Introducción
En pacientes con enfermedades reumatológicas autoinmunes se recomienda la aplicación sistemática y secuencial de una serie de vacunas para la prevención de enfermedades transmisibles1.
En diciembre de 2019 se produjo el primer brote de infección por coronavirus (SARS-CoV-2) en China. Posteriormente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a esta enfermedad como emergencia pública a nivel mundial el 11 de marzo de 2020. Según la entidad, desde marzo de 2019 hasta junio de 2021 el número de afectados a nivel mundial fue de 173.989.093 de infectados por SARS-CoV-2 y 3.756.947 los fallecidos2.
En Argentina, desde enero de 2020 a julio de 2021, los casos confirmados de SARS-CoV-2 correspondieron a 4.769.142 de afectados y 101.955 fallecidos2.
Según información proveniente del Registro COVID, generado por la Sociedad Argentina de Reumatología, los pacientes con enfermedades reumatológicas pueden ser más susceptibles a la infección por SARS-CoV-23.
En nuestro país, el 29 de diciembre de 2020 comenzó la Campaña de Vacunación Nacional contra el SARS-CoV-2, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación. Las vacunas disponibles en ese momento eran: Sputnik V, Covishield/AstraZeneca y Sinopharm4,5. Al 16 de julio de 2021 se administró un total de 26.511.672 de dosis de vacuna contra el SARS-CoV-2.
En las primeras etapas de vacunación, tener una enfermedad reumatológica autoinmune no fue considerado dentro de los grupos de riesgo y al ser una población joven en la mayoría de los casos, tampoco tenían acceso a la vacunación. Por lo cual estos pacientes quedaron en el quinto grupo de prioridad6.
A partir de abril de 2021 aquellos con enfermedades autoinmunes fueron incorporados al proceso de vacunación y se inscribieron en el Registro Nacional de Vacunación en forma totalmente voluntaria7.
Con la llegada de las primeras vacunas contra el SARS-CoV-2 al país, no existían recomendaciones claras para vacunar a pacientes con enfermedades autoinmunes que no habían sido incluidos en los ensayos clínicos. Además, una serie de barreras sociales y culturales hizo que un grupo de pacientes fuera reticente a recibir las vacunas disponibles.
Los pacientes con esclerosis sistémica (ES) tienen una alta prevalencia de compromiso intersticial pulmonar que puede alcanzar hasta el 80% según las series8. La infección por SARS-CoV-2 en este grupo podría resultar en mala evolución y alta mortalidad, por lo cual la vacunación es de vital importancia.
El objetivo del trabajo fue estimar la proporción de pacientes con ES que se vacunó contra el SARS-CoV-2 del 1º de mayo al 10 de septiembre de 2021.
Materiales y métodos
Estudio observacional, descriptivo, transversal y multicéntrico, realizado en distintos centros de Reumatología de Argentina. Se incluyeron pacientes mayores de 18 años con diagnóstico de ES según criterios del American College of Rheumatology/European League against Rheumatism (ACR/EULAR) 201313. Se excluyeron aquellos con otra enfermedad reumática o crónica autoinmune y quienes no otorgaron su consentimiento para participar del estudio.
Por correo electrónico o contacto por WhatsApp se envió una encuesta anónima y autoadministrada mediante un cuestionario de Google Forms, desde mayo hasta el 10 de septiembre de 2021. Dicha encuesta se difundió entre los médicos tratantes, y ellos se encargaron de distribuirla entre los pacientes con ES y explicarles el contenido antes que completaran el cuestionario. La participación de los encuestados fue voluntaria y confidencial. El estudio contó con el consentimiento informado y fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación (CEI) del Hospital Bernardino Rivadavia.
Resultados
Se incluyeron 295 pacientes con ES. En la Tabla 1 se presentan las características generales y socioeconómicas de la población incluida.
El 75,93% (n=224) de los encuestados vivía en la región del AMBA. En el Gráfico 1 se muestra la distribución geográfica de los pacientes encuestados.
El 84,75% (n=250) de los pacientes refirió conversar anualmente con su médico tratante sobre su esquema de vacunación general. El 85,08% (n=251) de los pacientes mencionó aplicarse la vacuna antigripal anualmente. Con respecto al resto de las vacunas recomendadas en pacientes con enfermedades autoinmunes, el 92% (n=273) manifestó tener vigente la vacuna antineumocócica, el 15% (n=44) la doble adultos y el 25% (n=74) la vacuna contra la hepatitis B. Sin embargo, a pesar que la mayoría de los encuestados manifestó tener las vacunas recomendadas, solo el 5,4% (n=16) expresó tener las cuatro vacunas completas.
El 15,59% (n=46) de los encuestados manifestó haber tenido infección por SARS-CoV-2, de los cuales el 21,74% (n=10) requirió internación (un 70% en Clínica Médica y un 30% en Unidad de Cuidados Intensivos).
Con respecto a la vacunación contra el SARS-CoV-2, el 93,56% (n=276) manifestó voluntad de vacunarse al momento de la encuesta.
El 68,81% (n=203) estaba vacunado contra el SARS-CoV-2 con al menos una dosis al momento de responder la encuesta, y dentro de este grupo, el 48,7% (n=99) tenía dos dosis.
La vacuna recibida con mayor frecuencia fue Sputnik V en el 60,1% (n=122) de los casos, seguida por AstraZeneca (17,73%; n=36) y Sinopharm (13,3%; n=27).
Al interrogar si pudiera elegirse el tipo de vacuna disponible en el país, el 12,2% (n=36) declaró no tener preferencia sobre una vacuna en especial o voluntad de aplicarse cualquiera de las vacunas disponibles, mientras que el 56,27% (n=166) prefirió Sputnik V, el 8,14% (n=24) AstraZeneca, el 4,75% (n=14) Pfizer (no disponible al momento de la encuesta), el 3,39% (n=10) Sinopharm y el 1,69% (n=5) Moderna. Por su parte, el 7,46% (n=22) manifestó su voluntad de no vacunarse.
El 17,29% (n=51) de los pacientes temía que la vacuna no le hiciera efecto por el consumo de su medicación habitual, el 23,05% (n=68) creía que tendría más reacciones adversas de la vacuna por su enfermedad reumatológica de base, el 20,68% (n=61) manifestó temor por presentar un empeoramiento de su enfermedad de base provocado por la aplicación de la vacuna, mientras que el 86,1% (n=254) temía contraer la infección por SARS-CoV-2 por la aplicación de la vacuna.
Por otra parte, para vacunarse previamente se requería inscribirse en un Registro Electrónico, lo cual resultó una barrera en el acceso para algunos pacientes. El 84,75% (n=250) pudo acceder al Registro Nacional de Vacunación, mientras que el 26,44% (n=78) requirió ayuda de un tercero para acceder y anotarse.
Discusión
La pandemia representó un desafío para el manejo de pacientes con enfermedades reumatológicas y demandó un ajuste en el manejo y en las estrategias de vacunación9. Aunque la infección por SARS-CoV-2 resultó leve en la población general, la mortalidad en pacientes con ES fue más alta en relación a las demás enfermedades reumáticas, ya que la prevalencia del compromiso intersticial pulmonar es mayor en estos pacientes y la infección por SARS-CoV-2 podría resultar en una mala evolución y exacerbar la mortalidad10,14,15. Por lo tanto, conocer la cobertura de vacunación en este grupo de pacientes fue particularmente relevante.
Sobre este punto, en el estudio publicado por Gordon et al.11, en el cual se realizó una encuesta entre el 9 de abril y el 15 de mayo de 2021, se reportó que el 75% de los encuestados recibió al menos una dosis de la vacuna y el 38% dos dosis. De acuerdo con los datos de nuestro estudio, un porcentaje significativamente mayor de pacientes con ES estaba vacunado con al menos una dosis contra el SARS-CoV-2 (68%), de los cuales el 49% tenía dos dosis en el período de estudio (mayo a septiembre de 2021).
Los pacientes con enfermedades inflamatorias autoinmunes tienen una mayor carga de infecciones atribuida a la enfermedad autoinmune subyacente, por lo tanto, la prevención de infecciones es crucial en el manejo de este grupo1. En el presente estudio solo el 5% tenía todas las vacunas recomendadas.
En el estudio de Gordon et al.11 se observó que el 79% de los pacientes con ES con intención de vacunarse contra el SARS-CoV-2 presentaba antecedentes de infección por SARS-CoV-2, y 21% en el grupo de reacios para vacunarse. Asimismo, se observó que del total de vacunados con al menos una dosis, el 62% recibió la vacuna Pfizer, 20% Moderna, 15% AstraZeneca y 2% otras. Al respecto, en nuestro estudio se encontró que la mayoría recibió la vacuna Sputnik V en el 60% de los casos, seguida por AstraZeneca en el 18% y Sinopharm en el 13%. Se observó mayor preferencia por la vacuna Sputnik V en un 56%, mientras que un 5% prefirió la vacuna Pfizer a pesar de no encontrarse disponible en el país al momento de la encuesta.
Por otra parte, en el estudio realizado por Gordon et al. se observó que el 10% fue clasificado como reacio a vacunarse, lo cual se asoció con la edad más joven, media de 55 años frente a 60 años para los que no dudaron en vacunarse11. Las preocupaciones sobre las vacunas contra el SARS-CoV-2 en los pacientes no vacunados, con intención de vacunarse, incluyeron: efectos secundarios (62%), miedo a que la vacuna cause un brote de la ES (46%). Y cuando se interrogó “si la vacuna es efectiva para prevenir la COVID-19”, el 78% estaba fuertemente de acuerdo. Con respecto a las preocupaciones de los pacientes reacios para recibir la vacuna las principales fueron: efectos secundarios (86%), miedo a que la vacuna cause un brote de la ES (74%), y cuando se interrogó “si la vacuna es efectiva para prevenir la COVID-19”, el 26% estaba de acuerdo.
En nuestro estudio la proporción de participantes que dudó vacunarse fue sustancialmente menor que en los estudios de la población general12. Los factores que influyeron en la adherencia a la vacunación contra el SARS-CoV-2 reportados por los pacientes fueron el miedo a contraer la infección secundaria a la vacuna, temor a la ineficacia de la vacuna, preocupación por el empeoramiento de la enfermedad de base y los efectos secundarios.
Sin embargo, cabe mencionar que el estudio realizado por Gordon et al. encuestó a participantes de la Cohorte Internacional de la Red de Intervención centrada en el paciente con esclerodermia (Scleroderma Patient-centered Intervention Network, SPIN), es decir una mayor población y mayor disponibilidad de otras vacunas contra el SARS-CoV-2 en otras partes del mundo, comparado con el presente estudio.
Conclusiones
En nuestra muestra identificamos una alta frecuencia de temores en relación a la falta de eficacia o reacciones adversas por la vacunación. Sin embargo, más de la mitad de los pacientes con ES incluidos en el estudio recibió al menos una dosis de la vacuna contra el SARS-CoV-2, y fue la Sputnik V la de mayor frecuencia. Un porcentaje bajo de pacientes tenía completo el esquema de vacunación habitual recomendado en enfermedades reumatológicas. Los pacientes con ES representan el ejemplo de individuos inmunocomprometidos que deben recibir numerosas vacunas útiles, por lo cual es importante señalar que debería ser prioridad para los reumatólogos informar y recomendar a este grupo de personas acerca de los beneficios de las vacunas para prevenir infecciones oportunistas. Consideramos fundamental continuar con las recomendaciones de vacunación en esta población.