INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas las investigaciones arqueológicas en el centro-sur de la provincia de La Pampa han generado una cantidad de información sin precedentes sobre los procesos culturales del pasado (Berón, 2013; Berón et al., 2021). Nuevas metodologías y especialidades comenzaron a ser utilizadas para profundizar el conocimiento de los modos de vida de los grupos sociales prehispánicos que transitaron el actual territorio pampeano durante el Holoceno. El registro bioarqueológico ha sido uno de los indicadores clave para comprender el proceso de poblamiento del centro-sur de la Pampa al menos desde el Holoceno Medio, a partir de enterratorios humanos en dos sectores, Casa de Piedra 1 y Cerro de Los Viejos (Gradin et al., 1984; Vayá, 1984; Berón et al., 2021)
Desde la bioarqueología, se generó una importante batería de información a partir del análisis de temas relacionados al comportamiento mortuorio (Berón y Luna, 2007; Berón et al., 2012; Carrera Aizpitarte et al., 2013; Berón, 2018; Lucero, 2018), paleopatología (Luna et al., 2008), salud y enfermedad (Diana, 2010; Luna y Aranda, 2018; González, 2019), estructura demográfica (Luna, 2008), deformaciones craneanas (Berón y Baffi, 2003; Berón y Luna, 2009), paleodieta y paleomovilidad a partir de la evaluación de señales isotópicas (Berón et al., 2009, 2013; Barberena et al., 2018). No obstante, estos análisis fueron abordados principalmente desde un enfoque pobla-cional. En años recientes se comenzó a incorporar la Osteobiografía, entendida como el análisis e interpretación de la vida de los individuos recuperados en contextos arqueológicos (Saul y Saul, 1989). Dentro de este marco, se considera que la vida de un individuo se encuentra socialmente contextualizada y estructurada por categorías culturales (como la edad, el género y/o los estatus socioeconómicos) que generan respuestas corporales (Robb, 2002).
A partir del análisis conjunto de datos osteológicos y arqueológicos es posible reconstruir narrativas o historias de vida de individuos específicos, formando una secuencia integrada temporalmente en diálogo continuo con la información poblacional (Hosek y Robb, 2019). El enfoque osteobiográfico ayuda a comprender la variación esquelética a nivel de la población y contribuye al desarrollo de preguntas biosociales más amplias (Robb, 2002). Este enfoque ha sido abordado en diversos trabajos en nuestra región de estudio (Luna et al., 2008; Lucero et al., 2017, 2020).
El objetivo de este trabajo es presentar la información osteobiográñca de un individuo denominado CLV3, recuperado en el año 2017 en la localidad arqueológica Cerro de Los Viejos (en adelante CLV, departamento Caleu Caleu, La Pampa). Para ello se integran los datos obtenidos de los análisis bioarqueológicos, isotópicos y tafonómicos, con la información del contexto cultural general de CLV. En la discusión se comparan los datos bioarqueológicos obtenidos con casos conocidos para la macrorregión.
LOCALIDAD ARQUEOLÓGICA CERRO DE LOS VIEJOS
Ambiente
La localidad arqueológica CLV (S38°28’33,3” y O64°26’21,9”) se ubica en el departamento Caleu Caleu, en el sector sureste de la provincia de La Pampa. Se encuentra incluida en el área de estudio denominada Bajos sin Salida, cuya génesis está dada por la acción de los procesos vinculados a los paleocauces del río Colorado, en los que escurrimientos hídricos concentrados dieron lugar a un relieve posteriormente sometido al modelado eólico. Es una de las pocas zonas del mundo cuyas cotas de altura están por debajo del nivel del mar (Schabitz, 1994; figura 1.A).
La geoforma dominante en CLV es un cerro de forma elíptica, aproximadamente de 1,5 km por 1 km. Se trata de un afloramiento granitoide que alcanza los 216 m s.n.m., siendo la elevación de mayor altura en la zona. Sus características topográficas permiten la presencia de aguas permanentes o transitorias, con disponibilidad de leña y reparo, por lo que se constituyó en un ecosistema óptimo para el asentamiento humano o ecorrefugio, por ser concentrador de recursos (Tickyj y Llambías, 1994; Sato et al., 1996; Tickyj et al., 1997; Folguera et al., 2015).
El índice hídrico del área corresponde a un clima semiárido (INTA, 1980), con una precipitación de 400 mm/año y presencia de suelos arenosos y pedregosos. Se encuentra comprendida dentro de la Provincia Fitogeográfica del Monte (Cabrera, 1960) o Arbustal Abierto Perennifolio, con características generales de estepa arbustiva, dominada por jarillas en sus tres variedades:
Larrea divaricata, Larrea cunneifolia y Larrea nítida (INTA, 1980; Cano, 1988). La fauna está enmarcada dentro del Distrito Pampásico, subdistrito puntano-pampeano, y ofrece variedad de especies de carnívoros, herbívoros, roedores, edentados, reptiles, aves y batracios (Medus et al., 1982). En el registro arqueológico aparecen restos de venado de las pampas (Ozotoceros bezoar-ticus), actualmente ausente (Salemme y Berón, 2003; Bastourre y Salazar Siciliano, 2012).
Figura 1: A. Localidad Cerro de los Viejos; B. manifestaciones culturales entre 6000 años AP y S. XIX: tres enterratorios (CLV 1, 2 y 3), una estructura fija de molienda (CLV 4), un contexto doméstico (CLV5) y seis represas; C. fotografía aérea de CLV
Antecedentes de investigación
Las primeras investigaciones en CLV fueron desarrolladas por Ernesto Piana y colaboradores en la década de 1970. Durante las primeras prospecciones se detectaron indicios de ocupaciones humanas sobre la base de materiales arqueológicos superficiales. Pero el interés de estas investigaciones se centró en el relevamiento de un conjunto de seis construcciones arquitectónicas de piedra y tierra, interpretadas como represas (Piana, 1981). CLV está ubicado en el recorrido de una de las principales rastrilladas o caminos indígenas. La propuesta interpretativa consistía en su vinculación con los arreos de ganado vacuno desde la provincia de Buenos Aires hacia Chile, durante el denominado “ciclo del ganado”, entre los siglos XVII y XIX (Mandrini, 1984, 1991; Palermo, 1986, 1991; Pedrotta, 2016).
En los años 1998 y 2009 se realizaron incursiones esporádicas en la localidad, en el marco de investigaciones de mayor escala, durante las cuales se relevó la presencia del enterratorio denominado CLV1 (3035±25 años AP, UGAMS 4417, hueso), del cual se recuperó el cráneo, entonces en manos de un coleccionista (Berón 1998). A partir del año 2017, en el marco de un proyecto ASETUR (SECyT y Secretaría de Cultura de la provincia de La Pampa), comenzaron tareas de relevamiento, prospección y excavaciones sistemáticas. Hasta el momento fueron detectadas diversas manifestaciones culturales que reflejan las trayectorias de las poblaciones que lo habitaron desde el Holoceno medio y hasta tiempos históricos. Se identificaron tres enterratorios (CLV 1, 2 y 3), una estructura fija de molienda (CLV 4), un contexto doméstico (CLV5) y las seis represas ya mencionadas. También se realizaron hallazgos en superficie: artefactos líticos, fragmentos cerámicos, restos faunísticos (figura 1.B). Se destaca el entierro CLV2 tanto por su cronología (5160±20 años AP, UGAMS 38074, diente) como por la presencia de un abundante y variado ajuar mortuorio, constituido por catorce artefactos (figura 1.B). El análisis osteobiográfico indica que se trata de un individuo masculino cuya muerte acaeció a una edad madura (40 a 49 años; Lucero et al., 2020; Berón et al., 2022). Además, se relevaron restos de otro enterratorio (CLV Laly), en posesión de los dueños del campo, cuyo fechado es 2090±20 años AP (UGAMS 42898, diente).
DESCRIPCIÓN DEL ENTIERRO CLV3
El entierro CLV3 fue hallado en el perfil de un cañadón de erosión aluvional, donde asomaban parte del cráneo y huesos largos. La matriz sedimentaria presentaba una gran compactación y endurecimiento por carbonatos, por lo que fue extraído en bloque y procesado con mayor precisión en laboratorio (figura 2.A).
Los elementos óseos se hallaban articulados. La estructura del entierro y la posición de los huesos sugieren que se trata de un enterratorio primario, en posición decúbito ventral, con los miembros inferiores hiperflexionados. El brazo derecho se encontraba estirado al costado del cráneo y el izquierdo junto al torso. Algunos huesos sufrieron desarticulación y desplazamiento en el proceso de traslado. No se hallaron materiales culturales asociados (figura 2.B).
Figura 2: Estructura del entierro: A. foto de excavación del bloque extraído; B. posición de los elementos óseos en el bloque procesado en laboratorio
METODOLOGÍA
En primer lugar, se evaluaron algunos agentes tafonómicos que pudieron incidir en el estado de preservación y el grado de completitud de los restos esqueletales hallados. Para ello se relevaron variables como meteorización (Behrensmeyer, 1978), disolución química (Johnson et al, 1997), depositación química (carbonato de calcio y óxido de manganeso; Gutiérrez, 2004) y presencia de marcas de raíces (Lyman, 1994).
Se analizó la composición de la muestra a partir de las medidas de abundancia taxonómica y relativa, como el NISP, el NME y el Índice de Completitud Anatómica (Mengoni Goñalons, 1988; Buikstra y Ubelaker, 1994). A fin de evaluar la intensidad de la fragmentación se determinó el Índice de Fragmentación (IF), a partir de la relación existente entre MNE y NISP, sensu Mondini (2003). Para realizar la estimación del sexo se relevaron una serie de variables morfológicas de elementos dimórficos como las características del coxal y de la eminencia mentoniana (Buikstra y Ubelaker, 1994) y se consideraron variables métricas discriminantes, como el diámetro vertical de la cabeza de fémur de acuerdo con los estándares establecidos por Krenzer (2006). La edad probable de muerte se estimó a partir de las características de la sínfisis púbica (Todd, 1921; Brooks y Suchey, 1990) y de la superficie auricular (Lovejoy et al., 1985), junto con la secuencia de erupción dental (Ubelaker, 1989). La estatura fue estimada sobre huesos largos enteros (radio derecho) siguiendo las propuestas de Trotter (1970) para mongoloides masculinos. Para los huesos fragmentados (fémur derecho) se tomaron en cuenta las fórmulas de regresión propuestas para amerindios (Steele y McKern, 1969) y para mesoamericanos (Genovés, 1967).
A continuación, se realizó un relevamiento paleopatológico general de distintos indicadores, como procesos infecciosos (sensu Ortner, 2003), patologías neoplásicas (sensu Ortner, 2003 yRothschild y Rothschild, 1995) y traumas (sensu Lovell, 1997), indicando el tipo de lesión, su localización y extensión en cada elemento óseo. Para el relevamiento de las lesiones degenerativas fueron analizadas las articulaciones sinoviales o diartrodiales de miembros superiores e inferiores, y se consideró la bilateralidad. Con relación al segmento funcional superior, se consideraron las articulaciones correspondientes al hombro, codo y muñeca. En el miembro inferior se relevaron las articulaciones del coxal, rodilla y tobillo. Para evaluar la presencia de lesiones osteoarticulares se analizaron las superficies articulares que presentaron al menos el 50% de su área en buenas condiciones de conservación. Para el diagnóstico de osteoartrosis, en ausencia de eburnación, se siguió un criterio diagnóstico conservador que estimó la presencia y severidad de al menos dos de los siguientes indicadores: labiación, osteofitos, aumento de la superficie articular y porosidad (Roger y Waldron, 1995). En la columna vertebral, se relevó la presencia y severidad de los Nódulos de Schmorl (Knüsel et al., 1997).
Para el estudio de los cambios entésicos se siguió el método Coímbra (Henderson et al., 2013, 2016). Cada área de inserción se dividió en dos zonas, registrándose la formación ósea (FO1) y la erosión (ERO1) en la zona 1 y el cambio textural (CT), la formación de hueso (FO), la erosión (ERO), la porosidad fina (POF), la macroporosidad (MPO) y la presencia de cavidades (CA) en la zona 2. La zona 1 refiere al margen opuesto al ángulo agudo en el cual las fibras se insertan. La zona 2 comprende el margen y la superficie restantes. Las inserciones musculares analizadas fueron las correspondientes a los músculos supraespinoso, infraespinoso, subescapular, flexor común de los dedos, extensor común de los dedos, tríceps sural (Aquiles), bíceps braquial, bíceps anterior, tríceps braquial, tendón patelar, glúteo medio, semimembranoso, incluyendo el semitendinoso, y cuádriceps femoral (Henderson et al., 2013, 2016).
Por otra parte, la existencia de situaciones de estrés sistémico fue evaluada a partir de indicadores craneales (cribra orbitalia e hiperostosis porótica) y dentales (hipoplasia lineal de esmalte dentario) de acuerdo con las propuestas de relevamiento de Stuart-Macadam (1985) y Duray (1996), respectivamente. No se consideraron fragmentos o dientes enteros con un marcado grado de desgaste (mayor a seis en dientes anteriores y mayor a 26 en dientes posteriores; sensuScott, 1979 y Smith, 1984).
En cuanto a la presencia de patologías y modificaciones de la cavidad bucal, se evaluó la presencia de desgaste dental según la escala ordinal propuesta por Smith (1984) para dientes unirradiculares, y la propuesta de Scott (1979) para la dentición posterior. A su vez, se relevó el plano y la dirección de desgaste (Molnar, 1971).
La enfermedad periodontal se analizó siguiendo la propuesta de Ogden (2008), que consiste en documentar el aspecto y la morfología del contorno de las márgenes alveolares y la distancia entre la cresta alveolar y la unión cemento-esmalte. Las medidas fueron tomadas con un calibre digital (Mitutoyo Absolute IP 67). Para el relevamiento de los diferentes tipos de lesiones peria-picales se consideraron las variables propuestas por Ogden (2008): el tamaño de la lesión para diferenciar entre quistes y granulomas y su localización (cara interna, cara externa).
Por su parte, las pérdidas de dientes antemortem (PDAM) se clasificaron según los grados de remodelación y reabsorción del hueso alveolar (Hillson, 1996, 2000); y se registró la ubicación del cálculo dental y su gradación (Brothwell, 1981). Las caries fueron registradas según su localización, severidad y tejido afectado (Hillson, 2000; Lanfranco y Eggers, 2010).
Los análisis radiocarbónicos y de isótopos estables se llevaron a cabo en el Center for Applied Isotope Studies (Universidad de Georgia, Estados Unidos). Para ello fue seleccionado como muestra un tercer molar inferior izquierdo, que indica los valores registrados durante la etapa de calcificación de la corona de esta pieza, entre los diez y los quince años de edad (Scheuer y Black, 2000). El análisis de 513C se realizó sobre las fracciones mineral (apatita) y orgánica (colágeno), 515N sobre colágeno y 518O sobre carbonatos procedentes de la apatita dental. Los valores isotópicos fueron reportados en partes por mil (%e) según distintos estándares internacionales: 513C según el standard Pee Dee Belemnite (V-PDB), 515N según el standard AIR, y 518O según Viena Standard Mean Ocean Water (VSMOW).
Para realizar la interpretación paleodietaria, estos datos isotópicos se compararon con los valores disponibles de ecología isotópica de la misma región (Berón et al., 2013; Barberena et al., 2018). Además, se aplicó de forma exploratoria el modelo de Froehle y colaboradores (2012) que permite realizar una reconstrucción de dieta multivariante al incorporar los valores de §13Cap, 513Ccol y 515N de manera holística. Utilizando análisis de conglomerados y de funciones discriminantes, Froehle y colaboradores (2012) establecieron cinco grupos dietéticos diferentes, cada uno de los cuales indica una dieta caracterizada por el consumo de vegetales C3, C4 y recursos marinos y/o terrestres.
Para evaluar la movilidad humana en el pasado, uno de los procedimientos empleados es comparar los valores isotópicos (518O) en los tejidos biológicos con los del agua superficial disponible a nivel regional. Sin embargo, debido al fraccionamiento isotópico no es posible realizar la comparación en forma directa (Copien et al., 1983). Para ello es necesario transformar los valores de oxígeno del carbonato (518Oc V-PDB) a sus respectivos valores de agua consumida o drinking water (518Odw V-SMOW) a partir de distintas ecuaciones. En primer lugar, los valores de 518Oc (VPDB) fueron transformados en 518Oc (V-SMOW) usando la Ecuación 1 (Coplen et al., 1983). Luego, los valores de 518Oc (V-SMOW) fueron transformados en 518Op (V-SMOW) utilizando la Ecuación 2 (Chenery et al., 2012). Finalmente, los valores de 518Op (V-SMOW) fueron transformados en valores de agua bebida (518Odw V-SMOW) a través de la Ecuación 3 (Luz et al., 1984).
Finalmente, estos últimos valores de 518Odw (V-SMOW) fueron comparados con valores de 518O (V-SMOW) de doce muestras de agua superficial recuperadas en lagunas, ríos y manantiales de diversas microrregiones del centro-sur de La Pampa (Bajos sin Salida, Valles Transversales, cuenca de los ríos Curacó y Chadileuvú y cuenca media del río Colorado).
RESULTADOS
El conjunto presenta un NISP de 181, un NME de 82 (figura 3.A) y un Índice de Completitud Anatómica (ICA) de 45,3%. El IF total de la muestra (IF=0,5) indica una fragmentación ósea moderada. Entre las porciones anatómicas con menor fragmentación se pueden mencionar el cráneo (IF=1), la columna vertebral (IF=0,6) y los miembros inferiores (IF=0,6), y la más fragmentada corresponde al tórax (IF=0,2). No se recuperaron los huesos de las manos.
Por otra parte, los análisis bioarqueológicos indican que se trata de un individuo masculino cuya edad de muerte es de entre 25 y 35 años (adulto joven). Además, se estimó una estatura de entre 157 y 164 cm, y se destaca la presencia de deformación artificial del cráneo de tipo circular (figura 4.A).
Figura 3: A. Grado de completitud del esqueleto; B a E. Patologías relevadas: B. presencia de osteofitos en vértebra lumbar; C. cambios entésicos en el área de inserción del talón de Aquiles del calcáneo derecho; D. labiación en epífisis distal de tibia izquierda; E. mandíbula donde se observa el grado de desgaste severo y PDAM
Figura 4: Deformación craneana de tipo circular registrada en el centro-sur de La Pampa: A. Individuo CLV3; B. Entierro 2 de La Lomita (Berón 2004); C. Individuo 1 de la Localidad Tapera Moreira (Berón 2004); D. Individuo 2 de la Localidad Tapera Moreira (Berón 2004)
En relación con la presencia de indicadores de estrés mecánico, se relevó un total de 24 articulaciones sinoviales del esqueleto apendicular (hombro, codo, muñeca, cadera, rodilla y tobillo), que cumplieron con los requisitos de presentar al menos el 50% de la superficie en buen estado de conservación. No obstante, no fue posible diagnosticar osteoartrosis ya que solo se registró labiación de grado leve en húmero derecho, en epífisis distal de tibia derecha e izquierda, y en cabeza de fémur izquierdo (figura 3.B). En el caso de la columna vertebral, se identificaron lesiones de grados leves a moderados de osteofitosis en los márgenes articulares del cuerpo de siete vértebras (cinco dorsales y dos lumbares) y ausencia de Nódulos de Schmorl (figura 3.C). A su vez, la aplicación del Método Coímbra (Henderson et al., 2013, 2016) para relevar la presencia de cambios entésicos en diecisiete entesis fibrocartilaginosas (húmeros, radios, coxal, fémur, tibia y calcáneo) permitió registrar formación de hueso nuevo menor a 1 mm de altura (Grado 1) en la Zona 1 del calcáneo derecho, es decir, a lo largo del margen de la tuberosidad calcánea, en el área de inserción del talón de Aquiles (figura 3.D).
En cuanto a la presencia de estrés sistémico-metabólico, no se hallaron evidencias de cribra orbitalia ni de hiperostosis porótica. Además, no fue posible relevar la presencia de hipoplasias de esmalte dental (HLED) debido al elevado grado de desgaste que presenta la muestra.
Para realizar el análisis del aparato masticatorio se relevaron 20 piezas dentales y 32 alvéolos. En el maxilar fueron recuperados nueve dientes (M1, C, I1 izquierdos, y M3, M2, PM2, PM1, C, I1 derechos), y once en la mandíbula (M3, M2, M1, C, I2, I1 izquierdos, y M2, PM2, PM1, C, I1 derechos; tabla 1). Estos presentan condiciones severas de desgaste oclusal (figura 3.E). Predominan elevados grados de desgaste: el 55% (n=11) de la dentición anterior y premolares presentan desgaste de grado 7 en la escala de Smith (1984); y grados 32-38 en la escala de Scott (1979) en dientes posteriores (35%; n=7). Predomina, además, la dirección horizontal-redondeada (80%; n=16) debido al desgaste severo, y la morfología oclusal es cóncava con dirección de desgaste medio-distal en molares y plana respecto del eje dental en dentición anterior (sensuMolnar 1971; tabla 1).
En relación con la enfermedad periodontal, las mediciones de la distancia de la unión cemento-esmalte y el borde alveolar indican retracción alveolar leve (< a 2 mm) en el 15% (n=3) de la muestra y moderada (2 a 4 mm) en el 25% (n=5), específicamente en molares superiores (M1 izquierdo, y M2 y M3 derechos) e inferiores (M2 izquierdo y M2 derecho). A su vez, considerando la morfología del margen alveolar se observa la presencia de periodontitis leve a moderada, correspondiente a los Grados 2 y 3 de la propuesta de Ogden (2008), principalmente en dientes superiores (tabla 1).
Se registró una lesión periapical (granuloma) en la cara bucal del M2 izquierdo de la mandíbula. Se observa, además, PDAM en el 21,8% (n=7) de los alvéolos analizados. En el maxilar se registra la PDAM de cinco piezas dentales posteriores, con presencia de remodelación leve y parcial del hueso alveolar, mientras que la mandíbula presenta PDAM de dos piezas (M1 e I2 derechos) con remodelación parcial del hueso alveolar (tabla 1, figura 3.E). A su vez, el examen macroscópico de las piezas dentales reveló la presencia de cálculo supragingival en grados leves (Grado 1 sensu Brothwell, 1981) adheridos en tres dientes anteriores de la mandíbula (Ij, I2, Cj izquierdos). En ningún caso se observó evidencia de caries (tabla 1).
Se detectaron surcos en la superficie de un segundo molar inferior y desgaste severo con ángulos anormales, lo cual puede corresponder a un uso para-masticatorio de la dentadura (sensu Milner y Larsen, 1991). No se identificaron indicadores de procesos infecciosos, patologías neoplásicas ni traumas.
Tabla 1: Resultados del relevamiento de indicadores de salud bucal para cada pieza dental
Por otra parte, para obtener información sobre dieta y procedencia se obtuvieron valores de isótopos estables de 513C, 51SN y 518O a partir de un tercer molar. Los valores isotópicos se presentan en la figura 5.D junto con los resultados de las funciones discriminantes de Froehle y colaboradores (2012).
La razón C: N (3.29) entra en el rango 2.9 a 3.6 que indica ausencia de alteraciones dia-genéticas (DeNiro, 1985). Al comparar los datos de 513Ccol y 515N obtenidos con el modelo de Froehle et al. (2012), la dieta del individuo CLV3 puede asignarse al Cluster 4 (figura 5.A), es decir, a una dieta donde predomina la ingesta de proteínas de herbívoros terrestres consumidores de recursos C3. Esto es sostenido también al comparar datos isotópicos disponibles de fauna local, y considerando un enriquecimiento isotópico de 1%e para 513Ccol y un 4%e para 515N (figura 5.B, Post, 2002). Por otra parte, la comparación de los datos de §18Odw de CLV3 con la base hidrológica regional disponible indica que durante su juventud CLV3 consumió agua de origen local, con valores cercanos a los obtenidos en el sur-este de La Pampa (figura 5.C).
Figura 5: Resultados de los análisis isotópicos de dieta y movilidad: A. comparación de los valores de las funciones discriminantes F1 y F2 de CLV3 con los clusters generados por Froehle et al., (2012); B. comparación de los valores de S13Ccol y S15N de diferentes recursos del centro-sur de La Pampa con los valores de CLV3; C. ploteo del valor de S18Odw de CLV3 en relación con la base hidrológica regional disponible; D. valores de isótopos estables de CLV3 y de las funciones discriminantes sensu Froehle et al. (2012)
Finalmente, entre los procesos tafonómicos que afectaron el entierro, se registró un predominio de depositación química de óxido de manganeso en el 23,7% (n=43/NISP=181) de los especímenes óseos y marcas de raíces en el 12,7% (n=23/NISP=181) de los elementos relevados, evidenciado tanto por grabados como por surcos y fracturas en el tejido óseo provocadas por la penetración de raíces. A su vez, el 9,4% (n=17/NISP=181) de los especímenes óseos presentan exfoliación del hueso cortical, y el 2,2% (n=4/NISP=181) presenta evidencias de disolución química. También se registró durante la excavación la presencia de cuevas de roedores que afectaron levemente su integridad.
OSTEOBIOGRAFÍA
El análisis osteobiográfico indica que CLV3 es un individuo masculino que vivió hace aproximadamente 3400 años, en torno al año 1713 a.C. según la media probabilística (cal. 2ct, 17521657 a.C.; sensu Reimer et al., 2016). Con respecto a la deformación craneana, esta constituye una práctica cultural que posee un significado social y fue desarrollada por grupos de diferentes partes del mundo y con diversas cronologías (Dembo e Imbelloni, 1938; Torres-Rouff, 2003; Tiesler, 2014). En trabajos previos se registraron los primeros datos de la presencia de deformación craneana de tipo circular en la provincia de La Pampa y se obtuvieron las primeras cronologías radiocarbónicas asociadas con esta práctica (Baffi y Berón, 1992; Berón y Baffi, 2003). A partir del análisis de los tipos deformatorios de la región pampeana y norpatagónica y sus rangos cronológicos, Berón y Baffi (2003) establecieron que la deformación de tipo circular es la más antigua de Pampa-Patagonia, cuya práctica habría perdurado hasta los 2500 años AP aproximadamente (Berón y Baffi, 2003). En Pampa Oriental se han registrado casos en Arroyo Seco 2 entre ca. 7600 a 6800 años AP (Politis et al., 2014) y Laguna Puán 1 (3300 ± 10 años AP; Oliva, 1991; tabla 2). En Pampa Occidental, se ha registrado este tipo de deformación en individuos hallados en la Laguna Chadilauquen, en el nordeste de La Pampa entre ca. 3700 a 3600 años AP (Mendonga et al., 2013; Tapia et al., 2020; tabla 2), y en la localidad arqueológica Tapera Moreira (centro-sur de La Pampa). En esta última, se recuperaron dos individuos con este tipo de deformación craneana correspondientes a los Sitios 3 y La Lomita, fechados en ca. 3000 a 2600 AP (Berón, 2004; tabla 2; figura 4 B, C y D). Por tanto, CLV3 se encuentra entre los casos promedio de la macrorregión. A estos datos, se suman los obtenidos en el noroeste de Patagonia, donde se registró la deformación de tipo circular en individuos recuperados en los sitios Aquihuecó (ca. 4200-3600; Della Negra y Novellino, 2005; Perez et al., 2009) y Hermanos Lezcano (ca. 4000 AP; Perez et al., 2009; tabla 2). En síntesis, en Pampa oriental el uso de esta práctica deformatoria se extendió por más de 4 milenos (7600 a 3300 años AP), mientras que en el sur de La Pampa y en el norte de Neuquén se la registra, hasta el momento, entre 4200 y 2600 años AP.
En su juventud, CLV3 tuvo una residencia local, indicada por el consumo de aguas correspondientes al sur-este de La Pampa, cuyo valor específico se corresponde con muestras de agua procedentes del área de Valles Transversales y Bajos sin Salida. A su vez, los valores de 518Oap del individuo analizado muestran un ligero enriquecimiento respecto al rango local de valores de 518Oap (entre -4,2%e y -1,7%e) generados por Barberena y colaboradores (2018) a partir de una batería de datos obtenidos para el cementerio sitio Chenque I. Esto también puede indicar una señal local, aunque enriquecida debido posiblemente a condiciones de mayor aridez (Schabitz, 2003; Ugan et al., 2012).
En cuanto a su dieta, durante esta etapa de su vida predominó el consumo de proteínas animales, principalmente de herbívoros terrestres consumidores de plantas C3 y/o CAM, como guanaco, venado y ñandú, representados en el registro faunístico local (Barberena et al., 2018). Estos datos paleodietarios coinciden con la tendencia registrada en cazadores-recolectores del Holoceno Tardío de Pampa occidental (Berón et al., 2009; Carrera Aizpitarte et al., 2013; Lucero et al., 2017; Barberena et al., 2018).
Ya en su etapa adulta, la ausencia de hiperostosis porótica y cribra orbitalia indican que CLV3 no habría sufrido episodios de estrés sistémico-metabólico. Tradicionalmente, ambas manifestaciones han sido interpretadas como indicadores inespecíficos de anemias ocasionadas por un déficit proteico o por baja absorción de hierro (Stuart-Macadam, 1985). No obstante, recientemente se han propuesto otros tipos de patologías como la potencial causa (i.e. enfermedades infecto-contagiosas, parasitarias, anemias heredadas; Walker et al., 2009). Diversos estudios realizados en muestras de cazadores-recolectores de la Argentina y de otras regiones del mundo, reflejan prevalencias muy bajas de estas patologías, lo que indicaría altos niveles de absorción de hierro, derivados de una alta ingesta de carne y/o bajas frecuencias de estresores que disminuyen su fijación corporal (Cohen y Armelagos, 1984; Powell, 1985; Novellino y Guichón, 1995; García Guraieb, 2010).
Tabla 2: Sitios de Pampa y Norpatagonia con presencia de individuos con deformación craneana de tipo circular
CLV3 alcanzó una estatura de 157-164 cm, lo que es concordante con lo esperado para algunas de las poblaciones cazadoras-recolectoras que habitaron esta región. Allí se distinguieron dos grupos humanos, posiblemente diferenciados étnicamente, que poblaron Patagonia continental durante el Holoceno tardío final, uno de ellos de alturas elevadas, que suelen superar en promedio 170 cm, y otro, de menores tallas, con un promedio inferior al 160 cm, considerando ambos sexos (Chillida, 1943, 1944; Imbelloni, 1949; Gómez Otero y Dahinten, 1998; Berón, 2004, 2007). En el área de Pampa occidental, algunos de los valores de estaturas obtenidos son coincidentes con los del NE de Chubut, para similar rango cronológico (ca. 3000-400 años AP, Gómez Otero y Dahinten, 1998; Baffi et al., 2001).
Los marcadores de estrés funcional registrados en CLV3 indican que, durante esta etapa, habría realizado actividades que no implicaban usos intensivos ni reiterativos del cuerpo, y con niveles bajos de exigencia articular y muscular. Esto se diferencia del estilo de vida propuesto para los grupos cazadores-recolectores que implican un uso intensivo del cuerpo y alta demanda mecánica (Bridges, 1991; Scabuzzo, 2010; Flensborg, 2012). No obstante, esto puede estar influenciado por la edad joven del individuo al momento de la muerte (Jurmain y Kilgore, 1995).
Los leves a moderados cambios óseos registrados en CLV3, tanto en la columna vertebral como en los miembros inferiores, indican que el individuo habría realizado tareas más intensas relacionadas con el desplazamiento a pie en terrenos abruptos y sinuosos, combinado con el traslado de cargas (Jurmain y Kilgore, 1995). No obstante, el desarrollo de estos marcadores puede también ser producto de factores genéticos, hereditarios y de la misma posición bípeda humana (Weiss y Jurmain, 2007).
Se destaca el uso intensivo de todo el aparato masticatorio. El patrón de desgaste dental severo observado puede ser consecuencia de diferentes situaciones, como el consumo de alimentos duros y fibrosos que requieran mayor trabajo masticatorio, esperado para cazadores-recolectores de un ambiente semidesértico. Además, es posible que partículas abrasivas en suspensión fueran incorporadas al alimento durante el desarrollo de actividades de procesamiento y consumo (Molnar, 1971; Smith, 1984; Walker y Erlandson, 1986; Bonfiglioli et al., 2003). El uso paramasticatorio de la dentadura pudo haber jugado un rol en el desgaste observado, como se ha señalado.
Este elevado desgaste dentario habría posibilitado el desarrollo de un proceso degenerati-vo-infeccioso que involucró diversas patologías. La presencia de una lesión periapical (granuloma) puede relacionarse con el desgaste dental severo que habría ocasionado, en un primer momento, la exposición de la cavidad pulpar por remoción progresiva de la corona. Esto habría ocasionado la infección de la pulpa dental (enfermedad periodontal) por el ingreso de diversas bacterias a través del conducto expuesto y el subsecuente desarrollo de lesiones periapicales, culminando finalmente en la perdida dental (PDAM) a causa de la destrucción de las estructuras alveolares (Powell, 1985; Lukács, 1989). A su vez, los grados de enfermedad periodontal registrados pueden ser producto de procesos de adecuación fisiológica de la cavidad bucal (i.e. la erupción continua del diente o retracción alveolar compensatoria debido a la reducción de la altura de la corona por acción del desgaste; Ogden, 2008).
Por su parte, la ausencia de caries puede ser consecuencia del alto grado de desgaste dental, relacionado con el consumo de alimentos capaces de producir una acción de limpieza de la cavidad bucal, y/o con una dieta rica en proteínas y con bajo contenido de carbohidratos (Larsen, 1987; Ortner, 2003). Adicionalmente, la formación de cálculo retarda la acción de la caries, protegiendo las superficies de la actividad bacteriana (Green et al., 2005). No obstante, la presencia de cálculo dental relevada en CLV3 es leve, lo que indicaría una buena higiene oral y también, la baja prevalencia de carbohidratos en la dieta (Hillson, 1996; Lieverse, 1999). Puede observarse entonces que los marcadores de salud bucal analizados en CLV3 coinciden con el patrón recurrentemente observado en poblaciones cazadoras-recolectoras de ambientes áridos o semiáridos y en particular en el centro-sur de La Pampa (Lukács, 1989; García Guraieb, 2010; Flensborg, 2013; L’Heureux, 2014, Lucero et al., 2017, 2020).
La vida de CLV3 finalizó a una edad temprana (25-30 años) por causas que no han podido establecerse a partir de su esqueleto. Fue enterrado en el hoy llamado “Cerro de Los Viejos” de forma individual, en posición decúbito ventral y con los miembros inferiores hiperflexionados. No se halló con él ningún tipo de adorno o acompañamiento.
COMENTARIOS FINALES
Los análisis osteobiográficos permiten abordar las experiencias individuales en el contexto de procesos sociales que ocurren a escalas amplias para proporcionar una comprensión de los estados de salud, enfermedad y los modos de vida de las poblaciones, a partir del registro arqueológico (Robb, 2002). El análisis osteobiográfico de CLV3 indica que tuvo una vida relativamente sana, en la que las actividades cotidianas no implicaron esfuerzos físicos suficientemente demandantes para producir lesiones severas. Se destaca el uso intensivo del aparato masticatorio debido a actividades relacionadas con la subsistencia y/o con el uso herramental de la dentadura. Se estima que CLV3 murió a una edad temprana (25-35 años), por causas que no podemos determinar.
En un contexto social más amplio las características de CLV3 reflejan patrones sociales y culturales ya observados en la escala regional. En la macroescala, el empleo de la deformación craneana de tipo circular ha sido una práctica ampliamente utilizada desde por lo menos el 8000 AP y hasta los 2500 AP (ver citas ut supra). Por otra parte, en el centro-sur pampeano se observa un patrón de enterratorios primarios simples en sectores segregados, aunque cercanos a los campamentos base, desde los momentos más tempranos de poblamiento y colonización de esta región semidesértica, que implicó la utilización recurrente de locus con condiciones ambientales más favorables o ecorrefugios (sensu Núñez et al., 1999) como Casa de Piedra y Tapera Moreira (Berón, 2004; Berón et al., 2023). En el caso tratado en este trabajo, CLV se constituye en un tercer ámbito con estas características, cuya importancia se ve enfatizada por su uso transgeneracional.
Se han recuperado cuatro enterratorios en CLV comprendidos entre ca. 6000 y 2000 años AP, que abarcan el uso de este espacio para el destino final de los ancestros. Dos de estos enterratorios presentan cronologías en torno a los 3000 años AP (CLV1 y CLV3), que son coincidentes con otros loci de enterratorio del centro-sur pampeano (i.e. localidad arqueológica Tapera Moreira, La Minnesota, Bajo de Atreucó, Loma Chapalcó; Berón, 2004; Curtoni, 2007; Berón et al., 2015) lo que daría cuenta de un período de uso más intensivo de la subregión. Ello coincide con el momento en que se establecieron condiciones ambientales similares a las actuales (González y Weiler, 1983; Markgraf, 1989, 1993; Schabitz, 2003) y se inició el proceso de desaparición de los antiguos cauces del río Colorado, algunos de los cuales alcanzaban latitudes cercanas a CLV (Melo et al., 2003, Berón et al., 2022).
A partir ca. 1200 años AP aparecen en la región cementerios o estructuras formales de entierro como el sitio Chenque I en el Área de Lihué Calel (Berón y Luna, 2007), Médano la Enriqueta en la cuenca media del Colorado (Carrera Aizpitarte et al., 2013), el Cementerio de Añelo en el norte de Neuquén (Biset, 1989), Médano Petroquímica en el oeste de La Pampa (Ammann et al., 2010; Mendonga et al., 2010), Paso Alsina 1 y La Petrona, en el sur de la provincia de Buenos Aires, sobre el río Colorado (Martínez y Figuerero Torres, 2000; Martínez et al., 2006; Martínez, 2010). Su distribución parece responder a una mayor recurrencia de uso de las poblaciones en asentamientos claves o locus de concentración de recursos en concordancia con una logística de incursiones más prolongadas en busca de otros no disponibles localmente (Carrera Aizpitarte et al., 2013).
No se descarta la presencia de entierros de cronologías más recientes dado que en CLV se registran manifestaciones culturales hasta el siglo XIX. Todo ello denota la importancia y las ventajas que presentó este locus para el asentamiento humano desde los momentos de exploración inicial durante el cual las vías de circulación estaban en relación con rasgos fisiográficos importantes, como paleocauces fluviales, mientras que en tiempos históricos las principales vías de circulación fueron las rastrilladas o caminos indígenas.
AGRADECIMIENTOS
A la Secretaría de Cultura y la Dirección de Patrimonio de la provincia de La Pampa, Ignacio Roca y familia Iturrioz por apoyar nuestra investigación. También al pueblo Ranquel de La Pampa, quienes acompañan con su consentimiento el avance en el conocimiento de los ancestros. Ernesto Piana facilitó generosamente fotos y datos de sus investigaciones previas.
Esta investigación se enmarca en el Proyecto ASETUR «Puesta en valor del sitio Arqueológico «Cerro de los Viejos (Cuchillo Co, La Pampa), Convenio N°2018-23704414, SECYT.
Fecha de recepción: 7 de marzo de 2023
Fecha de aceptación: 27 de octubre de 2023