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Travesía (San Miguel de Tucumán)

On-line version ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.17 no.1 San Miguel de Tucumán June 2015

 

RESEÑAS

VIGNOLI, Marcela (2015): Sociabilidad y cultura política. La Sociedad Sarmiento de Tucumán, 1880-1914, Rosario, Prohistoria ediciones, 182 páginas.

 

Esta obra constituye un aporte ineludible para introducirnos en el universo del asociacionismo tucumano decimonónico porque ofrece al lector un estudio detenido sobre una institución cultural emblemática de la provincia de Tucumán, la Sociedad Sarmiento, creada en 1882. Su fundación reflejó la vitalidad de los jóvenes egresados del Colegio Nacional y de la Escuela Normal, quienes se organizaron en torno a un interés común por las novedades literarias y las discusiones culturales, inquietudes desarrolladas durante su paso por los establecimientos educativos nacionales. Como sostiene su autora, la iniciativa permite definir un nuevo actor, todavía inexplorado, que podríamos denominar "juventud estudiosa". Esta caracterización positiva es adoptada por los fundadores al presentarse como el resultado tangible del proyecto educativo del gobierno nacional, posición que implicaba un compromiso explícito con el orden social y político vigente. Vignoli nos advierte que la fundación tucumana no constituyó un fenómeno aislado, por el contrario, formaba parte de un movimiento de creación de sociedades juveniles en las provincias, surgido de la acción de los establecimientos secundarios nacionales. Se trataba de asociaciones que incorporaban el vocablo patriótico, valor de importancia creciente en la década de 1890, cuando políticos e intelectuales comenzaron a preguntarse sobre el carácter nacional de una sociedad transmutada por la presencia masiva de la inmigración.
Al cabo de unos años, los jóvenes tucumanos abandonaron su denominación inicial, Ateneo de las provincias y adoptaron el nombre de Sociedad Sarmiento, denominación que le permitió trabar un estrecho contacto con personalidades destacadas de la política y cultura argentina. El libro reconstruye minuciosamente los orígenes de la Sociedad e ilumina la compleja red tejida entre el grupo de jóvenes estudiosos (de orígenes humildes) con figuras prominentes de los grupos políticos de la provincia que se articularon a la asociación como socios honorarios. En este punto, conviene examinar el carácter apolítico de las asociaciones decimonónicas. La Sociedad Sarmiento adoptó el mismo criterio al incluir en sus Estatutos la prohibición de discutir sobre política partidaria. En consecuencia, primaba una noción negativa de la política, entendida como una acción desordenadora y conflictiva. Se consideraba que la política de partidos o facciones no generaba el lazo social, sobre todo lo fragmentaba minando las fortalezas de los gobiernos. Como contrapartida, las asociaciones culturales apuntaron a desarrollar una nacionalidad culturalista modelada por la educación, que apelaba a la virtud cívica, entendida como entrega republicana, cuyo objetivo era restaurar el creciente divorcio entre la sociedad y la élite política.
Desde este punto de vista, la investigación es sugerente porque ilumina el dinamismo de la sociabilidad organizada de Tucumán, en tanto reconstruye y presenta un mapa acabado del universo asociativo provincial, desde mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas de siglo XX. En ese marco, "la Sarmiento" se destacó como la principal asociación cultural, cuyas conferencias avanzaron sobre tópicos controvertidos, como la condición de los hijos adulterinos e ilegítimos, problemática que exigía reconsiderar las relaciones entre la Iglesia y el Estado. De este modo, la asociación recuperó los temas de actualidad discutidos en las universidades y en el Congreso nacional, cuyo tratamiento no siempre se ajustó a sus estatutos, que se obligaban a respetar la libertad de opinión de los conferencistas (algunos asuntos controvertidos fueron censurados por la Comisión Directiva de la entidad).
Durante la década de 1880 la Sociedad Sarmiento definió sus proyectos culturales: la publicación de un semanario cultural y, sobre todo, la formación de una biblioteca. Ambos propósitos le permitieron trabar relación con asociaciones culturales de las distintas provincias y extender sus redes hacia el interior, al tiempo que publicaba poemas y composiciones literarias de hombres y de mujeres, sector que se incorporó de manera plena a la asociación en 1902, cuando se abrió la membresía al sexo femenino. En ese espacio las mujeres encontraron una manera de visibilizar sus inquietudes culturales a pesar de las restricciones impuestas por el Código Civil, que les negaba aptitudes civiles y el ejercicio de la ciudadanía política. En ese contexto, la Sociedad Sarmiento se benefició con la legislación sobre bibliotecas populares impulsada durante la presidencia de Sarmiento. La formación de una importante biblioteca revelaba las redes de la asociación con personalidades de la política nacional y con el gobierno provincial que donó la descuidada biblioteca municipal a la sociedad. El crecimiento del acervo bibliográfico exigió un nuevo local, empresa aprobada en 1887, que se dilató por la falta de recursos económicos, hasta concretarse finalmente en 1914.
Los aplazamientos en la construcción de un nuevo local se compensaron en la década de 1890 con el papel asumido por la sociedad en la organización de los actos patrióticos y en la custodia de la Casa Histórica, para mencionar sus funciones más relevantes. En ese contexto, recibieron peregrinaciones patrióticas de estudiantes universitarios y organizaron los festejos patrios de la conmemoración de la independencia nacional. En este aspecto la sociedad se proponía resolver los dilemas de intelectuales y políticos que se interrogaban sobre la capacidad de contención de la sociedad receptora ante la presencia de la inmigración. A modo de ejemplo, debemos considerar que en 1887 sólo el 17 % de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires habían nacido en ella, más de la mitad provenía del extranjero y el resto básicamente de la provincia de Buenos Aires. Para la clase dirigente la principal vía para lograr una asimilación positiva residía en las virtudes cívicas que aportaba la educación patriótica. En esa dirección, los gobiernos provinciales promovieron la formación de batallones infantiles, emplazaron estatuas de héroes nacionales y bautizaron plazas y calles de la ciudad con nomenclaturas de carácter patriótico.
Durante la última década del siglo XIX, la Sociedad Sarmiento funcionó como una de caja de resonancia, al considerar e impulsar el tratamiento de problemas controvertidos, como la cuestión social. Tal inquietud gravitó en la formación de una escuela nocturna para obreros, destinada a instruir y moralizar a los trabajadores a través de la enseñanza de nociones de alfabetización y aritmética. Según Vignoli la iniciativa revelaba una nueva sensibilidad hacia los problemas de los trabajadores tucumanos que habían comenzado a agruparse en sociedades gremiales y mutuales, aunque estaban sometidos a una rígida legislación coactiva, denominada ley de conchabo. Las inquietudes sociales de la asociación se reflejaron en los trabajos publicados en el Tucumán Literario, que procuraron definir los problemas de los trabajadores y aportar propuestas para mejorar sus condiciones de vida y trabajo. Algunos proponían inculcar la idea del ahorro, o la construcción de casas para obreros, soluciones tibias, realizadas desde arriba, que ponían en cuestión el carácter coactivo de la legislación laboral de la provincia. Sin duda, estas preocupaciones estuvieron signadas por el impacto de la primera huelga general de obreros azucareros en 1904, que se realizó bajo la dirección socialista y logró concretar un arreglo exitoso para los trabajadores, debido a la mediación decisiva del gobernador Lucas Córdoba.
El declive del roquismo, la fragmentación de las facciones políticas nacionales, el fracaso de las políticas acuerdistas y el impulso dado a los proyectos reformistas constituyeron el telón de fondo de la escisión que sufrió la Sociedad Sarmiento en 1902. En Tucumán la crisis se profundizó por la fractura del grupo gobernante. Las reformas de reguladoras y distributivas de Lucas Córdoba en el contexto de la primera crisis de sobreproducción azucarera, precipitaron la formación de la oposición liderada por un sector de industriales que formaron el partido Unión Popular, para enfrentar a la oficialista Unión Provincial. La conflictividad política se desplazó al ámbito asociativo y las prevenciones estatutarias no pudieron sustraer a la Sociedad Sarmiento de la división. Los amigos de Lucas Córdoba abandonaron la asociación para fundar la Biblioteca Alberdi que disputó a "la Sarmiento" el ascendiente sobre la juventud tucumana. Aunque no logró ese objetivo, la investigación revela que la biblioteca Alberdi tenía mayor predicamento sobre el colectivo de inmigrantes, mientras que en la Sociedad Sarmiento proliferaban los socios nativos. La escisión no desplazó a esta última asociación de su lugar de relevancia como principal promotora del legado patriótico y principal gestora del ambiente cultural de la provincia. Este auge llegó de la mano de un nuevo grupo dirigente liderado por Juan B. Terán desde 1906.
En ese contexto, se desarrolló su proyecto más ambicioso, la creación de la universidad provincial. Su antecedente fueron los cursos libres propuesto por Julio López Mañán que prepararon el ambiente propicio para la creación de una institución universitaria. Durante esta etapa, el capital político adquirido por la Sociedad Sarmiento era sumamente importante.
En 1909 Juan B. Terán se desempeñaba como vicepresidente de la Cámara de Diputados cuando presentó el proyecto de formación de la universidad provincial, en un ambiente activado por un ciclo de conferencias impartidas por personalidades destacadas de las universidades de La Plata y Buenos Aires, organizado por la asociación.
Se trataba de un proyecto estratégico que resolvía las demandas de los sectores urbanos de Tucumán de continuar sus estudios superiores en la provincia. Tal aspiración logró concretarse debido a las gestiones realizadas por Terán que puso en juego su propio capital intelectual y político, además del de la asociación. La concreción del proyecto tuvo que esperar tres años, finalmente en 1912, la universidad era creada mediante una ley provincial. Este es el legado más importante de la Sociedad Sarmiento a la sociedad tucumana y también a la del norte argentino.
En suma, se trata de un libro imprescindible para conocer no sólo la historia asociativa de la provincia, sino también para apreciar el impacto a largo plazo de las actividades de la Sociedad Sarmiento. Estas cuestiones iluminan un actor hasta ahora difuso, la juventud estudiosa, que condensó las aspiraciones de los sectores medios en ascenso a través de la educación secundaria, también adquiere nitidez el papel de las mujeres en la vida asociativa y las variadas inquietudes culturales desarrolladas en las conferencias y los debates. El desarrollo de estos tópicos otorga consistencia a la labor de la Sociedad Sarmiento en la esfera pública provincial. Estas tareas se coronaron con la realización de su proyecto institucional más importante, la fundación de la universidad provincial, institución que erosionó el monopolio ejercido por las universidades de Córdoba, Buenos Aires y La Plata. El libro presenta una investigación inteligente y minuciosa que se despliega en una escritura fluida con el objetivo de responder a los interrogantes iniciales, al tiempo que sugiere nuevas preguntas y problemas.

María Celia Bravo
ISES (UNT - CONICET)

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