INTRODUCCIÓN
Las áreas protegidas son la mejor herramienta para implementar estrategias de desarrollo sostenible, pues no sólo consideran la dimensión ecológico-ambiental del espacio geográfico (Baral, Stern & Bhattarai, 2008; Bello, Carr & Lovelock, 2016; Platania & Rizzo, 2018), sino que también crean oportunidades para favorecer el crecimiento económico de las comunidades (Murphy, Campbell & Drew, 2018; Leung, Spenceley, Hvenegaard & Buckley, 2019; Platania & Rizzo, 2018). A este respecto, cabe resaltar que los recursos naturales que albergan las áreas protegidas son un importante factor de atracción de la demanda turística, la cual los requiere para su uso y disfrute (León, de León Ledesma & Niño Martínez, 2016). En consecuencia, el ecoturismo, segmento turístico en auge a nivel mundial (Carvache-Franco, Segarra-Oña & Carrascosa-López, 2019; Das & Chatterjee, 2015), ha emergido como un importante motor de autofinanciación de las áreas protegidas (Cheung & Jim, 2014; Maciejewski & Kerley, 2014; Murphy et al., 2018).
Si bien es cierto que el ecoturismo tiene el potencial de ofrecer intereses mutuos en el desarrollo económico y la conservación de la naturaleza (Baral et al., 2008; Drumm & Moore, 2005; Higham, 2007; Higham, Bejder & Williams, 2014) no debe enfocarse simplemente en admirar y disfrutar del paisaje, su biodiversidad y cultura (Ceballos-Lascuráin, 1987), sino que debe proporcionar un beneficio neto (Higham et al., 2014) en todas sus dimensiones. En otras palabras, el ecoturismo en sus diversas formas debe contribuir a proteger la biodiversidad y los hábitats donde se desarrolla; ofrecer experiencias satisfactorias y de aprendizaje; instar a un menor consumo de recursos no renovables; mitigar el daño ambiental; sostener el bienestar de la sociedad; ser inclusivo a nivel de la comunidad local; e implicar a todos los stakeholders en acciones responsables (Beaumont, 2001; Blamey, 2001; Buckley, 1994; Butler & Hinch, 1996; Hall & Boyd, 2003; Higham, 2007; Higham et al., 2014; Orams, 1995; Wight, 1993).
Concretamente, la observación de aves, como nicho del mercado ecoturístico, se configura como una de las actividades de mayor crecimiento a nivel mundial, la cual es practicada por más de 48 millones de estadounidenses y alrededor de 20 millones de británicos (BirdLife International, 2012; Maldonado et al., 2018). Asimismo, se define como una adecuada alternativa a la generación de ingresos en las áreas protegidas, el sector privado y las comunidades locales de terceros países (Glowinski, 2008).
Colombia es el primer país en biodiversidad por metro cuadrado (Ospina, Mora & Romero, 2013), el que mayor cantidad de especies de aves alberga a escala mundial (Maldonado et al., 2018; Mapama, 2010; Ocampo-Penuela & Winton, 2017) y una de las naciones con mayor número de comunidades indígenas en Latinoamérica (CEPAL, 2014; Mincultura, 2018 https://ayudaenaccion.org/ong/blog/america-latina/comunidades-indigenas-colombia/). Gracias a estas particularidades, el país cuenta con 59 áreas protegidas, 23 de ellas abiertas al ecoturismo comunitario (Subdirección de Sostenibilidad y Negocios Ambientales, 2017) y al menos 25 donde se promueve la observación de aves (Maldonado et al., 2018). Asimismo, la industria turística colombiana ha sufrido un crecimiento importante en los últimos 15 años gracias al acuerdo de paz firmado (Menchero Sánchez, 2018; Serrano, Restrepo & Garrido, 2018; Rodríguez, 2018), así como a la apuesta del gobierno por el ecoturismo como alternativa de desarrollo sostenible y como producto diversificador de la oferta económica (Minambiente, 2003; Sierra, Acosta & Sierra, 2011). No obstante, y en el marco del turismo de observación de aves, el país se encuentra en un estado inicial de desarrollo y consolidación (Mora & Ramírez, 2019).
Este estudio se lleva a cabo en el Santuario de Fauna y Flora Los Flamencos, área protegida del norte del Caribe colombiano. El objetivo se centra en determinar la disposición del turista que visita espacios naturales protegidos a pagar por una tasa de acceso que contribuya a la conservación y mejora de los recursos ecoturísticos de estos espacios. Asimismo, el estudio analiza las percepciones y la satisfacción de los turistas que visitan el Santuario; aspectos que contribuyen a garantizar el éxito de la gestión del área protegida y la sostenibilidad a largo plazo del ecoturismo en el destino (Bhalla & Bhattacharya, 2019; Castellanos-Verdugo, Vega-Vázquez, Oviedo-García & Orgaz-Agüera, 2016; Cheung & Jim, 2014; Moyle et al., 2017).
LA VALORACIÓN CONTINGENTE APLICADA AL ESTUDIO DEL ECOTURISMO EN ÁREAS PROTEGIDAS
Analizar el impacto económico de un espacio natural protegido a partir de vehículos de pago como las tarifas de acceso, permite capturar los beneficios totales del ecoturismo en el espacio y definir los costes necesarios para la gestión eficiente del mismo (Baral et al., 2008; Dharmaratne et al., 2000; Eagles, 2002; Iranah, Lal, Wolde & Burli, 2018; Leung et al., 2019; Nuva, Shamsudin, Radm & Shuib, 2009; Schuhmann et al., 2019).
El Método de Valoración Contingente (en adelante, MVC) se presenta como el método más ampliamente utilizado para valorar la recreación, los bienes y servicios, así como otros beneficios percibidos en las áreas protegidas (Álvarez & Larkin, 2010; Baral et al., 2008; Cheung & Jim, 2014; Maciejewski & Kerley, 2014; Maldonado et al., 2018; Nuva et al., 2009; Pengwei & Linsheng, 2018; Platania & Rizzo, 2018; Samdin, 2008; Schuhmann et al., 2019). Tal y como se ha manifestado en la literatura, el MVC es una herramienta de preferencias declaradas que permite asignar valor monetario a los bienes y servicios ambientales para los cuales los precios de mercado pueden no existir, mediante la creación de un mercado hipotético mejor del actual (Barbier et al., 1997; Iranah et al., 2018; Nuva et al., 2009). A través de encuestas, las personas expresan su Disposición a Pagar (en adelante, DAP) por los cambios en la cantidad o calidad de esos bienes o servicios (Iranah et al., 2018; Maldonado et al., 2018; Mitchell & Carson, 1989; Lindsey, Alexander, Du Toit & Mills, 2005; Nuva et al., 2009; Maciejewski & Kerley, 2014; Platania & Rizzo, 2018); es decir, expresan la cantidad máxima que no sólo están dispuestos a renunciar de sus ingresos, sino dispuestos a pagar para obtener un beneficio (Nuva et al., 2009; Samdin, 2008).
La principal ventaja de este método es que permite hacer frente al problema de la información limitada sobre el precio, los costes y el valor de uso y no uso de los recursos naturales, especialmente en áreas protegidas abiertas al ecoturismo (Bakar, Radam, Samdin & Yacob, 2016; Nuva et al., 2009; Pengwei & Linsheng, 2018). Por su parte, este método también ayuda a predecir el impacto de las decisiones sobre la gestión de estos espacios naturales protegidos (Maciejewski & Kerley, 2014; Nuva et al., 2009) y a optimizar los ingresos por el acceso y uso de los mismos (Baral et al., 2008), lo que redunda en un incremento del apoyo financiero a la conservación de los recursos que alberga (Schuhmann et al., 2019). No obstante, este método presenta el reto de describir los recursos a valorar de manera realista, de tal forma que el encuestado pueda identificar y tomar una decisión razonada sobre el pago apropiado de tales recursos (Peters & Hawkins, 2009). La literatura resalta la existencia de sesgos asociados a la naturaleza hipotética de estos escenarios que conducen a discrepancias entre el valor que declaran y piensan los encuestados; a exagerar su disposición a pagar; a intentar cumplir lo que el encuestado percibe como las expectativas del entrevistador; o a usar el valor que están dispuestos a pagar para hacer una declaración política en contra de la implementación de tarifas, entre otras cuestiones (Baral et al., 2008; Gelcich et al., 2013; Mitchell & Carson, 1989; Murphy et al., 2018; Platania & Rizzo, 2018; Roberts, Jones, Seidl, Ek & Smith, 2017). Si bien estos sesgos no se pueden eliminar por completo, sí se pueden controlar (Gelcich et al., 2013).
Uno de los vehículos de pago más utilizados para determinar el valor de los bienes y servicios de las áreas protegidas es la disposición del consumidor a pagar por una tasa de entrada, o por el incremento de una existente, para acceder al espacio. El cobro de tarifas de entrada a las áreas protegidas combina la oportunidad de ofrecer una visita atractiva del espacio para el ecoturismo y, por tanto, de proporcionar satisfacción a los visitantes, al tiempo que afronta el desafío de conservar el paisaje y su patrimonio natural y cultural (Nuva et al., 2009). A esto se añaden otros beneficios potenciales como son los de medir el valor ambiental en términos monetarios; diversificar los ingresos del ecoturismo, que a menudo se concentran en el sector privado; proporcionar una fuente estable de ingresos que no esté infravalorada; o controlar el acceso a visitantes para mitigar el daño ecológico asociado a la presión antrópica (Murphy et al., 2018; Nuva et al., 2009; Peters & Hawkins, 2009; Schuhmann et al., 2019), aunque a esta última afirmación también se le atribuye un efecto negativo cuando se tiene en cuenta el impacto sobre la economía local (Peters & Hawkins, 2009).
Muchos son los estudios de caso en áreas protegidas donde se ha aplicado este método. Así, por ejemplo, Nuva et al. (2009) determinaron la disposición de los visitantes a pagar una tarifa de acceso más elevada para conservar los recursos del Parque Nacional Gunung Gede Pangrango (Indonesia); Gelcich et al. (2013) evaluaron el potencial de incrementar la tarifa de entrada de visitantes para gestionar el Área Marina Protegida Lafken Mapu Lahual (Chile); en la reserva privada Shamwari Game Reserve (Sudáfrica), los autores Maciejewski & Kerley (2014) aplicaron la DAP para determinar el valor que los turistas asignarían para ver su animal preferido o favorito; en el Parque Nacional de Kruger (Sudáfrica) determinaron la disposición a pagar por ver perros salvajes y compensar sus costes de conservación (Lindsey et al., 2005); o en el área protegida del Lago Hulun (China), examinaron la disposición de los turistas a pagar por los recursos ecoturísticos del área (Pengwei & Linsheng, 2018). Por su parte, en las áreas protegidas de Colombia, Trujillo et al. (2016) estimaron la disposición de pagar más por entrar en el Parque Nacional Natural Islas Corales del Rosario y San Bernardo para conservar los arrecifes de coral; en Isla de San Andrés, para proteger las playas y contribuir a la sostenibilidad financiera a largo plazo de su área marina protegida (Castaño-Isaza et al., 2015); y en el Parque Nacional Los Nevados, para restaurar las áreas forestales afectadas por los incendios (Álvarez & Larkin, 2010).
En Colombia no ha habido suficiente investigación sobre estudios que explícitamente analicen el potencial económico de establecer una tarifa de entrada que apoye la financiación de un área protegida, al tiempo que estime la cuantía que los visitantes estarían dispuestos a pagar por acceder y disfrutar de los bienes y servicios que ofrece. Tal y como apuntan Gelcich et al. (2013) y Platania & Rizzo (2018) en otras regiones, determinar los beneficios económicos que de forma global un área protegida puede proveer, permitirá cerrar la brecha entre el diseño de políticas de gestión, planificación o conservación y su implementación práctica en los espacios naturales protegidos. En respuesta a ello este trabajo proporciona evidencia sobre las ventajas del Método de Valoración Contingente para determinar el valor económico del ecoturismo y evaluar la percepción del turista, enfocándose en el estudio de caso de un espacio protegido sujeto a un aumento constante en su número de visitas turísticas, lo que le lleva al desafío de la gestión de uso.
MATERIAL Y MÉTODOS
Área de estudio
El Santuario de Fauna y Flora Los Flamencos (SFF Los Flamencos en adelante) se ubica al Oeste de la Península de La Guajira y se extiende a lo largo de 7.687 hectáreas, de las cuales el 30% conforman un sistema lagunar (Parques Nacionales, 2014) (Figura 1). El Santuario está representado por una gran diversidad de ecosistemas y en él habitan ocho comunidades indígenas Wayuu y dos comunidades de afrodescendientes (Argüelles & Ruiz, 2013; López, 2010). Con todo, el Santuario es una de las áreas protegidas abiertas al ecoturismo comunitario y uno de los espacios más ricos en variedad de aves acuáticas residentes y migratorias; con el flamenco rosado como especie bandera y atractivo turístico principal que da nombre al Santuario (Audubon, 2016; López, 2010; BirdLife International, 2019) Esto ha permitido que sea el segundo lugar turístico de la Guajira colombiana (Franke-Ante, Rosado & Diavanera, 2013), con una tasa de crecimiento del 36% en los últimos 10 años y 16.630 turistas registrados en 2018 (Subdirección de Sostenibilidad y Negocios Ambientales, 2017; Parques Nacionales, 2019). Según el Plan de Interpretación Ambiental del Santuario (Argüelles & Ruiz, 2013), el área dispone de una oferta de atractivos ecoturísticos que se alinean con sus Valores Objeto de Conservación (Parques Nacionales, 2005), y en donde se permite el desarrollo de actividades ecoturísticas como la observación de flamencos desde una embarcación, el avistamiento de aves por senderos interpretativos, la observación de vestigios de la cultura precolombina, la participación en las tardes de ranchería Wayuu o la contemplación del paisaje.
Fuente: Elaboración propia a partir de Google Maps y Visor Geográfico de Parques Nacionales (mapas.parquesnacionales.gov.co)
Diseño e implementación de la encuesta
El diseño y contenido del cuestionario estuvo determinado por: i) una revisión exhaustiva de la literatura sobre el MVC aplicado a áreas protegidas; ii) la encuesta de satisfacción de visitantes que actualmente dispone Parques Nacionales Naturales de Colombia; iii) la observación directa en el Santuario durante la estancia de uno de los investigadores entre septiembre y noviembre de 2014; y iv) la organización de un focus group con el personal técnico y funcionario del Santuario para la validación del cuestionario propuesto. Asimismo, el cuestionario final se contrastó y refinó mediante un pre-test con turistas que habían observado flamencos en la Laguna Navío Quebrado.
La encuesta, que incluyó elementos cuantitativos y cualitativos, comprende preguntas abiertas y cerradas organizadas en diferentes bloques de información, a saber, información sociodemográfica, motivación y actividades realizadas, gasto y disposición a pagar, factores determinantes de la satisfacción del visitante, puntos de vista ambiental y sugerencias.
Relativo a la disposición a pagar, y para evitar respuestas protesta o reducir la falta de respuesta (White, Jennings, Renwick & Barker, 2005), a los encuestados se les preguntó primero si estaban dispuestos a pagar por una tasa de acceso al SFF Los Flamencos que ayude a gestionar el área y a conservar su biodiversidad, fundamentalmente el flamenco, y su patrimonio cultural asociado. En caso afirmativo, se preguntó nuevamente sobre la cantidad dispuesta a pagar para contribuir con los costes de gestión y conservación, en un intervalo entre 1 y 35.000 pesos colombianos- COP (14,65 USD); tarifa que se cobraba a los turistas en 2014 por acceder al Parque Nacional Natural Tayrona, área protegida próxima al Santuario y la segunda más visitada de Colombia.
El trabajo de campo se realizó entre noviembre y diciembre de 2014. La población objetivo fueron visitantes mayores de 18 años que habían realizado alguna actividad ecoturística en el Santuario. Mediante la técnica de muestreo estratificado, se escogieron los puntos turísticos de Boca de Camarones y la Laguna Navío Quebrado para realizar las entrevistas semiestructuradas face to face por parte del investigador y dos jóvenes locales capacitados para tal fin. Siguiendo el Panel de Valoración Contingente de la NOAA (Arrow et al., 1993), los encuestadores informaron a los turistas sobre la confidencialidad y la naturaleza voluntaria del estudio, así como sobre los objetivos del mismo. Se obtuvo un total de 67 cuestionarios válidos.
La base de datos obtenida se analizó con el programa estadístico IBM SPSS Statistics 25. Se utilizaron estadísticos descriptivos para definir las características de la muestra, las actividades realizadas y la satisfacción. La prueba Chi-cuadrado se utilizó para identificar las diferencias existentes entre los visitantes provenientes de diferentes ciudades de Colombia y sus motivaciones. Además, se aplicó el método de correlación lineal de Spearman para conocer si el género, edad, nivel educacional o la renta de los turistas influyen en la DAP (Cheung & Jim, 2014). Asimismo, la ciudad de procedencia de los turistas colombianos, su nivel de gasto y satisfacción, fueron variables que se correlacionaron con la DAP. Por último, se determinó el beneficio económico total si se cobrase una tasa por acceder al Santuario. Este cálculo se hizo multiplicando el número de personas registradas que accedieron al área protegida en 2014 y 2018, por el precio medio de la tarifa de acceso que resultó de estimar la DAP de los visitantes encuestados.
ANÁLISIS DE RESULTADOS
Perfil del turista
La muestra se compuso principalmente por hombres (52,2%) y mujeres (46,3%) de entre 36 y 50 años. El 91,1% declaró que tenía estudios superiores y el 92,5% contaba con un empleo a la hora de ser encuestado. El Salario Mínimo Legal Mensual Vigente (SMLMV) percibido por el 44,8% de los encuestados estaba comprendido entre 1 y 4 SMLMV (entre 616.000 - 2.464.000 COP / 257,50 – 1030,00 USD). Este visitante era interno (92,5%) y procedía principalmente de Bogotá (40,3%) y Riohacha (16,1%), ciudad situada a 20 km del Santuario. Sólo el 7,5% procedía de algún país extranjero. Los datos reflejan que los turistas encuestados viajaron sobre todo en pareja y se desplazaron hasta el Santuario en vehículo de alquiler (47,8%). Respecto al tiempo que los visitantes permanecieron en el área protegida, el 94% de la muestra pasó algunas horas en el mismo (same-day visitor o visitante de pasadía). En la Tabla 1 se presentan las categorías más frecuentes de cada una de las variables que definen el perfil de los turistas encuestados.
En base a estadísticas e informes sectoriales sobre turismo en Colombia, se puede declarar que, si bien la muestra de este estudio no es representativa de la población de turistas porque no es lo suficientemente grande, sí se puede afirmar que refleja parámetros poblacionales del turista de naturaleza o ecoturista que visita el país. Así, por ejemplo, según Procolombia (2018), los turistas de naturaleza en Colombia son el 57% hombres y viajan principalmente en pareja, mientras que el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo señaló a E.E.U.U como principal mercado de origen extranjero (Mincit, 2018).
El 94% de la muestra sabía que el Santuario es un área protegida, siendo su principal fuente de información familiares y amigos (44,8%). Las respuestas a la pregunta abierta sobre la importancia del SFF Los Flamencos como área protegida, se agruparon en 11 bloques diferentes (Tabla 2). Como resultado, los turistas encuestados opinaron en un 32,9% de las ocasiones, que lo importante del Santuario es la conservación, protección, cuidado o mantenimiento del medioambiente o naturaleza, seguido de la flora y fauna (30,0%) y el flamenco (15,0%); especie bandera del Santuario.
Se preguntó al turista por los motivos que lo llevaron a visitar el Santuario, así como las actividades que finalmente realizaron durante su visita (Tabla 3). En ambas preguntas de elección múltiple se presentaron de forma separada la Observación de flamencos y el Avistamiento de aves ya que, tras la observación directa en el Santuario, se pudo determinar que la observación del flamenco es la actividad más demandada; que no es exclusiva de un turista experto en la observación de aves; y que el nivel de formación del guía es menos exigente que el de un guía turístico de observación de aves.
En la Tabla 4 se presentan las diferencias significativas según ciudad/municipio colombiano de origen y motivaciones del turista. Tal y como se observa, tener como motivo realizar senderismo presenta diferencias significativas (Chi-2= 32,99). Es decir, tan sólo los turistas que proceden de Cartagena, en un 50% de las veces, indicaron tener entre sus motivos principales de visita al Santuario, hacer senderismo. Respecto a la observación de flamencos también existen diferencias significativas (Chi-2= 32,99). El 100% de los turistas procedentes de Santa Marta y Barranquilla visitaron el Santuario motivados por esta experiencia, seguido de los de Cali (66,7%) y Bogotá (65,5%).
Por su parte, aproximadamente la mitad de la muestra indicó que se desplazarían a otros destinos de la Guajira o alrededores, concretamente hasta el Cabo de la Vela (28,4%), destino turístico por excelencia de La Guajira; las playas de Mayapo (7,5%), probablemente por su cercanía al Santuario; o el PNN Tayrona (6%), una de las áreas protegidas más importantes de Colombia y la más próxima al Santuario. Por otro lado, tan sólo un 7,5% permaneció menos tiempo del esperado en el área, bien por no tener más tiempo para quedarse en el área, bien por la falta de oferta de actividades o de una red de abastecimiento de agua potable.
Satisfacción y percepción de la visita
Informado en una escala Likert de 3 puntos, los encuestados indicaron de media haber quedado satisfechos con su experiencia en el Santuario (65,7% de la muestra). También se pidió a los encuestados que calificasen (escala Likert de 4 puntos, donde 1 significa nada adecuado y 4 completamente adecuado) aquellos aspectos generales, servicios principales y complementarios de los que hicieron uso y/o disfrutaron durante su visita (Tabla 5). Con una desviación estándar igual a 0, se destaca que, según la percepción de los turistas, el estado del sendero Mainsirrutshi no es muy adecuado.
Por otro lado (Gráfico 1), se pidió a los encuestados que señalasen (respuesta múltiple) qué aspectos de los indicados les habían hecho sentir incómodos durante su visita al área protegida. Tal y como se puede observar, un 38,8% de la muestra señaló que la presencia de basura les incomodó durante su visita.
Se extrajeron 10 grupos diferentes de respuestas de la pregunta abierta sobre servicios necesarios en el Santuario. Con un 33,3% y 14,3% respectivamente, se sugirió la necesidad de tener aseos públicos y un servicio de abastecimiento de agua en el área; cuestiones que no habían obtenido una buena calificación en preguntas anteriores. También se identificó la necesidad de desarrollar campañas y actividades de educación ambiental con la población local y los visitantes (19%); así como de ampliar la oferta de actividades recreativas, un correcto comercio de artesanías Wayuu y mejorar la seguridad y el confort del transporte (9,5%, respectivamente).
Cuando se invitó al visitante a sugerir alguna mejora para el área protegida (pregunta abierta), un 51,3% indicó que era necesario hacer frente al problema de la basura. En este bloque se incluyeron todas las respuestas relacionadas con las palabras clave “basura” o “limpieza”.
“Me gustaría que el dinero que se pague se invierta en la gestión de la basura.”
“Si estuviera limpio, pagaría más.”
“La gente es sucia y tira la basura. Deberían multarla.”
Gasto y disposición a pagar
El 55,4% de los encuestados gastaron aproximadamente entre 30.000 y 69.999 COP (12,54 – 29,26 USD) y hasta un máximo de 250.000 COP (104,50 USD). Por su parte, en un 93,8% de las ocasiones, los turistas indicaron que las tarifas pagadas por las actividades que realizaron, en base a su relación calidad – precio, fueron adecuadas.
Cuando se preguntó al turista si estaría dispuesto a pagar en su próxima visita una tasa de acceso al Santuario que contribuya a la gestión y conservación del mismo, el 7,5% de la muestra se abstuvo de responder y el 6% indicó que no pagaría. Un 8,6% pagaría por acceder 35.000 COP (14,65 USD) -máximo definido-, mientras que 15.000 COP (6,30 USD) es la cantidad media que los visitantes indicaron que estarían dispuestos a pagar, habiéndose establecido la mediana también en 15.000 COP y la moda en 20.000 COP (8,40 USD). De cobrarse una tarifa de acceso al área y considerando los 15.000 COP de media, habría supuesto en el año del estudio (2014) unos ingresos anuales de más de 115 millones pesos colombianos (48 millones USD) -7.690 visitantes registrados-, habiéndose elevado hasta más de 249 millones COP (104 millones USD) en 2018 -16.630 visitantes- (Gráfico 2).
El análisis de Spearman (Tabla 6) indica que existe una correlación significativa positiva entre el nivel de gasto de los turistas de la muestra y su DAP. Es decir, los turistas que gastaron más durante su visita son los que estarían dispuestos a pagar más por una tasa de acceso al Santuario para favorecer su conservación. Por su parte, son las mujeres las que menos dispuestas están a pagar por acceder al Santuario (valor negativo de la correlación). Por último, la satisfacción obtuvo una correlación significativa negativa, por lo que se concluye que los turistas más satisfechos estarían dispuestos a abonar una tarifa menor por acceder al área.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
El MVC permite estimar el valor de los bienes y servicios de no mercado que proveen los espacios naturales protegidos a través de la DAP de los turistas como fuente de financiación. Este estudio proporciona evidencia empírica sobre la oportunidad de establecer una tarifa de pago para acceder al SFF Los Flamencos. Un 86,5% de los turistas estuvo de acuerdo en pagar por acceder al Santuario y, con ello, contribuir a la conservación y protección de sus recursos ecoturísticos. Este resultado es consistente con los resultados de otros estudios similares que investigan la DAP en áreas protegidas (Álvarez & Larkin, 2010; Nuva et al., 2009; Pengwei & Linsheng, 2018; Trujillo et al., 2016). Si bien la tasa de acceso no es suficiente para cubrir los costes a corto plazo (Dharmaratne et al., 2000), sí contribuye a la financiación a largo plazo de las áreas protegidas (Gelcich et al., 2013); y es que introducir mecanismos que capturen el valor monetario de los recursos ecoturísticos, podría facilitar la toma de decisiones políticas y de negocios desde el punto de vista financiero (Castaño-Isaza et al., 2015).
Los hallazgos de este estudio sugirieron que existe una elevada demanda de la actividad de observación de flamencos, siendo el motivo principal para elegir el Santuario como destino. También se identificó que el gasto influye sobre la DAP, siendo los turistas que más gastan, aquéllos dispuestos a pagar más.
La National Audubon Society (Audubon, 2020) afirma que, de los aproximadamente 48 millones de observadores de aves registrados en Estados Unidos –uno de los principales mercados emisores de turistas a Colombia-, más del 35% estaría dispuesto a desplazarse a otros destinos para observar aves. Además, tanto norteamericanos como europeos estarían dispuestos a pagar hasta 139.000 COP (58 USD) adicionales por realizar un tour de avistamiento de aves en Colombia frente a otro en Costa Rica (Maldonado et al., 2018). Conocido el gran potencial que tiene el Santuario para el ecoturismo comunitario basado en la observación de aves, y en la evidente demanda de esta actividad a nivel mundial, este estudio manifiesta la necesidad de dar visibilidad no sólo al flamenco como especie bandera, sino también a otras especies de aves de potencial valor para este mercado turístico. Consolidar el desarrollo y promoción de la actividad de observación de aves en el Santuario no sólo contribuiría a dar visibilidad al área y diversificar su oferta, sino a ampliar el número de turistas, abrirse a nuevos mercados de origen y a incrementar los ingresos de las comunidades locales que en él habitan.
Por otro lado, los resultados de este estudio proporcionan información relevante para el diseño de políticas ambientales adecuadas que hagan frente a problemas como el de la basura, que no sólo conducen al turista a permanecer menos tiempo del esperado en el área, sino a pagar menos por acceder. A este respecto, se recomienda la implementación de una campaña de educación masiva sobre la gestión y tratamiento de los residuos en el área protegida. El propósito de esta campaña sería concienciar a todos los niveles sobre las consecuencias que genera este impacto, no sólo para la biodiversidad y ecosistemas que alberga el Santuario, o la imagen que pueda percibir el turista, sino también para la salubridad de las comunidades que en él habitan. Sin embargo, se necesitan más estudios para complementar la información y los resultados aquí presentados. Según Eagles (2002) y Platania & Rizzo (2018), el impacto negativo del turismo en áreas protegidas está menos influenciado por el número de visitantes y más por la falta de efectividad en la gestión, problema que, entre otros, surge de la insostenibilidad financiera. Es por ello que es necesario un buen gobierno y una gestión adecuada y participativa, para así poder satisfacer las necesidades de la generación actual, sin comprometer las futuras (Brundtland, 1987).
Si bien la muestra de encuestados de este estudio no es lo suficientemente grande, se puede determinar que refleja la población de turistas que accedieron al Santuario durante el año 2014 (7.690 visitantes registrados), si se considera que al día visitan el área en torno a 20 turistas de media y que el trabajo de campo se realizó en un corto periodo entre noviembre y diciembre de ese mismo año. En esta línea también se puede concluir que la muestra refleja parámetros poblacionales de los turistas de naturaleza o ecoturistas que visitan Colombia.
Con todo, se concluye que los resultados aquí obtenidos podrían ser útiles para futuras investigaciones y estudios relacionados con el análisis y gestión de espacios naturales protegidos en Colombia, ya que no sólo contribuirían a comprender la DAP turística y los factores que influyen en la misma, sino que permitirían a los tomadores de decisiones definir el potencial económico del área protegida y las opciones de gestión que mejor se adapten a los cambios en las condiciones de los recursos que influyen en el bienestar humano.