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Travesía (San Miguel de Tucumán)

On-line version ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.19 no.1 San Miguel de Tucumán June 2017

 

RESEÑAS

Canelada, Marcela (2016): Historia Social en la Frontera Argentino-Boliviana. El caso de Yavi. 1930-1970, Buenos Aires, Título, 149 páginas.

 

El libro de Marcela Canelada tiene como origen la tesis de maestría defendida en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) y es un sugerente aporte a la historia social de la puna jujeña, en tanto se analizan las relaciones sociales y las actividades económicas de San Francisco de Yavi, pueblo de la frontera argentino-boliviana, entre 1930 y 1970. La investigación se inscribe en una historiografía regional y social que prestó especial atención a los movimientos poblacionales vinculados a la industria azucarera del norte argentino. A diferencia de otros abordajes, abocados al proceso migratorio económico-social hacia los ingenios, la autora decide invertir el eje de la observación para centrarse en el pueblo, lugar de origen de los migrantes y centro de reclutamiento, para lo que lleva a cabo un estudio microanalítico alrededor de sus habitantes más prominentes. Con ello, pretende dar cuenta de las estrategias locales invisibles frente al proceso migratorio más general y reconstruir el entramado social yaveño. Para esta pesquisa utilizó como fuentes archivos familiares, fotografías, correspondencia privada, certificados de nacimiento, matrimonio y defunción, además de una serie de entrevistas a residentes actuales y a descendientes de algunos personajes notables.
El texto se divide en tres capítulos: “Los antecedentes” repasa brevemente la historia económica y social de la región durante los siglos XVIII, XIX y XX. En “Yavi, población y economía” se ocupa de los movimientos migratorios y las actividades económicas de la zona. Finalmente, en “La sociedad yaveña” reconstruye algunos aspectos de la vida cotidiana de este pequeño paraje de frontera, su modesta élite, sus campesinos y festividades. Incluye como anexo, asimismo, mapas y cuadros que dan cuenta de la documentación recabada por la autora durante la investigación.
En los siglos XVIII y XIX, Yavi y sus terrenos aledaños formaron parte de las propiedades de los descendientes del Marqués del Valle de Tojo, Juan José Fernández Campero. Los pobladores rurales vivían de la actividad pastoril y agrícola, así como del intercambio y venta de sus productos. La tierra se arrendaba a cambio de una renta en dinero y la obligación de servicio personal durante una determinada cantidad de días al año. Este sistema no estuvo exento de conflictos, siendo su momento más crítico la rebelión de los años 1872-1875, que culminó con una derrota de los indígenas.
En las primeras décadas del siglo XX, el incremento de la demanda de mano de obra por parte de los ingenios modificó las relaciones sociales de la región. La finca de Yavi era propiedad de la familia Figueroa Campero, quienes establecieron un acuerdo de explotación con el ingenio San Martín del Tabacal. A partir de este momento, las relaciones económicas y sociales entre criollos e indígenas estuvieron caracterizadas por un sistema de prestaciones que vinculó el pago de los arriendos con el traslado estacional de trabajadores al ingenio de los Patrón Costas. Sin negar la importancia del lazo con esta empresa, Canelada propone que las migraciones no se limitaron a los ingenios, sino que fueron diversas e incluyeron otros destinos, a veces más cercanos, en particular a partir del desarrollo de la minería jujeña y del crecimiento agropecuario de los valles centrales.
Para reconstruir el entramado social de Yavi y sus alrededores la autora se centra en la figura de Mamerto Salazar, encargado de reclutar la mano de obra para el ingenio entre 1930 y 1950. Salazar y su esposa, Natalia Wayar, habrían centralizado no solamente la vida económica, sino también la vida política y social. Ambos se asentaron en la antigua “Casa Hacienda del Marqués”, casa de contratación y, paralelamente, espacio para el desarrollo de actividades comerciales, cívicas y festivas. La pareja, aunque no tuvo hijos propios, extendió en la zona numerosos vínculos de padrinazgo y madrinazgo que implicaron intercambios de servicios con muchos de los campesinos indígenas de los alrededores.
A partir del relato de quienes lo conocieron, sabemos que Salazar fue líder y representante de la “gente decente” o “gente caracterizada”, tal como se refieren las fuentes a los habitantes del pueblo que gozaban de cierta capacidad económica; estos pequeños comerciantes y sus familias se desempeñaron en puestos administrativos en el correo, la policía, la iglesia, la escuela y la aduana. Salazar, además de controlar con firmeza la asistencia de los trabajadores al ingenio, habría ejercido cierta coacción para conseguir votos al Partido Demócrata Popular de Patrón Costas, asociación política que le permitió ser diputado provincial entre 1932 y 1942. El resto de la población estaba conformada por campesinos que realizaban tareas agrícolas en sus parcelas y en los ingenios, pero que también prestaban servicios en las casas del pueblo. Los hombres se dedicaban principalmente a tareas de construcción, mientras que las mujeres se consagraban al trabajo doméstico y a la elaboración de vestimentas.
Teniendo en cuenta las diferencias entre estos sectores sociales, la autora se pregunta cuáles fueron los puntos de articulación entre ambos y qué rol habría cumplido en esta cuestión el carnaval, festejo de gran relevancia para toda la comunidad yaveña.
Canelada reconstruye las actividades festivas del Carnaval de la década de 1930 utilizando el corpus documental de la familia Wayar-Salazar y los testimonios de los habitantes de la zona que le permitieron conocer ritos y costumbres. Para esbozar una interpretación, recurre a los postulados del clásico texto de Mijail Bajtin sobre la cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, así como autores que investigaron otras sociedades andinas.
En Yavi, el Carnaval comenzaba la mañana del martes. El centro de reunión era la plaza principal y cerca del mediodía los pobladores eran invitados a las casas de las familias más importantes, quienes abrían sus puertas para una celebración colectiva en donde se ofrecía comida y bebidas. Aun dentro de este espacio en apariencias “abierto”, existieron sitios diferenciados: la “gente decente” permanecía dentro de los salones escuchando tango, jazz y música ciudadana, mientras que los campesinos indígenas quedaban relegados a los patios en donde tocaban sus instrumentos, comían y bebían. Canelada señala que la fiesta campesina no se agotaba en estas reuniones organizadas por la Comisión Municipal liderada por los Wayar-Salazar, sino que incluía ciertos rituales que sucedían fuera de los límites del pueblo, tales como el “desentierro del carnaval” o la “señalada de animales”, así como la circulación por diversos parajes en donde se copleaba y bebía.
Basándose en estas diferencias, la autora concluye que, aunque el Carnaval pueda ser visto en una primera instancia como un punto de articulación entre dos sectores sociales diferenciados, en realidad eran dos fiestas que constituyeron expresiones diferentes. Existía una celebración “oficial” que era ofrecida por el sector que detentaba la autoridad y representaba lo instituido, que buscaba establecer una “mediación cultural”, pero que no coincidía con la de los campesinos, ni en su espíritu festivo, ni en sus rituales. La autora concluye que el festejo oficial habría servido para mantener y dar continuidad al orden social establecido, reafirmándolo.
En síntesis, el libro es una interesante contribución a la historia de la puna jujeña que indaga, con un abordaje novedoso, aspectos asociados a la dinámica social del pueblo de Yavi en un período poco estudiado. La autora recurre a las voces de aquellos que estuvieron involucrados en la vida del contratista del ingenio San Martín del Tabacal y reconstruye a partir de ella el complejo mundo de relaciones personales y de poder que se tejían en este relegado espacio del norte argentino.

María Claudia Pantoja
Instituto de Altos Estudios Sociales. UNSAM

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