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Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo

On-line version ISSN 2362-2024

An. Inst. Arte Am. Investig. Estét. Mario J. Buschiazzo vol.51 no.2 Buenos Aires Dec. 2021

 

ARTICULO

Estudios prematuros. Banister Fletcher, Andrés Calzada y la historia de la arquitectura.

Premature studies. Banister Fletcher, Andres Calzada and the history of architecture.

Horacio Caride Bartrons *

https://orcid.org/0000-0001-6014-4557

* Arquitecto y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Realizó estudios superiores de historia en el Departamento de Historia de América I, Facultad de Geografía e Historia, Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es doctorando en Epistemología e Historia de la Ciencia en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Profesor titular regular de Historia de la Arquitectura y el Urbanismo, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de La Plata (FAU-UNLP). Profesor titular de Historia del Diseño Industrial y Profesor Adjunto de Historia de la Arquitectura (UBA). Es director de Estudios históricos e investigador principal del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” (IAA-FADU-UBA), e investigador en Instituto de Historia y Teoría y Praxis de la Arquitectura y la Ciudad, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de La Plata (HITEPAC-FAU-UNLP).

Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazo”. Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad de Buenos Aires. Intendente Güiraldes 2160 - Ciudad Universitaria, Pabellón III, 4to Piso. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina. Email: horaciocaride@gmail.com

El presente ensayo es parte de la investigación del autor en el Programa de Posdoctorado en Historia de la Arquitectura y la Ciudad. Instituto de Historia y Teoría y Praxis de la Arquitectura y la Ciudad, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de La Plata (HiTePAC-FAU-UNLP).

RECIBIDO: 4 de septiembre de 2020.
ACEPTADO:12 de diciembre de 2020.


RESUMEN

Este texto tiene por objetivo la discusión del repertorio de obras, ejemplos emblemáticos y desarrollos culturales supuestamente representativos, mediante los cuáles diversas escuelas de arquitectura occidentales definieron sus programas de historia, desde las civilizaciones preclásicas hasta el Renacimiento. Se entiende que estas operaciones, teóricas e ideológicas, son susceptibles de ser desmontadas en sus formulaciones originales y en sus vías de reproducción. Se buscará reconstruir algo de la trama de relaciones y traducciones interculturales que definieron lo que pueden considerarse, al menos en términos modernos, el primer texto completo en castellano sobre la historia de la arquitectura universal y sobre la arquitectura española en particular. Sus resonancias y su difusión expusieron, para el mundo hispanoparlante, un primer canon de obras y culturas desde la antigüedad hasta el siglo XVI, que se instaló programáticamente en varias facultades de arquitectura americanas, especialmente durante la segunda mitad del siglo XX.

Palabras clave: Banister Fletcher; Andrés Calzada; teoría; historia de la arquitectura.
Referencias espaciales y temporales: España y Gran Bretaña; primera mitad del siglo XX.

ABSTRACT

The object of this text is to discuss the repertoire of works, emblematic examples, and supposedly representative cultural developments through which various western schools of architecture defined their history programs from pre-Classical civilizations to the Renaissance. These operations, both theoretical and ideological, are susceptible of being dismantled in their original formulations and in their reproduction routes. Through this brief essay we seek to reconstruct some of the gridiron of the intercultural relations and translations that defined what can be considered, at least in modern terms, the first complete text in Spanish on the history of universal architecture and on Spanish architecture in particular. Its resonances and its diffusion exposed, for the Spanish-speaking world, a first canon of works and cultures from antiquity to the 16th century, which was installed programmatically in several American architecture faculties, especially during the second half of the 20th century.

Key words: Banister Fletcher; Andrés Calzada; theory; history of Architecture.
Space and time references: Spain and United Kingdom; first half of XXth Century.


Al cometer el presente estudio de la Arquitectura en España, empresa que muchos, y no con desacierto, juzgarán prematura, creemos conveniente exponer la génesis de la obra. Nació ésta de dotar de un apéndice nuestro la Historia general de Fletcher, a cuyo plan sucinto ideaba limitarse. Cayóse luego en la cuenta de que se sacrificaba la oportunidad magnífica, pocas veces ofrecida, de exponer dignamente el claro desarrollo de nuestro arte
(Fletcher-Calzada, 1928, prefacio).

Autores

El párrafo escrito por Andrés Calzada dio comienzo al prefacio de la versión en castellano del segundo tomo de A History of Architecture on the Comparative Method de Banister Fletcher, publicada en Barcelona por la editorial Canosa en 1928. Lo que en principio tuvo como objeto una traducción, compleja y prolongada, devino en un trabajo de una relevancia historiográfica sustancial. El apéndice resultó un tomo de unas setecientas ochenta páginas, el más largo de los tres que alcanzó a publicar. Calzada fue consciente de que ingresaba a un territorio poco explorado y con escasos predecesores. Se trataba de una temprana obra de síntesis por lo que, a modo de disculpa, manifestó que semejante empresa podría resultar prematura.
A través de este breve ensayo se buscará reconstruir algo de la trama de relaciones y traducciones interculturales que definieron lo que puede considerarse, al menos en términos modernos, el primer texto en castellano sobre la historia de la arquitectura en general y sobre la española en particular. Sus resonancias y su difusión, expusieron para el mundo hispanoparlante un primer canon de obras y culturas desde la antigüedad hasta el siglo XVI, que terminó instalándose programáticamente en muchas escuelas de arquitectura americanas, especialmente durante la segunda mitad del siglo XX.
Andrés Calzada, junto a su editor, el arquitecto Emilio Canosa Gutiérrez, fueron los responsables de la publicación que tomó como referencia a la séptima edición de Fletcher de 1924. A History of Architecture apareció por primera vez en Londres en 1896, en la editorial que Bradley Thomas Batsford había fundado en 1843 y que publicaría las ediciones posteriores. Sus autores fueron Banister Fletcher y su hijo, del mismo nombre. Banister Fletcher (padre) había nacido en 1833. Vivió durante su juventud en Newcastle upon Tyne, donde comenzó a trabajar en arquitectura a los veinte años. Tiempo más tarde ingresó al Institute of Architects de Londres, que después se convirtió en el Royal Institute of British Architects, para estudiar agrimensura y arquitectura. Alumno de Charles James Richardson, quien había sido discípulo de John Soane, fue un destacado estudiante. A los treinta y un años se casó con Eliza Phillips. Los hijos de la pareja, Banister (junior) y Herbert Phillips (el apellido materno fue su segundo nombre) también fueron arquitectos. A partir de 1876, fue fellow (académico) del King’s College hasta 1895. Autor de varios textos relacionados con la disciplina, también tuvo actuación política. Llegó a ocupar un escaño por el Partido Liberal en la Cámara de los Comunes (Mair, 1886, p. 54).
Banister Flight Fletcher (hijo) nació en Londres el 15 de febrero de 1866. El King’s College, fundado en 1829 por el rey Jorge IV e integrado como unidad académica a la Universidad de Londres años después, fue el ámbito más relevante en la formación del joven Banister, donde su padre había sido catedrático. Con treinta años de edad, ya contaba con una apreciable carrera académica.
En la portada de la edición de 1896, Fletcher hijo había resumido un notable curriculum vitae, que incluía prestigiosos apellidos de la arquitectura inglesa. Profesor de arquitectura y tutor (extensión lecturer) del King's College desde 1895, era miembro del Instituto Americano de Arquitectos y ya poseía ensayos premiados. También era profesor de la Architectural Association de la que llegó a ser vicepresidente. A la muerte de su padre en 1899 -tres años después de la edición original de A History- se hizo cargo del estudio Fletcher & Sons junto a su hermano menor Herbert, quien falleció en 1916 a los cuarenta y cuatro años. Durante el año 1918 Fletcher fue elegido Alguacil de Londres (Sheriff Senior). Se trataba de un cargo electivo de índole municipal cuyo origen se remonta a la Edad Media. Como reconocimiento a estas funciones y por sus servicios a la ciudad, en 1919 el rey Jorge V lo nombró Caballero del Imperio.
En la quinta edición de 1905 hizo su aparición la primera versión del “árbol de la arquitectura” que, como una especie de escudo de armas, fue el símbolo más destacado de la publicación (Figura 1). No es objeto de este trabajo discutir las particularidades que llevaron a su autor a clasificar a la arquitectura mundial en términos biológicos, y por qué ciertos estilos -ubicados en el tronco- tuvieron “descendencia” y evolucionaron en generaciones siguientes, a los que llamó “estilos históricos”. Tampoco indagar, por ahora, sobre aquellos ubicados en las ramas que no se “reprodujeron”, denominados “no históricos”. Sin embargo, la referencia al árbol es inevitable para delimitar el sesgo de su visión cultural. Por lo pronto, “el principal crecimiento o evolución de los diferentes estilos” y que debe ser solo indicativo de los principales rasgos, “ya que las influencias menores no pueden ser indicadas en un diagrama de este tipo”. De estas “influencias menores” se ocupa mayormente este texto.


Figura 1: Diagrama de clasificación de estilos y el “árbol de la arquitectura”, en la edición de 1905. Fuente: Fletcher & Fletcher, 1905, A History of Architecture, on the Comparative method. Londres, Inglaterra: Batsford.

Su obra arquitectónica no estuvo destinada a sobresalir como su obra literaria ni como su actuación pública. En general se suelen listar cuatro de sus trabajos. Tres de ellos pertenecen a la familia de los estilos ingleses. El Salón del King's College, que se inauguró en 1897 en gótico perpendicular, fue la gran obra de su juventud. De 1901 es Abbess Grange, Hampshire, una mansión isabelina que proyectó para George Miles-Bailey. La tercera obra es la John Roan School en Greenwich de 1928, en sociedad con Percy Boothroyd Dannatt, un edificio georgiano para una escuela secundaria que había sido fundada en el siglo XVII. Finalmente, la modernidad llegó decorosamente con el diseño de la fábrica Gillette en Brentford, Middlesex, de 1936.
Pero su lugar en la historia de la arquitectura se había decidido en la década anterior. La aparición de la sexta edición de A History of Architecture en 1921 determinó el evento editorial más importante de su trayectoria. Dos años antes, había sido nombrado presidente de la asociación profesional más prestigiosa de su nación, el Royal Institute of British Architects.
Con la sexta edición también estrenó oficialmente su flamante título de sir y dio a conocer una serie de condecoraciones recibidas. La consagración había llegado a los cincuenta y tres años de edad.
En la publicación de 1921, había producido una fuerte inflexión en el que sería el largo ciclo de su libro, prolongado hasta la decimosexta edición póstuma de 1954. Se trató de la primera versión que firmaba en forma individual, ya que en las cinco ediciones anteriores continuó la autoría compartida con su padre homónimo (diferenciado por el título de “professor”). En segundo lugar, el ejemplar de 1921 mostró una nueva versión de las láminas comparativas que se convirtieron en la inconfundible identidad del texto por décadas. Con el trabajo de un grupo de ilustradores, incorporó las perspectivas de George Gilbert Woodward (Stevens y Wilson, 2015, p. 285; McKean, 2006, p. 194), que completaron con mucha eficacia la documentación de los ejemplos seleccionados. En tercer lugar, esta nueva versión del texto fue reescrita completamente junto a (y en buena medida por) su esposa Alice Bretherton, quien falleció en 1932 (McKean, 2006, p. 196). En el Fletcher de 1921, mostrar las arquitecturas del pasado en su momento de esplendor parece una importante necesidad, satisfecha a través de un conjunto de perspectivas “ideales” de sus apariencias posibles. Este objetivo se cumplía mejor al mostrar la tercera dimensión en vez de la “documentación” clásica de un sistema Monge. Por ejemplo, en la representación de la Maison Carrée de Nimes junto a otros templos romanos, la versión de 1915 muestra planta, fachada y vista. La de 1921 reemplaza esta última por una perspectiva. La nueva concepción se ve reforzada con la incorporación de una perspectiva a un punto de fuga del templo de Marte Vengador en el Foro de Augusto (Figura 2).

Figura 2: La Maison Carrée de Nimes. Edición 1915 (izquierda) y 1921 (derecha). Fuente: Fletcher, B., 1915 y 1921, A History of Architecture on the comparative method. (pp. 126 y 144 respectivamente). Londres, Inglaterra: Batsford.

Andrés Manuel Calzada Echeverría nació en Barcelona el 30 de noviembre de 1892. Obtuvo su título de arquitecto en 1917, en lo que ahora es la Escuela Superior Técnica de Arquitectura, en la ciudad donde había nacido. Cinco años después ganó por concurso la cátedra de Historia del Arte de la misma facultad, hasta su muerte en 1938.1
Su labor profesional obtuvo cierto reconocimiento. Construyó la casa de rentas para la familia Madurell, los almacenes de Antonio Biosca (ambas de 1926), y la casa Colom (1928). Probablemente su trabajo más famoso fue el neoclásico Palacio del Trabajo (o del Vestido) que, junto a Josep María Jujol, diseñó para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 en uno de los bordes de Plaza España.
En paralelo a su trabajo como arquitecto, tuvo una respetable labor como escritor de historia del arte. Publicó Estampas de Zurbarán (1929), El arte mudéjar (1933), Paseos por la Historia del Arte (1933), Artes industriales españolas del Renacimiento (1936) y Una iglesia bernarda en Balaguer: Santa María de Las Franquesas, que apareció en forma póstuma en 1941. Fue autor también del Diccionario clásico de Arquitectura y Bellas Artes, del que llegó a escribir más de quince mil voces y que quedó inacabado a su muerte. Fue publicado recién en 2003, tras una revisión efectuada por la Real Cátedra Gaudí con la edición de Bonaventura Bassegoda i Nonnel.
Además de su trabajo como escritor y profesional independiente, Calzada fue miembro del Servicio de Obras particulares de la Municipalidad de Barcelona. En algún momento no muy preciso anterior a 1936, se afilió a la Falange Española -de la cual llegó a ser jefe de la Sección Técnica- partido político de ideología fascista que había fundado José Antonio Primo de Rivera en 1933. Luego de la intervención de la Escuela fue detenido junto a algunos alumnos y fusilado en Castelldefels, cerca de Barcelona el 5 de abril de 1938. Al finalizar la Guerra Civil, fue enterrado en el cementerio de Montjuïc (Bassegoda i Nonell, 1999, p. 315).

Traducciones

La obra de Fletcher aparecía como un modelo metodológico susceptible de ser aplicado al linaje de la arquitectura española, de la cual el autor inglés había demostrado -dicho con mucha benevolencia- un gran desconocimiento. Calzada aceptó las categorías analíticas de su colega e incluso volvió a pedir disculpas sobre los procesos de adaptación y simplificación operados sobre el original en una breve “Apostilla a la edición española” (Fletcher-Calzada, 1928, t. 1, p. X).
Su formato “comparativo” se basó muy a menudo en reproducciones fotográficas de detalles constructivos, naves o fachadas.
Algunas veces incorporó las lógicas del texto original en el cotejo de plantas, como en el caso de las pequeñas iglesias mozárabes del norte de la Península, una de las “ramificaciones” más originales de la arquitectura en territorio hispano (Figura 3). Los dibujos en este caso pertenecieron a Marino Canosa Gutiérrez, arquitecto y uno de los dueños de la editorial junto a su hermano Emilio (Bassegoda i Nonell, 1999, p. 310).


Figura 3: La arquitectura mozárabe. Fuente: Fletcher, B. y Calzada, A., 1928, Historia de la Arquitectura por el método comparado. Tomo 2. (p. 665). Barcelona, España: Canosa.

Sin embargo, la aplicación del modelo no fue exhaustiva. El análisis comparado no aparece en el período romano o en el que denominó “proto-morisco”. En el largo ciclo de la arquitectura gótica en España (categoría que también discutirá), no desarrolló comparaciones en su propia periodización, sino que las incluyó en un análisis final. Para dar cuenta de la especificidad hispana, tuvo que generar categorías funcionales diferentes para clasificar piezas de arquitectura que no se encontraban tan claramente en otras latitudes como, por ejemplo, “puertas en las murallas”. Una sistematización genérica –arquitectura medieval inglesa- le había permitido a Fletcher incorporar todo el universo de “influencias menores” que no podían ingresar a los grandes conjuntos del románico o del gótico. En la versión española se evitó semejante generalización para incorporar las expresiones musulmanas. La rama “sarracena” aquí era parte inseparable del tronco, acaso su savia. De forma tácita, Calzada exponía las limitaciones del método y los conflictos de interpretación y simplificación.
El plan de la edición castellana se organizó en dos partes, con dos volúmenes cada una. Los dos primeros aparecieron en 1928.2 El tomo segundo de la obra fue dedicado íntegramente a España. El índice inició con la prehistoria hispana y culminó con la arquitectura mudéjar, a la que ubicó luego del gótico. Inevitablemente tuvo que dar cuenta de una complejidad temporal y espacial que las categorías “fletcherianas” no podían asumir. El tercer volumen del Fletcher-Calzada se publicó en 1931 y completó la traducción de la secuencia estilística del libro inglés.
En el prefacio del tomo segundo de Canosa, Calzada había enlistado a los autores precedentes con los que mantuvo una deuda académica, modalidad de reconocimiento que nunca efectuaron los Fletcher. Entre los extranjeros citó por ejemplo a George Street, quien publicó en 1865 Some account of Gothic Architecture in Spain (traducida al castellano en 1926), y a Émile Bertaux, que durante las dos primeras décadas del siglo XX escribió una gran cantidad de ensayos sobre el arte medieval cristiano y renacentista en España y Portugal. En cuanto a los españoles mencionó a Josep Puig y Cadafalch, Lluis Doménech i Montaner, Leopoldo Torres-Balbás y Vicente Lampérez y Romea (Calzada, 1928, t.2, p. 582). La obra de Lampérez fue reconocida como un antecedente notable, ya que en 1908 había publicado Historia de la arquitectura cristiana española en la Edad Media.
Dentro de este argumento, una frase anotada en la página siguiente al Prefacio y anterior a la lista de créditos fotográficos -ubicada casi como para pasar inadvertida- puede agregar algo más sobre el contexto bibliográfico y académico que enfrentaba y cuál era su ubicación dentro del discurso disciplinar. Y sobre todo a zoilos, aristarcos y gutibambas, conviene tener presente que la obrilla no es sino un ensayo, ni siquiera un Caveda redivivo de lo que debiera ser la historia monumental de nuestra España(Calzada, 1928, p 582). La oscuridad de la adjetivación y la referencia a Caveda imponen cierta exégesis. “Zoilo” y “aristarco” son calificaciones peyorativas, en uso al menos desde el siglo XVI y aplicables a los críticos severos y presuntuosos que, incluso con malicia, argumentan en contra de cualquier trabajo (Ruiz Pérez, 2000, p. 358).3 “Gutibamba”, en cambio, parece usado más como insulto político, semejante a “anarquista” o “jacobino” (Castro, 2002, p. 269). Pero la referencia explícita a un “Caveda redivivo” lo conecta con el que probablemente consideraba el verdadero antecedente de su obra. Se trata del Ensayo histórico sobre los diversos géneros de Arquitectura empleados en España desde la dominación romana hasta nuestros días, un volumen publicado en 1848. Su autor, José Caveda y Nava, era un historiador polímata que incursionó en historias de diversas ramas artísticas (pintura, grabado, poesía), en biografías y anecdotarios e incluso en la historia política y lingüística de su Asturias natal. El libro, al que se refiere Calzada, podría clasificarse como una historia “literaria” de la arquitectura. En sus largas quinientas páginas, el texto carece de imágenes. A pesar de ello y de las ocho décadas que separan ambas publicaciones, el antiguo ensayo había provisto algunos de los recortes culturales y de las cronologías que Calzada recuperó en su edición. El primer volumen de los tres que integraron la traducción de Calzada en España, se ocupó del –ya instalado- canon de la arquitectura occidental. Salvado un breve compromiso con la arquitectura prehistórica, se estableció la secuencia habitual en Egipto, Asia Occidental, Grecia, Roma, Bizancio y el Paleocristiano. La arquitectura medieval europea fue clasificada por países como en el original inglés. Pese a registrar aceleradamente la conflictiva historia política de algunas naciones, continuó con el anacronismo de hablar de lo “italiano” o de lo “alemán” de los siglos XII a XV. Fletcher ya había reconocido el carácter peyorativo del vocablo gótico y le adjudicó su uso frecuente a Christopher Wren, para separarlo del lenguaje clásico. También acordó, a comienzos de la década de 1920, que la noción de gótico estaba en ascenso (Fletcher, 1921, p. 300). Calzada tradujo estas discusiones, pero las completó con una nota erudita, adjudicándole el origen del término a Giorgio Vasari, quien lo instaló como una categoría absolutamente descalificatoria (la obra de godos, de bárbaros). No obstante el “ascenso” de la palabra, prefirió denominar al estilo como “ojival” (Fletcher-Calzada, 1928, t. 1, p. 337). A mediados del siglo XIX, Caveda también había preferido usar “ojival” como alternativa a la arquitectura que denominó “gótico-germánica”, clasificación que le parecía más vulgar (Caveda, 1848, p. 188). Calzada reprodujo ciertas plantas comparadas que ya habían aparecido en su modelo inglés, pero no tomó las ilustraciones, operación que también puede ejemplificarse con el gótico/ojival (Figura 4). Sin embargo, se apoyó en un abundante material fotográfico. Se trató del estilo al que más páginas le dedicó (más de la tercera parte de la obra) y al único que subdividió en temas como “La transición”; “El purismo” y “la arquitectura florida”.


Figura 4: El “estilo ojival” en España. Fuente: Fletcher y Calzada, 1928, Historia de la Arquitectura por el método comparado. Tomo 2. (p. 969). Barcelona, España: Canosa.

El cuarto tomo que hubiera iniciado con el Renacimiento hasta cubrir el siglo XIX español –incluso Hispanoamérica- no fue publicado, al menos dentro del proyecto original. En 1933 apareció una edición en un formato muy diferente, que recorrió la arquitectura española desde las obras prerrománicas hasta los modernismos finiseculares. Integró la colección “Biblioteca de iniciación cultural” de la Editorial Labor, con sede en Barcelona, Madrid, Buenos Aires y Río de Janeiro (Navascués Palacio, 2002, p. 16). En efecto, el programa de contenidos de este texto, recapituló y completó el cuarto tomo previsto para la obra publicada por Canosa.4 Ya no aparecen las justificaciones de la versión de 1928. Al contrario, definió la necesidad de analizar con la misma profundidad obras de inspiración externa como interna. Utilizó los conceptos de “exótico” e “indígena” en sus acepciones primarias de “extranjero” y “originario del país”, respectivamente (Calzada, 1933, pp. 162-163).
Comenzó el texto con lo que denominó los primeros “atisbos hispánicos” y la arquitectura visigoda. Acaso su admiración por la arquitectura califal, le hizo plantear un relato arquitectónico y artístico que no siguió exactamente las imposiciones del relato político e ideológico. Llamó a la mezquita de Córdoba “(…) unas de las cumbres de nuestra arquitectura” (Calzada, 1933, p. 25). Pareciera que la recuperación del término “gótico” significó una liberación personal, tanto de las prevenciones de Fletcher como de la propia historiografía española, que lo usaba de manera casi vergonzante. Como muchos historiadores de la arquitectura -hasta la actualidad- organizó un relato con “transiciones” que precedieron a un momento de “pureza” estilística que logró, según él, un momento culminante en las trazas de la catedral de Toledo, por su combinación de influencias extranjeras e inspiraciones vernáculas (Figura 5).


Figura 5: Planta de la catedral de Toledo. Fuente: Calzada, A., 1933, Historia de la arquitectura española. (p. 969). Barcelona, España: Editorial Labor.

El final de la Edad Media Ibérica tuvo un punto de inflexión con una poderosa carga simbólica. El discurso de exaltación nacional anidó cómodamente en el “estilo Isabel”, tras la caída de Granada y el comienzo de la conquista americana.
La bibliografía del texto de 1933 fue en realidad un estudio sobre el estado del arte de la historia de la arquitectura española con los principales títulos publicados en Europa, donde también citó ensayos, monografías y colecciones en francés, alemán e inglés. Allí consignó su filiación y, acaso, reformuló una operación de síntesis que ya no buscó las disculpas por lo “prematuro” de la edición traducida del inglés. Pese al frecuente uso de plantas (no hay cortes o perspectivas) la idea de comparación se diluyó poco a poco en otras líneas metodológicas y argumentales. Y en verdad terminó descartada. En una transición a las nuevas tecnologías de documentación e impresión, la fotografía tuvo un rol protagónico.
Con el libro publicado por Labor de 1933, terminó la línea española del ciclo fletcheriano en el siglo XX, como parte de una colección de más de trescientos manuales temáticos, un verdadero canon cultural que recorría los más diversos saberes artísticos y científicos. En aquel libro, Calzada definió claramente el ciclo clásico de la arquitectura europea, desde el Renacimiento hasta el neoclasicismo. Reservó un lugar destacado para los grandes nombres de la arquitectura peninsular -desde Diego de Siloé hasta Juan de Villanueva- cuyas trayectorias personales fueron incluidas en los diversos capítulos como verdaderas categorías analíticas.
Estas reconsideraciones ponen de manifiesto que de todos los recortes en las olímpicas generalizaciones que practicó Fletcher en su edición de 1921, el que probablemente resultaba más difícil de aceptar era “renacimiento español”. En términos temporales, se trataba de un período que comenzaba borrosamente a finales del siglo XV y que avasallaba cualquier categoría vernácula (“plateresco”, “herreriano”) o convencional (“manierismo”, “barroco”, “neoclásico”). Llegó a incluir dentro del estilo a la fachada de la catedral de Jaén o la Basílica del Pilar en Zaragoza, ambas de fines del siglo XVII. Pero estas simplificaciones no fueron una peculiaridad aplicada exclusivamente a la arquitectura hispánica. También las practicó para los casos alemanes, franceses, belgas, holandeses e italianos. Con su tierra natal fue aún más audaz. Hizo llegar el renacimiento inglés hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XVIII (Figura 6) .


Figura 6: El “Renacimiento tardío” en Inglaterra. Kedleston Hall, terminado en 1765. Fuente: Fletcher, B., 1921, A History of Architecture on the comparative method. (p. 746). Londres, Inglaterra: Batsford.

Más allá de los grandes períodos aceptados convencionalmente y de los grandes relatos universales, algunas de las categorías clasificatorias de Calzada fueron inevitablemente ad hoc, como “visigoda”; “prerrománica de Cataluña”, “asturiana” o “proto-morisca” (Fletcher-Calzada, 1928, p. 1365). Se podría decir que lasinfluencias menores” que no podían ingresar a la geografía arquitectónica europea, constituyeron el territorio que transitó casi exclusivamente.

Interpretaciones

No obstante su relación con el texto inicial, la edición en castellano habilitó un discurso que por su propia existencia discutía e incluso objetaba los recortes y las sistematizaciones (o simplificaciones extremas) practicadas por Fletcher. A pesar de sus grandes diferencias –o quizás justamente por ellas– en las siguientes ediciones el historiador británico no juzgó necesario tomar los trabajos de Calzada como nueva referencia. En forma inevitable, las matrices ideológicas en ambos aportaron los argumentos donde deben leerse intercambios y traducciones. Pero, sin embargo, se manifestaron de manera diferente. Para Fletcher, se convirtió en un dogmatismo extremo que tornó invisible cualquier cultura arquitectónica que no entraba -o francamente objetaba- su método y su teoría. El ultranacionalismo de Calzada expuso un panorama de mayor profundidad y complejidad, cuyas consecuencias pudieron medirse en el mundo hispano, aunque sin repercusiones particulares en el anglosajón. Intentó que los “otros” ingresaran a un mundo inteligible y lo ajeno se convirtiera en explicable.
La versión del Fletcher-Calzada no volvió a ser reeditada durante el franquismo. Recién en 1985 la editorial Giner publicó los tres tomos originales en forma facsimilar. Las siguientes versiones de A History... no reconocieron el aporte o el trabajo de la edición castellana. Aún en la última versión que Fletcher dejó corregida antes de su muerte y que se publicó en 1954, Calzada no figuró como parte de la bibliografía de ninguna variante de los estilos hispanos, ni como parte los “históricos” ni de los “no históricos”. En términos conceptuales, toda la ampliación a los nuevos objetos de estudio para la arquitectura que había aportado, con nuevas implicancias culturales para el “gran relato” de la arquitectura europea, no alcanzó siquiera para un registro particularizado o separado. En su nueva y definitiva versión del célebre árbol de la arquitectura de 1921, Fletcher había reiterado que no podía dar cabida a las “influencias menores''. Siguió fiel a esta convicción durante medio siglo, hasta el final de sus días. Más alejado aún, en todo el alcance semántico de la palabra, estaba el mundo hispanoamericano, del que ni siquiera pudo rozar la superficie.

NOTAS

1. Escrito desde su parcialidad ideológica, la mayoría de los datos sobre la vida de Andrés Calzada provienen de la biografía de Juan Bassegoda i Nonell, publicada en 1998.

2. Mi agradecimiento a Mario Sabugo, quien me permitió consultar los ejemplares de la edición original de Fletcher Calzada de 1928 de su biblioteca personal.

3. Los epítetos provienen de los nombres del gramático Aristarco de Samotracia y especialmente del filósofo cínico Zoilo de Anfípolis (ss. IV-III a.C.), quién no dudó en criticar severamente la obra de Homero.

4. Existe una reimpresión de 1949 con un estudio sobre la arquitectura del siglo XX que amplió después de su muerte Alejandro Cirici Pellicer, antiguo alumno de Calzada.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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