso de análisis de este artículo, nos centraremos solo en aquellas etapas y procesos donde el uso de aproximaciones de Diseño y Antropología (D+A) se hicieron evidentemente necesarias para resolver la complejidad del contexto social donde fueron aplicadas.

En la primera etapa, llamada “Diagnóstico del territorio”, se aplicaron métodos cuantitativos y cualitativos para el levantamiento de tres estudios preliminares: línea base y datos de la industria; Etnografía productiva; y tendencias.

En la segunda y tercera etapa, llamada “Definición y Testeo”, se llevaron a cabo los diversos talleres y programas de trabajo con el grupo y actores que posteriormente formaron la Comunidad. En estas etapas, destacaremos los siguientes procesos donde se requirieron enfoques D+A: experiencias de cocreación y talleres de comunidad. Estos procesos tuvieron al menos tres iteraciones en su aplicación.

Etnografía productiva

El proyecto Diseño+Oficios contemplaba dentro de sus objetivos específicos la caracterización cualitativa y cuantitativa del sector de confección textil de la comuna de Peñalolén, ubicada en la Región Metropolitana de Chile. La caracterización cualitativa implicaba un levantamiento de carácter etnográfico conducente a recabar información que permitiera definir el sector de confección textil de Peñalolén, con la finalidad de generar un diagnóstico que lograra identificar perfiles de productoras, tipologías de talleres y brechas al interior de la comuna, así como su capacidad productiva. Por las características de la investigación y su especificidad, decidimos llamarla “Etnografía productiva”.

El objetivo principal de esta investigación se enfocó en caracterizar y analizar etnográficamente el sector de confección textil de la comuna de Peñalolén, considerando su ubicación al interior del territorio, sus prácticas socioespaciales, así como los usos y significados otorgados con dicho oficio desde el reconocimiento de sus diferentes etapas y ciclos de producción como distribución.

En relación a la metodología e instrumentos utilizados en esta investigación, tenían como principal foco aprehender tanto las relaciones estructurales que caracterizan la práctica del oficio textil, como también las percepciones, clasificaciones que las personas -en tanto agentes sociales- emprenden para la realización de estas actividades. En este sentido, se propuso la realización de trayectorias laborales de carácter individual; por otro lado, se aplicaron dos instrumentos que lograron recopilar las prácticas especializadas del oficio y su estructura interna, asociada a la percepción de los hitos más importantes del quehacer de las productoras textiles. Para obtener este conocimiento, se utilizó el instrumento de mapeo colectivo y de trayectoria del ciclo productivo relacionado al oficio textil3.

En este contexto, se propuso un conjunto de técnicas y herramientas etnográficas, así como de instrumentos de sistematización y análisis que permitieran procesar la información levantada para la elaboración del diagnóstico final. Dadas las características del estudio, se planteó desarrollar la investigación en cuatro fases.

La primera fase de este trabajo etnográfico se orientó a la confección de instrumentos y búsqueda de información secundaria, la cual permitiera una caracterización histórica de la industria textil en Chile. Esto implicó la elaboración de una propuesta teórica y metodológica pertinente para la investigación. La segunda fase se enfocó en la caracterización del oficio de la confección textil al interior de la comuna de Peñalolén, pero también -de forma paralela- se identificaron las principales tendencias ligadas al diseño local emergente. Una tercera fase de este estudio etnográfico tuvo como objetivo la identificación y registro de las principales prácticas socioespaciales ligadas con el sector de confección textil de la comuna de Peñalolén, considerando los desplazamientos o trayectorias cotidianas asociadas a la práctica del oficio. Por último, la cuarta fase en esta investigación, se enfocó en describir y analizar comparativamente las trayectorias laborales de las personas relacionadas con el sector de confección textil de la comuna de Peñalolén (aplicación trayectorias laborales) y registrar las principales actividades vinculadas al oficio de confección textil de la comuna anteriormente mencionada.

Desde el punto de vista metodológico es relevante señalar que, durante la primera fase, se avanzó en la elaboración de los instrumentos, pautas y matrices de vaciado de la información que permitieron generar una propuesta metodológica ajustada y pertinente con los objetivos del proyecto. La aplicación de metodologías participativas, como los mapeos colectivos, permitieron tener un acercamiento preliminar a la caracterización del oficio de la confección textil al interior de la comuna de Peñalolén, desde una perspectiva territorial y espacial. Del mismo modo, se testeó una técnica elaborada especialmente para Diseño+Oficios, trayectorias del ciclo productivo, con el objetivo de evaluar la técnica y sus posibilidades en la caracterización de las diferentes etapas del ciclo productivo, así como las percepciones de las personas ligadas al oficio textil.

A partir de la información, recabada en la investigación etnográfica, fue posible elaborar algunas reflexiones en relación a la temática abordada. En primer lugar, destaca la relevancia del trabajo textil realizado en el ámbito doméstico, fenómeno que se remonta a la época precolombina, donde la confección textil era realizada en el ámbito privado del hogar, para responder a las necesidades familiares y que, pese al proceso de modernización que paulatinamente experimenta el rubro durante la colonia y sobre todo luego de la independencia, continúa existiendo como una de sus principales características hasta el día de hoy, dado el proceso de desindustrialización experimentado luego de la dictadura chilena de 1973. Así, el trabajo textil mantiene un espacio importante dentro del hogar.

Desde el punto de vista de los aportes teóricos, podemos destacar la importancia de enmarcar el estudio en un marco conceptual que permita comprender teóricamente el oficio textil desde un enfoque que ponga el acento en las implicancias de la economía solidaria (Da Ros, 2007) entendida como un tipo de economía que articula de manera conjunta la oferta y la demanda y que apela a instalar lógicas basadas en la cooperación entre los actores involucrados. Por otra parte, ha sido fundamental definir conceptualmente el trabajo a domicilio (Montero, 2000; Tokman, 2001) y su rol en el rubro de la confección, así como el valor simbólico asociado a los bienes de consumo considerando la moda como la puesta en escena de un habitus y como una construcción sociocultural tal como lo destaca Bourdieu (1997).

A partir de las entrevistas a actores claves de la comuna de Peñalolén, ha sido posible establecer algunos lineamientos respecto de los elementos específicos del oficio que toma lugar en el territorio, identificando sus características centrales, la relación con la municipalidad y las percepciones en torno a las posibilidades futuras de la confección textil al interior de la comuna. En relación con las entrevistas a diseñadores, por su parte, ha sido posible sistematizar información sobre las diferentes estrategias utilizadas por el diseño emergente, considerando los principales hitos que han marcado su desarrollo como marca, detectando las dificultades en tanto emprendedores, así como las percepciones asociadas con el desarrollo local y las características específicas del trabajo con talleres o costureras. A modo de síntesis, sería relevante considerar los siguientes puntos:

1. Es importante considerar que mayoritariamente las confeccionistas de Peñalolén son personas con redes precarias de asociación y colaboración. Tal como hemos señalado anteriormente, algunas de estas redes no trascienden el ámbito barrial. Una de las tareas de Diseño+Oficios, en sus últimas etapas, fue mejorar estas redes ampliándolas y vinculando, a quienes participaron del proyecto, con espacios y personas de otros territorios.

2. La confección textil es una labor que se desarrolla en el ámbito del hogar, lo que implica que la participación de las confeccionistas en proyectos colaborativos debe considerar este elemento e integrarlo de manera pertinente, en tanto característica constitutiva de dicha labor.

3. Existe un desconocimiento por parte de las confeccionistas acerca del valor de lo que producen. Además, existen ciertas dificultades respecto de cómo poner el precio correcto a los artículos confeccionados y del valor de su trabajo. Como conclusión preliminar, se puede plantear que esto se debe a la dificultad para separar el oficio de la confección de las labores propias del hogar, por lo que no se percibe como un trabajo propiamente tal. El trabajo doméstico-familiar está interrelacionado con el empleo remunerado. El espacio privado/doméstico se extiende a mercados locales.

4. Si bien, el oficio de confección textil generalmente se practica como trabajo individual, es posible identificar la creación de pequeñas redes de cooperación mutua. Se observa cierta apertura ante la posibilidad de ingresar a una red mayor de asociación.

5. A partir de la información levantada en relación a las necesidades de diseñadores y confeccionistas, sería necesario articular mecanismos desde los cuales se pudiera generar un trabajo colaborativo entre ambos.

6. Es posible vincular perfiles de confeccionistas de la comuna de Peñalolén con el capital social encontrado en el territorio.

Como es posible observar, la “Etnografía Productiva” permitió al equipo de investigación articular distintos niveles de información y conocimiento. Por una parte, la línea histórica contextualizó la problemática para dar un espectro temporal necesario, el cual posibilitara una comprensión en profundidad del oficio tratado. A su vez, los datos cualitativos obtenidos en terreno proporcionaron la densidad necesaria en la investigación, al indagar en los aspectos significativos de la práctica del oficio, anhelos, sueños, necesidades de quienes practican este quehacer y de quienes requieren de este conocimiento (diseñadores). En base a esta información, el proyecto se pudo ir adaptando al contexto en el cual pretendía intervenir, tomando en cuenta las distintas dimensiones involucradas para un trabajo pertinente en el territorio.

Construcción de comunidades en el contexto de la comuna de Peñalolén

Durante el mes de diciembre del año 2016, se planificaron sesiones de trabajo donde Diseño+Oficios se propuso potenciar las relaciones de tipo colaborativas, generando redes ampliadas de trabajo y saberes en las beneficiarias del proyecto. En base al diagnóstico cualitativo y cuantitativo realizado en una primera etapa, teníamos conocimiento de que el oficio de la confección, bordado y tejido realizado por mujeres encargadas de mantener su hogar, resultaba un trabajo solitario y que, por lo tanto, contribuía a la vulnerabilidad de estas personas.

Para abordar los Talleres de Comunidad se propuso utilizar la Metodología Participativa, para ello, se buscaron técnicas y actividades apropiadas que nos ayudaran a alcanzar los objetivos y metas propuestas por el programa. Otro punto importante fue la tarea de sistematizar este trabajo y darle una coherencia tanto epistemológica como metodológicamente. Para este objetivo fueron fundamentales los textos de Abarca (2012, 2016), Najmanovich (2008) y Cortina (2007), ya que ayudaron a dar forma y contenido a la propuesta metodológica que deseábamos crear.

Cuando nos referimos a metodologías participativas, en este caso, entendemos que existe una red interconectada de personas colaborando entre sí, para el beneficio de la comunidad4. Pensar los fenómenos sociales en relación al concepto de red, permite observar la experiencia humana en sus diversas formas y en las diversas maneras en que esta se articula. Por lo tanto, la concepción de red se opone a toda conceptualización lineal y rígida: “Las redes dinámicas son fluidas, pueden crecer, transformarse y reconfigurarse. Son ensambles autoorganizados que se hacen al andar” (Najmanovich, 2008, p. 131). El pensamiento complejo, el cual lleva al análisis de lo que denominamos red, permite navegar por territorios móviles y espacios multidimensionales (Najmanovich, 2005).

El espacio de la vida cotidiana resulta esencial para establecer interacciones con sentido, afectos entre las personas. Es el lugar de aprendizajes significativos con sentido, los cuales se manifiestan al momento de compartir con otros. En este contexto, es en el que se crea conocimiento, en el intercambio de experiencias con personas distintas.

Para Abarca (2012), la Mediación Pedagógica es la que cruza los procesos de aprendizaje en ámbitos participativos, es lo que permite que en estos espacios de trabajo colaborativo seamos capaces de compartir experiencias significativas para la colectividad. Esta mediación tiene el rol de hacer de estos procesos de aprendizaje una experiencia amena. La Mediación Pedagógica posibilita localizar, reconocer problemas y, a su vez, resolverlos. Por otra parte, permite a los agentes compartir recursos y respuestas originales a los fenómenos que enfrentan; también, permite que los sujetos sean los protagonistas de sus propios procesos de aprendizaje.

Los Talleres de Comunidad, realizados en el primer ciclo del programa Diseño+Oficios perteneciente a Saber Hacer, tenían como función generar redes entre las beneficiarias, de tal modo que su capital social se viera aumentado cualitativamente. En este sentido, se crearon espacios colaborativos con técnicas que permitieran, por una parte, conocerse entre ellas, sus historias de vida, metas y proyectos; pero, también, se querían generar espacios de trabajo donde primara la reciprocidad, colaboración, para el intercambio de saberes.

De esta manera, se fueron configurando cuatro sesiones donde pudiéramos abordar los elementos anteriormente mencionados. Las sesiones se realizaron los días viernes del mes de diciembre y enero, con una duración de tres a cuatro horas, siempre creando un momento de relajo entre actividades de cada sesión, en los cuales las participantes podían tomar un café, comer algo y compartir su día a día con sus compañeras. Estos espacios de descanso resultaban importantes, en la medida que permitían a las beneficiarias poder comentar y compartir experiencias, así como también datos respecto del oficio que ellas practican.

Esta experiencia, tal como lo indica Abarca (2016), genera la necesidad de crear espacios de una ética del encuentro, a grandes rasgos similar a la necesidad que detecta Adela Cortina (2007) de una ética cívica cordial. Estas comunidades aprendientes construyen aprendizajes integrales, pero bajo la premisa del respeto y la colaboración. Debemos entender que solo así es posibles crear redes que perduren en el tiempo.

La construcción de redes debe ser en base a un aprendizaje mutuo con sentido, significativo, que tenga una conexión con la vida cotidiana de las personas, con sus necesidades. Por lo tanto, el proceso participativo se configura como una forma de conocer y de reconocernos, de entender que existe una interdependencia que -sin difuminar nuestra autonomía- permite mantener una sólida red de relaciones.

En los Talleres de Comunidad se intentó dar cabida a las cuatro dimensiones de la Metodología Participativa. Estas cuatro dimensiones se dan de manera conjunta, aunque una pueda tener más peso que la otra. La primera de ellas es la dimensión investigativa, la cual está involucrada en la generación de saberes, en relevar la memoria colectiva del grupo y, también, profundizar conocimientos respecto de los procesos de intervención. La dimensión pedagógica tiene el rol de acompañar o facilitar el tránsito ordenado en los procesos de aprendizaje del grupo. La dimensión comunicativa es esencial en la aplicación y eficacia de este tipo de metodología, ya que se traduce en intercambio de reflexiones, conocimientos, opiniones. Por último, la dimensión creadora (teórica): esta dimensión se observa mediante la construcción de productos permanentes que, modifiquen de manera positiva la vida de los agentes involucrados. Por otra parte, esta última dimensión también está involucrada en la sistematización de las experiencias participativas de intervención social, donde también se generan cambios y conocimiento para el grupo facilitador.

En conjunto con las cuatro dimensiones, opera la triada del bucle de la Metodología Participativa. Esta triada, práctica-teoría-práctica, tiene la facultad de dar unidad, coherencia y articulación a los procesos participativos que logremos emprender en una colectividad determinada. Estos tres momentos de la Metodología Participativa están conectados entre sí y resultan interdependientes; solo así se puede establecer un aprendizaje integral a nivel individual como colectivo (Abarca, 2016).

En el primer elemento de la triada, práctica, se reconocen las problemáticas y realidad que rodea al grupo, así como también se valoran las experiencias y conocimientos con el que cuenta cada una de las personas que integran la colectividad. Se refuerza la autoestima y valor de los integrantes del grupo, promoviendo la cohesión de las personas y mejorando el sentido de pertenencia del colectivo. En el segundo elemento de la triada, teoría, se promueve el trabajo colaborativo, espacios de diálogo basados en el respeto, donde se refuerza la confianza en el grupo. El tercer elemento de la triada, nuevamente práctica, implica un cambio positivo en las condiciones de vida de quienes participan de una colectividad. Debemos ser capaces de construir procesos de conocimiento integral, ser capaces de elaborar propuestas que estén a la altura de las necesidades del conjunto de personas involucradas (Abarca, 2016).

El primer ciclo del Taller de Comunidad estuvo enfocado en dos de las tres partes del bucle de la Metodología Participativa, es decir, en la práctica y teoría. En relación a la práctica, se generaron espacios donde quienes participaban eran las protagonistas del proceso, se reconocieron las necesidades del grupo respecto de su oficio y, también, se crearon instancias de valoración personal, de las historias de vida de cada una. En relación a la teorización, se impulsó el trabajo colaborativo, el intercambio de saberes por medio del diálogo y la participación.

El tercer elemento de la triada se trabajó el año 2017. Este proceso estuvo enfocado en crear una cooperativa de trabajo, la cual pudiese modificar y aportar en la práctica del oficio textil, mejorando las redes de las participantes. En este sentido, el Taller de Comunidad tuvo como principal objetivo ser un espacio de encuentro y respeto dentro del contexto del oficio textil.

Finalmente, se rescata el formato y espacio de taller como un lugar ideal para el intercambio de saberes, el encuentro de una multiplicidad de subjetividades y la construcción colectiva de conocimiento en función de objetivos o metas comunes. Para que el taller conforme esta posibilidad, se necesita una facilitación que promueva relaciones solidarias basadas en el respeto, algo que Diseño+Oficios llevó a cabo durante todo su proceso.

Desarrollo de experiencias de co-creación

Los programas de co-creación son uno de los formatos paradigmáticos de la Fundación Saber Hacer, ideados como una técnica de intervención territorial, donde existe un potencial de vinculación entre diversos actores con un objetivo común, en un contexto de transformación. En este sentido, “la innovación como concepto está altamente relacionada con el proceso de co-creación. Muchas veces la co-creación se solapa con el concepto de innovación. No están diferenciados en términos de alcance y aplicación. La co-creación está más dirigida por sentimientos de igualdad, participación, colaboración y propiedad” (Akhilesh, 2018, p. 18). En el caso del proyecto Diseño+Oficios, la co-creación es utilizada como una estrategia de innovación que guíe la generación de experiencias vinculadoras, las cuales buscaron hacer partícipes y protagonistas de este proceso transformativo a una cantidad mayor de actores, según roles y desafíos establecidos, en un espacio de desarrollo personal y comunitario.

Estas experiencias de vinculación, cuyo foco estuvo en la reunión de diseñadores y productores en un periodo corto e intensivo de trabajo (tres a cinco días) -desde la entrega de desafíos, al reconocimiento y conformación de equipos, hasta el prototipado y liberación de conceptos de productos- tenían como fin canalizar el proceso de colaboración, haciendo tangible esta construcción de comunidad mediante la elaboración de proyectos comunes, en este caso, talleres de co-creación que resultaban en prototipos elaborados por equipos de trabajo que compartían la propiedad de estos. Según Akhilesh (2018), intercambiar ideas, el trabajo conjunto y el compartir conocimientos se ha transformado en la base de la co-creación, una “colaboración social que une a productores y consumidores, ayudado por la organización” (p. 2). En nuestro caso de estudio, el proceso buscaba la generación de espacios de transferencia cruzada de conocimiento, donde el diseñador puede aprender nuevas técnicas para trabajar materialidades (por ejemplo, cortar una circunferencia en tela, utilizar una máquina de coser, uso de herramientas, etc.) y los productores/artesanos aprenden métodos creativos para la generación de nuevos productos (como observación, búsqueda de referentes, manejo formal, procesos de iteración, etc.).

Elizabeth Sanders (2012) promovía el diseño participativo y la co-creación con usuarios a través de lo que ella llama “herramientas generativas”. Su sustento para involucrar a distintos actores en el proceso de creación se basa en una postura ideológica movilizada bajo el lema de que “todas las personas son creativas”, con distintos niveles que van desde los “creadores, productores, adaptadores y hacedores”. Según los autores, “las personas viven simultáneamente todos estos niveles de creatividad en diferentes partes de su diario vivir” (Sanders & Stappers, 2008, p. 8), por lo cual reconocer estos roles se hace crítico para ofrecer experiencias de codiseño significativas y accionables. En este caso de estudio, la co-creación se ejecutó en diversas dinámicas de vinculación, según los roles e interacciones que asumen cada uno de sus actores. Las dinámicas que fueron testeadas iban desde interacciones tales como: proveedor/cliente, autor/beneficiario, cocreadores, facilitador/ desarrollador.

Inicialmente, el método de trabajo empleado para los talleres de co-creación fue desarrollado con un carácter eminentemente intuitivo, inspirado inicialmente en un proceso de diseño e innovación tradicional (investigar, idear, prototipar, testear) que fue deconstruido mediante estrategias participativas (construcción de equipos, dinámicas de trabajo in situ) y una filosofía de innovación abierta (reglas de colaboración, liberación de resultados, entre otros). El enfoque D+A, presente en estas intervenciones, estuvo ligado a la coherencia y consistencia entre las actividades diseñadas y la data cualitativa y cuantitativa relevada en el contexto territorial donde se estaba trabajando. Para ello, la noción de perfiles de usuarios, capacidades tecnológicas y técnicas, microtendencias, así como también el uso de dinámicas de colaboración y resultados generados en las instancias de comunidad, se transforman en recursos clave para la proyección de estas experiencias vinculadoras. Para efectos de sistematización se presenta a continuación un cuadro resumen de los recursos utilizados en cada fase de co-creación:

Tabla 1 Recursos D+A aplicados en cada fase de las experiencias de co-creación desarrolladas por la Fundación Saber Hacer. 

La cocreación es un proceso complejo, que va más allá de la acción de trabajo conjunto o la colaboración sobre insumos específicos (como hacer un brainstorming). La cocreación requiere de objetivos y un medio preciso para vincularnos con otros, tanto en el corto plazo como el mediano y largo plazo. Las experiencias de vinculación desarrolladas durante el proyecto Diseño + Oficios buscaron en efecto, dotar de contexto y medio a la co-creación, conectando diversos actores a través de un proyecto común, en pos de la generación de comunidades potenciales con capacidad de trabajo colaborativo e innovación.

Conclusiones

La convergencia real y profunda de métodos de las Ciencias Sociales y el Diseño en proyectos de innovación en complejidad. La convergencia entre D+A implica repensar cada una de estas disciplinas, sus métodos y enfoques. La capacidad analítica, reflexiva de la Antropología, puede ser llevada a otros espacios con la colaboración del Diseño, teniendo en cuenta las potencialidades con las que cuenta al momento de proyectar acciones en un territorio específico.

Si bien, la Antropología tiene sus propias formas de intervenir espacios significativos, por ejemplo, de la mano de la Antropología aplicada; el Diseño le permite integrar un área práctica con mayor creatividad, dando lugar a soluciones pensadas en las necesidades de las personas.

Esta unión de disciplinas (D+A) nos abre la posibilidad de generar otro tipo de conocimiento, con mayor complejidad, abarcando las diferentes capas significativas de la cultura, creando propuestas pertinentes para las lógicas particulares de cada grupo humano con el que trabajemos.

Cuando en un territorio se trabaja una problemática en particular, el Diseño es un buen rector de experiencias interdisciplinarias; la Antropología, por su parte, es una disciplina receptiva de estas propuestas, pero que -a su vez- provee de observaciones profundas capaces de enriquecer el prototipado de servicios u objetos destinados a una comunidad en particular (Gunn, Otto & Smith, 2013).

La Antropología, más que proponer certezas sobre una problemática, debe repensar su rol dentro de este equipo interdisciplinario. De esta manera, tendrá la capacidad de reformular prácticas dentro del proceso de Diseño, donde se ponga en cuestión suposiciones, marcos de referencia que se daban por hecho dentro del equipo (Gunn, Otto & Smith, 2013).

Enfoques D+A en la innovación social: el desarrollo de autonomía y capacidades en el territorio

Los antecedentes entregados permiten comprender el valor de la integración de disciplinas y la generación de enfoques D+A para el desarrollo de proyectos de innovación, habilitando el desarrollo de nuevas estrategias para la innovación social aplicada en territorios y personas en contextos de transformación económica, cultural y social.

Según Manzini, nos estamos insertando en un proceso de transformación y transición que gira en torno a la sostenibilidad (2015). Estos cambios se encuentran caracterizados por profundas mutaciones locales y sistémicas que requieren de nuevas formas de trabajo y enfoques proyectuales, donde el Diseño ha tomado un rol relevante. Es en este contexto donde los conceptos de diseñar y colaborar se entrelazan en movimientos diversos que promueven la participación ciudadana, promoción de la economía local, comunidades creativas, entre otros. Sin embargo, innovar colaborativamente para la sostenibilidad requiere de aproximaciones para comprender un contexto, personas y grupos de personas con características, una identidad e incentivos propios. Estas formas de relación pueden observarse desde un punto de vista económico, donde un enfoque D+A puede revelar la manera como las personas se organizan en torno a la producción y circulación de bienes y servicios en un sector determinado, con prácticas sociales específicas y una construcción cultural que da sentido a las formas de hacer trabajo e interactuar con otros para un fin en común. Por otro lado, un enfoque D+A no solo permite observar un contexto, también permite transformarlo a través de métodos del Diseño aplicados a espacios sistémicos complejos, donde no solo los expertos participan del proceso de definición y diseño de soluciones, sino que todos los actores pueden ser partícipes de la cocreación en entornos de colaboración intensiva. Los antecedentes prácticos presentados en este artículo -a través de la experiencia del proyecto Diseño+Oficios de la Fundación Saber Hacer- se orientan hacia un espacio de aplicación de estos enfoques D+A, donde el desarrollo de la autonomía y capacidades se sitúa como uno de los principales resultados para dotar de sostenibilidad al desarrollo local del territorio y sus comunidades.

Las formas tradicionales de intervenir problemas sociales asociados a desempleo, pobreza, capital social, extinción de oficios, entre otros, se ha relacionado históricamente a paradigmas asistencialistas, donde los expertos determinan las asistencias técnicas e inversiones que necesitan artesanos y personas que llevan a cabo manufactura a baja escala. Sin embargo, las experiencias documentadas han demostrado la dificultad de estas aproximaciones por lograr un impacto mayor más allá del corto plazo, resolviendo particularidades del contexto local sin una mirada global del fenómeno.

Las nuevas formas de abordar las problemáticas sociales deben apuntar al codiseño de soluciones locales que reconocen y se apropian del mundo global interconectado. La innovación social y enfoques D+A deben “buscar este equilibrio entre lo local y lo abierto que conduce a una suerte de localismo cosmopolita, capaz de generar un nuevo sentido de lugar” (Manzini, 2015, p.34), elaborando redes y tejido social a baja escala que refuerzan e innovan en soluciones internas, mientras sus redes a gran escala permiten conectar las comunidades con el mundo global. Este nuevo paradigma de comunidades es lo que podemos llamar comunidades creativas, formas de organización y producción social de economías y cultura, con capacidad de innovar, cocrear, colaborar y conectarse a nivel local y global, logrando de esta manera navegar por las turbulentas aguas de esta transición hacia la sostenibilidad.

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1 Tim Brown es el CEO y Presidente de IDEO, firma internacional de innovación y diseño con sede en Palo Alto y California. Sus diseños han ganado numerosos premios y han sido exhibidos en el Museum of Modern Art en Nueva York, el Axis Gallery en Tokio y en Design Museum en Londres.

2www.saberhacer.cl

3Para mayor detalle de estos instrumentos revisar la publicación de Fundación Saber Hacer.

4Dentro de la teoría antropológica existe un debate sobre el concepto de comunidad. En este caso se utilizará esta noción para denominar un grupo de personas con derechos y deberes dentro de una colectividad, la cual se proyecta para sustentarse a sí misma en el tiempo, con el aporte de los diversos actores involucrados. Se trata de una colectividad con metas comunes en la búsqueda de recursos y formas de mejorar sus condiciones de vida.

Recibido: 01 de Septiembre de 2019; Aprobado: 01 de Noviembre de 2019; : 01 de Febrero de 2020

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