Desde el lanzamiento del iPhone en 2007, las ventas de smartphones no han parado de incrementarse hasta alcanzar un total de tres mil seiscientos millones de usuarios a nivel mundial en 2020 (O'Dea, 2021). El uso del smartphone también goza de gran popularidad en España, donde el 78.9% de la población mayor de 15 años dispone de al menos uno de estos dispositivos (ONTSI, 2019).
Pese a las consecuencias negativas ligadas a un uso excesivo del smartphone, se ha generado un debate sobre el uso del término "adicción" aplicado a su utilización excesiva. Diversas investigaciones han encontrado un solapamiento entre la supuesta adicción al smartphone y el uso problemático de internet, redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea (Montag, Wegmann, Sariyska, Demetrovics, & Brand, 2019; Sha, Sariyska, Riedl, Lachmann, & Montag, 2019). Así, se consideraría el smartphone como un medio para el acceso a estos últimos y no un problema en sí mismo. Además, algunos autores afirman que las consecuencias negativas provocadas por la utilización excesiva del smartphone no son comparables a las causadas por otro tipo de adicciones, por lo que aconsejan la utilización de términos alternativos como "uso problemático" en lugar de hablar de adicción (Panova & Carbonell, 2018). Por lo tanto, aunque en la literatura científica se hace mención indistintamente y como sinónimos a términos como "uso problemático del smartphone", "adicción al smartphone" o "uso excesivo del smartphone" (Thomée, 2018), en el presente trabajo se hará referencia a "uso problemático del smartphone" ya que este problema no se encuentra recogido como una adicción ni en el DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013) ni en el CIE-11 (World Health Organization, 2018). El uso problemático del smartphone se ha convertido en un fenómeno global con una prevalencia del 23.67% entre estudiantes universitarios españoles (Ballestar-Tarín et al., 2020); del 62.6% entre adolescentes filipinos (Buctot, Kim, & Kim, 2020), del 29.8% entre universitarios chinos (Chen et al., 2017), del 30.9% entre adolescentes surcoreanos (Cha & Seo, 2018), y del 44.7% entre estudiantes universitarios indios (Kumar, Chandrasekaran, & Brahadeeswari, 2019). En relación con el género, numerosos estudios han encontrado un mayor riesgo de uso problemático del smartphone entre mujeres (Amador-Licona, Carpio-Mendoza, Guízar-Mendoza, & Rodríguez-Sánchez, 2019; Lee, Kim, & Choi, 2017; Lopez-Fernandez, Losada-Lopez, & Honrubia-Serrano, 2015; Nayak, 2018; Randler et al., 2016). Algunos autores explican esta prevalencia en mujeres dado que ellas poseen una mayor orientación hacia las relaciones sociales (Lee et al., 2017; Weiser, 2000); así, las mujeres harían un uso principalmente social del smartphone, fundamentalmente a través de aplicaciones relacionadas con la mensajería instantánea y las redes sociales (Carbonell, Chamarro, Oberst, Rodrigo, & Prades, 2018; Chen et al., 2017); mientras que entre los usuarios varones se encuentran patrones de uso más diversos (De-Sola, Rodríguez, & Rubio, 2016). La literatura científica ha asociado el uso problemático del smartphone con numerosas consecuencias negativas, como la disminución del rendimiento académico (Amez & Baert, 2020), la procrastinación académica (Yang, Asbury, & Griffiths, 2019), los altos niveles de estrés (Oraison, Nash-Dolby, Wilson, & Malhotra, 2020), ansiedad (Hawi & Samaha, 2017), la depresión (Alhassan et al., 2018), el bajo rendimiento laboral (Duke & Montag, 2017) o la menor satisfacción con la vida (Lachmann et al., 2018).
En cuanto a la autoestima, esta ha sido definida como la "evaluación subjetiva del individuo sobre su valor como persona" (Trzesniewski, Donnellan, & Robins, 2013, p. 60). Diversos estudios han encontrado una relación negativa entre la autoestima y el uso problemático del smartphone (Işiklar, Şar, & Durmuşcelebi, 2013; Kim & Koh, 2018; Lee et al., 2018; Romero-Rodríguez, Aznar-Díaz, Marín-Marín, Soler-Costa, & Rodríguez-Jiménez, 2020; Wang et al., 2017). Sin embargo, más investigaciones sobre el tema son necesarias ya que, por una parte, un estudio meta-analítico informó que esta asociación entre el uso problemático del smartphone y la autoestima es inconsistente ( Elhai, Dvorak, Levine, & Hall, 2017) y, por otra, no están claros los mecanismos que subyacen a esta relación.
En relación con la soledad, definida como un sentimiento de insatisfacción producido por la discrepancia cuando la cantidad o la calidad de las relaciones actuales de una persona no se corresponden a las que le gustaría mantener (Peplau & Perlman, 1982; Peplau, Russell, & Heim, 1979), es un fenómeno común en la sociedad contemporánea (Margalit, 2010). Estudios anteriores han vinculado altos niveles de soledad y uso problemático del smartphone (Bian & Leung, 2015; Darcin et al., 2016; Mahapatra, 2019; Wang, Sigerson, Jiang, & Cheng, 2018). Esta relación podría estar provocada por la asociación entre la soledad y bajas habilidades sociales ( Lodder, Goossens, Scholte, Engels, & Verhagen, 2016; Segrin, 2019; Wong, Yeung, & Lee, 2018), lo que provocaría que las personas solitarias se sintieran más cómodas relacionándose con otros mediante un dispositivo digital que cara a cara.
El objetivo del presente estudio fue investigar la relación entre el uso problemático del smartphone, la autoestima y la soledad, así como también examinar si estas relaciones dependen del género del usuario. Por tanto, los objetivos específicos de este trabajo fueron: (1) evaluar las diferencias de género en el uso problemático del smartphone, la autoestima y la soledad; (2) analizar las relaciones entre el uso problemático del smartphone, la autoestima y la soledad en función del género; (3) evaluar la capacidad predictiva de la autoestima y la soledad sobre el uso problemático del smartphone en hombres y mujeres.
MÉTODO
Participantes
La muestra, recogida mediante un muestreo incidental no aleatorio, estuvo formada por 202 participantes, compuesta por 106 hombres (52.5%) y 96 mujeres (47.5%), con edades comprendidas entre los 18 y 58 años (M = 24.73; DT = 6.90). Los participantes debían ser mayores de edad y ser usuarios de smartphone.
Materiales
El uso problemático del smartphone fue cuantificado a través de la prueba Smartphone Addiction Scale-Short Version (SAS-SV; Kwon, Kim, Cho, & Yang, 2013). La escala, diseñada para identificar el nivel de riesgo de adicción a los smartphones, está formada por 10 ítems (e.g., "La gente de mi alrededor me dice que uso demasiado mi smartphone") con formato de respuesta tipo likert de seis puntos (desde 1 totalmente en desacuerdo a 6 totalmente de acuerdo). El rango de puntuación total de la escala se encuentra entre 10 y 60 (una mayor puntuación se asocia a una mayor prevalencia de adicción al smartphone). Para este estudio, se empleó la adaptación al español realizada por Lopez-Fernandez (2017). Se obtuvo en esta muestra una consistencia interna adecuada (α; = .91).
La soledad emocional y social fueron evaluada mediante la versión corta de la prueba Social and Emotional Loneliness Scale for Adults (SESLA-S; DiTommaso, Brannen, & Best, 2004). Para el presente trabajo, se utilizó la adaptación al español llevada a cabo por Yárnoz (2008) que evalúa la soledad a través de tres factores: soledad social, o grado en que los sujetos perciben escasas relaciones sociales o de amistad; soledad romántica, que refleja la falta de relaciones afectivas íntimas; y soledad familiar, que manifiesta una baja percepción de apoyo por parte del entorno familiar. La escala está formada por 15 ítems (e.g., "No tengo ningún amigo que me comprenda, pero me gustaría tenerlo"), cinco para cada uno de los factores, con formato de respuesta tipo likert de siete puntos (desde 1 fuertemente en desacuerdo a 7 fuertemente de acuerdo). Para cada uno de los factores, la puntuación oscila entre 5 y 35, asociándose las mayores puntuaciones a una mayor soledad autopercibida. La adaptación utilizada presentó una satisfactoria consistencia interna en los tres factores: soledad familiar (α; = .90), soledad romántica (α; = .92) y soledad social (α; = .91).
Para la evaluación de la autoestima, se utilizó la versión adaptada al español (Martín-Albo, Núñez, Navarro, & Grijalvo, 2007) de la Escala de Autoestima de Rosenberg (Rosenberg, 1965). Esta prueba evalúa la autoestima global mediante los sentimientos positivos y negativos hacia uno mismo. La escala está compuesta de 10 ítems (e.g., "Tengo una actitud positiva hacia mí mismo") que se responden sobre una escala likert de cuatro puntos (desde 1 totalmente en desacuerdo a 4 totalmente de acuerdo). La puntuación global oscila en un rango de 10 a 40, y las puntuaciones más elevadas se asocian a una mayor autoestima. En este estudio, la adaptación utilizada presentó una buena consistencia interna (α; = .92).
Junto a las pruebas estandarizadas se recogió información sociodemográfica (sexo y edad) de los participantes.
Diseño y procedimiento
El diseño de investigación es de tipo predictivo transversal. Los participantes fueron reclutados mediante una doble estrategia. Por una parte, y tras recabar el permiso de sus administradores, se publicaron invitaciones a participar en el estudio en diversos foros de internet relacionados con las nuevas tecnologías. Por otro lado, también se informó a alumnos de una universidad pública española de la realización del estudio solicitando su participación. En ambos casos, las solicitudes de participación contenían información sobre el estudio así como sobre su carácter voluntario, anónimo y confidencial. Las solicitudes incluían un enlace al protocolo del estudio que contenía las pruebas realizado mediante la aplicación Google Forms. Antes de comenzar a contestar las pruebas, la primera página del protocolo presentaba, de nuevo, información sobre la investigación y los sujetos debían dar su consentimiento a participar marcando un ítem creado a tal efecto. No se ofrecieron recompensas por la participación en la investigación.
El análisis de los datos se realizó mediante el programa IBM SPSS Statistics versión 26. La fiabilidad de las pruebas utilizadas fue calculada mediante el α; de Cronbach. Se analizó la normalidad de las variables a través de la prueba de Kolmogorov-Smirnov y se obtuvieron p-valores inferiores a .05 en todas ellas, lo que refleja la ausencia de normalidad. Además, se calcularon los estadísticos descriptivos y las correlaciones bivariadas rho de Spearman de las distintas variables y se estudiaron las diferencias en función del género con la prueba de la U de Mann-Whitney. Para valorar el tamaño del efecto de las diferencias entre hombres y mujeres, se utilizó la fórmula r = Z/√N (Fritz, Morris, & Richler, 2012) que se interpreta según los siguientes rangos: .1, pequeño; .3, medio; y .5 grande. Para cuantificar la capacidad predictiva de la autoestima y la soledad sobre el uso problemático del smartphone, se realizaron dos análisis de regresión jerárquica: uno para los hombres y otro para las mujeres, entrando la autoestima en el primer paso del modelo y los tres factores de la escala de soledad en el segundo paso.
RESULTADOS
En la Tabla 1, se presentan los estadísticos descriptivos, así como las diferencias entre hombres y mujeres en las variables del estudio calculadas mediante la prueba de Mann-Whitney. Como se puede observar, existen diferencias estadísticamente significativas en función del género en el nivel de uso problemático del smartphone (z = -6.80; p < .001) dado que las mujeres muestran un nivel mayor con un tamaño del efecto grande (r = .48). Asimismo, también se hallaron diferencias significativas entre hombres y mujeres en las variables autoestima (z = -2.11; p = .035), soledad romántica (z = -2.15; p = .031) y soledad social (z = -2.24; p = .025), en todos los casos con un tamaño del efecto pequeño y puntuaciones más altas entre los hombres de la muestra.
Los análisis de correlación (véase Tabla 2) muestran como para el grupo de mujeres el uso problemático del smartphone presenta correlaciones estadísticamente significativas de signo negativo con la autoestima (rho = -.21; p < .05) y la soledad social (rho = -.23; p < .05), y de signo positivo con la soledad romántica (rho = .236; p < .05). En el caso de los hombres, se hallaron correlaciones estadísticamente significativas entre el uso problemático del smartphone y la soledad romántica (rho = .230; p < .05) y la soledad social (rho = .301; p < .01).
Por último, con el objetivo de valorar la capacidad predictiva tanto de la autoestima como de la soledad sobre el uso problemático del smartphone en hombres y mujeres, se llevaron a cabo análisis de regresión jerárquica introduciendo, en el primer modelo, la autoestima y, en el segundo modelo, las tres dimensiones de soledad evaluadas (véase tabla 3). Se comprobaron los supuestos de linealidad, a través de los diagramas de dispersión parcial para cada variable independiente; normalidad de los residuos mediante la prueba de Kolmogorov-Smirnov; homocedasticidad por medio de la prueba de Levene; independencia de los residuos por medio de la prueba de Durbin-Watson y se descartó la colinealidad, comprobando los valores de inflación de varianza y los índices de tolerancia. Para los hombres, ni la autoestima ni la soledad resultaron predictores significativos del uso problemático del smartphone. En el caso de las mujeres, por un lado, la introducción de la autoestima en el primer modelo del análisis resultó significativa y explicó el 5.1% de la varianza del uso problemático del smartphone. Por otro lado, la introducción de la soledad también fue significativa, aumentando la varianza explicada en un 12.4% adicional. Así, la soledad romántica se presentó como un predictor significativo de signo positivo y la soledad social como un predictor significativo de signo negativo.
COMENTARIOS
En relación con el primer objetivo del estudio, los análisis realizados mediante la prueba U de Mann-Whitney muestran cómo las mujeres presentan, en comparación con los hombres, una puntuación significativamente superior y con un tamaño del efecto grande de uso problemático del smartphone. Este resultado es congruente con lo informado en investigaciones anteriores (Amador-Licona et al., 2019; Lee et al., 2017; Lopez-Fernandez et al., 2015; Nayak, 2018; Randler et al., 2016). La mayor probabilidad de hacer un uso excesivo del smartphone entre las mujeres podría ser provocada por el hecho de que las mujeres sientan mayor ansiedad en situaciones sociales que los hombres (Asher, Asnaani, & Aderka, 2017), por lo que podrían utilizar el smartphone con más frecuencia para establecer y mantener contactos sociales con el objetivo de reducir dicha ansiedad (Van Deursen, Bolle, Hegner, & Kommers, 2015). En relación con las diferencias de género en las variables independientes, se han encontrado diferencias estadísticamente significativas tanto en la autoestima como en la soledad romántica y familiar; en los tres casos con puntuaciones superiores, aunque con un tamaño del efecto pequeño, a favor de los hombres. La mayor autoestima encontrada en los hombres es un resultado esperable y coherente con la literatura científica. Un estudio realizado con participantes de 48 países halló que en todos ellos los hombres tenían una mayor autoestima que las mujeres (Bleidorn et al., 2016). Esta brecha de género a favor de los hombres se ha reportado en numerosos estudios con muestras muy diversas (Bachman, O'Malley, Freedman-Doan, Trzesniewski, & Donnellan, 2011; Helwig & Ruprecht, 2017; Manne-Goehler et al., 2020; McMullin & Cairney, 2004; Puskar et al., 2010). Por su parte, la mayor soledad reportada por los varones coincide con los resultados de un reciente estudio realizado con participantes de 237 países que encontró una mayor soledad percibida por parte de los hombres (Barreto et al., 2021). Sin embargo, un metaanálisis realizado por Maes, Qualter, Vanhalst, Van den Noortgate y Goossens (2019) no encontró evidencias de que existieran diferencias en el nivel de soledad en función del género.
En cuanto al segundo objetivo, las principales diferencias encontradas en los análisis de correlación radican en que, en el caso de los hombres, la autoestima no mantiene relación estadísticamente significativa con el uso problemático del smartphone mientras que en las mujeres sí. Además, la soledad social correlaciona con el uso problemático del smartphone de manera positiva entre los hombres y de manera negativa entre las mujeres.
Por último, en relación con el tercer objetivo, los análisis de regresión muestran que, en el caso de los hombres ni la autoestima ni la soledad resultaron predictores significativos mientras que, entre las mujeres la autoestima y la soledad social predicen de manera negativa parte de la varianza del uso problemático del smartphone. En otras palabras, a menor autoestima y menor soledad social percibida, mayor uso del smartphone. La soledad romántica funciona como predictor positivo, por lo que la falta de relaciones íntimas percibidas por las mujeres predice un uso excesivo del smartphone. Las mujeres utilizan sus dispositivos con una orientación básicamente social, mientras que los hombres hacen un uso más diverso que incluye la comunicación, los videojuegos, los juegos de azar, etc. (Chen et al., 2017; Lee, Chang, Lin, & Cheng, 2014; Van Deursen et al., 2015). Esto es congruente con que la soledad no funcione como predictor en el caso de los hombres y que una baja soledad social, es decir, mantener una buena red de amistades, funcione como predictor de un mayor uso del smartphone entre las mujeres. El hecho de que la falta de relaciones íntimas sentimentales sirva como predictor de la utilización problemática del smartphone podría deberse a que la falta de pareja aumente la frecuencia de comunicaciones con el grupo de amigos, ya que los compañeros sentimentales a menudo reemplazan a los amigos como principales figuras de apoyo (Larson, 1999). Que la baja autoestima prediga parte de la varianza del uso problemático del smartphone entre mujeres estaría en consonancia con lo expuesto por Billieux (2012), que encontró que aquellas personas con menor autoestima muestran preferencia por la comunicación indirecta.
A pesar de que esta investigación contribuye a aumentar el conocimiento de las variables asociadas el uso problemático del smartphone, no se encuentra exenta de limitaciones. Primeramente, al tratarse de un estudio transversal no se pueden establecer relaciones de causalidad entre las distintas variables ni evaluar la evolución de las relaciones encontradas a lo largo del tiempo, por lo que sería interesante continuar investigando en esta línea mediante estudios longitudinales. En segundo lugar, el muestreo es de tipo no probabilístico, lo que implica que hay que ser especialmente cauto a la hora de generalizar los resultados obtenidos. Por último, las pruebas utilizadas son de tipo autoinforme por lo que, a pesar de que este tipo de medidas han probado ser eficaces para evaluar el comportamiento, sería conveniente medir estas variables sobre una base conductual de cara a próximas investigaciones (Podsakoff, MacKenzie, Lee, & Podsakoff, 2003), como así también mejorar la precisión de los datos relacionados con los patrones de uso del smartphone mediante herramientas de monitorización de frecuencia y duración del uso de aplicaciones. Pese a las limitaciones comentadas, el presente estudio contribuye a un mayor entendimiento del fenómeno del uso problemático del smartphone, que ha sido calificado por la Organización Mundial de la Salud como un problema de salud pública (World Health Organization, 2015); identificando, por un lado, la autoestima y la soledad social como factores predictores negativos de este fenómeno entre las mujeres y, por el otro, la soledad romántica como un predictor positivo del uso excesivo del smartphone. Así, intervenciones centradas en aumentar la autoestima entre las mujeres podrían servir para reducir la prevalencia del uso problemático del smartphone, así como las consecuencias negativas asociadas.