Introducción
Entre los años 1950 y 1957 fueron publicados nueve magazines titulados Revista Uruguaya de Geografía (RUG) como órgano comunicacional de la Asociación de Geógrafos del Uruguay (AGU).
En la historia de la Geografía uruguaya, el año 1950 marca un hito en la configuración académica del campo disciplinar debido a la sucesión de tres episodios relevantes: la aparición de una asociación de profesionales (a fines de 1949), la creación de la Sección Geografía en el Instituto de Profesores Artigas, institución terciaria para la formación de docentes para la enseñanza media (agosto de 1950) y la emergencia de una revista científica (1950) para difundir el conocimiento producto de la investigación con base empírica. Estos constituyen evidencia más que suficiente para afirmar que fue en aquel contexto en el que se sitúa el surgimiento de la comunidad académica geográfica uruguaya. La curiosidad por saber quiénes se auto referenciaban como geógrafos, qué actividades desarrollaban asociadas a ese rol, qué geografía practicaban y en qué marco institucional se cobijaban, constituyó el punto de partida que desencadenó esta investigación.
El Uruguay entre los años 1940-1950 era un país urbano de base económica agropecuaria con una solidez financiera sustentada en la acumulación de capital como producto de las exportaciones a una Europa en guerra. Con un perfil político socialdemócrata, sus gobernantes promovieron, a través de una amplia legislación social, una redistribución del ingreso para fomentar el desarrollo de la clase media urbana y propició un florecimiento de las artes, las humanidades y las ciencias (Pesce, 2014).
Ese contexto político, social y económico fue un telón de fondo favorable para el desarrollo de comunidades académicas. Sin embargo, la creación de la Licenciatura en Geografía como institución universitaria para la formación y titulación de geógrafos fue creada en 1968, casi dos décadas después de la aparición de la AGU. Este hecho no es menor si se considera que la consolidación de una comunidad científica requiere de un marco institucional. Por tanto, indagar qué institución motivó y cobijó a la AGU fue una de las metas investigativas y, como corolario de ello, quiénes integraron la comunidad geográfica, qué actividades de investigación desarrollaban y desde qué lugar epistemológico del saber disciplinar las realizaban fueron las preguntas que sustentaron el trabajo.
En la actualidad no existe una institución denominada AGU y no se encontraron investigaciones que dieran respuestas a las preguntas que motivaron el inicio y desarrollo de este trabajo. De ahí la pertinencia de esta investigación de corte historiográfico cuya finalidad es aportar conocimientos que permitan comprender cómo se configuró el campo disciplinar, así como también entender las transformaciones paradigmáticas por las que atravesó la Geografía y sus instituciones en el Uruguay.
Aspectos teóricos
El siguiente esquema teórico permitió abordar e interpretar el objeto de estudio (Fig. 1):
Una comunidad académica puede ser definida como un conjunto de actores reunidos en torno a la investigación, enseñanza y difusión de conocimientos circunscriptos a un campo del saber disciplinar y que están insertos diacrónicamente en un ámbito institucional específico.
Girola y Zabludovsky sostienen que:
…una comunidad científica se caracteriza por la interacción de un grupo de personas en torno a la producción e intercambio de conocimientos relativos a una o más disciplinas científicas. Tales interacciones operan en el marco de un conjunto específico de reglas y valores, es decir, mediante un tipo de acción regulada por normas, y están guiadas por propósitos referidos a problemas científico-cognoscitivos, esto es, por una acción estratégica; ello supone el desarrollo de escenarios, equipamientos y lenguaje propios (acción dramatúrgica), lo cual involucra la existencia tanto de mecanismos de comunicación y entendimiento para lograr consenso (acción comunicativa), como de conflictos y luchas intra y trans-comunitarios (acción política, relaciones de poder). (1991; p.20).
Por lo tanto, para la concreción de una comunidad académica se requiere:
Un conjunto de actores que compartan el interés por la producción de conocimiento disciplinar sometido a pilares epistemológicos que son reconocidos y aceptados por sus integrantes. La condición epistémica normativa implica la aceptación de razones axiológicas y ontológicas que motivan la formulación de ejes estructurantes de la actividad investigativa, una lógica de razonamiento argumental compartida, principios metodológicos que le dan especificidad y la constitución de paradigmas sobre los que explicar/interpretar la realidad. En otras palabras, marcos paradigmáticos que agrupan y dan identidad política a los integrantes de la comunidad ya sea por cohesión o por disidencia.
Una institución como ámbito formal que da cobijo a los actores y legitimidad a su accionar a partir de la imposición de reglas y normas para la aceptación, mantenimiento y continuidad de los involucrados. Asimismo, articula las diferentes comunidades académicas disciplinares entre sí y las interconecta con otras foráneas.
La existencia de i) espacios de trabajo colectivo vinculados al ejercicio de la profesión de investigador, ii) prácticas de enseñanza para reproducir la comunidad académica y iii) instrumentos para la comunicación y la difusión de los conocimientos emergentes de la actividad de investigación y enseñanza. Dentro de estos últimos, desde la institucionalización de las disciplinas científicas en las Universidades se han desarrollado los congresos y las publicaciones. Estos dos instrumentos de comunicación, intercambio y difusión de conocimientos, no solo los convalidan en el propio seno de la comunidad académica otorgando prestigio a sus integrantes y generando vínculos asimétricos de poder cultural entre ellos, sino que también los legitiman dentro de un campo disciplinar más amplio.
Las publicaciones geográficas han antecedido a las comunidades académicas disciplinares y han tenido distintos rasgos y contenidos. Sin embargo, la consolidación de una comunidad académica disciplinar no se sostiene como tal sin la concreción de instrumentos que la convaliden. La institucionalización de la Geografía en las universidades europeas a fines del siglo XIX dio origen a la aparición de revistas especializadas editadas por departamentos disciplinares que consolidaron, fortalecieron y pusieron en interacción a las comunidades académicas (Capel, 2012).
Por tanto, proponerse rastrear los orígenes de una comunidad académica en un contexto espacial/temporal determinado no puede distanciarse del abordaje de los instrumentos de comunicación, difusión e intercambio creados por los actores involucrados para legitimarse científicamente. Este enunciado da origen y formaliza esta investigación.
El problema que se pretendió resolver es conocer el contexto histórico e institucional desde el que emergió la AGU, las causas que motivaron el agrupamiento y conformación de esa comunidad académica, indagar quiénes fueron los actores intervinientes, cuáles fueron las motivaciones por las que se agruparon y develar las razones epistemológicas que la sostuvieron y consolidaron.
Las preguntas que se formularon fueron: ¿Cuáles fueron las circunstancias históricas e institucionales que motivaron a un grupo de intelectuales uruguayos a crear la AGU? ¿Qué alcances tenía la condición de geógrafo de los actores que se nuclearon y quiénes fueron? ¿Qué requisitos acordaron para integrarse? ¿Cuáles fueron los instrumentos que se dieron para comunicar los conocimientos geográficos producidos? Y en particular, ¿qué características tuvo la RUG y qué devela sobre las razones epistemológicas que motivó y sostuvo a la AGU?
Como objetivo general se propuso investigar los orígenes de la AGU develando las causas históricas que motivaron su creación, los fundamentos que la sostuvieron como comunidad académica y los instrumentos de legitimación interna y externa.
En tanto que como objetivos específicos se procuró:
Indagar el contexto histórico e institucional que viabilizó la concreción de la AGU.
Interpretar las razones que indujeron a la creación de la AGU y develar quiénes fueron los actores fundacionales y los requisitos académicos que acordaron para su integración y permanencia.
Averiguar los instrumentos de comunicación y difusión que fueron creados para legitimar la AGU y a sus integrantes y rastrear los vínculos de colaboración interinstitucional nacional y con el extranjero.
Identificar los fundamentos epistemológicos que sostuvieron la AGU y las fuentes científicas que inspiraron a sus integrantes.
Aspectos metodológicos
Se utilizaron estrategias cualitativas que permiten el abordaje del fenómeno a estudiar de manera flexible, poco estructurada, con colecta de datos a partir de observaciones o de expresión oral y escrita y su interpretación.
El descubrimiento, formulación y verificación de teoría se produce a través de la interpretación de los datos recogidos, por lo que los conceptos teóricos se van construyendo durante el proceso de análisis de los datos (Forni et al., 1993).
La unidad de análisis es la AGU en el período 1950-1960, década en que se constituyó y consolidó como comunidad académica disciplinar en el país en su primera expresión histórica.
Por ser un trabajo de investigación histórica de corte cualitativo interpretativo, las unidades de recolección principales están constituidas por la primera colección de las RUG, ya que fueron el principal instrumento de comunicación, difusión y legitimación de la AGU. Se considera que
... los textos no son objetivos, y fueron construidos con propósitos específicos en contextos sociales, económicos, históricos, culturales y situacionales. Como discurso, un texto guarda ciertas convenciones en su estructura y es portador de múltiples significados. Los investigadores deben abordar los textos como fuente primaria de información en su contexto, y pueden comparar estilos, contenidos, direcciones y presentaciones del material. (Charmaz, 2008).
Desde este lugar se procedió a encontrar evidencia empírica y construir núcleos de sentido que permitieran ir respondiendo las preguntas indagatorias.
Las unidades de recolección constan de nueve piezas documentales datadas entre el año 1950 y 1957 con una aparición periódica variable, (Tabla 1).
A los efectos de este trabajo, las estrategias metodológicas para la interpretación y el análisis de la información son: el análisis crítico del discurso y el análisis histórico.
El análisis crítico del discurso se efectúa sobre la base de información obtenida de los documentos escritos, como unidades de recolección de evidencia empírica, con el fin depoder definir conceptos teóricos que se van construyendo en el propio proceso de análisis de la información.
Esta estrategia metodológica considera el lenguaje como una forma de práctica social (Fairclough, 2008), por lo que es un tipo de análisis de texto que parte de considerar el contexto en el que se produjo el discurso y develar las finalidades ideológicas y políticas que subyacen en su producción. A su vez, Fairclough reconoce que no hay texto sin contexto y no hay contexto sin control social, proponiendo que ese axioma metodológico debe servir para que el investigador pueda comprender los aspectos explícitos e implícitos en los textos que está analizando. Desde esta perspectiva es que se pretendió articular la saga de revistas, los actores sociales intervinientes en la práctica discursiva a partir de la producción de los textos publicados, así como develar a través de los prólogos las intencionalidades políticas y culturales implícitas y su esperada repercusión social y científica (Pesce, 2014).
Para el análisis histórico, se recurre al método de reconstrucción histórica al analizar los objetivos, finalidades, intencionalidades y contenidos que aparecen en las fuentes documentales, enmarcados en sus contextos temporales y espaciales (Pesce, 2014).
Charmaz (2008) propuso una serie de interrogantes a considerar para una interpretación de las fuentes documentales que son históricas. Estas preguntas orientan el abordaje de las RUG, principalmente las notas editoriales, los prólogos y las comunicaciones a los lectores.
Resultados obtenidos
La fundación de la AGU: en la búsqueda de la institucionalidad
La fundación de la AGU se produjo a fines de noviembre de 1949 en el local de la Escuela de Profesores del Instituto de Estudios Superiores (IES) con el fin de sentar las bases para la consolidaciónde una comunidad académica quepermitiera el desarrollo de la ciencia geográfica y definir el escenario institucional desde donde forjar el campo disciplinar.
El IES había sido fundado en 1929 (reconocido y subvencionado por el estado uruguayo desde 1932) con la finalidad de abordar el estudio y la investigación en disciplinas humanísticas, artísticas y científicas extraprofesionales (Pesce, 2014), con miras a convertirse en un instituto de producción de saberes y de cultura superior:
Quienes lo formamos, estamos unidos por el interés de ofrecer ocasiones a aquellos que deseen acrecentar el acervo de cualquier rama del saber o divulgar conocimientos de jerarquía, tanto en ciencia como en arte, con la condición de eludir toda polémica o todo acto proselitista que pudieran atentar contra la serenidad necesaria al estudio fecundo. (Williman, 1958; p.260).
Jorge Chebataroff1, desde el lugar institucional que ocupaba como director de la sección de Geografía y Geomorfología del IES, fue electo como primer presidente de la AGU, cuyas finalidades fueron:
… aunar los esfuerzos en bien del progreso de la ciencia geográfica y de su enseñanza, trabajar con tesón para ampliar el conocimiento geográfico del Uruguay, difundir los resultados de observaciones y experiencias, orientar en lo posible y de acuerdo con las nuevas concepciones la enseñanza moderna de la Geografía, ayudar a los profesores y maestros en su difícil tarea de hacer conocer al pueblo la realidad geográfica, estrechar los vínculos entre nuestros geógrafos y los de otros países. (RUG, nº1, 1950; p.7).
Las metas establecidas para echar a andar la AGU ilustran claramente la pretendida coordinación entre investigación, enseñanza, extensión e interrelación exógena, pilares que sustentan a una comunidad académica.
La perspectiva de consolidar el campo disciplinar requería necesariamente forjar masa crítica profesional, por lo que Chebataroff pretendió crear un programa de formación sistemático de profesores en el seno del IES diseñando la Escuela de Profesores de Geografía, un espacio académico semejante a la Escuela de Profesores de Lengua y Literatura española que ya existía en el seno del IES y que en Uruguay fue la primera experiencia sistematizada en la formación de docentes a través de un programa de tres años con sus primeros nueve titulados hacia 1949 (Pesce, 2014). La Escuela de Profesores planificaba la apertura del profesorado de Ciencias Geográficas para el año 1950, episodio que nunca se concretó por la creación legal del Instituto de Profesores Artigas (IPA) en el año 1949, institución a la que se delegó la responsabilidad de formar docentes para la enseñanza media.
La formación de profesores para la enseñanza media era una aspiración planteada desde la década de 1930 por quienes ejercían la enseñanza secundaria y preuniversitaria en el país, por entender necesaria la profesionalización del rol. Desde distintos colectivos docentes como las Asambleas Técnicas y la Asociación de Profesores se proponía que un programa para la formación de profesores debía contemplar una sólida formación en el campo disciplinar específico, en pedagogía y ciencias de la educación, encultura general y en didáctica/práctica preprofesional (Klein, 2012). Estos constituyeron definitivamente los pilares fundacionales que le han dado singularidad a la formación de profesores en el Uruguay (Pesce, 2014).
En el IPA la formación cultural disciplinaria y la didáctica se organizaron institucionalmente en torno a Secciones Académicas en las que se nuclearon las actividades de enseñanza, de perfeccionamiento, investigación y extensión, propias de una institución terciaria. Se crearon dieciséis secciones académicas que fueron coincidentes con las asignaturas del plan de estudios de Enseñanza Secundaria a las que se agregó una de especialización del magisterio, la Sección de Ciencias de la Educación (Pesce, 2014).
Al igual que en el resto de las Secciones Académicas, el mandato fundacional establecía que los docentes seleccionados para desempeñarse como Profesores Titulares del Departamento de Geografía del IPA debían (Pesce, 2014):
Dictar los cursos del plan de estudios que contribuyeran con la formación técnica y didáctica de los estudiantes.
Organizar seminarios, cursillos y eventos para el mejoramiento del personal docente de enseñanza secundaria en ejercicio.
Efectuar investigaciones relacionadas con la enseñanza de la materia en el nivel medio.
Publicar ensayos o investigaciones científicas para dar a conocer las actividades del Instituto.
En el caso particular de Ciencias Geográficas, al igual que otras secciones en las que la disciplina científica no contaba con carrera equivalente en la Facultad de Humanidades y Ciencias o no tenían afinidad disciplinar con carreras de profesiones universitarias, también se introdujo como cometido la investigación básica.
La creación en 1951 de la Sección de Ciencias Geográficas en el IPA ofreció un espacio académico que posibilitó el nucleamiento de docentes interesados en la actividad de investigación. En ese contexto institucional, la producción del conocimiento disciplinar estaba vinculada a la intención de nutrir con investigaciones científicas la actividad de enseñanza y desde allí efectuar la debida divulgación del conocimiento creado. La institucionalidad que viabilizara la existencia y el desarrollo de la AGU encontró allí un espacio para su oficialización al tiempo que se forjó desde ese lugar el campo disciplinar bajo el indiscutido liderazgo científico de Chebataroff (Pesce, 2014).
Por tanto, la aspiración primaria de fundar una asociación de geógrafos que permitiera consolidar la comunidad académica disciplinar con la creación de una escuela de profesores en el IES se vio oportunamente concretada con la fundación parlamentaria del IPA en 1949. La propuesta curricular diseñada para la Escuela de Profesores de Geografía del IES fue enriquecida con el plan de estudios que se construyó a lo largo del año 1950 para el IPA y del que Chebataroff fue uno de sus mentores.
En síntesis, al año 1950 existían tres instituciones que albergaban espacios académicos para el desarrollo de la Geografía: el departamento de Geografía en el IES, la cátedra de Geografía Física y Biogeografía en la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHC)2 de la Universidad de la Republica y la Sección de Ciencias Geográficas del IPA como el lugar más relevante por el nucleamiento continuo docente y estudiantil.
¿Quiénes integraban la AGU? ¿Qué actividades los nucleaban?
En el primer número de la revista de la AGU, en un apartado informativo a los lectores sobre la creación de la asociación, se formuló el mismo interrogante que en esta investigación:
¿Quiénes son los geógrafos fundadores? ¿Qué títulos acreditaban su calidad de tales? ... Son estas preguntas que resulta ocioso contestar. Una persona puede licenciarse o doctorarse en Geografía, pero no con eso adquiere título de geógrafo. Debe realizar algo útil en bien de la Geografía, aportar un grano de arena a esa inmensa playa que se llama ciencia geográfica. Humboldt mismo no se doctoró en Geografía y sin embargo fue uno de los más grandes geógrafos de todos los tiempos. (RUG, nº1, 1950; p.7).
Para 1950 no existían instituciones que otorgaran titulaciones vinculadas al campo de la Geografía. Tampoco vivían y trabajaban profesionalmente en el país doctores en Geografía procedentes de Europa o de otros lugares del mundo occidental. La primera cohorte de estudiantes ingresó al IPA en 1951 y los primeros egresados como profesores de Ciencias Geográficas se graduaron en 1955, luego de cuatro años de formación teórica y práctica. Entre 1954 y 1967 egresaron de la especialidad Ciencias Geográficas setenta y cuatro profesores, un promedio de cinco docentes por año (Pesce, 2014).
Con respecto a la formación profesional de geógrafos, el primer titulado como Licenciado en Ciencias Geográficas fue el Prof. Jorge Chebataroff, quien recibió el certificado ad honorem otorgado por el Consejo de la FHC en 1968. Por tanto, el período considerado no incluye a ningún geógrafo universitario.
La distinción entre la certificación y la práctica profesional de oficio está latente en la pregunta formulada para definir quiénes eran los geógrafos para la AGU. Esta fue una discusión que se desarrolló en Uruguay al menos en toda la década 1940-1950. Fue un debate de carácter epistemológico entre quienes concebían la investigación, la enseñanza y la extensión como actividades de puro goce intelectual y fertilizantes del espíritu humano, tal como bregaban los estatutos fundacionales del IES y los de las cátedras de la FHC; y quienes entendían que esas actividades debían ser profesionalizadas a partir de certificaciones logradas por el cursado sistemático de programas de formación, como el caso del IPA. Estos modelos antagónicos han sido simbolizados en la sociedad uruguaya a partir de dos grandes intelectuales del período y dos instituciones fundadas en esa década. El Dr. Carlos Vaz Ferreira (1872-1958), abogado, filósofo, profesor, precursor de la FHC, y el Dr. Antonio Grompone (1893-1965), abogado, pedagogo y profesor, impulsor del IPA.
Por tanto, los veinte miembros fundadores de la AGU e integrantes de la Comisión Directiva eran geógrafos de oficio: investigativo, pedagógico o castrense3.
Las actividades que los nucleaban fueron descritas en el prólogo de la primera revista:
Es por esta razón que la Asociación de Geógrafos del Uruguay se empeña desde el primer día de su fundación en difundir en la forma más amplia posible los resultados de observaciones, experiencias e investigaciones geográficas por todo el ámbito del territorio nacional. (RUG, n°1, 1950; p.5).
Sin dudas, los dos investigadores más destacados en el subcampo de la Geografía Física eran Chebataroff y Pochintesta, presidente y secretario de la AGU respectivamente.
Esto puede corroborarse a partir de su asistencia a la asamblea anual de socios de la Associação dos Geógrafos Brasileiros (AGB). Las tesis presentadas fueron aprobadas y recomendadas para la publicación en los anales de la AGB: de Chebataroff, “Vegetación halófita de la costa uruguaya” (Relator: Francis Ruellan) y de Pochintesta “Bases geológicas del relieve uruguayo” (Relator: Octavio Barbosa).
Durante los diversos actos realizados en Bello Horizonte hizo uso de la palabra el Prof. J. Chebataroff, destacando la estrecha solidaridad que reina entre el Brasil y el Uruguay, y bregó por la Creación de una Federación de Geógrafos Suramericanos, propuesta que fue aceptada en principio. (...) Nuestros dos delegados representaron también en la Asamblea al Consejo de Enseñanza Secundaria, y el profesor J. Chebataroff llevó además la representación de la Facultad de Humanidades y Ciencias. (RUG, nº1, 1950, p.16).
Hacia 1950, Chebataroff contaba con publicaciones que dan cuenta de su profunda actividad investigativa: 15 artículos científicos en el campo de la Biogeografía, 10 en el campo de la Geomorfología, 5 sobre Geografía del Uruguay y 5 libros de texto en coautoría para la Enseñanza Secundaria (Domínguez et al., 2004). Sin dudas su perfil académico profesional lo posicionaba claramente no solo como el más erudito de la Ciencia Geográfica uruguaya, sino también el docente y comunicador más reconocido a nivel nacional e incluso regional.
La AGU fue el nodo articulador y núcleo institucional de quienes cultivaban la geografía como profesión técnica (militares), como práctica investigativa (geógrafos), como actividad pedagógica (docentes) y por amor telúrico (intelectuales, políticos, viajeros). Por ejemplo, nótese la comunicación del siguiente evento:
Importancia de las proyecciones luminosas en la enseñanza de las Ciencias Geográficas. Conferencia dictada el día 9 de octubre de 1950 en el Instituto Normal, bajo los auspicios del Instituto de Estudios Superiores y la Asociación de Geógrafosdel Uruguay. (RUG nº3,1975, p.45).
En la comunicación se muestra la sinergia entre las instituciones auspiciantes para la promoción del saber geográfico, en este caso desde la perspectiva pedagógica.
La Revista Uruguaya de Geografía
La saga de nueve revistas publicadas entre 1950 y 1957 constituyó el órgano de comunicación, difusión e intercambio de la AGU. En 1950 tuvo una tirada trimestral a partir de marzo, mes en el que apareció el primer número. Sin embargo, las publicaciones se fueron espaciando en el tiempo, convirtiéndose en cuatrimestrales en 1951, en bianuales a partir de 1953, hasta su interrupción en 1957. La temporalidad alternada descrita es indicativa de dos factores: uno de tipo académico, por la imposibilidad de sostener con investigaciones una revista de alcance trimestral/cuatrimestral en una comunidad científica tan restringida y en las que la actividad investigativa era económicamente auto sustentada. Pero también económica, por los costos de impresión. Sin embargo, las funciones que le dieron sentido tuvieron una importante repercusión.
En el prólogo del primer número, la Comisión Directiva de la AGU estableció las finalidades de la revista:
dar a conocerlos resultados de la investigación científicaen el campo de la Geografía, tratar temas de didáctica de la Geografía tanto en secundaria como en primaria, fomentar estudios geográficos en el territorio nacional y ofrecer periódicamente comentarios bibliográficos de las obras útiles para el geógrafo, el profesor de Geografía y los aficionados a esta ciencia. (RUG, n°1, 1950; p.5-6).
El hecho de contar con un órgano oficial de comunicación que fuera portavoz del pensar y el hacer de los geógrafos uruguayos fue una cuestión polifuncional y muy propia de las comunidades académicas incipientes como la AGU:
Difundir la investigación como forma de extensión y comunicación de resultados, pero también como certificación, en un contexto institucional académico que comenzaba a requerir méritos para el acceso formal a los cargos. Por tanto, contar con un espacio en donde publicar artículos científicos resultaba pertinente como mecanismo de calibrar la idoneidad y competencia académica.
Convalidar el saber académico producido a partir de compartirlo con investigadores pares, integrantes de otras comunidades académicas regionales e internacionales y evitar así la endogamia científica. Esta es una condición sine qua non en el hacer ciencia.
Fomentar el intercambio y así poder acceder al estado del arte de la disciplinaal tomar contacto con publicaciones similares que motivaran la generación de nuevos objetos de investigación y, al mismo tiempo, ir detectando la conformación y liderazgos académicos.
En general, en las revistas es posible encontrar:
Impresa en la tapa frontal, además de las referencias institucionales, una fotografía de un paisaje geográfico natural correspondiente a una salida de campo asociada a una de las investigaciones científicas publicadas.
Un total de 45 artículos4 divididos en: investigaciones (28), monografías (2), reseñas bibliográficas (3), comunicaciones institucionales (9) y otros (3).
Las siguientes subsecciones de investigaciones y ensayos disciplinares: geografía física (19), epistemología (3), didáctica (3), geografía humana (2) y geografía económica (1).
Se hace evidente el perfil disciplinar de la Geografía practicada, centrado principalmente en investigaciones asociadas a la geología, la geomorfología, la biogeografía, todas ellas comprendidas dentro de la perspectiva naturalista de la Geografía Física, enmarcada en el paradigma regionalista clásico de la Escuela Francesa Vidaliana.
El paradigma geográfico cultivado
En la década de 1940 comenzó a producirse la renovación paradigmática y metodológica de la Geografía uruguaya a partir de la emergencia y consolidación del método investigativo y didáctico aportado por el análisis geográfico regional, que sustituyó la Geografía Integral instalada por el Prof. Elzear Giuffra a partir de 1930 (Achkar, Domínguez y Pesce, 2011).
La renovación se produjo en el seno de las instituciones que cobijaban espacios académicos para el desarrollo de la disciplina: la sección de Geomorfología y Geografía del IES, el Departamento de Geografía del IPA y la Cátedra de Geografía Física y Biogeografía de la FHC. El hilo institucional conductor fue la figura de Chebataroff, como responsable y líder académico indiscutido en la AGU. El hilo paradigmático conductor fue el aportado por la Geografía Regional clásica que orientó las actividades de investigación, docencia y extensión. La RUG fue vocera de esa incipiente comunidad académica centralizada en Chebataroff.
Estas instituciones sirvieron de espacio para la difusión de las investigaciones y del conocimiento empírico del territorio nacional descrito y cartografiado por Chebataroff a través de los cursos de cátedra libre, los cursillos de verano y el dictado de conferencias en ambas instituciones. Por ejemplo, se comunicaba en la RUG que “En el Laboratorio de Geografía Física y Biológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias, y con la colaboración de laAsociación de Geógrafos del Uruguay, se realizaron dos ciclos de conferencias” (RUG, nº8, 1955: p.3).
La definición de Geografía, la delimitaciónde su objeto y método, así como la importancia asignada a los tipos de regiones, fueron los temas que ocuparon a Chebataroff durante más de dos décadas, en consonancia con las discusiones que estaban ocurriendo en el plano académico internacional de la época.
Como detractor de quienes pretendían diluir los estudios geográficos y gran defensor de la objetividad y pureza de las ciencias, enmarcó dentro de ellas a la Geografía:
… la ciencia geográfica se ha confundido con la sociología o con la geología, perdiendo parte de su crédito, hasta el punto de que algunos han negado su existencia como ciencia (…) pero pese a la aparente anarquía reinante con relación a la delimitación exacta del campo y de los objetivos de la Geografía, esta disciplina existe, es efectiva y útil. (Chebataroff, 1956; p.131).
Estuvo embebido hasta fines de la década de los años 1970 de los aportes realizados por la Escuela Geográfica Francesa y sus investigaciones se centraron en la búsqueda de aquellos rasgos distintivos que permitieran individualizar en los paisajes geográficos superficies homogéneas o con relativa homogeneidad en función de las formas del relieve. Esta línea de investigación constituyó el fundamento esencial para la determinación de las regiones naturales, uno de los objetivos de las Ciencias Geográficas para el autor y que impulsó en el seno de la AGU, al igual que promovió la elaboración de monografías regionales (Achkar, Domínguez y Pesce, 2011).
La Asociación de Geógrafos del Uruguay (...) se halla empeñada en llevar adelante esta obra de intensificación de los trabajos geográficos, tendiendo a la publicación de las monografías locales para que estas puedan servir de base para la realización futura de una geografía general del país, fundamentada en las bases seguras de la observación y la documentación seria. (RUG, nº5, 1951; p.3).
La delimitación y caracterización de los sectores geomorfológicos del Uruguay constituyó uno de los principales ejes estructurantes que orientaron la producción académica del autor y cuyos resultados investigativos pueden descubrirse tanto en los artículos científicos, como en los libros de texto publicados a lo largo de tres décadas, desde la aparición del artículo “Rasgos geomorfológicos del territorio uruguayo" (RUG, nº5, 1951; pp.5-28), que puede considerarse fundante en el pensamiento del autor y en la doctrina epistemológica de la AGU.
La delimitación de las regiones fue entendida como uno de los principales fines de esta ciencia, ya que “la Geografía Regional, que es la Geografía por excelencia, es más analítica y se preocupa más de las características propias de cada lugar, de cada unidad de área” (Chebataroff, 1963; p.5), reconociendo así el carácter ideográfico de la Geografía y que para nada la deslegitimaba como ciencia objetiva.
El abordaje metodológico a partir de la observación minuciosa y detallada del Paisaje Geográfico, la localización y descripción de las formas de relieve dominante, de las asociaciones vegetales y la explicación de la evolución cíclica del relieve, conformaba según Chebataroff, el mecanismo que científicamente permitía identificar y comparar las diferencias de configuración natural de la superficie terrestre y coordinar y agrupar superficies con morfología similares y de esa manera arribar a la diferenciación regional (Pesce, 2014; 2015). La delimitación y caracterización de las regiones naturales constituía la esencia de la labor geográfica, ya que se transformaba en el mecanismo de detección de todas las oportunidades que las diversidades del medio físico proporcionaban a los hombres para que estos, como agentes activos, tomaran partido en el uso de los recursos naturales (Pesce, 2014).
Deben destacarse, además, los aportes en la construcción coherente y sistemática de un discurso geográfico escolar que acompañó en sus clases de Geología, Geografía Física, Geografía Regional y Geografía del Uruguay en el IPA desde donde fue conformando una comunidad de geógrafos de fuerte tradición vidaliana que perduró hasta fines del siglo XX.
Su labor, además tuvo una proyección internacional sostenida a partir de los vínculos con actores e instituciones académicas extranjeras. Entre los factores externos que impulsaron la creación y continuidad de la AGU, se encuentra la Associação dos Geógrafos Brasileiros, que desde el nombre expresa una clara inspiración, con cuyos geógrafos y universidades tuvieron comunicación fluida5.
Por ejemplo, a propósito de la realización de la sexta asamblea de la AGB, en 1951, la AGU comunicaba:
Fueron presentados en esa reunión numerosos trabajos que fueron discutidos detalladamente, figurando entre ellos uno del actual presidente de nuestra Asociación (…). También fueron elegidos nuevos miembros efectivos, entre ellos el presidente de nuestra asociación, profesor Jorge Chebataroff, (...). La designación de un integrante de nuestra Asociación como miembro de la entidad similar brasilera, estrechará seguramente los vínculos entre los investigadores brasileros y uruguayos, ocurriendo algo análogo respecto a los colegas argentinos, ya que en reciente visita realizada por el presidente de nuestra asociación a la Argentina, el profesor Federico Daus manifestó que vería con agrado un estrechamiento de vínculos y una mayor cooperación entre los geógrafos argentinos y uruguayos. (RUG, nº6, 1952; p.5).
Conclusiones
La creación de la Sección de Ciencias Geográficas en el IPA ofreció un espacio académico que posibilitó el nucleamiento de docentes interesados en la actividad de investigación en esa materia (Pesce, 2014). En ese contexto institucional, la producción del conocimiento disciplinar estuvo vinculada a la intención de nutrir con investigaciones científicas la actividad de enseñanza y desde allí efectuar la debida divulgación de conocimiento creado.
Esta particularidad, dada la génesis institucionalizada de la disciplina geográfica en función de la formación docente, no es novedosa, pues ello había ocurrido en las universidades europeas en el siglo XIX (Capel, 2012).
Al decir de Rhein (1982) la función principal de la Geografía en ese contexto fue la formación de profesores, y la autora explica cómo ese imperativo pedagógico fue el que articuló la docencia y dejó poco o casi ningún margen para investigaciones especulativas. En Uruguay la investigación especulativa entre 1950 y 1960 estuvo centrada en intentos de regionalización física del territorio: a nivel geológico, geomorfológico y biogeográfico, centradas en las figuras de Chebataroff y Pochintesta a quienes se fueron sumando otros reconocidos geógrafos a mitad de los años 1950, como Ignacio Martínez Rodríguez en estudios regionales, Pablo Fierro Vignoli en Geografía Humana y Económica y Juanita González en Didáctica.
La aparición de la RUG es un eslabón más en la configuración académica del campo disciplinar como órgano de difusión epistemológica de la AGU.
Lo más relevante a destacar es cómo durante el período que abarcó esta investigación, se fue forjando la real configuración del campo disciplinar geográfico en torno a la figura de Chebataroff, quien introdujo el paradigma posibilista de la Escuela Regionalista Francesa como marco teórico referencial para desarrollar la investigación y la docencia geográfica en el IPA (Achkar, Domínguez y Pesce, 2011). Desde allí y a lo largo de tres décadas formó en los principios teóricos y metodológicos de la Geografía Regional a sucesivas generaciones de docentes de la materia para la Enseñanza Secundaria uruguaya y a partir de la creación de la Licenciatura en Geografía a profesionales geógrafos. La AGU y la RUG contribuyeron a consolidar y proyectar internacionalmente el campo disciplinar nacional bajo la hegemonía intelectual y científica de Chebataroff (Achkar, Domínguez y Pesce, 2011; Pesce, 2014).
También Chebataroff contribuyó en la innovación del discurso geográfico escolar y del método didáctico a partir de una profusa producción de textos, tanto para el nivel primario como secundario, la difusión de artículos en prensa y publicaciones didácticas periódicas para apoyar el aprendizaje geográfico de los estudiantes (Pesce, 2014). Todos estos factores incidieron en una renovación del discurso y del método didáctico geográfico que perduró hasta fines del siglo XX.