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Revista argentina de cirugía

Print version ISSN 2250-639XOn-line version ISSN 2250-639X

Rev. argent. cir. vol.115 no.3 Cap. Fed. Aug. 2023

http://dx.doi.org/10.25132/raac.v115.n3.dispresacad2023.fjm 

DISCURSO | PRESIDENTIAL ADDRESS

Discurso del Presidente de la Academia Argentina de Cirugía

Francisco J. Mattera

Buenas noches.

Sr. Presidente de la Asociación Médica Argentina AMA, Dr. Miguel Galmés, Sr. Presidente de la Asociación Argentina de Cirugía, Dr. Luis Sarotto, Académicos, señoras y señores:

Ser elegido por mis pares para presidir una institución tan prestigiosa como la Academia Argentina de Cirugía es un gran honor y una enorme responsabilidad, por lo que agradezco profundamente esta nominación.

Esta academia fue creada hace casi 112 años en un momento histórico muy particular de nuestro país (rico y receptor de inmigrantes). Buenos Aires era una ciudad pujante y cosmopolita, que contaba con importantes avances médicos. Fue en este contexto que un grupo de cirujanos liderado por el Dr. Daniel Cranwell se reunieron en su casa para fundar la “Sociedad de Cirugía de Buenos Aires”, la primera asociación de cirujanos de la Argentina. Posteriormente, en 1939, se convirtió en la Academia Argentina de Cirugía, siguiendo los lineamientos de la Academia Francesa de Cirugía. Sin embargo, por motivos políticos, tuvo que volver a su denominación original en 1954, y recién en 1969 retomó su nombre actual.

Personalmente, tuve el privilegio de conocer esta Academia en 1981, cuando realicé el curso anual de cirugía que incluía la concurrencia a sus sesiones. Me impresionó la claridad de los conceptos expuestos por los miembros y la calidad de las discusiones. Me resultaba sumamente interesante escuchar a los cirujanos destacados y reconocidos de nuestro país exponer sus investigaciones y recibir el feedback de sus pares.

En ese entonces preguntaba a mis colegas cómo habían llegado a ocupar un lugar en la Academia, y las respuestas eran variadas: “una vida académica”, “jefes de Servicio”, “quienes han realizado aportes fundamentales a la cirugía”, entre otras. Me interesaba mucho asistir a las sesiones para mantenerme al día con los avances y novedades en cirugía, sobre todo porque, al finalizar mi residencia en el Hospital Italiano de Buenos Aires (HI), practiqué todas las subespecialidades de la Cirugía General. Gracias a la invitación del Dr. Eduardo de Santibañes, también participé en proyectos experimentales como el trasplante de páncreas y de hígado, después de finalizada mi residencia de Cirugía General.

Nunca imaginé que llegaría a ocupar uno de los asientos reservados a los académicos, y mucho menos el lugar que hoy me toca ocupar como presidente. Esta es una gran responsabilidad y un desafío que espero cumplir con humildad y dedicación. Me presenté para ingresar en la Academia ya con muchos años de cirujano y por sugerencia de mi jefe y amigo, el Dr. Eduardo de Santibañes, cuando empecé a orientarme hacia una subespecialidad definida como Cirugía Hepatobiliopancreática y Trasplante hepático.

Los cambios ocurridos en los últimos 40-50 años han sido muchos y diversos, y gran parte de ellos los he experimentado. El cirujano ha pasado de ser la figura que, con su intervención, determinaba qué se podía hacer para ayudar a un paciente, contando con pocos elementos de diagnóstico y una caja de cirugía, cuando la habilidad quirúrgica se entendía como las destrezas para poder abordar, resecar y reconstruir con el menor daño. Por lo tanto, el papel del cirujano como técnico era fundamental y así era visto por sus pacientes: como un “ser superior” en el que depositaban toda su fe. Actualmente, el cirujano tiene la obligación (aunque la ley no lo considere así) de obtener resultados óptimos, y, si no es así, será cuestionado. Hoy en día, alcanzar buenos resultados no solo depende de su habilidad, sino también de su criterio, que se apoya en diagnósticos hechos con precisión, dependientes cada vez más de la tecnología, la cual ha ayudado mucho a los avances en el diagnóstico y tratamiento de distintas enfermedades y se ha convertido en un elemento irremplazable para poder realizar los procedimientos complejos de hoy en día, no imaginables hace 45 años. Además, el del cirujano es un trabajo en equipo con un sinnúmero de especialidades vinculadas, lo cual nos ha llevado a especializarnos o superespecializarnos en algún tema de la cirugía, dejando de lado otros a tal punto que el especialista termina por desconocerlos. Por lo tanto, en el cirujano, la habilidad sigue siendo importante, pero su razonabilidad es mucho más importante.

Quiero reconocer que uno de los campos en los que los avances han sido tan importantes y gracias a lo cual hoy podemos realizar intervenciones quirúrgicas sumamente complejas y de larga duración ha sido el de la anestesiología, sin duda.

Con los avances que ya se están desarrollando en intervencionismo, robótica e inteligencia artificial, se homogeneiza la intervención del cirujano, que pierde su individualidad, acercándonos así a lo que se ha dado en llamar “democratización de la cirugía”. Con ello se lograrían resultados iguales y óptimos para todos los pacientes, lo cual es un objetivo muy loable, pero ¿a qué costo? Si esto sigue siendo para un grupo exclusivo de pacientes que pueden acceder a tal beneficio, no estamos cumpliendo el papel que la salud pública debe cumplir con toda la población. Y ya que ingreso en este terreno, voy a volver a mis comienzos como asistente a las reuniones de la Academia, donde veía que los trabajos que se leían pertenecían casi exclusivamente a hospitales públicos, en su mayoría de CABA, siendo casi excepcionales los que no eran de esa órbita. Mi maestro y jefe de Servicio, el Dr. Beverraggi, quien con los demás médicos de su staff en el HI eran asiduos concurrentes y miembros de la Academia, cuando se presentaba un trabajo de su Servicio se mostraba sumamente contento y feliz.

Hemos asistido a un cambio de paradigma en estos 40 años.

Durante los años en que he ejercido mi profesión, he observado que el Estado ha dejado de lado su responsabilidad fundamental en la educación, defensa y salud de la población, o lo ha hecho de manera deficiente. En particular, el sistema de salud ha sido afectado por la falta de una política clara y la politización de los hospitales públicos, lo que ha llevado a un retraso en la adopción de avances tecnológicos e innovaciones en este campo. Como resultado, se han producido desigualdades inexplicables en el acceso a procedimientos médicos, con algunos pacientes enfrentando largas esperas para tratamientos básicos, mientras que otros pueden recibir procedimientos complejos, como los trasplantes.

Es evidente que, en las últimas décadas, nuestro país ha sufrido un deterioro en todos los aspectos, y las instituciones médicas no han sido la excepción. Aunque sus integrantes han hecho esfuerzos por evitar esto, los ejemplos son verticales y el comportamiento general de la sociedad hace que esos esfuerzos aislados no resulten suficientes.

Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a copiar lo que ocurre en otros países y a menudo lo hacemos con retraso. Sin embargo, es importante recordar que, en el siglo pasado, algunos de los más grandes premios Nobel fueron otorgados a científicos argentinos, como Bernardo Houssay en 1947, Luis Federico Leloir en Química 1970, y César Milstein en 1984, quien ‒a diferencia de los anteriores‒ desarrolló su investigación en el Reino Unido. La realidad que nos rodea no es ajena a nosotros, y sabemos que la disminución de asistentes a las sesiones se ha agudizado con los años.

Los presidentes que me han precedido han hablado extensamente sobre los motivos de esta menor participación, incluyendo entre ellos la superespecialización, la desmotivación de los jóvenes, la facilidad de acceso a la información y actualización médica, así como la ubicación de la sede en un área crítica de la ciudad por la dificultad para transitar que ocurre en los últimos años. Si bien se han introducido modificaciones en el Estatuto que han sido de utilidad para mantener la concurrencia, la pandemia y las restricciones impuestas llevaron al cierre de las sesiones presenciales. Agradezco a las autoridades que me precedieron por continuar con las sesiones de forma virtual, lo que hizo posible que la actividad de la Academia no cesara y lograra una mayor participación, manteniendo siempre su calidad. Como dijo Albert Einstein: “En los momentos de crisis solo la imaginación es más importante que el conocimiento”. No he mencionado nada con respecto a liderazgo en mi exposición, porque tanto se ha hablado últimamente en congresos y conferencias que me parecería redundante, pero sí quiero mencionar otra frase de Albert Einstein en este sentido: “Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás: es la única”.

Para iniciar las sesiones de este año, la Comisión Directiva ha considerado la realización de sesiones en forma híbrida (presencial y virtual), que parecería ser la situación ideal. Sin embargo, se nos presenta un nuevo inconveniente: la dificultad para el financiamiento de esta modalidad, que es mucho más onerosa que solo la virtualidad o la presencialidad. Además, el recurso económico de la Academia en la actualidad está compuesto casi exclusivamente por las cuotas de los asociados, que hoy no alcanzan a cubrir todos los sitiales, y se convierte en un serio inconveniente presente y futuro.

Pero, como dijo el narrador y dramaturgo austríaco (y médico) Arthur Schnitzler: “Estar preparado es importante, saber esperarlo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida”. Por eso, debemos tratar de incentivar más la comunicación con los cirujanos en general. Trataremos de continuar con las sesiones híbridas, dependiendo de la concurrencia y la posibilidad de financiamiento; por otra parte, pondremos énfasis en la difusión de nuestras actividades por medio de las redes sociales en todas sus variedades. La inteligencia artificial, que está avanzando con fuerza, también será una herramienta que tendremos en cuenta para incorporar sus posibilidades en la actividad de la Academia. Por último, nos abocaremos a trabajar en fuentes de financiación genuinas que no dependan de donaciones ocasionales.

Este año me acompañarán en la Comisión Directiva los doctores Jorge Latif, como Vicepresidente; Secretario general continúa siendo Manuel Montesinos; Secretario anual, Marcelo Lenz Virreira, Tesorera Irene Altuna; Director de Publicaciones y prensa, Carlos Vaccaro; Director de Biblioteca y Archivo, Fernando Iudica, y Vocales, Emilio Quiñonez y Hugo Zandalazini. Quiero agradecer a mis padres primero, por darme la vida y enseñarme el valor del esfuerzo y el trabajo, de mi padre heredé la vocación; a todos los cirujanos del Hospital Italiano en el que me formé y trabajé pues fueron una guía en mis primeros años de cirujano, siempre presentes para consulta todos ellos; a los Dres. Enrique Beveraggi y Eduardo de Santibañes; a mi compañero de residencia, jefatura y amigo Dr. Demetrio Cavadas; a los que se atrevieron a acompañarme en la aventura en el Hospital El Cruce HEC, los Dres. Emilio Quiñónez, Marcelo Lenz Virreira y Magali Chahdi Beltrame; a los residentes que pasaron y están actualmente, que son los que me incentivan a esta actividad y, por último, a mi esposa, hijos y hermanos.

Gracias a todos por su atención y confianza. Juntos, estoy seguro de que podemos superar cualquier dificultad y seguir avanzando en la excelencia académica y científica de nuestra Institución.

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